EL SALERO DE AYNA

June 23, 2017 | Autor: J. Simón García | Categoría: Etnography
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Descripción

PATRIMONIO



PATRIMONIO

J. L. Simón / Universidad de Alicante

La sal era considera en la antigüedad como el “oro blanco” y su uso, además de condimentar la comida, servía sobre todo para conservar los alimentos, por lo que no es de extrañar que un mineral tan importante atrajese la codicia de los gobernantes en todas las épocas y su control fuese clave para la recaudación fiscal, por lo que no es de extrañar que hasta hoy en día las salinas, como la de Torrevieja y La Mata en Alicante, sigan siendo una concesión del estado. La sal en las tierras de interior se da de dos maneras: en depósitos que se explotan como una mina y en manantiales que contienen una alta concentración de sales, fruto del paso de las corrientes de agua por

estratos geológicos del triásico que le aportan sales que una vez en el exterior es relativamente fácil de concentrar en pequeñas balsas de escaso fondo, haciendo el resto la evaporación provocada por el sol. En la provincia de Albacete la casi totalidad de las salinas pertenecen al tipo de manantial y las podemos encontrar en Pinilla (Viveros/Alcaraz), Fuentealbilla, Socovos, Madax (Hellín), Cotillas y en las Lagunas de Pétrola y La Higuera (Montealegre del Castillo). Las de Ayna, conocidas como El Salero, pertenecen igualmente al grupo de manantial natural, uno de los muchos que les dan nombre a la localidad, Ayna “fuentes· en árabe, pero que al pasar por el estrato del Keuper acumula sales de cloruro sódico.

Se les ha considerado tradicionalmente como de época árabe, quizás por estar entre Ayna y Alcadima (La Antigüa), pedanía esta última de Liétor, ambas con un claro origen islámico, pero junto al salero existe un importante yacimiento de época ibérica que seguramente explotó el lugar para autoconsumo o su comercio en la comarca. Por tanto podemos estar casi seguros de que sus aguas se emplearon desde al menos la Edad del Hierro, hasta casi hace dos décadas, para obtener sal gruesa empleada en la conservación de alimentos, sobre todo carnes, tal y como se emplea en el curado de los jamones de cerdo o vaca o pescados capturados en el río. Si se molía y se llegaba a cribar se obtenía sal fina, que no llegaba a alcanzar la calidad de la procede del mar, pero servía para condimentar las comidas, por lo que se le denominaba “sal conditum” que en los tratados antiguos se le atribuía propiedades medicinales, abriendo el apetito, al tiempo que su uso era un signo de estatus social, que quedaba reflejado en la fabricación especifica de un contenedor de cerámica concreto para su servicio en la mesa, que ha llegado hasta nuestros días. Como medicina aparecen en todos los manuales de farmacopea de la antigüedad para combatir la mordedura de animales e insectos venenosos, curar verrugas y enfermedades de la piel, molestias dentales, cólicos, gota y fiebres.

tos mágicos. Su función principal estaba relacionada con apartar la influencia del espíritu maligno. Ha sido uno de los productos encantadores contra el poder del diablo, de magos, de brujas, del mal de ojo, y en general de las influencias negativas. También protegía a los campos de las malas influencias. Y se usó para prevenir las almas del muerto en el más allá devolviéndole a la tierra y asegurándole la paz en el purgatorio.La sal era fundamental en las actividades ganaderas, en especial aquellas relacionadas con el ordeño y la producción de quesos de cabra y oveja, las cuales necesitaban de reponer su pérdida para su flujo sanguíneo, por lo que aún hoy en día se les da a los rebaños nódulos de sal para que lo laman. Su monopolio por el poder se dio en todas las culturas y estuvo grabado por un impuesto o gabela en cuyo origen están numerosas revueltas sociales. De su uso como pago en especies proviene el término “salario”.

En Ayna la obtención de la sal no requería más que encauzar el caudal del manantial, extraído con una noria de sangre, hacia unas “eras” o balsas de escasa profundidad donde por desecación se va concentrando la sal hasta su precipitación en cristales que se recogen mediante palas para su secado definitivo en un almacén contiguo. Posteriormente se comercializaba en la comarca, ya que aguas abajo del río Mundo estaban las salinas de Madax y más allá de Riópar las de Pinilla. Con toda seguridad debieron de tener un importante impulso tras lo conquista cristiana de la zona, quedando curiosamente en las tierras de Alcaraz, escapando del dominio de la Orden de Santiago en sus tierras de Liétor. No es de extrañar que los límites entre ambos dominios quedasen fijados por el salero, dada su importancia económica, algo que ha llegado hasta nuestros días.

Desde el punto de vista de la superstición la sal siempre tuvo poderes sobrenaturales, y ha sido ampliamente empleada en procedimien-

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