El sentido de misión de una nación

September 14, 2017 | Autor: Hector Ghiretti | Categoría: Nationalism, Nations, Political Struggle
Share Embed


Descripción

La Voz OnLine

Ultimo Momento | Titulares | Foros | Contáctenos | Centenario

Córdoba, Argentina, Martes 25 de enero de 2005

Opinión Enviar » Ediciones Anteriores

Portada Tapa de papel Todos los títulos Gran Córdoba Zona Centro Regionales Policiales Sociedad Política Economía Internacionales Opinión Deportes Verano El Oasis / Directorio Humor con Voz Chicos.cor

El sentido de misión de una nación Por Héctor Ghiretti

Posiblemente, el natural entusiasmo generado por los triunfos argentinos en el año que terminó –principalmente en los Juegos Olímpicos– nos impiden considerar detenidamente el significado que encierran, respecto de nuestra vida como pueblo. En Atenas, los argentinos se situaron en la cumbre de los dos deportes en equipo más difundidos y competitivos del mundo. Respecto del fútbol, se trata de una revalidación de antiguas glorias. Respecto del básquet, el oro olímpico es una muestra del espectacular progreso del país en ese deporte. Ahora bien ¿qué trascendencia tienen esos logros? ¿qué podemos aprender de ellos? Entre otras cosas, que somos capaces de vencer nuestro individualismo constitutivo, asumir una tarea colectiva y coronarla con éxito. Esta capacidad de actuar en equipo no es nueva. Cuando en Gran Bretaña se discutía la intervención militar en Malvinas, uno de los argumentos que movían a la cautela y la precaución era la conocida destreza argentina en habilidades técnicas y deportes colectivos. Y aunque el resultado final es conocido, quedó claro que el temor de los británicos no era infundado. Un observador crítico podría preguntarse ¿cómo se explica esa capacidad probada de trabajo en equipo, en el deporte y en la guerra, y los evidentes y repetidos fracasos como comunidad política? Tanto en algunos deportes como en las artes militares la misión u objetivo del grupo se define claramente: derrotar al enemigo. No parece tan sencillo definir la misión de un pueblo y el enfrentamiento no alcanza para dar sentido a la existencia prolongada de una comunidad. Y sin embargo, no hay grandes naciones que no hayan tenido en su momento de esplendor una conciencia más o menos explícita de su propia misión. Para encontrar ejemplos de ello no es necesario remontarse en el tiempo: basta ver el actual orden mundial. Más allá de las resistencias que genera, incluso reconociendo las inconsecuencias e inconsistencias de su proceder ¿cómo podría explicarse la actual hegemonía norteamericana, sin tener en cuenta su profunda convicción respecto del destino manifiesto que guía sus pasos? Y viceversa: ¿qué ha llevado a la Europa contemporánea, tan satisfecha de su estabilidad institucional, su nivel tecnológico, sus sistemas sociales y sus equilibrios presupuestarios, a perder la primacía mundial, como no sea el extravío casi total de su sentido de misión?

Arquitectura Informática Automotores Cultura Drive Golf Económico La Voz del Campo Salud Temas / Dominical Turismo Región Centro Por Vos

Por nuestra parte, el tradicional escepticismo argentino –la cara más conocida de una moneda que muestra en su otra faz una cándida ingenuidad: esa que nace de creer saberlo todo y estar de vuelta de todo– no parece particularmente inclinado a las grandes causas nacionales.

Clasificados

Los acontecimientos del último medio siglo no han contribuido ni a precisar ni a cimentar el sentido de misión. Al contrario:

No obstante, el país no puede prescindir de tales creencias. Si no existe una unidad de sentido y si ese sentido no justifica y proyecta la vida en común, tampoco hay unidad ni comunidad. Si no sabemos para qué estamos juntos, ¿para qué estamos juntos? Desde el inicio de su existencia independiente y más aún a partir de su organización definitiva, a la Argentina no le faltó el sentido de misión. Es cierto, asimismo, que esta idea ha variado erráticamente, puesto que se expresaba en estrecha dependencia con las ideologías y doctrinas de turno. Por otra parte, el sentido de misión de un pueblo no se define de un plumazo, ni en un rato de discusión. Se trata, ni más ni menos, de la identidad propia de un ser colectivo, extendida en el tiempo y proyectada al futuro: la respuesta a ¿por qué vale la pena ser argentino?

Internet Gratis Webmail La Voz Control Cines Receptorías Fúnebres Horarios de vuelos Farmacias de turno Quinielas Correo de lectores Comunitarias Teléfonos útiles Cursos y seminarios

ni a precisar ni a cimentar el sentido de misión. Al contrario: puede incluso afirmarse que la Argentina ha ido perdiendo su lugar en el mundo. Miremos las últimas dos décadas. Con Raúl Alfonsín y Carlos Menem todavía podía observarse una idea de destino o de misión nacional. El primero dio una respuesta ideológica, y quiso hacer de la Argentina el país de la democracia integral. El segundo presumió de pragmatismo y concibió una Argentina del enriquecimiento acelerado y las oportunidades económicas irrestrictas. Sendos fracasos han dejado en evidencia no sólo las limitaciones de tales proyectos, sino su incapacidad para erigirse en misión colectiva. El administracionismo gris, mediocre y mezquino de Fernando De la Rúa fue en sí mismo la negación de todo sentido trascendente de misión: baste con recordar que, iniciada su fase agónica, los cerebros propagandísticos del gobierno se empeñaron en exhibir el famoso “blindaje” –que no era más que un préstamo, una nueva deuda– como logro fundamental. Por su parte, el Gobierno de Néstor Kirchner parece haber adoptado la lógica de su principal oponente, el movimiento piquetero: una política pródiga en bloqueos, protestas y reclamaciones, pero incapaz de conducir un cambio profundo o revolucionario. ¿Quién inspira hoy a la nación argentina?

© La Voz del Interior

© 2000 - 2004 Todos los derechos reservados

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.