EL TRANSCURRIR TRAS EL CERCADO: ÁMBITO RESIDENCIAL Y VIDA COTIDIANA EN LOS CAMPAMENTOS PETROLEROS DE VENEZUELA (1940-1975)

July 19, 2017 | Autor: O. Marin Castaneda | Categoría: Venezuela, Petróleo, Paisaje, Modernidad, Arquitectura y urbanismo, Campamentos petroleros
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Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Universidad del Zulia Asociación Venezolana de Sociología [email protected] ISSN: 1315-0006 VENEZUELA

2003 Lorenzo González Casas / Orlando Marín Castañeda EL TRANSCURRIR TRAS EL CERCADO: ÁMBITO RESIDENCIAL Y VIDA COTIDIANA EN LOS CAMPAMENTOS PETROLEROS DE VENEZUELA (1940-1975) Espacio Abierto, julio-septiembre, año/vol. 12, número 003 Asociación Venezolana de Sociología Maracaibo, Venezuela pp. 377-390

Espacio Abierto, Vol. 12 - No. 3 / ISSN 1315-0006 julio-septiembre 2003 / pp. 377-390

EL TRANSCURRIR TRAS EL CERCADO: ámbito residencial y vida cotidiana en los campamentos petroleros de Venezuela (1940-1975)* Lorenzo González Casas** Orlando Marín Castañeda***

Resumen Basado en el desarrollo de una pujante industria petrolera, durante el siglo XX Venezuela es objeto de una de las transformaciones urbanas y territoriales más dramáticas de su historia. Junto con el descubrimiento y explotación de los yacimientos, las compañías petroleras establecen nuevos asentamientos humanos en lugares antes

se congregan empleados y obreros. Este proceso fundacional es sólo comparable, por su magnitud y continuidad, con el llevado a cabo en el siglo XVI, dando así pie al desarrollo de un buen número de ciudades tanto en el oriente como en el occidente del país. Con la construcción de estos campamentos, en los que aparecen trazados ur-

deshabitados, los llamados campamentos, donde banos y tipologías arquitectónicas de nuevo cuño,

* El artículo es una versión actualizada de la ponencia homónima, presentada en el Simposio “Cultura y petróleo” de la X Jornada Nacional sobre Investigación y Docencia en la Ciencia de la Historia, en Barquisimeto, Julio 23-26, 2003. ** Departamento de Estudios Urbanos, Universidad Simón Bolívar. Caracas, Venezuela. E-mail: [email protected] ***Instituto de Estudios Regionales y Urbanos, Universidad Simón Bolívar. Caracas, Venezuela. Email: [email protected] Recibido: 11-09-03 · Aceptado: 10-10-03

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se introducen estándares de calidad de vida y novedosos equipamientos en los que se modelan ac-

Palabras clave: Campamentos, modernidad, paisaje, patrimonio, petróleo, urbanismo.

titudes y hábitos contrastantes y apetecidos fuera de sus límites.

Time Behind the Fence: Residential Realm and Everyday Life in Venenezuelan Oil Camps (1940-1975) Abstract century, giving birth to numerous towns in both the East and the West of the country. These camps, in which new urban morphologies and architectural typologies appeared, introduced standards of living and appliances that modeled attitudes and habits contrasting those desired tlements, called “camps”, where workers were lo- beyond their boundaries. cated. This process of creation of new towns is Key words: Camps, modernity, landscape, patrionly comparable in its magnitude and continu- mony, oil, urbanism. ity, to that of the Spanish Crown in the sixteenth Based on the development of a vigorous oil industry, during the twentieth century Venezuela was the object of one of the most dramatic urban and territorial transformations in its history. Alongside the exploration and exploitation of oil fields, the companies established new human set-

Aldana llegó a la altura de una verja de alambre muy alta, donde dos hombres y cuatro muchachos miraban atentamente, e iba a proseguir cuando aquello llamó su atención. - Qué mirarán esos zoquetes? Era un lugar barrido, reluciente casi... Había arbolillos recién plantados, postes con focos eléctricos y banderolas triangulares. Se aproximó. Al otro lado de la verja dos mujeres y dos hombres rubios jugaban el tenis. Ramón Díaz Sánchez, Mene

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1. El boom petrolero y los cambios del paisaje venezolano

1

Cuando en 1922 explotaba el pozo Los Barroso No. 2 -dando noticia al mundo sobre la magnitud de las inmensos yacimientos petrolíferos en el occidente venezolano y cambiando desde el campo a una sociedad rural- se iniciaban programas económicos, urbanísticos y culturales que modificarían de manera importante la vida de los venezolanos. La historia se había iniciado en las primeras décadas del siglo XX, cuando Venezuela se convirtió en foco de inversiones internacionales tanto por sus considerables reservas de crudo como por la instrumentación de lo que se ha dado en llamar “la política petrolera más liberal de toda América Latina” (Sullivan, 1992: 258). En ese tránsito de comunidad agrícola a sociedad urbana -metropolitana y suburbana- el peso de las ideas urbanísticas estadounidenses se hizo cada vez más evidente, en la medida en que el predominio mundial de ese país y su actividad petrolera y comercial en Venezuela se incrementaban. Los capitales norteamericanos, al principio menores que los holandeses y británicos, fueron creciendo y para finales de la Primera Guerra Mundial se consolidaron para hacer de las empresas de los Estados Unidos las principales inversionistas petroleras en Venezuela, con más de $100 millones para 1929. La actividad de los americanos del Norte contaba con el beneplácito de Juan Vicente Gómez, quien así lo expresaba: Yo favorezco la presencia de los norteamericanos en nuestro país porque donde ellos están circula el dinero. Porque ellos son muy trabajadores y emprendedores y nunca se han entrometido en nuestros asuntos, no hay razón alguna para temerles. Tomemos las medidas necesarias para asegurar nuestros derechos y de esta manera explotaremos el petróleo, una gran fuente de riqueza que en nuestras propias manos nunca hubiera sido explotada (Sullivan, 1992: 259). 1 El presente trabajo forma parte de una línea de investigación desarrollada en el Insti-

tuto de Estudios Regionales y Urbanos (IERU) de la Universidad Simón Bolívar bajo el título de “paisajes del petróleo”. Los autores desean hacer un reconocimiento a los demás miembros del Instituto por sus aportes y observaciones, en particular a la estudiante Adrimaiella Carrera, por su colaboración en la elaboración de material cartográfico. Lorenzo González renueva su agradecimiento al Rockefeller Archive Center, de la Rockefeller University, por su apoyo en la realización de investigación documental relacionada con este trabajo.

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Sin duda, la presencia norteamericana fue favorecida tanto por su gobierno como por los siguientes: dos tercios de la inversión en petróleo, estimada para 1948 en más de $2 mil millones, eran de los Estados Unidos (U.S.Bureau, 1953: 148). La participación de Standard Oil, la mayor productora y distribuidora de petróleo y derivados en el mundo, era mayoritaria, seguida de lejos por la angloholandesa Royal Dutch Shell. Y dicha participación era realmente importante, por cuanto desde la década del treinta, Venezuela se había convertido en el mayor exportador de petróleo del mundo. La Creole Petroleum Corporation (subsidiaria de Standard Oil de New Jersey) manejaba el 45% de la producción total del país, mientras que Socony (Mobil, subsidiaria de Standard Oil de Indiana) manejaba otro 4%2 . Tan intensa actividad hacía que los más recónditos parajes venezolanos se incorporaban a la producción petrolera, como mencionó un visitante norteamericano en 1940, quien resaltaba, en el más conspicuo positivismo, la presencia de un ambiente físico y social renovado, cuyas “carreteras, puentes, hospitales, escuelas y puertos construidos son obviamente contribuciones permanentes a la vida del país [apoyados en la] rutina regular y la disciplina en el saludable ambiente de los campos petroleros” (Spaeth, 1940). Rutina y disciplina que ocupaba tanto los espacios del trabajo como los del ocio y la residencia. Sin profundizar en la salubridad de los campos y menos aun en los cordones de pobreza que los rodeaban, tratados por algunos autores con detalle y crudeza similares a los empleados por Dickens al describir los villorrios industriales ingleses del siglo XIX, es preciso acotar que ciertamente el paisaje del país estaba en proceso de transformación por la penetración de normas y formas del capitalismo e industrialismo norteamericano. Como ejemplos de esos cambios, cabe destacar dos “paisajes de la modernidad” que fueron introducidos desde los mismos inicios de la explotación petrolera: los campos petroleros y sus conjuntos residenciales3 .

2 Lo cual significa, en una aritmética muy elemental, que para el momento del llamado

fifty-fifty, Standard, propiedad de los Rockefeller, recibía el 25% del total de las utilidades por petróleo del país, la mitad de lo que recibía el país en su conjunto. 3 Se ha tomado la expresión “paisajes de la modernidad” de los autores David Ward y Oliver Zunz (1992). Es de hacer notar que la noción de paisaje se refiere no solamente al medio físico sino también a las prácticas sociales y simbólicas, como lo ha expresado Sharon Zukin (1993).

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2. Campos y campamentos Ciertamente, uno de los entornos más notables que ha producido la industrialización ha sido el de los campos petroleros (con sus gabarras, balancines y cabrias), las refinerías, oleoductos, muelles, talleres, plantas separadoras de gas y demás patios e instalaciones (Figura 1). En Venezuela, esos paisajes aparecían magnificados por su localización y extensión. Por ejemplo, había cerca de 2.000 pozos en el Lago de Maracaibo cuyas torres, geométricamente dispuestas y repetidas, se extendían más allá del horizonte, generando lo que fue calificado como “una de las vistas más imponentes del mundo industrial” (Taylor y Lindeman, 1955: 14). Por su parte, las refinerías representaban el procesamiento industrial a gran escala. La de Amuay llegó a poseer la unidad de desintegración catalítica mayor del mundo y una capacidad de refinación de 140.000 b/d. A Amuay se sumaban las de San Lorenzo (primera en el país de 1917), Punta Cardón, Puerto La Cruz, El Chaure, El Palito, permitiendo el paso de una capacidad de refinación de 80.000 b/d en 1940, a casi 300.000 en 1950, y más de 500.000 posteriormente. Los asentamientos residenciales de las compañías (o campamentos) introdujeron al país segmentos del paisaje suburbano norteamericano, repetición de unidades aisladas rodeadas por una cerca que impedía su crecimiento ad infinitum, como en las praderas norteamericanas. La cerca suponía un corte físico, más no visual, al interior del campamento, que permitía desplegar ante curiosos, como el personaje Teófilo Aldana de la novela Mene que se reseña en el epígrafe, personajes, actividades e instalaciones del transcurrir tras el cercaFuente: Ferris, 1957: s/p. do. En tal sentido, la cerca es al propio tiempo un separador y una vitrina. En la misma novela se describe la modernidad higiénica y funcionalista exhibida en los campamentos:

Figura 1. Campamento de La Salina, estado Zulia, con tanques de almacenamiento y pozos al fondo

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Más allá todavía, nuevas actividades. Casas de madera resplandecientes, sobre pilastras, con techumbres aisladoras. Jardinillos recién plantados, con acusado aire de forasterismo. Todo un pueblo nuevo y exclusivista, aislado del mundo circundante por una extensa verja de hierro donde enreda su perdida esperanza una trepadora trasplantada. Allí predomina el blanco, un blanco neto, agresivo como el de los modernos hospitales y salones de barbería. Sugiere el confort de aquellos chalets cierta idea de cartujismo, con todo lo necesario para no carecer de nada. Sin superficialidades (Díaz Sánchez, 1966: 46-47). La localización del petróleo en áreas distantes, lejanas del sistema de ciudades heredado del periodo colonial, requirió un nuevo programa de ocupación territorial (Figura 2). Por ejemplo, la ciudad más cercana a la cuenca petrolífera del golfo de Venezuela, en la década de 1910, era Maracaibo, ciudad que contaba con unos 65.000 habitantes. Para poder desarrollar las actividades de exploración y explotación era preciso concentrar población en las cercanías de la actividad petrolera. De esta manera, se produce un proceso urbanístico que conduce a la formación de varias decenas de asentamientos, los cuales en inventario realizado por Aníbal R. Martínez (1997: 453-459), sumaron 88 centros poblados, distribuidos en los estados Anzoátegui (22 centros), Barinas (3), Falcón (7), Guárico (4), Monagas (13), Táchira (1) y Zulia (38), con el obje- Figura 2. Campamento Tía Juana (1940), tivo de atender 263 campos urbanización en torno a un pozo petroleros descubiertos entre 1913 y 1967 (Martínez, 1970: 226-232). Partiendo de unos primeros asentamientos, que “brotaban como hongos” (Quintero, 1972: 87) conformados por barracones cubiertos de lona se fue pasando a elementos más permanentes que permitían albergar viviendas y algunos servicios. Es el caso de los

Fuente: Valery, 1980: 19.

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quonsets, edificaciones abovedadas con elementos prefabricados (Figura 3), que se usaron en Adaro (Falcón) y Lagunillas (Zulia), que fueron usados como vivienda y edificaciones de servicio (Valery, 1980: 21). Al estabilizarse la actividad petrolera, los campamentos tornaron en pequeños centros con servicios de ciudad prestados a costos nominales, subsidiados a veces hasta en un 100%4. Los estándares urbanísticos de muchos de ellos aun hoy no han sido alcanzados en el resto de los municipios que los contienen. Los campamentos estaban provistos de unidades de la vivienda mejores, aisladas, higiénicas y relativamente amplias; modelos de habitar entre jardines, en las cuales se alojaba no solamente la familia sino los bienes de consumo que los ingresos petroleros permitían adquirir5 . Contaban los campamentos con dotación de servicios de red, un suministro del agua regular y confiable, cloacas y drenajes, electricidad, servicio postal, plomería, recolección frecuente y disposición eficiente de basura, caminos pavimentados y un buen mantenimiento de edificios y áreas verdes (Figura 4). Contaban también con una provisión de equipamientos y servicios muy superiores a lo

Figura 3. Quonsets en Amuay, estado Falcón

Fuente: LAGOVEN, 1989: 150. 4 Las inversiones de las empresas eran consideradas inicialmente como gastos de ope-

ración, deducibles del Impuesto sobre la Renta. En 1936 entra en vigencia la Ley del Trabajo y se hace obligatorio establecer campamentos (por parte de las empresas sin acción municipal) para las operaciones con más de 100 trabajadores y distancia de más de dos kilómetros a la población más cercana. 5 Para una descripción de los servicios en los campamentos petroleros y el intento de transformación de campos a comunidades abiertas, ver: Creole Petroleum Corporation (ca. 1960).

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Figura 4. El verdor del campamento. Guaraguao, estado Anzoátegui, 2002

existente en el país, aún en los sectores residenciales más exclusivos: la paleta del urbanismo petrolero estaba conformada por parques, iglesias y servicios comunales, escuelas de calidad, clubes como centros de vida social y de organización de torneos deportivos con instalaciones y atención especializada (los cuales contribuyeron de manera decisiva a la conformaron un notable semillero de atletas en el país), restaurantes, lavanderías, barberías, servicios médicos, tiendas y comisariatos (Figura 5), estos últimos creados como plan de contingencia Fuente: Archivo Instituto de Estudios Regionales y Urbanos (IERU-USB). en la década del cuarenta por la Creole (Maczul, 2001: 39-40) y antecesores de los supermercados, los cuales serían también patrocinados por las petroleras (González Casas, 1996). Aunque esos estándares estaban usualmente fuera del alcance de los venezolanos (los campamentos se construían fuera y separados de los pueblos cercanos), tuvieron un efecto demostración notable en los venezolanos quienes veían las posibilidades de reproducción industrial no solo en las zonas de producción sino en su cotidiano6 . Asimismo, los campamentos introdujeron nuevas arquitecturas tanto importadas -con frecuencia bastante bien adaptadas a las condiciones climáticas del país- o producto de la actividad de profesionales locales7 . 6 El profesor Víctor Fossi ha insistido en la influencia que los conglomerados residencia-

les de las compañías petroleras tuvieron en el urbanismo y la arquitectura venezolanos. Ellos establecieron nuevos estándares de vida (edificaciones, equipamientos, vías pavimentadas, servicios puntuales y de red) a la vez que demandaban mejor organización y soporte del gobierno venezolano. 7 El arquitecto Fruto Vivas comentó en la 51 Convención Anual de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (ASOVAC), la cual tomó lugar en San Cristóbal en noviembre de 2001, luego de la presentación de una ponencia con avances de este tra-

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En conexión con los campos de producción y los campamentos, se encontraban las carreteras asfaltadas, las cuales sentarían estándares para el desarrollo físico del país. El Presidente Rómulo Betancourt (1986: 441) se refirió a la nueva red de caminos pavimentados promovida por los planes de su gobierno como una manera de reducir el “contraste entre las espléndidas ‘carreteras negras de los Fuente: Valery, 1980: 41. americanos’, como se les llama en el oriente de la República, y las carreteras de tierra que construíamos los venezolanos”.

Figura 5. Comisariato

Producto del intenso proceso urbanizador del petróleo son las decenas de asentamientos que alterarían la geografía urbana del país, como se ha dicho, casi constante desde el periodo colonial. Partiendo de asentamientos precarios como el de Lagunillas de Agua, destruida por un incendio el 13 de noviembre de 1939, se llegaría a urbanismos regulares como el de Ciudad Ojeda, esfuerzo pionero en la planificación urbana en Venezuela, un nuevo asentamiento creado por Decreto Presidencial del 19 de enero de 1937 y proyectado en forma concéntrica por el arquitecto-urbanista Cipriano Domínguez, en reemplazo de Lagunillas, antes del siniestro que supuso su desaparición (Figura 6). Para el historiador Eduardo Arcila Farías (1974: 267), el urbanismo moderno venezolano comienza “...con la construcción de Ciudad Ojeda, la primera ciudad que bajo la Venezuela republicana se construye por disposición oficial sujetándola a un plan preconcebido, con todos los requerimientos de una urbe moderna, incluyendo el del gas para uso doméstico, que la convirtió en la primera ciudad que en Venezuela estableció el uso de este derivado del hidrocarburo...”.

bajo, haberse inspirado en algunas experiencias arquitectónicas que conociera en los campamentos petroleros. Es de hacer notar que entre las obras más conocidas de este profesional, se encuentra una casa que proyectara y construyera en el campo Judibana a mediados del siglo XX.

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Figura 6. La ciudad planificada: Ciudad Ojeda

Fuente: Valery, 1980: 57.

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Tía Juana, Guaraguao, Jusepín, El Carmelo, Mara, Shell, La Paz, La Concepción, Punta de Mata, Santa Bárbara, Mene Grande, San Lorenzo, Pueblo Viejo, El Chaure, Caripito, Cumarebo, Roblecito, Bachaquero, Puerto Miranda, Palmarejo, La Mesa, La Floresta, Zarabón, Anaco, San Tomé, Quiriquire, Mata de Venado, Cardón, Judibana, Tamare, Caja de Agua, son algunos de los núcleos repartidos por todo el país, los cuales produjeron cambios por su efecto dinamizador sobre territorios y pueblos vecinos.

En materia de la trama urbana, los campos petroleros presentaban propuestas de diseño urbano novedosas: bajas densidades, viviendas aisladas en medio de jardines abiertos, corredores de servicios al centro de las manzanas a través de los cuales se reducía de manera importante los costos de infraestructura (los corredores de servicio constituyen un aspecto clave en los proyectos de integración, por cuanto suponen mantener la condición de libre acceso a los mismos), amplios espacios de parques y un trazado orgánico, de vialidades sinuosas, que contrastan con el urbanismo ortogonal tradicional de país en términos de su geometría y con los desarrollos informales que les rodean, en términos de su regularidad. El carácter particular del urbanismo petrolero se pone en evidencia en la actualidad al hacer seguimiento de la evolución de los asentamientos relacionados. En una ciudad como Anaco, la cual aproxima a los 100.000 habitantes en la actualidad, se agudiza el contraste en el tejido urbano entre los campos (orgánico al Norte, ocupado por los empleados de la nómina gerencial o Staff, y ortogonal al Sur, ocupado por los empleados de la nómina obrera) y el resto de la fábrica urbana, aunque en algunas porciones del territorio se emulen las características del campo original. En otro asentamiento, Guaraguao, el antiguo campo ha pasado a ser parte de la conurbación Barcelona-Puerto La Cruz, una de las áreas metropolitanas más importantes del país, configurando un valioso activo ambiental en la árida

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metrópoli. Similar a otros campamentos, en Guaraguao se produce la separación entre el campo gerencial, al Oeste, y el obrero, al Este, mediante una vialidad principal y un complejo deportivo y asistencial que funciona como transición entre ambos sectores (Figura 7). En el campamento San Roque (Figura 8). Se repiten los trazados orgánicos y concéntricos, así como las bajas densidades residenciales y la amplia provisión de equipamientos y servicios. Esos paisajes modernos primordiales, a los cuales se sumaron ya en medio de la ciudad las estaciones de servicio y las edificaciones corporativas, contribuyeron al desarrollo de una actitud dual de los venezolanos con respecto a la intervención foránea; por una parte, la conciencia sobre la explotación de una riqueza natural del país por parte de poderes extranjeros y, por otra, la admiración por el trabajo civilizador que se estaba llevando a cabo. Esta actitud dual, simplificadora muchas veces del potencial industrial, más allá de lo rentístico y “de la complejidad del universo productiFuente: Archivo Instituto de Estudios Regionales vo y tecnológico que derivaba y Urbanos (IERU-USB). del petróleo” (Pérez Schael, 1993: 95) quedó plasmada en algunas obras literarias como Sobre la Misma Tierra, de Rómulo Gallegos, Mene, de Ramón Díaz Sánchez y Oficina No. 1 de Miguel Otero Silva (Cappelletti, 1992: 410-411) y encuentra su expresión física en la dicotomía campamento-centro poblado.

Figura 7. Plano del Campo Guaraguao, estado Anzoátegui, mostrando sus diversos sectores

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Figura 8. Plano del Campo San Roque, estado Anzoátegui

Fuente: Archivo Instituto de Estudios Regionales y Urbanos (IERU-USB).

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3. Los paisajes del petróleo y el patrimonio cultural venezolano Muchos de los antiguos campamentos petroleros permanecen hoy bajo la administración de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), aún cuando no tienen interés para la actividad de esta empresa y, peor aún, constituyen un importante peso administrativo no deseado y fuente de conflictos de tenencia, como se ha evidenciado a lo largo del tiempo. Por el contrario, para el país son un rico patrimonio inmobiliario, testimonio de intercambios multiculturales, equipado la mayor parte de las veces con suficientes servicios públicos y facilidades urbanas para alojar poblaciones superiores a las que hoy los habitan.

Sin embargo, debe comprenderse que si se quiere aprovechar su potencial es obligatorio promover en su contexto nuevas actividades económicas que permitan el sostenimiento de la población y de los niveles de calidad de vida existentes. Además, cada uno de los campamentos es un caso particular y la refuncionalización de uno de ellos no es necesariamente extrapolable a todos los demás. PDVSA formuló a comienzos de la década de los ochenta la Política de Desarrollo Urbano y de la Comunidad, orientada a la integración de los campamentos y áreas productivas con su entorno. En tiempos recientes, cuando la industria petrolera ha buscado separarse de activos no productivos así como la integración de los antiguos campamentos todavía bajo su tutela, surge la pregunta sobre temas asociados a la conservación de piezas constitutivas de la modernidad venezolana. No se trata ya de pensar el patrimonio en un sentido restringido a las edificaciones eclesiásticas del periodo colonial, sino en un marco amplio de consideración de los paisajes culturales constitutivos de nuestra realidad (Figura 9).

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Figura 9. Campamento de Judibana, estado Falcón (1958)

Fuente: LAGOVEN, 1989: 250.

Pareciera conveniente la integración de los campamentos petroleros a su entorno como parte de una política nacional de desarrollo territorial, conservación urbana y de promoción de actividades económicas, con enormes potencialidades a mediano y largo plazo. Igualmente, pareciere haber llegado la hora de promover trabajos de arqueología industrial de equipos y procesos productivos y estudios de la vida cotidiana constitutivos de nuestra modernidad.

De la preservación de evidencias de lo que en justicia algunos han denominado la era del petróleo, dependerá el conocimiento futuro de uno de los cambios culturales más profundos que ha sufrido la sociedad venezolana, iniciado tras el cercado y extendido luego por todo el territorio.

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