El significado de las transformaciones del actual regionalismo sudamericano en un contexto de crisis global de hegemonía neo-liberal. Hacia un nuevo modelo de desarrollo y política económica alternativo en la región .docx

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Descripción

Sudamérica está transitando una etapa de redefinición a través de una combinación a nivel nacional de habilidad política y reconfiguración de la economía regional. La significación de las transformaciones actuales tiene que ver con la reinvención de la política y desarrollo en respuesta a los legados del neoliberalismo en la región. El grado en que estas respuestas se enmarcan en proyectos anti-neoliberales o post-neoliberal es un tema de debate. Estos proyectos regionales tiene que ver con el cómo es concebido e implementado el desarrollo en la región. El regionalismo ha sido pensado como una estrategia de gobierno, una respuesta a factores exógenos y los desafíos de la economía política global. Se argumenta que el núcleo de las nuevas estrategias de cooperación y solidaridad es una cuestión más amplia sobre el tipo de desarrollo que está en juego en una era post-hegemónica. Tipos emergentes de regionalismo en América del sur son la encarnación de modelos alternativos de desarrollo que replantean el propuesto por el liberalismo ortodoxo imperante en los años 80 y 90. Si bien los términos de la integración y gobierno regional se están redefiniendo, en la práctica, sin embargo, esto no está exento de contradicciones. Los proyectos regionales se enfrentan con visiones sustancialmente divergentes de lo que el gobierno regional debe decir y cómo deben responder los proyectos de integración a los desafíos actuales del desarrollo en la nueva construcción de la región. Hoy se puede afirmar que en la región el momento de un modo hegemónico de la economía política ha terminado. En ese sentido América Latina está navegando en un escenario post-hegemónico (Whitehead 2009). Actualmente se observa que no hay una historia principal o una sola hoja de ruta en la redefinición de la economía política en la región. Lo que más bien parece es que las múltiples crisis del neoliberalismo dieron paso a una redefinición del espacio regional y la política regional de cooperación e integración. Un nuevo sentido común desafía la visión hasta ahora aceptada sobre el desarrollo y el modelo de sociedad propuesto por el Consenso de Washington. Estamos en presencia de una nueva arquitectura del regionalismo en América Latina a la luz de estas tendencias, en ella inciden los factores que gobiernan la emergencia de proyectos alternativos asociados a la gobernabilidad neoliberal y también los factores que direccionan la capacidad transformadora de los nuevos proyectos regionalistas, como la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en promover nuevos modelos de desarrollo y de sociedad. Por lo tanto el regionalismo se debe analizar a la luz del modelo de desarrollo que se está construyendo en sudamericana, en este sentido el regionalismo es cada vez más lo que los actores hacen de ella. Según algunos autores  una pregunta pertinente en este sentido es si ¿la región enfrenta un momento de compensación por los excesos del mercado, o es parte de una "revolución en ciernes?" Evidentemente no hay una respuesta corta a esta pregunta. El debate actual es que el equilibrio debe estar entre los estados y mercados y mecanismos de creación de capacidad de respuesta y capacidad de recuperación en las economías y las sociedades. El difícil nacimiento de economías políticas alternativas al neoliberalismo sin duda es un testimonio del costo del neoliberalismo y los actuales procesos de transformación y recomposición social. La pérdida de la certeza de la vía de los ortodoxos, impulsado por el mercado para el desarrollo de estrategias ha dado lugar a la adopción de políticas económicas mixtas y pragmáticas para responder mejor a los nuevos desafíos, ampliando al mismo tiempo el campo de acción más allá de sus propias comunidades inmediatas y los estados nacionales. Esto se ha puesto de manifiesto evidentemente en la creación de la UNASUR y el ALBA donde se han puesto en marcha procesos de cooperación social trans-gubernamental y trans-social en proyectos de bienestar social, las cooperativas de trabajadores, y la creación de un espacio regional de los sistemas de salud, educación, energía y producción para intentar crear un sentido de pertenencia, identidad e inclusión. La capacidad de establecimiento de la agenda de estos proyectos refleja un cambio político importante. Estos proyectos tienen un importante impacto en términos de desarrollo y la gobernanza regional en una era post-hegemónica.En cuanto a la UNASUR y el ALBA, son pertinentes las siguientes preguntas: ¿cómo hemos de entender las tendencias actuales de cooperación regional y los proyectos de integración, dado que la política y la económica no tienen las  circunstancias de los años 1980 y 1990 y no son tan firmes (a nivel doméstico y nivel mundial)? ¿Cómo vamos a conceptualizar los actuales intentos para establecer la agenda de una perspectiva de desarrollo? ¿Estamos asistiendo a la articulación de una "tercera ola" (postneoliberal) en el  regionalismo?Riggirozzi propone repensar la región y el gobierno regional como un nuevo espacio político, donde se deliberan consensos. Aunque la mayoría de los eruditos aceptan que el regionalismo es más que legalismo, las instituciones y la supranacionalidad, todavía hay muchos malentendidos (e incluso desconcierto) sobre el regionalismo (Sbraglia 2008). Los argumentos predominantes parecen caracterizar al regionalismo como una dicotomía entre el "viejo" y el "nuevo" regionalismo.  Estas categorías que anidan principalmente en la relación globalización-regionalismo neoliberal son insuficientes para explicar cómo los estados están respondiendo a sus propios compromisos nacionales y al nuevo edificio de región, un proyecto que se opone a la política y las políticas de arquitectura. La autora sostiene que América Latina puede ser vista como sujeto de nuevas luchas y formaciones políticas donde las trayectorias antiguas de políticas y proyectos económicos se están redefiniendo. En otras palabras, en un contexto donde la “sabiduría” de los mercados no regulados se impugna, la región está emergiendo como una plataforma donde los diversos proyectos políticos y de desarrollo pueden encontrar un espacio para la acción. Mediante el análisis de los proyectos emergentes de la cooperación regional es posible entender los significados de las transformaciones del actual regionalismo sudamericano en un contexto de crisis global de hegemonía neo-liberal. De hecho, según Riggirozzi la capacidad transformadora de estos proyectos regionales tiene que ser vista en términos de nuevos espacios de acción impulsados por nuevas aspiraciones de desarrollo autónomo e inclusión socioeconómica.
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