El síndrome de rambo versus la estrategia de Jesús

El Síndrome de Rambo versus la Estrategia de Jesús
Desde las cúspides del Imperio y desde las luminarias de Hollywood nos llega desde hace muchas décadas un alimento lento y progresivo que nos ha ido formando y constituyendo como arquetipos que dan lugar a nuestras pautas de conducta y de pensamiento.
Es la construcción del Superhéroe, La persona que individualmente hace y deshace a su alrededor, mientras el colectivo, (nosotros, los mortales de a pié), impávido, sólo le queda asistir y ver (en la pantalla del cine o tv) cómo el héroe sale victorioso de cuantas dificultades se le presenten.
Él sólo es capaz de destruir ejércitos completos, recatar una ingente cantidad de prisioneros; utilizar todas las armas habidas y por haber; conducir, volar y utilizar cuanta máquina se encuentre por el camino con una destreza inusitada; tener la resistencia de todos los pobres atletas que acuden a las Olimpiadas; tener la fuerza destructiva del más selecto coctel de bombas y explosivos, en fin, una maravilla que todos necesitaríamos para transitar cualquier senda peligrosa en la que nos encontremos en la vida.
Luego, mucho después de que las burbujas de la efervescencia de nuestro Rambo-zelzer, bajen y lleguen a su reposo inicial, el veneno nos quedó sembrado y con profundos suspiros regresamos a la realidad y nos damos cuenta cuán complicado es matar una cucaracha o perseguir un simple ratón y qué lejos estamos del superhéroe que nos inocularon cual suero por las venas de nuestra estereotipada mente ávida de mentiras que cual droga nos haga soñar un poco con ese modelo suprahumano llamado "Rambo".
En otro tiempo y en otra latitud…
Tenemos el anti-rambo, un humilde hombre del medio oriente, que para hacer su gran aventura lo primero que hizo fue buscar un grupo de hombres y mujeres, sencillas y sencillos, pescadores, prostitutas, enfermos recién curados, recaudadores de impuestos, ex guerrilleros, guerrilleros, en fin, lo que podríamos llamar en otras latitudes y en boca de otra gente, pura escoria social. Lo que en mi barrio más estilizadamente llaman mierda. Y con esa mierda se dedicó a peregrinar por toda su comarca predicando, curando y liberando a cuanto ser se le atravesó y así se lo pidió. Este ejemplo de Jesús de Nazaret, aunque sabemos internamente que es el mejor, externamente, nos impele a creer que no, que el mejor es rambo.
Para cualquier construcción social de transformación sabemos a ciencia cierta, sin hacernos los tontos, que la estrategia de Jesús es la adecuada.
Todo se debe a que incentivamos el pecado original, que no es el de la manzanita de Eva a Adán, sino el grave PECADO DE LA SEPARACIÓN con la consiguiente maldición de la distinción. En la medida en que me distingo de los y las demás soy más porque tengo más y es en el tener donde se establece en mayor densidad la escusa para diferenciarme de los y las otros y otras.
Esto ya lo he tocado en otro artículo que está en mi blog. http://canrob.blogspot.com/