El siglo XIX en la Colección de Arte Unicaja

 

El siglo XIX en la Colección de Arte Unicaja Como su propia denominación indica, la exposición temporal El siglo XIX en la colección de arte Unicaja es una muestra compuesta íntegramente por obras de arte propiedad de la Fundación Bancaria Unicaja, de gran arraigo y presencia en el territorio andaluz y muy especialmente en la provincia de Málaga, la cual posee una extensa colección artística que se prolonga cronológicamente, hasta el siglo XIX. El contenido de la muestra, sobre el cual se articula el discurso expositivo, se centra, salvo escasas excepciones, en obras de arte realizadas por artistas malagueños, o con una estrecha vinculación con Málaga, ofreciendo una visión muy aproximada de la que en ocasiones se ha denominado, no sin reservas, Escuela Malagueña del siglo XIX, por la singularidad de su producción. Desde el punto de vista de la materia y la técnica, la exposición está compuesta por 32 esculturas en barro policromado, 23 pinturas, 6 dibujos, 2 acuarelas y 4 grabados. En el siglo XIX Málaga adquiere un gran protagonismo como centro artístico, promovido por el auge económico debido a la actividad comercial de una creciente y pujante burguesía que demanda obras de arte con las que decorar y embellecer el ámbito doméstico. Un espacio que requiere de temas más amables e intrascendentes alejados de la trágica representación religiosa de tan honda tradición en ella arte de periodos anteriores. Estas serán (junto con las exposiciones nacionales y el pensionado) algunas de las claves que explican el hecho de que durante el XIX surjan o se independicen géneros artísticos que hasta entonces o

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bien eran temas secundarios o bien aparecían esporádicamente, tal es el caso del paisaje, las escenas costumbristas y el retrato. Una de las creaciones que más singularizan a la Málaga del XIX son las esculturas realizadas en barro cocido y policromado, que dan respuesta a los gustos de la nueva clase social en creciente ascenso. Estas esculturas reflejan imágenes estereotipadas por la literatura de viajes, de forma que figuras de vivos colores que reproducen tipos populares entre los que son frecuentes majas y bandoleros, bailaoras, guitarristas, escenas taurinas y anecdóticas. Destacaron escultores especializados en el modelado y policromado del barro como los hermanos Gutiérrez León (Salvador y Antonio), José Cubero Gabardón y Francisco Musso. Por lo que se refiere a géneros pictóricos, Málaga, al igual que otras ciudades costeras, sobresalió por amplio desarrollo que adquirió el subgénero de la marina. En el se especializaron algunos pintores presentes en la exposición como Gartnet de la Peña, Guillermo Gómez Gil, Ricardo Verdugo Landi y, especialmente Emilio Ocón y Rivas. Éste último, formado con Carlos de Haes y pensionado en Bélgica, puede ser considerado como el padre de la marina malagueña, aquella que recrea las aguas tranquilas del puerto de Málaga con la ciudad de fondo, de forma que estas vistas constituyen hoy día verdaderos documentos visuales. El elenco de pintores es numeroso. De los 28 artistas presentes, en su mayoría malagueños, sobresalen algunos como José Denis Belgrano, Pedro Sáenz, Enrique Jaraba, Luis Grarite o José Nogales Sevilla. Destacan especialmente dos pintores valencianos que pasaron parte de su vida en Málaga y allí dejaron parte de su producción. Nos referimos a Enrique Simonet y Lombardo, y especialmente a Antonio Muñoz Degrain, el cual junto con el también valenciano Bernardo Ferrándiz, es considerado como uno de los artífices de la escuela malagueña, para la que colaboró activamente desde el ejercicio de su labor docente.    

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