EL SÍNDROME DE LA BOCA ARDIENTE

June 20, 2017 | Autor: Jesús Dapena | Categoría: Psicopatologia, Psiquiatria, Estomatologia
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Descripción

EL SÍNDROME DE BOCA ARDIENTE

Revisión bibliográfica hecha por el doctor Jesús Dapena Botero

No tiene nada que ver con nada pornográfico u obsceno del tipo de garganta
profunda. Se trata de un trastorno caracterizado por dolor ardoroso en la
boca, en la lengua o en los labios, en la mucosa oral, sin que haya una
causa manifiesta, comprobable por la historia natural de la enfermedad, la
clínica ni el laboratorio; es como una sensación de quemazón con un
líquido caliente, pero puede acompañarse de sequedad bucal y sabores amargo
o metálico en la cavidad oral. Los trastornos del sabor aparecen en unos
2/3 de las personas aquejadas. Algunos piensan que tal definición es muy
restrictiva y que este conjunto sintomático también puede cursar con otros
trastornos. [1]

De forma paradójica el uso de anestésicos tópicos puede aumentar la
sensación quemante aunque disminuye las alteraciones del sabor.

Por lo general, el ataque de dolor es espontáneo, sin un factor
precipitante claro; algunas veces se relaciona con algún procedimiento
odontológico, una enfermedad reciente o con el hecho de que se estén
recibiendo ciertas medicaciones como antibióticos y una vez aparecido el
dolor puede durar muchos años.[2]

Este conjunto sintomático puede aparecer en los dos sexos pero la
proporción es mayor en mujeres postmenopáusicas, un 90% de los casos [3],
por lo que se sospecha que algún desequilibrio hormonal esté en la base de
su etiopatogenia.

En relación con la endocrinología, se ha visto que las terapias de
reemplazo con estrógenos ha sido de poca utilidad en mujeres que sufren del
síndrome.

La sequedad de la boca podría ser un cofactor en sí en la etiología del
síndrome, dada la gran coexistencia de esta morbilidad; sin embargo, los
estudios sobre tasa de flujo salivar en pacientes que lo padecen no se ha
visto disminuida. Lo que puede afectar realmente son las variaciones de
contenidos de la saliva y las proporciones de mucina, inmunoglobulina A,
fosfatos, el pH y la resistencia eléctrica de ella; sin embargo la
situación sigue siendo aún todo un enigma, que puede resultar de una
alteración en el sistema simpático, como consecuencia del estrés o por
alteraciones de los nervios craneanos presentes en la producción de
sensaciones de dolor y sabor. [4]

La relación con esta última sensación no es muy fuerte aunque se ha
demostrado. Se ha observado que en pacientes que tienen una alta
sensibilidad para detectar sabores padecen el trastorno con alguna
frecuencia, posiblemente por una mayor densidad de sus papilas gustativas,
que están rodeadas por una capa de neuronas del dolor, que funciona como si
fuera un canasto que alberga la papila y que hacen parte de las vías
aferentes del nervio trigémino o quinto par craneal.

Otros investigadores han detectado que la capacidad para detectar el sabor
amargo disminuye con la menopausia [5], detección que se hace a través del
brazo timpánico de un área que es, a su vez, innervada por el nervio
glosofaríngeo, el encargado de las representaciones del sabor. Ahora se
piensa que el daño de la capacidad de saborear puede estar asociada con una
inhibición central de las fibras aferentes del dolor en el trigémino, que
podrían estar relacionadas con las sensaciones quemantes. [6] [7]

También se han reportado casos con el uso de inhibidores de enzima
convertidora de angiotensina, de tal suerte que cuando estos medicamentos
se reducen o descontinúan; la quemazón en la boca remite durante varias
semanas tanto como las alteraciones de la percepción del sabor.[8]

Es así que no hay un consenso claro sobre la etiología, la patogénesis y el
tratamiento del síndrome y las quejas de los pacientes resultan
inexplicables, a pesar de ser un cuadro clínico que genera un gran impacto
emocional en las personas que lo padecen, a las que muchas veces se las
juzga de hipocondríacos, enfermos imaginarios que exageran sus síntomas.
[9]

La sensación quemante ocurre con frecuencia en más de un área de la cavidad
oral, como en los dos tercios anteriores de la lengua, la parte anterior
del paladar duro y la mucosa del labio inferior, que son las zonas más
envueltas, por lo común. La piel de la cara no suele afectarse y no parece
haber ninguna correlación entre los sitios de la boca afectados, el curso
del trastorno y su respuesta al tratamiento.











En muchos casos, el dolor desaparece en la noche; pero, puede ser de leve a
moderado hacia la mitad de la mañana para ir incrementándose, de manera
progresiva durante el día y alcanzar una gran intensidad después del
mediodía y al atardecer. Y al avanzar la noche puede incrementarse tanto
que puede ser un obstáculo para la conciliación del sueño, lo cual puede
ocasionar una depresión secundaria con irritabilidad y ansiedad. [10]

Poco se sabe de la historia natural de este cuadro clínico. En algunos
pacientes los síntomas remiten de forma espontánea en seis o siete años
después del primer ataque. No se han encontrado fenómenos clínicos que
predigan la recuperación.

Se ha pensado que es un síntoma psicológico de trastornos de ansiedad,
depresión o mixtos pero podría ser que el síndrome tuviera que ver con un
problema neurológico de los nervios que controlan el sabor y el dolor
dentro de la boca, pero también podría ir este cuadro clínico aparejado de
deficiencias nutricionales, fenómenos alérgicos, ser un síndrome de origen
medicamentoso o aparecer como un síntoma en otros cuadros médicos.

Acerca de una posible etiología psicológica se ha observado que la
aplicación de técnicas conductuales pues relacionarse con mejoría en las
estrategias de manejo del dolor, pero que no constituyen una cura en sí.

El doctor Eugenio Castro, psiquiatra y psicoanalista de orientación
lacaniana, comentaba que él ha visto tres casos, uno de una mujer
maledicente, con lo que podría llamarse una lengua viperina, que desarrolló
el síndrome y fue tratada con gabapentina, por otro médico distinto de él,
un segundo caso que el mismo doctor Castro trató en un servicio de
psiquiatría, que respondió al tratamiento con antihistamínicos y un caso de
un analizante, en el que el fenómeno era un síntoma secundario entre otros
muchos que habían sido causa de la demanda analítica, el cual cesó por
completo en el curso del análisis.

Otra excelente colega, psiquiatra y psicoanalista gallega, me comentaba que
ella tuvo un caso de un hombre con este síntoma, profesional que trabajaba
en un importante sector de la economía, donde sentía que tenía que tragarse
sapos y culebras para mantenerese en el trabajo y estaba en el dilema, en
la duda obsesiva entre irse del banco o montar un negocio propio hasta que
tomó la decisión de decir unas cuantas palabras, que ardían por salir e
irse de la empresa para abrirse camino como autónomo, momento en el que el
síntoma cedió por completo.
Además el uso de antidepresivos tricíclicos y benzodiazepinas, se
relacionan con sus posibilidades analgésicas y anticonvulsivantes y la
posible acción del último grupo de substancias con las vías del sabor y del
dolor. [11] [12] [13] Aunque el doctor Ambrosio Bermejo Fenoll, catedrático
de Medicina Bucal, entre otros autores, hablan del inconveniente del uso de
los psicofármacos en tales casos, porque promueven la resequedad de la boca
y mantienen el síntoma. [14]

También podrían intervenir en la patogénesis de los casos factores locales
o sistémicos, relacionados con cualquier otra entidad médica, que produzca
dolor crónico o en otras partes del cuerpo, como podría ser el caso de
pacientes hiperglicémicos, pero no se da una relación causal documentada.
Otras entidades que parecen tener alguna comorbilidad serían algunas
deficiencias de vitaminas del complejo B o de algunos oligoelementos como
el zinc.

Se ha hablado de la relación del síndrome con ulceraciones de la mucosa, o
lesiones erosivas de ésta, periodontitis y lengua geográfica, pues ha
podido constatarse que en un buen número de casos, el síntoma se asociaría
con cambios de las mucosa oral, tales como la irritación química o las
reacciones alérgicas.

El diagnóstico es difícil de hacer porque se basa en la sensación subjetiva
del paciente, sin que haya ninguna prueba objetiva de él; pero, una buena
anamnesis es de gran ayuda diagnóstica. Casi todos los pacientes reportan
el incremento de la molesta sensación en la jornada hacia la noche, que el
malestar disminuye con la comida y la presencia de trastornos en la
percepción del sabor.

El trastorno tiene pues un cuadro clínico característico, con alteraciones
variables de la mucosa, en la que debe descartarse la presencia de otras
patologías como el liquen plano y la candidiasis.

Usualmente los síntomas aparecen en el climaterio aunque la terapia con
reemplazo hormonal ha resultado de utilidad dudosa.
Deben detectarse deficiencias nutricionales, a sabiendas de cuando se
presentan se altera más de una zona de la mucosa oral, pero el paciente
puede beneficiarse de suplementos vitamínicos o minerales.
La sequedad de boca, como la que se presenta en síndrome de SjØgren o
subsecuente a quimioterapia o radicaciones está determinada por una
alteración del contenido de la saliva y se asocia con perturbación de la
percepción del sabor o hipersensibilidad, lo que asocia con sialagogia.

La lesión de nervios craneales tiene patrones clínico variables y mejora
con el control central del dolor, el uso de benzodiacepinas, antidepresivos
tricíclios y gabapentina; por lo general es bilateral y requiere
desensibiización local o el uso de capsaicina para disminuir el malestar.

Para su tratamiento se ha recurrido deben evitarse benzodiacepinas y
antidepresivos, especialmente los antidepresivos tricíclicos con sus
efectos anticolinérgicos, como la amitriptilina, que suele darse a dosis
bajas, para dolores crónicos, que hacen que funcionen como analgésicos.

Pueden usarse anticonvulsivantes como la gabapentina entre 300 y 1600
miligramos. Se dan 100 miligramos en el momento de ir a la cama y se
aumenta de a 100 hasta la mejoría del síntoma o que empiecen los efectos
secundarios y cuando se llegue a la dosis plena, se reparte en tres tomas
al día.



Los enjuagues de capsaicina (chile picante o pimienta) pueden ser de ayuda
para alguna personas que tienen esta molesta sensación; se diluye una
cucharita dulcera en dos cucharaditas de agua, aunque al ser substancias
irritantes, podrían ocasionar más molestia.

Pero no hay claridad con respecto al motivo de que estos medicamentos
beneficien a los pacientes aquejados por este síndrome. [15]

Como bien lo señala el doctor Ambrosio Bermejo Fenoll, pueden ser de
utilidad la relajación, la fisioterapia y puede ser necesario recurrir a la
psicoterapia o a la psiquiatría cuando el síndrome puede ir acompañado de
trastornos depresivos mayores.
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[1] Grushka M, Epstein J, Mott A. An open-label, dose escalation pilot
study of the effect of clonazepam in burning mouth syndrome. Oral Surgery,
Oral Mediocine, Oral Pathology, Oral Radiology, Endodoncy 86: 557-61.,
1998.


[2] Grushka, M. Clinical features of burning mouth syndrome. Oral Surg Oral
Med Oral Pathol 63:30-6., 1987.

[3] Ship, JA, Grushka, M, Lipton, JA, Mott, AE, Sessle BJ y Dionne RA.
Burning mouth syndrome: an update. Journal American Dental Association
126:842-53, 1995.


[4] Bartoshuk LM, Duffy VB, Miller IJ. PTC/PROP tasting: anatomy,
psychophysics, and sex effects. Physiological Behaviour 56:1165-71, 1994;
[Published erratum appears in Physiolical Behaviour;58:203, 1995].


[5] Lucchina LA, Duffy VB. Spatial taste loss associated with aging
[Abstract]. Chemical Senses 1996,21:636.

[6] Bartoshuk LM, Grushka M, Duffy VB, Fast L, Lucchina L, Prutkin J, et
al. Burning mouth syndrome: damage to CN VII and pain phantoms in CN V
[Abstract]. Chemical Senses 24:609, 1999..

[7] Yanagisawa L, Bartoshuk LM, Catalanotto FA, Karrer TA, Kveton JF.
Anesthesia of the chorda tympani nerve and taste phantoms. Physiolical
Behaviour 63:329-35, 1998.


[8] Drucker CR, Johnson TM. Captopril glossopyrosis [Letter]. Archives of
Dermatology125:1437-8, , 1989.

[9] Zakrzewska, JM. The burning mouth syndrome remains an enigma
[Editorial]. Pain 62:253-7, 1995.


[10] Grinspan D, Fernandez Blanco G, Allevato MA, Stengel FM. Burning mouth
syndrome. International Journal of Dermatology, 34:483-7, 1995;


[11] Rojo L, Silvestre FJ, Bagan JV, De Vicente T. Psychiatric morbidity in
burning mouth syndrome. Psychiatric interview versus depression and anxiety
scales. Oral Surgery, Oral Medicine & Oral Pathology 75: 308-11, 1993.


[12] Gorsky M, Silverman S, Chinn H. Clinical characteristics and
management outcome in the burning mouth syndrome. An open study of 130
patients. Oral Surgery, Oral Medicine & Oral Pathology 72:192-5, 1991.

[13] Levy LM, Henkin RI. Human taste phantoms can be related to specific
regional areas of decreased brain gamma-aminobutyric acid (GABA) by
magnetic resonance spectroscopy (MRS) [Abstract]. Paper presented at
Biomedicine '98. Medical Research from Bench to Bedside. Washington, D.C.,
May 1-3, 1998. J Investig Med 1998;46:219A.


[14] Bermejo Fenoll, A. Boca Ardiente T.53.
https://www.youtube.com/watch?v=TEWtie0IzMw#t=66




[15] Grushka, M,, J.B. Epstein y M. Gorsky. Burning Mouth Syndrome.
American Family Physician, 15, 2002.
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