¿El tiempo cuenta? Pobreza de tiempo en Uruguay

July 24, 2017 | Autor: Nicolás Brunet | Categoría: Poverty Studies, Time Poverty, Unpaid Work
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Descripción

¿El tiempo cuenta? Pobreza de tiempo en Uruguay Nicolás Brunet

“Allí donde los hombres trabajaban doce horas, no trabajan más que seis, y ésa es la auténtica prosperidad y riqueza de la nación” (1821, ricardiano anónimo)1

El tiempo disponible para desarrollar las actividades no laborales de la vida diaria puede ser una dimensión vital del bienestar de las personas. Algunos resultados del este trabajo sugieren que en Uruguay el tiempo “cuenta” (o podría “contar”, transformándose en una dimensión a considerar). Según la definición conceptual considerada aquí, “la pobreza de tiempo se refiere a la carencia que los hogares sufren de éste debido a que sus miembros trabajan en exceso o no tienen recursos humanos suficientes para cubrir sus requerimientos de trabajo doméstico. Esto tendrá como consecuencia la desatención o abandono de otras actividades, como el estudio, la convivencia familiar, o el tiempo libre en general” (Damián, 2002). El índice de “Exceso de Tiempo de Trabajo” (ET), desarrollado por Julio Boltvinik en el marco de su metodología de medición integrada de la pobreza (MMIP mejorado), constituyó un importante avance en la elaboración de un método de medición multidimensional que considere las deficiencias de tiempo necesario para el desarrollo pleno de la vida individual y familiar.

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Citado por André Gorz, (1998), “Miserias del presente. Riqueza de lo posible”. Paidós, Buenos Aires.

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Introducción Este trabajo se propone dos objetivos centrales: realizar una medición “adaptando” la propuesta del índice de Boltvinik con datos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) y comparar los resultados con las tradicionales medidas de pobreza por el Método del Ingreso, y la existencia de “Necesidaes Básicas Insatisfechas” (NBI) en el hogar. Parte del esfuerzo teórico y metodológico de los estudios de pobreza en décadas recientes, ha sido enfocado hacia la incorporación de “nuevas” dimensiones que puedan complementar el panorama que ya otrogan las metodologías “directas”como el enfoque de Carencias Críticas o “Necesidades Básicas Insatisfechas” (Feres y Marenco, 2001); y por supuesto, el clásico enfoque “indirecto” asociado al método línea de pobreza (Beccaria, 2007; Atkinson, 1987). La “pobreza de tiempo” constituye una dimensión no tradicional, que se ha intentado incorporar a las tradicionales metodologías directas e indirectas. En el marco de su metodología de medición integrada de la pobreza (MMIP mejorado), el índice de “Exceso de tiempo de Trabajo (ET) desarrollado por Boltvinik (1992; 2002) constituyó un avance hacia la conceptualización de la falta de tiempo como “carencia”, tanto desde en la conceptualización clásica de Gary Becker (1965), como en elaboraciones posteriores (Vickery, 1977). Como ha sido señalado (Damián, 2005: 481), ni el método de la línea de pobreza (LP), ni el de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) consideran el tiempo que requieren los hogares para el trabajo doméstico y la satisfacción de otros aspectos de la vida social como la educación, o las actividades de descanso y recreación.La desigual disponibilidad de tiempo, a un mismo nivel de ingreso, introduce diferencias en el bienestar de los hogares, y podría ser considerado un factor determinante de la pobreza. El tiempo constituye un recurso tan importante como el ingreso a la hora de medir calidad de vida, y el supuesto de optimización de la utilidad de los hogares para transformar el ingreso monetario en satisfacción de necesidades, podría extenderse también al tiempo disponible de las personas. La utilización de los ingresos como medida de pobreza supone “control” sobre los recursos de bienestar, pero la incorporación del modo en el cual, el tiempo y la producción doméstica impactan sobre dicho control, y su interpretación conceptual, está todavía lejos de ser sistemática en la medición de la pobreza (Damián, 2002; 2005)

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La importancia del tiempo en la medición de la pobreza

Una vertiente de autoras feministas han manifestado la necesidad de incorporar a las discusiones de bienestar y equidad la dimensión de uso del tiempo, manifestando que la iniquidad en la distribución de las tareas del hogar y en el uso del tiempo, corrientemente restringida al ámbito privado de los hogares, debía incorporarse a la agenda de ciudadanía de género. Desde la tesis de “concesión de derechos” tomada de Amartya Sen, Kabeer (1999) señala la importancia de la capacidad de los individuos para reclamar los recursos que predominan en una sociedad, y exige la necesidad de contar con medidas que diferencien distintos tipos de pobreza. Aunque los estudios tradicionales muestran diferencias de género en la distribución de las tareas, no permiten medir la pobreza de tiempo por hogar (Damián, 2005: 487). En caso de considerarlo como necesidad básica, el tiempo puede representar un indicador “directo” de pobreza; o “indirecto” si se lo considera como función de satisfacción de necesidades. Algunos trabajos clásicos lo consideran en una u otra de estas acepciones, pero ambas serían correctas en tanto el tiempo puede considerarse un recurso y una necesidad humana. Los hogares poseen el “tiempo” y las “habilidades” de sus miembros como recursos que pueden aplicarse al trabajo por salario, u otros “quehaceres” no remunerados, aunque no debe olvidarse el condicionamiento del mercado de empleo, y también del medio social (Altimir, 1979: 20). Dentro del abanico de las oportunidades con las que cuenta el hogar, la disponibilidad de tiempo estaría asociada a la “autonomía” y participación en las formas de vida plenas de una comunidad (Doyal y Gough, 1994: 80; Gorz, 1998: 84). En este sentido, las “oportunidades objetivas” de agencia y de “elección” no deberían ser disociadas del tiempo disponible, pues éste constituye un indicador razonable para evaluar la autonomía social de las personas (Gorz, 1998: 83-84). El tiempo podría considerarse un elemento ligado a la teoría de las necesidades humanas básicas, y cumpliría a priori con el principio de demarcación de elementos universales para la satisfacción de necesidades: en la medida que sea, el tiempo como necesidad básica, puede considerarse fuera del contexto cultural, independientemente de las normas que utilicemos para medirlo (Doyal & Gough, 1994: 102). De algún modo, las pretensiones del relativismo podrían limitarse también para el tiempo: la actividad humana estaría siempre dentro y no fuera de una medida de tiempo, 3

sea ésta “absoluta” o “relativa” (Damián, 2005: 872). Ninguna “capacidad” de las personas o los hogares, en cualquier combinación o conjunto de “funcionamientos” seleccionados durante la vida (Sen, 1992: 56), puede considerarse “prácticamente” por fuera del tiempo en que se desarrolla. Asimismo, en términos de Sen, el tiempo puede considerarse en sí mismo un funcionamiento valioso. Tampoco estarían ayunos de atención al tiempo otros enfoques muy diferentes como el de “utilidad personal”; adquisición de bienes primarios como la “teoría de la justicia” de Rawls; o otros centrados en la la “igualdad de recursos” como el caso del enfoque planteado por Dworkin (Sen, 1992: 55). A diferencia de Doyal y Gough, otros autores como Peter Townsend (1962) consideran el tiempo de modo indirecto en la medición del grado de privación estándar de un hogar. Se propone por ejemplo, la tenencia de una semana de vacaciones en el último año, o la invitación a algún amigo en el último mes, o el entretenimiento nocturno o diurno en la última semana (Damián, 2005: 484). En suma, la incorporación del tiempo no está ajena a la tensión entre una medida unidimensional o multidimensional de la pobreza, y dependerá tanto del enfoque conceptual de preferencia, como de la utilidad que pueda adquirir en el ámbito de las políticas sociales.

Medidas que incorporan el tiempo en la medición de la pobreza

Damián (2002) identifica dos métodos que incorporan el tiempo en la medición de la pobreza: “la maximización del tiempo de trabajo” de Vickery (i); y el “enfoque del tiempo libre” de Boltvinik (ii). i. “Estándar Generalizado de Pobreza” de Vickery (1977) La “maximización del tiempo de trabajo” doméstico y extradoméstico se atribuye a Vickery (1977) y tiene como objetivo central determinar el máximo número de horas que los adultos del hogar pueden dedicar al trabajo doméstico y extradoméstico (Damián, 2005: 486). La propuesta de Vickery se apoya en el enfoque de “ingreso total” de Gary Becker (1965) que propone que el costo de las actividades no productivas que las unidades domésticas realizan debería incorporarse a la función de utilidad de los hogares, bajo el supuesto de que el tiempo requerido para ejecutarlas podría haber sido empleado productivamente. Vickery sostiene que si el consumo requiere ingreso y producción doméstica, entonces las medidas oficiales son incorrectas, y propone el 4

método denominado “estándar generalizado de pobreza” considerando carencia de ingreso y tiempo (Damián, 2002: 487). Su metodología se basa en calcular una LP que incluya el valor de bienes y servicios que sustituyan el trabajo doméstico y/o el cuidado de los menores, en el caso de que el hogar no cuente con las horas-adulto para realizarlo (Damián, 2002: 487). El primer supuesto fundamental es que ni el cumplimiento de los umbrales mínimos de ingreso o tiempo, por separado, son suficientes para lograr un estándar de vida no pobre. El segundo supuesto asume que los miembros de un hogar requieren un tiempo mínimo (T0) necesario para atender el hogar, que incluye además, la supervisión del servicio doméstico contratado. Asimismo requieren del tiempo necesario para mantener la salud física y mental, y para convivir entre ellos a efecto de que el hogar funcione como “unidad” (Damián, 2005: 487). El tiempo mínimo (T0) considerado es independiente del ingreso del hogar. Al mismo tiempo, el hogar requiere satisfacer el umbral de ingreso mínimo (M0) necesario para las necesidades básicas. El tercer supuesto, indica que como no alcanza sólo con ingreso (M0) o sólo con tiempo (T0), si el hogar sólo alcanzara niveles mínimos en alguna de ambas dimensiones, deberá lograr adicionalmente un nivel de ingreso (M1) o de tiempo (T1) para alcanzar la curva del umbral de pobreza ingreso-tiempo (Damián, 2005: 487). Las normas de trabajo doméstico requerido fueron calculadas en base a encuestas de presupuesto de tiempo (budget time) en EEUU hacia 1967, tomando hogares con desocupados, bajo el supuesto de menor eficiencia de los hogares pobres para realizar las tareas. Para el umbral de ingreso utiliza una canasta alimentaria económica, y un coeficiente de Orshansky2 de tres para obtener el valor de la línea (M0). En cuanto a las normas de tiempo, Vickery establece 81.4 hrs. semanales de tiempo mínimo para al mantenimiento físico y mental sano de un persona promedio: 7.6 hrs. diarias para dormir; 0.3 para descansar; 1.2 para comer; 1.1 para cuidados personales y 10 hrs. de tiempo libre a la semana. Considerando una semana de 168 hrs. el tiempo disponible por cada adulto del

Se utiliza el “Coeficiente de Engel” para estimar el peso que representan los gastos de alimentación respecto del gasto total (INE, 2009), y el inverso de éste, conocido como “Coeficiente de Orshansky” (CO), para estimar cuantas veces debemos multiplicar la Canasta Básca Alimantaria (CBA) para obtener la Canasta Básica Total (CBT). Como el consumo de estos bienes y servicios no alimentarios responde a pautas sociales e individuales altamente variables (incluso más variables que los hábitos alimenticios) en el tiempo y espacio geográfico, esta metodología resulta bastante más sencilla pues se asume que “los hogares son capaces de distribuir entre esos bienes el presupuesto que resulta de la diferencia entre la CBT y la CBA” (INE, 2009) 2

5

hogar para trabajo doméstico y extradoméstico (Tm) es igual al tiempo restante: 86.6hs. (Damián, 2005: 487). Asimismo, los requerimientos de tiempo de trabajo doméstico (T1) son calculados en base al tamaño del hogar y de la composición por edad. ii. “Índice de Exceso de Tiempo de Trabajo” (ET) La estimación del “índice de exceso de tiempo de trabajo” tiene múltiples propósitos de orden teórico y práctico, y su aplicación enfrenta importantes desafíos metodológicos. En primer lugar, se espera obtener una medida aproximada de la magnitud de la pobreza de ingreso-tiempo en Uruguay que permita conocer las dimensiones cuantitativas del exceso de tiempo de trabajo como una dimensión teórica sustantiva en los estudios de pobreza, de la cual da cuenta la bibliografía más abundante sobre el tema (Boltvinik 1992, 1999, Damián, 2002). Asimismo, su estimación primaria aporta elementos importantes a la discusión de la pobreza entorno a la dimensión de género y uso del tiempo. ¿Cuántos hogares y personas deberíamos clasificar si utilizáramos una medida de ingreso tiempo en Uruguay? ¿La pobreza de tiempo afecta a todos los hogares por igual? La estimación del índice ET supone desafíos metodológicos que intentaremos resolver manteniendo su lógica de medición. Se trata de una aplicación práctica de un modelo teórico normativo de cálculo desarrollado para México3, y con base en algunos criterios empíricos de ese país, como la asignación de requerimientos de jornadas de trabajo domésticas (RJTD) que pueden resultar cuestionables para el contexto uruguayo. Sin embargo, no fue necesario introducir modificaciones importantes a la fórmula de cálculo original4. Primero debe advertirse que el índice ET forma parte del “Método de Medición Integrado de la Pobreza” (MMIP-mejorado) desarrollado por Julio Boltvinik a lo largo de varios trabajos (Boltvinik 1992, 1999). En este sentido, la incorporación del tiempo (ET) se suma, con una ponderación especial, a un índice de necesidades básicas

3

Para conocer la evolución y los determinantes de la pobreza en México se pueden consultar los trabajos de Cortés (1997 y 2005) y Boltvinik y Damián, (2001; 2003). 4

Una evaluación de las pautas empíricas del índice ET para Uruguay supera los objetivos de este trabajo. Sin embargo, no inhabilita en absoluto las objeciones que se puedan realizar en dicho sentido. Podría realizarse una evaluación contrastando las pautas surgidas de las ENIGH mexicanas, utilizando las Encuestas y Módulos de Uso del Tiempo disponibles (Aguirre, 2003; Batthyany, 2005; INE, 2009).

6

insatisfechas (NBI), y además se incorpora la dimensión del ingreso (LP) obteniendo un método multidimensional e integrado de la pobreza.5 La aplicación del ET supuso tomar decisiones respecto de la fórmula de cálculo original de Boltvinik, y en la revisión de la compatibilidad de los supuestos normativos diseñados originalmente para México. En términos generales, la fórmula de cálculo del ET utilizada en este trabajo es la original. No obstante, fue necesario realizar pequeños ajustes respecto a la información disponible, y evaluar el parámetro normativo del régimen horario de trabajo a utilizar6. El índice EP varía entre 0.1 y 2, siendo hasta 1 el valor de la norma de tiempo de trabajo doméstico y extra doméstico que se considera “aceptable”. Alternativamente, se

A pesar de las fuerte controversia entorno al MMIP “mejorado” de Boltvinik, el índice ET no ha recibido crítica alguna (Damián, 2005). La evaluación que realiza Aracelli Damián proyecta un diagnóstico muy positivo de los parámetros y las prácticas sociales contenidas en el índice, en base a la comparación de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) y la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) realizadas en México en 1996. De hecho, de acuerdo al módulo de uso del tiempo de la ENIGH 1996 se muestra que los pobres de tiempo clasificados mediante el ET, realizaban un 30% más de trabajo doméstico y extradoméstico (Damián, 2005: 516). 5

6

Dichos cambios se detallan a continuación. En primer lugar, el EP original indica en base a la constitución mexicana, una jornada máxima de 48hs. semanales de trabajo (Damián, 2005). En Uruguay, existe una doble limitación que varía en función de la rama de actividad: 48hs. semanales es el máximo estipulado para industria, y 44hs. semanales para comercio. La opción de promediar ambos máximos normativos en 46 horas fue descartada, imputando la jornada más larga estipulada en la Ley 5350 del 17/11/1915. Fuente: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social: http://www.mtss.gub.uy/index.php?option=com_content&task=view&id=1585&Itemid=1585. (25 jun, 2012). De tal modo seutiliza la norma de 48hs. de igual modo que el ET original. En segundo lugar, el intervalo de edad de las personas en condiciones de trabajar en el EP original va de 15 a 69 años, basadas en la normativa constitucional mexicana. En esta aplicación se mantuvo el límite superior de 69 años, pero se incorporaron personas desde 14 años, en arreglo a la definición de persona económicamente activa que maneja el INE. Asimismo, se respeta la norma constitucional uruguaya en su artículo 70 que indica la obligatoriedad de la enseñanza primaria y la enseñanza media, agraria o industrial. Fuente: http://uruguay.justia.com/nacionales/constitucion-de-la-republica-de-uruguay/seccion-ii/capituloii/#articulo-70 (25 jun, 2012). Según la ley 16.713 la edad de jubilación está estipulada en 60 años, y 35 años de trabajo reconocido. Fuente: http://www0.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=16713&Anchor= (25 jun, 2012). Sin embargo, la personas que no cumplan con los requisitos de jubilación común pueden acceder a jubilación por edad avanzada para la cual deben tener al menos 70 años de edad y 15 años de trabajo reconocido. Finalmente, se realizaron ajustes debido a problemas de compatibilidad de la información disponible en la ECH y la utilizada por el EP original. Para calcular “intensidad de trabajo doméstico” (ITD) contenida en el EP original, se evalúa la existencia de “equipo ahorrador de trabajo doméstico” (CEADT) fijado en refrigerador, lavadora, licuadora y vehículo a motor. Como la ECH no incluye la tenencia de licuadora, y esta no fue considerada. Por otra parte, la “necesidad de acarreo de agua en el hogar” (AA), considerado otro de los componentes importantes para estimar intensidad de trabajo doméstico, se calculó sobre la variable “llegada del agua” de la ECH 2004. En este caso, “cañería fuera de la vivienda” o por “otros medios” fue considerado carencia en AA. Finalmente, en el caso de las personas incapacitadas (INC), que se suman al grupo de personas excluidas del trabajo extra doméstico (h) se incluyó aquellas que en la ECH declararon estar “incapacitados físicamente”.

7

puede dividir el ingreso del hogar entre el valor del índice 7 generando una medida combinada de ingreso-tiempo, que “penaliza” los ingresos cuando el ET está por encima de la norma (mayor a 1.0). De este modo, el ingreso del hogar disminuye, incrementa o deja constante el ingreso total, generando un “concepto” de “ingreso-tiempo” (Damián, 2005)8. En las siguientes páginas se propone realizar una descripción detallada de cuatro grupos de indicadores que permiten contextualizar y mejorar la interpretación del índice de tiempo. En primer lugar, presentar algunas medidas que permitan conocer cuántos hogares están por debajo del umbral establecido y pueden ser considerados pobres por tiempo; y adicionalmente, conocer la magnitud de dicha privación temporal. En segundo lugar, se propone describir el desempeño de los hogares en los principales componentes del índice de exceso de tiempo de trabajo en los hogares uruguayos en 2008, con un propósito evaluativo apenas primario. En tercer lugar, adicionar algunos indicadores que describan la composición socioeconómica y demográfica de dichas unidades domésticas, respecto a aquéllas que están excluidas del fenómeno de la pobreza de tiempo. Finalmente, realizar una comparación de los hogares pobres por tiempo, respecto de aquéllos considerados pobres por ingreso desde el enfoque indirecto que utiliza el método de la línea de pobreza (LP) (INE, 2009); y con carencias críticas desde el enfoque de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI).

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Y total hogarj / ETj

Una vez que se obtiene esta nueva variable “ingreso-tiempo” se compara contra la LP, determinando pobreza por exceso de tiempo trabajo. Cabe señalar que dicha transformación se aplica solamente a los hogares no pobres por LP, dado que el subtrabajo en los hogares pobres se considera “forzado y no elegido” (Boltvinik, 1992). Sin embargo, sería conveniente que la medida de “ingreso-tiempo” se tradujese en un concepto “ingreso-tiempo”. Algo que el presente trabajo no realiza, y por ende, medida que se ha preferido omitir para no introducir complejidad no deseada. 8

8

Cuadro 1: Fórmula de cálculo del “Índice de Exceso de tiempo de trabajo” (ET) de Julio Boltvinik

ET = (1 + Wj) / (W*kj*) = (1 + Wj) / 48kj* | para kj* > 0 | para kj* = 0 y Wj = 0, ET = 1 | para kj* = 0 y Wj > 0, ET = 19 Si ET > 2, ET =2, Si ET < 0.1, ET = 0.1 donde: Wj: horas semanales totales trabajadas extradomésticamente en el hogar j. Incluye las horas dedicadas al trabajo principal y secundario W*= 48: norma constitucional de horas de trabajo semanales kj*: número de personas, en el hogar disponibles para trabajar extradomésticamente kj*=Nj14-69 - hj kj*= 0

| para hj Nj14-69 donde:

Nj14-69: personas de 14 a 69 años de edad en el hogar j hj: personas en el hogar excluidas del trabajo extradoméstico, hj = ONTj + (0.5833) EST + INCj + (RJTDj - JSDj), donde ONTj: ocupados que no trabajaron la semana de referencia ETSj: estudiantes INCj; incapacitados RJTDj: requerimientos de la jornada de trabajo doméstico 10 JSDj: jornadas desempeñadas por servidores domésticos ITDj: (AAj + CEATDj + CASCMj) / 3 | para hogares con menores de hasta 10 años ITDj: (AAj + CEATDj) / 2 | para hogares sin menores de hasta 10 años donde AAj: necesidad de acarreo de agua CEATDj: carencia de equipo ahorrador de trabajo doméstico (refrigerador, lavadora, licuadora y vehículo con motor) CASCMj: carencia de acceso a servicios de cuidado de los menores Fuente: Damián (2002)

9

Cuando h > N14-69 entonces k < 0. En ese caso, el índice genera una cantidad de personas no disponibles para el trabajo doméstico, mayor que el total de personas total. En ese caso, ET = 1, incluso cuando W > 0. 10

El componente RJTD asume valores dependientes del tamaño del hogar, de la presencia de menores hasta 10 años y según ITD sea Bajo, Medio o Alto.

9

Cuadro 2: Incidencia y brechas de pobreza de tiempo por componentes del índice ET, según Pobreza medida por ingresos y cantidad de Necesidades Básica Insatisfechas (NBI) Total hogares según pobreza de tiempo

Pobreza por ingresos

No Pobres Porcentaje hogares pobres de tiempo

pobres

Pobres

NBI

No

Ning

Pobres

una

18,60

81,40

5,50

20,70 18,10

faltante/sobrante)

-0,43

0,60

0,57

Cantidad horas trabajadas en el hogar (W)

87,32

38,24

46,01

2,27

3,02

4,29

2,66

1,34

1,87

2,50

extradoméstico (h)

0,93

1,15

Valor índice exceso tiempo trabajo estándar (ET)

1,43

Requerimientos de tiempo de trabajo doméstico (RJTD) Valor intensidad trabajo doméstico (ITD)

Dos o Una

más

20,20

19,40

0,40

0,40

0,40

47,61 49,20

41,50

36,47

2,93

2,69

2,54

1,65

1,82

1,62

1,50

1,80

1,00

1,11

1,06

1,03

0,40

0,43

0,63

0,60

0,60

0,60

0,45

0,54

0,74

0,49

0,51

0,53

0,55

0,54

0,50

0,55

0,50

0,46

0,54

0,57

(CASCM)

0,04

0,16

0,42

0,09

0,13

0,17

0,22

Carencia equipo ahorrador trabajo domestico (CEATD)

1,01

0,91

0,94

0,93

0,89

0,96

0,98

Carencia refrigerador (%)

6,10

5,60

5,80

5,60

3,50

9,30

11,90

Brechas pobreza tiempo (hs-persona promedio

Cantidad personas entre 14 y 69 años (N14-69)

0,37

Cantidad personas en hogar disponibles para trabajar extradomésticamente (k) Cantidad personas en hogar excluidas del trabajo

Cantidad de menores hasta 10 años fuera sistema

10

Carencia lavarropas (%)

39,70

36,10

35,30

5,70

4,90

5,10

54,90

49,80

80,04

trabajar (W/k) Horas trabajadas por ocupados

Necesidad de acarreo de agua (%) Carencia vehículo a motor (%)

37,00 33,90

39,30

40,90

0,00

9,30

11,20

52,80

50,40 51,20

47,20

45,00

14,75

18,95

28,22 26,93

27,06

26,12

41,65

11,34

11,42

17,87 16,99

17,12

17,01

50,31

34,70

36,70

39,02 38,51

39,32

38,04

11923

9029,3

,33

3

5643,22

5,10

Cantidad de horas trabajadas por miembros disponibles (W/N14-69) Cantidad de horas trabajadas por persona disponible para

Ingreso per cápita (pesos corrientes)

13621,04 10672,69

2725,02 12502,50

Perceptores de ingreso

1,84

1,73

1,84

1,73

1,80

1,56

1,42

Tamaño hogar

2,26

2,99

4,28

2,64

2,92

2,65

2,50

Cantidad ocupados

1,76

1,11

1,28

1,23

1,28

1,06

0,97

Cantidad total menores hasta 10 años

0,17

0,50

1,26

0,32

0,43

0,49

0,59

Cantidad mayores de 64

0,13

0,50

0,19

0,47

0,44

0,41

0,30

Cantidad menores de 14 años

0,24

0,62

1,55

0,40

0,54

0,59

0,68

(*) Promedios, excepto que se indique Elaboración propia. ECH 2008 (INE)

11

La pobreza de tiempo en los hogares uruguayos y características principales (2008): incidencia y brehcas de pobreza de tiempo

Al igual que para otras medidas usuales de pobreza, la incidencia permite determinar la proporción de hogares que padecen exceso de tiempo de trabajo, sea éste doméstico o extra doméstico. En dicho sentido, la incidencia de la pobreza de tiempo alcanza aproximadamente al 19% de los hogares uruguayos, siendo el restante 81% considerado no carente de tiempo disponible para realizar otras actividades extra laborales (domésticas o extra domésticas)11. Pero como ha sido señalado habitualmente de las tasas de pobreza, la incidencia no provee información acerca de la magnitud de la carencia de tiempo (López Pardo, 2007). En cambio, las brechas de pobreza de tiempo, resultan una medida promedio de las proporciones de tiempo faltante o sobrante, respeto al umbral mínimo considerado por la medida, y según el hogar sea o no pobre por tiempo12. Se espera que aquellos hogares que no experimentan pobreza de tiempo, tengan brechas positivas que se conceptualizan como “tiempo a favor”, o crédito temporal. En cambio, hogares que experimentan falta de tiempo para satisfacer sus requerimientos extra laborales, muestran brechas negativas que conceptualizan el tiempo promedio que requieren para aliviar dicha condición.13 El máximo de horas de trabajo por persona disponible para el trabajar que se considera “deseable” fue establecido en 48 hrs. semanales, lo que equivale a 8 horas diarias seis días a la semana. A su vez, un valor del índice ET > 1 indica que el hogar es pobre de tiempo. Por ende, conceptualmente deberá asumirse exceso o excendente, derivándolo de dicho parámetro utilizando una regla de tres sencilla.

11

El enfoque contenido en el índice de exceso de tiempo de trabajo, iguala conceptualmente la actividad humana del trabajo, reconociendo explícitamente el trabajo doméstico como componente central del desarrollo de una vida digna (Damián, 2002) Cuando un hogar registra un valor del índice ET ≤ 1, se considera excluido de la condición de pobre de tiempo. Para el índice la unidad es considerada entonces como “umbral”, o norma mínima. 12

Las brechas de tiempo se calcularon del siguiente modo: bti = (z – ETi )/z, donde bti: valor de la brecha para el hogar i; z: valor normativo del umbral del ET (igual a 1); y ET i es el valor de índice ET del hogar i. Como ya fue notado la interpretación del signo es inversa respecto a las brechas de ingreso. Por otra parte, las brechas de tiempo, a diferencia de las brechas de ingreso responden al rango del ET que varía entre 0 y 2. Por tanto, son brechas “truncadas” respecto a la magnitud del tiempo laboral faltante/sobrante de los hogares; y deben interpretarse considerando esa restricción. 13

12

[Gráfico 1 Por aquí]

Una primera comparación de los valores promedio del índice ET para los hogares pobres de tiempo (1.4325), y aquellos no pobres por esta misma condición (0.4022) muestra que la magnitud, tanto del exceso (para los primeros) como del excedente (para los segundos), es importante respecto al umbral establecido. Complementariamente, las brechas contribuyen a complementar la interpretación conceptual de la magnitud del problema. Para los hogares pobres de tiempo, la brecha alcanza a -0.4325, lo cual indica un exceso de horas de trabajo semanales equivalente a unas 21 horas-persona por sobre la norma establecida. En cambio, la brecha positiva de 0.5978 para los hogares no pobres de tiempo muestra el margen positivo que separa, promedialmente, estos hogares respecto al umbral que los definiría como carentes de tiempo libre. Para ilustrar dicho margen, podría asumirse que para transformarse en pobres de tiempo, deberían trabajar en promedio un tiempo extra equivalenta a unas 30 horas-persona semanales.

[Gráfico 2 Por aquí]

Descripción de los componentes del Índice de Exceso de tiempo (ET)

Evidentemente, el ET es un índice compuesto. De esta suerte, los valores que asume dicho índice se encuentran en estrecha relación al desempeño de sus componentes; tanto como su interpretación depende de un “recorrido conceptual” complejo de resolver. Como primer paso se propone analizar qué tan evidente resulta la lectura conceptual, a la luz de estos mismos componentes para hogares pobres y no pobres por tiempo. La cantidad promedio de horas semanales trabajadas en el hogar (W) por los hogares pobres por tiempo (87.32) indica que por cada hora trabajada en un hogar no pobre, dichos hogares trabajan 2.28 hrs. Esto muestra un primer componente central del comportamiento del índice ET, coherente con la interpretación conceptual: hay un exceso considerable de horas de trabajo en los hogares pobres por tiempo.

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Sin embargo, la cantidad de personas entre 14 y 69 años (N14-69) teóricamente disponibles para el trabajo doméstico y extra doméstico, es menor en los hogares pobres de tiempo (2.27) que en aquéllos que no padecen dicha privación temporal (3.02). Esto porque el índice considera específicamente la cantidad de miembros del hogar disponibles para trabajar fuera de casa (k), descontando del componente N14-69, a aquéllos que considera excluidos, total o parcialmente (h), de acuerdo a criterios ya mencionados. El componente (k) señala que los hogares no pobres por tiempo alcanzan casi dos personas promedio por hogar (1.9). Es decir, superior al promedio de 1.34, alcanzado por los hogares que fueron clasificados como pobres por la misma condición, y que es compensado sólo parcialmente por la menor cantidad de personas excluidas del trabajo extra doméstico de dichos hogares (0.93) respecto a los no pobres (1.15) en h. Los restantes componentes del índice resultan fundamentales para comprender qué dimensiones determinan la clasificación de la pobreza de tiempo, específicamente aquéllos que determinan los requerimientos de jornadas de trabajo doméstico (RJTD) del hogar, establecidas en porciones de una norma máxima semanal equivalente a 48 hrs., al igual que el trabajo extra doméstico. Conceptualmente, el componente RJTD tiene un efecto multiplicador de la demanda interna de trabajo doméstico del hogar, que se refleja “matemáticamente” sobre el índice, incrementando la cantidad de personas no disponibles para el trabajo extra doméstico, y haciendo mayor la carga sobre los ocupados del hogar. Según lo determina normativamente el índice, la cantidad de jornadas requeridas por cada hogar puede variar entre 0.3 y 1.8 (es decir entre 14.4 y 86.4 hrs.).

Cuadro 2: Requerimientos de jornadas de tiempo de trabajo doméstico en el hogar (RJTD) según características del hogar e intensidades de trabajo doméstico (en número de jornadas semanales de 48hs.)

Tipo de hogar

Número de miembros

Sin Menores de 10 años

Con menores de 10 años

Intensidad

Intensidad

Baja

Media

Alta

Baja

Media

Alta

Hasta 3

0,3

0,5

0,7

0,8

1,0

1,2

4a8

0,6

0,8

1,0

1,1

1,3

1,5

14

9 y más

0,8

1,0

1,3

1,4

1,6

1,8

Fuente: Damián (2005)

Para determinar los requerimientos de jornadas de trabajo doméstico (RJTD) se utilizan tres dimensiones: (1) la estimación de la intensidad del tiempo de trabajo doméstico (ITD); (2) la presencia de menores hasta 10 años en el hogar; y (3) la cantidad de personas que integran el hogar. Mientras los factores 2 y 3 resultan evidentes, la intensidad del trabajo doméstico requiere otras tres dimensiones adicionales. En primer lugar, se considera la carencia de equipo ahorrador de trabajo doméstico (CEATD) cuyo aumento se considera proporcional al aumento del tiempo requerido por las tareas de mantenimiento (preparación de alimentación, aseo y la disponibilidad de vehículos a motor para el transporte de los miembros). Además, se considera la necesidad de acarreo de agua (AA) y la carencia de acceso a servicios de cuidado de menores de hasta 10 años (CASCM). El índice ITD arroja un valor que luego se traduce en una escala ordinal (bajo, medio y alto), y siguiendo las dimensiones 2 y 3 se asigna la cantidad de jornadas requeridas. Por otra parte, si la carga de trabajo doméstico (RJTD) sustrae “disponibilidad” de personas para trabajo extra doméstico, con lo cual penaliza el exceso de horas de trabajo de los ocupados, y “empuja” a los hogares por encima del umbral mínimo; la disponibilidad de servicio doméstico (JSD), en cambio, tiene el efecto contrario. Aunque la intensidad de trabajo doméstico (0.5362) es mayor en los hogares pobres de tiempo (y explicado por mayores carencias de equipo ahorrador); en conjunto, los hogares no pobres de tiempo muestran requerimientos de trabajo doméstico (RJTD) promedio de 0.5381 algo superiores respecto a los hogares pobres (0.4451). El valor promedio que asume el indicador (RJTD) depende del tamaño del hogar y de la presencia de al menos un menor hasta 10 años. El mayor tamaño de los hogares pobres de tiempo (3 personas) es promedialmente desventajosa para superar los umbrales de tiempo requeridos, pues los requerimientos de la jornada doméstica aumentan cuando la cantidad de miembros es mayor. Sin embargo, la presencia de menores hasta 10 años es muy superior en los hogares no pobres de tiempo, y esto puede “incrementar” la carga doméstica de los estos hogares. Asimismo, esto se registra con independencia del resultado final del índice de pobreza de tiempo. Para 15

determinarlo sería necesario evaluar cuánta carga doméstica extra se requiere para compensar el exceso de horas de trabajo extra doméstico. Como evidencias adicionales del sentido “contra intuitivo” del exceso de niños y viejos, la cantidad de menores hasta 10 años (0.50), menores de 14 años (0.62), y de adultos mayores de 64 años (0.50) superan los promedios de los hogares no pobres de tiempo (0.17, 0.24 y 0.13 respectivamente). Considerar aisladamente este set de indicadores socios demográficos, no permitiría determinar el impacto del índice en la clasificación de los hogares en relación al exceso de tiempo de trabajo. En dicho sentido, se adicionan algunos indicadores contextuales de la situación laboral de los hogares. La cantidad de ocupados de los hogares pobres de tiempo (1.76) supera el promedio alcanzado por aquéllos excluidos de dicha carencia (1.11). La cantidad de horas trabajadas promedio (80 hrs.), y en relación a los miembros disponibles (42 hrs.), constituyen dos indicadores específicos, que muestran con mayor precisión la magnitud del exceso de horaspersonas disponibles de los hogares pobres de tiempo. El excedente promedio de horas trabajadas por los hogares pobres de tiempo está cercano a las 15 hrs. semanales considerando, incluso solamente a los ocupados del hogar (50-35 hrs.). En síntesis, una primera mirada sugiere que la mayor cantidad de personas disponibles para trabajar en los hogares no pobres de tiempo, no es suficiente para distribuir el pronunciado exceso de horas trabajadas (en ocupaciones principales y secundarias) que determinan la pobreza de tiempo. En la mecánica del índice, la mayor presencia de menores explica sólo una parte de la pobreza de tiempo conceptualizada (aumentando la intensidad del trabajo doméstica cuando no asisten a un servicio de cuidado -ITD-, y aumentando directamente los requerimientos de tiempo de la jornada doméstica (RTJD) en la escala propuesta por Boltvinik). Tampoco el mayor tamaño promedio parece sustentar la extrapolación “teórica” de la imagen clásica de la pobreza de ingresos a la pobreza de tiempo. De hecho, el tamaño promedio de los hogares pobres de tiempo es relativamente menor (2.26) respecto a hogares pobres por ingreso (4.28) y por NBI (2.58). Es decir, la composición socio demográfica es determinante cuando las horas trabajadas en el hogar están próximas a la norma, y menos a medida que la superan considerablemente. Asimismo, la intensidad del trabajo doméstico y la mayor carencia de equipo ahorrador, tampoco

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resultan suficientes para compensar la mayor disponibilidad de personas para el trabajo extradomésticamente. El nivel de instrucción del jefe del hogar según condición y tipo de pobreza permite una aproximación inicial a la relación entre logro educativo y pobreza de tiempo. En el gráfico se observa que en uno de cada dos hogares pobres de tiempo, el jefe de hogar no ha superado el nivel de educación primaria (49%). Sin embargo, dicha proporción está por debajo de la alcanzada por los hogares no pobres de tiempo (56%), pobres por ingreso (65.8%) y con carencias críticas (54.4%). A medida que se analizan los niveles superiores de logro educativo, la proporción se mantiene favorable para los hogares pobres de tiempo: el 37.5% de los jefes de estos hogares han alcanzado nivel secundario, y 14% niveles de educación terciaria. El grupo de hogares pobres por ingreso, se mantiene como el más vulnerable en cuanto al logro educativo del jefe de hogar. En suma, la evidencia parece apoyar la hipótesis de que la pobreza de tiempo aumenta con el nivel de instrucción, muy probablemente por la vía del aumento de las horas de trabajo extra doméstico y el aumento relativo de la carga relativa de trabajo doméstico. Esto sugiere la hipótesis de que este proceso se refuerza cuando no hay servicio doméstico y el hogar se encuentra en fase de expansión.

Adicionalmente interesa analizar la distribución territorial de cada grupo específico según condición y tipo de pobreza. Un 46% de los hogares pobres de tiempo se ubican en la capital, y dicha proporción relativa es sólo superada por los hogares pobres de ingreso (50%). Cuando los hogares están excluidos de la condición de pobreza de tiempo (38%) o tienen carencias críticas (35%) se ubican en la capital en proporciones muy inferiores. Dicho fenómeno se invierte en las ciudades de cinco mil y más habitantes donde las proporciones de los hogares pobres por tiempo (38%) y pobres por ingreso (35%) son inferiores a las registradas, tanto en los hogares no pobres de tiempo (44%), como en aquéllos que acumulan al menos una necesidad básica insatisfecha (43%). Finalmente, cuando se analizan las localidades con menos de cinco mil habitantes y las rurales, son los hogares con carencias críticas aquellos que representan una porción más importante (22%), seguidos por hogares pobres de tiempo (16%) y pobres por ingreso (15%). [Gráfico 4 Por aquí]

17

Observar la jefatura del hogar por sexo para los grupos específicos de pobreza, permite abrir algunas consideraciones extra sobre el debate de la jefatura femenina, y sobre evidencias y refutaciones de la feminización de la pobreza que suelen realizarse en la literatura (Damián, 2003). Como se observa en el gráfico siguiente, la proporción de jefatura femenina entre los hogares pobres de tiempo (32%) es relativamente inferior comparada con los hogares no pobres de tiempo y aquellos que acumulan carencias críticas (37%) y algo más con los hogares pobres por ingreso (38.4%). Proporcionalmente a estas diferencias, la jefatura masculina en los hogares pobres por tiempo (68%) alcanza el nivel más alto relativo a los grupos seleccionados, que no superan el 63%. Desde este punto de vista, la elevada proporción de jefes varones, resulta coherente con el mayor promedio de horas ocupadas por el hogar, uno de los principales factores que determinan la condición de pobreza de tiempo.

[Gráfico 5 Por aquí]

Pobreza de tiempo e insuficiencia de ingresos

Resulta inevitable preguntarse por el nivel de ingreso de los hogares pobres de tiempo. Los ingresos corrientes per cápita de los hogares pobres de tiempo alcanza (13,600 pesos), superando el promedio de aquéllos no pobres (10,700) en unos 3,000 pesos mensuales. Además, en promedio los hogares pobres de tiempo, tienen mayor cantidad de perceptores de ingresos (1.84). ¿Qué sucede cuando se analiza la pobreza de tiempo considerando su condición de pobreza por ingresos? La incidencia de la pobreza de tiempo alcanza al 5.5% de los hogares pobres por ingreso. En cambio, la incidencia de la pobreza de tiempo se multiplica casi por cuatro (21%) en los hogares que no sufren insuficiencia de ingresos. En términos relativos, cuando el hogar carece de ingresos suficientes para superar el costo de la Canasta Básica Total (CBT), la incidencia de la pobreza de tiempo se ubica muy por debajo del nivel general (19%).

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Asimismo, los valores promedio alcanzados en el índice ET son inferiores para el grupo de hogares pobres (0.43), respecto a los no pobres (0.63); y son relativamente similares, o están por debajo de los obtenidos para la población total. Las brechas de pobreza de tiempo son positivas para ambos grupos. Esto determina disponibilidad de tiempo equivalente a 27 hrs. para los hogares pobres de ingreso, y unas 18 hrs. para aquellos hogares clasificados como no pobres por ingreso. La cantidad de horas trabajadas extradomésticamnte en los hogares (W) es aproximadamente de unas 47 horas semanales. Esto es, por cada hora de trabajo extra doméstico en estos hogares (sean o no pobres), aquéllos pobres de tiempo trabajan 1.85 hrs. Esto sugiere que la fuerte carga de horas de trabajo de los hogares pobres de tiempo (87 hrs.), no se incrementaría con la pobreza por ingresos. Más bien, en promedio la carga de tiempo del mercado de trabajo sobre el hogar es similar, independientemente de la condición de pobreza.

[Gráfico 6 Por aquí]

La disponibilidad de miembros para el trabajo extra doméstico (K) es casi de una persona extra en los hogares pobres por ingresos, verbigracia del mayor saldo positivo entre personas en edad de trabajar (N14-69) y aquéllas excluidas mercado (h). Sin embargo, los requerimientos promedio de horas de trabajo doméstico (RJTD) son más elevados en los hogares pobres por ingreso (0.74). Cuando los requerimientos son mayores, el índice (RJTD) resta personas disponibles para trabajar, aumentando la carga horas-persona en el mercado. Cuando los hogares son pobres por ingresos la carga doméstica del hogar gana intensidad (ITD promedio 0.55) y en requerimientos de tiempo, gracias al mayor tamaño y la importante proporción de niños que constituyen factores determinantes del subcomponente. El tamaño promedio de los hogares pobres por ingreso supera las 4.28 personas, mientras en el caso de los no pobres por dicha condición es de 2.68. Como fue mencionado, el índice es sensible a la cantidad de miembros, aumentando los requerimientos del hogar en términos de horas de trabajo doméstico (RJTD). 19

[Gráfico 7 Por aquí]

La cantidad de menores hasta 10 años que no asisten al sistema educativo, considerada en el índice es relativamente alta (0.42) respecto a los pobres por ingreso (0.09); y la presencia de los niños menores (aunque asistan a alguna institución de educación y/o cuidado) es notoriamente superior cuando los ingresos no alcanzan a cubrir la canasta total (1.26), respecto a cuando sí lo logran (0.32). Sin embargo para definir el impacto de la pobreza de tiempo no es suficiente considerar aisladamente las horas de trabajo en el mercado (W) o la carga doméstica (RJTD), pues dependerá del nivel en que cada hogar puede compensar su stock de miembros disponibles para trabajar (k) y distribuir entre éstos la carga horaria laboral. Evidentemente, los ocupados de hogares por encima de la LP trabajan más horas, pero fundamentalmente la mayor remuneración-hora, les permitiría obtener mayores ingresos. Su ingreso per cápita alcanza a los 12,500 pesos, mientras los hogares pobres en promedio no superan los 2,700 (lógicamente, son pobres). Potencialmente, esto reduce las oportunidades de contratar servicios que les permitan disminuir la carga doméstica. La menor incidencia relativa de la pobreza de tiempo cuando faltan los ingresos, se explica fundamentalmente por la menor cantidad global de horas trabajadas por cantidad de personas, con una brecha cercana a 10 hrs. promedio extra en los hogares no pobres por ingreso (lo que a su tiempo, mantiene el espiral de reducción de ingresos de estos hogares). Si se observa específicamente, respecto a los miembros disponibles para ser ocupados en el mercado, la diferencia es aún muy pronunciada: los hogares no pobres por ingreso trabajan semanalmente unas 7 horas más, que los pobres (18 hrs. y 11 hrs.). Pobreza de tiempo y Necesidades Básicas Insatisfechas En el presente apartado se propone examinar las relaciones entre pobreza de tiempo, y aquellas medidas asociadas al enfoque directo de medición de la pobreza (NBI). Al menos seis indicadores han sido utilizados para identificar carencias críticas en los hogares: carencias básicas en la vivienda; en el abastecimiento de agua, en la evacuación de excretas; hacinamiento; y atención de la salud. Respetando la propuesta 20

original utilizada para el Censo de 199614 (Calvo, 2002), han sido adaptadas sin dificultades a la ECH 2008. No han sido consideradas dos de las carencias críticas repasadas más arriba. En primer lugar, se ha excluido la carencia crítica de abastecimiento de agua, que ya es considerada en la propuesta de medición de la pobreza de tiempo como necesidad de acarreo de agua (AA), e introduciría una carencia altamente correlacionada con el índice ET. En segundo lugar, la carencia de salud tampoco ha sido considerada pues el trabajo se concentra en las carencias estructurales de la vivienda, que afectan la vida doméstica del hogar. Las carencias de salud, aunque muy sustantivas para los estudios de pobreza, no han sido articuladas conceptualmente con la pobreza de tiempo, e integrarla dificultaría la interpretación de los resultados.¿Las carencias críticas condicionan la pobreza de tiempo? Para responder a esta pregunta se han seleccionado los hogares en relación a la cantidad acumulada de NBI. Un primer grupo, sin carencias críticas, un segundo grupo con una sola carencia, y un tercer grupo con 2 o más NBI. 15A priori, los niveles homogéneos entre los tres grupos definidos se condice con la hipótesis independencia entre el nivel de carencias acumuladas (0, 1, 2 o más carencias) y la incidencia de la pobreza de tiempo, que se ubica en el 20% de los hogares; un nivel

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Siguiendo las indicaciones de J.J.Calvo se describen las NBI disponibles. Según el indicador de carencia básica en condiciones de la vivienda, es carente toda persona integrante de un hogar particular que se encuentra en una vivienda en la cual el material predominante de las paredes exteriores o techos es lata (adobe o quincha) o material de desecho, o el material predominante de los pisos es tierra o cascote suelto (tierra sin piso ni contrapiso y contrapiso sin piso) o hay cinco o mas hogares en la vivienda y el uso de los servicios higiénicos es compartido. El indicador de carencia básica abastecimiento de agua supone que es carente toda persona integrante de un hogar particular que se encuentra en una vivienda que se encuentra en alguna de las siguientes condiciones: a) el agua llega a la vivienda por cañería fuera de la vivienda; b) el agua llega a la vivienda por cañería dentro de la vivienda y el origen del agua utilizada para beber y cocinar se encuentra en la categoría "Otro" del censo (arroyo, río, etc.) y c) el agua llega a la vivienda por otros medios, siendo su origen la red general o la categoría "Otro" del censo de 1996. Respecto a la evacuación de excretas se entiende que es carente toda persona integrante de un hogar particular que se encuentra en una vivienda que no dispone de servicio higiénico o la evacuación del servicio higiénico corresponde a la categoría "Otro" del Censo 1996 (hueco en el suelo, superficie, etc.) o el servicio higiénico es compartido con otros hogares y sin descarga. La carencia de servicio de alumbrado eléctrico identifica como carente toda persona integrante de un hogar particular que se encuentra en una vivienda que no dispone de ninguno de los siguientes servicios de alumbrado eléctrico: UTE, cargador de batería, grupo electrógeno proprio, u otro servicio. Para identificar hacinamiento se ha propuesto identificar a todo hogar particular en el cual hay más de tres personas por habitaciones para dormir. La carencia crítica de salud indica que es carente toda persona integrante de un hogar particular que no dispone ni cobertura parcial ni cobertura total de salud (carné vigente del MSP, mutualista, cooperativa médica, sanidad militar, sanidad policial, asignaciones familiares, unidades móviles de emergencia, otros de cobertura total y otros seguros parciales). 15 Para mayor comodidad y evitar la repetición se utiliza indistintamente Necesidad Básica Insatisfecha, Carencia Crítica o Carencia Crítica Insatisfecha.

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similar a la incidencia de este tipo de pobreza en la población general. Es decir, considerando en conjunto a los hogares con carencias básicas, se observa que la incidencia de la pobreza de tiempo se incrementa dos puntos porcentuales como máximo, cuando se registra alguna NBI en el hogar. También las brechas de pobreza de tiempo son muy similares, con independencia de las NBI que hayan acumulado, y además son positivas en el entorno de 0,40, lo cual sugiere un remanente favorable de horas-persona equivalente a unas 19hs extra de trabajo que los hogares deberían adicionar para hasta llegar a las puertas del umbral de la pobreza por tiempo. Al igual que para los hogares pobres por ingreso, las brechas indican que promedialmente, los hogares con NBI insatisfechas se encuentran por encima del umbral de aceptabilidad que establece el índice ET (0.60) estando de todos modos, por encima del puntaje promedio de los hogares no pobres de tiempo en el total de la población (0.40). Sin embargo, dado que tanto los niveles de incidencia como los puntajes del índice ET son muy similares a los hogares sin NBI insatisfechas, por el momento no se cuenta con evidencia razonable para suponer que el puntaje superior pueda explicarse por carencias de equipamiento del hogar, que puedan estar asociadas a mayores cargas domésticas de estos hogares. Veamos entonces cómo se explican los niveles de pobreza de tiempo de los hogares (definidos por el índice ET), cuando se combinan con necesidades básicas insatisfechas. La cantidad de horas trabajadas en el hogar (W) disminuye a medida que se acumulan las NBI en los hogares. Como puede observarse en la tabla, en aquellos hogares donde no se registran carencias críticas insatisfechas el promedio de horas de trabajo de los ocupados alcanza 49 hrs. (si se considera un índice que sólo tuviera en cuenta las horas trabajadas, aquellos sin NBI estarían sobre el umbral establecido). Esto es, muy por debajo del promedio registrado para el total de hogares pobres de tiempo (87 hrs.). En cambio, cuando se registra una sola carencia crítica (42 hrs.) y dos o más de ellas la cantidad promedio parece descender (36 hrs.). Considerando fijos el resto de los componentes del índice ET, se esperaría que con el decremento de las horas de trabajo, la pobreza de tiempo también disminuya. Sin embargo, como se ha dicho, la incidencia de este tipo de pobreza no disminuye sino que aumenta, apenas moderadamente. 22

La cantidad de personas entre 14 y 69 años disminuye a medida que se acumulan NBI, pero fundamentalmente, disminuye la cantidad de personas disponibles para trabajar extra domésticamente (k). Mientras los hogares sin carencias críticas tienen en promedio 1.82 personas, el número disminuye a 1.62 con una carencia, y hasta 1.50 cuando se registran dos o más. Ceteris paribus, dicho escenario sí resulta en cambio, razonable con el aumento de la pobreza de tiempo. La cantidad de miembros excluidos del trabajo en el mercado (h) es similar (para ser exactos disminuye escasamente a medida que se acumulan NBI). Muy probablemente, la caída de las hs-persona que trabajan y la disminución de las personas disponibles para trabajar no sea el principal componente que empuja al aumento de la pobreza de tiempo. En este sentido, corresponde analizar qué sucede con otros componentes que aumentan las tasas de pobreza de tiempo, por la vía del aumento de la carga doméstica de estos hogares. A este propósito los requerimientos de jornadas de trabajo doméstico (RJTD) aumentan a medida que se acumulan NBI. Probablemente se explica en parte por el aumento de la intensidad de las tareas domésticas (ITD), aunque el aumento de este componente sea mucho más pronunciado que los propios requerimientos (que sintetizan todos los componentes, intensidad, presencia de menores de 10 años, y tamaño del hogar).

[Gráfico 8 Por aquí]

Efectivamente, el ITD aumenta desde un piso de 0.46 sin NBI, hasta 0.54 con una carencia, y 0.57 con dos o más16. La mayor intensidad del trabajo doméstico está determinada por la carencia de equipo ahorrador a medida que las carencias críticas son mayores El indicador de

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Se muestra el incremento a modo de ejemplo. Recuérdese que el cálculo propuesto de Boltvinik, supone una transformación ordinal del indicador a tres niveles: Baja, Media y Alta.

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carencia de equipo ahorrador contenido en el índice (CEATD) va de 0 a 1, y muestra un aumento muy importante cuando se adquiere la primera carencia (0.96) y algo menor con dos o más (0.98), pero muy superior al registrado por los hogares sin NBI (0.88). Efectivamente, el porcentaje de hogares sin los elementos de confort requerido por el índice ET, aumenta cuando se acumulan NBI que señalan problemas estructurales de la vivienda, y de las condiciones donde se desarrolla la vida de las familias. Como ejemplo, la carencia de refrigerador aumenta de 3.5% para los hogares sin NBI, a 9% con una carencia crítica, y alcanza a 12% cuando el hogar tiene dos o más. La intensidad del trabajo doméstico también aumenta cuando el hogar cuenta con menores hasta 10 años que no concurren a servicios de cuidado (CASCM). Dicha proporción también se incrementa a medida que se acumulan NBI. Finalmente, la intensidad del trabajo doméstico se incrementaría cuando existe la necesidad de acarreo de agua. Sin embargo, como ya fuera al principio, el acarreo de agua no ha sido considerado como necesidad básica para no introducir dimensiones correlacionadas al índice. A pesar de la carga doméstica adicional que suponen las NBI seleccionadas, la carga doméstica se incrementa en una proporción menor a la intensidad del trabajo doméstico. Es probable que los otros determinantes del RJTD se incrementen poco, o disminuyan, teniendo un efecto compensatorio de la mayor intensidad. En dicho sentido, el tamaño promedio de los hogares sin NBI resulta algo mayor (2.99) respecto a los hogares que acumulan una carencia (2.65) y dos o más (2.5) lo que también incrementa la carga de trabajo al igual que la intensidad, ya comentada Evidentemente, resulta razonable suponer que el aumento de la pobreza de tiempo se relaciona con la mayor carga de trabajo, asociado a la existencia de necesidades básicas insatisfechas17.

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Sin embargo, ¿tiene sentido que la NBI supongan una carga adicional para el hogar? La carencias en las condiciones de la vivienda construidas con adobe, tierra o cascote suelto o materiales de desecho puede requerir lógicamente una mayor carga para limpieza del hogar, dado que se trata de materiales blandos que generan residuos. Por otra parte, también parece lógico que cinco o más hogares en una única vivienda y que comparten el baño, tengan mayores requerimientos de jornadas de trabajo doméstico. Las carencias de la vivienda para la evacuación de excretas suponen una variedad de situaciones sanitarias deficitarias para los hogares. La más extrema es la carencia de baño, pero también aumentan las necesidades de higiene cuando el baño no posee sistema de descarga (o cisterna). Por otra parte, serían considerables las dificultades que se enfrentarían cuando la evacuación del mismo se realiza en un hueco, en el suelo, o directamente sobre la superficie. Cuando el hogar no dispone de servicio de alumbrado electrico de ningún tipo en la vivienda (UTE, cargador de batería, grupo electrógeno propio, otro servicio)

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Conclusiones y discusión

La incidencia de la pobreza de tiempo alcanza al 19% de los hogares uruguayos. Según el índice, éstos carecen de tiempo disponible para realizar otras actividades extra laborales (domésticas o extra domésticas) vitales para la calidad de vida de las personas y el grupo de convivencia. La brecha de tiempo alcanza a -0.4325, lo cual indica que magnitud del exceso de horas semanales es equivalente a unas 21 horas-persona por sobre la norma establecida por el índice. Se revela que la pobreza de tiempo puede estar en arreglo a muy diferentes privaciones, capacidades y funcionamientos de los hogares que la padecen. Debe considerarse con suma atención el hecho de que la pobreza de tiempo, medida utilizando el índice ET tiene al menos dos “focos”, que tienen un efecto mixto, particularmente difuso para los hogares pobres por ingreso. El primero recae sobre la cantidad de horas que se trabaja en el hogar (W). La falta de horas laborales, determinado muy probablemente por altos niveles de subocupación, y paro intermitente de sus miembros (vinculados a sectores informales de la economía) impactan “positivamente” en el tiempo disponible, empujándolos por debajo del umbral aceptable; y lejos de exceso de horas de trabajo donde el índice carga su baterías conceptuales y empíricas. El segundo, combina estructura demográfica (k) y carga de trabajo doméstico (RJTD) en un sólo componente sintético. Mayores requerimientos domésticos estarían más determinados por la estructura demográfica (más personas y más niños menores), y menos por la carencia de equipo ahorrador (refrigerador, lavarropas y vehículos a

resulta lógico suponer las limitaciones en el uso de elementos electricos de ahorro de trabajo doméstico como los principales requeridos por el índice ET (refrigerador y lavarropas). Asimismo, podría suponerse que la carencia de luz eléctrica dificulta la tarea doméstica, agregando tiempo de realización, y concentrando la carga de trabajo durante las horas del día. En el caso de hacinamiento, no resulta tan evidente como en las anteriores carencias. Sin embargo, puede resultar contra intuitivo pensar que la concentración de personas en una vivienda pueda disminuir la carga doméstica de limpieza, o acondicionamiento necesario. No caben mayores dudas: la mayoría de las personas en el mundo preferimos no carecer de infraestructura básica de la vivienda que nos proteja de las condiciones climáticas, que les proporcione intimidad respecto al exterior, y entre sus miembros para facilitar la vida familiar; y que les permita minimizar los requerimientos de la tarea doméstica.

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motor), o por la necesidad de acarreo de agua. En promedio, los niveles de carencia de equipo ahorrador medidos por el índice son similares con independencia de la insuficiencia de ingresos; es decir, parece no tener mayor impacto en la carga doméstica de hogares pobres. Según la mecánica del índice, la mayor presencia de menores explica parcialmente la pobreza de tiempo (pero doblemente, aumentando la intensidad del trabajo doméstica cuando no asisten a un servicio de cuidado -ITD-, y/o aumentando directamente los requerimientos de los labores domésticos (RTJD) en la escala de Boltvinik). Tampoco el mayor tamaño promedio parece sustentar su imagen clásica como determinante de la pobreza de ingresos, y su extrapolación “teórica” a la pobreza de tiempo. De hecho, el tamaño promedio de los hogares pobres de tiempo es relativamente menor (2.26) comparado con los hogares pobres por ingreso (4.28) o por NBI (2.58). Es decir, la composición socio demográfica es muy determinante cuando las horas trabajadas en el hogar están próximas a la norma, y menos a medida que la superan considerablemente. Cuando los hogares no tienen carencias en la condiciones de la vivienda, y acceden a sistemas adecuados de evacuación de excretas, alumbrado eléctrico, y no sufren hacinamiento, la incidencia de la pobreza muestra niveles similares de pobreza de tiempo que en la población total. Cuando se acumulan una o más NBI, entonces la incidencia de la pobreza aumenta muy moderadamente. Dichos niveles de pobreza de tiempo homogéneos y similares al nivel de la población general, se explican por dos fatores. Una tendencia a la disminución de las horas trabajadas (muy por debajo del promedio de los hogares pobres de tiempo); y una conformación socio demográfica de sus miembros y cargas domésticas relativamente altas, que compensan horas de trabajo extra doméstico por debajo del umbral aceptable (dada la síntesis que realiza el índice ET entre trabajo doméstico y extra doméstico). De lo contrario, se esperaría que un aumento importante de las horas destinadas al mercado de trabajo elevase los niveles de pobreza de tiempo por encima del nivel de la población general. Esto, considerando la hipótesis razonable según la cual algunas NBI no consideradas en el índice aumentarían factiblemente la

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carga doméstica del hogar. Por esa razón, la utilización “aislada” del índice puede resultar inexacta18. Como se acaba de sugerir, el índice ET combina dimensiones conceptuales distintas y asociadas a problemas domésticos y extra domésticos también diversos. Definir como pobres de tiempo por exceso de trabajo y/o por carecer de recursos para enfrentar la carga doméstica, hace que dos hogares sean pobres de tiempo por indicadores distintos y conceptos complejos. Eventualmente, puede que la pobreza de tiempo según este índice determine situaciones de privación cualitativamente distintas. Por una parte, esto posibilita un abordaje conceptual y empírico complejo, que recoge múltiples de los determinantes de la pobreza de tiempo. Sin embargo, combinar dimensiones explicativas diversas, dificulta su traducción en programas sociales concretos para enfrentar la carencia de tiempo, así definida. Cualquier programa que pretenda aliviar el exceso de tiempo de trabajo debe considerar las características de los grupos sociales específicos a los cuales se dirige, y definitivamente, enfocar con mucha precisión cuál de los determinantes pretende atender: trabajo doméstico o extra doméstico.

Cuestión resuelta por Boltvinik integrando ingresos, NBI y tiempo en el “MMIP mejorado”. Es justo advertirlo, ejercicio no realizado en éstas páginas. 18

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