El retablo mayor de la iglesia parroquial de San Miguel de Ambel (Zaragoza)

June 30, 2017 | Autor: Nicolas Marin | Categoría: Retablos Barrocos, Conservación, restauración de retablos
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Descripción

La iglesia parroquial de San Miguel de Ambel

  1. El retablo mayor de la iglesia parroquial. Varios son los retablos que el templo acoge en su interior de entre los que destacan una serie de piezas de los siglos XV y XVI, especialmente los dedicados a la Magdalena, Santa Lucía y el retablo del Niño Jesús. Con respecto al retablo mayor, la iglesia levantada en el siglo XIV debía contar ya con un retablo primigenio que no se instalaría hasta la época de las ampliaciones, época de la que datan otros retablos del conjunto. Este primero, dedicado a San Miguel, representaba pintada sobre tabla “la historia de la aparición del santo” y se situaría sobre el altar, cuyo frente era de guadamecí1 “sobre cielo de guadamacil”2 siendo sustituido en su totalidad en 1758, cuando el comendador Rafael Reggio ordene la confección de una serie de reformas así como la compra de un nuevo retablo “por hallarse el que actualmente sirve del todo demolido y quedado sin ser de provecho alguno3” si bien cabe la posibilidad de que la talla exenta policromada del titular que se conserva sea del retablo anterior4. Dicha talla representa a San Miguel arcángel como niño sobre el Mal en su representación antropomorfa, simbolizando la victoria del bien sobre el mal, de la virtud contra el vicio. La figura tiene claras reminiscencias de la escultura antigua, pese a su frontalidad, el marcado pero suave contrapposto logra una ligera sensación de movimiento que permite sin embargo que la figura mantenga el semblante sereno. El retablo actual, comprado en Tudela, se instaló en 17605 y está dedicado a San Miguel, titular de la iglesia, realizado en madera y decorado con pinturas sobre tabla. La organización del retablo nos recuerda a las portadas de tradición vignolesca. Se trata de un retablo de madera dorada y policromada constituido por tres cuerpos: banco, cuerpo central y ático, divididos verticalmente en tres calles mediante cuatro grandes columnas corintias anilladas, de fustes entorchados en la parte superior y estriados verticalmente en su parte inferior. En la predela se adelantan cuatro cubos sobre los que apoyan las columnas y en cuyo frente se disponen cuatro tablas pintadas. Los espacios entre estos cubos reciben de nuevo decoración pintada en todo su frente, uno destinado a la representación de la Magdalena penitente con dos ángeles y el otro a San Jerónimo penitente6.

                                                                                                                1  Archivo

Diocesano de Zaragoza Órdenes Militares. [OO.MM.] 129-9 [f.3 r.]   Histórico Nacional Órdenes Militares. [OO.MM.] Legajo 8.162, no 1.   3  Archivo Histórico Nacional Órdenes Militares. [OO.MM.] Legajo 8.164, no 47. 4  GERRARD, C. Paisaje y señorío: La casa conventual de Ambel (Zaragoza). Óp. Cit.. p. 305. 5  Archivo Histórico Nacional Órdenes Militares. [OO.MM.] Legajo 8.162, no 9. 6 LOZANO LÓPEZ, J-C. El pintor Vicente Berdusán (1632-1697) y Aragón: Catálogo razonado, clientela y fuentes gráficas, literarias y devocionales de su pintura. Parte II – Apéndice gráfico. Tesis Doctoral. Zaragoza, España: Universidad de Zaragoza. 2004. il. 16 y 17. 2  Archivo

 

La iglesia parroquial de San Miguel de Ambel

  El cuerpo central está presidido por una hornacina avenerada en la que se cobija la imagen exenta del titular. A ambos lados se disponen dos parejas de óleos sobre tabla. En el lado del Evangelio, se presentan dos escenas narrativas: Santa Ana, la Virgen y el Niño, y bajo esta, la imagen de San Carlos Borromeo. Santa Ana y la Virgen aparecen convencionalmente representadas una junto a la otra, con el Niño situado en el centro de ambas, sobre el regazo de su madre, Santa Ana es una mujer de edad y lleva en sus manos el libro característico, por otro lado la Virgen es visiblemente más joven y viste los habituales túnica roja y manto azul. Bajo esta escena, la imagen de San Carlos Borromeo, éste porta el hábito coral: muceta roja, color distintivo del rango cardenalicio y un sombrero de teja del mismo color, junto a él, se coloca sobre un altar un crucifijo, símbolo de la meditación del misterio de la Pasión. En el extremo de la Epístola, otras dos escenas: una Sagrada familia, o lo que es lo mismo, la Trinidad terrenal, la compuesta por el Niño Jesús, la Virgen y san José. Este recurso, habitual en época barroca, permitía representar al mismo tiempo una doble Trinidad, con Dios Padre en un rompimiento de Gloria y el espíritu Santo en forma de paloma, conformando la Trinidad celestial y permitiendo al mismo tiempo reforzar el papel de José en la vida de Cristo. Bajo la escena anterior se sitúa la imagen de San Roque, representado con vestimenta de peregrino, con sombrero y capa, y sosteniendo un bordón en su mano izquierda, herido en una pierna le acompañan un perro y un ángel a cada lado. La presencia de las imágenes tanto de San Roque como de San Carlos Borromeo cobra sentido en conjunto ya que, según la tradición, ambos se consagraron al cuidado de enfermos durante terribles epidemias de peste, erigiéndose como santos protectores ante toda clase de epidemias, lo que nos lleva a plantearlos que el retablo se dedique a estas dos figuras probablemente como consecuencia de la epidemia de peste que la zona sufrió a mediados del siglo XVII, no olvidemos que estos fenómenos se consideraban sobrenaturales y consecuencia directa de la ira de Dios ante los pecados de la humanidad. El cuerpo se remata con un entablamento que recoge el movimiento de entrantes y salientes del banco y cuyo friso se recubre con una dinámica decoración de roleos vegetales. Finalmente, dos pequeños obeliscos cierran el cuerpo principal permitiendo la transición al ático. El ático avolutado acoge en su centro una tabla que representa la escena de la crucifixión y aparece flanqueada por dos columnillas corintias de fuste entorchado que sustentan un frontón curvo rematado por una cruz en su centro. La escena transcurre en un paisaje natural abierto y representa a Cristo en la cruz en el centro de la composición, a sus pies, los fundadores de dos de las principales ordenes mendicantes, San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán. San Francisco aparece de rodillas, casi de perfil, extendiendo sus brazos y muestra sus manos estigmatizadas, mientras eleva su mirada. También a los pies, a la

La iglesia parroquial de San Miguel de Ambel

  derecha de la Cruz, Santo Domingo de Guzmán, representado con la habitual flor de azucena en su mano izquierda. Por otro lado, delante del nuevo altar, el comendador encargó la colocación de unas cortinas y barras7, no podemos olvidar que la costumbre era tapar con paños y sargas las imágenes según el tiempo litúrgico. Esta tradición en la que la imagen sagrada queda oculta, tiene su origen en Grecia y Roma donde las cortinas impedían la contemplación directa de las figuras de los dioses, permitiendo que preservar el misterio y haciendo de la manifestación una parte imprescindible del ritual, práctica que se extendería más tarde al mundo áulico y al cristianismo. Todo lo anterior, nos permite comprender que no se trataría por tanto de unas simples rejas bajas como algunos autores señalan8. Por ultimo, añadir que, el deficiente estado de conservación de las escenas que componen el retablo deriva tanto de la falta de recursos para su correcta preservación como de un negligente sistema de iluminación directa que se instaló sobre las propias tablas en la década de 19509.

 

                                                                                                                7  Archivo Histórico Nacional Órdenes Militares. [OO.MM.] Legajo 8.162, nº 9. 8  GERRARD, C. Paisaje y señorío: La casa conventual de Ambel (Zaragoza). Óp. Cit.. p. 146. 9  Archivo Histórico Provincial de Zaragoza. Archivo Fotográfico Juan Mora. ES/AHPZ MF/MORA/002563

   

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