El Valle Encantado: Un caso de análisis del arte rupestre y su relación con las prácticas rituales de los caravaneros

July 21, 2017 | Autor: Alvaro Martel | Categoría: Arte Rupestre, Arqueología del Noroeste argentino, Tráfico caravanero
Share Embed


Descripción

Publicado en: F. Oliva, N. de Grandis y J. Rodríguez (comps.) Argentina en los Inicios de un Nuevo Siglo, Tomo III: 545 – 553. Laborde Editor, Rosario. Publicación del XIV Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. 2010.

EL VALLE ENCANTADO: UN CASO DE ANALISIS DEL ARTE RUPESTRE Y SU RELACION CON LAS PRACTICAS RITUALES DE LOS CARAVANEROS Alvaro Rodrigo Martel*

Resumen En el presente trabajo discutimos la relación que existe entre la producción de arte rupestre y una práctica cultural que está determinada por el contexto social y económico donde esta se inscribe, como por ejemplo el caravaneo. Para tal fin, analizamos un caso particular donde los recursos explotables permiten el desarrollo de diferentes prácticas económicas, y donde dichas prácticas se manifestarían a través de distintos tipos de evidencias arqueológicas. Por esto, pensamos que los sitios del Valle Encantado (P.N. Los Cardones, dpto. San Carlos, pcia. de Salta), representan la oportunidad de obtener información sobre algunas de las prácticas llevadas a cabo por grupos posiblemente caravaneros dentro del período Agroalfarero Tardío. Esta información es la que nos permitiría comenzar a definir el contexto de producción del arte rupestre (Aschero 1988). Por otra parte, abordamos el estudio de las manifestaciones rupestres como un producto de prácticas rituales caravaneras, valiéndonos de indicadores arqueológicos presentes en el Valle Encantado y del análisis de los últimos datos sobre grupos caravaneros provenientes de investigaciones etnoarqueológicas (Nielsen 1997-1998).

Introducción Los primeros datos sobre la arqueología del Valle Encantado provienen de un relevamiento expeditivo realizado por Leonor Navamuel de Figueroa y Pío Pablo Díaz (1977: 85), donde los autores informan que en el lugar existen “Grandes aleros y cuevas, se encuentran fragmentos de cerámica y puntas de proyectil confeccionadas en obsidiana roca y hueso. Restos de pircas y corrales y cerrando refugios naturales”. Mencionan además solo tres aleros con pictografías de camélidos en hileras y hombres escudo. En otro trabajo, Díaz (1983a: 13) agrega que, “Las observaciones nos permitieron comprobar que en el ámbito geográfico en que incursionamos, los artistas plasmaban sus obras grabando los planchones de roca y los cantos rodados, esparciendo las pinturas, sólo en casos excepcionales como en SSalChi1–Valle Encantado, SSalLap14–Los Graneros y Brealito, Departamento de Molinos... . En cuanto a SSalChi1, dejamos en claro que este sitio se encuentra en el Departamento de Chicoana, en un pequeño bolsón en las cumbres que descienden al Valle de Lerma y que son más bajas que las del cordón que naturalmente divide al Valle Calchaquí con el de Lerma. En el mencionado bolsón se presentan aislados afloramientos rocosos en donde encontramos aleros y pequeñas cavernas con pinturas rupestres”.1 *

Instituto de Arqueología y Museo, UNT. San Martín 1545, (4000) S. M. de Tucumán

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

545

En cuanto a la cronología relativa de las pictografías del Valle Encantado, Díaz (1983b: 95) las ubica en los períodos de Desarrollos Regionales e Inca, basándose en criterios estilísticos. Como vemos, desde aquellos relevamientos pioneros hasta nuestros días nunca se hizo una mención sobre las posibles relaciones entre estas evidencias y una actividad específica como la de los caravaneros (o algún otro tipo de actividad). El escaso conocimiento sobre la Arqueología del Valle Encantado y en particular, sobre su arte rupestre, nos llevó a concentrar la atención en los pocos datos que se manejaban para el área mencionada. Es por ello que, desde una visión de conjunto (paisaje y restos culturales), trataremos de responder las interrogantes que surjan de nuestro análisis.

Marco ambiental El Valle Encantado (3.050 m.s.n.m.), se encuentra en el este de la porción austral de la Cordillera Oriental (Turner y Mon 1979) situado entre las cumbres que dividen al Valle de Lerma del Valle Calchaquí (mapa), sus coordenadas geográficas centrales son: Latitud S 25°11´8.48” y Longitud O 65°50´20”, esto es, el extremo norte del departamento de San Carlos (actual Parque Nacional Los Cardones). Lamentablemente no existen datos específicos de precipitaciones y temperatura promedio para el Valle Encantado, pero los datos en general para el área adyacente al valle es de una temperatura máxima media de 25,9°C y mínima media de 10°C, por otra parte el promedio anual de precipitaciones oscilaría entre 476 y 561 mm, concentrados en los meses de diciembre, enero y febrero (Ruiz Huidobro 1960). Ambientalmente corresponde a lo que se denomina praderas de montaña o pastizal de neblina (provincia fitogeográfica de las Yungas), de las cuales dice Cabrera (1976:10), “(...).Alcanzan hasta los 3.000 m de altura donde se funden en amplio ecotono con la estepa puneña. La flora de estos prados es riquísima. Durante el verano, cuando llueve casi diariamente, entre los pastos dominantes aparecen muchísimas especies de flores llamativas, abundantes hasta tal punto que, con frecuencia semejan jardines cultivados. Durante los meses secos, en cambio, toda la vegetación tiene un aspecto amarillo de pastizal seco”. Las características del Valle Encantado, tales como su reducido tamaño, su homogeneidad ecológica, su enclave estratégico en cuanto a la accesibilidad a los recursos naturales circundantes y su posición de límite entre la región seca de los Valles Calchaquíes y la región húmeda del Valle de Lerma lo definen como una unidad espacial muy particular en función de la interpretación de la evidencia arqueológica. Cabe destacar que hacia el norte del valle se accede a la Quebrada de Escoipe, esta tiene un rumbo O-E y es la ruta natural hacia el sector central del Valle de Lerma. Por el sur del Valle Encantado se pasa a un valle menor llamado de Rumiarco y por este a la Quebrada de Rumiarco, que tiene un rumbo N-S y es la bajada natural a las actuales localidades de Isonza y Amblayo (Valles Calchaquíes, sector centro norte).

Marco de referencia Para realizar nuestro análisis es preciso definir tres conceptos fundamentales y que son la base del presente trabajo, estos son: arte rupestre, práctica ritual y caravaneo. Consideramos, entonces, que “(...) el arte rupestre es un tipo particular de vestigio arqueológico cuyo estudio puede brindar información relevante acerca de la actividad humana pasada, tanto específica como complementaria de la que se puede obtener a partir del análisis de los demás restos materiales” (Hernández Llosas 1985:13). Por lo tanto asumimos que se debe “tener en cuenta las actividades de producción de pinturas o grabados rupestres en relación al total de actividades que definen la función del sitio, o nivel de ocupación del sitio, en relación al sistema de asentamiento y subsistencia de ese grupo productor” (Aschero 1988:109-110). Definir el arte rupestre como un producto más de la actividad humana y no otorgándole a priori un contenido simbólico determinado, nos permitirá ubicar con mayor objetividad su posición contextual tanto sistémica como arqueológica.

546

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

Como lo hemos hecho explícito en el título de nuestro trabajo y a manera de hipótesis, pensamos que el arte rupestre del Valle Encantado es, desde una perspectiva conductual, el resultado de una práctica ritual y por ende, producto de un comportamiento ritual ligado a la vida y actividad de los caravaneros o pastores caravaneros. Por ahora sólo definiremos estos conceptos ya que los argumentos de nuestra hipótesis serán presentados y discutidos más adelante. Walker (1995), siguiendo a Kopytoff (1986), menciona que el comportamiento ritual sirve para dirigir y segregar ciertos lugares, personas u objetos a lo largo de historias de vida similares, desde su creación hasta su abandono. Por lo tanto el ritual puede ser definido, indirectamente, por el total de las trayectorias singularizadas que ciertos objetos siguen, más que por las creencias subjetivas ofrecidas para esos objetos y sus usos (Walker op. cit.:74). Por último, el término “caravana” hace alusión al conjunto de llamas que son utilizadas para el transporte de bienes a larga distancia, siendo el caravaneo “la actividad especializada de transportar mercancías a larga distancia utilizando animales de carga” (Nielsen 1997:340) y el caravanero, la persona que realiza dicha actividad.

Nuestro caso de análisis: El Valle Encantado La evidencia arqueológica presente en el Valle Encantado, los recursos explotables y su particular geografía nos permiten generar distintas hipótesis sobre las posibles actividades realizadas por los grupos humanos que allí vivieron. Sin embargo, dentro de la variabilidad material presente en el valle (fragmentos cerámicos, artefactos líticos, arte rupestre, pircados, etc.), sólo trabajaremos con un grupo particular de evidencias que se presentan como las de mayor potencial de análisis para el tratamiento de la problemática planteada; las prácticas rituales. El sitio elegido, al que hemos llamado Alero Las Caravanas, está representado por una oquedad en la pared de un afloramiento de arenisca y sus dimensiones poseen una magnitud que la hacen visible desde distintos puntos del espacio adyacente. Esta se encuentra a 1,5m sobre la superficie del terreno y su boca es de 4m de ancho por 1,6m de altura en su parte central y 1m de profundidad desde la línea de goteo hasta el fondo de la misma, configurando un pequeño alero. Se trata de un abrigo rocoso provocado por erosión eólica (deflación). La boca de esta oquedad tiene una orientación netamente Oeste y por las características de su emplazamiento resulta inhabitable. La pared del fondo de este pequeño abrigo es el soporte para las manifestaciones rupestres. Se trata de la representación de siete caravanas de llamas y de tres figuras de camélidos, de las cuales sólo una está asociada a una posible figura antropomorfa, pero por el grado de deterioro no pudimos consignar que se trate de una escena de tiro. Todas las representaciones están realizadas mediante la técnica de pintado. Las caravanas están constituidas por 7 u 8 llamas pero tienen características que las distinguen. Primero, las caravanas se encuentran a distintas alturas en el soporte y alternando sus direcciones, es decir, algunas se representaron orientadas hacia el norte y otras hacia el sur. Pensamos que hay un manejo del espacio-fondo mediante la yuxtaposición de las caravanas, lo cual da dinamismo a todo el conjunto de las representaciones. En segundo lugar, cada caravana representada posee su propio color (blancas y negras) o combinación de dos colores (negras con blanco y rojas con blanco), lo que permite diferenciarlas una de otra. Una de las caravanas es particularmente llamativa, se compone de, por lo menos, 8 llamas negras realizadas en pintura plana con representación de dos orejas, cola, dos patas (salvo una con tres patas) y pechera terminada en punta (fig.1). Como elemento significativo, la presencia del bozal en todas ellas. Los bozales están realizados con trazo lineal en un color marrón rojizo y las llamas se vinculan unas a otras mediante la representación de una soga en pintura negra de trazo lineal, que va desde el bozal hasta el lomo (o la grupa, según el caso) de la llama que se ubica adelante. Siguiendo a Aschero (1979 y 2000), podríamos ubicar a este conjunto de caravanas dentro del estilo C1 definido por dicho autor para una secuencia del arte rupestre del Noroeste argentino y que cronológicamente se podría adscribir al periodo Agroalfarero Tardío (ca. 900 d.C. - 1480 d.C.). Como dijimos anteriormente, el afloramiento de arenisca que contiene al alero, es el límite Este de un espacio plano de unos 100 m de largo (en dirección N-S) y unos 50 m de ancho (en dirección E-O), hacia el Oeste, el límite es marcado por otro afloramiento mayor y que se cierra hacia el Norte hasta conformar un estrecho y pequeño paso que comunica con el sector Norte del Valle Encantado. El lado Sur se encuentra totalmente abierto lo que termina dando un aspecto de anfiteatro de paredes altas.

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

547

Durante las prospecciones realizadas en este espacio circunscripto, no encontramos ningún otro tipo de evidencia arqueológica lo que nos provoca una gran cantidad de interrogantes, ya que la disponibilidad de soportes naturales para la realización de pinturas o grabados rupestres es alta, como así también una importante cantidad de reparos naturales que podrían haber servido para ocupaciones permanentes o temporarias. Debido a que aún no realizamos sondeos o excavaciones, mantenemos nuestras expectativas de poder hallar evidencias de ocupación humana y de registrar las actividades relacionadas con el proceso de producción del arte rupestre. El hecho de no haber realizado hallazgos de artefactos en superficie se puede deber a los constantes procesos de formación que ocurrieron y ocurren en el sitio. Sin embargo, desde un análisis del paisaje es posible generar hipótesis sobre la función de este sitio y su relación con actividades de grupos caravaneros. Para ello contamos con un importante grupo de indicadores arqueológicos que confrontaremos con los datos provenientes de contextos arqueológicos de otros sitios del NOA y Norte de Chile y de los estudios etnoarqueológicos de caravaneros actuales del área Centro sur andina.

Arte rupestre, rutas y jaranas Tal vez, los casos mejor documentados y estudiados sobre la relación entre el arte rupestre y rutas empleadas para el caravaneo, se encuentran en los perfiles costa - altiplano de todo el Norte chileno. Aquí la asociación es directa ya que el arte rupestre se emplaza en las desembocaduras de las quebradas que conforman las vías naturales entre sectores ecológicamente distintos (litoral - valles intermedios borde altiplánico) y donde las rutas conectaban antiguas aldeas y poblados con una fuerte dependencia agrícola (Núñez 1976 y 1985). De esta forma, el autor citado, define al tráfico de larga distancia mediante el uso de caravanas, como un mecanismo esencial para la distribución de excedentes de las producciones locales y el intercambio de distintos bienes con sociedades que poseían producciones complementarias (carne, sal, metalurgia, etc.). Así se habrían podido regular las economías regionales de una extensa área donde, también, ésta intrincada red de tráfico caravanero posibilitó el desplazamiento de tecnologías e ideas (Núñez y Dillehay 1995). Este movimiento especializado de caravaneros habría generado una cantidad importante de evidencias de sus desplazamientos a través de distintos territorios, estos serían el arte rupestre mencionado, las apachetas que marcarían los pasos entre pisos ecológicos de altitudes diferentes, las marcas lineales sobre la superficie del terreno que conectan los sitios con presencia de geoglifos, y sitios de permanencia temporaria o paskanas donde descansarían al final de cada jornada de viaje (Núñez 1976). Tanto las apachetas como la producción de los geoglifos formarían parte de ceremonias rituales donde se realizarían diversas ofrendas propiciatorias para que la travesía y el intercambio o comercio resulten provechosos (Núñez op. cit.). Actualmente las apachetas siguen siendo parte de las prácticas rituales de los caravaneros (Nielsen 1997-1998). En nuestro NOA, los casos de sitios con arte rupestre asociados a caminos y vías de acceso natural entre sectores con diferentes recursos, son abundantes. Y si consideramos sólo los sitios con una cronología relativa similar a la del Valle Encantado (Agroalfarero tardío) vamos a observar una distribución que va desde la Puna hasta los límites de las Selvas Occidentales y que se podrían tratar de antiguas rutas caravaneras. Por citar algunos, podríamos mencionar los sitios Confluencia y Derrumbes (Aschero 2000) en el curso inferior del Río Punilla en Antofagasta de la Sierra, donde las representaciones de caravanas de llamas con o sin carga y con o sin antropomorfo guía son reiterativas. Estos sitios se encuentran en el ámbito de la Puna Salada, próximos a cursos de agua permanente y asociados a pasos naturales entre distintos ambientes (cuenca de Antofagasta - salar de Antofalla). Otros casos mencionados por Nielsen (1997) son Inca Cueva, Chayamayoc, Kollpayoc, El Portillo y Alero Cianzo, todos asociados a las principales rutas de acceso a la Quebrada de Humahuaca. Un caso que reviste especial importancia por su complejidad y por la gran cantidad de pictografías atribuidas al período Tardío es el sito de Las Juntas en el dpto. Guachipas, Salta. Este sitio se encuentra en un punto donde se articulan, a través de la Quebrada de Las Conchas, los sectores Sur del Valle de Lerma y los sectores centrales de los Valles Calchaquíes. Otro sitio, relevado por nosotros y que se encuentra inédito, es el de Chorro Seco en la quebrada del Río Juramento, esta quebrada atraviesa la Sierra de Metán comunicando el sector central del Valle de Lerma con la cuenca superior del Río Juramento (actual dpto. de Metán), los motivos presentes son pictografías de camélidos vinculados por cuerdas, escutiformes y antropomorfos de trazo lineal.

548

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

La mayoría de los registros arqueológicos de estos sitios no permiten definir un contexto netamente caravanero. Sin embargo, pensamos que las características del paisaje y de los emplazamientos nos dicen mucho de su posible funcionalidad como lugares de paso o descanso y donde el arte rupestre se vuelve, tal vez, la única evidencia de prácticas rituales de una actividad caravanera2. Por otra parte, surge un gran interrogante al intentar analizar la representación de bozales en una de las caravanas de llamas (fig.1). Como se sabe de los estudios etnográficos, las llamas de las caravanas en tránsito no llevan ningún tipo de amarre entre ellas (Nielsen 1997-1998, Pérez de Micou 1997), salvo cuando se las mantiene juntas para sujetarles la carga que transportarán, y estas se atan con sogas (generalmente de lana trenzada) de cabeza a cabeza, igualmente, cuando se teme que algún peligro pueda asechar por las noches, se las ata para evitar que se dispersen. La evidencia más clara de la existencia de los bozales proviene del sitio Doncellas (prov. de Jujuy), donde Pérez de Micou (op. cit.) analiza una gran colección de artefactos recuperados de contextos funerarios. Entre los artefactos se destacan los textiles, sogas y los bozales, de los cuales la autora dice que se tratarían de indicios de que el caravaneo haya sido parte de las actividades económicas de los grupos humanos que allí habitaron. La cronología de este sitio se acotó entre el 1200 AD y el contacto hispano-indígena. En cuanto a los datos históricos sobre el uso de bozales, los encontramos en La nueva crónica y buen gobierno escrita por Felipe Guamán Poma de Ayala, donde se reproduce en una de sus ilustraciones (“Fiesta de los Ingas”) una llama con una soga que rodea la cabeza y el hocico de esta formando un bozal, la soga se encuentra atada a una estaca manteniendo a la llama quieta (Pérez de Micou 1997) (fig.2), sin embargo en otra de las ilustraciones (de “Como le qvita al pobre”) se ve a un personaje llevando una llama a tiro mediante el uso de una soga que hace un bozal sobre la cabeza del animal (fig.3). Estos ejemplos nos dan la noción de que un bozal o una soga-bozal, podrían haber servido para dirigir una llama. Si comparamos los bozales de algunas de las llamas de la figura 1 con el bozal que conforma la soga en las figuras 2 y 3, podemos ver que la disposición de la nuquera y hociquera es la misma, pero en la figura 1 también se puede apreciar que se habrían utilizado más de un tipo de bozal. Lo que nos es difícil decir, es si el bozal ilustrado en el trabajo de Pérez de Micou (1997:158) se trate de uno similar a los aquí expuestos, sin embargo, no quedan dudas de que es un bozal con cabestro en una sola pieza. Otro punto que analizaremos es la jarana, o sea el lugar donde actualmente pernoctan los caravaneros con sus llamas (Nielsen1997:341), ya que al no disponer de más datos que el arte rupestre, el espacio inmediato a éste y la geografía del paisaje, un análisis detallado de lo que representa la jarana nos permitirá definir mejor el contexto del que forman parte las representaciones del Valle Encantado. Teniendo en cuenta los escenarios que define Nielsen (op. cit.) para los sistemas de asentamiento de los caravaneros actuales de Sud Lípez (jaranas, rutas, puntos de articulación, puntos de carga y sitios rituales), pensamos que estos serían potencialmente identificables en el ámbito del valle, en tanto realicemos prospecciones y muestreos sistemáticos conjuntamente con tareas de excavación. Las jaranas revisten vital importancia en los viajes de los caravaneros, en ellas se realizan distintas actividades que tienen que ver con el cuidado de los animales, la protección de las cargas y el cuidado personal (descanso, alimentación, reparación del equipo, etc.). Existen dos tipos de jaranas: la jara diaria y la jarana de ocupación prolongada. Ambas tienen elementos en común (construcción de reparos simples, fogón, área de carga y descarga, etc.) pero sus diferencias se registran en el marco de las estrategias del caravanero para lograr una reducción de los riesgos que implica un viaje de larga distancia, por ejemplo, la salud de los animales y planeamiento de las rutas a seguir, entre otras variables. Los lugares escogidos para las jaranas de ocupación prolongada deben reunir ciertas características tales como buenos forrajes, agua y estar apartados de poblaciones locales. Son estos lugares los preferidos para desarrollar sus ceremonias rituales, por lo cual se destina un espacio a tal fin. Sintetizando, el autor consultado dice que, “(...) las jaranas de ocupación prolongada conforman una red de oasis que sustentan en términos ecológicos, logísticos, sociales y rituales la acción de las caravanas fuera de su lugar de origen, como si se tratara de un componente salpicado de su propio territorio” (Nielsen op. cit.: 355). La similitud de características ambientales requeridas en una jarana de ocupación prolongada y las que encontramos en el Valle Encantado, nos sirven para sostener nuestra hipótesis, pero ¿cómo lograr definir el escenario ritual caravanero sin caer en una anacronía producto de una mala aplicación de la anaARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

549

logía etnográfica?. Para salvar este problema, pensamos que nuestro análisis debe recaer en el estudio del espacio adyacente al alero que contiene las representaciones de las caravanas y que con detalle lo hemos descripto más arriba. Si tenemos en cuenta que la presencia de los afloramientos de areniscas configura un espacio cerrado, la posibilidad de que el arte rupestre esté vinculado a una ruta de tránsito no es muy apropiada. Sin embargo, el arte rupestre está singularizando un espacio donde se podrían haber llevado a cabo determinadas prácticas rituales y los elementos que nos ayudan a sostener esta apreciación, son: la ausencia de estructuras de reparo o habitación, ausencia de otros paneles con arte rupestre, la recurrencia de la representación de caravanas en el arte rupestre que alternan orientaciones Norte - Sur y que coinciden con las vías de acceso al valle, y por último, la decidida intención de los autores de dicho arte rupestre en dar a cada caravana una característica propia que la diferencia de las otras, mediante el uso de la bicromía o la representación de bozales.

Conclusión y Discusión

Hasta aquí hemos analizado sólo un grupo de evidencia arqueológica que tiene su origen, posiblemente, en un tipo particular de comportamiento como lo es la práctica del caravaneo. Recordamos que en el ámbito del Valle Encantado se encuentran, además, otros cuatro sitios con arte rupestre que estilísticamente se podrían adscribir al Agroalfarero Tardío pero que temáticamente son diferentes unos de otros. Los pircados, que en algunos casos están asociados a los sitios con representaciones, nos podrían estar indicando alguna otra actividad como pastoreo o cultivos a pequeña escala, ya que las condiciones ambientales y la presencia de recursos como abundantes pasturas y agua permanente habrían jugado a favor de estas estrategias económicas. Como pudimos ver en los trabajos consultados, el pastoralismo y el caravaneo son actividades que generalmente las realizan una misma unidad social o familiar y que en algunos casos las jaranas coinciden con lugares donde se realizan tanto el pastoreo como la agricultura (Nielsen 1997 y 19971998), por lo tanto es esperable, arqueológicamente, una superposición de tales actividades en un mismo sitio. En el caso particular de Valle Encantado, pensamos que existe una utilización diferencial de los espacios disponibles y que es discutible desde la variabilidad temática intersitio del arte rupestre, por lo tanto existen muchas posibilidades de comenzar a definir el contexto de producción de cada grupo de representaciones, o desde la definición del comportamiento ritual (ver Marco de referencia), el arte rupestre como producto de tal comportamiento, sirvió para segregar distintos espacios rituales dentro de un lugar que económicamente tuvo una performance (sensu Walker 1995) igualmente importante para el desarrollo de diferentes estrategias de subsistencia.

Agradecimientos

A Carlos Aschero, Axel Nielsen y Beatriz Ventura, por la lectura y corrección de este trabajo y por sus valiosos comentarios que tanto me ayudaron a dilucidar distintos aspectos del estudio arqueológico de esta problemática. A Rodolfo Domínguez, Mario Caria, Silvana Urquiza y Maru Mosca, por su ayuda desinteresada en las tareas de prospección y de relevamiento del arte rupestre.

Notas 1 A esta cita cabe hacerle dos correcciones, primero el Valle Encantado se encuentra en el dpto. San Carlos y segundo se tendría que cambiar su denominación a SSalSac con su número correspondiente. 2 Para una mejor comprensión de la relación emplazamiento-arte rupestre, ver Aschero 1997.

Bibliografía Aschero, C., 1979 Aportes al estudio del arte rupestre de Inca Cueva - 1. (Departamento de Humahuaca, Jujuy). En: Actas de las Jornadas de Arqueología del Noroeste argentino. Universidad del Salvador. Buenos Aires. 1988 Pinturas rupestres, actividades y recursos naturales; un encuadre arqueológico. En Arqueología Contemporánea Argentina. Actualidad y Perspectivas. (pp. 109-146). Ediciones Búsqueda. Buenos Aires.

550

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

1997 De cómo interactúan emplazamientos, conjuntos y temas. Actas y Memorias del XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina (cuarta parte), pp.17-28. Revista del Museo de Historia Natural de San Rafael (Mendoza). Tomo XVI (1/4). 2000 Figuras humanas, camélidos y espacios en la interacción circumpuneña. En: Arte en las rocas. Arte rupestre, menhires y piedras de colores en la Argentina. Editado por M.M. Podestá y M. de Hoyos. (15-44). Sociedad Argentina de Antropología y Asociación Amigos del INAPL. Buenos Aires. Cabrera, A. L., 1976 Regiones Fitogeográficas Argentinas. En Enciclopedia Argentina de Agricultura y Jardinería. Segunda edición, tomo2, fascículo 1. Editorial ACME S.A.C.I., Buenos Aires. Díaz, P. P., 1983a Arte Rupestre en Valle Arriba. En Estudios de Arqueología nº3 y 4: 9-25. Museo Arqueológico de Cachi, Salta. 1983b Sitios Arqueológicos del Valle Calchaquí. En Estudios de Arqueología. Museo Arqueológico de Cachi, Salta. nº3 y 4: 93-104. Guamán Poma de Ayala, F., 1980 (1615) Nueva crónica y buen gobierno. J.V. Murra y R. Adorno, editores. Traducción y análisis de texto de J. Urioste. 3 Volúmenes. Ed. Siglo XXI. México. Hernández Llosas, M. I., 1985 Diseño de investigación para representaciones rupestres. En PROINDARA. Buenos Aires. FECIC, IAHH. Kopytoff, I., 1986 The Cultural Biography of Things: Commoditization as Process. En The Social Life of Things: Commodities in Cultural Perspective, ed. Arjun Appadurai. Cambridge University Press, 64-91. Navamuel de Figueroa, E. L., 1977 Mapa Arqueológico de Salta. En Revista del Museo Arqueológico de Salta, N°1. Salta. Nielsen, A. E., 1997 El tráfico caravanero visto desde La Jara. Estudios Atacameños 14: 339-371. 1997-1998 Tráfico de caravanas en el Sur de Bolivia: Observaciones etnográficas e implicancias arqueológicas. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXII-XXIII. Buenos Aires. Núñez A., L., 1976 Geoglifos y tráfico de caravanas en el desierto chileno. En: Tomo Homenaje al Dr. R.P. Gustavo Le Paige. (147-201). Universidad del Norte. Antofagasta. 1985 Petroglifos y tráfico en el desierto chileno. En: Estudios en Arte rupestre. Museo Chileno de Arte Precolombino. (243-264). Santiago. Núñez, L. y T. S. Dillehay, 1995 Movilidad giratoria, armonía social y desarrollo en los Andes Meridionales: Patrones de Tráfico e interacción económica. Universidad Católica del Norte. Antofagasta, Chile. Pérez de Micou, C., 1997 Indicios caravaneros en contextos funerarios de la Puna argentina. En: Estudios Atacameños 14: 143-158. Ruiz Huidobro, O. J., 1960 Descripción geológica de la hoja 8e Chicoana (Provincia de Salta). Carta Geológica – Económica de la República Argentina, Escala 1:200.000. Boletín n°89 de la Dirección Nacional de Geología y Minería. Buenos Aires. Turner, J. C. y R. Mon, 1979 Cordillera Oriental. Geología Regional Argentina. Academia de Ciencias de Córdoba. pp.5793. Córdoba. Walker, W., 1995 Ceremonial Trash?. In Expanding Archaeology. Edited by J.M. Skibo, W.H. Walker and A.E. Nielsen, (6779). University of Utah Press, Salt Lake City.

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

551

s Mapa: Ubicación del Valle Encantado

Escala: 1 = 5 cm.

s Figura 1: Representación de caravana de llamas con bozales y sogas.

552

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

s Figura 2: Llama con soga-bozal quieta (figura citada por Pérez de Micou, 1997).

s Figura 3: Llama con soga-bozal en movimiento.

Ambas figuras fueron tomadas de Guamán Poma de Ayala 1980 (1615).

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO

553

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.