El temerario y deslenguado Dr. Perujo - Selección: Introducción

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Descripción

INTRODUCCIÓN “No es preciso limitarse a biografiar solo sujetos que están en la historia oficial y tradicional. Eso sería otra forma de continuar en la historia biográfica la historia de los héroes. Los sujetos ‘normales’ pueden mostrar mucho del contexto cotidiano, como en el caso de Chiesa,I o sorprender, como en el caso de MenocchioII”(Greyce Kely Piovesan, Biografia, trajetória e história).1

Retirada de la carretera entre Maldonado y San Carlos hay una intrigante casona del siglo XIX. La gente conoce el nombre, “Cortijo del Carmen”, pero poco de su historia y nada de quien mandó construirla, un inmigrante español que partió apresuradamente de España el año de la caída de la Primera República Española y en Uruguay consiguió hacerse sitio y cierta fama y fortuna, principalmente en Maldonado. Con metas claras, Carlos Perujo recorrió en Uruguay algunos de los mejores caminos que su tiempo le ofrecía para lograr ascenso social y económico: la universidad, clubes de elite, la judicatura y la política. Su vida fue todo menos rutinaria y más de una vez estuvo en el ojo de alguna tormenta. La muerte temprana, la falta de destaque público de sus hijos y la escasa descendencia de estos, desdibujaron el recuerdo del Dr. Perujo –como se lo conoció en su tiempo-. Irónicamente, a pesar de haber sido un miembro prominente de la sociedad fernandina y de la carolina, es más fácil encontrar su nombre en historias de Rivera (donde dirigió el primer periódico departamental y presidió la primera Junta Económico-Administrativa, en 1885) que en Maldonado. El propósito de este libro, sin embargo, no es tanto recuperar la memoria de un individuo “normal”, al decir de Piovesan, sino conocer el mundo en que vivió, el entramado social, las idiosincrasias, las actividades públicas y privadas, la vida corriente, los asuntos políticos de su época, y contribuir a la historia regional. Enfoque La historiografía atenta a los grandes personajes (“grandes” por influencia política, económica o ideológica) ha relegado a la mayoría de los individuos al anonimato. Afortunadamente, el género biográfico tiende a distanciarse del I

Giovan Battista Chiesa, exorcista y personaje principal del libro de Giovanni Levi, La herencia inmaterial (1990), que estudia las relaciones sociales y económicas del campesinado italiano en los siglos XVII y XVIII alrededor de la historia del sacerdote. II Molinero italiano condenado por la Inquisición en 1601. El queso y los gusanos (1976), del historiador italiano Carlo Ginzburg, reconstruye su vida (que de otro modo hubiera permanecido en el anonimato) y el entorno en que vivió.

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enfoque tradicional, que pecaba además por relegar el entorno social a un rol secundario. Entre el público continúa presente cierta reverencia a los Individuos y probablemente la biografía de un aristócrata atraiga más que la de un labrador, aun si este último integró la mayoría de sujetos anónimos que construyen una sociedad. La importancia a menudo no tiene que ver con talentos y virtudes, sino con accidentes de la fortuna: un legislador que llegó al cargo no por inteligencia sino por lazos de familia, un jefe político nombrado para el puesto gracias a sus amistades, etc. Luego pasan a la historia escrita, mientras la granjera que crió sola a siete hijos tras enviudar o la mujer que se refugió en su familia y la religión tras ser abandonada por un cazafortunas, a pesar de todo lo que tienen para enseñarnos como experiencias de vida, a veces no despiertan tanto interés como los títulos y honores. Quizá sea la herencia colonial, todavía presente, que criticó Marcos Cantera Carlomagno.III Todos queremos ser recordados, pero no todos quieren conceder ese honor a sus pares. Por estas consideraciones, Carlos Perujo fue afortunado al quedar a medio camino entre el hombre “corriente” y el “digno” de ser biografiado, y gracias fundamentalmente a que ocupó un puesto público en el Interior y a que publicó un periódico, salió del anonimato en su tiempo y lo hace otra vez hoy. Conoció muchos sitios (en Uruguay vivió en Montevideo, Maldonado, Tacuarembó y Rivera), al tiempo que llevó una vida dinámica y socialmente activa (entre cariños y enemistades). Fue estudiante, juez, político, periodista, esposo, padre y más. Una abundante correspondencia, documentación variada, enseres y aportes de la tradición oral descubren el sentir y pensar de Perujo y su mundo. La reconstrucción de su vida pasea por historias y crónicas del siglo XIX: inmigración, sociabilidad, romance, moral, extranjeros y nacionales, religión, salud, celebraciones, famas, fortunas y numerosos detalles más provenientes del microcosmos de un personaje único como todo individuo pero al mismo tiempo parte de la realidad de su momento y lugar. La trayectoria de vida de Perujo se convierte en un viaje por el pasado en el que él es el pasajero principal, el lector su acompañante y los cuadros de historia el paisaje que aparece y desaparece. Tres objetivos impulsaron esta investigación: 1) La revalorización del individuo común. 2) La exploración del pasado bajo la inspiración de varias corrientes historiográficas, como la microhistoria,IV la historia de las

III

La herencia, Montevideo, Tradinco, 2009. Corriente que investiga hechos y personajes cuya historia pasaría inadvertida. Prefiere lo particular pero no olvida lo social, observa en detalle el pasado y se enfoca en los sectores populares. IV

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mentalidadesV y la historia regional, usando como vehículo el género biográfico. 3) Contribuir al conocimiento de la historia local. La historia de las mentalidades trata de las formas de pensar, de las actitudes, de las visiones y sensibilidades, de lo cultural antes que lo político en una sociedad. La microhistoria postula el interés por los hechos acaecidos en espacios reducidos, a veces dejados de lado total o parcialmente por la preferencia dada a los estudios generales (que no permiten una profundización adecuada en áreas restringidas) o por la negligencia más o menos consciente al considerar los factores de desenvolvimiento histórico de un país o espacio geográfico amplio en general. Finalmente, se habla de historia regional o historia local, lo segundo más adecuado aquí porque no se tratan regiones sino localidades: partes de la historia de Montevideo, San Carlos, Tacuarembó y Rivera, pero especialmente de la fernandina, se enlazan a la historia de Carlos Perujo. La historiografía de Maldonado no ha sido abundante en comparación con la nacional o montevideana. De lo producido, no mucho se ocupa de la segunda mitad del siglo XIX, menos trata de la vida cotidiana y probablemente no existan verdaderamente investigaciones sobre las sensibilidades. Aquí es donde hemos procurado hacer un aporte, en un terreno inexplorado en Maldonado (si bien, como queda claro, no solo de Maldonado se trata en esta biografía). Fuentes Se procuró relevar exhaustivamente todas las fuentes posibles, incluyendo: a) El archivo de la familia Perujo. Tesoro para historiadores, se conserva abundante a pesar del transcurso de las generaciones y vicisitudes particulares (como una mudanza). Incluye correspondencia, documentos, fotografías y objetos personales. b) El archivo del Museo Mazzoni. Luego trasladado al Centro de Documentación Departamental de Maldonado (valiosa repartición que, desde su fundación por la historiadora María A. Díaz de Guerra, se ocupa de salvar el pasado del departamento). Incluye papelería que originalmente había sido donada por una de las hijas de Carlos Perujo. c) Testimonios orales, especialmente los recuerdos de María del Carmen de León Perujo, quien más tiempo convivió con los hijos del Dr. Perujo que continuaron viviendo en la casona y contaron historias sobre sus padres. V

Un exponente local de una modalidad de la historia de las mentalidades fue José Pedro Barrán con su Historia de la sensibilidad en el Uruguay, que se propuso “analizar la evolución de la facultad de sentir, de percibir placer y dolor, que cada cultura tiene y en relación a qué la tiene”, “más que una historia de los hábitos del pensar en una época –aunque también puede incluirlos-, una historia de las emociones; de la rotundidad o la brevedad culposa de la risa y el goce; de la pasión que lo invade todo, hasta la vida pública, o del sentimiento encogido y reducido a la intimidad; del cuerpo desenvuelto o del encorsetado por la vestimenta y la coacción social que juzga impúdica toda soltura” (T. 1, p. 11).

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También fueron valiosos los aportes de Artigas de León Perujo y los de María Emilia y Raúl Perujo Pita, estos últimos más a propósito para la continuación de esta historia en los años siguientes a los que ocupan este libro. d) Prensa, tanto de Uruguay (de Montevideo, Maldonado, San Carlos, Rocha, Tacuarembó y Rivera) como de España. e) Fuentes bibliográficas, libros editados en vida del Dr. Perujo y vinculados directa o indirectamente a él (porque lo mencionan o porque transmiten los conocimientos y visiones del mundo de entonces). Hay más. La lista completa se puede consultar en la sección Fuentes y Bibliografía. Las mayores limitaciones se sintieron para recrear los años de España, escasos en documentación existente en Uruguay y con el gran obstáculo de la distancia geográfica. Empero, gracias al auxilio de Internet y a la digitalización de información, los obstáculos se redujeron notablemente y fue posible recuperar datos específicos vinculados a la historia de Perujo y reconstruir escenarios particulares a partir de fuentes generales. Marco temporal, estructura y puntualizaciones A los efectos de su estudio, la trayectoria de vida de Carlos Perujo (1849-1902) ha sido dividida en períodos. El que aquí se presenta recorre de 1874 a 1883 primero, etapa marcada por dos hechos significativos: el arribo a Uruguay y el final de su paso por la judicatura. El análisis habla de los inmigrantes, la inestabilidad política, la universidad y los abogados, la sexualidad, la posición de la mujer, los noviazgos, la colectividad extranjera, la situación del Poder Judicial y los jueces, la religiosidad, la vida comunitaria en el Interior, un conflicto diplomático con España, las violaciones a los derechos individuales en el período y lo que la prensa llamó la “tenebrosa cuestión” de Sánchez Caballero, entre otros puntos. Luego, en un apéndice se recrea el trayecto previo a la partida de España, explorando el entorno socioeconómico, político y geográfico de Perujo, con énfasis en la familia, la educación y las experiencias que probablemente influyeron en la formación de su carácter. En cuanto a la estructura, las opciones más típicas del modelo biográfico seguían dos grandes lineamientos: división temática y elaboración cronológica dentro de cada asunto (por ejemplo: la abogacía; la judicatura; el periodismo; la vida familiar) o la primacía de lo cronológico con mención a los ítems temáticos a medida que surgieran. El modelo utilizado aquí combinó y modificó los anteriores, dando por resultado las siguientes características: a) orden temporal; b) complementación de hechos singulares de la vida del Dr. Perujo con otros generales del país; c) detenimiento en puntos específicos de mayor interés para el

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estudio de la época o de la trayectoria del personaje (por ejemplo, el noviazgo); d) la combinación del eje biográfico con historias destacadas e historias menores. Normalmente asociamos cada nuevo año con un nuevo ciclo. Algo similar ocurría en tiempos de Perujo, evidente en los calendarios y almanaques impresos y en los diarios personales. Por esta razón la exposición se divide en ciclos anuales, como la idea que de su propia vida posiblemente tuvo. En los casos en que las fuentes eran insuficientes para recrear un año en particular, se optó por reunir más de uno en el mismo capítulo y/o suplir la ausencia de fuentes directas con fuentes indirectas (por ejemplo, información sobre los estudiantes del período del instituto liceal). Resumir las vidas de Perujo y de la gente de su tiempo les hubiera quitado dinamismo. Por ejemplo, englobar los múltiples traslados con la frase “viajó frecuentemente” no captaría el penoso esfuerzo de emprender, una y otra vez, travesías de 10 o 12 horas en incómodas diligencias. Además, buscando un pulso narrativo que vinculara emocionalmente al lector con el personaje histórico y su época, pareció fructífero imaginar vagamente un formato de diario personal, con “anotaciones” no solo en orden anual sino también –de ser posible– mensual, semanal e incluso por día, variadas en contenido y significación, siempre y cuando no confundiera el discurso histórico. Unas últimas puntualizaciones: - De muchos personajes mencionados en esta historia fue posible encontrar información biográfica en fuentes y bibliografía, pero lamentablemente no de todos. Por eso, junto a algunos nombres se notará la ausencia de nota de referencia. En otros casos, la razón no fue la ausencia de datos sino la poca relación del personaje con las investigaciones principales. - Las notas explicativas a pie de página añaden comentarios útiles para mejor comprender la historia o para profundizar en un punto en particular, mientras que en una sección aparte las notas de referencia indican la fuente de procedencia de lo que se dice. Esta investigación ha sido hecha con dedicación, método y espíritu crítico ante dificultades propias del género biográfico.VI Está lejos de ser perfecta, en particular debido a la diversidad y extensión de los puntos tratados, pero, como aprendí de un amigo: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.VII ***

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Cfr. BOURDIEU, Pierre, La ilusión biográfica y PIOVESAN, G. K., Biografia, trajetória e história (datos completos en Bibliografía). VII Dante Turcatti, historiador y profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación , UDELAR.

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CAPÍTULO I El affaire de los magistrados ¿Le vio las patas a la sota?I

1882 Primera parte: “Acendrado cariño”. Dolencia El 17 de julio de 1882, el juez letrado departamental de Maldonado, Dr. Carlos Perujo, partió a Montevideo “con el objeto de restablecer su quebrantada salud”II, según informó el periódico fernandino El Porvenir.2 El viaje en diligencia, si no empeoró el estado del magistrado, por seguro no lo mejoró. Querría encontrar algo más que una segunda opinión, como consultar a algún especialista, a un médico más capacitado que los de la zona o buscar un tratamiento para su padecimiento, porque de otro modo no habría emprendido un viaje tan agotador, incómodo, de aproximadamente diez horas de traqueteos. Ya había sido notificado del acuerdoIII del Superior Tribunal de Justicia (antecesor de la actual Suprema Corte de Justicia) de fecha 15 de julio, que lo trasladaba a Tacuarembó.IV La noticia se había extendido por Maldonado, generando gran inquietud, aun antes de que la prensa la divulgara (lo que ocurrió el 20 de julio). Apenas horas después del arribo de Perujo a Montevideo, el inspector departamental de escuelas Eugenio Ruiz Zorrilla, le envió un telegrama (recibido en Montevideo a las 11:30 a.m. del 18 de julio) en el que tres de las cuatro oraciones versaban sobre la posible mudanza: “Diga su estado de salud. Población desea saber si acepta traslado a Tacuarembó. Dígnese contestar inmediatamente para proceder como corresponde. Hay gran ansiedad”.3 Incluyó dos preocupaciones: suya o de todos la primera (la redacción no lo define) y decididamente general la segunda. Esta, por merecer la mayor parte del telegrama, parece haber sido la razón principal de tan pronto envío (no obstante, Ruiz Zorrilla tuvo la delicadeza de priorizar la pregunta I

Regionalismo rioplatense (Diccionario de la Lengua Española, ed. 2001) nacido de los juegos de baraja española. Lo emplea El Liberal de San Fructuoso el 14 de enero de 1886 (p. 2). Significa que se vislumbran o descubren las señas de algo negativo semioculto. II La cursiva para palabras, frases o párrafos entre comillas, aquí y a lo largo del presente trabajo, señala que la cita proviene de una fuente. III Acuerdo decisión de un cuerpo colegiado, como un tribunal, sobre alguna cuestión determinada, en la que tiene jurisdicción y la potestad de hacerla cumplir. IV Dado que el telegrama del 18 de julio, que se comentará seguidamente, da por sentado que a esta fecha Perujo ya sabía de su traslado, la notificación sólo pudo llegarle el 16 de julio (no el 17, porque la diligencia partía muy temprano), un día después de la resolución.

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sobre la salud, que encabeza el mensaje). El “proceder como corresponde”, a la luz de lo que siguió, serían la movilización del vecindario en apoyo al juez si este decidía quedarse en Maldonado o la resignación en caso contrario. Aunque el motivo del viaje a Montevideo había sido la salud, Perujo aprovecharía la estadía para disputar la resolución del Tribunal.V Cambios de jueces En Montevideo, el 15 de julio de 1882,VI “estando en Acuerdo General de Justicia los Tribunales Superiores de Apelaciones, y presentes los infrascriptos secretarios, dijeron: Que por razones de mejor servicio público, pase el señor Juez L. Departamental de Tacuarembó, Doctor Don Antonio Varela Stolle,VII a desempeñar el mismo cargo en el Departamento de Maldonado, trasladándose el de éste, Doctor Don Carlos Perujo, al de Tacuarembó. Comuníquese, publíquese.”4 La novedad cayó muy mal entre fernandinos y carolinos, hartos de mudanzas de jueces y contentos con el magistrado que tenían. Perujo, por su parte, no quería dejar Maldonado. En Tacuarembó, en cambio, hubo quienes se alegraron de la salida de su juez. En la prensa local, el acuerdo del 15 fue publicado en San Carlos recién el 20 de julio 5 y en Tacuarembó un poco más tarde, el 23.6 El telegrama de Ruiz Zorrilla fue enviado al número 64 de la calle Rincón (vieja numeración), entre Treinta y Tres y Misiones,7 a media cuadra de la plaza Constitución, un sitio de la confianza de Perujo (tienda conocida, agencia, etc.) donde podía recoger la correspondencia o su domicilio temporario en la capital (quizá la casa de un amigo del Club Español de Montevideo).VIII El 23 de julio, las poblaciones de San Carlos y Maldonado eran informadas de las últimas noticias simultáneamente. La explicación de las intenciones de Perujo se repitieron, con similares palabras, en los dos periódicos locales (El Porvenir de V

Para ocuparse del asunto del traslado no necesitaba viajar a la Capital. Además, tenía planeado el viaje al menos desde el 16, día en que lo anunció El Porvenir, sin alusión a ninguna otra razón que la salud. VI El Porvenir (20 de agosto de 1882, n. 21, p. 3) erróneamente lo fecha el 13. VII Antonio Varela Stolle nació en 1821 en Santiago de Compostela, España. Estudió Derecho y ejerció la abogacía en su ciudad natal y en Madrid. Participó como redactor y colaborador en revistas jurídicas y publicó un libro sobre Derecho Romano. Emigró a Uruguay en 1873, ejerció como abogado y fue fiscal y juez letrado de Cerro Largo, Tacuarembó y Maldonado. Formó parte del grupo fundador del Centro Gallego de Montevideo, el más antiguo de su clase en el mundo, y se convirtió en el primer presidente de la institución. Falleció en Montevideo en 1889. VIII Las compañías de telégrafos tenían oficinas en Misiones, Cerrito, Sarandí y Zabala, no en Rincón, y el correo estaba en Sarandí (ARAÚJO, Orestes, El Indicador Oriental, 1876, pp. 204-205 y 261), de modo que, si las ubicaciones no habían cambiado entre 1876 y 1882, el telegrama no fue enviado a retirar en una agencia de comunicaciones. El número 64 difícilmente fuera un hotel, ya que estaba fuera de la zona hotelera, y ninguno de los establecimientos de alojamiento temporario (pensiones, hoteles, fondas) identificados por Araújo se encontraba en la calle Rincón. Además, Perujo tenía conocidos en Montevideo y seguramente podía contar con la hospitalidad de más de uno de ellos. Puesto que “La del Rincón es por excelencia la calle de los registros” (ARAÚJO, O., op. cit., p. 223), es decir, de casas mayoristas de importación, y la generalidad de los miembros del Club Español se dedicaba al comercio, tal vez su anfitrión era un socio del club con negocio y residencia en Rincón.

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Maldonado y El Eco del Pueblo de San Carlos), pero algunos detalles faltan en un periódico y aparecen en el otro, y viceversa. Las fuentes serían cartas del juez. La selección de pasajes y la presentación de las noticias que cada periódico hizo, tienta a reflexionar sobre lo que para cada cual era de esencia. Entre ambos sueltos, se reconstruye el desarrollo de la acción en estos días: Carlos Perujo envió cartas a Maldonado, en las que contaba las últimas novedades (El Porvenir). No estaba dispuesto a aceptar el traslado y, si el Tribunal persistía en la decisión, prefería renunciar al cargo y establecer un bufete en Maldonado (El Porvenir y El Eco del Pueblo). Esto es lo que le transmitió al presidente del Tribunal, con quien conferenció (El Eco del Pueblo). Se sentía “maldonadense” (El Eco del Pueblo). Mientras el remate de El Eco del Pueblo fue un frío “Eso prueba que nuestro Juez nos tiene cariño. Más vale así”8, El Porvenir llamó a la gente a la acción: “El pueblo, en nuestro concepto, debería hacer una pública manifestación, como en otros casos se ha hecho, para pedir al Tribunal derogue el acuerdo”9 (efectivamente, se había hecho algo así para retener al predecesor de Perujo, el juez Juan Ramón Bayley;IX la idea del periódico no era nueva: aparece entre líneas en el telegrama de Ruiz Zorrilla). Es de notar que Perujo no dijo “fernandino” ni “carolino”, sino “maldonadense”, indicando su confortabilidad con la zona en general, no con un área en particular. En ese sentido, la compra de un campo en la ruta que unía San Fernando de Maldonado y San Carlos simbolizaría ese afecto que extendía sus brazos a ambas localidades. En cuanto a su salud, ya debía estar repuesta, puesto que de otro modo la prensa habría dicho algo. La información de El Eco del Pueblo sobre las tratativas verbales del juez explica que transcurrieran más de dos semanas entre el acuerdo y la presentación del primer escrito (del que se hablará más adelante). Desprecio y aprecio Entretanto, en Tacuarembó las aguas tampoco estaban quietas. Varela Stolle no aceptaba la orden y se preparaba para declinar el Juzgado Letrado de Maldonado.10 Mientras en Maldonado la atención parecía tan enfocada en Perujo el individuo como en Perujo el juez, en Tacuarembó la preocupación giraba en torno al funcionamiento del juzgado. El 27 de julio El Liberal, en la villa de San Fructuoso (hoy Tacuarembó),X comentaba irónicamente los informes que le habían llegado de que ningún magistrado quería aceptar el cambio: “Estamos frescos, si ello es cierto, pues nos pasaremos de eternas vacaciones, como suelen pasarse los alumnos de la escuela de 2º. grado en esta Villa que si funciona seis meses, otros seis está clausurada.”11 IX

Cfr. capítulo “:La señorita Carmen: 1880”. El nombre original de la capital departamental fue cambiado al actual en 1912, cuando se la elevó a la categoría de ciudad. X

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A pesar de que al principio ambos jueces rechazaron la medida, Varela Stolle cedió (o, consciente del descontento popular hacia él en Tacuarembó, acató la orden), empacó y partió, “no sin antes haber sufrido algunas ligeras bromas de sus ex paisanos, pues en las primeras horas de la noche que precedió a su viaje y después, en los momentos de marchar la diligencia en que iba, le tiraron algunos cohetes”.12 La noche del 23 de julio, un grupo de españoles se apersonó en su domicilio para darle una serenata fúnebre. Hubo más, pero El Liberal omitió detalles porque la historia era conocida y “en el deseo de ser parcos, también, al narrar algo de tal incidente”. Expresó, sí, alivio “de que no hubiera llegado a los extremos a que pudo, causando indudablemente más de una desgracia personal quizá, sin la oportuna aparición del Sr. Jefe Político y otras personas”.13 Una carta del procurador Luis Beltrán desveló el misterio unos días después: un total de veinte a treinta españoles se había reunido para darle una cencerrada al juez. Estas demostraciones humillantes, insultantes y no exentas de algún grado de violencia, consistían en hacer ruidos molestos con cencerros, cuernos, metales, como burla o protesta. Alguien le avisó al Jefe Político, Carlos Escayola, y este se presentó en el lugar acompañado de empleados y también de Beltrán, el presidente de la Junta Económico-Administrativa14 y otras personas. La presencia de Escayola y sus empleados bastó para disolver la reunión cuando estaba a punto de iniciarse el acto (antepasado del moderno “escrache”). Al retirarse, la gente dejó latas y cencerros, prueba de sus intenciones. La Colonia Española y La España, diarios de la colectividad hispana en Montevideo, acusaron a Beltrán de proferir amenazas contra los congregados, y para desmentirlos el procurador escribió esta carta.15 Muchos censuraron el proceder del grupo de españoles “que fue a dar a aquel funcionario una serenata fúnebre, en su propio domicilio”, en palabras de El Liberal (como se dijo, solo se refirió explícitamente al recitado). La desaprobación llegó de personas sensatas “de diversas nacionalidades”,16 aclaración que evitaba acusaciones de xenofobia en un año en que los ánimos entre nacionales y extranjeros estaban caldeados. En contraste absoluto con San Fructuoso, en Maldonado y San Carlos se recolectaron firmas para pedirle al Superior Tribunal de Justicia la reposición de Perujo. Se formó una comisión integrada por Antolín Burgueño,XI Indalecio

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Antolín Burgueño nació alrededor de 1821 y contrajo matrimonio con Clotilde Pelaiz, en Maldonado, en 1845. Integró la Comisión Popular responsable de la construcción del edificio de la aduana de Punta del Este (1885). Falleció en esta ciudad en 1887. (DÍAZ DE GUERRA, M. A., Diccionario biográfico de la ciudad de Maldonado (1755-1900), p. 137).

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Bengochea,XII Juan Mier,XIII Casiano García,XIV Pedro LoustaneXV y Pedro Olivera,XVI quienes firmaron la petición a nombre de los vecinos (algunos de estos hombres habían participado ya en el caso del juez Bayley). Carlos AlegreXVII fue el encargado de llevar el escrito a Montevideo e inmediatamente partió a la capital.17

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Indalecio Bengochea nació en 1820, presumiblemente en Maldonado. Tuvo a su cargo la Receptoría de Aduana en Rocha. En 1873 formaba parte del directorio de la recién fundada Sociedad Filarmónica Armonía, en Maldonado. Integró la logia masónica fernandina Igualdad Humana (1884). Fue propietario del predio que hoy ocupa el Banco República, en Florida entre Sarandí y 18 de Julio (Cfr. DÍAZ DE GUERRA, M. A., Las ocho manzanas, y Diccionario biográfico de la Ciudad de Maldonado, p. 104, El Centro Paz y Unión de Maldonado entre dos siglos – 1884-1984, pp. 76 y 112). El apellido a veces aparece escrito “Bengoechea”. XIII Juan Mier era español, vecino de Montevideo primero y de Maldonado después. En esta ciudad desposó a Juana Nicasia Coello en 1854. Poseía una finca en la calle Sarandí, frente a la plaza principal. Falleció en 1888, en Montevideo, y el periódico El Conciliador, al dar la noticia, se refirió a él como un antiguo residente y comerciante de Maldonado y dueño de uno de los negocios almaceneros más renombrados en Montevideo, donde cerca de 40 años atrás había tenido su comercio (Maldonado, n. 30, 12 de julio de 1888, p. 2). También fue vicecónsul de España en Maldonado (DÍAZ DE GUERRA, M. A., Historia de Maldonado, T. I, p. 373). XIV Casiano García nació en España. En 1883 se lo eligió vicecónsul de España en San Carlos. Falleció en 1895, como comisario de la villa. XV Pedro Loustane nació en Francia y revalidó su título de farmacéutico en Uruguay. Se casó tres veces, enviudó dos y tuvo un total de diez hijos. En 1885 abrió su propia botica. Fue secretario de la Comisión Económico-Administrativa y alcalde ordinario. Su hijo Pedro Loustane Pérez (1869-1926), humanitario boticario, ha sido honrado con el nombre de una calle de San Carlos. (CENTRO DE INVESTIGACIONES DE SAN CARLOS, Nomenclátor carolino, “Loustane, Pedro”). XVI Pedro Olivera tuvo participación pública en San Carlos, al menos en la década de 1870, como secretario de la Comisión Auxiliar (1874) y de la comisión de nomenclátor (1877). XVII Carlos Alegre era vecino de Maldonado. En 1877 se casó con Sofía Suárez. Desarrolló labor periodística en El Independiente, de San Carlos (1886-1888) y fue procurador. Se involucró en el asunto de orden público del traslado del Dr. Perujo, pidiendo su permanencia. Años después volvió a intervenir en una causa de interés general, como uno de los responsables del Manifiesto contra el Jefe Político Elías Devincenzi (1877). Integró la Comisión Directiva de la Sociedad Unión de Maldonado entre 1884 y 1885. (Cfr. DÍAZ DE GUERRA, M. A., Diccionario biográfico de la ciudad de Maldonado, p. 69).

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1 Telegrama de Eugenio Ruiz Zorrilla a Carlos Perujo.18

Primera renuncia: 2 de agosto Las conversaciones de Perujo fueron infructuosas, según se deduce por los hechos posteriores y la presentación de una nota el 2 de agosto.19 En ella rechazaba la traslación, pedía se lo mantuviera en el Juzgado Letrado Departamental de Maldonado y exponía sus razones: había aceptado exclusivamente esa sede, ir a Tacuarembó lo perjudicaba por causas que había expresado verbalmente pero no quería poner por escrito, y fundamentalmente por motivos de salud.XVIII

XVIII

En la segunda renuncia, circa 12 de agosto de 1882, Perujo escribirá: “… reproduciendo las razones expuestas en mi nota de 2 del actual, insisto nuevamente en no aceptar mi traslación y pido a V.S. se sirva admitir mi renuncia del cargo de Juez L. del Departamento de Tacuarembó y conservarme en el de Maldonado o destituirme, si hay causa para ello” (Archivo del Centro de Documentación Departamental, Fondo ex Archivo del Museo Mazzoni). De acuerdo a un suelto de El Porvenir, en el escrito renunció pidiendo “se le conserve en el de Maldonado” (Maldonado, n.19, 6 de agosto de 1882, p. 3). Es claro, entonces, que la nota del día 2 rechazaba el traslado, presentaba las razones (nota del 12: “No acepto el Juzgado de Tacuarembó, decía en mi nota del 2 del corriente, porque a V.E. le consta que no he querido aceptar más Juzgado que el de Maldonado exclusivamente”; “No acepto el Juzgado de Tacuarembó, decía, porque la traslación me perjudica por razones que he expuesto a V.E. verbalmente”; “Y no acepto, decía como razón principal, por motivos de salud”) y solicitaba continuar en la sede de Maldonado como juez. Sobre la destitución, se puede inferir (no asegurar) que se repetía en ambas renuncias. Los fundamentos del rechazo al traslado serán estudiados junto con el escrito del 12 de agosto.

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Entre la petición de los vecinos y las noticias que habían llegado sobre la renuncia presentada por el Dr. Perujo al Juzgado Letrado de Tacuarembó, aspirando a permanecer en el de Maldonado, los ánimos quedaron expectantes: “De un momento a otro se espera resultado definitivo comunicado por el telégrafo”.20 Ya era el 6 de agosto de 1882. Ese mismo día, en Tacuarembó el periódico anunciaba que, según un rumor, el juez Perujo definitivamente no iría a San Fructuoso.21 De acuerdo a El Porvenir, el 8 de agosto el Tribunal resolvió sobre los dos expedientes relacionados con el Dr. Perujo: la solicitud vecinal y la nota del juez. Es posible, pero lo único seguro es que hubo una resolución el 9 de agosto, en la que no se mencionaba el escrito del público (si efectivamente se expidió un documento el día 8, hubo dos resoluciones distintas y la del 8 sólo se ocupó de la petición de Maldonado). El dictamen del 9 de agosto estableció que se mantenía la medida dispuesta en el acuerdo del 15 de julio, pero dejó en claro que el motivo de mejor servicio no implicaba “la más mínima desconfianza del proceder del Doctor Perujo en el desempeño de sus funciones de Juez” (El Porvenir).22 Aunque se rechazaba la dimisión, se despejaba cualquier duda en cuanto a su actuación profesional. Perujo debía temer que con el traslado su imagen pública se viera afectada, si se percibía, erróneamente, que la medida se debía a su insuficiente desempeño en Maldonado. Lamentablemente hubo de esperar hasta el 20 de agosto para que la prensa local difundiera la declaración de intachabilidad: “No sabemos cuál será la resolución definitiva del Tribunal, pero cualquiera que ella sea siempre quedará bien sentada la reputación del Dr. Perujo”.23 Las palabras exactas del TribunalXIX fueron: “la medida tomada por el Tribunal por razones de mejor servicio público no afecta en lo mínimo los procederes del Sr. Juez L. Dr. Perujo”,24 muy similares a la retransmisión de El Porvenir. El periódico obvió la argumentación legal (ciertamente porque resultaba técnica y poco interesante para el público), que decía: “No tratándose de nombramiento, sino de simple traslación, lo que no puede ser motivo de renuncia, estése a lo dispuesto en el acuerdo de fcha. 15 de Julio ppdo.”25 Los detalles específicos se analizarán luego, porque el asunto reaparecerá en los posteriores intercambios de escritos. La noticia de El Porvenir no aparecerá hasta el 20 de agosto, pero los comentarios son oportunos aquí porque ilustran el posible ánimo del Dr. Perujo, contrariado por el traslado pero también por la duda arrojada sobre su actuación profesional. La chacra Con la controversia aún en desarrollo, Perujo se ocupó de otro asunto que prueba: a) la firmeza de su intención de residir en Maldonado, y b) que estaba convencido de que todos los resultados posibles serían en su favor: el Tribunal XIX

Integrado por Laudelino Vázquez, Carlos de Castro, Lindoro Forteza, Hipólito Gallinal (discorde en parte), Martín Berinduague y Rosendo Otero.

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revocaría el traslado o aceptaría su renuncia. Durante su estadía en Montevideo, adquirió una propiedad rural del ex jefe político y de policía, Coronel Gervasio Burgueño,XX en los ejidos de Maldonado. Años más tarde le agregaría el casco (que alguna vez sería conocido como “el Castillo de Perujo”26 y todavía distingue las afueras de Maldonado), en la ruta 39 a San Carlos. El bien raíz le permitiría asegurarse un patrimonio inmueble y generar réditos complementarios a su actividad de juez o de abogado. La transacción se realizó el 9 de agosto de 1882 (el día en que el Tribunal se reunía a deliberar sobre su rechazo al traslado) ante el escribano José Ferreira. El campo tenía una extensión de 286 hectáreas y fracción, limitando al sur con tierras de María Tort, al norte con la sucesión Gutiérrez y el arroyito de la Cantera, al oeste también con la sucesión Gutiérrez y al este con el arroyo Maldonado.27 El asilo de ancianos Ginés Cairo Medina (inaugurado en 1974), el barrio Hipódromo y propiedades de particulares, junto con el casco del CortijoXXI del Carmen y la chacra circundante, conformaron en su tiempo la extensión original de la propiedad. Cuando Perujo la adquirió, además de no existir la casa (construida en 1894), casi la mitad de la superficie era de bañados. El camino entre Maldonado y San Carlos, que hoy limita por el este un reducido Cortijo del Carmen, en su tiempo lo atravesaba. La falta de edificaciones importantes y la parte anegable menguaba el valor de la tierra, aunque contaban a su favor la vía de XX

Gervasio Burgueño nació en Canelones en 1814. Junto a Bernardino Olid, se sumó a las tropas de Oribe durante la Guerra Grande. Luchó en Corrales, Punta de la Sierra, India Muerta. Tras la paz (1851) fue designado Comandante Militar de Maldonado y Minas. En 1858 asumió la Jefatura Política de Maldonado, en la que permaneció hasta 1860. Bajo el gobierno de Bernardo Berro se le otorgó el puesto de Jefe de Estado Mayor del Ejército. Combatió contra Venancio Flores y, derrotado, se exilió en Argentina. Participó luego en la Revolución de las Lanzas de Timoteo Aparicio (1870-1872). Fue Jefe Político de Canelones y Ministro del Superior Tribunal Militar desde 1892, puesto este que ocupaba al momento de su muerte, en 1900. El recuerdo de Burgueño perduró. Eduardo Martínez Rovira cita a un anciano, vecino rural de las cercanías de Solís Grande y nacido en los primeros años del siglo XX, que contó: “De muchacho, la gente vieja de todo Maldonado no paraba contando cosas del General…” (A pie y a caballo – Apuntes del campo de Maldonado, p. 65). Burgueño poseyó varios bienes raíces en el departamento de Maldonado, a más de una conocida estancia en Solís Grande, que compró en 1850 (en el balneario inmediato existe una represa hecha con piedras de la casa del coronel). Fue dueño de unos campos cuyas canteras aún llevan su nombre (en la zona de Pan de Azúcar), de otro terreno en el Cerro de los Burros, de unos solares contiguos a la ciudad de Maldonado y, sobre el camino de Maldonado a San Carlos, “unas chacras linderas a las de Cortés” (MARTÍNEZ ROVIRA, E., op. cit., p. 66). Aquí se ubicaba la propiedad que le compró Perujo, junto a los Cerros de Cortés o “de Doña Petrona”, en los que Maximiliano Seijo erigiría otra de las casonas llamativas de la ruta 39, “El Peñasco”. XXI El Vocabulario rioplatense razonado de Daniel Granada explicaba que “lo que en España” se conocía como cortijo o granja era sinónimo de “chacra”: “Finca rural destinada a la labranza” (Montevideo, Imprenta Rural, 1890, 2ª. ed., p. 177). En realidad, los cortijos son más que eso: constituyen un tipo de finca rural común en la España meridional y raro (mas existente) en Castilla, donde se crió Carlos Perujo. Los ejemplos varían en tamaño y diseño. La casa que levantará el Dr. Perujo recuerda algunas pautas frecuentes en los cortijos: patio de portalón y cercado por edificaciones destinadas al autoabastecimiento (viviendas, graneros y galpones); residencia del propietario como parte mejor y más destacada; formato general similar a las viviendas urbanas del área (en Maldonado existen casas del período con patio y habitaciones a los lados).

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comunicación mencionada y la ribera sobre el arroyo. En todo caso, aun si obtuvo un precio razonable o módico, las finanzas de Perujo no podían ser despreciables si su capacidad de hacer economías o sus previsiones de ingresos futuros le permitían adquirir una propiedad rural que no era pequeña, con terreno apto para la ganadería y la agricultura. Trabajo y ahorro era el lema. Los resultados se volcaban en un bien inmueble que aseguraba un sitio donde vivir (y del cual vivir, si se trataba, por ejemplo, de una finca agropecuaria), un refugio en caso de adversidad. Perujo siguió los pasos correctos según la sabiduría de su tiempo, y el campo de pastoreo y labranza sería el sostén de la viuda y sus hijos después de 1902.

2 Cortijo del Carmen, c. 1905, con rotonda para la llegada de carruajes.28

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In: ENCONTRO REGIONAL SUL DE HISTÓRIA ORAL, 4, 2007, Florianópolis, Anais [en línea] http://www.cfh.ufsc.br/abho4sul/anais.htm [consulta: 10 de mayo de 2012].

CAPÍTULO I - El affaire de los magistrados - Primera parte: “Acendrado cariño”. 2

El Porvenir, Maldonado, n. 16, 16 de julio de 1882, p. 3. Archivo de María del Carmen de León Perujo: Correspondencia: Telegrama de Eugenio Ruiz Zorrilla a Carlos Perujo, Maldonado, 18 de julio de 1882. 4 El Liberal, San Fructuoso, n. 142, 23 de julio de 1882, p. 3. La fecha del 15 de julio aparece corroborada en La Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración, n. 21, 15 de julio de 1899, p. 335. 5 El Eco del Pueblo, San Carlos, n. 171, 20 de julio de 1882, p. 3. 6 El Liberal, San Fructuoso, n. 142, 23 de julio de 1882, p. 3. 7 Actual número 479. Unidad de Nomenclatura y Numeración: Archivo de Antigua Numeración. 8 El Eco del Pueblo, San Carlos, n. 172, 23 de julio de 1881, p. 3. 9 El Porvenir, Maldonado, n. 17, 23 de julio de 1881, p. 3. 10 El Eco del Pueblo, San Carlos, n. 172, 23 de julio de 1881, p. 3 y El Liberal, San Fructuoso, n. 143, 27 de julio de 1882, p. 2. Es llamativo que El Liberal se enterara de la negativa de Varela Stolle a aceptar el Juzgado Letrado Departamental de Maldonado por “un colega de la capital”, a pesar de que se trataba del magistrado de su localidad. 11 El Liberal, San Fructuoso, n. 143, 27 de julio de 1882, p. 2. 12 El Liberal, San Fructuoso, n. 143, 27 de julio de 1882, p. 2. 13 El Liberal, San Fructuoso, n. 143, 27 de julio de 1882, p. 2. 14 Su cargo aparece indicado en El Liberal, San Fructuoso, n. 112, 9 de abril de 1882, p. 3. 15 El Liberal, San Fructuoso, n. 144, 6 de agosto de 1882, p. 2. Carta de Luis Beltrán, 5 de agosto de 1882. 16 El Liberal, San Fructuoso, n. 143, 27 de julio de 1882, p. 2. 17 El Eco del Pueblo, San Carlos, n. 174, 30 de julio de 1882, p. 3. 18 Archivo de María del Carmen de León Perujo: Correspondencia. 19 Mencionada en el borrador del escrito de la segunda renuncia, [12 de agosto de 1882]. Archivo del Centro de Documentación Departamental (Fondo ex Archivo del Museo Mazzoni). 20 El Porvenir, Maldonado, n. 19, 6 de agosto de 1882, p. 3. 21 El Liberal, San Fructuoso, n. 144, 6 de agosto de 1882, p. 2 22 El Porvenir, Maldonado, n. 21, 20 de agosto de 1882, p. 3. 23 El Porvenir, Maldonado, n. 21, 20 de agosto de 1882, p. 3. 24 Notificación de la resolución dictada por el Tribunal Pleno el 9 de agosto; Montevideo, 11 de agosto de 1882. Archivo del Centro de Documentación Departamental (Fondo ex Archivo del Museo Mazzoni). 25 Notificación de la resolución dictada por el Tribunal Pleno el 9 de agosto; Montevideo, 11 de agosto de 1882. Archivo del Centro de Documentación Departamental (Fondo ex Archivo del Museo Mazzoni). 26 Por este nombre lo conocía Díaz de Guerra, al hablar sobre el Dr. Perujo en conversaciones informales (en el marco del proyecto La Voz de los Historiadores de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, dirigido por el Prof. Lic. Carlos Zubillaga); agregó que podría haberlo escuchado o leído en alguna fuente en el curso de sus investigaciones (Maldonado, 9 de marzo de 1988). En un proyecto de iniciativa personal del autor, José Rapetti (vecino de la zona que conoció al menos a Senona Antonia -también conocida como Julia y Coca- Perujo Olivera), se refirió a la casona como “el chalet de Perujo” (1988). 27 Archivo del Juzgado Letrado Departamental de Maldonado (hoy en el Archivo General de la Nación), Leg. 1903-F, fs. 37 y 37v. 28 Archivo de María del Carmen de León Perujo: Fotografías. 3

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