EL SECRETO DE ALTAMIRA

July 21, 2017 | Autor: Antonio Oleaga | Categoría: Pinturas Rupestres
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Descripción

EL SECRETO DE ALTAMIRA. The Artist.

En la penumbra de la biblioteca del Potala el joven Dalai estalló en una gran carcajada cuando frente a la foto del bisonte de Altamira exclamó: “¡Vaya una ocurrencia la del viejo Vimalakirti. Bonita forma de manifestarse ahora!” La misma carcajada que una fría tarde de enero de 1980 resonó en el silencio del patio de armas del Cuartel de la Armada de Ferrol ante la lectura de la gloriosa efeméride del día. Hace algún tiempo una turista japonesa entró en mi restaurante con un pequeño diccionario amarillo en mano y me mostró dos palabras: habitación y oscuro/a. Cuando pronuncié la palabra Altamira sonrió y sin pronunciar palabra, afirmó su agradecimiento en repetidas reverencias antes de salir. Ya tenía la clave fundamental de aquello que deseaba encontrar. El viejo espíritu del artista continuaba haciendo de las suyas sin detenerse un momento, apareciendo antojadizo aquí y allá, bajo las más insospechadas formas y entre ellas su favorita: la risa, el arte de la creación. Sin duda, la imagen del bisonte de Altamira resulta poderosamente atractiva. Cerrada en sí misma resulta demasiado hermética si nos preguntamos por lo que se oculta tras ella, su significado. Ese por qué —de dónde viene y adónde va— y qué espera en definitiva de nosotros, nos aturde y más si consideramos que aún hoy día muy pocos artistas podrían alcanzar con su trabajo ese espíritu fuerte que conservan las imágenes de los bisontes, deberemos preguntarnos entonces qué clase de hombres eran aquellos. Hoy, con esta conciencia de vorágine temporal, no encontraremos a nadie capaz de representar un animal en esa forma tan precisa y exacta, con esa capacidad para proyectarlo al futuro con tal verosimilitud, certeza y carencia de medios. La tremenda realidad que se guarda tras la imagen nos advierte algo que de algún modo nos inquieta tanto como nos atrae. Aparte del cúmulo de estudios y fechas que rodean las pinturas de los bisontes, nunca deja de resultar intrigante la motivación e intención del hecho de traspasar de la luz a la oscuridad de la caverna su imagen. Ese quiero y puedo que a través de la pintura ha llegado hasta nosotros, confiriendo así a su imagen la virtud de conservarse y reaparecer a la luz de la memoria a la par de un creador, nos intriga. Imagen que como un oráculo, nos propone: hazme la pregunta precisa y responderé a tus inquietudes, es decir: dime si puedes de ese algo que queda de mí en ti. Algo fundamentalmente humano sobresale de las pinturas de Altamira. Reconozcamos que la capacidad incontaminada para crear de algunos de aquellos hombres estaba a unos niveles muy superiores a los nuestros. No podemos concebir desde la sutileza y levedad de nuestro tiempo el humor de aquel profundo y primordial espíritu. Su cultura de clan, fundamentada en la utilidad de lo próximo y lo cercano —en el otro y los otros— fue su primer gran paso; intención no carente de un orden espectacular en las pautas seguidas a la intervención: el respeto y conservación de la imagen determinan fundamentalmente su capacidad para la puesta en valor de lo temporal, algo que se manifiesta con mucha mayor transparencia que en nuestros tiempos.

A través de esas pinturas llega hasta nosotros el espíritu humano de este clan prehistórico, para transmitirnos por encima de todo una clara conciencia: “Yo viví en este tiempo, yo estuve en este lugar, éste fue mi triunfo y mi fracaso”. La imagen del bisonte como protectora y conductora de hombres proclama por vez primera: “Nada resulta primitivo. Todo pertenece, en su lugar, a su tiempo”, así cierra y propone una búsqueda de identidad, de ese aquí y ahora que garantiza la continuidad del innombrable espíritu del arte de la memoria en el tiempo. Todo nuevo descubrimiento crea nuevas tensiones para tratar de situarse entre lo establecido. Salir a la luz en estos tiempos resulta tan complejo como en aquellos penetrar la oscuridad y todo ello pergeñado por un ser tan inconcebible como extraordinario: el artista, que siempre con ese algo de oráculo pregunta antes de ser preguntado por aquello qué queda en ti de mí. Esta es la curiosa forma de pregunta que adquiere aquello que uno pretende encontrar frente a la imagen del bisonte. Éste es El secreto de Altamira.

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