El tratamiento de la conjunción en las gramáticas del español de los Siglos de Oro: posibles líneas de influencias entre los gramáticos

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EL TRATAMIENTO DE LA CONJUNCIÓN EN LAS GRAMÁTICAS DEL ESPAÑOL DE LOS SIGLOS DE ORO: POSIBLES LÍNEAS DE INFLUENCIAS ENTRE LOS GRAMÁTICOS1 CAROLINA MARTÍN GALLEGO

Universidad de Salamanca

INTRODUCCIÓN Uno de los aspectos de los que se vienen ocupando los investigadores en el ámbito de los estudios de historiografía lingüística es el de la recepción de ideas entre obras o autores ³sea mutua o unidireccional³. Títulos como los de Quilis y Rozas (1963), Koerner (1987), Martínez Gavilán (1997) y Quijada (en prensa), entre otros, son muestra de ello. Esta cuestión se hace especialmente interesante, aunque no solo, cuando el objeto de estudio pertenece, como es el caso del presente trabajo, a los comienzos de la gramaticografía española. En los siglos XVI y XVII, los modelos que los autores aquí analizados tienen como punto de referencia para la elaboración de sus obras son en buena medida, aunque no únicamente, sus propios contemporáneos2. El objetivo de esta contribución es comprobar cómo la descripción de una clase de palabras, en este caso la conjunción, puede ser representativa de las posibles lecturas entre los gramáticos, y de ver hasta qué punto se pueden establecer líneas de influencias o redes, en base a esta categoría gramatical. El corpus de textos, formado por gramáticas del español de los siglos XVI y XVII, es el siguiente: Nebrija (1492); Villalón (1558); Miranda (1566); Antonio del Corro (1586 y 1590); Percyvall (1591); Charpentier (1597); Oudin (1606[1597]); Wadsworth (1622); Minsheu (1623[1599]); Correas (1625 y 1627); Mulerio (1636); Marcos Fernández (1647); Howell (1662); Carlos Rodríguez (1662); Lancelot (1681[1660]); Franciosini (1707[1624]), y Sobrino (1738[1689]). La selección de textos se ha realizado en función de cuáles recogían posibles ‫ލ‬huellas‫ ތ‬de influencia en el apartado de la conjunción — cuyos ejemplos más representativos exponemos aquí—, independientemente de lo que suceda con el resto de la gramática3. 

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La autora de este trabajo es beneficiaria de una beca FPU del Ministerio de Educación y Ciencia (n.º de referencia AP2006-03758). Asimismo, forma parte del Proyecto de Investigación SA 105A/08, financiado por la Junta de Castilla y León. 2 «Nadie en ninguna fecha puede concebir y escribir una gramática al margen de la teoría gramatical de su tiempo, de los objetivos socioculturales y por tanto históricos y coyunturales de su texto, o del modo convencional (cambiante, naturalmente) de construir libros de gramáticas […]» (Gómez Asencio 1998: 149). 3 Alessandri (1560), por ejemplo, no forma parte de los textos seleccionados, mientras que su presencia en la obra de Miranda es innegable (Sánchez Pérez 1992: 40-41; Lope Blanch 1997; Encinas Manterola 2006: 243; entre otros). Sin embargo, ésta no se hace patente en la descripción de la conjunción, para empezar, porque Alessandri, al contrario que Miranda, no proporciona un tratamiento independiente a las 

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1. ALGUNAS CONSIDERACIONES PREVIAS Antes de comenzar la exposición de lo que podríamos denominar ‫ލ‬indicios‫ ތ‬de transvases entre autores, se hace necesario partir de una serie de aspectos que, por una parte, contextualicen este análisis, y, por otra, sirvan de soporte sobre el cual asentar los datos. 1.1. Las fuentes En primer lugar, plantear la idea de establecer líneas de influencias entre autores en base a la descripción de la conjunción, especialmente en los textos gramaticales del Renacimiento, resulta un poco ‫ލ‬osado‫ތ‬. Si ya de por sí, las partes invariables de la oración, generalmente consideradas palabras secundarias, no acaparaban precisamente la atención de los gramáticos, en la época en la que hemos centrado el análisis este hecho era especialmente acusado. Un dato que lo confirma es el elevado número de textos de la época que omite la descripción de esta partícula en su aparato teórico4: de una nómina de 45 gramáticas del español fechadas en los siglos XVI y XVII (Martín Gallego 2008) casi un tercio no se detiene en perfilar la categoría. Por otra parte, el hecho de que la gran mayoría sean manuales de enseñanza de español para extranjeros hace que la finalidad práctica de sus explicaciones se vea potenciada en detrimento de unas mínimas, incluso en ocasiones ausentes, explicaciones teóricas. Si añadimos esta situación al hecho presentado unas líneas más arriba, se obtiene como resultado una descripción de la conjunción poco exhaustiva —salvo excepciones—, reducida en no pocos casos a listas de elementos distribuidos en clases. Finalmente, cabe destacar la enorme heterogeneidad en el tratamiento de esta categoría: la presencia de una definición; la inclusión de ejemplos contextualizados de las unidades; la división en subclases y si éstas son definidas; las distintas conjunciones concretas que forman parte de cada subdivisión; que añadan indicaciones de uso, etc.; y la combinación de estos factores en cada gramático, presentan ante el lector una amplia gama de tratamientos de esta clase de palabras. Si ante este panorama hay indicios, únicamente en el apartado de la conjunción, de que pudieron producirse lecturas entre los autores, parece razonable pensar que esto ocurriese. Aun así, para sustentar estas teorías, vamos a traer hasta estas páginas reflexiones o citas sobre este mismo aspecto, en su mayoría, referidas a las obras en general. 1.2 El problema de la ‘influencia’ El sintagma que da título a este apartado pertenece a un artículo de Konrad Koerner, en el cual se parte de la idea de que «the term ‘influence’ as frequently employed in writings dealing with the history of linguistics appears to be an ill-defined term of ‘influence’» (Koerner 1987: 14). Si bien los ejemplos que analiza en dicho trabajo se alejan notablemente de los de nuestro corpus5, las conclusiones a las que llega son igualmente válidas para tomarlas como base en nuestro estudio. Martínez Gavilán 

partes invariables de la oración, sino que se limita a recoger un listado de partículas bajo el título de Voci Indeclinabili (1560: 133). 4 De ahí que hayan sido excluidos del corpus textos que es frecuente encontrar en estudios referentes a este período. 5 Con el fin de ejemplificar mediante casos concretos sus puntos de vista acerca de este asunto, Koerner examina la ‫ލ‬influencia‫ ތ‬de Herder en Humboldt, de Darwin en Schleicher y de Durkheim en Saussure. 

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(1997), en un artículo que trata precisamente de la influencia entre dos gramáticos contemporáneos6, esquematiza los criterios que Koerner (1987) señala como necesarios para una correcta aplicación del término: 1) La posible asimilación de ideas en los años de formación de un autor. 2) Las referencias directas de un autor a la obra de otros. 3) Los paralelismos textuales entre una teoría o un concepto particular y su supuesta fuente (Martínez Gavilán 1997: 350).

De estos tres criterios, nos hemos centrado en los dos últimos7, que constituyen los dos primeros apartados del epígrafe siguiente. Sin embargo, en un número considerable de casos, destacan ciertos paralelismos, no textuales, sino generales en lo que al tratamiento de la conjunción se refiere. Estas similitudes no pueden ser consideradas como muestras de influencia mediata del mismo modo que los anteriores criterios, pero sí permiten hacerse una idea de la existencia de redes entre los textos de la época; por otra parte, su inclusión proporciona una visión más completa. 2. ANÁLISIS CONTRASTIVO 2.1. Citas Poco se puede aportar en este apartado. En lo que se refiere al tratamiento de la conjunción, son escasos los testimonios de referencias directas con los que contamos8. Charpentier, dentro de su enumeración de las conjunciones continuativas, (creemos que a propósito de si) especifica: «Nebrisse l’appelle conditionelle» (Charpentier 1597: fol. 96 r.º). Junto a Charpentier, Correas, también a propósito de esta subclase, cita igualmente al andaluz. El extremeño, en el Arte de la lengua española castellana (1625) —no así en la ‘versión reducida’, el Arte kastellana (1627)—, añade al final de la enumeración de las espezies de conjunciones: continuativas, i otras menos principales, que no importa distinguirlas, sino dexarlas en el monton de los adverbios, i aun todas estas se pudieran tanbien llamar continuativas, como lo dize el Antonio, porque todas continuan la orazion (Correas 1625: 352).

Cabe destacar que la disposición de la información en estas líneas contrastada con el texto de Nebrija, podría considerarse también un paralelismo textual, lo que nos confirma que se trata del nebrisense, y no de otro ‘Antonio’. El último ejemplo de ‘cita’ directa no es exactamente una cita y tampoco está localizado en el apartado de la conjunción. Sin embargo, es lo suficientemente significativo como para dedicarle unas líneas. Nos referimos a la influencia de Percyvall (1591) en Minsheu (1623), y la referencia en cuestión está situada en la portada, cuyo título anuncia lo siguiente: «A Spanish Grammar, first collected and published by Richard Percivale. Now augmented and increased […]» (Minsheu 1623). Y es que la 

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Concretamente la influencia de la Minerva (1587) del Brocense en la Grammatica Audax (1654) de Caramuel. 7 Aunque la aplicación del primero resultaría muy interesante, no solo carecemos de la información necesaria, sino que no resultaría operativa al tratarse del análisis de un apartado tan reducido dentro de una gramática. 8 Afirmación que no es extensible al resto de la gramática pues, especialmente en los prólogos, es común encontrar alusiones a otros autores. 

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tendencia de Minsheu a la hora de inspirarse en otras obras es de sobra conocida:

«[Minsheu] recoge todo lo que encuentra y considera útil para enseñar o aprender español, apropiándose de ello y no cuidándose ni siquiera de citar a sus autores» (Sánchez Pérez 1992: 64), y sus fuentes parece que están identificadas «[su Spanish Grammar está] copiada de Percyvall, Meurier, Stepney, Miranda, del Corro…» (íbid. 64). En este caso, como veremos más adelante, el tratamiento de la conjunción lo toma, al menos parcialmente, del último. 2.2. Paralelismos textuales

Los casos de posible influencia relacionados con los paralelismos textuales son más numerosos que los del apartado anterior y, mediante ellos, ya se pueden ir perfilando ciertas agrupaciones de autores. Posiblemente el mayor número de paralelismos textuales lo encontramos en los textos de Miranda (1566), Oudin (1606[1597]), Wadsworth (1622), Franciosini (1707[1624]) y Sobrino (1738[1698]). El mismo comienzo del apartado dedicado a la conjunción en los cuatro últimos ya es muy significativo: Des Conionctions auncunes y en a qui lient les paroles & la signification d’icelles, & s’appellent Copulatiues: d’autres sont Disioinctiues separant le sens; & conioigna[n]t seulement les dictions; d’autres aussi s’appellent Causales ou conditionnelles, monstrant les causes des chose (Oudin 1606[1597]: 152). Of Coniunctions there be some that both binde the words and their signification, and they are called Copulatiues: Others are disiunctiues, separating the sense, and conioyning onely the words: Others also be called Casuals or Conditionals, declaring the causes of the things (Wadsworth 1622: 179). Alcune delle Congiunzioni sono copulatiue, altre disgiuntive, cioè che sepárano l’essenza della cosa, altre causali o condizionali, che dimóstrano la causa di ese (Francisosini 1707[1624]: 255). Parmi les Conjonctions, les unes s’appellent Copulatives, liant les paroles & leer signification: les autres sont disjonctives, separant le sens, & joignant seulement les dictions: d’autres s’appelent Causales ou conditionnelles, montrant les causes des choses (Sobrino 1738[1698]: 195).

Además, Oudin y Sobrino añaden, al final de la presentación de las clases de conjunciones, una observación muy interesante9: Les Latins en mettent encor d’autres, qu’ils appellent Ordinatiues, & aussi des Complectiues, se servant ces cernieres que pour ornement, car elles n’augmentent ny ne diminuent en rien le discours (Oudin 1606[1597]: 152-153). Outre ces Conjonctions les Latins en ont encore d’autres qu’ils appellent Ordinatives; comme aussi des Expletives; mais ces dernieres ne servent que pour l’ornement; car elles n’augmentent, ni ne diminuent en rien le discourse (Sobrino 1738[1698]: 195).

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La enorme semejanza de los pasajes hasta el momento reproducidos de estos dos autores se repite por doquier en otras partes de la descripción (por ejemplo, en la mayor parte del apartado de las copulativas).

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Por otra parte, además de establecer una tipología, definir las clases y distribuir en ellas las conjunciones, incluyen comentarios y ejemplos de algunas de estas unidades utilizadas en oraciones, en un contexto, ejemplos que fácilmente encontramos repetidos si se cotejan las gramáticas. Así, entre otros: — «Antonio e Iñigo; Catalina e Isabel; Francés e Italiano10» en Franciosini (1707[1624]: 255) y Sobrino (1738[1698]: 196). — «Yo hice eso, y también eso otro […] Yo te daré esto y aun más» en Oudin (1606[1597]: 153), Sobrino (1738[1698]: 196), Wadsworth (1622: 177) y Franciosini (1707[1624]: 255). — «Como si fuera el rey, así mandaba a los otros» en Miranda (1566: 276), Oudin (1606[1597]: 154), Wadsworth (1622: 181), Franciosini (1707[1624]: 257) y Sobrino (1738[1698]: 196). — «Yo haré eso, con tal que vos hagáis lo que os he dicho» en Miranda (1566: 276), Oudin (1606[1597]: 154), Wadsworth (1622: 181), Franciosini (1707[1624]: 257) y Sobrino (1738[1698]: 196). — «Pues hemos gastado la harina, demos a dios si quiera los salvados» en Oudin (1606[1597]: 154), Wadsworth (1622: 181) y Sobrino (1738[1698]: 197).

También destacan algunos paralelismos textuales en dos autores del foco inglés: Antonio del Corro (1590) y Minsheu (1623). Al igual que se ha indicado antes para el grupo que pasaremos a denominar los seguidores de Miranda, las primeras líneas acerca de la conjunción permiten sospechar de una posible lectura, ya no solo por la definición11, sino por la comparación con el latín que incluyen a continuación de aquella: We call that a Coniunction, which ioyneth and knitteth togither diuers parts of speech: the Spaniards use such Particles almost as the Lattins doo: sauing that they haue not so many (Antonio del Corro 1590: 116)12. A Coniunction is that which knitteth and ioyneth parts of speech together, and is with Spaniard almost in the same manner as the Latine, sauing they have not to many (Minsheu 1623: 73).

Como ya se indicó anteriormente, es muy común entre los textos de esta época limitar la descripción de la conjunción a una presentación más bien esquemática, de enfoque práctico, restringiendo las tipologías a exponer el nombre de la subclase y algunos de los elementos léxicos que forman parte de ella (es el caso de Minsheu, por ejemplo). Sin embargo, hay una indicación que se incluye en no pocos textos a propósito de una de estas unidades: el contexto en el que e sustituye a y. De nuevo, remitimos a los pasajes de Antonio del Corro y Minsheu13:



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Hemos optado por utilizar la grafía actualizada en estas citas, a diferencia de las demás, por referirse a varios textos, en cada uno de los cuales aparece escrito de diferentes maneras. 11 Aunque la mayor parte de las definiciones de esta época tienen un gran parecido, principalmente por la propia naturaleza de la conjunción (clase de palabras básicamente sintáctica, vacía en cuanto a significado e invariable en cuanto a la forma), en el caso de Antonio del Corro (1590) y Minsheu (1623), el paralelismo es especialmente notorio. 12 En su gramática de 1586: «Conjunction llamamos la particula que junta y anuda las partes diuersas de la oracion. Vsan detales particulas los Españoles, casi como los latinos: excepto que no tienen tantas» (Antonio del Corro 1586: 122). 13 La cursiva es nuestra.

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EL TRATAMIENTO DE LA CONJUNCIÓN EN LAS GRAMÁTICAS DEL ESPAÑOL DE LOS SIGLOS DE ORO… In the Spanish tongue there is onely one Coniunction Copulatiue y. which when the word following beginneth also with a y, is turned into e. because two yy. should not meete together (Corro 1590: 116)14. Note that E properly is nota a Spanish Coniunction, but onely used for the Y, when the word following beginneth with a Y, because two YY, should not come together

(Minsheu 1623: 73).

2.3. Otras ‘coincidencias’ En este último apartado del análisis contrastivo de los textos, se exponen otras ‘coincidencias’ en el tratamiento de la conjunción que podrían ser relevantes para el tema de este estudio. No se trata de datos de suficiente peso como para afirmar por sí mismos que un gramático ha tomado ciertas ideas de otro, pero sí una gran probabilidad de ello, especialmente dada la escasa homogeneidad de la que ya se habló antes. Las propias características morfológicas, semánticas y sintácticas de la conjunción no dan pie a un abanico de posibilidades a la hora de definir la conjunción (vid. nota 11). Aun así, la definición de Nebrija (1492) dista bastante de las demás. Ésta podría desglosarse en: la definición propiamente dicha, una explicación de ésta mediante ejemplos, y una segunda parte con lo que sería la definición etimológica15 (además de los accidentes que dan pie a las clasificaciones). Los gramáticos posteriores no siguen el modelo propuesto por el andaluz y, —eso sí—, entre ellos «presentan definiciones extraordinariamente similares» (Ramajo Caño 1987: 202). Sin embargo parece que no todo cayó en saco roto: Desde el modelo nebrisense, la Etimología que los gramáticos practican para el tratamiento de las partes de la oración supone aceptar la creencia de que el término que originariamente designa cada categoría expresa adecuadamente la propiedad por la que se debe definir. Como resultado de esta concepción, la Etimología conduce a cierta circularidad: la preposición es ‘lo que se pone delante’; el pronombre es ‘lo que sustituye al nombre’; la conjunción es ‘lo que une’ (Lliteras 1996: 135)16.

La coincidencia a la que quiero llegar con esta introducción sobre el criterio etimológico no es que esta información pasase a los posteriores gramáticos en forma de definición ciertamente tautológica, sino el hecho de que algunos autores incluyan la información etimológica de forma explícita. Y creemos que esta coincidencia es significativa porque se trata de tres de los pocos autores que no crean gramáticas (específicamente) para extranjeros: Nebrija (1492), Villalón (1558) y Correas (1625). Así, si el andaluz completa su definición con la siguiente frase: «llama se conjuncion: por que aiunta entre si diversas partes dela oracion» (1492: fol. 28 r.º), los otros dos indican lo siguiente: «Ay otras palabras enla lengua Castellana que el Latino llama Conjunçiones: porque ayuntan y ligan vna diçion con otra en la clausula en que se  14

De nuevo, en el texto de 1586: «Conjuntiua o copulatiua no ay otra, sino .Y. Pero quando la palabra siguiente comiença en y en su lugar ponen .e. afin q[ue] dos yy. Nose encuentren. Exemplo. Piedro y Antonio yo y tu, el rey, e infinita multitud de señores» (Corro 1586: 122). 15 Esta completa definición de la categoría se enmarca dentro de una tradición. A propósito del adverbio, explica Visser (2007: 131): «When we look at the early medieval grammars in more detail, we see that the following topics and grammatical categories (accidentia) are covered in the treatments of the adverb in the early medieval corpus, usually in this order: 1. definition of the adverb, 2. illustration of the definition, 3. etymological explanation of the term ‘adverb’». 16 La cursiva es nuestra.

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ponen»17 (Villalón 1558: 49-50) y «La conxunzion es una partezilla que xunta en uno partes diversas, que es palavras i oraciones; i por este xuntar se llama conxunzion»18 (Correas 1625: 352). El hecho de que dos o más autores compartan las divisiones de la conjunción en las mismas subclases, también merece nuestra atención19. La semejanza entre las tipologías de Lancelot (1681[1660]) y Charpentier (1597) es tal que podría hablarse casi de un paralelismo textual. Aunque el primero no reconoce las continuativas ni incluye comentarios a propósito de algunas de las subclases (la definición, por ejemplo, de las copulativas), en ambos casos se repiten, no solo el tipo de conjunción, sino las unidades que sirven de ejemplo, así como —salvo en una— sus equivalentes en francés: copulativas (y, también); disyuntivas (o); adversativas (ya que, aunque); colectivas (pues, así que), y causales (porque). Parece que no se trata de una coincidencia aislada: Lancelot ha sido señalado como uno de los principales continuadores de la obra de Charpentier (Quijada en prensa). La clasificación más repetida en estos siglos es la que defienden los ya señalados como seguidores de Miranda (junto a éste, Oudin, Wadsworth, Franciosini y Sobrino)20. Para todos ellos, las conjunciones pueden ser distribuidas en copulativas, disyuntivas, causales (también llamadas condicionales21), adversativas (aunque no dejan claro si se trata de una subclase independiente o no) 22, y racionales. Ya se indicó que había una gran similitud en las definiciones de cada clase de conjunciones y que los paralelismos en los ejemplos eran irrevocables. Pero la semejanza va más allá: el tratamiento general de esta categoría, así como las unidades concretas que identifican como conjunciones también son relevantes para el tema de este trabajo. Con respecto a lo primero, destaca, entre la heterogeneidad en las descripciones de esta categoría en los siglos XVI y XVII (vid. § 1.1.), la opción que escogen estos gramáticos: no describen la conjunción y se centran en la tipología que, a primera vista, destaca por el espacio físico que le dedican, relativamente extenso frente a las escuetas explicaciones de la gran mayoría. En este caso, sí definen las subclases, especifican qué unidades entran en cada una de ellas, proponen ejemplos y explican algunos usos. 

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En el caso de Villalón (1558) el criterio etimológico es especialmente acusado, pues no proporciona una definición stricto sensu; se limita a presentar la etimología del término. 18 En el Arte kastellana: «La conxunzion es una partezilla, que xunta partes, i oraciones, i por este xuntar se llama ansi» (Correas 1627: 190). 19 Además de las que aquí se incluyen, Mulerio (1636) y Carlos Rodríguez (1662) también coinciden en la suya. Sin embargo, se ha excluido del texto porque, aunque reconocen las mismas subclases (copulativas, disyuntivas y causales) —subclases, por otra parte, muy frecuentes en este período— y un elevado porcentaje de las unidades que se recogen, tanto la disposición como la presencia de otro tipo de informaciones únicamente en uno de ellos (Mulerio 1636), nos dan motivos suficientes para no equipararlas a las demás. 20 Cabe destacar que, en lo que a la nómina de subclases se refiere, Marcos Fernández (1647) y Howell (1662) proponen una tipología parecida (solo se echan en falta las adversativas). Sin embargo, no han sido incluidos con los demás porque el resto del tratamiento de sus clasificaciones dista de los otros: la disposición de parte de la información y el espacio que dedican a la categoría estudiada es un rasgo distintivo con respecto a los otros cinco. Por otra parte, tampoco definen cada subclase, ni coinciden en ejemplos (de hecho, Marcos Fernández (1647) ni siquiera recurre a ellos). 21 La ‫ލ‬doble denominación‫ ތ‬de una subclase de conjunción es frecuente —y bastante dispar— en estos textos. Entre esta disparidad, cabe destacar el caso de las causales/condicionales en el citado grupo de gramáticos, no sólo por estar presentes en todas sus tipologías, sino porque todos ellos coinciden en combinar estos dos términos concretos para la denominación de la misma subclase. 22 El hecho de que en los dos últimos puntos coincidan, es decir, en la doble denominación de una subclase y en el tratamiento de las adversativas, es muy significativo. 

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En cuanto a lo segundo, mientras que solo se incluyen dos o tres en las subclases de las copulativas y las disyuntivas, el listado de las demás es, con diferencia, mayor. Un ejemplo muy significativo es el de las causales o condicionales —una de las subclases que más unidades recoge— que proponen Miranda (1566), Oudin (1606[1597]) y Wadsworth (1622). La doble denominación de esta subcategoría, las dos columnas (español-lengua de los destinatarios) y el alto porcentaje de conjunciones presentes en los tres son, en nuestra opinión, indicios suficientes de un, más que probable, caso de influencia23.

Imagen 1: Miranda

Imagen 2: Oudin

Imagen 3: Wadsworth

Las Osservationi de Miranda (1566) constituyeron uno de los principales modelos de manual de enseñanza de español para extranjeros para los gramáticos posteriores y uno de sus principales seguidores fue el francés Oudin: «tiene su precedente inmediato en G. Miranda y refleja que encontró en las Osservationi una inspiración que en ocasiones podría parecer excesiva» (Sánchez Pérez 1992: 45). Del mismo modo, la presencia de Oudin en los otros tres, tampoco es nada nuevo: «this work of Franciosini’s indeed being, in its grammatical section, virtually a Wordfor-word copy of César Oudin’s Grammaire et observations of 1597» (Padley 1988: 191); «ya finalizado el siglo, edita Sobrino, también en francés, la obra plagiada de Oudin» (Martínez Gavilán 1989: 51), y «James Wadsworth, que publicó una versión inglesa de la gramática de Oudin» (Martínez Gavilán 1989: 55). 3. CONCLUSIONES Las listas de adverbios han sido señaladas en más de una ocasión24 como un gran indicio de las lecturas entre autores. Así, en estas páginas hemos tratado de mostrar mediante una serie de ‘herramientas’ presentadas al comienzo, las posibles líneas de influencias que podrían existir entre los autores estudiados basándonos en lo que dejaron escrito de otra de las palabras invariables, la conjunción. Tras este análisis se ha podido llegar a las siguientes conclusiones.  23

A estos tres podría añadirse Marcos Fernández (1647), quien, como vimos, proponía una clasificación parecida. Y es que, salvo por la distribución en dos columnas, su listado de conjunciones causales es idéntico al de las imágenes. 24 Es lo que sucede, por ejemplo, con la clasificación que Miranda (1566) propone de los adverbios, que contó con una gran aceptación en la siguiente centuria. Entre sus seguidores, cómo no, Oudin (Lope Blanch 1997: 33, n. 8).

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En primer lugar, sorprende que, a pesar del modelo magistral con el que estos autores contaban, la Gramática sobre la lengua castellana de Nebrija (1492), y pese a representar las únicas citas que se han encontrado, apenas hay huellas de su descripción de la conjunción en los dos siglos posteriores a su publicación. Por otra parte, en base a los paralelismos textuales y otras coincidencias en las descripciones, se han esbozado posibles líneas de influencia y agrupaciones de autores. Hemos visto que las pocas gramáticas para españoles estudiadas toman de Nebrija la inclusión explícita de información etimológica. Asimismo, entre las gramáticas para extranjeros se han encontrado concomitancias entre autores pertenecientes al mismo foco: del foco inglés, Minsheu y Antonio del Corro, y del francés, Charpentier y Lancelot. Además, han preponderado a lo largo de todo el trabajo las numerosas similitudes en un grupo de gramáticos: Miranda, Oudin, Wadsworth, Franciosini y Sobrino. Bien por influencia directa del italiano25, bien a través de otro de los autores del grupo, son muchos los aspectos que comparten. Por último, interesa poner de relieve que si se han podido extraer todas estas concomitancias y, con ellas, posibles líneas de influencias, entre las descripciones de una de las partes secundarias de la oración, creemos que se puede afirmar — especialmente cuando el panorama ofrece multitud de variantes en el tratamiento de la conjunción— que ha sido satisfecho el propósito inicial, es decir, comprobar hasta qué punto la descripción de esta categoría es representativa de posibles lecturas entre los gramáticos. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Fuentes primarias

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Pese a que, como se ha comprobado, el ‫ލ‬calco‫ ތ‬de este apartado no es tan acusado como pueden serlo otros. 26 La zona en la que aparece esta información en el ejemplar consultado está dañada.

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