El yacimiento Presido, un vertido de plomo de la goleta San Rafael (1804)

June 9, 2017 | Autor: M. Pujol Hamelink | Categoría: Modern History, Underwater Archaeology, Mediterranean archaeology, Catalonia
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Descripción

El yacimiento Presido, un vertido de plomo de la goleta San Rafael (1804) Pablo de la Fuente de Pablo Katedrą Historii i Kultury Krajów Języka Hiszpańskiego KUL [email protected]

Marcel Pujol i Hamelink Profesor de Arqueología Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya [email protected]

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Resumen: En 1997, en el fondo marino cercano a l’Estartit (Cataluña, España) fueron localizados 197 lingotes de plomo. En esta comunicación se pretende determinar su origen como una parte de la carga de la San Rafael, una goleta mallorquina que viajaba de Almería a Agde en 1804. Palabras clave: Presido, Plomo, l’Estartit, Goleta San Rafael de Palma de Mallorca. Abstract: In 1997 on the sea bottom close to the coast of l’Estartit (Catalonia, Spain) 172 lead bars were found. This paper determines that they formed a part of the cargo of San Rafael –a Majorcan schooner on its way from Almeria to Agde in 1804. Key words: Presido, Plumb, L’Estartit, Schooner San Rafael de Palma de Mallorca.

El yacimiento Presido, un vertido de plomo de la goleta San Rafael (1804)

El año 1997 fueron descubiertos una serie de lingotes de plomo, en un punto situado al sur del puerto de l’Estartit, término del municipio de Torroella de Montgrí (Girona, Cataluña), y a tan solo 7 m de profundidad. Durante el mes de marzo de dicho año el Centre d’Arqueologia Subaquàtica de Catalunya (CASC) llevó a cabo una intervención en que se recuperó un total de 167 galápagos, que junto a los cinco que habían sido recuperados por pescadores, sumaron un total de 172 (Nieto, 2003: 141-152). El área por la que se extendían cubría poco más de 400 m2 en forma de «V», formando dos líneas convergentes. Buena parte de los lingotes estaban cubiertos por tan solo 30 cm de arena (fig. 1).

Figura 1. Localización del yacimiento Presido frente a la costa de l’Estartit.

Todos los lingotes o galápagos tenían una forma parecida, con un peso medio de entre 40 y 42 kg, en torno a las cuatro arrobas. De hecho el peso aparece en forma de numerales romanos en su cara inferior, indicado en arrobas y libras castellanas tal y como se observa en la fig. 2. Otra marca que apareció en muchos lingotes fue el epígrafe PRESIDO, que corresponde al nombre de la Real Fábrica del Presidio de Andarax, en el municipio actual de Fondón (Almería, Andalucía). Todas las extracciones de plomo de la zona se exportaban bajando por el valle del río Andarax, hasta el puerto de Almería, donde se encontraban los Almacenes de la Renta del Plomo. El plomo que llegaba a Almería tenía tres destinos: el primero y el más importante, el Ejército y la Armada, para la fabricación de balería de plomo, recipientes de plomo para conservar la pólvora y como forro de los pañoles de la santabárbara en los navíos; el segundo destino era la alfarería, para la elaboración de los vidriados; mientras que el tercero estaba destinado a la exportación, hacia Inglaterra vía Gibraltar, y hacia Francia, a los puertos mediterráneos de Agde y Marsella. Por lógica, en una primera hipótesis se planteó que el yacimiento podría corresponder al naufragio de un barco que hiciera la ruta entre Almería y Marsella, hubiera buscado refugio y estando fondeado en l’Estartit se hubiera hundido. La realidad es que se trata de un yacimiento con 172 lingotes de plomo. No hay presencia de ningún otro material del cargamento, ni de la tripulación, ni tampoco el lastre (ni piedras, ni guijarros), ni ningún resto del casco (ni madera, ni clavos u otros restos metálicos). Lo habitual en los pecios con cargamento de plomo es que debajo de la carga aparezcan restos del casco, en este yacimiento solo hay lingotes y arena, nada más.

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Figura 2. Como puede apreciarse en la imagen la «x» es indicativa de arroba, mientras que el submúltiplo en libras se expresa mediante una «+» las decenas y una «i» las unidades.

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Además la cantidad de lingotes es demasiado pequeña para la carga habitual de la época. Por norma los barcos que zarpaban de Almería solían llevar una carga de entre 1.000 y 1.200 galápagos, por tanto la cantidad que encontramos en el yacimiento es una cantidad realmente pequeña, de un 15-20% de una carga normal. A partir de la noticia del descubrimiento arqueológico, iniciamos la búsqueda de naufragios en diversos archivos. En el Archivo Municipal de Torroella de Montgrí no hay noticia de ningún naufragio que coincida con un barco cargado de plomo para el período comprendido entre los años 1790-1820. Además, tampoco hay defunción alguna registrada en el Archivo Parroquial de Torroella de Montgrí relacionada con un percance similar. Tal y como se podrá apreciar, los fondos notariales de la Provincia Marítima de Palamós, circunscripción a la que pertenecía la costa de l’Estartit en esas fechas, han aportado datos más significativos. Un naufragio en esta zona siempre deja huella en los archivos, y más teniendo en cuenta la situación del yacimiento, tan cerca de la costa y del puerto de l’Estartit. Cualquier naufragio producido a principios del siglo xix habría dejado rastro documental, ya fuera por la intervención del Ayuntamiento competente en la formación de Junta de Sanidad o por los informes al ministro de Marina de Palamós. L’Estartit no era una cala despoblada. Tenía una población de más de 200 personas, con cuarenta pescadores en activo, guarda del puerto y una guarnición en el fuerte de San Miguel de las Islas Medas. Por todos los motivos aducidos, podemos adelantar que no se trata de un naufragio, sino de un vertido de carga (fig. 3). El plomo no aparece concentrado y ordenado, más o menos bien estibado en el fondo del casco, sino dispuesto en dos líneas, que parece que resiguen los costados de un barco. La investigación de archivo no documenta naufragios de barcos cargados con plomo en la zona y para en el período entre 1800 y 1808 que sugiere A. Sánchez Picón, aunque sí declaraciones de avería de buques cargados de plomo procedentes de Almería. Así, en los años 1803 y 1804 se documentan en la notaría de Marina de Palamós tres casos de averías relacionadas con el transporte de plomo: la jábega Santo Cristo y Santa Eulàlia, la goleta San Rafael y el laúd San Roque.

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Figura 3. Los galápagos aparecen dispersos y tienden a perfilar los costados de la nave, indicio muy fundado de que fueran lanzados por la borda. Dibujo a partir de Nieto (2003: 143/101).

Las premisas documentales Recapitulando el estudio de Sánchez Picón (2003: 153-156), este estableció cuatro premisas que tomamos como bases de partida: 1. La marca Presidº en los galápagos identifica estos con la producción de la Fábrica Real de Presidio de Andarax. 2. El embarque del cargamento fue llevado a cabo en el puerto de Almería, donde estaban los Almacenes de la Renta del Plomo. 3. El contexto cronológico de la carga cabe situarlo entre 1800 y 1808, época dorada de las exportaciones principalmente hacia Marsella. 4. Finalmente, la cantidad recuperada es poco más de una décima parte de un cargamento medio, que dicho autor fija en unas 4.000 arrobas, equivalente a una cifra superior al millar de galápagos. Tal y como reconoce el citado autor, la investigación llevada a cabo años atrás no fue exhaustiva, al quedar inexplorados tanto los fondos documentales de los almacenes de la Renta del Plomo del Archivo Histórico Provincial de Almería, como los relativos a los ricos fondos sobre explotaciones mineras estatales del Archivo General de Simancas. Sin embargo, ambos archivos son incapaces de procurar la identificación del yacimiento submarino. Los papeles de Simancas, al ocuparse de la gestión minera, tan solo podrían apoyar aspectos relativos a la producción de los galápagos. No es necesario dado que la evidencia arqueológica ya ha documentado su procedencia de las minas de Presidio de Andarax. Conclusión parecida se puede adoptar sobre la documentación almeriense. Puede aportar noticias sobre embarques, pero es muy difícil que esclarezca el origen de la carga aparecida en el fondo marino ampurdanés. En el momento en el cual los galápagos eran consignados a un comerciante privado, la peripecia de los mismos se pierde dentro de los procesos de gestión de la Administración real. Sin embargo, un naufragio, e incluso una avería importante, es un hecho que conlleva el movimiento de la máquina burocrática: la asistencia a los náufragos, el intento de recuperar la carga, etc. Ya en el artículo XXVI del Tratado III perteneciente al Título X de las Ordenanzas de Su Majestad para el Gobierno Militar, Político y Económico de su Armada Naval (1748: II-2ª/10) se especifica que los naufragios era un asunto en el que

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eran competentes las autoridades de Marina. Las citadas Ordenanzas de Marina dividían el litoral peninsular español en tres Departamentos –Ferrol, Cádiz y Cartagena– que a su vez se subdividían en provincias marítimas. A principios del siglo XIX, la costa en donde casi dos siglos después se recuperarían los galápagos dependía gubernativamente de la Provincia Marítima de Palamós, adscrita al Departamento de Cartagena. Ante dicha vicisitud, se procedió a investigar en el Arxiu Històric de Girona [=AHG] el fondo de la Notaría de la Provincia Marítima de Palamós [=NPMP]. Dentro de la trinchera cronológica propuesta por Sánchez Picón, los registros de la notaría marítima palamosina no hacen mención a ningún naufragio, pero sí a tres averías de buques que transportaban una carga de plomo embarcada en el puerto de Almería: la jábega Santo Cristo y Santa Eulalia; la goleta San Rafael; y el laúd San Roque. Pese a que Sánchez Picón insiste en que el principal puerto francés importador de plomo almeriense fue Marsella, en estos tres casos el puerto de destino era Agde. El hecho de no constatarse ningún naufragio, concordaría con la interpretación arqueológica de que el yacimiento sea tan solo un vertido de galápagos. Además, son descartables dos de los buques averiados. En este sentido, el caso más evidente es el del San Roque, un laúd de Denia, que portaba 408 galápagos con destino al puerto francés de Agde (AHG: NPMP, 38/29). Su patrón, Juan Cardona, realiza declaración de avería en la notaría palamosina el 21 de marzo de 1804. La avería se da a la altura de Sitges, cuando rompe un palo, lo que motiva su refugio en Palamós. Sin embargo, la avería, al sur de Palamós, no comportó la pérdida de galápagos. Sí se dio el vertido de plomo en el caso de la Santo Cristo y Santa Eulalia, una jábega mallorquina que también navegaba hacia Agde (AHG: NPMP, 37/118-118v). Según la declaración del 21 de noviembre de 1803 del patrón Jorge Bosch, había zarpado de Almería el 16 de octubre de 1803, consiguiendo con muchos problemas entrar en el puerto de Palamós el 15 de noviembre. Seguiendo la declaración de Bosch, se menciona explícitamente un vertido de galápagos: «conociendo que el único arbitrio para salvar sus vidas era el alijerar la Nave se resolvieron unanimes a tirar a la Mar como asi lo verificaron una gumena de dos tercios de vida y ciento catroze brassas de largo y onze pulgadas de gruesso, q[u]e tenian sobre cubierta: un resto de ochenta brassas de largo, y de nuebe pulgadas de grueso, de media vida : q[u]e se llebó tambien la tormenta una bota de dos cargas llena de vino: y finalmente al propio fin de salbar las vidas, tiraron a la mar muchas barras de plomo, cuyo numero no puede indibiduar» (AHG: NPMP, 37/118). Sin embargo, dicho vertido de galápagos no es asociable al yacimiento Presido, dado que «se hallaba en los mares de Blanes y de repente le enbistió tan espantosa tormenta» (AHG: NPMP, 37/118). Dado el lugar del percance, al sur de Palamós, se puede descartar que los lingotes procedan de la Santo Cristo y Santa Eulalia.

La goleta San Rafael de Mallorca El 8 de diciembre de 1803 la San Rafael zarpaba de Almería con destino al puerto francés de Agde. Su singladura se complicó al «hallarse a madiados [sic] del Golfo de Mallorca a Bar[celo]na q[u]e por entrarle tiempo contrario se vio precisado darribar [sic] en el Puerto de Palma en donde resolbio de acuerdo con la tripulacion tomar entrada» (AHG: NPMP, 38/25-25v). La demora se alargó ya que no se pudieron aprestar preparativos hasta «despues de cumplidos catorce dias de cuarentena» (AHG: NPMP, 38/25v). Aunque Mota no

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refiere reparación alguna en la nave, es posible que esta recalara en Palma con desperfectos. Ya la cuarentena apunta a que debido al temporal se perdieron las patentes de sanidad de los tripulantes. Si a ello se une el hecho de que hasta el 24 de febrero de 1804, la San Rafael no dejó el puerto palmesano, se puede inferir que la goleta pudo haber sido sometida a reparaciones. Tras zarpar de Palma, al día siguiente, al amanecer 25 de febrero, no se avistó la costa catalana. El patrón Mota manifiesta que «al apuntar el dia veinte y sinco se hallaron a veinte y sinco millas del Cabo de Tosa» (AHG: NPMP, 38/25v), y más tarde prosigue afirmando que «a las siete de aquella Mañana descubrió la tierra de S[a]n Feliu de Guix[ol] s por N.O. a la distancia de veinte millas a poca diferencia» (AHG: NPMP, 38/25v). Sin embargo, dichas referencias son imprecisas. En primer lugar, dado que con el rumbo aproximado que seguía y hallándose a 25 millas del cabo de Tossa, cuando el día apuntó serían entre las 6:55 y las 7:00. En el ínterin hasta que consiguió divisarse Sant Feliu de Guíxols «les venía viento por N.O. que luego varió a O.N.O.» (AHG: NPMP, 38/25v). Por ello, pese a la afirmación del patrón Mota, cuando Sant Feliu fue avistado no eran las siete de la mañana. Desde la salida el sol hasta avistar el puerto ampurdanés, la San Rafael anduvo aproximadamente unas nueve millas, distancia imposible de cubrir dentro del minutaje horario, pues es difícil que una embarcación cargada de plomo andara a nueve nudos con viento contrario (fig. 4). La siguiente referencia es a mediodía, cuando ya se había aproado NE. Según Mota «se hallaban delante de esta villa [de Palamós] a la distancia de veinte y sinco millas» (AHG: NPMP, 38/25v). A lo largo de la tarde, las inclemencias atmosféricas aconsejaron a Mota poner rumbo O, ganado la costa ampurdanesa. La última marcación antes del vertido de los galápagos es de las once de la noche, cuando Mota estima que «se consideraban distantes de esta Villa [de Palamós] de veinte y ocho a treinta Millas» (AHG: NPMP, 38/25v). Siendo de noche y con un recio temporal en que el fuerte viento había girado a componente N, si Mota se atrevía a posicionarse es dado que estaba muy cerca de la costa. Si hay que hacer caso a la estimación, la goleta se hallaría aproximadamente a la altura de

Figura 4. Derrotero de la San Rafael.

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Rosas, más al N de l’Estartit. La tramontana y la perentoria necesidad de ganar la costa les llevaría a recalar en las aguas en que se llevaría a cabo el vertido. Es en la madrugada del día 26 cuando se producen dos lanzamientos. El primero es sobre las dos cuando la mar gruesa y el viento aconsejan «al efecto de salvar vidas[,] Buque y lo posible del Cargo tirar a la mar como lo practicaron una gumena de media vida de setenta brazas de largo y de grueso nuebe [sic] pulgadas, un resto nuevo[,] quatro barriles de agua y desformar una bota Idem» (AHG: NPMP, 38/26). Sin embargo no es hasta las cuatro que se estima arrojar algunos de los galápagos, cuando «aumentó aun mas la Tormenta reparando qu]e la Goleta mobia mucha agua que no podian agotarla de acuerdo con las misma tripulación se hallo conbeniente Alijerar la carga cuya maniobra habian de practicar por dentro de la camara q[u]e no lo podian practicar por ninguna Escotilla por que al haber abierto alguna de ellas sin la menor duda habian quedado sumergidos por cubrirlos de continuo la furiosas olas y con respecto a q[ua]l era tal continjente el perder todos la vida ninguno atinaba el numero de plomo que se Allaba [sic] a la Mar y solo pensaban conseguir la bictoria mediante a alijerar el Barco» (AHG: NPMP, 38/26).

¿Dragonera?

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Uno de los aspectos más rocambolescos –que también se da en el caso de la Santo Cristo y Santa Eulalia– es que no se llegue a precisar la cantidad de galápagos arrojados al mar. Pese a que es creíble el hecho de no poder concretar en el momento en que se produjo el percance, lo cierto es que una vez salido del mal trago, el patrón Mota podría haber deducido el número de lingotes perdidos solo con tomar razón de los existentes a bordo y comparar dicha cifra con los que le fueron consignados en Almería. Así de sencillo. Sin embargo, Mota tampoco declara la cantidad de plomo fletado. Por encima de la mera curiosidad o extraña coincidencia, resulta que dicha circunstancia también se da en el caso de la Santo Cristo y Santa Eulalia. Y ya lo que evidencia de forma fehaciente que ambos patrones mallorquines no manifestaban todo lo que sabían, es que Juan Cardona, patrón del San Roque de Denia, pese a que la avería no comportó la pérdida de un solo galápago, declare que portaba 408 barras de plomo. De todo ello se deduce que Mota, pese a verse obligado a tener que hacer la atestación de avería, quiso ocultar la magnitud de la carga perdida. Ello se explicaría por el hecho de evitar que personas ajenas quisieran emprender el rescate de la misma. Dentro de ese mismo proceder se insertaría el episodio de la aparición casi milagrosa diez horas después del vertido en las Baleares: «pudieron ampararse a las q[u]e serian las dos de la tarde en una Cala de la Dragonera habiendo antes perdido la Gabia á la biolencia de los vientos» (AHG: NPMP, 38/26). Si dicho episodio es cierto, ¿por qué no hizo Mota la declaración de avería en Palma, donde la San Rafael además estaba matriculada? Pues no fue así. Además, según su poco creíble testimonio, el hecho de recalar posteriomente en Palamós fue accidental. Así, tras refugiarse en la isla de Dragonera, la goleta consiguió «dar fondo en el Puerto de Andratxj [sic] en donde repararon de lo mas necessario para concluhir su viage, y despues de habilitados, en lo posible en el dia sinco del p[rese]nte mes de Marzo enprehendieron otra vez el viage q[u]e al hallarse frente del Cabo de S[a]n Sebastian entrandoles otra vez tiempo con-

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trario derribaron al puerto de esta Villa [de Palamós] cuya entrada consiguieron a las diez de la ultima noche» (AHG: NPMP, 38/26). El pintoresco episodio de Dragonera se inserta dentro del juego de despiste frente a posibles rescatadores indeseados si el escribano José Antonio Álvarez de Monteserín, notario de la provincia marítima, o alguno de sus oficiales de pluma les daba por hablar más de la cuenta. Si un mallorquín casi dos semanas después hace una declaración de avería en Palamós, es que la carga perdida se halla en la costa bajo la jurisdicción de esa Provincia Marítima. No tiene otra explicación. Si la carga no era recuperable, al haberse deshecho de ella alta mar, la atestación, si el poco verosímil relato de Mota era cierto, se podría haber hecho en Palma. Visto el lapso entre las fechas de la avería y la declaración –25 de febrero y 8 de marzo–, incluso es muy probable que tras el percance, la San Rafael llegase a Agde, mucho más cerca que Mallorca, descargase y en el viaje de vuelta hiciese la declaración al pasar por Palamós. Incluso cabe inferir una actitud colaboradora –o al menos no obstructora– de Monteserín, dado que si hubiese querido poner en un aprieto a Mota, el notario podría haber exigido a fin de dar fe pública del percance el acta de flete expedida en Almería y cotejarla con la carga restante a bordo, dado que se este manifiesta que todavía no se había llegado al puerto de destino. Cierto es que Mota declara que en su viaje desde Almería hizo escala en Palma. Tras un primer intento de ganar la costa catalana, el mal tiempo le hizo recular y volver a Mallorca, donde según su declaración, la tripulación tuvo que cumplir una cuarentena de catorce días. De ello se inferiría que dado lo accidentado de la travesía se perdió alguna de la documentación de abordo. Por lo menos las patentes de sanidad de los tripulantes, dada la exigencia de cuarentena. A ello se podría añadir el acta de la flete. Aunque es una historia poco verosímil. No solo en la atestación de avería recuerda la identidad del fletador, el comerciante madrileño Ramón de Sendra, sino la fecha exacta –17 de noviembre de 1803– de la firma de la contrata, tres semanas antes de que la goleta zarpase de Almería el día 8 del mes siguiente. Sin embargo, si fuese cierto que se perdió la documentación, la privilegiada memoria de Mota tan resuelta para recordar fechas con tanta precisión, ni tan solo se atreve a dar una estimación aproximada de los galápagos cargados en el puerto andaluz. El relato adobado entorno a la milagrosa aparición de la destartalada goleta en el islote de Dragonera diez horas después del percance, parece, más de dos siglos después, una especie de irónico enigma. La suma indiciaría apunta, más allá de cualquier duda razonable, que sería en una «Dragonera» ampurdanesa, concretamente muy cerca del archipiélago de las Medes, cuyo islote mayor guarda un gran parecido con el balear, donde la San Rafael se resguardó e hizo un vertido controlado que nunca llegó a recuperar.

A modo de conclusión Como recapitulación cabe insistir sobre los interrogantes: • ¿Por qué no se declara el monto del cargamento, ni la cantidad vertida? • ¿Cómo es que después de perder la gúmena y otros cabos, romperse velas y parece que el trinquete, la San Rafael navega de la costa catalana hasta Mallorca? ¿No podía repararse en Palamós u otro puerto cercano? ¿Por qué arriesgarse a cruzar

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todo el canal entre Cataluña y Mallorca para repararse en Andraitx, con pérdida de jarcia y otros efectos? • ¿Cómo puede ser que la San Rafael esté tanto tiempo de cuarentena o reparándose en Andraitx o Palma? • El notario de Palamós se dedica a levantar acta del periplo sin discutir su lógica náutica. Está plagado de incongruencias y decisiones absurdas. ¿Realmente tres meses después de zarpar de Almería aún no ha llegado a Agde? • Y, fundamentalmente, ¿por qué estando en Mallorca no hace la declaración de avería en Palma? Ante la lógica aplastante, cabe concluir que: 1. No se trata de un pecio, sino de un vertido de plomo. 2. Se trata de un vertido controlado. 3. El periplo declarado puede ser lógico desde el punto de vista legal y administrativo, pero no tiene ninguna lógica náutica. Más lógico es pensar que lanzaron parte de la carga de una manera controlada para volver a recuperarla posteriormente. Una vez hecho el vertido habrían llegado a Agde, donde libraron la carga. Sería al volver sobre la costa catalana cuando declararían la avería en Palamós. La declaración de avería se hizo para legalizar el vertido. La causa un temporal. Ante la adversa contingencia, y obrando lógicamente, primeramente se arroja la carga en cubierta, mientras que en segundo vertido se libera parte de la existente en la bodega. Cabe insistir en que el procedimiento idóneo era declarar la avería en la notaría de la provincia marítima donde se producía el vertido, y sin haber librado la carga en el puerto de destino, pues si esta se hubiese llevado a cabo no habría manera de demostrar que una parte había sido lanzada al mar. Se ha evidenciado que el notario no subió a bordo para comprobar el estado de la carga. Solo se limitó a transcribir el relato del patrón. Los galápagos vertidos se intentarían recuperar por parte de la tripulación de la goleta San Rafael, pero los temporales de levante cubrieron algunos de los galápagos y por este motivo no los encontraron.

Bibliografía NIETO, X. (2003): «El derilicte Presido», en PUJOL, M. et alii, Roses II, Perola V i Presido. Tres vaixells enfonsats a l’Empordà durant la Guerra del Francès (1808-1814), Centre d’Arqueologia Subaquàtica de Catalunya, Girona: 141-52. ORDENANZAS de Su Majestad para el Gobierno Militar, Político y Económico de su Armada Naval, Imprenta de Juan de Zúñiga, Madrid, 1748. SÁnchez picón, a. (2003): «Contexto histórico y económico del cargamento de la renta del plomo de l’Estartit», en PUJOL, M. et alii, Roses II, Perola V i Presido. Tres vaixells enfonsats a l’Empordà durant la Guerra del Francès (1808-1814), Centre d’Arqueologia Subaquàtica de Catalunya, Girona: 141-52.

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