El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo, Baja California Sur, siglos XVI al XVIII

Share Embed


Descripción

Clima, desastres y convulsiones sociales en España e Hispanoamérica, siglos xvii-xx

Clima, desastres y convulsiones sociales en España e Hispanoamérica, siglos xvii-xx Luis Alberto Arrioja y Armando Alberola (eds.)

UNIVERSIDAD DE ALICANTE EL COLEGIO DE MICHOACÁN

Los estudios incluidos en este libro han sido debidamente examinados y valorados externamente con el fin de garantizar su calidad científica y su publicación se efectúa en el marco de los proyectos de investigación Oscilaciones climáticas y crisis agrarias en el Levante español durante la Pequeña Edad del Hielo (PEH) (referencia HAR2013-44972-P), incluido en el Programa Estatal de Fomento de la investigación científica y técnica de excelencia promovido por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (Investigador Principal: Armando Alberola Romá) y México y Guatemala: historia de tres plagas de langosta y el estudio de su impacto ambiental y social (siglos xviii y xix), auspiciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología mexicano (CONACYT, registro CB-222118; Investigador principal: Luis Arrioja Díaz-Viruell). Estos estudios cuentan, asimismo, con el soporte científico de ALARMIR (Red Internacional de Seminarios en Estudios Históricos sobre Desastres) y de la Red Temática CONACYT de Estudios Interdisciplinarios sobre Vulnerabilidad, Construcción Social del Riesgo y Amenazas naturales y Biológicas.

Universidad de Alicante Publicacions de la Universitat d’Alacant 03690 San Vicente del Raspeig (Alicante, España) [email protected] El Colegio de Michoacán Centro Público de Investigación (CONACYT) Martínez Navarrete 505 - Las Fuentes 59699 Zamora, Michoacán [email protected] © los autores, 2016 © de esta edición: Universidad de Alicante / El Colegio de Michoacán ISBN (español): 978-84-16724-23-9 Depósito legal: A 650-2016 ISBN (mexicano): 978-607-9470-59-3 Composición: Marten Kwinkelenberg Diseño de cubierta: Guadalupe Lemus Alfaro Imagen de cubierta: Detalle del volcán de Pacaya, en Archivo General de Indias (AGI), Mapas y planos, Guatemala, 315, (1775) Impresión: Guada Impresores

ÍNDICE INTRODUCCIÓN............................................................................................9 PRIMERA PARTE I. Aportes para un entramado categorial en formación: vulnerabilidad, riesgo, amenaza, contextos vulnerables, coyunturas desastrosas...........................................................................21 Rogelio Altez II. Vulnerabilidad y capacidad de resistencia frente al desastre en la España Mediterránea (Siglos xvi-xviii). Fuentes para su estudio.........41 Armando Alberola Romá y Cayetano Mas Galvañ III. La prensa novohispana y sus aportes para el estudio históricosocial de los desastres en México..........................................................61 Virginia García-Acosta IV. Contextos semánticos y ambientes ideológicos en la investigación histórica de los desastres: la difusión del pensamiento sismológico en la Venezuela del siglo xix............................................81 Andrea Noria SEGUNDA PARTE V. Sequías, inundaciones y plagas de langosta: su impacto en el agro y la mentalidad andaluza del siglo xvii...............................................107 Milagros León Vegas VI. Sequía y rogativas en tierras meridionales valencianas durante el siglo xviii.........................................................................................123 Armando Alberola Romá, Eduardo Bueno Vergara y Adrián García Torres

VII. Sequías y riadas durante la anomalía Maldá en la fachada mediterránea española: Una aproximación al territorio del sur alicantino, 1760-1800..........................................................................157 Adrián García Torres VIII. Clima y meteorología en la prensa provincial española del reinado de Carlos IV (1792-1808)................................................179 Cayetano Mas Galvañ IX. Desastres naturales y políticas públicas: las inundaciones en Sevilla y las actuaciones de los poderes públicos, 1800-1860...........203 Jesús Solís Ruiz TERCERA PARTE X. Ciclones tropicales: su impacto social y económico en las poblaciones del golfo de México. Siglos xviii y xix.....................225 Luis Juventino García Ruiz XI. El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo, Baja California Sur, siglos xvi al xviii.................................................................................243 Raymundo Padilla Lozoya XII. Algunas historias de granos en medio de fluctuaciones planetarias: México y Cartagena de Indias en 1690-1692..................269 Thomas Calvo XIII. Clima, plagas y desolación en la provincia de Chiapa, 1768-1772....295 Luis Alberto Arrioja Díaz Viruell XIV. Entre la vulnerabilidad y el riesgo. Análisis de los procesos históricos de la península de Yucatán desde las crisis epidémicas (Siglos xvii y xviii)..............................................................................323 María Isabel Campos Goenaga XV. Volcanes fronterizos en América Latina y la importancia de los Comités de Frontera en casos de desastre: Chile y Argentina en el siglo xxi......................................................................................345 María Eugenia Petit-Breuilh Sepúlveda BIBLIOGRAFÍA GENERAL.......................................................................359 SOBRE LOS AUTORES..............................................................................399

EL SURGIMIENTO DE UNA SOCIEDAD VULNERABLE Y SUS RESPUESTAS ANTE AMENAZAS NATURALES: SAN JOSÉ DEL CABO, BAJA CALIFORNIA SUR, SIGLOS XVI AL XVIII Raymundo Padilla Lozoya1 Dedicado a mi hija Elise Andrea y a mi amada esposa Betty.

RESUMEN Los sacerdotes jesuitas extendieron la misión evangelizadora al otro lado del Atlántico y alcanzó a los nativos pericúes de Baja California Sur, quienes habían desarrollado una serie de prácticas de sobrevivencia que incluían el desplazamiento temporal, en particular para aprovechar los recursos del entorno desértico y distanciarse de los efectos e impactos de los huracanes; pero al asentarse los religiosos, intentaron cambiar los modos de vida de los nativos y buscaron sedentarizarlos. El rechazo a tales medidas tuvo consecuencias trágicas para algunos frailes y el sedentarismo determinó el surgimiento de pueblos y de una sociedad expuesta a distintas manifestaciones naturales ante las cuales fue vulnerable. En este documento se analizan las consideraciones que determinaron su asentamiento, se expone un antiguo y dinámico proceso que se utilizó para enfrentar amenazas y se aportan indicios para caracterizar el origen de una sociedad históricamente vulnerable y de una vulnerabilidad histórica. INTRODUCCIÓN AL ESPACIO BAJACALIFORNIANO En las crónicas realizadas por los primeros exploradores se advierte en el espacio bajacaliforniano su geografía desértica debido a la escasez de lluvias y los intensos 1. Profesor e investigador de la Universidad de Colima e integrante de ALARMIR (Red Internacional de Seminarios en Estudios Históricos de Desastres); miembro de Red Temática Conacyt Estudios Interdisciplinarios sobre Vulnerabilidad, Construcción Social del Riesgo y Amenazas Naturales y Biológicas; y REDESClim-Conacyt (Red de Desastres Asociados a Fenómenos Hidrometeorológicos y Climáticos). Emails [email protected] y [email protected]

243

Raymundo Padilla Lozoya

rayos del sol. En el paisaje conviven fauna y flora que se han adaptado para enfrentar las prolongadas sequías. Al centro de la península es notable la elevada cordillera de la Sierra Californiana que se extiende de norte a sur, con alturas de hasta 2,200 metros sobre el nivel del mar y pendientes que llegan hasta el nivel cero del mar Pacífico por el Oeste y el Mar de Cortés por el Este. El territorio sudcaliforniano se ubica en la trayectoria de los huracanes que ascienden hacia el norte después de formarse en el área que los navegantes denominaron Mar del Sur, frente a los estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Colima, donde se ubica una de los zonas ciclogénicas más importantes del mundo. La península de Baja California Sur es el territorio más afectado por tormentas tropicales en el Pacífico oriental mexicano, y el área más expuesta a los huracanes se ubica en las coordenadas 22º53`23.15» N y 109º55`07.49» O, a 50 kilómetros al sur de la línea del Trópico de Cáncer.2 Cada año ciclones tropicales amenazan con impactar y causar daños debido a sus potentes efectos, entre los más destructivos, los vientos y las abundantes precipitaciones que producen inundaciones y flujos de escombros que descienden velozmente desde la cordillera montañosa y activan arroyos con un caudal voluminoso. En la orografía son evidentes los registros del descenso y trayectoria de los flujos de escombros que trazan los arroyos y desembocan en el Océano Pacífico. Ilustración 1. Ubicación de Cabo San Lucas y San José del Cabo en la Península de Baja California Sur

Fuente: Google Earth, 2016. 2. Luis Farfán Molina, Ricardo Prieto, Julio Martínez-Sánchez y Raymundo Padilla, «Ciclones tropicales y su influencia en México», en Teresa Cavazos, edit., Conviviendo con la Naturaleza: El problema de los desastres asociados a fenómenos hidrometeorológicos y climáticos en México, México, CONACYTCICESE-INECC-CENAPRED, 2015, pp. 50-74.

244

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

A pesar de las condiciones medioambientales extremas por temperaturas superiores a 40ºC, la sequía crónica y la presencia de peligrosos huracanes, en el litoral de la península bajacaliforniana se produjeron asentamientos desde la antigüedad. En el área que compone al estado de Baja California Sur, los más importantes centros poblacionales fueron ubicados a escasos metros del mar por razones comerciales y misionales. Los poblados cercanos a los puertos incrementaron su población lentamente con la migración ocasional de nacionales y extranjeros que buscaban empleo y estaban dispuestos a enfrentar las condiciones climáticas adversas. Así, desde el siglo xviii fueron importantes algunas ciudades porteñas al sur de la península, principalmente Cabo San Lucas y San José del Cabo; y hacia el norte, por el Mar de Cortés, La Paz y Loreto. En el presente documento, la unidad de observación enmarca el área que se ubica más al sur de la península de Baja California Sur, véase ilustración 1, y la unidad de análisis se enfoca en visualizar las vulnerabilidades y las respuestas que se presentaron entre ciertas manifestaciones de la naturaleza y las comunidades que habitaron ese territorio durante los siglos xvi y xviii; primero los nativos, posteriormente los extranjeros que formaron la sociedad novohispana. Esta sociedad que desconocía las características del territorio y en su afán por mejorar, tuvo que enfrentar amenazas naturales consideradas extremas como las sequías, los huracanes y las enfermedades epidémicas, para evitar los desastres.3 En todo territorio existen manifestaciones naturales que por su intensa actividad pueden resultar peligrosas o amenazantes para los humanos, como los huracanes, los sismos, tsunamis, epidemias, inundaciones, sequías y las erupciones volcánicas, pero los fenómenos naturales por sí solos no constituyen desastres. En cada desastre invariablemente participan humanos, quienes al ser afectados caracterizan de distintas maneras lo que denominan un desastre. En cualquier evento desastroso se presentan tres factores fundamentales, una amenaza que puede ser natural o de otro tipo, una sociedad vulnerable ante la amenaza y capacidades insuficientes para enfrentar los efectos e impactos de la amenaza.4

3. Este documento contiene datos que fueron recolectados como parte de la tesis doctoral en Antropología presentada por quien escribe, véase: Raymundo Padilla Lozoya. Estrategias adaptativas ante los riesgos por huracanes en Cuyutlán, Colima y San José del Cabo, Baja California Sur, tesis doctoral en Antropología, Ciudad de México, CIESAS, 2014. 4. Existe un amplio debate conceptual y poco consenso entre las disciplinas, pero el enfoque más incluyente y transdisciplinario acerca del estudio del riesgo, amenaza, desastre, vulnerabilidad y capacidades, lo han propiciado las ciencias sociales y las humanidades, véase: Andrew Maskrey, comp., Los desastres No son naturales, Bogotá, La Red, 1993; Ben Wisner, Piers Blaikie, Terry Cannon e Ian Davis, At Risk, natural hazards, people`s vulnerability and disasters, Londres, Routledge, 1994; Hoffman, Susanna M. y Anthony Oliver–Smith, edits., Catastrophe & Culture, The Anthropology of Disaster, Santa Fe, School of American Research, James Currey Ltd., 2002; Greg Bankoff, Georg Frerks, Dorothea Hilhorst, edits. Mapping vulnerability: disasters, development and people, Londres, Earthscan, 2004; Christof Mauch y Christian Pfister, edits., Natural disasters, cultural responses, case studies toward a global environmental history, Lanham, Lexington Books, 2009.

245

Raymundo Padilla Lozoya

En el presente trabajo se entiende por amenaza el agente que representa un peligro por sus características físicas, frecuencia, área de impacto y daños posibles reconocidos o potenciales. Se considera sociedad a la denominación que se le asigna a un conjunto de individuos o grupos que comparten ciertas afinidades como las normas, historia en común, identidad, organización, expectativas, metas y vulnerabilidades. En los individuos y grupos que constituyen las sociedades existen condiciones que hacen más, o menos probable, el daño de un agente cuando éste se convierte en amenazante. Esas condiciones son denominadas vulnerabilidades como una manera de identificar los aspectos económicos o sociales más débiles, menos resistentes, menos preparados, más desprotegidos o más desprevenidos debido a una serie de factores que son observables en el tiempo, en un espacio específico y en un grupo en particular. En ese sentido se comprende que existen sociedades vulnerables, es decir, propensas a padecer afectaciones que interfieren la sinergia cotidiana del desarrollo económico o social, tal como sucede cuando un «pequeño desastre» se presenta en una colonia, o cuando un desastre de mediana escala abarca a una ciudad o región, cuando una catástrofe o gran desastre impacta a una o varias naciones. Toda vulnerabilidad, sea física o social tiene antecedentes. El antecedente que explica el colapso de un puente ante un sismo se encuentra en la frecuencia de la actividad de la falla tectónica, o en las razones técnicas y/o tradicionales por las que fue construido, de tal manera que no soportó el movimiento y se desplomó. De manera análoga sucede con la vulnerabilidad social. Cuando ocurre un desastre, la razón del desastre no es el fenómeno natural, como ya se explicó, sino las condiciones que subyacen en el desarrollo de la sociedad, y el desarrollo de un grupo humano sólo se explica por medio de tres variables: tiempo, espacio y contexto social o económico, es decir, por su historia. Con base en los planteamientos anteriores, se propone exponer una serie de antecedentes que evidencian las relaciones que establecieron varios grupos humanos con ciertas manifestaciones naturales de un territorio, así como las respuestas que dieron ante lo que consideraron una amenaza y evidenciar los factores que han vulnerado a una sociedad desde su origen. INDICIOS DE LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO DESÉRTICO EN EL PERÍODO PREHISPÁNICO En la Península de Baja California Sur, la ausencia de ciudades o construcciones arquitectónicas prehispánicas permite deducir que las expresiones culturales vernáculas vinculadas con el medio ambiente fueron muy simples, inexistentes o que desaparecieron. En otras latitudes, como la Península de Yucatán y en algunos pueblos de Centroamérica, el desarrollo de las manifestaciones culturales mayas es más notable y universalmente conocido. Según se ha documentado, en las comunidades de la Península de Yucatán, antes de la llegada de los españoles, existió una estrecha relación de los nativos con su entorno natural, evidente en las magníficas construcciones, el conocimiento de los ciclos agrícolas, particularmente vinculados con la temporada de

246

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

lluvias y huracanes, y el desarrollado sistema de producción alimenticia, como lo han documentado antropólogos e historiadores (Ortiz, 1984; Konrad, 1985, 2003; GarcíaAcosta et al., 2003; Campos, 2008; Cuevas, 2010). En cambio, en la Península de Baja California Sur son escasos los vestigios, pero escarbando en ellos es posible interpretar y dar respuesta a la pregunta ¿cómo enfrentaron los nativos sudcalifornianos las amenazas naturales? Según la bibliografía histórica local, antes de la llegada de los españoles la península de Baja California Sur fue habitada al norte por los grupos cochimíes, al centro por los guaycuras y al sur por los pericúes (Trasviña, 1989). Particularmente los indígenas pericúes no construyeron edificios arquitectónicos ni complejos de viviendas que en otros sitios permiten conocer las relaciones de los individuos con la naturaleza, como ha ocurrido la región del Caribe (Ortiz, 1984) y en la Península de Yucatán (Konrad, 1985, 2003). Hasta nuestros días, la arqueología no ha descubierto en San José del Cabo ni en Cabo San Lucas, construcciones de forma piramidal, vestigios de observatorios astronómicos u obras para retener grandes cantidades de agua, porque al parecer no existió una civilización que necesitara de grandes obras arquitectónicas para sobrevivir. En pláticas se argumenta que el Cerro del Vigía, en Cabo San Lucas, pudo tener algún tipo de uso ritual relacionado con el mar o con los fenómenos atmosféricos, puesto que en ese montículo de arena y rocas han sido encontrados objetos como huesos, cerámica y herramientas. Recientemente se ha documentado que los indígenas del sur, como los nativos del norte de la península, padecieron la escasez de lluvias y ante la amenaza de la sequía respondieron con una gran movilidad que les permitió recolectar productos y sobrevivir, «desarrollaron una cultura nómada estacional que buscaba obtener de la mejor manera los recursos que proveían los diferentes pisos ecológicos del área central de las Californias. Según especialistas, en ciertos momentos recolectaban mariscos en las costas, en otros magueyes y caza menor en las mesetas, y en verano-otoño recogían piñón y bellota en las sierras, e intercambiaban bienes con otros grupos» (Magaña, 2010: 92). Por razones como éstas, al arribo de los españoles en el siglo xvi, los nativos pericúes no contaban con una agricultura a gran escala, pero a diferencia de los extranjeros, los indígenas «conocían a detalle los lugares propicios para la supervivencia del grupo en cada temporada, a través del uso de diferentes pisos ecológicos, y este saber se transmitió generacionalmente» (Magaña, 2010: 95). Por lo anterior, la movilidad del grupo para obtener comida marcó la ocupación del territorio y fue una de las primeras prácticas de sobrevivencia de los pericúes ante la sequía por escasez de lluvias. Además, las condiciones naturales impulsaron a los nativos a distanciarse de la costa en cierta temporada anual para reducir la exposición ante los vientos intensos de los huracanes y las inundaciones, como se explicará en los siguientes apartados.



247

Raymundo Padilla Lozoya

Ilustración 2. Mujeres de California

Fuente: Venegas, 1759: 2.

En el Museo de Historia Natural de Cabo San Lucas (MHNCSL en adelante) se encuentra plasmada una observación arqueológica sustentada con algunos vestigios encontrados en la sierra y en la costa cercana a Cabo San Lucas. Se notó que los pericúes acostumbraban asentarse temporalmente cerca de la costa, entre los meses de noviembre a mayo, y que entre junio y octubre habitaban en la sierra. Con base en ese patrón, es deducible que entre junio y octubre se distanciaban de los efectos e impactos de los frecuentes ciclones tropicales que caracterizan a ese territorio porque los consideraban una amenaza.5 Al terminar la temporada anual de huracanes regresaban a consumir los frutos que brotaban después de las precipitaciones pluviales en la pendiente costera, en los márgenes de los arroyos y en el estero denominado San José desde el siglo xviii. Al movilizarse, se distanciaban entre 20 y 40 kilómetros de la franja costera, temporalmente, porque carecían de construcciones resistentes o cuevas para refugiarse, pero regresaban a recoger alimento después de la temporada de lluvias

5. Se ha realizado un trabajo por sistematizar los reportes históricos de huracanes entre los años 1850 a 1950 para comparar su frecuencia con indicadores climáticos, véase Graciela Binimelis de Raga, Beatriz Bracamontes Ceballos, Luis M. Farfán y Ricardo Romero-Centeno, «Landfalling tropical cyclones on the Pacific coast of Mexico: 1850-2010», en Atmósfera 26 (2), 2013, pp. 209-220.

248

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

Ilustración 3. Hombres de California

Fuente: Venegas, 1759: 2.

y huracanes. Así, los nativos sobrevivieron por siglos a pesar de la escasez de lluvia, las prolongadas sequías y los intensos huracanes que impactaban la península. Ante lo que pudo ser amenazante, aprendieron a disminuir la exposición, y distanciándose, lograron obtener beneficios. Los exploradores españoles intentaron recurrentemente asentarse en el territorio peninsular, lo que no lograron con facilidad, porque padecieron el desierto y la insuficiencia de alimentos. Algunos historiadores han documentado que «entre 1533 y 1680, todos los intentos por establecerse fallaron por falta de agua y debido a que todas las provisiones tenían que importarse a través de un mar plagado de peligrosas corrientes y vientos. Lo único que podía ser predecible en esta península era la escasez de lluvia» (Álvarez, 2012: 45). Sin embargo, además del desierto, los exploradores en sus recorridos identificaron modestos refugios construidos por los nativos. La crónica del sacerdote jesuita Juan de Ugarte a su llegada (circa 1697) a la Baja California describe que «se encontraron muchos abrigos de el sureste muy poblado de gente plaiana, y en una parte tenían poblasón en forma concaseria de palmas».6 Se infiere 6. «Manuscrito que contiene Relación que hace el padre Juan de Ugarte al padre procurador José de Echeverría sobre el descubrimiento del Golfo de California o Mar Lauretano a bordo de la balandra «El

249

Raymundo Padilla Lozoya

que el término «plaiana», fue utilizado por el fraile para referirse a la población que vivía en la playa cuando ellos arribaron.7 Lo más notable en la descripción es que los nativos ya construían refugios con palmas, y se infiere que serían una respuesta para protegerse de los rayos del sol. Este tipo de refugios fueron observados por los frailes iniciadores de la labor misional en la Baja California: Ugarte, Salvatierra y Píccolo a fines del siglo xvii. Acerca de los nativos existen diversas representaciones que han sido perpetuadas por la memoria sudcaliforniana, entre ellas las ilustraciones número 3 y 4 de este documento. Los españoles convivieron de manera distante de los nativos desde 1535 hasta 1697, porque hasta entonces les fue posible ingeniar una respuesta efectiva para enfrentar las extremas condiciones medioambientales. La primera misión exitosa fue fundada en Loreto, Baja California Sur, en el año de 1697, cerca de un abundante cuerpo de agua y frente a un mar muy sereno. Desde entonces los ibéricos y los nativos peninsulares se fueron relacionando gradualmente, aprendiendo uno del otro, lo benéfico y también lo perjudicial. Así surgieron entre ellos las percepciones del «otro» y la utilidad que cada uno le daba al espacio físico. Para algunos frailes la California representaba un lugar de oportunidades, pero para otros era un sitio amenazante e inhóspito, por decir lo menos; al respecto, el fraile Juan Jacobo Baegert opinó del territorio que todo lo concerniente a la California es tan poca cosa, que no vale la pena alzar la pluma para escribir algo sobre ella; de miserables matorrales, inútiles zarzales y estériles peñascos; de casas de piedra y lodo, sin agua ni madera; de un puñado de gente que en nada se distinguen de las bestias, si no fuera por su estatura y capacidad de raciocinio ¿qué gran cosa puedo decir?8

La percepción que cada viajero tenía del paisaje americano comenzaba a formarse desde antes de la travesía ultramarina. Su mente se alimentada con todo tipo de imaginarios propios de esa época, acerca de los mares, la flora, la fauna, las tierras, los monstruos, espíritus y las amenazas. El trópico representaba diversas oportunidades de éxito y la «tropicalidad» las peores desgracias según la percepción de los extranjeros. El especialista en desastres Omar Darío Cardona coincide con el historiador Greg Bankoff en que «los conceptos de tropicalidad, desarrollo y vulnerabilidad –respecti-

Triunfo de la Cruz», construida en California: San Pablo», 12 enero 1722, Biblioteca Nacional de México (BNM en adelante), Fondo Reservado, Colección Archivo Franciscano (exp. 4/53.1, ff. 1-16v.), f. 28. 7. Fray Eusebio Francisco Kino llegó a La Paz en el año de 1683, duró tres años y los nativos lo expulsaron a San Bruno, lugar inhóspito. Ahí lo abandonaron los españoles. Luego, en 1696 por gestiones de Kino se aprobó formar una cadena de misiones al sur de la Baja California y para ello se encomendó la labor a los frailes José María Salvatierra y Francisco María Pícolo. Kino se quedó en Sonora por el levantamiento de indios. A Salvatierra y Píccolo los acompañó Ugarte en la labor misional al sur de la península. Acerca de estas precisiones véase Robert R. Álvarez Familia: Migración y adaptación en Baja y Alta California, 1800-1975, Mexicali, UABC-Instituto Sudcaliforniano de Cultura, 2012, pp. 47-48. 8. Rafael López Green, «Desaparición de los aborígenes», en Tribuna de Los Cabos, San José del Cabo, Tribuna de Los Cabos, 2003, p. 10.

250

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

Ilustración 4. Mapa tipo Mercator

Fuente: Biblioteca Digital de la Real Academia de la Historia (BDRAH en adelante), en Mapas de América, materia Atlas, sección, Cartografía y artes, período 1778, en: http://bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/es/consulta/resultados_ocr.cmd

vamente desde el siglo 17 y hasta principios del 20, durante la posguerra y a finales del siglo 20– forman parte de un mismo discurso cultural occidental, que se ha referido a amplias regiones del mundo de una misma forma generalizante y de manera denigrante, como regiones dominadas por las enfermedades, golpeadas por la pobreza y propensas a desastres respectivamente».9 Los extranjeros viajaban hacia Baja California Sur con todo un imaginario que se nutría de los temores y de las complicaciones que padecían en alta mar ante los amenazantes eventos hidrometeorológicos, incluso algunos les eran desconocidos físicamente. Desde la travesía, los exploradores y misioneros peninsulares se exponían a la amenaza de los huracanes y en el mar junto con sus embarcaciones eran vulnerables ante los intensos vientos y el oleaje violento.10 9. Omar Darío Cardona, «The need for rethinking the concepts of vulnerability and risk from a holistic perspective: a necessary review and criticism for effective risk management», en Greg Bankoff, George Frerks y Dorothea Hilhorst, edits., Mapping vulnerability: disasters, development and people, Londres, Earthscan, 2004, pp. 37-51, p. 33. 10. Acerca de este tema véase Padilla Lozoya, Raymundo «Desastres en México y Filipinas: cicatrices históricas que unen a nuestras culturas», en Thomas Calvo y Paulina Machuca (eds.), México y Filipinas: culturas y memorias sobre el Pacífico, Zamora, El Colegio de Michoacán, Ateneo de Manila University Press, 2015.

251

Raymundo Padilla Lozoya

Los exploradores europeos llegaron a la península de Baja California ignorando el contexto geográfico. La ausencia de información precisa sobre las características naturales los hacía vulnerables ante ciertas manifestaciones. Los historiadores han identificado en la correspondencia entre sacerdotes, que algunos estaban confiados en que no llovía en California.11 Incluso durante poco más de un siglo la geografía de la Baja California Sur fue escasamente conocida y por ello respondieron produciendo mapas que evidenciaban la necesidad de plasmar el conocimiento del espacio y del territorio. Los primeros mapas fueron imprecisos, pero tenían una idea del espacio ovalado que conformaba la península. Los mapas del cartógrafo francés Nicholas Sansón, difundidos entre los navegantes en los siglos xvii y xviii, ilustraban la California como una isla separada por el denominado Mar Bermejo, de manera muy similar a como se ilustra en la imagen 3 con el mapa tipo Mercator del año de 1744. LOS HURACANES, UNA AMENAZA EN MAR Y EN TIERRA Durante el siglo xviii los eventos hidrometeorológicos fueron un tema recurrente en las crónicas de los frailes porque les parecían amenazantes. En algunos casos literalmente usaron la palabra huracán al mencionarlos y les agregaron calificativos como «terrible» o «furioso» para destacar el grado de amenaza. Entre los siglos xvi y xviii en Baja California Sur, los navegantes y exploradores atestiguaron varios fenómenos naturales y los nombraban como dictaba la usanza, entre los términos más comunes para manifestaciones intensas usaron aguacerón, vendaval, tromba, borrasca, huracán, inundación, lluvia, temporal y tormenta, véase cuadro 1. Los términos eran utilizados con imprecisión y como sinónimos debido al desconocimiento científico de las características físicas que diferencian a cada uno, pero los adjetivos le daban sentido a la amenaza. Los testigos de algún evento lo registraban en documento como lo percibían, pero solamente reportaban los sucesos notables en su bitácora, libro o diario. En la mayoría de reportes se omitió la fecha precisa, y aunque se aporta el año, no siempre se agregó el mes y el día del acontecimiento, así como el inicio y fin de la manifestación. Estas particularidades han afectado la posibilidad de elaborar series completas de eventos anuales para diversos fines analíticos, sin embargo, reuniendo distintas fuentes es factible cruzar informes y conformar alguna cronología. Para caracterizar a cada huracán es conveniente reconstruir cada evento como un caso de estudio con la mayor cantidad de vestigios y datos que permitan identificar con plenitud los efectos e impactos que pueden ser comparables con las escalas y los daños tipificados para cada categoría en que evoluciona una tormenta tropical.12

11. Elino Villanueva González, El ciclón Liza, historia de los huracanes en BCS, La Paz, Universidad Autónoma de Baja California Sur, 2004, p. 30. 12. No es tema de este documento caracterizar cada reporte de evento hidrometeorológico y estudiar cada caso requiere de un estudio particular. La escala Saffir-Simpson caracteriza con cierta precisión los impactos del viento en cada categoría de tormenta tropical. Se debe considerar que las afectaciones

252

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

Cuadro 1. Fenómenos hidrometeorológicos percibidos como amenazas en Baja California Sur, siglos xvii al xviii Fecha

Manifestación

1697 octubre 12 a 29

Aguacerón

1702 octubre 28

Borrasca feroz

1703

Borrasca

1707

Tormenta

1709

Tormenta

1713

Borrasca

1717

Terrible huracán

1721

Borrasca

1722

Tormenta o tempestad

1723

Furioso huracán

1744 noviembre

Lluvias

1759

Temporal

1767 noviembre

Borrasca con vientos contrarios

Fuente: con información de Venegas; Bancroft, Mathes, Clavijero, Martínez y Villanueva.

Algunos misioneros fueron generosos en datos al describir los efectos e impactos de cada evento, en cambio otros se mostraron indiferentes a las manifestaciones naturales y aportaron una escasa mención del fenómeno natural porque les resultó más importante el reporte del contexto. Por tal situación, estudiar huracanes implica realizar amplias lecturas de documentos antiguos que eventualmente deben ser paleografiados y en ocasiones aportan solamente una palabra como indicador. Un caso similar ocurrió en 1709 cuando ...una comisión había salido de Loreto y llevaba 3 mil pesos para comprar bastimetos en la zona del Yanqui, en Sonora, pero los enviados fueron sorprendidos por una tormenta que los llevó a encallar en terreno de los Seris, enemigos acérrimos de los españoles, quienes les quitaron el de por sí escaso dinero que los marineros llevaban para mercar.13

El caso referido permite identificar que los marineros podían ser sorprendidos y amenazados por una tormenta y en tierra existía la amenaza de ciertos nativos que los despojaban de sus pertenencias y los dejaban con vida. Además se evidencia la escasez también dependen de otros factores como el tipo de materiales, ubicación de la vivienda, orientación, entorno inmediato y altura; además influyen las condiciones propias de los vientos, tales como dirección, constancia, elevación y sentido, lo cual dificulta reconstruir a cada evento con base en vestigios históricos. Acerca de los impactos ante la intensidad de los vientos véase: http://www.nhc.noaa.gov/ aboutsshws.php 13. Elino Villanueva González, El ciclón Liza, p. 49.

253

Raymundo Padilla Lozoya

de alimentos y la respuesta que los frailes aplicaron como práctica de sobrevivencia. Los religiosos enfrentaron el problema con la importación de comestibles desde Sonora, aunque el trayecto por mar los exponía a las tormentas. Los encuentros con grandes tormentas eran fortuitos y a pesar de que los navegantes eran experimentados conocedores del mar, padecían ciertos impactos. El fraile Clemente Guillén en su travesía por el Mar de Cortés «alrededor de 1713 debió enfrentar dos borrascas, en una de las cuales murieron ahogados seis de los 28 ocupantes de uno de los barcos que acarreaban alimentos a la península desde la otra costa».14 Ciertos fenómenos, como las borrascas, resultaban ser amenazantes para los viajeros debido a que sus navíos eran vulnerables ante esas manifestaciones naturales. Los frailes que se encontraban en el desértico territorio también percibieron como amenazantes las tormentas e inundaciones asociadas a fenómenos como los huracanes. Notaban que los daños abarcaban áreas amplias y respondieron construyendo edificaciones y viviendas que les parecían resistentes, entre ellas las elaboradas con adobe. En un caso particular se describe que en ...el otoño de 1717 fue, sin embargo, una temporada memorable a causa de los terribles huracanes y tormentas tropicales que azotaron la península, la destrucción de los cultivos, la nivelación de las casas de adobe e iglesias, y la destrucción de cultivos de perlas en la costa. [...] Las tormentas comenzaron en octubre. La iglesia y casa en San Javier fueron totalmente destruidas, Ugarte apenas salvó su vida al refugiarse bajo una gran roca. Todas las misiones fueron dañadas. En Loreto un niño español fue llevado por el viento, y nunca se le volvió a ver. Dos barcos perleros se perdieron con cuatro marineros.15

Los fenómenos reportados en la correspondencia epistolar de los frailes en 1717 fueron aludidos específicamente como huracanes y se les consideró: terribles. Los datos aportados por el historiador Bancroft, aunque breves, son importantes porque hacen notar que las fuentes de subsistencia de los frailes eran vulnerables ante los huracanes porque impactaban con severidad los cultivos, pero también las fuentes de ingresos económicos como las perlas. Según la descripción, los huracanes fueron tan intensos que los vientos desnivelaron (o inclinaron) las viviendas de adobe y los templos. La evidencia podría estar asociada a un sistema de gran escala y poder destructivo como un huracán categoría 3 o superior y es notable que la respuesta de los frailes al construir con adobe no garantizaba su seguridad. Los huracanes eran una amenaza para los adultos y para los niños quienes eran vulnerables ante los vientos intensos. Como se nota, los frailes registraban los eventos más significativos por la destrucción causada, pero también por sus particulares efectos físicos, como también se leerá a continuación. Para protegerse de una amenaza, los frailes recurrían a las alternativas simbólicas como rezar, pero también se congraciaban cuando un fenómeno representaba para ellos un buen augurio porque los hacía sentir protegidos y menos vulnerables. En 1722 el 14. Ibídem. 15. Hubert Bancroft, History of the north mexican states, p. 438.

254

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

sacerdote fray Juan de Ugarte plasmó en su diario manuscrito las impresiones que tuvo tras el encuentro en alta mar con una tormenta muy notable debido a un fenómeno físico que atrajo de manera especial su atención y lo explicó desde su particular perspectiva simbólica: […] la segunda noche, por el lado nordeste se formó una tormenta que así la llamaron el piloto y los marineros y antes de las oraciones y antes que nos entrase la tormenta sobre la misma cruz de la grímpola se puso una luz tan clara como el día antecedente, gritaron los marineros todos buen viaje, con mucha alegría rezando después en voz alta un padre nuestro y un Ave María, decían que San Telmo en las tormentas o tempestades se aparece en las gavias cuando ya se acaba el tiempo y que esta luz venía antes que el tiempo empezase y duraba las horas que durara la tormenta, a mi se me ofreciose como sucedido tres noches continuadas, y siempre se ponía sobre la cruz.16

La tormenta de 1722 fue significativa para el fraile por el brillo producido con la electrostática que se presenció sobre una cruz, como se lee en el documento que describe las características del fenómeno. El religioso encontró en ello señales divinas como lo hicieron los españoles y jesuitas que lo acompañaban hacia la península buscando buenos augurios que los motivaran para continuar con su propósito evangelizador. Ilustración 5. Relación del Fuego de San Telmo durante el descubrimiento del Golfo de California

Fuente: Fragmento del «Manuscrito que contiene Relación que hace el padre Juan de Ugarte, 12 enero 1722, Biblioteca Nacional de México (BNM en adelante), Fondo Reservado, Colección Archivo Franciscano (exp. 4/53.1, ff. 1-16v.), f.28.

16. «Manuscrito que contiene Relación que hace el padre Juan de Ugarte al padre procurador José de Echeverría sobre el descubrimiento del Golfo de California o Mar Lauretano a bordo de la balandra «El Triunfo de la Cruz», construida en California: San Pablo», 12 enero 1722, Biblioteca Nacional de México (BNM en adelante), Fondo Reservado, Colección Archivo Franciscano (exp. 4/53.1, ff. 1-16v.), f.29-30.

255

Raymundo Padilla Lozoya

Según la fuente, el fenómeno fue frecuente y se presentó por tres noches consecutivas sobre la cruz. La intensidad de los vientos de las tormentas detonaba un evento simbólico para los religiosos en el mar, pero por el contrario podía ser una amenaza para los frailes refugiados en las vulnerables misiones y viviendas, como se muestra en el siguiente párrafo. Las mayores afectaciones de los huracanes de 1722, registradas por los frailes, provienen de reportes realizados en tierra firme, donde empezaban a construir edificios de adobe que en ese momento no resultaron tan resistentes ante los vientos intensos. El fraile italiano María Nápoli padeció los efectos de un fenómeno que adjetivó como «furioso huracán». Los efectos fueron tan severos, que los nativos optaron por refugiarse en el templo, pero la intensidad de los vientos derrumbó los muros y maderos del techo, colapsando la construcción y matando a varios indígenas, otros quedaron heridos y muchos asustados. Como respuesta, los nativos se enojaron y se rebelaron contra el misionero, pero éste les explicó que no fue su culpa porque él no les pidió que se metieran y tampoco estaba presente cuando ocurrió la tragedia, según lo documenta el historiador Elino Villanueva.17 A pesar de su enojo, los nativos acompañaron al religioso mientras bendecía los cuerpos de los muertos. Aún cuando los templos y viviendas construidos con materiales resistentes como el adobe resultaban ser vulnerables ante los vientos intensos de los huracanes, los frailes siguieron utilizando ese material y su respuesta incluyó probar con distintos elementos como fibras de cactus, paja y ante la ausencia de agua mezclaban con savia de cactus o con sangre de bovinos y otros animales. Para el exterior de los muros utilizaron cal y encima savia de cactus para impermeabilizar el enjarre. SURGIMIENTO DE SAN JOSÉ DEL CABO Según los documentos consultados, los frailes construían templos para cumplir con su misión religiosa, y se infiere que también lo hacían como una respuesta para protegerse de los fenómenos climáticos y de los impactos de los huracanes. Una respuesta ante la ausencia de agua consistió en asentar las misiones cerca de cuerpos de agua que usaban para elaborar los adobes, para regar siembras y producir alimentos para subsistir y comercializar. Ese proceso se hace evidente al analizar los vestigios relacionados con la fundación de la misión jesuita de San José del Cabo Añuití en el año de 1730, por los sacerdotes Nicolás Tamaral y José Echeverría. Los frailes recorrieron el área meses antes de julio, identificaron un arroyo que ellos llamaron «río» porque tenía cierto caudal y lo denominaron «San José». Cerca del arroyo decidieron asentar la misión porque las condiciones del entorno les parecieron apropiadas. En el sur de la península, el sacerdote José de Echeverría narró que se encontró ...con dos arroyos, que corren divididos en distancia como de una legua, y después juntos forman el río que llamamos de San Joseph. Es el mayor de esta tierra y tendrá tanta

17. Elino Villanueva, El ciclón Liza, p. 48.

256

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

agua como el de Quauhtitlán antes de la toma, y en tiempo de seca. A su amena orilla armamos nuestra enramada, a donde fueron viniendo algunos indios a quienes se les hizo el debido agazajo.18

Es notable que los nativos no veían a los frailes como una amenaza y que estaban acostumbrados a ver españoles, por ello el encuentro con los jesuitas en ese momento no fue violento y permitió a los sacerdotes localizar en el entorno las mejores condiciones para establecer un asentamiento. El arroyo San José no les resultó amenazante, por el contrario, les pareció adecuado porque su caudal era moderado. Antes del mes de julio había iniciado la temporada de lluvias y algunas precipitaciones debieron nutrir al arroyo. El sacerdote José de Echeverría registró en su bitácora las características del entorno, y también una de las primeras intervenciones de los humanos en perjuicio de los recursos naturales del área de playa y estero en San José del Cabo. Al día siguiente salí hasta la playa ya que no dista más de una legua.19 Vi unas lagunas [estero] que forma el río represado en la creciente del mar y en ella hay hasta abundancia de peje. Estas lagunas están consumadas o rodeadas de palmas todas ya secas por haber los indios cortado los palmitos para comérselos. Lección que aprendieron de unos soldados de la primera entrada: y es compasión ver el destrozo que han hecho con harto daño de los pobres que han perdido su frutilla que anualmente les daba, su vestido en las hojas, y la amenidad deliciosa del más bello país de que harto nos lamentamos.20

Los frailes se asentaron conscientemente junto al arroyo y el estero San José porque advirtieron la posibilidad de obtener beneficios como agua, peces y palmas para enfrentar las carencias. Después de elegir el espacio físico de San José del Cabo, los sacerdotes continuaron con su objetivo, el cual consistió en edificar una misión para evangelizar a los indígenas y enseñarles otro modo de vida. La construcción del templo de San José ilustra muy bien las destrezas que los sacerdotes desarrollaron para aprovechar los recursos del medio ambiente y muestra que buscaban condiciones particularmente seguras para edificar su vivienda. Junto a las lagunas de esteros de agua dulce, y cerca del río hallamos un paraje llano, y de buena tierra, libre de avenidas, que discurrimos sería muy al propósito para labranza y se hizo luego, valiéndonos de las palmas secas, una casa bien capaz con su capilla dentro y techo de caña verde que llaman carrizo. En pocas horas se concluyó la obra con la ayuda de los indios, que anduvieron muy diligentes: nos mudamos y fueron viniendo más indios: de suerte que al cuarto día de más llegada había 300 entre mujeres y hombres.21

18. «Carta del padre José de Echeverría al marqués de Villapuente sobre su visita a las misiones de San José y Santiago, en California», 12 julio de 1730, BNM, Fondo Reservado, Colección Archivo Franciscano, Loreto de Californias, (exp. 4/55.2, ff. 1v.-2v.), f. 3. 19. Nota: una legua en el sistema español equivalía a 4 kilómetros de distancia. 20. «Carta del padre José de Echeverría al marqués de Villapuente sobre su visita a las misiones de San José y Santiago, en California», 12 julio de 1730, BNM, Fondo Reservado, Colección Archivo Franciscano, Loreto de Californias, (exp. 4/55.2, ff. 1v.-2v.), f. 3. 21. Ibídem.

257

Raymundo Padilla Lozoya

Ilustración 6. Ubicación de las misiones en Baja California Sur

Fuente: Google Earth, 2016.

En un principio, como respuesta ante las condiciones climáticas, los frailes construyeron una casa de palma y carrizo, y el sacerdote identificó lo que a su experiencia le pareció una buena tierra, segura y libre de avenidas o inundaciones e ideal para la labranza. Antes de construir el templo de la misión consideró el entorno como propicio para la producción de alimentos por medio de sembradíos. Condiciones similares convencieron a otros sacerdotes españoles que se asentaron cerca de las fuentes de agua y de la playa con tal de advertir el arribo de los galeones, acudir al avituallamiento de los viajeros y alertar ante la presencia de los piratas. La ubicación de la mayoría de las misiones ilustra la distancia que procuraban los frailes para asentar las capillas, en su mayoría cercanas a la franja de playa duna. Es notable un patrón en los asentamientos de las misiones, puesto que la mayoría fueron ubicadas cerca de arroyos, considerando el acceso al agua para sembradíos y uso cotidiano. Se infiere que la protección de inundaciones no fue una preocupación generalizada para los frailes, debido a ello las crónicas dan cuenta de frecuentes desbordamientos de arroyos, colapso de viviendas, arrastre de nativos y españoles. Las misiones construidas por los jesuitas fueron vulnerables ante las inundaciones porque las asentaron en sitios expuestos a los desbordamientos de arroyos y en áreas cercanas al descenso de flujos de escombros. El desconocimiento del territorio permitió que otros extranjeros ubicaran sus viviendas a corta distancia de las misiones y gradualmente se formaron poblados, incrementó el caserío y en todas las localidades padecieron frecuentes inundaciones durante su historia. En algunas la respuesta ante inundaciones fue la reubicación, pero aún así el escaso nivel del terreno junto a la tra258

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

Ilustración 7. Cuerpos de agua y arroyos cerca de las misiones

Fuente: Google Earth, 2016. Ubicación de las misiones de Loreto, San Javier, San Luis Gonzaga, La Paz, Todos Santos, Santiago y San José del Cabo, asentadas muy cerca del cauce de arroyos y cuerpos de agua con potencial para desbordarse e inundar.

yectoria de avenidas súbitas las hizo propensas a las crecidas. Los frailes promovieron la construcción de viviendas más resistentes a los amenazantes vientos por medio del uso de rocas en los cimientos, muros de adobe y madera en los techos. Véase imagen 1. Sin embargo, los frailes también eran vulnerables a los conflictos sociales y los nativos se convirtieron en una amenaza para algunos de los sacerdotes. A pocos años de fundada la primera misión de San José del Cabo, los indígenas pericúes se rebelaron ante las disposiciones de los frailes y asesinaron al sacerdote Nicolás Tamaral, encargado de la evangelización, cerca del año de 1734.22 Existen diversas versiones de su ejecución, pero coinciden en que este asesinato convenció a los españoles de reubicar la misión y trasladarla al bordo de la playa, donde se ubica 22. En el MHNCSL una anotación indica la fecha de arribo del fraile Tamaral y su muerte de la siguiente manera «el padre Nicolás Tamaral (1730-1734)». Sin embargo líneas más adelante se señala que «la rebelión de 1730 causó el martirio del Padre Tamaral el 3 de octubre de aquel año y el abandono temporal de la misión». Evidentemente existe una incoherencia en la fecha de muerte del fraile Nicolás Tamaral.

259

Raymundo Padilla Lozoya

Imagen 1. Vestigios de los cimientos de piedra

Fuente: Fotografía captada por Raymundo Padilla Lozoya, el 16 de febrero de 2011. Según el informante Francisco Márquez Ceseña, las piedras notables en la imagen pertenecieron a los cimientos de la misión de San José, la cual estuvo asentada donde actualmente se ubica su terreno. Otros informantes coincidieron en la ubicación de la histórica construcción, pero es necesaria una detallada investigación para constatar la veracidad del dato.

hasta hoy, en el centro administrativo, social y político de la ciudad de San José del Cabo. El nuevo asentamiento de la misión de San José del Cabo también fue edificado a un lado del arroyo San José y del entonces amplio estero que contaba con abundante diversidad natural, la cual facilitó la sobrevivencia de los españoles como lo hace un oasis en el desierto. Debieron considerar la posibilidad de huir por mar en caso de ser amenazados nuevamente por los pericúes y procuraron evitar el mismo destino que padeció el sacerdote Nicolás Tamaral. Para reducir el riesgo por sequía el estero fue indispensable. La historia de San José del Cabo está ligada a la diversidad natural del estero, el cual redujo algunas 260

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

vulnerabilidades, como quedarse sin agua y sin comida ante la escasez de lluvias. En el estero convivían una amplia diversidad de aves y pequeños mamíferos, pero había peces, cangrejos, lagartos, «camarones azules, árboles centenarios de mezquite, palo fierro, tezos, guamúchiles, tamarindos, palo blanco, arbustos, peces. Se obtenía además leña para el fuego».23 (Wilkes, 2005: 12-13). También se le conocía como el Estero de las Palmas de San José del Cabo Añuití, por su abundancia de palmas y otras plantas silvestres. La buena tierra, libre de avenidas e ideal para la labranza, que refería el sacerdote José de Echeverría permitió que el pueblo de San José se desarrollara de manera muy lenta, pero constante, durante el siglo xviii. Además fueron construidas diversas viviendas en torno a la plaza principal del pueblo fundado por españoles y otros extranjeros comerciantes que producían distinta mercancía y la exportaban, al tiempo que también importaban múltiples productos al contar con un puerto activo durante los siglos xvi al xviii. Así, los frailes contribuyeron en el asentamiento y la conformación de una sociedad que aprendió a enfrentar la amenaza de las sequías, pero no la amenaza de los huracanes. Existe poca evidencia disponible para comprobar plenamente las razones culturales que influían en la movilidad de los nativos pericúes, por ello solamente es deducible que la recolección para sobrevivir determinaba sus asentamientos temporales y las migraciones.24 Sin embargo, el pueblo de San José del Cabo es un claro ejemplo de que las amenazas naturales no determinaron el tipo y el lugar de asentamiento; fueron el acceso al agua para enfrentar la sequía, la cercanía con el mar, el puerto para comerciar y las disposiciones de los religiosos las que influyeron en las razones fundamentales del asentamiento definitivo de San José del Cabo. En este mismo sentido, la tesis del arquitecto Amos Rapoport propuso que «el efecto de la localización no es físico sino cultural, ya que el lugar ideal depende de las metas, ideales y valores de un pueblo o de un período y la elección de –un buen sitio– sea lago, río, montaña o costa depende de su definición cultural».25 Así, los frailes buscaron una tierra ideal para labranza que les permitiera producir alimentos para sobrevivir y mostrar el éxito de la misión con los nativos sedentarizados, no un lugar distante de la costa y de los huracanes que aún eran una amenaza debido a la exposición del asentamientos ante los efectos e impactos. Sin embargo, la presencia de los colonizadores trajo consigo una amenaza más mortal para los indígenas, quienes no estaban preparados para enfrentarla y resultaron ser altamente vulnerables, como se leerá en el siguiente apartado.

23. Wilkes Richie, María Faustina, «El San Lucas que yo conocí, parte III», en Tribuna de Los Cabos, San José del Cabo, Tribuna de Los Cabos, 2005, 12. 24. En este sentido, el antropólogo Fernando Briones Gamboa ha citado que el trabajo del arqueólogo William Sanders hace evidente que «el gran patrón de los asentamientos prehispánicos es la subsistencia». Nota tomada durante el IV Congreso Nacional de Ciencias Sociales, celebrado en febrero de 2012 en el Colegio de San Ildefonso en la Ciudad de México. 25. Amos Rapoport, Vivienda y cultura, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, S. A., 1972, p. 44.

261

Raymundo Padilla Lozoya

EPIDEMIAS, UNA AMENAZA EXÓGENA Una enfermedad epidémica es una amenaza exógena que sorprende a una sociedad que normalmente se encuentra desprevenida para mitigar sus impactos y enfrentarla de la mejor manera, por ello se presentan abundantes pérdidas humanas antes que se logre contenerla. Según el historiador Robert H. Jackson, la población total en San José del Cabo, incluyendo la misión, fue poco numerosa durante la segunda mitad del siglo xviii y la primera década del siglo xix, véase cuadro 2. Cuadro 2. Población en la misión de San José del Cabo, 1755-1814 Año

1755 1762 1768 1771 1773 1774 1782 1786 1790 1791 1794 1795

Población Año

73

63

71

50

51

50

28

143

62

51

102

84

1796 1797 1798 1799 1800 1801 1802 1803 1804 1806 1808 1814

Población

70

77

81

78

78

77

83

88

83

92

109

47

Fuente: Elaboración del cuadro con datos de Jackson.

Con base en los censos de frailes recopilados por Jackson, se observa que en cortos períodos la cantidad de población superó el ciento y la migración comercial producía fluctuaciones en el número de pobladores, al igual que la mortalidad de extranjeros y de nativos debido a diversas enfermedades. La mayor parte de las afectaciones demográficas a los indígenas se debió a su vulnerabilidad ante enfermedades epidémicas, véase cuadro 3. El descenso poblacional asociado a las epidemias fue catastrófico para la vida humana y para el desarrollo cultural de los nativos, aunque también afectó a los extranjeros, pero eran menos vulnerables y su inmunidad les permitió enfrentar de mejor manera la misma amenaza. Cuadro 3. Epidemias en Baja California Sur 1720-1769 Año

Manifestación

1709-1710

Viruela

1720-1772

Viruela, Sarampión y Tifus

1729

Viruela

1741

Viruela

1742-1743

Viruela

1748

Sarampión

1760

Viruela

1769

Fiebre

Fuente: Con información de Cook, Jackson, Gómez, García-Acosta y Garduño.

262

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

Como argumenta Jackson, todas las amenazantes epidemias en Baja California llegaron del exterior con la presencia de los españoles exploradores y los frailes jesuitas, dominicos y franciscanos. El sistema inmunológico de la mayoría de indígenas resultó ser vulnerable y fueron contagiados. No todos murieron, como lo advierte Jackson, pero la natalidad fue insuficientemente numerosa en comparación con la de los extranjeros. Los grupos nómadas nativos se habían adaptado a vivir a pesar de la escasez de lluvia, de los períodos de sequía extrema y de los huracanes, pero sus capacidades fueron insuficientes ante las epidemias de viruela, sarampión y tifus. Principalmente durante el período 1720 a 1772, se presentó el mayor número de defunciones en el sur, centro y norte de las californias, según coinciden los estudios de Gómez y Garduño. Al respecto el historiador Jackson rescata un fragmento del artículo «The extend and significance of disease among the indians of Baja California from 1697 to 1773» escrito por Sherburne Cook en 1937, en que un jesuita anónimo describió lo que sucedió en San José del Cabo ...en el mes de octubre de 1742, se echó sobre ellos (los pericúes) una epidemia tan grave que cada uno huyó del resto. Allí murieron 500 personas [en San José del Cabo], la enfermedad duró alrededor de dos y medio años. De la misión de San José la epidemia fue a Santiago, de ahí a Todos Santos, de Todos Santos hizo un salto tremendo, porque estalló en la misión más lejana hacia el norte, San Ignacio.26

Es notable que la amenaza de las enfermedades epidémicas se extendió por los demás pueblos de la península, afectando a los grupos más vulnerables. El mismo jesuita anónimo describió posteriormente la presencia de una epidemia causada por el sarampión, en los siguientes términos: «En el año 1748 el 25 de diciembre empezó otra enfermedad, de sarampión, de los cuales, sólo en la misión de [San José d]el Cabo, murieron 150 personas».27 Las epidemias también afectaron a los pobladores de los primeros ranchos en la península, que comenzaban a diseminarse a mediados del siglo xviii. Con este desastre se transformó la vida cotidiana, el comercio, las relaciones sociales, la labor misional, las expectativas, las dinámicas de sobrevivencia y los esfuerzos se enfocaron en encontrar respuestas adecuadas para enfrentar la amenaza y sobrevivir. Los nativos desarrollaron algunas prácticas para enfrentar las enfermedades epidémicas, pero fueron inadecuadas para contrarrestar todos los impactos mortales de la amenaza. Huyeron a la sierra, como lo hacían ante la amenaza de las tormentas tropicales, porque conocían el terreno y contaban con refugios en cuevas y barrancas; sin embargo la enfermedad mortal viajó con ellos. Cuando alguno del grupo presentaba los síntomas era abandonado en la cueva y emigraban a otra. Jackson evidenció que los

26. Robert H. Jackson, «Epidemic disease and population decline in the Baja California missions, 16971834», en Southern California Quarterly, vol. 63, no. 4, 1981, p. 319. 27. Robert H. Jackson, «Epidemic disease and population, p. 320.

263

Raymundo Padilla Lozoya

frailes subieron a censar el número de indios, pero encontraron en las cuevas los restos de familias completas y los cadáveres de niños o individuos que fueron abandonados a su suerte. Algunos nativos morían de inanición por miedo a salir y contagiarse, se tiraban al mar o se incendiaban para no proliferar contagios. Aún así las epidemias llegaron hasta los lugares más distantes. La migración no fue una solución, ni siquiera para los españoles que por temor a la amenaza iban de un lugar a otro buscando escapar de las epidemias y en su movilidad las diseminaban. Según el historiador Jackson en la década de 1760, el franciscano Francisco Palou escribió las consecuencias de la migración hacia la distante orilla de la península de San José del Cabo, de la siguiente manera: ...en las dos ciudades de Santiago y San José [del Cabo], era grande el caos para todos los que habían sido trasladados de Todos Santos a Santiago pues murieron, así como también algunos de los nativos del último lugar nombrado. Lo mismo sucedió en la misión de San José [del Cabo] donde todos los de San [Francisco] Xavier murieron, quedando sólo una de las doce familias que se habían trasladado allí.28

Los pueblos quedaron casi deshabitados con este desastre que destrozó el desarrollo comercial que se venía gestando. Nadie estaba a salvo, ni los nativos, ni los extranjeros, ni los laicos, ni los frailes. La amenaza de la epidemia se generalizó y vulneró todo el tejido social. Se ha documentado en la historia local que en San José del Cabo, «en mayo de 1769 [una] epidemia de fiebre […] causó la muerte de la mayoría de la población indígena; así como la del padre Fray Juan Morán».29 De esta manera se hizo evidente que la protección simbólica era inadecuada para enfrentar la amenaza de las epidemias, por ello muchos migraron y huyeron porque ante el desastre el éxodo siempre ha sido una opción. A muchos extranjeros no les importó en el siglo xviii abandonar el pueblo de San José del Cabo que ya se vislumbraba prometedor. (Véase ilustración 8). Las epidemias produjeron el desplazamiento de poblaciones, impactaron en las actividades comerciales y se sumaron a las desgracias de los jesuitas quienes además fueron expulsados de México en el año de 1767 por órdenes reales. Después de que los jesuitas fueron expulsados, arribaron al sur de la península los frailes dominicos en 1774 y para entonces «las epidemias habían devastado por completo a los pueblos pericú y guaycura y a la mayoría de los cochimí».30 Algunos extranjeros que estaban asentados en San José del Cabo eran inmunes a las epidemias. Ellos recibían productos que importaban por medio de la Nao de China, la cual desde el siglo xvii hizo escala en San José del Cabo, hasta el año de 1776, cuando cambió destino al nuevo puerto

28. Op. cit., pp. 322. 29. Nota tomada en el MHNCSL. 30. Everardo Garduño, De comunidades inventadas a comunidades imaginadas y comunidades invisibles: movilidad, redes sociales y etnicidad entre los grupos indígenas yumanos de Baja California, Mexicali, Universidad Autónoma de Baja California-Centro de Investigaciones Culturales-Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2011, p. 54.

264

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

Ilustración 8. San José del Cabo en 1767, representación del jesuita Ignacio Tirsch

Fuente: Rodríguez, 2002: 30. En la imagen son notables algunas construcciones de piedra y adobe, con techos al parecer de zacate o palma. El arroyo nutre con agua los sembradíos y los separa del asentamiento principal constituido por menos de 10 viviendas y el templo de la misión. Contaban con un granero cerca de los campos sembrados.

de Monterrey en la Alta California.31 El cambio, en parte se debió a las enfermedades, la poca población y las complicaciones para transportar los productos hasta el puerto, pero también al riesgo que representaba contagiarse con alguna enfermedad epidémica. En San José del Cabo nadie podía sentirse a salvo del impacto mortal de las epidemias, pues los nativos y los extranjeros morían al mismo tiempo, como lo documentó el científico francés Chappe D`Auteroche, según cita Jackson: Esto ocasionó una consternación general, los gemidos de los moribundos, el terror de los que fueron presa de la enfermedad, y esperaban el destino común, todo conspiraba para que el pueblo de San José [San José del Cabo] fuera una escena de terror... en una palabra, cada uno, indios, españoles, y franceses, todos fueron muriendo o iban a morir.32

31. Magaña Mancillas, Mario Alberto, Indios, soldados y rancheros, doblamiento, memoria e identidades en el área central de las Californias (1769-1870), La Paz, Gobierno del Estado de Baja California SurInstituto Sudcaliforniano de Cultura-El Colegio de Michoacán-Conaculta, 2010, p. 558. 32. Robert H. Jackson, «Epidemic disease and population, p. 323.

265

Raymundo Padilla Lozoya

Pueblos y misiones quedaron desolados por largos períodos. En algunos casos se creó inmunidad ante las enfermedades epidémicas y esos nativos lograron sobrevivir y engendrar una nueva generación que finalmente fue desapareciendo gradualmente entre la demás sociedad. La poca población impidió la transmisión de brotes posteriores y según Jackson, entre 1790 y 1799 se cuenta con escasos registros de muertos, quizás por la inmunidad y la casi nula migración. Así fue disminuyendo la presencia de las enfermedades epidémicas y durante el siglo xix ya no se presentaron con la misma frecuencia. En la misión de San José del Cabo, específicamente la «población indígena fue calculada en 100 habitantes en 1750, 63 en 1762, 50 en 1769 y 200 en 1800».33 En toda la península la población indígena fue la más vulnerable ante las epidemias y disminuyó de manera alarmante: se contabilizaron 60,000 indígenas en 1697; 21,000 en 1762; 9,300 en 1782; 5,900 en 1800, y 1500 en 1835.34 Los escasos nativos pericúes sobrevivientes se mezclaron con los mestizos y criollos hasta difuminarse como grupo cultural, de esa manera se borró casi todo rastro de los pericúes. La misión de San José estuvo a punto de desaparecer totalmente. Quedó casi en el abandono el primer edificio de la misión de San José del Cabo, después de la expulsión de los jesuitas y se fue deteriorando. Para terminar el siglo xviii, en 1793 una inundación destruyó gran parte de la construcción, según lo indica una breve mención de este evento documentado en el MHNCSL. También precisa que «fue reconstruida hasta 1799».35 El siglo xix dio paso a una nueva época en la cual la tecnificación impulsó de manera notable el estudio de los fenómenos naturales, aunque restó atención a la causa fundamental que da origen a los desastres: la sociedad. COMENTARIOS FINALES A lo largo del documento se ha procurado plantear las condiciones particulares en que se presentaron ciertas manifestaciones naturales en la península de Baja California Sur y la manera como fueron amenazantes para los nativos pericúes y también para los extranjeros que decidieron asentarse en ese territorio. Considerando esas relaciones entre naturaleza y sociedad se han mostrado los efectos e impactos físicos y sociales de las amenazas, las respuestas civiles y la manera como la exposición de los asentamientos perpetuó ciertas vulnerabilidades. Como parte de las respuestas, se expusieron las prácticas que los indígenas utilizaron para enfrentar los huracanes y la manera como fueron sedentarizados por los frailes jesuitas y luego su tragedia ante las recurrentes epidemias. Intentaron enfrentar las enfermedades epidémicas, pero fracasaron y casi fueron extintos. Con ellos también desapareció gran parte del conocimiento y la evidencia de otras relaciones entre los nativos y la naturaleza. 33. Nota tomada del MHNCSL. 34. Robert H. Jackson, «Epidemic disease and population, p. 310. 35. Nota tomada del MHNCSL, acerca del estero de las palmas de San José de Cabo Añuití (1730-1840).

266

El surgimiento de una sociedad vulnerable y sus respuestas ante amenazas naturales: San José del Cabo...

De la misma manera se mostró cómo fue surgiendo otra sociedad novohispana que implementó diferentes respuestas para enfrentar las condiciones del medio ambiente, en parte impulsados por la misión religiosa y en parte por las posibilidades comerciales del territorio. Para los españoles y religiosos, el factor principal que incidió en la vulnerabilidad ante huracanes fue la exposición a los efectos intensos de los huracanes. Construyeron edificaciones y viviendas con muros resistentes a los vientos, pero con techos de zacate y palma que fueron afectados o destruidos ocasionalmente. Para los españoles fue posible trascender a pesar de condiciones muy adversas y aún siendo una sociedad vulnerable ante las amenazas que representaban el desierto, los nativos, los huracanes y las epidemias. Los vestigios evidencian que desde el siglo xviii, hasta el día hoy, los habitantes de la península de Baja California Sur han sido vulnerables ante los efectos e impactos de los huracanes. Baste recordar que el 13 de septiembre del año 2014, en la zona ciclogénica del Golfo de Tehuantepec se formó el huracán Odile, categoría 3 en la escala de Saffir-Simpson, subió paralelo al litoral mexicano e ingresó a tierra el 15 de septiembre sobre Cabo San Lucas, luego siguió una trayectoria hacia el norte por el centro de la península. Durante este fenómeno murieron 6 personas en Baja California Sur, se contabilizaron afectaciones en 10, 978 viviendas y 923 escuelas, fueron evacuados 38 mil turistas y se estimó el daño total en 24 mil millones de pesos, es decir, casi mil 298 millones de dólares.36 Odile detonó un desastre que evidenció una vez más las condiciones de vulnerabilidad históricas que han perdurado en la sociedad sudcaliforniana. Nuevamente el desastre mostró la vulnerabilidades que subyacen en lo que algunos denominan desarrollo, el cual resulta inequitativo, pues fortalece a unos cuantos y desprotege a otros, que son las víctimas de la tragedia. Este desastre detonado por el huracán Odile desveló las vulnerabilidades de la sociedad sudcaliforniana contemporánea ante los huracanes, mostró que las respuestas preparativas preventivas de desastres aún son insuficientes para reducir la exposición, mitigar los daños a los bienes materiales y para garantizar la sobrevivencia de todos los seres humanos. Hizo notable que persisten factores que limitan la conformación de una cultura preventiva de desastres, porque aún cuando el número de muertos fue reducido, el costo económico del desastre fue muy alto y tendrá una repercusión de largo plazo en el desarrollo de muchos individuos y comunidades. El estudio de la sociedad sudcaliforniana permitió observar que la relación con una amenaza natural no incide de manera automática en el desarrollo de una respuesta estratégica efectiva para enfrentarla y evitar los desastres, se requiere de una voluntad social o política especial. De lo contrario, una sociedad acepta los frecuentes desastres con cierta naturalidad, perpetuando una vulnerabilidad histórica ante una amenaza como los huracanes. Así, la vulnerabilidad histórica o crónica se hace evidente en sociedades que han padecido desastres ante una misma amenaza o varias. En la sociedad sudcaliforniana

36. David Muriá Vila, coord., El huracán Odile y sus efectos en la infraestructura del sur de la península de Baja California, Ciudad de México, Instituto de Ingeniería de la UNAM – Academia de Ingeniería, 2015.

267

Raymundo Padilla Lozoya

fue posible reducir la vulnerabilidad ante las sequías por escasez de lluvia y las enfermedades epidémicas entre algunos grupos sociales, pero se perpetuó la vulnerabilidad ante huracanes, como una condición histórica y característica de esa sociedad. Por ello deben analizarse todos los factores que inciden en la construcción social de los riesgos que permiten que un huracán detone un desastre, y enfocar en ellos una serie de respuestas que mejoren las capacidades preparativas y preventivas de toda la sociedad para evitar la reproducción de la vulnerabilidad histórica y de futuros desastres.

268

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.