El riesgo, la perdurabilidad de las empresas y el Gobierno Corporativo

June 12, 2017 | Autor: Juan Luis Fuentes | Categoría: Estrategia, Gobierno corporativo
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Descripción

El riesgo, la perdurabilidad de las empresas y el Gobierno Corporativo Por: Juan L. Fuentes Publicado en la revista: Universidad, Administración & Sociedad. Diciembre de 2015. Año 4 No. 10, páginas: 13-15 https://www.yumpu.com/en/document/view/54895588/revista-igae-diciembre2015-2

La tasa de morbilidad en las empresas es elevada, en todo el mundo, aún más en las empresas más pequeñas; en el caso de Guatemala más de la mitad de las empresas que se crean, no logran sobrevivir los primeros cinco años de existencia. De las un poco más de 84,000 empresas “formales” que están registradas en el IGSS (2014), existe un pequeñísimo grupo que ha superado los 100 años de existencia, este grupo representa menos del 0.1% del total de esas empresas. Si hacemos un análisis sobre aquellas que hayan superado los 200 años, encontramos una sola, pero que tiene muy poca actividad. ¿Por qué la vida de las empresas es tan corta, en este país? La respuesta no es simple, porque las empresas cesan de existir por razones muy diversas. En este pequeño documento trataremos uno de esos problemas, el del riesgo derivado de las decisiones que los directivos de una organización asumen. Coase (1937) definía que la deliberación interna de la empresa para definir las decisiones que conforman la estrategia establece la base de la planificación y también de la economía. Knight, amplía este concepto indicando que la función del empresario es la de “pronosticar las necesidades futuras, debido a la incertidumbre. El empresario dirige las actividades de otros a quienes da salarios garantizados. Actúa porque el buen juicio está generalmente asociado con la confianza en el juicio de uno”. En estos conceptos, destacan los elementos de incertidumbre y pronóstico, que hacen que todas las decisiones conlleven un riesgo intrínseco. Posteriormente Simon, March y Cyert, objetan nuevamente la teoría neoclásica, indicando que la maximización de resultados en la empresa no es posible, debido a que no puede establecerse una “racionalidad, valga la redundancia, racional” que asegure el máximo resultado. Si a esa limitación se agrega que los directores de empresa deben confrontar la necesidad de optimizar algunos o innumerables objetivos, esa situación hace de por sí, imposible la maximización, porque si bien se logra en algún objetivo no se logra en todos simultáneamente. Conforme a esas ideas, el resultado de las decisiones dentro de una empresa no es “maximal”, sino satisfactorio y esto depende del criterio del tomador de decisiones. La empresa, entre más compleja es, se convierte en una coalición política adaptable formada por diferentes individuos y grupos de individuos en la empresa, cada uno de ellos con diferentes objetivos, que hace surgir la posibilidad de un conflicto entre los intereses de los individuos y los de las empresas. Todas estas características permiten considerar a la empresa como un sistema adaptable, que por medio del aprendizaje y la experimentación se adapta a su ambiente, no se maximiza, simplemente se adapta y se mantiene. En esas condiciones, el riesgo surge y crece conforme aumenta el grado de incertidumbre en el cual se toman las decisiones; pero también dependerá de la capacidad de los directores para conciliar sus intereses con los de la organización y su propia habilidad para plantear estrategias que den buen uso de los recursos de que dispone. Es precisamente en estas circunstancias en las cuales se plantea la organización de un ente director

que permita reducir el riesgo por medio de un sistema de deliberación más complejo, al cual se ha denominado gobierno corporativo. Cyert (1993) pone la tapa al pomo cuando plantea interrogantes sobre el efecto en las decisiones causado por las creencias personales, por la cultura, por las desviaciones de pensamiento y por el grado de “locus de control” que tienen los tomadores de decisiones. Aunque se atribuye a Cyert ser el primero en discutir este problema; se pueden encontrar referencias tan antiguas, como las de Adam Smith (1776), quien ya advertía del riesgo derivado del conflicto de los administradores cuando se hacen responsables de la administración del patrimonio de otros. Smith observa la quiebra de la entonces empresa más grande del mundo, “The East Tea Company” , causada por la venalidad de sus administradores. Más tarde se acuñó la frase “other people´s money” como una caracterización de este problema. Las quiebras de grandes empresas como Enron, Parmalat, Tyco, Lehman Brothers, y más significativamente el “affaire Madoff” quién empleando un complejo sistema de computación había desarrollado un negocio fundamentado en una pirámide de Ponzi. Esos casos, iniciaron un debate intelectual y social sobre el impacto de las decisiones directivas en la supervivencia de las empresas. En este año, hace apenas unas semanas el debate se ha reavivado debido al problema de Volkswagen en el cual tanto los accionistas como los clientes de esa organización, están amenazando con demandarla por los daños causados por un programa que modificaba las lecturas de las emisiones de óxidos de carbono y de nitrógeno, que también están siendo objetados por numerosos gobiernos. Como consecuencia Volkswagen ha perdido el 50% de su valor en acciones. Los conflictos de intereses divergentes, entre los directivos de las grandes empresas y sus accionistas, clientes, proveedores y la sociedad amplia, han obligado a establecer la necesidad de separar la propiedad y el control desarrollando iniciativas para integrar consejos de gobierno corporativo. Los consejos de administración, olvidados y con poca relevancia en la dirección de las empresas, han resurgido como un elemento clave para el buen gobierno de las mismas, desarrollándose un sistema de buenas prácticas empresariales que determinan la composición, el tamaño y el funcionamiento de esos consejos. La OCDE ha impulsado una serie de principios para establecer gobiernos corporativos en las empresas, esa es una obligación en sus países miembros y sugieren que se establezcan en otros países, debido a los buenos resultados obtenidos. En Guatemala no es obligatorio contar con un sistema de gobierno corporativo, salvo en la industria financiera. En general existe la figura de consejo de administración, aunque en la práctica, particularmente en las sociedades pequeñas, los consejeros legales que elaboran las actas de constitución de empresas, privilegian el uso de la figura del administrador único, lo hacen con la idea de permitir al administrador tomar decisiones más rápidas y con menos consulta. Aunque eso mejora la velocidad en la toma de decisiones y permite aprovechar algunas oportunidades que surjan imprevistamente, esta figura incrementa el riesgo del patrimonio de los accionistas y reduce la deliberación y la prudencia en las decisiones. En el seno de las empresas familiares el problema es aún más agudo. Numerosas empresas guatemaltecas cierran prematuramente debido a conflictos familiares derivados de la decisión de nombrar a un miembro de la familia en el papel de Administrador Único y este toma las decisiones en nombre de toda la familia, propietaria del patrimonio y a veces esas decisiones no son compartidas ni aprobadas por la familia. En este caso el conflicto control versus patrimonio es muy

claro y evidente. Para reducir esos conflictos y permitir una mejor convivencia familiar, se emplea con cada vez mayor frecuencia la figura de un gobierno corporativo, denominado consejo familiar. El gobierno corporativo, puede ser el mismo consejo administrativo, que actúa como órgano de vigilancia y aprueba la agenda y las decisiones administrativas. Sin embargo, puede también constituirse un consejo ampliado, en el cual se invita a participar a personas ajenas a la empresa a participar como miembros de ese grupo. Se elige para ello a personas con capacidades y visiones diferentes a los miembros del consejo administrativo porque se busca mejorar el análisis de las decisiones. En el mundo desarrollado, principalmente en las empresas públicas que cotizan en bolas, los accionistas y los compradores de acciones exigen cada vez más este tipo de estructuras de gobierno corporativo para reducir el riesgo de las decisiones de los administradores de las empresas. En Guatemala es muy recomendable desarrollar una cultura de consulta, para que las empresas reduzcan sus riesgos y puedan perdurar muchas generaciones.

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