El umbral del tiempo, novela de Margarita Maldonado

June 2, 2017 | Autor: M. Canino-Salgado | Categoría: Contemporary Art, Contemporary Literature
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Descripción

El umbral del tiempo: Una novela en busca de la paz
Por: Marcelino Canino Salgado

La novela El umbral del tiempo (2006) de Margarita Maldonado Colón, no
puede catalogarse dentro del bum de narraciones feministas y feminoides de
los últimos 15 años. Contrario a los iconos que aparecen en las novelas del
cacareado bum, donde las recetas de cocina, los problemas de relaciones
eróticas, los hijos como responsabilidad exclusiva de la madre, el
ambiente circunscrito a lo doméstico, para, desde lo soterrado de la
conciencia, exponer la lucha entre matriarcado y patriarcado, son temas que
adoptan en esta novel escritora avenidas y matices totalmente distintos. Si
nos adentramos en su mundo novelístico sin conocer quién es su autor,
podríamos atribuir la obra a un reformador o crítico social sereno e
implacable, pero de naturaleza masculina. Ahora bien, ese supuesto narrador
tiene giros de sensibilidad que trasciende el machismo del revolucionario
estridente y con barbas desaliñadas, entonces por eso pensaríamos que se
trata de un narrador en quien la cultura humanística y las lecturas sobre
justicia social han logrado limar las asperezas de la rebeldía masculina y
en extremo, machista. O quizás la de una mujer sensible que se viriliza a
través del desarrollo de su conciencia política y social, y que, con la
especial naturaleza de la inteligencia femenina arremete de forma efectiva
contra los males e injusticias de la época. Mas al percatarnos que el
autor es una mujer madura, educada, e investigadora de la historia y
literaturas patrias, madre, esposa, abuela, no saldremos del asombro al ver
una novela tan masculina en sus planteamientos, en su estructura, en sus
implicaciones semánticas sociológicas, y carente de los loci ( lugares
comunes) de las novelas del bum. En este sentido podemos decir que es en
apariencia una novela de tesis tal como, en cierta medida hizo Virgil
Gheorghiu en La hora veinticinco. No obstante no podemos afirmar ni
enumerar planteamientos específicos de la autora que puedan señalarse
taxativamente como críticas directas; todo está insinuado o expresado de
forma tácita. El ojo narrativo de la autora es periférico o periscópico,
tiene las propiedades del "wide angle" o el "fish eye",de la cámara
fotográfica, y sobrepasa estas condiciones físicas pues registra de manera
imperceptible una atmósfera donde los cinco sentidos se cruzan
sinestésicamente en función de la ideología que se propone. Por eso la
autora toma disimuladamente al lector como confidente, convirtiéndolo así
en partícipe de los hechos narrados para comprometerlo e involucrarlo con
la realidad histórica y el mundo de contingencias que les ha tocado vivir.
Mas por otro lado el lector se convierte en una especie de personaje
fantasma y polifacético: es emisor y destinatario simultáneamente. La
autora es lectora y destinataria que interpreta su propia realidad.

El drama amoroso trasciende los modelos de los enverijamientos de las
novelas hispanoamericanas... El amor de la protagonista Aurora por
Inabón, va más allá del atractivo corporal, de las urgencias de los sexos,
sin eliminar el Eros, ese amor está fundamentado – como dice la
protagonista Aurora-en" reciprocidades de sentimientos, claro, porque nos
asomamos juntos al espejo del alma". Esta declaración sincera y hermosa nos
lleva a considerar seriamente una interpretación jungiana de la fusión de
ánima y ánimus: pues la unión armónica que se da en el proceso de
individuación y desarrollo de cada ser humano y que une lo femenino a lo
masculino en forma equilibrada, puede verificarse a través de la narración
toda, aunque esto se dé solamente en un meta plano poético y no pragmático.

El gozo que siente la protagonista mientras labora intelectualmente con
Inabón cuando discutían lecturas del interés de ambos, los guía hacia el
compromiso mutuo de carácter político para lograr la redención no solo de
la patria, sino además del ser humano que se autolimita y es explotado por
un comercio que, como vampiro desangra los bolsillos de los humildes e
inconscientes. Y sin establecer líneas muy finas de diferenciación, hay que
señalar que, tanto en la Avenida de Diego como los modernos Molles, no
dejan de ser en uno y otro caso, almacenes de baratijas innecesarias para
lo esencial de la vida. Las enumeraciones narrativas que hace la autora van
más allá del simple señalamiento: son actividades y disquisiciones críticas
que la unen solidariamente con la ideología social de Inabón. El Círculo
de Estudios al que acuden es, entonces, fuente de compromiso y de formación
política y social. En otras palabras, a través del estudio podemos alcanzar
algún grado de superación personal e independencia liberadoras. El amor por
el estudio y por la causa humanitaria, así como el trabajo en el Círculo
de Estudios, no suprimió en ellos los naturales episodios de ternura y
atractivos sexuales que surgieron factualmente o que de una forma u otra,
desearon. En variadas ocasiones la protagonista expresa su deseo de estar
físicamente con Inabón, entiéndase sexualmente. Mas la autora plantea que
se puede amar de distintas maneras. Es que en realidad el verdadero gozo
trascendente y perenne del amor, va más allá del coito genital que se
destina ,en esencia, a la reproducción como trampa que nos tira la
naturaleza. Sin embargo, todos los encuentros de Inabón y Aurora son una
especie de coito ininterrumpido, en su sentido más primigenio, en el
sentido latino de conuctio, de unión de cuerpos diferentes. En ese sentido
es una narración de tono psicológico y filosófico. La conuctio, constituye
un coito y es de naturaleza intelectual y espiritual: razón y pasión
armonizadas en perfecto sophrosyne...

Pero los episodios del amor, ya bien Ágape o ya bien Eros, tienen su nódulo
de reposo y el Hombre, el ser humano, comienza entonces a experimentar el
sentimiento de la soledad. Las alusiones a pasajes de carácter esotéricos,
así como las referencias a trozos filosóficos de Federico Nieztche en Así
habló Zaratustra, junto a otros iconos culturales, son manejados por la
autora para crear una atmósfera de expectación y misterio: El estrecho
pasillo oscuro de aquel edificio desaliñado, los siete peldaños que dan
acceso a un sótano misterioso, donde posiblemente estuvo ubicado el cuarto
de reflexiones para las iniciaciones de una logia masónica, libros
antiguos, manuscritos corroídos por el tiempo... Todo como símbolos del
saber humano y transitorio, además de aludir al sendero que conduce a
nuestro ser interior, al mundo de nuestra propia sombra... Ahí es donde
habita la humana verdad, nuestro guardado e ignoto secreto arcano.
Transitar por estrechas galerías, descender los siete peldaños de una
escalera oscura, adecuar la visión al espectro de la luz que proyectan las
velas de parafina como ejercicio de focalización, quedar cegado ante la
esplendorosa luz del día, es el viaje por la vida en búsqueda del sentido
sin sentido de ésta, la búsqueda de la luz que ilumina pero a la vez
ciega... Es la concepción de la vida como viaje, como tránsito... Los
capítulos VI y VII tienen un rancio élan que recuerda la alegoría de la
caverna de Platón. Y es natural que por los poros de la narradora, sin
pedantería alguna, se destilen sus lecturas y conocimientos. El concepto
del tiempo al que se alude va más allá del " tempus fugit" y alcanza aquí
dimensiones humanas que, aunque no tienen los planteamiento agustinianos,
-¡ gracias a Dios!- conmueven al lector sensible. Es una concepción del
tiempo y la eternidad como eterno presente que es el aquí y el ahora. Lo
trascendente está en la posibilidad de la trascendencia misma, es un estado
intelectual, o mejor, intelectivo. Por otro lado, el locus, el medio y
lugar donde transcurren los hechos no es un escenario conservado en óptimas
condiciones, y cuando es agradable se trata de un moderno centro comercial
encerrado en un paraíso artificial de aire acondicionado, un Huerto del
Edén donde hay que pagar por todo. La narradora en numerosas ocasiones hace
gala de su conocimiento taxonómico de plantas, flores, batracios,
mariposas, árboles y todos aquellos elementos de la naturaleza que el
hombre contemporáneo, por ignorancia o necedad ha maltratado y olvidado.
Todas estas enumeraciones para señalar parte del universo natural que hemos
destruido. El hombre es responsable de su propia ignorancia y solo el
estudio puede redimirlo de la explotación y la marginación que padece, de
esa profunda soledad que crea el vacío de convicciones. Ya aquel locus
amoenus , el lugar paradisíaco de que nos hablaba Gonzalo de Berceo en Los
milagros de nuestra Señora ha ido desapareciendo de la realidad factual
puertorriqueña. Los desarrolladores inescrupulosos, los explotadores y
explotados forman una cadena de lapas inseparables e insensibles. Por otra
parte, las sutiles alusiones a Betances, así como a otros nombres del
patriciado, los nombres simbólicos de las calles y avenidas, deben ser
considerados como símbolos a los que debemos emular, y temas sobre los que
debemos reflexionar. El dolor y el sufrimiento, la soledad de espíritu son
Némesis perennes que asedian cotidianamente al hombre. Inabón y Aurora,
destacan eso, además proponen como atenuante el sendero de la introspección
y el amor que, como dice, Saulo de Tarso, es benigno, no busca lo suyo, no
se ensoberbece, ni pide nada a cambio...
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