El Solutrense del Nalón: Las Caldas, La Viña, La Lluera y Peña de Candamo

July 4, 2017 | Autor: J. Vázquez Rodríguez | Categoría: Solutrean, Solutrense, Archeozoology, Arqueozoología
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Descripción

El Solutrense del alón: Las Caldas, La Viña, La Lluera y Peña de Candamo José María Vázquez Rodríguez

Í DICE

1. Introducción ……………………………………………………………… 2 2. El Solutrense del río Nalón ……………………………………………… 4 3. Las Caldas ……………………………………………………………….. 4 3.1. Sala I ………………………………………………………………… 5 3.1.1. Industria lítica de los niveles solutrenses de Sala I ………... 5 3.1.2. Industria ósea ……………………………………………… 6 3.1.3. Fauna ………………………………………………………. 7 3.2. Yacimiento exterior ………………………………………………… 8 3.2.1. Industria lítica ……………………………………………... 8 3.2.2. Industria ósea ……………………………………………… 9 3.2.3. Restos humanos y faunísticos ……………………………... 9 4. La Viña ………………………………………………………………….. 10 4.1.Sector central ………………………………………………………… 10 4.1.1. Industria Solutrense del Sector Central …………………… 10 4.2. Sector occidental …………………………………………………….. 11 4.2.1. Industria del sector Occidental ……………………………. 13 5. Peña de Candamo ……………………………………………………….. 14 5.1. Industria lítica ……………………………………………………….. 14 5.2. Restos óseos ………………………………………………………… 15 5.4. Conclusiones ……………………………………………………….. 16 5.3. Arte (cronología y relación con la fauna) …………………………… 16 6. La Lluera ………………………………………………………………… 17 6.1. Fauna ………………………………………………………………… 18 6.2. La Lluera II …………………………………………………………. 19 7. Conclusiones ……………………………………………………………... 19 8. Bibliografía ………………………………………………………………. 22

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1. ITRODUCCIÓ El Solutrense queda, de momento, adscrito a un área bastante escueta de Europa occidental, entre la Península Ibérica (Cornisa Cantábrica, zona Mediterránea y Portugal), Italia y el norte de Francia. Es especialmente interesante, aparte de su incierto origen (francés, local o africano), la cuestión de la distribución de dicho horizonte cultural únicamente en estas zonas; de este modo, se plantea el componente climático como causa principal. A este respecto, parece que el periodo de tiempo adscrito entre 23.000 y 16.000/15.000 BP, en el que mayoritariamente transcurre el periodo que nos ocupa, se desarrolló bajo las condiciones de un clima riguroso y/o extremo, especialmente en regiones europeas septentrionales; se atiende, pues, a la extrema dificultad e imposibilidad de habitabilidad de esas zonas, siendo las tierras del suroeste europeo las que albergarían, en gran medida, y en base a un clima menos riguroso, a los hombres de este periodo, que hunde sus raíces en el empleo del retoque plano como recurso técnico característico y principal (Rasilla 1994: 11). A grandes rasgos, el Solutrense se divide en Inferior, Medio y Superior, donde la producción de diversos tipos de puntas suelen identificar a cada episodio. De este modo, el Solutrense Inferior se relaciona con las puntas de cara plana; el Medio, con las hojas de laurel; finalmente, el Superior, con puntas de muesca y de base cóncava, amén de las escotadas y con pedúnculo y aletas (Maíllo 2006). El Solutrense, pues, se desarrolla en el periodo que abarca los interestadios de Laugerie y Lascaux. Al igual que en la actualidad, el componente kárstico en los procesos de sedimentación sería especialmente importante en la zona cantábrica, pues, de hecho, definen un total de diez fases climáticas locales (Hoyos 1994: 22). Dichos procesos sedimento-kársticos serían especialmente importantes en una zona lluviosa como la que nos atañe, donde el aporte kárstico nivo-pluvial sería especialmente determinante en las zonas de valle y montaña. Centrados ya en la Región Cantábrica, la mayoría de los asentamientos se produjeron en cueva, asociados a zonas costeras, de valle (karst marino-continental) y/o de montaña (karst nivo-pluvial) (Rasilla 1983); por lo general el mayor porcentaje de éstos se encuentra asociado a algún curso fluvial o río, siempre en base a la fauna, flora y disposición de los recursos primarios (Rasilla 1983: 172). Los taxones predominantes serían el caballo, bisonte, ciervo y cabra, relacionados con entornos de pradera con especies arbóreas termófilas y un clima frío y seco, aunque con variaciones (Ripoll y Ripoll 1990). Cronológicamente, los límites del Solutrense cantábrico se sitúan en 20.360±450 B.P. y 15.690±310 B.P. (Ripoll y Ripoll 1990). Para la Región Cantábrica, el Conde de la Vega del Sella (1915), diferenciaba tres episodios Solutrenses: Solutrense A, B y C. El primero de ellos, el Solutrense A, que identificaba en Cueto de la Mina, se caracterizaba por la presencia de raspadores, lascas retocadas lateralmente, hojas y puntas Musterienses en sílex (con retoque Solutrense), buriles y azagayas. El Solutrense B, identificado en base a los niveles de El Castillo, presentaba hojas de laurel “de tamaño algo grande y de factura algo tosca”. Finalmente, el Solutrense C de Cueto de La Mina presentaba punzones , agujas, laminillas e incluso dientes perforados, amén de algunos raspadores, hojas de laurel y de sauce y raspadores.

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Por su parte, Soledad Corchón (1985) plantea el Solutrense en base a las características de Las Caldas. De este modo, el Solutrense medio se caracteriza por la presencia de buriles y, aún, de un componente Perigordiense notable (sobre todo truncaduras). Son escasos los raspadores y los elementos Auriñacienses, estos últimos casi inexistentes. Diferencia un siguiente horizonte (Solutrense medio B), caracterizado ahora por la generalización del retoque plano no Solutrense. El Solutrense superior presentaría, en Las Caldas, características más ligadas aún al Solutrense medio; aumenta la presencia de hojas y, además, se comprueba que los útiles Solutrenses se confeccionan en cuarcita. Para el Solutrense terminal, Soledad Corchón destaca la presencia del retoque abrupto en lascas y el incremento sustancial, cuantitativo y tipológico, de hojitas de dorso. Marco de la Rasilla (1994) propuso la siguiente secuencia crono-estratigráfica Solutrense: Solutrense Medio (20.000/19.000 B.P.), Solutrense Superior (19.200/19.000-18.200/18.000 BP) y Solutrense Superior en proceso de “desolutreanización” (18.000/17.000 B.P.). Este último episodio se relaciona con la progresiva rarificación del utillaje típico Solutrense y la disminución del tamaño de la industria (Rasilla 1989: 482), haciendo referencia a “una situación dinámica basada en varios yacimientos y con una articulación diferencial” (Rasilla 2002-2003: 38). El término se aleja, de este modo, de nociones más estáticas, tales como el Solutrense Terminal de Soledad Corchón. Por otra parte, la ausencia, por el momento, de niveles del Solutrense inferior en la zona, parece deberse a la prolongada extensión del Gravetiense en la región. Dicha cronología, aplicada a la Región Cantábrica, ha sido el centro de un debate principalmente enfocado en el Solutrense medio. En este sentido, y frente a la subdivisión en tres etapas confeccionada por Marco de la Rasilla (Medio, superior y en proceso de “desolutreanización”), Straus defendía la teoría de que únicamente el Solutrense superior estaría representado en esta zona. El elemento clave en este debate son las puntas de base cóncava, que marcarían, por así decirlo, la frontera entre el Solutrense medio y el superior. En yacimientos que han presentado varios niveles adscribibles al Solutrense, aquellos que no presentan piezas de este tipo siempre se encuentran por debajo de aquellos que sí; por añadidura, las cronologías de dichos niveles, en un estudio de interrelación de yacimientos, siempre arrojan fechas más antiguas a los niveles sin puntas de base cóncava. Por otra parte, hay que tener presente la concepción, por parte de Straus (1995) de las puntas de muesca como fósiles directores o marcadores cronológicos. Si bien es cierto que este tipo de puntas son características del Solutrense superior, y posteriores a las puntas de base cóncava (Rasilla 2002-2003), ¿cómo explicaría Straus aquellos niveles que no presentan puntas de muesca y sí de base cóncava? Otro aspecto interesante es la variabilidad de los elementos Solutrenses en los yacimientos cantábricos. A este respecto, Straus (1995: 25) expone que dicha variabilidad se basa en mayor medida en cuestiones funcionales, y no sólo cronológicas. Las diferencias entre el Solutrense vasco y el astur-cántabro pueden deberse a varios factores, tales como la diversidad de las especies animales. Así pues, domina la caza y restos de ciervo en los yacimientos asturianos y cántabros, mientras que las especies de roquedo eran más cazadas en los yacimientos vascos. Al respecto, es evidente que el

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componente ambiental y el entorno estaría íntimamente ligado a esta variabilidad, determinando desde el registro faunístico hasta el componente litológico local. El propio Straus señala la importancia de las nuevas tipologías e instrumentos solutrenses como respuesta adaptativa a las duras condiciones climáticas, ya comentadas. Caracterizan al Solutrense medio el empleo de sílex primordialmente, restos de talla e industria por lo general de tamaño considerable; así mismo, se documentan puntas de cara plana y hojas de laurel. En el Solutrense superior la cuarcita es la materia prima característica, mientras que el tamaños del utillaje es bastante más reducido que en la etapa anterior. El componente de lascado anterior ahora parece tornarse hacia formas laminares, y atendemos a la presencia de puntas de base cóncava y de muesca, amén de la continuación de la presencia de hojas de laurel (Rasilla 1989: 36-37).

2. EL SOLUTRESE DEL RÍO ALÓ

El río Nalón, y su cuenca en general, dispuesta en siete niveles de terrazas que abarcarían desde el Plioceno inferior al Holoceno (Aguilar y Barrera 2002: 13), comprende un entorno especialmente interesante por el hecho de que se sitúa entre el dominio silíceo, de materiales predominantemente Precámbricos, Cámbricos y Paleozoicos, y el dominio calcáreo, con materiales Paleozoicos en mayor medida (también Terciarios y Mesozoicos) (Rasilla 1984: 167) dentro de la Cornisa Cantábrica. En el presente trabajo se abordarán, a modo de síntesis, las cuestiones referentes a fauna, dataciones, niveles y tecnología lítica y ósea de los yacimientos de Las Caldas, La Viña, Peña Candamo y La Lluera.

3. LAS CALDAS

Como punto de partida, las primeras campañas dieron como resultado la confección de una estratigrafía general, en principio aplicable a todo el yacimiento. Así pues, en base a los resultados obtenidos durante las campañas de 1980 a 1986 (Corchón 1990), ésta se estructuraría en tres unidades: superior, intermedia e inferior. → La unidad superior subyace al nivel 1 (postpaleolítico), y abarcaría los niveles 3 a 6, adscritos al Solutrense Superior y Final o Solutrense en proceso de “desolutreanización”, en base a la clasificación de Rasilla. (1994: 73). → La unidad intermedia, adscrita al Solutrense Superior, comprendería los niveles 7 a 9, dejando el nivel 10 en una fase intermedia entre esta unidad y la inferior. → Finalmente, la unidad inferior englobaría los niveles 11 a 18, correspondiendo éstos al Solutrense Medio. Este último nivel, al igual que el 19, responden a un ambiente húmedo (pero no frío) a consecuencia de la circulación de un río subterráneo, en el Würm III-IV; así mismo, esta unidad inferior, incluyendo quizá el nivel 10, conformaría una secuencia fluvial, pero de baja intensidad (Hoyos 1994: 23).

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La unidad superior, con una potencia de 0,12 a 0,30 m., ha aportado unas cronologías de 18.250 ± 300 BP para el nivel 3 y de 17.050 ± 290 BP para el inmediato nivel 4, el más frío del paquete estratigráfico (Corchón 1994: 133). A los niveles 7 y 9 (unidad intermedia) se les adscribe unas cronologías de 18.310 ± 260 BP y 19.390 ± 260 BP respectivamente, mientras que en la unidad inferior disponemos de 19.420 ± 260 BP y 19.030 ± 320 BP (nivel 12-base y nivel 12-techo, respectivamente) y 19.510 ± 330 BP (nivel 16) (Rasilla 1994: 58) (Straus 1986: 37). 3.1. Sala I El Solutrense en esta Sala I o Sala Principal de Las Caldas está representado bajo los niveles postpaleolítico (nivel 1) y Magdaleniense (nivel 2, que, a su vez, se divide en 2 superior para el Magdaleniense Superior-Final y 2b para un Magdaleniense Medio Evolucionado). Así pues, hasta la campaña de excavación de 1990, se expuso una secuencia estratigráfica Solutrense basada en dos grandes etapas: un Solutrense Terminal representado por los niveles 3 a 6 y un Solutrense Superior en los niveles 7 a 10. Entre 1991 y 1994 (Corchón 1995) las campañas de excavación en la Sala I alcanzaron el nivel 12, para, en 1998 (Corchón 2000), llegar al nivel 19. 3.1.1. Industria lítica de los niveles solutrenses de Sala I → Los niveles 3 a 6 (Solutrense Superior y Final) aportaron en su día una colección de útiles líticos basada en raederas, buriles (de ángulo y diedros), denticulados y lascas (por lo general retocadas) que en ocasiones servían de base para raspadores. → Características del nivel 7 de esta Sala Principal son las hojas, bien de laurel (de base recta o cóncava) o de sauce (que en este caso sólo aportó fragmentos), a las que se suman las puntas solutrenses, elemento clave para la adscripción del nivel en cuestión a un Solutrense Superior Típico (Corchón 1992). En la memoria de excavación de los años 1987 a 1990, se hace referencia, de nuevo, a la presencia de lascas como soporte, al igual que ocurriera en los niveles precedentes; también se documentan, de nuevo, raederas, raspadores y buriles, a los que se suman los ejemplares de hojas en cuarcita. → Los niveles 8 y 9 se asemejan bastante en lo que a industria documentada se refiere. La base de la industria lítica de ambos son las hojas de laurel, que se hallaron bajo las tipologías de base cóncava y de cara plana, pero en el nivel 9 también habría que hacer referencia a las puntas de muesca como elemento importante. Como se verá más adelante, en el apartado dedicado a la industria ósea, es notorio el aumento de elementos en hueso y asta documentados a partir de estos niveles. → La importancia de las hojas, atestiguadas ya en los niveles superiores, continúa en el nivel 11, pero aumenta para este nivel en lo que respecta a las puntas. Soledad Corchón señala una verdadera “especialización” (Corchón 2000) en puntas de cara plana, que ella misma relaciona con el posible aprovisionamiento y caza de salmónidos. Como materia prima la cuarcita posee cierta importancia, documentada en ejemplos como hojas, percutores y taladros. Las lascas aparecen bien representadas, siendo los tipos laminares en ocasiones base para la confección de los ya habituales raspadores. También vuelven a documentarse

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buriles, a los que se añaden denticulados, que ya aparecieron, como ya se ha señalado, en los niveles 3 a 6. El nivel 12 proporcionó un total de ocho puntas de muesca, tanto en sílex como en cuarcita, a las cuales se les aplicó un retoque solutrense, plano o marginal. Cobra especial importancia en este nivel la presencia de un hogar de unos 115 x 80 cm. y 12 cm. de potencia, pues, en lo que se refiere a industria, albergaba, asociado a él, fragmentos de hojas de laurel, raspadores sobre hoja y lascas retocadas. Así mismo, en este mismo nivel, pero fuera del perímetro del hogar en cuestión, se documentaron ejemplos de percutores de cuarcita, plaquitas de arenisca, más lascas retocadas, un buril diedro (sílex) y dos ejemplares más de puntas de muesca. En el inmediato nivel 13, pese a que escasea la industria, se documentaron, de nuevo, plaquitas (arenisca), raederas (sílex) y hojitas de dorso. Como se señala en la memoria de excavación, la tipología documentada responde a formas típicas del Solutrense Medio, y se destaca la presencia de una hoja de laurel bifacial de base redondeada en cristal de roca, una punta de cara plana en la misma materia prima y otra en sílex (Corchón 2000) Las plaquitas de arenisca continúan documentándose en el nivel 14, mientras que parece que aumenta la producción de puntas (que sólo habrían aportado dos ejemplares en el nivel inmediatamente superior) y hojas de laurel, pese a que de esta última tipología sólo se recuperaron fragmentos incompletos. Obviando la presencia de plaquitas, la industria del nivel 15 es muy similar a la de los niveles que la preceden, puesto que presenta ejemplos de hojas de laurel, raspadores y raederas. El nivel 16 supone un descenso importante en lo que a restos de talla e industria lítica se refiere, documentando una raedera doble y una hoja de laurel bifacial. Así como azagayas con sección irregular, también presentes en el nivel 11 (Corchón 1994: 135). Soledad Corchón señala que, en el nivel 17, la industria se rarifica, pero que se debe atribuir el estrato al Solutrense Medio por la presencia de foliáceos similares a los de los niveles ya comentados. En el nivel 18 de la Sala I vuelven a documentarse plaquitas, raederas planas y hojas de laurel (fragmentos), lo que le acerca a las tipologías de niveles precedentes. Finalmente, el nivel 19 presenta raederas y un raspador solutrense.

En un estudio de Straus (1978), se plantean las causas de la variabilidad en la morfología de las puntas solutrenses, entre ellas las de base cóncava señaladas en estos niveles de Las Caldas. La anchura máxima basal dependería directamente de las características del enmangue. Por otra parte, la presencia de raederas disminuye progresivamente desde los niveles más antiguos en un claro proceso de rarificación. (de Blas y Fernández-Tresguerres 1989). 3.1.2. Industria ósea → Los niveles 3 a 6 no han aportado restos óseos demasiado interesantes, quizá debido a las malas condiciones de conservación de los citados niveles estratigráficos. 6

→ El nivel 7, asignado al Solutrense Superior, aportó azagayas y alisadores. → Se atestigua la presencia, de nuevo, de azagayas en el nivel 8, éstas de diversa tipología, a las que hay que sumar punzones. Por otra parte, es interesante la presencia de elementos de adorno; en este caso, se trataría de piezas dentarias de cérvido manufacturadas a modo de colgante. Además, es notoria la presencia de fragmentos de huesos que, según parece, pudieron emplearse como compresores, bruñidores o aguzados (Corchón 1992). → El nivel 9 difiere de su predecesor únicamente en la presencia de puntas de muesca. → Disminuye la presencia de azagayas en el nivel 11. → Nivel 12: un colgante en costilla grabada. → Nivel 15: se documenta únicamente el empleo de asta para la confección de varillas y alisadores (grabadas) → Nivel 18: un único fragmento de una varilla de marfil → Nivel 17: varilla en asta de sección plano-oval. → Nivel 19: se recuperaron un total de siete piezas dentarias, concretamente caninos, de ciervo. Soledad Corchón planteó en su día la posibilidad de que conformaran todos ellos en conjunto un colgante. Los restos de asta suelen, en ocasiones, ser tratados mediante la técnica de rasurado, pero, por lo general no se suele modificar la morfología original de la pieza (Adán 1994: 160). Así, el instrumental típico de cada periodo Solutrense de Las Caldas quedaría conformado del siguiente modo: • • •

Solutrense medio: azagayas cilíndricas de base redondeada y punzones sobre esquirlas. Solutrense superior: azagayas monobiseladas y colgantes/placas. Solutrense terminal: Azagayas aplanadas y punzones.

3.1.3. Fauna Como se va apreciando, la tónica general en el yacimiento es la diferente conservación de restos según los niveles que tratemos. La fauna no es una excepción, y sus restos se encuentran conservados de desigual manera en la secuencia estratigráfica de la Sala I. Así, los niveles 3 a 7 ofrecen poca información faunística. El nivel 8 presentó restos de bos y cérvido (especialmente de este último), además de rebeco, que concuerda con lo esperado para el Solutrense Superior. Los restos de cérvido continúan hallándose en niveles los subyacentes (9, 10 y 11). El equus también caracteriza a estos tres niveles, pero en el 10 también encontramos capra y bos, mientras que en el 11 se hallaron restos de salmónidos. La fauna en el nivel 12 se encuentra desigualmente repartida entre sus tres subniveles, encontrándose ésta en no muy buen estado. Los escasos vestigios faunísticos del nivel 13 responderían a lo esperado para el Solutrense Medio; el panorama es similar en los dos niveles inmediatamente inferiores a éste (14 y 15), en el que, para el último de éstos, parece que los restos aumentan en número en una más que probable segunda ocupación del nivel, siendo los más abundantes los de equus y cervus.

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Quizá sería conveniente distinguir un segundo bloque faunístico que comprendería los niveles 16 a 19, puesto que ahora bos y equus superan sustancialmente a los restos de cervus (que hasta ahora eran los más numerosos); así pues, en las memorias de las campañas 95 a 98 se destacan algunos restos concretos tales como hemimandíbulas de équido o piezas dentarias de ciervo (todos ello del nivel 19) pero se alude a la escasez de éstos y a su heterogénea dispersión en la secuencia estratigráfica. En resumen, el espectro faunístico de La Viña se reduce a tres taxones: Cervus elaphus, Equus ferus y Capra pyrenaica. La presencia de restos de ciervo es más que notable en toda la secuencia solutrense, siendo así la base alimentaria. En el Solutrense Terminal (niveles 6-3) parece haberse desarrollado una caza en parte sistemática de la cabra, con más del 30% de restos del total del catálogo.

90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

N.11-14 N.7-10 N.3-6

Cervus elaphus

Equus ferus

Capra pyrenaica

Fig. 1: Porcentajes de restos de macromamíferos en los niveles Solutrenses de Las Caldas (Altuna 1994: 48).

3.2. Yacimiento exterior El yacimiento exterior de Las Caldas, en principio, aportó una secuencia estratigráfica en la que los hallazgos se adscribieron a diferentes episodios solutrenses. Tal es así que se dividió en tres grandes bloques, correspondiendo el nivel II al Solutrense Superior y las diversas subdivisiones del nivel III (III-1, III-2, III-3, III-4 y III-5) a un probable Solutrense Medio.

3.2.1. Industria lítica → El nivel II del yacimiento exterior aportó numerosos ejemplos de industria del Solutrense Superior, tales como hojitas (y sus respectivos núcleos) así como una variada colección de útiles en lasca (rapadores, hojitas de dorso, una hoja de laurel y buriles). → En cuanto al nivel III, hay que recordar su división en subniveles, de los cuales únicamente el primero de ellos ha aportado vestigios de ocupación a modo de industria Solutrense; de todos modos, hay que referirse a ésta como poco abundante, pues se nutre principalmente de lascas de sílex, raspadores y una hoja

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retocada. De todos modos, a más profundidad, y acercándonos más a un estéril subnivel III-2, se atestigua la presencia de una hojita Dufour u un raspador en hocico. Aparte del III-2, los demás subniveles se presentan estériles, exceptuando la presencia de una lasca de cuarcita en III-4. Si bien es cierto que a los niveles 0 y I se les ha atribuido una cronología de época postpaleolítica, hay que mencionar la presencia de elementos solutrenses en ambos; de todos modos, el arrastre desde otros niveles explica la presencia de algunos vestigios de industria solutrense en el nivel O. Por su parte, las lascas recuperadas en la base del nivel I parece que estarían realmente asignadas al nivel II, ya comentado en lo que a industria lítica se refiere.

3.2.2. Industria ósea

Los restos óseos documentados en el yacimiento exterior de Las Caldas se encuentran, en su mayoría, en el nivel II (Solutrense Superior); las azagayas, monobiseladas y cuadrangulares, que en ocasiones no se encontraron completas, conforman el total de los útiles. Por otra parte, se documentaron para este nivel ejemplos de huesos grabados e, incluso, un probable colgante.

3.2.3. Restos humanos y faunísticos

Como complemento de los restos de fauna documentados en el interior del yacimiento, el subnivel III-1 de la zona exterior de Las Caldas aportó restos de Ursus; por su parte, cápridos y cérvidos. Es especialmente llamativo el hecho de que se hallan documentado en esta zona exterior una serie de molares humanos de leche (Adán 1997). En definitiva, Las Caldas presenta un modelo de ocupación dividido en dos episodios, donde la presencia de foliáceos es similar (11,2-14%). Por otra parte, la transición al Solutrense superior se produce paulatinamente con la aparición de la punta de muesca con retoque plano y la hoja de laurel (Ripoll y Ripoll 1990).

4. LA VIÑA

Al igual que ocurriera en Las Caldas, La Viña dispone de una división interna. En este caso, en el yacimiento se distinguen dos sectores, el central y el occidental. La estratigrafía del sector central en el cuadro B-14, a su vez, se compone de un total de diez niveles (I a X), en el que X representa el fondo. De todos modos, al continuación de las excavaciones en otros cuadros (D-14) aportó una estratigrafía algo diferente con un total de once niveles. Por su parte, quince niveles componen la estratigrafía del sector occidental.

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4.1. Sector central

Para el sector Central del Abrigo de La Viña (compuesto, como ya se ha expuesto, de diez niveles estratigráficos) nos interesan especialmente los niveles V y VI. El primero de ellos, el nivel V, a su vez fue subdividido en Va, Val, Vb y Vbl, mientras VI es un amplio nivel de hasta 70 cm. de potencia. El Solutrense del Sector Central de La Viña, pues, se encuentra entre el nivel V y el tramo superior del subyacente nivel VI, colindando a techo con un nivel IV atribuido al Magdaleniense IV pirenaico y en base con un nivel VII donde parece que se produjo el retroceso de la visera del Abrigo (Fortea 1990).

4.1.1. Industria Solutrense del Sector Central En el informe sobre las campañas de excavación de 1980 a 1986 de La Viña, Javier Fortea expuso los resultados de las investigaciones hasta entonces realizadas, incluyendo los restos de industria Solutrense de los niveles V y VI. Así pues, el nivel V aportó puntas de tipología diversa: escotadas de muesca, pedunculadas y de base cóncava; el nivel se adscribió al Solutrense Superior. Posteriormente, al ampliarse la extensión de la excavación, se recopilaron más datos acerca de estos niveles solutrenses. Para el nivel V se concretó definitivamente su adscripción al Solutrense, al hallarse, entre otros, una punta de base cóncava (Fortea 1992). Se aprecia una clara diferencia entre el nivel V y el tramo superior del VI en lo que a industria se refiere: si bien, como se acaba de exponer, las puntas son el elemento principal del nivel V, comprobamos que en el nivel VI este papel recae sobre las hojas de laurel. Este tramo superior del nivel VI se atribuye en principio al Solutrense Medio, equiparándolo al de Las Caldas, ya que se pierden los elementos del Solutrense Superior (Fortea 1990). La ampliación antes comentada también dio satisfactorios resultados en el nivel VI, señalándose la aparición de diversos elementos solutrenses, entre los que se destacan las piezas bifaciales realizadas a través de retoques planos, en el tramo superior (VIa) de este nivel.

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Nivel I II III

Occ.

Magdaleniense IV pirenaico IV

V

Va Val Vb Vbl

Solutrense superior

VIa

VI

Solutrense

VIb Perigordiense/G ravetiense Retroceso de la visera

VIc VII

VIII Auriñaciense

IX

X

IX inf.

Auriñaciense

Fondo calizo



Azagaya con doble bisel liso

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Buriles Raspadores Laminitas con borde abatido Varilla plano convexa con decoración Dos huesos grabados

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Puntas escotadas de muesca Puntas de base cóncava Puntas pedunculadas

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Hojas de laurel Ausencia de elementos típicos del Solutrense superior Retoque plano escaso Láminas con borde abatido Ausencia de retoque plano Puntas Le Gravette Microgravettes Una punta con retoque plano Buriles Noailles Microláminss con borde abatido

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Raspadores carenados (21) Raspadores en hocico (6) Buriles (destaca el busqué) Azagaya y/o punzón (frags.) Hojas Dufour Colgantes: pizarra, concha y canino.

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Raspadores: carenados y en hocico. Láminas y piezas con retoque Auriñaciense (pocas) Raspadores carenados y en hocico Buriles Perforadores Retoque Auriñaciense (láminas y otras piezas) Dufour Colgantes (2) Un hueso grabado Raspadores Buril Lámina Auriñaciense

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VII

Fig. 2: Relación de niveles en el Sector Central de La Viña.

4.2. Sector occidental El Sector Occidental de La Viña presenta una estratigrafía conformada por un total de catorce niveles; de todos ellos nos interesan especialmente dos: V y VI (coincidiendo con el sector central).

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Nivel III

Datación III*

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Arte mueble

V

III inferior Magdaleniense IV pirenaico Solutrense Superior

Dos varillas plano-convexas con decoración tuberculada Hogar circular

VI

Solutrense (inicios)

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Puntas escotadas Puntas de base cóncava Puntas de muesca Hojas de laurel Retoque Solutrense 15 piezas solutrenses Puntas Gravette Microgravettes Láminas con borde abatido Buriles Azagayas (frags.) Buriles (truncadura y Noailles) Láminas Laminitas con borde abatido Microgravettes Punta pedunculada (frags.) Buril Noailles Raspadores Punta con borde abatido Puntas La Gravette Microláminas con borde abatido Microburil de Krukowski Punzones Colgantes Fragmento de hueso grabado (espiga) Plaquetas con líneas grabadas Buril Noailles

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Buriles (carenados/busqué) Raspadores carenados y en hocico Laminitas Dufour Láminas con retoque Auriñaciense Láminas estranguladas Canto con grabado profundo y restos de pintura roja y negra Elementos con borde abatido

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Raedera doble convergente Lámina apuntada Auriñaciense Canto con pintura

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Láminas apuntadas con retoque Auriñaciense Laminilla Dufour (alguna) Azagaya de base hendida (asta)

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Núcleos discordes Raederas

IV

VII -VIb S. Central-

VIII Gravetiense IX

X XI Auriñaciense XII

XIII

XII XIIa XIII

Auriñaciense

XIII basal XIV

Musteriense

XV(*) I R. A.

Intrusiones y rellenos Roca basal alterada

36.500±750 31.860±680 36.500±750 47.600 42.200±2.200 47.700 B.P.

Fig. 3: Relación de niveles en el Sector Occidentall de La Viña.

El nivel V, al igual que su homólogo del Sector Central, los fenómenos de gelivación juegan un papel importante en los procesos sedimentarios, así como el aporte de aguas externas. La posición de dicho estrato en el contexto de la secuencia completa

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parece indicar que se produjo un lavado (aparece sin matiz) durante Lascaux (Fortea 1983). Nivel 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 inferior 13 basal 14 14* 15 IA-IB-IC-ID

Magdaleniense Solutrense

Gravetiense

Auriñaciense

Musteriense

Fig. 4: Relación de niveles de La Viña.

Al igual que ocurriera en el otro sector, ya comentado, el Solutrense del Sector Occidental se encuentra entre el Magdaleniense medio cántabro-pirenaico del nivel IV y el Gravetiense del nivel VII (equivalente al subnivel VIb del sector central), este último encuadrado en el Würm III-IV (Hoyos 1994: 24). 4.2.1. Industria del sector Occidental El nivel V finalmente se adscribe al Solutrense Superior, al igual que su homólogo del sector central; de este mismo modo, la industria es casi idéntica, centrada sobre todo en la producción de puntas escotadas y de base cóncava. El nivel VI, que se relaciona con un clima preferentemente húmedo y más seco en ocasiones, se nutre de la presencia del retoque Solutrense y hojas de laurel; estas últimas fueron confeccionadas en diversas materias primas, tales como sílex, cuarcita y cristal de roca (cuarzo hialino). Además, se señala la presencia de fracturas secundarias por la presencia de hielo (Hoyos 1994: 28) La apertura de otro corte en las campañas de 1987 a 1990 se tradujo en la aparición de nuevos elementos adscritos a los niveles Solutrenses (V y VI). De nuevo volvieron a aparecer puntas de muesca y de base cóncava en el primero de ellos, mientras que en el segundo se documentaron un número considerable de piezas solutrenses sobre un reducido espacio. Así pues, los niveles que nos ocupan del Sector Occidental de La Viña corresponden al Solutrense Superior (nivel V) y a los comienzos del Solutrense (nivel VI).

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5. PEÑA DE CADAMO La Caverna de la Peña de Candamo ofrece una secuencia Solutrense mucho menos completa que en el caso, por ejemplo, de Las Caldas. En este caso, dos son los niveles que conformarían este periodo, siendo uno de ellos, el superior, el que ha aportado la mayoría de restos arqueológicos. Diferenciados claramente por su coloración (negro el superior y rojo el inferior) y su potencia (el primero alcanza un máximo de 1 metro, mientras que el segundo sólo se encuentra entre los 30 y 50 centímetros) han aportado diversos vestigios de ocupación humana y animal. Basándonos en los estudios y publicaciones de Eduardo Hernández Pacheco y Francisco Jordá Cerdá, se puede obtener una visión general tanto de la industria lítica como de la fauna documentada en estos niveles. 5.1. Industria lítica Si bien es cierto que ambos niveles han sido adscritos al Solutrense, sólo el primero de ellos, el superior, de coloración negra, aportó en su día restos de industria lítica, donde la cuarcita es la materia prima más empleada (aunque también el sílex es importante). Hernández Pacheco (Hernández Pacheco 1919) adscribió los restos de industria lítica al Solutrense Antiguo (cronología, pues, del nivel negruzco, superior), y los dividió en tipos pequeños y grandes (Jordá 1955: 109). Pese a que el nivel se encuentra removido por las más que probables excavaciones extraoficiales que se habrían desarrollado con anterioridad, los restos se encuentran también adscritos a una zona determinada del nivel, siempre teniendo en cuenta esta circunstancia.

Tipología Puntas Hojas puntiagudas

Materia prima TIPOS PEQUEÑOS En hoja de laurel Cuarcita/Sílex Retoque Solutrense Cuarcita Retoque Solutrense Cuarcita

Perforador Sílex Raspador Sílex blanco Raspadores altos Cónico Sílex negro Pata de cabra Buril Sílex amarillento TIPOS GRANDES Discos biconvexos Unifacial Bifacial Cuarcita Hachas discoides Raspadores de dorso alto Puntas Hojas

Capa Inferior/Media Media Inferior Media Superior Media/Superior Media Media

Inferior Media Superior

Fig. 5. Industria lítica Solutrense del nivel negro de La Peña de Candamo, según la clasificación de Hernández Pacheco.

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Así pues, la importancia principal recae en las puntas y las hojas; en ambas tipologías el retoque Solutrense está presente en varios ejemplares hallados, siendo muy numerosas tanto en sus formas grandes como pequeñas (en base a la ordenación de Hernández Pacheco). Es interesante el hecho de que no todas las puntas hallan sido confeccionadas en la misma materia prima (cuarcita), encontrándose así algún ejemplar en sílex. Éste, por su parte, es la base de los raspadores, pero la apariencia de éste no siempre es la misma, variando desde el oscuro-negro al blanco. Lo referente al componente lítico se completa, saliéndonos ya de la industria, con restos de oligisto. Muy probablemente éste proviniera de algún yacimiento cercano (Hernández Pacheco 1919) y pudiera relacionarse con funciones de coloración. 5.2. Restos óseos Los vestigios documentados que se salen de meros restos faunísticos se reducen, únicamente, a un instrumento en asta de ciervo y una pieza dentaria con perforación (también de ciervo), ambos hallados en el nivel negro. En cuanto a la fauna en sí, los restos se reparten por ambos niveles Solutrenses, pero habiendo diferencias y similitudes entre ambos. Los cánidos aparecen en ambos niveles Solutrenses, representados por restos de Canis vulpes. Muy significativas al respecto son las mandíbulas halladas en el nivel inferior. La familia equidae, que en el nivel más antiguo de los dos no habría proporcionado restos de significativa importancia, gana importancia en el Solutrense del nivel superior. En los dos niveles, de todos modos, la especie encontrada es el caballo (Equus caballus). Dentro de los bóvidos, sólo dos especies caprinas hacen acto de presencia: el rebeco o sarrio y la cabra montés. El primero de ambos, Rupicapra pyrenaica, pese a aparecer en los dos niveles, y, al igual que ocurriera con el caballo, aumenta sustancialmente su presencia en el superior, mientras que la Capra pyrenaica únicamente aparece en el nivel menos antiguo. En el nivel rojo (inferior) la presencia de ciervo (Cervus elaphus) es muy numerosa, pero también es importante en el otro nivel Solutrense. Como se ha señalado, y exceptuando a la cabra montés, que únicamente aparece en el nivel superior, todas las especies expuestas están relacionadas con ambos niveles. Entramos ahora, pues, a enumerar aquellas que únicamente aparecen en el nivel rojo (inferior). En primer lugar, se halló una falange de oso de las cavernas (Ursus spelaeus), a la que habría que añadir piezas dentarias y otros restos de hiena (Hyoena crocuta) y dientes de marmota (Arctomys marmotta). Finalmente, la presencia de moluscos es meramente testimonial, y sólo se da en el nivel superior.

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Especie Canis vulpes Cervus elaphus Equus caballus Capra pyrenaica Rupicapra pyrenaica Ursus spelaeus Hyoena crocuta Arctomys marmotta Cardium tuberculatum Patella

Nivel Superior X X X X X

Nivel Inferior X X X X X X X

X X

Fig. 6: Distribución de la fauna hallada en los niveles solutrense de la Caverna de la Peña de Candamo.

5.3. Arte (cronología y relación con la fauna) Además de la información que ha dado con los restos de fauna e industria, la Caverna de la Peña de Candamo obliga a hacer hincapié en los datos que puede aportarnos su arte parietal. Francisco Jordá Cerdá (1960), tras sus investigaciones y campañas en el yacimiento, distinguió un total de seis horizontes artísticos de los que dos eran indiscutiblemente Solutrenses y un tercero, en principio Auriñaciense, podría serlo también. Así, la sucesión de horizontes artísticos de la Peña de Candamo sería la siguiente: primera y segunda etapas Auriñacienses (la segunda de las cuales podría ser Solutrense), tercera y cuarta Solutrenses (la primera de ellas de los comienzos) y quinta y sexta del Magdaleniense inferior. Con el grabado múltiple como principal técnica artística, las etapas artísticas Solutrenses se nutren de representaciones animales: salvo el toro, confeccionado tanto en grabado como en tonos ocre medios, y el bisonte, las demás especies representadas sí aportaron restos óseos en los niveles Solutrenses, como se ha expuesto anteriormente. Tal es el caso de yeguas, rebecos y ciervos, muy representativos estos últimos por representar, en principio, escenas de caza en las que el animal parece tener hundidas en su carne lanzas o algún tipo de venablo. 5.4. Conclusiones Con los datos expuestos hasta el momento, varias son las conclusiones a las que puede llegarse en referencia al periodo de ocupación Solutrense de la cueva. En primer lugar, y siguiendo la línea de las primeras ideas esbozadas por Hernández Pacheco, es determinante el hecho diferencial entre los dos niveles descritos: el primero de ellos, aparte de fauna, aportó restos de talla e industria, mientras que el segundo (el inferior) sólo testimonió la presencia de restos óseos. Parece, pues, acertada la idea de que el nivel inferior, el más antiguo, no es en realidad un suelo de ocupación humana, sino que, realmente, serviría de refugio para los

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animales. Por su parte, el nivel negro, el superior, sí que habría sido lugar de asentamiento de algún grupo humano, testimoniado esto por la presencia de industria y talla lítica, amén de algún elemento de adorno y asta o hueso. Pero, de todos modos, y acercándonos en este caso a las conclusiones de Straus (1983: 35), no parece que se tratara de asentamientos prolongados y continuados; en la línea del mismo investigador, se prevé clave que, pese a que el emplazamiento parece perfecto para el control casi total de la zona y, por consiguiente, de las posibles presas, la exposición a los vientos sería demasiado elevada como para proponer una ocupación continuada. Otro aspecto interesante y muy a tener en cuenta es la fauna; cuatro son las especies de cuyos restos tenemos noticia en ambos niveles (zorro, ciervo, caballo y rebeco), pero puede que aporten información más determinante las especies que únicamente aparecen en uno de los dos niveles. Si atendemos a los datos del cuadro número 2, vemos que los moluscos (muy reducidos en número) y la cabra únicamente aparecen en el nivel superior, mientras que el oso, la hiena y la marmota sólo lo hacen en el inferior. Osos y hienas podrían haber utilizado la cueva como refugio con el nivel inferior como suelo. Las figuras y representaciones artísticas que Jordá Cerdá atribuyó en su día al Solutrense corresponderían, en principio, al periodo adscrito al nivel superior, pues tanto figuras como nivel fueron relacionados con comienzos del Solutrense. Además, analizando las especies representadas y comparándolas con las consumidas, parece claro que ciervos, rebecos y caballos conformarían la práctica totalidad de la dieta proteica animal, complementada esta, quizá, con la recolección de moluscos. De todas formas, dado que los restos de este último tipo son extremadamente reducidos, la presencia de estos moluscos marinos debería tratarse como un tema aparte que, en realidad, podría informarnos del radio de acción de los humanos que ocuparon el nivel Solutrense de Candamo. Finalmente, y a modo de apunte, habría que tener en cuenta la presencia en el arte de especies que no fueron, en principio, consumidas (tales como el toro o el bisonte). De todos modos, siempre se ha de tener en cuenta que estos niveles fueron más que probablemente removidos en su día, con todo lo que ello conlleva.

6. LA LLUERA

A sólo 5 metros por encima del río Nalón. La sedimentación de los niveles de La Lluera se ve influenciada directamente por procesos de gelivación, así como de cursos de agua interiores (Hoyos 1994: 27). Fruto de las campañas de excavación, dirigidas por Rodríguez Asensio, que se desarrollaron entre 1980 y 1986, se pudo confeccionar un primer esquema de la sucesión de niveles estratigráficos de La Lluera (Rodríguez Asensio 1990).

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I

II III IV

Magdaleniense Superior o Aziliense

Solutrense

→ → →

→ V VI

Puntas de cara plana Puntas de muesca Hojas bifaciales (frags.) Principalmente cuarcita (también sílex)

Solutrense (finales) Solutrense final

Fig. 7: Primera estratigrafía de La Lluera I.

Posteriormente, y a raíz de la continuación de las investigaciones, los tres niveles Solutrenses de La Lluera I pasaron a numerarse como IX (Solutrense Medio), VIII y VII (Solutrense Superior). 6.1. Fauna En base a los estudios de Jesús Altuna (1994) se puede confeccionar, a modo de síntesis, un esquema faunístico (reducido, eso sí) relativo a los niveles Solutrenses de La Lluera. • • • •

El primer taxón, el que más restos aportó, es el Cervus elaphus; en los tres niveles es la especie más consumida, aunque hay que matizar que ciertamente pierde cierta presencia en los niveles solutrenses superiores. El bovino (indet..) está mínimamente representado sólo en el nivel VIII, quizá por escasez de dicho taxón o como consecuencia de la especialización en la caza de ciervo. La presencia de rebeco es relativamente alta en los tres niveles; por el contrario, la presencia de Capra pyrenaica sólo es notable en el nivel VIII. Equus ferus alcanza porcentajes muy bajos en toda la secuencia Solutrense.

70 60 50 40 30 20 10 0

IX VIII VII

Cervus elaphus

Rupicapra rupicapra

Capra pyrenaica

Equus ferus

Bovini

Fig. 8: Porcentajes de presencia de restos faunísticos en niveles IX, VIII y VII de La Lluera.

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Asé pues, parece evidente la especialización sobre Cervus elaphus, causa, en principio, de la poca presencia de otras especies de similar entorno. También parece haber una segunda “especialización” relacionada con especies de roquedo, especialmente Rupicapra pyrenaica. 6.2. La Lluera II A apenas 55 metros de La Lluera I, Maximino Suárez Calleja y Enrique Arnau Basteiro se percataron de la presencia de ciertos grabados en una pequeña cueva; ambos yacimientos, Lluera (ahora renombrada como Lluera I) y Lluera II, pasaron directamente a relacionarse, pese a que esta última no consistiera, en principio, más que en una pequeña covacha sorprendentemente corta (apenas 4 metros). En su formación intervienen los mismos factores que en Lluera I, destacando ahora la entrada de aguas desde el techo y la entrada. Así mismo, Hoyos Gómez (1994: 27) expone que los materiales fluviales se han visto poco erosionados gracias a la protección que aporta la entrada, gracias a su morfología. El interés de Lluera II radica tanto en sus manifestaciones artísticas como en sus restos arqueológicos. Tras hacer mención a la total ausencia de vestigios de industria y/o meros restos óseos, los materiales líticos hallados en La Lluera II y expuestos en la memoria de excavación de Rodríguez Asensio (1992) son los siguientes: → → → → →

Puntas de cara plana Raederas Raspador simple Lascas Hojas

Los restos son cuantitativa y relativamente escasos, ya que la extensión del propio yacimiento y de los cuadros a partir de los cuales se profundizó era reducida. De todos modos, apreciamos cierta variedad de tipología y, así mismo, de materias primas. Al respecto, las puntas, hojas y lascas ofrecieron ejemplares tanto en sílex como en cuarcita, aunque en líneas generales se seleccionó esta segunda con más asiduidad. Si intentamos abordar la cuestión de la probable selección intencionada de materia prima, en principio La Lluera II no aporta datos concluyentes; si bien es cierto que la cuarcita predomina sobre el sílex, también hay que tener muy en cuenta el reducido número de ejemplares documentados. La totalidad de las puntas y raspadores las encontramos confeccionadas a partir de núcleos de sílex, mientras que las raederas fueron talladas en cuarcita; de todos modos, únicamente se cuenta con un ejemplar de cada tipología.

7. CO CLUSIO ES Los cuatro yacimientos (cinco, si contamos La Lluera II), comparten, como elemento común, un entorno que, pese a la variabilidad de la disposición de los asentamientos en base al nivel s. n. m., se centra en la presencia del curso fluvial, elemento indispensable para el sustento propio y para el aprovisionamiento de presas atraídas por el río. En mayor o menos medida, la altura de los asentamientos (salvo La

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Lluera) otorgaría un campo de visión considerable que otorgaría una posición ventajosa al humano sobre la presa animal. El registro faunístico de La Lluera, Candamo y Las Caldas denota, claramente, que la especie más abundante es Cervus elaphus. La presencia de este taxón es complementada, en todos los yacimientos, con bóvidos, Rupicapra pyrenaica y Equus. De todos modos, ya se vio una evolución faunística y cinegética en Las Caldas: en el Solutrense medio hubo cierta preferencia por el gran bóvido, mientras que en el Solutrense superior se denota un aumento sustancioso en la presencia de ciervo, taxón que domina totalmente el registro de La Lluera. La relación directa con el entorno, aparte de la propia caza, se basaría, presumible y lógicamente, en el aprovisionamiento de especies propias del curso fluvial. Son escasos los restos (salmónidos del nivel 11 de Caldas y algunos moluscos en Candamo) pero invitan a pensar que las actividades pesqueras se desarrollaban con cierta fluidez, o, al menos, aportaban un complemento alimenticio a la dieta. Es interesante la documentación, tanto en el yacimiento exterior de Las Caldas como en Peña Candamo, de especies carnívoras. Denotarían éstas una alternancia en las ocupaciones humanas, es decir, no estaríamos ante ocupaciones prolongadas, sino más bien intermitentes. Estratigráficamente, y en lo que respecta al solutrense, Las Caldas se dividía, como se ha visto, en tres sectores principales: Inferior, Medio y Superior. Los niveles 7, 8 y 9, pues, equivaldrían al nivel V de La Viña, asociado al Solutrense Superior. Las industrias son similares, en las que domina, ante todo, la presencia de hojas y/o puntas. En el nivel Solutrense superior de La Viña, la presencia mayoritaria de puntas se traduce en formas pedunculadas, de muesca y de base cóncava; las puntas, por lo general, están bien representadas en la secuencia de Las Caldas, apareciendo tipologías de cara plana y de muesca tanto en niveles del Solutrense medio como del Solutrense superior, lo cual se asemeja bastante con el nivel IV de La Lluera. En Candamo las puntas fueron definidas dentro de los tipos pequeños de Hernández Pacheco dentro de las capas inferior y media y en los tipos grandes dentro de las tres capas. La hojas (de laurel y de muesca) están muy presentes en el Solutrense superior de Las Caldas, sobre todo, (aunque aparecen en la práctica totalidad del tramo del Solutrense medio) y, equiparando este periodo al homólogo de La Viña (nivel V). Las hojas, en general, habían sido englobadas dentro de los “tipos grandes” de Candamo, y aparecen en hoja de laurel y con retoque Solutrense en las capas inferior y media. Se obvia la presencia de otras tipologías, tales como raspadores, buriles o raederas. El Solutrense del Nalón tipológicamente no se sale de los cánones impuestos para este periodo, predominando las puntas, diversas, y las hojas, ante todo de laurel, que, en definitiva, se relacionarían directamente con la captura de las especies ya citadas. Así pues, la confección de las puntas y hojas se basaría, sin duda, en una idea de forma y funcionalidad claramente preconcebida; no en vano, estas tipologías son el ejemplo más claro de estandarización de formas.

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En base a este último dato, y teniendo en cuenta la presencia de unos mismos tipos de puntas y hojas en los yacimientos citados, parece evidente que, sin obviar una gran movilidad de los grupos, éstos desarrollarían una serie de vínculos y contactos fruto de los cuales se extendió la fabricación de determinados útiles. De hecho, llama si cabe más la atención la estandarización de formas en instrumentos que, en este caso, serían prácticamente de primera necesidad (caza y sustento). En definitiva, salvo puntualizaciones concretas, la industria y la fauna documentada en los cuatro yacimientos Solutrenses del Nalón presentan características similares que, o bien dependen de la adaptación directa con el medio (véase la selección de presas y asentamientos) o se nutren de contactos y aprendizaje con otros grupos cercanos.

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