El sentido de la Historia desde el zoroastrismo y el judaísmo antiguo

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Descripción

El sentido de la historia en el zoroastrismo y en las principales corrientes del judaísmo antiguo Victoria Meneghetti Un elemento importante para conocer el sentido que estos pueblos dan a la historia es la escatología. A través del conocimiento de la reflexión que estos hacían respecto del fin de los tiempos, puede comprenderse su presente y la manera en que lo concebían. Dice Norman Cohn 1 a este respecto que hasta los aldeaños de 1500 a.C., diversos pueblos coincidían en presuponer que uno o varios dioses habían organizado el mundo en un determinado origen y que este orden era inmutable. Fue Zoroastro, un profeta iranio, quién entre los años 1500 y 1200 a.C. se separó de aquella tradición de cosmos estática proponiendo una reinterpretación de la versión irania del (*). Zoroastro afirmó que el mundo no era estático y que no era inseparable del caos. Así, a través de diversas innovaciones en lo que respecta a la concepción misma del tiempo; del libre albedrío; la creación milagrosa y la venida de Saosyshant condujo a este credo a una concepción direccional del tiempo. Este hito marcaría un antes y un después en la reflexión historiosófica de la Época antigua. Cohn plantea los variados puntos de contacto que tiene esta corriente con el judaísmo, más luego con el cristianismo consolidado. Entonces, dentro el zoroastrismo, puede hallarse un sentido original. Este rompe con las concepciones cíclicas de sus predecesores e incluso contemporáneos. Establece tres tiempos. En primer lugar un tiempo inicial, de creación. En segundo lugar un tiempo medio, de mezcla en que la creación (Ahura Mazda) y la destrucción (Angra Mainyu) conviven. Este es el tiempo histórico. Finalmente un tiempo último, en que la divinidad benéfica gana junto con sus entidades angélicas (*). Se produce entonces lo que el mismo Zoroastro llama la “creación milagrosa”. Esta implica el triunfo del bien sobre el mal y una novedad: la resurrección de todos los hombres muertos, seguida por un Juicio que inauguraría una nueva y pacífica inmortalidad: carnal y material. Por tanto el sentido de la historia se ve marcado por el paso de los hombres dotados de libre albedrío que eligen ser parte del ejército de Ahura Mazda o de Angra Mainyu en pos del orden o del caos. Parte de la estrategia, dice Cohn, será reducir a Angra Mainyu a la impotencia. Resulta interesante, respecto del sentido de la historia, que el zoroastrismo tiene un contenido de carácter universal, se dirige hacia un mundo futuro real y colectivo. Esta será una gran diferencia con las principales corrientes del judaísmo antiguo que propugnarán la salvación para ellos mismos: un pueblo único y elegido. 1

COHN, Norman, El cosmos, el caos y el mundo venidero, cap. IV. Conflicto entre el orden cósmico y el caos. (*) En este pensamiento, los espíritus gemelos encarnaban las distintas fuerzas que mantenían el cosmos y las fuerzas que intentaban socavarlo. Ahura Mazda opto por respaldar el asha y Angra Mainyu optó por el druj. Ahura Mazda, tras su lucha en un tiempo inicial con Angra Mainyu, crea seis figuras: Asha (fuego); Buen Pensamiento (animales); Dominio (cielo); Devoción (tierra); Totalidad (agua) e Inmortalidad (plantas). Ahura Mazda junto con el Spenta Mainyu (Espíritu Sagrado) y los seis inmortales sagrados crearon el mundo ordenado. (*)

En lo que respecta al Antiguo Israel, a modo de contexto, un par de elementos esenciales han de enunciarse previo a la especificación del sentido que atribuyen a la historia. El judaísmo se remite a un pueblo pastoril del norte de la península arábiga y Siria. De este grupo pequeño, que luego se establece en la ciudad de Ur en Caldea, es Abram. Yahveh se le manifiesta a este buen hombre creando el primer pacto entre Dios y los hombres. Este implicaba un culto excluyente y el seguimiento de una serie de preceptos que significarían una devolución por parte de Dios: una vida placentera y rica y una descendencia numerosa. Esta alianza quedaría sellada por un signo físico: la circuncisión. Se inauguró así el primer culto puramente monolátrico. Abraham2 fue padre de Isaac, como lo había prometido Yahveh a pesar de su vejez y de que su mujer Sara3 era estéril, y éste de 12 hijos que dieron origen a las 12 tribus de Israel. Estas emigraron a Egipto dónde fueron esclavizadas. Moisés fue quién, con el poder de Yahveh, los liberó de la esclavitud. “Con el correr del tiempo, el rey de Egipto murió. Los israelitas, sin embargo, seguían quejándose y lamentando su esclavitud. Entonces Dios escuchó sus lamentos y atendió sus quejas acordándose del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob”.4 Moisés entonces, propuso al pueblo elegido la liberación. Esta implicaba por una parte el fin de la esclavitud y por otra el traslado a una tierra prometida: Canaán. Aquí puede apreciarse entonces el primer elemento escatológico de este pueblo: la tierra prometida. No hay por el momento una consideración más allá, de la vida, pues toda su realización ha de ser en la tierra promisoria (y terrenal) que Yahveh les proporcionará, en dónde podrán tener una descendencia numerosa y una vida pródiga. Esta tierra de abundancia implicaba un estado de gracia de este pueblo elegido y de una cercanía para con Dios. Otro elemento novedoso fue la supremacía de este pueblo por sobre otros: en un territorio presente, la realización a través de la gracia será para un único pueblo elegido y conducido por Yahveh. En la historia del pueblo de Israel vendrá luego el tiempo de los jueces sucedido por la presencia del primer monarca israelí: Saúl hacia el año 1000 a.C. Comenzó a funcionar de esta manera la díada profeta-monarca. Así el primer gran profeta Samuel fue el asesor de quién era depositario del poder temporal: el poder del monarca es dado a través del profeta que lo consagra. Esto implica la legitimación de un poder respecto del otro. Luego de la muerte de Salomón el reino se dividió en Judá e Israel. El primero con capital en Jerusalén queda conformado por dos de las doce tribus. Israel por su parte se conformó con las tribus restantes. Estas fueron rápidamente conquistadas por los asirios y se dio una dispersión de las tribus. Por su parte Judá resistió la presión de Asiria pero en el año 653 a.C. Jerusalén fue conquistada por Nabucodonosor II y la población deportada. Durante 72 años estos israelitas desterrados vivieron en Babilonia dónde se vieron influenciados por la cultura Gn 17, 5: “Desde ahora te llamarás Abraham, porque te voy a hacer padre de muchas naciones. Haré que tus descendientes sean muy numerosos; de ti saldrán reyes y naciones.” 3 Gn 17, 15: “Tu esposa Sarai ya no se va a llamar así. De ahora en adelante se llamará Sara”. 4 Ex 3, 23-24. 2

babilónica y la zoroástrica. Finalizado el exilio volvieron a Jerusalén y se sometieron al gobierno persa y comenzó a reinar la Paz. Cuando Alejandro conquistó Jerusalén, unificó el reino de los Edeucidas y dejó en este pueblo la influencia griega. Hacia el siglo I5 Pompeyo conquistó la región en un día sábado y los incorporó al Imperio. En estos tiempos cuatro corrientes se desarrollaron en Judea: los saduceos, los fariseos, los esenios y los zelotas. Los saduceos por la prosperidad económica, la presencia de la divinidad en el Templo y la descendencia numerosa decían tener todo aquello a lo que aspiraban. Su escatología es del presente. Por su parte los fariseos no estaban del todo satisfechos con su presente como lo estaban los saduceos. No les agradaba la vida de privación y sujeción. Esta era considerada como un castigo colectivo. Al ser ellos justos se consideraban viviendo en la iniquidad. Toman del zoroastrismo la idea de resurrección al final de los tiempos: triunfo de la vida sobre la muerte pues aspiran a un premio que en esta vida no tienen: función compensatoria. También adhieren la idea de un mesías que vendrá cuando todo Israel esté en consonancia con el Plan de Dios. Aunque no tienen presente la idea de inmortalidad, sí esperan una vida larga y próspera de 500 – 1000 años. Luego sí se desaparece. Para los fariseos entonces, esta vida era de privación y sujeción pero vendría un mesías a salvarlos y se instauraría el Reino en el que gozarían de paz, abundancia, descendencia numerosa y dicha abundante. Su concepción de la historia se dirige en torno a la espera de estos acontecimientos. Los esenios por su parte vivían apartados de manera comunitaria y se dedicaban al ayuno y a la purificación. Buscaban la comunicación mística con la divinidad. Creían en que, en el tiempo histórico, se daba una profunda lucha entre los seguidores de Yahveh y los de Satanael6. Este ángel maligno no sólo opera en la Historia sino que tiene legiones a su cargo. Los zelotas eran las clases menos favorecidas: campesinos y artesanos. Esta vida es una privación para ellos y luchan por la independencia contra Roma. La solución a sus conflictos no ha de ser en el más allá o en tiempos o a través de personas indeterminadas: tomaban ellos las riendas de la situación pues consideraban que sólo tenían el aquí y ahora y sólo contaban con ellos mismos. Eran fuertemente radicales y partidarios de una insurrección violenta que acabe con la injusticia e inaugure una realidad de igualdad social. Concha Roldán apunta que en el Antiguo Testamento se muestra cómo la instauración de un reino de paz para los judíos sería dentro del marco de la historia. Yahveh aparece como un dios de vivos y la muerte y la vida posterior a ella no figura como un elemento de gran trascendencia. Los saduceos incluso no creen en la vida después de la muerte. Por tanto, si en la tierra han de gozar todo aquello a lo que pueden llegar a anhelar: fortuna, descendencia numerosa y presencia de la Divinidad en el templo, su historia ha de estar marcada por la felicidad y la prosperidad. 5

Luego de la insurrección liderada por los integrantes del grupo sacerdotal (los macabeos) contra los Edeucidas (judíos helenizados). Así, con el éxito de los macabeos Judea se independiza hasta el siglo I en que es conquistada por Roma. 6 De ahí su obra instructiva: El manual de combate de los hijos de la luz con los hijos de las tinieblas.

El sentido de la historia para ellos consistía en cumplir con la ley y crecer de acuerdo con ella en prosperidad espiritual y material de la mano de Yahveh. Claro que esta es la postura no de todos, sino de los saduceos.7 El sentido de la historia en los fariseos consistirá en una espera, dentro del marco de sujeción y privación, del advenimiento de un mesías que reinstaure la Paz y la Justicia. La resurrección estará presente a modo de premio por los castigos de la vida. Los esenios veían en la historia un combate fuerte entre los hijos de la luz y de las tinieblas. Por tanto su vida estuvo orientada a la mortificación y a la purificación como búsqueda de contacto directo y constante con la Divinidad. Los zelotas por su parte veían en la historia tanta injusticia que consideraban que el cambio debía ser inmediato. Por estos motivos no esperaban el advenimiento de un mesías más tomaron las riendas con sus propias manos

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Estos a pesar de no tener la independencia hacia el siglo I se despreocupan por ella pues gozan de todo como si la tuvieran. Port tanto no creen ni centran su atención en la vida después de la muerte. Creían que luego de la muerte, el cuerpo se descompone y el ser dejaba de existir. Sí presente en algunas corrientes la idea de la supervivencia de una especie de espectro que subsistía en un mundo subterráneo (Sheol). De todos modos, no creían en la relación de éstos con los vivos como lo creían los mesopotámicos.

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