El sexto dedo de una mano esquizofrénica

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Descripción

© Luis Periáñez Llorente

El sexto dedo de una mano esquizofrénica

Luis Periáñez Llorente

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Obligándome a mí mismo a avanzar hacia nuevos proyectos, y no estancarme en este poemario, compilado y estructurado hace algunos meses, lo hago público en internet con la esperanza de que alguien disfrute su lectura. Estaré, por supuesto, encantado de recibir cualquier crítica a [email protected] o a mi twitter @IncipitLuis, y agradecería eternamente cualquier tipo de difusión que pudiéseis darle, ya sea una mera recomendación, como publicar el enlace en algún medio. Muchas gracias por la lectura, hacéis que escribir merezca la pena. Fdo: Luis Periáñez Llorente, a 22/05/2015

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-0Componen este poemario unos versos ante todo confusos, son versos que no comprendo los versos de un sexto dedo jamás visto que sólo se manifiesta por escrito.

“No es tu sexo lo que en tu sexo busco sino ensuciar tu alma desflorar con todo el barro de la vida lo que aún no ha vivido” Leopoldo María Panero, Diario de un seductor, en El que no ve, 1980

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I

El cantar de la semilla Bate el tambor del pecho de un niño sigue el ritmo del grito ahogado de un señor. Aguarda pétalo callado cerrado en capullo mantén tus colores ocultos que según los aprese el niño con su mirada serás presa también de su sonrisa que según te alce en bandera y proclame la eternidad de su era morirá el señor en potencia y el País de nunca jamás erigirá su puente a la esquizofrenia.

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II

Las dos dimensiones de la mentira Vivir siendo sombra en pared es mucho más pausado plácido melódico que vivir en el mundo ensombrecido hace falta luz que recorte hace falta son en torno al cual moverse cuando el tecleo es danza la lágrima queda indemne en el negro y la sonrisa se intuye como movimiento dócil ¿cómo no querer ser sombra en la pared proyectada? ¡Que se apague la luz, que espero a que el día salude el este y me cree en el oeste! ¡O sombra en el campo! ¡Humedad! Bendita danza del nuevo día bendita danza del nacer verde ¡Danza del agua en la sombra danza de la sombra que crece! ¿Qué más pedir al mundo que esfumarme en una sombra color gris tenue?

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III

Crisálida Clava el remo tibio lento en el agua se deshace el reflejo en el avance tenue astillado como el remo del mañana Clava la vista al frente marinero triste como el agua aprieta los dientes viene el viento de frente con desgana. Adiós, selva servil prisión de almas sueños de hojarasca. Adiós, sombra de mí reflejo atrapado entre las altas ramas.

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IV

Cuando el niño abandona su sala de juegos ¡Se ha ido! ¡Se ha ido! Se cuela su ausencia por las almenas del castillo ventanas, más bien agujeros, de una choza de palillos. ¡Sangra, jarra de vino! Ella siempre fue una piedra pulida cuesta abajo dura y cayendo confundió su destino con irse al carajo. ¡Se ha ido! ¿Se ha ido? Que regrese su presencia a esta humilde casa de barro personas, más que muñecos esperan las horas de antaño.

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V

Laurel en la frente del César Hay algo de rama en tus movimientos parecen tender al sol rígidos pero en ondas hay algo de cielo en tu copa quiero decir, en tu cabeza ya sabes que con tantas hojas sobre ti de libros y esas raíces que absorben el alimento de la tierra y la levantan allí donde pasan siempre te confundo con un árbol. No eres muy alta pero en los días de verano siempre das sombra a mi siesta. Sabes, que sólo te quiero como árbol porque me han contado me he dado cuenta quiero decir, es sabido que viven más, ¿y quién quiere perderte, que no sepa, que no hay vuelta atrás?

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VI

Deambulando entre el sórdido barullo Siempre que callas escucho una batalla campal entre silencios los que estrujan tu cuello en abrazo violento y los que te rodean a lo lejos queriendo entrar. Y siempre que callas nota el mundo un cosquilleo entre palabras que debaten el momento de vivir. Y cuando tras largo tiempo te niegas a hablar extasiados los ejércitos, emprendiendo la retirada tu silencio se torna la cama del hogar y son tus labios los que entonces entreabiertos y mudos sonríen y tararean una canción inventada. "Nana nana, canta conmigo, nananá".

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VII

La razón del lunático Y la luna se prendió fuego por miedo a la oscuridad. "Que arda el ayer velado que queme y duela pero que se vea". Dijo adiós la luna a la mitad de su cara negra sonríe la luna: "Fea, pero que se me vea". Se despide la luna de los amantes y sus siluetas bellas pero que se las vea a la luz de los temores de la luna fea.

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VIII

En el velo de toda pregunta Por la mirilla de la puerta al ojo ajeno a través de la niebla bruma densa de un puro negro humo. Se consume el espacio entre el cielo de mis pies y el mundo de tu muro. Nos separa una guitarra un par de mares y el susurro de tu pregunta que se intuye entre el humo: "¿Es tarde?" Y si preguntas dos veces te contestaré tres que no tengo llave para salir pero no me canso de mirarte.

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IX

Oferta: Cinco céntimos por no leerlo. La verdad es sólo para pobres. Cuando se abate la oreja sobre la caja que finge ser mullida almohada los sinvivires dejan un espacio a la mente para mimar a su casero. ¿Qué anhelan tus sueños? ¿Verde césped? ¿Pan? Un pasado de zapatos sin agujeros un futuro de hijos con hogar más techo que una caseta de perros. Aguanta dormido hasta el albor quedan horas que aprovechar en no ser jamás en este hoy devenido en el que ceniza de dinero enterró todo sentido.

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X

La madera hueca no suena si la pisa un alma dormida Cuelga del techo la araña triste y trémula mueve sus patas como maestro de pianola. Toca la canción del patíbulo que llama a las víctimas delincuentes del aire a caer presa de los ojos del vulgo. Y cuando fenece el verdugo y cesa la melodía cuando las patas chirrían y no cortan el viento sólo resta el adorno del recuerdo ni sangre ni desvelos sólo un péndulo inerte colgado del techo.

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XI

Cuando el yo bucea Tengo promesas guardadas las guardo donde la presa guarda el agua prensada entre el camino inexorable y el pasado irremisible. Las guardo ahí porque sé que el árbol es más verde cuando se refleja en ellas y que el verde le sienta bien, verde de sastre, hecho a medida el verde de la túnica de un ángel que jamás fue más que ondas pliegues pliegues deleuzianos de nada plena que en el mero expresarse no encuentran su empresa: la vida es lucha contra el silencio y lucha contra las palabras vacías mis promesas gritan en las hojas del árbol y en sus raíces susurran bajo, muy bajo.

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XII

De la triposicionalidad fuentiana Desconozco si guardo en mi mano el derecho a contar la historia de una pareja de enamorados que paseó por esta calle allá en verano y no dejó atrás de sus gritos más que el eco gritaban “el tiempo pasado a tu lado es vacío el pasado son recuerdos sanados con tiritas el presente es esta calle que huye mientras gritas mi futuro es la dirección contraria de tu camino” y así el hijo aferrado a las manos de ambos dio un tirón de aviso: “¡a la de una, a la de dos!” Le balancearon en cuanto el niño dio su salto Parece que el crío echó un ojo al eco en el que resonaban aún los odios paternos y en su balanceo le coceó.

A Juan Bautista Fuentes Ortega

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XIII

Del pecado original Asienta tus nalgas ante el ojo del cielo el ojo que es todo pupila, un ojo que es puro hueco deja que caiga el martillo sobre tu nuez deja que se abra en canal tu cuello expulsa tus miedos siente caer el peso del mundo en tu nuca de mujer se ha sesgado tu cabeza de raíz; humano sin nombre cómo se siente no tener rostro y aun así ser culpable.

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XIV

Del artista sin público Tendencias intempestivas de una piedra con anhelos humanos intenta caminar sin piernas moviendo (soplando), el barro observa hacia dentro por falta de ojos y ve colores inventados sonríe tallándose a golpes con su pétreo hermano y finge que muere cuando, cree, se ha agotado el tiempo estimado. Tendencia intempestiva de un humano con anhelos pétreos se esculpe toda una vida para ser expuesto en un museo enterrado.

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XV

De la hiena humana Ríe con la risa de antes que flagrante enseñabas al suelo cuanto peor era el momento ríe con la risa de sangre que gotea desde el cielo y hiela por instantes todo pétalo ríe con la risa que congela rosas y da portazo sádico al tiempo en alarde de perturbadora eternidad ríe con la risa de la venganza mutua en ciclo continuo imperecedero que en pellizcos de vida forja un ataúd para dos ríe con la risa del castigo perpetuo la risa del recuerdo infame tornado lanza que desgarra las costillas de un dios muerto ríe con risa humana la risa que más demonios alberga dentro.

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XVI

Sarna con gusto no pica Me han crucificado espacio y tiempo y cada vez encuentro menos cruz donde clavarme encogiéndome desgarro la carne ya cogí cariño al madero desde el nacimiento y ahora, que disminuye el marco y me aplasta la carencia de mañana casi añoro el dolor de los clavos penetrando.

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XVII

A mi abuelo Dibujo tachado y agrio me miras detrás de tanta tinta azul me miras con recuerdos que te llevaste y que ahora para siempre guardas en este folio. Te dibujé en color enfermo como en una última memoria sin la sonrisa que guardé de tu rostro aún amargo y con tan poco tiempo. Intenté negar tu imagen al bolígrafo con la mala suerte de que se intuían tus ojos y es el mirar vacío del boceto el que hace daño. Te legué una imagen que no sabe tanto a tus días, que es de un día que no era tuyo. A ti te pertenecía la imagen de antaño.

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XVIII

Danza macabra Besa el esqueleto al amante roto entre labios sin carne esguince del tiempo enfermo que ya ni con pastillas de colores ve en la caricia algo tierno. Se ha tornado el baile un torbellino de traspies sin sentido. Ha florecido el bosque hacia dentro. ¿Y si somos raíces marchitas bajo los pies?

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XIX

Gangrena europea Hiel se desliza por entrañas ya negras hiel que antaño fue miel espesa qué daño en los ojos de quien sólo anhela truena la risa del norte amarga como nube rígida verborrea dorada insípida de océanos agrietados por el silencio El cuento a ratos leyenda trata de niños sin patio en un corazón pálido en una sociedad árida en tierra santa en España. ¿Reconquista hacia el sur? ¡Reconquista hacia arriba! La arena del desierto escuece en los pulmones qué hacer, sino tornar de nuevo humano el norte.

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XX

A la madre poesía Entre manos astilladas manos de callos de oro que si no respiran versos no respiran nada manos que labran su propia tierra que son poesía en sí mismas y en todo que observan atentas el génesis de lo que supone su alimento entre manos ya cansadas que chirrían que chillan que cantan al viento el óxido de su día a día entre manos solitarias cuyo brazo cayó muerto y hoy inerte ni es brazo ni es paja, ni pasto ni nada. Entre manos de vacío de huesos huecos. Entre manos inhumanas crece lo humano vestido de verso.

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XXI

Verborrea insípida de una bestia subhumana Sin necesidad de sacudir de mi hombro polvo alguno os comunico: Me retiro Cierro la puerta sin portazo ni delicadeza que suene lo justo pero no ensordezca no giréis esas cabezas atornilladas sin mucho brío ni os perdáis en un pasado que aunque mío en su mayoría también fue vuestro no esperéis que os eche de menos habéis sido unos auténticos cabrones yo os enseñé a serlo y sin más dilación me despido ¡esto es un adiós! Odio los hasta luego.

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XXII

De la esperanza del héroe Amiga mía que en senda de herrumbre creciste lúgubre: quien fuese hoy luz de Octubre, pálida, grisácea, bucólica, de prados verdes y árboles felices que diese sentido a todos los días que perdiste. Creciste en eterno verano y hoy todo lo que en ti es seco amarillo pardo muerto herido árido se tornará en mi otoño vivo y húmedo.

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XXIII

Inflexión Se reduce el mundo a sentarse frente a una ventana velada ver pasar al horizontal bebé en su carrito de dormir los sueños y vivir el mundo negro de los párpados de izquierda a derecha y ver de derecha a izquierda al anciano de piel marejada pleno en manchas de tiempo distinto rostro y faz de lo mismo ¡Alimento del hombre es la vida del niño!

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XXIV

El sexto dedo de una mano esquizofrénica Truena en las esquinas de la habitación vacía recovecos de luto teñidos de negro la luz del beso ausente y aun así tierno evoca sombras de relámpago y mediodía. Silba en la cama el cerebro que dormía cerrando el primer acto de un teatro eterno ¡Telón abatido, secciona el mundo interno! ¡Mundo externo abre los ojos! ¡Mira! ¿Qué depara la furia de la nada? Aún es de noche, pequeño niño tu lugar sigue siendo la cama La estela de un beso viejo en tu frente clama no tengas miedo, no tengas frío no estés solo, no sientas nada.

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XXV

Del puerco alegre Gotas de rocío de ron añejo se descuelgan, tibias, en el valle su sombra quebrada siembra la calle lama a gusto el suelo, borracho viejo. Entre palabras y vino el buen necio pide saber más de lo que no sabe ande escuche, calle usted, ría y cante que no sufre quien siquiera entiende Asoma panza debajo del alma vacía de todo lo que no es comida llena de dulce, dulce ignorancia. Tienda usted entre rimas pobres varias la sombra de su vida paupérrima y siga lamiendo el suelo pobre

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XXVI

El amor sale a bolsa Ama con ímpetu capitalista compra a tu víctima sométela al vacuo esfuerzo de la inercia y ante estantes de instantes idénticos oblígala a que escoja su condena. Ponla bajo el yugo de un mundo falso hazla partícipe del teatro de lo injusto que pase tu mandato por necesidad perenne, la necesidad de besarte barato, a cómodos plazos sin intereses. ¿Acaso no ves ya asomar su sonrisa torsión muscular, curvatura del labio que ajena a todo sentir humano casi parece un movimiento mecánico? ¡Está disfrutando!

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