El templo inutil, o la divinidad desesperante del joven Neruda

September 8, 2017 | Autor: Luis Aranguiz | Categoría: Literature and Religion, Pablo Neruda, Poesia Chilena
Share Embed


Descripción

El templo inútil, o la divinidad desesperante del joven Neruda

Luis Aranguiz-Kahn Publicado en la revista online Critica.cl, 2013

Pablo Neruda (1904-1973) fue un sujeto multifacético. En su recorrido de vida no encontramos solo poesía, sino también una amplia acción política reflejada en su experiencia como senador, miembro del Partido Comunista y su ejercicio como embajador –incluso encontramos una precandidatura a la presidencia-. Sin embargo, nadie dudaría en reconocer que Neruda fue, ante todo, un poeta. El valor de su palabra fue reconocido mundialmente cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1971, y su escritura ha sido abordada desde diversos enfoques y temáticas. Pero todas ellas tienen un problema: y es que la poesía de Neruda es lo suficientemente vasta como para poder ser explicada a partir de un solo par de poemas. A 40 años de su muerte, nuestro interés es ingresar al pensamiento poético de Neruda en torno a Dios y la religión a través de dos poemas contenidos en Crepusculario, la primera de sus obras. No pretendemos ni remotamente explicar lo que Neruda piensa de ambos temas porque eso significaría un trabajo de enorme proporción. Nos limitaremos únicamente a lo que se formula desde Crepusculario con el deseo de que esta breve contribución sirva de aproximación a la relación del poeta chileno con lo divino.

I.

Crepusculario

El poemario al que nos aproximamos tiene dos características particulares. La primera de ellas es que fue publicado en 1923, es decir, cuando Neruda tenía 19 años: se trata de una obra de juventud. La segunda es que, debido a esto mismo, no se puede pretender encontrar en ella al Neruda maduro del Canto General y otras obras posteriores. Sin embargo, al igual que con otros autores, este poemario probablemente contenga algunos de los tópicos iniciales sobre los cuales Neruda construirá su poesía posterior. Por eso es que las condiciones antes mencionadas no implican una lejanía con el resto de su producción.

Los poemas que revisaremos son Esta Iglesia no Tiene y Pantheos. Para Jaime Alasraki, ambos contienen „temas menores‟ (1965:113) en relación al resto del libro. Sin embargo, ambos están ubicados al inicio del libro y situados uno después del otro en el orden mencionado. Esta correlación no puede ser accidental, y es por eso que le prestamos atención. Si hay un área en Neruda sobre el cual se ha hablado poco es la cuestión metafísica, y aunque parezca un tema menor, eso no significa que deba ser ignorado

II.

o

relegado

a

segundo

plano.

“Esta iglesia no tiene”

Esta iglesia no tiene lampadarios votivos, no tiene candelabros ni ceras amarillas no necesita el alma de vitrales ojivos para besar las hostias y rezar de rodillas. El sermón sin inciensos es como una semilla de carne y luz que cae temblando al surco vivo; el Padre-Nuestro, rezo de la vida sencilla, tiene un sabor de pan frutal y primitivo... Tiene un sabor de pan. Oloroso pan prieto que allá en la infancia blanca entregó su secreto a toda alma fragante que lo quiso escuchar... Y el Padre Nuestro en medio de la noche se pierde, corre desnudo sobre las heredades verdes y todo estremecido se sumerge en el mar...

Sobre este poema hay que decir que fue conflictivo desde el punto de vista marxista. Como se sabe, Neruda fue miembro del Partido Comunista, y Efraín Szmulewicz ha señalado que sus compañeros veían en “Esta iglesia no tiene” una especie de desviación ideológica (1975:25). ¿Por qué Neruda, que se supone era marxista –esto implica materialismo histórico y ateísmo-, iba a escribir sobre lo religioso? La verdad es que Crepusculario fue publicado en 1923, y Neruda aún no tomaba decisiones políticas claras. Recordemos que su ingreso formal al partido comunista será recién en 1945 – ¡más de veinte años después!-. Por lo tanto, no es extraño que en este libro se puedan reconocer inquietudes de orden metafísico o religioso, sobre todo considerando que es su primera obra publicada y, en gran medida, fruto de sus cuestionamientos juveniles.

En este poema Neruda esboza un juego dicotómico en torno a la religión en las categorías tener/no-tener. Una distinción necesaria es que el hablante no entiende „iglesia‟ en sentido teológico-institucional pues si se tratara de la Iglesia Católica, probablemente habría colocado „iglesia‟ en mayúscula. Sin embargo, quedan tres sentidos discutibles: el teológico-místico como „cuerpo de Cristo‟, el social como „grupo de creyentes‟, y también podríamos decir que es, mas menos, sinónimo sígnico de „templo‟. Otros objetos líricos importantes son el „sermón‟ y el „Padre-Nuestro‟, a los cuales aludiremos oportunamente. ¿Qué no tiene la iglesia? Desde el inicio el hablante lírico despoja al templo de algunas cualidades fundamentales. No tiene “lampadarios votivos”, “candelabros ni ceras amarillas”. Es decir, estamos dentro de un recinto casi vaciado de los elementos rituales, especialmente de velas para rogativas. Sin embargo, pareciera ser que en la segunda parte de esta primera estrofa el significado de iglesia mutara levemente. Pues se dice de ella que no necesita “el alma de vitrales ojivos para besar las hostias y rezar de rodillas”. Aquí „iglesia‟ adquiere connotaciones humanas, se trata de una personificación. En la segunda estrofa aparece un segundo objeto lírico, el „sermón‟, del cual se dice que “sin inciensos es como una semilla / de carne y luz que cae temblando al surco vivo”, y luego aparece de inmediato el tercer objeto: el „Padre-Nuestro‟, del cual se dice que es “rezo de la vida sencilla” y que “tiene un sabor de pan frutal y primitivo”. Notemos que ya no se habla en sentido negativo, sino positivo en torno a las cualidades de los objetos líricos. Mientras que la iglesia no tiene determinadas cualidades, tanto el sermón como el Padre-Nuestro tienen algunas que agradan al hablante. Cuando se compara al sermón con la semilla, se está ingresando a un universo semántico que lo vincula directamente con la vida y también con la teología cristiana. Este sermón o „palabra hablada‟ es como una semilla arrojada al campo que puede germinar, que “cae temblando al surco vivo” y cuando el hablante señala que es una semilla de carne y luz puede vinculársele con Cristo pues ambos conceptos poseen profunda significación teológica. En efecto, según San Juan, Cristo es el verbo hecho carne (Jn. 1, 14), y según lo registra el mismo evangelista, Cristo dijo de si mismo ser „la luz del mundo‟ (Jn. 8, 12). Por lo tanto, es posible señalar que „sermón‟ posiblemente sea una forma simbólica de referirse a Cristo.

Notemos ahora otro detalle. El enlace entre el sermón y el Padre-Nuestro está mediado por el signo ortográfico de dos puntos, lo cual indica una apertura temática, como si el Padre-Nuestro fuera originado por la semilla que ha germinado en el campo. La relación es evidente, pues el Padre-Nuestro es un modelo de oración que Cristo le dejó a sus discípulos (Mt. 6, 6ss). En la tercera estrofa se destaca que el Padre-Nuestro “allá en la infancia blanca entregó su secreto a toda alma fragante que lo quiso escuchar”, y luego en la cuarta estrofa se dice que “en medio de la noche se pierde”, que “corre desnudo sobre las heredades verdes y todo estremecido se sumerge en el mar”. ¿Qué es este Padre-Nuestro? ¿Será acaso que su sabor de pan reemplaza a la hostia física que la iglesia no necesita; que corre desnudo porque es libre y no está encerrado en ese templo oscuro con velas, y que por esa libertad puede sumergirse en el mar? Tal vez lo que entrañe esto es que la oración es libre, y no puede encerrarse en un sitio determinado. La alusión a la entrega de los secretos en la infancia es un correlato de la ocasión en que Jesús señaló que el misterio el Reino de Dios fue ocultado para los sabios y revelado a los „niños‟ (Mt. 11, 25ss.) La lectura de este poema es una alegoría que distingue claramente la religiosidad ritual de lo divino. Se trata de una ilustración que muestra la diferencia fundamental entre la religiosidad de los templos y la relación directa con lo divino. Mientras que en las iglesias hay una serie de elementos típicos del rezo y la rogativa –como candelabros, ceras, lampadarios- el Padre-Nuestro corre libre por los prados verdes. Este poema se trata, en última instancia, sobre la libertad de la cercanía a Dios más allá de los ritos. El Padre-Nuestro como símbolo de la oración es el legado que deja la proclamación o plantación de la semilla de carne y luz que es Jesús. A Él se le puede encontrar en todo lugar. Por último, cuando se dice que el Padre-Nuestro tiene sabor a pan, la alusión sígnica bíblica es evidente. Cristo dijo ser „el pan de vida‟ (Jn. 6, 35), y en La Última Cena esta declaración adquiere un significado aún más importante cuando ofrece pan indicando que es „su cuerpo‟. El Padre-Nuestro -o la oración, o la comunicación con lo divino más allá del templo- es mayor que el rito de comer la hostia con el cual se pretende significar la comunión con lo divino. Así, en el poema se anula la ritualidad mediadora para dejar al hombre solo frente al sermón –a Jesús, sus palabras, su persona-.

Esta crítica poética al rol del rito en la comunicación con lo divino ya la han hecho otros poetas anteriormente, y con el mismo énfasis en la búsqueda de Dios por sobre las imposturas religiosas. Uno de los que lo hizo es William Blake.

III. “Pantheos”

Oh pedazo, pedazo de miseria, ¿en qué vida tienes tus manos albas y tu cabeza triste ? ...Y tanto andar, y tanto llorar las cosas idas sin saber qué dolores fueron los que tuviste. Sin saber qué pan blanco te nutrió, ni qué duna te envolvió con su arena, te fundió en su calor, sin saber si eres carne, si eres sol, si eres luna, sin saber si sufriste nuestro mismo dolor. Si estás en este árbol o si lloras conmigo, ¿qué es lo que quieres, pedazo de miseria y amigo de la cansada carne que no quiere perderte ? Si quieres no nos digas de qué rimo somos, no nos digas el cuándo, no nos digas el cómo, pero dinos adónde nos llevará la muerte...

En este poema observaremos una variación en relación a “Esta iglesia no tiene”. El hablante tiene una actitud lírica de consternación. En efecto, Alain Sicard ha dicho que se trata de una interrogación por la condición humana en la cual también se evidencia una profunda angustia (1981:20). El título tiene directa relación con el Panteísmo, idea filosófica que plantea –dicho muy básicamente- que Dios puede ser encontrado en todo, porque Dios es todo. La pregunta con que se inicia el poema es determinante: “Oh pedazo, pedazo de miseria, en qué vida tienes tus manos albas y tu cabeza triste?”, y luego “y tanto andar, y tanto llorar las cosas idas sin saber qué dolores fueron los que tuviste”. „pedazo de miseria‟ es la forma en que el hablante se dirige a un interlocutor. En la segunda estrofa se resalta la ignorancia de este „pedazo de miseria‟, pues no sabe qué pan blanco lo nutrió, qué duna lo envolvió en arena y fundió en calor; no sabe si es carne, sol, luna, si sufrió „nuestro dolor‟. Va notándose que „pedazo de miseria‟ es ignorante en torno a su naturaleza.

La tercera estrofa es una pregunta condicional desafiante: “si estás en este árbol, o si lloras conmigo”, “qué es lo que quieres, pedazo de miseria y amigo de la cansada carne que no quiere perderte?” Al hablante no le importa tanto saber dónde está ni quién es, sino que responda sus cuestiones fundamentales. Le pide saber si acaso quiere algo de él, con tal de recibir la respuesta que necesita. La última estrofa es una resignación: “si no quieres no nos digas de que racimo somos, no nos digas el cuándo, no nos digas el cómo, pero dinos adónde nos llevará la muerte”, Y aquí vemos también cuál es la pregunta que el hablante, suponemos, había hecho desde antes del poema: ¿A dónde nos lleva la muerte? Se trata de una cuestión existencial, y entonces se explica claramente su angustia y desesperación. El hablante ignora lo que sucede con el ser después de morir, y esto lo lleva a una profunda interpelación a la deidad. Sin embargo, a diferencia de “esta iglesia no tiene”, aquí no se habla del Dios cristiano, sino de una entidad abstracta, un dios que podría ser el sol, la luna, de carne… que podría o no haber sufrido como nosotros. Y se le muestra como una entidad que ella misma ignora estas cosas. En suma, podría decirse que estamos ante una deidad gnóstica en cuanto su lejanía con el hombre, y que pareciera no estar interesada en responder acerca del destino del ser humano después de la vida. Este „pedazo de miseria‟ es ese dios que guarda silencio ante el hombre, que no responde sus preguntas, en suma: un dios que abandona. Lo desconcertante para el hablante es que a este Dios se le puede encontrar en todo lugar, pero eso no significa en absoluto que brinde alguna explicación sobre la existencia del ser humano.

III.

Conclusiones

La razón por la cual escogimos estos dos poemas fue observar las abismantes distancias entre ambos. Aunque el tema que se trata es similar, la forma de abordarlo es hondamente diferente. Lo interesante es que ambos estén contenidos en el mismo poemario, y seguidos uno del otro. Notemos que la correlación es desde una visión positiva a una angustiante. Tal vez esto indique que, para el poeta, lo divino puede producir ambos efectos. En “Esta iglesia no tiene”, estamos frente a una proclamación por un acercamiento a lo divino que esté libre de elementos religiosos rituales que, para el hablante, no

necesariamente acercan al hombre a Dios. “Pantheos”, que es el poema siguiente, pareciera ser justamente ese esfuerzo de comunicarse con Dios más allá de la religión, de no usar ritos sino sólo la pregunta directa a la deidad. Pero como notamos, ese esfuerzo no tiene resultado alguno. Parece que en el primer poema el hablante estaba esperanzado en que, dejando de lado el rito y buscando a Dios fuera de la religión directamente, tendría un acceso diferente hacia la divinidad. Pero en Pantheos esa esperanza se desvanece. Parece que no se cumplieron sus expectativas. Pasó del Dios cristiano al Deus absconditus. No está en cuestión ni la existencia de Dios, ni su capacidad de oír, ni su reclusión a cierto tipo de religiosidad determinada. Hay una tensión entre Jesús, ese sermón divino encarnado que es alimento como el pan, y esa miseria –o hambre- que es el desconocido dios silencioso. La cuestión fundamental en Crespusculario es si Dios contesta o no, y este es un problema que no concierne sólo a las religiones, sino al hombre mismo frente a lo divino.

Bibliografía. -Alazraki, Jaime. Poética y poesía de Pablo Neruda. New York: Las Américas Publishing Company, 1965. - Sicard, Alain. “Hacia la „Tentativa del hombre infinito‟”, en El pensamiento poético de Pablo Neruda. Trad. Pilar Ruiz Va. Madrid: Gredos, 1981: 15-62. -Szmulewicz, Efraín. Pablo Neruda, Biografía emotiva. Santiago: Almendros-Orbe, 1975.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.