El rescate de cautivos valencianos en tiempos de Cervantes

July 3, 2017 | Autor: J. Corbalán de Celis | Categoría: Cervantes, Valencia, Redención De Cautivos, Procesión
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Descripción

BOLETIN DE LA

SOCIEDAD CASTELLONENSE DE CVLTURA Tomo LXXXIV* Enero-Junio 2008* Cuad. I-II

El rescate de cautivos valencianos en tiempos de Cervantes En enero de 1605 aparecía publicada en Madrid la primera edición del Quijote, cumpliéndose el pasado año de 2005 el cuarto centenario de su impresión. Los cronistas valencianos, en esas fechas, nos sumábamos con diversos actos a los distintos homenajes que se estaban celebrando con motivo de ello, recordando por mi parte con este escrito leído en su día en el Ateneo de Valencia, el penoso trance que sufrió su autor, el príncipe de los ingenios, don Miguel de Cervantes Saavedra1. Vivió Cervantes (1547-1616) en una España en constantes luchas y sobresaltos ante la amenaza que representaba para sus costas el cada vez más poderoso imperio otomano y sus aliados los piratas berberiscos. Luchas agravadas con la política de cara a Europa emprendida por el monarca Carlos V en defensa de sus intereses dinásticos, que si bien no dejaron de lado el problema que suponía para su reino, y sobre todo para las tierras levantinas, la piratería berberisca, si que mermaron los medios disponibles para hacer frente a semejante amenaza. Atrás habían quedado los años en que los Reyes Católicos, una vez terminada la reconquista de Granada, habían orientado su acción exterior hacia una política mediterránea, iniciando el sueño dorado de la conquista de África, alentada por el arzobispo de Toledo el cardenal Cisneros. Esta conquista, a parte de los motivos religiosos de lucha contra el infiel, significaba la defensa del litoral contra la perenne amenaza berberisca. Son los años de la conquista de Mazalquivir, en 1505, el peñón de Vélez de la Gomera, en 1508, Orán al año siguiente de 1509, Bugía y Trípoli en 1510, y todas aquellas plazas que se fueron tomando en el Norte Africano, no solo como defensa de nuestro litoral, sino como futuras bases para la prevista expansión y dominio de las rutas comerciales de África2. 1 El presente articulo tiene como base dicha charla, añadiéndose al mismo una serie de nuevos datos y todas las referencias y pies de página que no se citaron en su día. 2 ESTADO MAYOR CENTRAL DEL EJERCITO, Dos expediciones españolas contra Argel. 1541 y 1775. Madrid 1946.

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En los primeros años del reinado de Carlos I, el monarca continuará todavía esta política iniciada por sus antecesores, ordenando la fracasada expedición contra Argel (1519), base desde la que operaba el cada vez más influyente y temido Barbarroja y sus auxiliares turcos. Son los años en que los viejos tercios españoles toman Túnez y la Goleta, y llevan a cabo nuevamente la importante expedición contra Argel de 1541, tratando de frenar la creciente pujanza de los corsarios turcos, verdaderos señores del mar, y como hemos comentado, azote de las poblaciones costeras de los estados cristianos. A pesar de todo ello, su empeño pronto estuvo puesto en la defensa de sus intereses en Europa, con la intervención en los asuntos de Alemania y los Países Bajos, dispersando de esta manera los sufridos esfuerzos del reino y debilitando la acción sobre objetivos tan bien marcados como eran entonces los del Mediterráneo y los del Norte de África3. En estos años se asiste al peligro continuo que suponía esta piratería berberisca actuando desde sus bases de Argel y Túnez. Los asaltos y razzias que realizan a lo largo de todo el litoral español en busca de botín son constantes y cada vez más atrevidos. Desembarcan en la costa en busca de los pobres y sufridos ribereños, que una vez capturados representaran una importante fuente de ingresos con su venta como esclavos, siendo empleados los varones, en la mayoría de los casos, como remeros en las galeras de la flota turca. Aunque existieron remeros voluntarios, la inmensa mayoría de ellos eran esclavos o penados, que ante las durísimas condiciones en las que los forzaban, debían ser sustituidos con cierta frecuencia. Del número de ellos que se necesitaba es indicativa la cifra de los cerca de 30.000 remeros que intervienen en ambas escuadras en la batalla de Lepanto4. Los que no eran destinados a este menester permanecían en las cárceles para ser vendidos como sirvientes o en espera de ser liberados tras el pago de un rescate. Este verdadero pavor que siente el ribereño a ser apresado en cualquier momento lo refleja claramente Cervantes en La ilustre fregona cuando hace decir al pícaro Carriazo5: Pero toda esta dulzura que he pintado tiene un amargo acíbar que la amarga y es no poder dormir sueño seguro sin temor de que en un instante los trasladen de Zahara a Berbería. Por esto las noches se recogen a unas torres de la marina y tienen sus atajadores y centinelas, en confianza de cuyos ojos cierran ellos los suyos, puesto que tal vez ha sucedido que centinelas y atajadores, pícaros y mayorales, barcos y redes, con toda la torbamulta que allí se ocupa, han anochecido en España y amanecido en Tetuán. A principios del siglo XVI el número de valencianos cautivos en tierras de sarracenos debía ser muy numeroso, casi todos ellos capturados mientras faenaban en la mar y muchos en los frecuentes desembarcos que efectuaban las naves corsarias

3 GARCIA FIGUERAS, Tomás, Marruecos, Barcelona 1939 4 CARRERO BLANCO, LUIS, Lepanto. Alianza Editorial. Estella 1971 5 ROYO BERMEJO, Antonio, Luces y sombras en el reinado de Carlos V, Historia 16, Madrid 2001.

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por el litoral valenciano, siendo uno de los lugares más castigados el término de Cullera dada las facilidades de desembarco que ofrecía la desembocadura del río Jucar. En 1503, cuando la orden de la Merced prepara una expedición de rescate, que se llevaría acabo unos años después, en 15056, los familiares de los que se encontraban cautivos entregaban a fray Joan Urgell, maestre general de la orden de la Merced, diversas cantidades en ayuda del rescate que dicha orden estaba preparando. En esa fecha se encontraban cautivas Isabel y Ursula, hijas de Miquel Martorell, labrador de la ciudad de Valencia, por las que sus parientes entregan 15 libras por cada una de ellas. Por Bernardo Mascó, sastre de Valencia, pagará su familia 20 libras. De la villa de Cullera conocemos los nombres de una serie de cautivos que piensan rescatarse en esa expedición, por los que sus familiares entregarán diversas cantidades a la orden de la Merced para ayuda de dicho rescate: Pedro Segura, alias lo castellá, por el que pagan 21 libras; Catalina Esteve por la que pagan 20; otras 21 paga Bernardo Rico por su mujer Isabel; Bernardo Blasco entrega 21 libras por su mujer Leonor; Catalina, viuda de Joan Deushovol, tenía cautivo a dos de sus hijos pequeños, Marco de 8 años e Isabel de 6, por los que ha de pagar 50 libras por cada uno de ellos7. De la cantidad de apresamientos que se hacia de gente, generalmente marineros, de Cullera es significativo el hecho de que solo en esta villa se llegaban a vender 3.000 bulas para la redención8. Durante todo el año 1506 existen también referencias de que la Merced recoge dineros para una nueva campaña de redención. A finales de febrero hemos visto cómo se preparaban las bulas para su venta en Cullera, siguiendo en marzo el mercedario fray Martín de Molina, que había sido nombrado Comisario Redentor de los cautivos por el maestre Joan de Urgell, preparando la recogida de dineros de todas las ciudades, villa y lugares que se fuesen a predicar. En mayo Bernardo Qualladó, pescador, y Vicenta, su mujer, junto con Joan Genovés, también pescador, e Isabel, su mujer, habitantes en la ciudad de Valencia,

6 De esta redención no existe al parecer ninguna noticia, pero en un documento de 9 de junio de 1517 se expresa claramente que en ese año de 1505 se llevó acabo una expedición de rescate. Mosén Bernat Portugués, presbítero, que había estado cautivo en la ciudad de Túnez, en poder de un moro llamado Ronquo, levantaba acta dicho día de cómo mestre Jaume Lorens, maestre general de la Religión de la Virgen María de la Merced de Redención de Cautivos Cristianos, y los reverendos mestre Joan Lupi, comendador del convento y monasterio de la Merced de la ciudad de Huesca, mestre Lois Boil, comendador del convento de Valencia y fray Arnau de Tost, comendador del de Tolosa, redentores que habían sido elegidos para la redención de cautivos hecha en el año 1505, en febrero de dicho año, entre otros cautivos, le había rescatado y redimido. APPV. Protocolo 20510 Ayerve 7 APPV. Protocolo 20504, not. Ayerve 8 En 26 de febrero de 1506 Jaume Pugeriol, vecino de la villa de Cullera, receptor de los dineros de las bulas de la redención de cautivos, delegado para ello por el justicia y jurados de dicha villa, reconocía a Gerónimo Fustet, presbítero, que éste le había entregado 3.000 bulas para la redención de cautivos de Cullera. APPV. Protocolo 20507, not. Ayerve

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prometían entregar 30 libras por el rescate de su hijo Miquel Qualladó, joven de 18 años que se encontraba cautivo. Durante todo este mes fray Luis Boyl había sermoneado 347 bulas por los lugares de Canet, Torres Torres, Castellnou, Xerica, Almasora, el Toro, Onda, Lucena y Belloch, y una vez finalizada su misión, encargaba a Joan Disla, cardador, ciudadano, de la ciudad de Valencia, que fuese recogiendo por estos lugares los dineros que se le debían. Uno de esos desembarcos a los que nos referíamos es el que se produce en 1547, cuando desembarca en la playa de Murviedro la tripulación de ocho galeotas, que con la protección de los moriscos de Gilet, asaltan y saquean el monasterio de Santo Espíritu. En la década posterior el famoso Dragut tiene aterrorizada todas las costas de la corona de Aragón con sus asaltos a Cullera, Pollensa, Altea, Vinaroz, Denia etc. Uno de estos asaltos que tuvo consecuencias graves para la población de Callosa es el realizado en 1584, ataque en el que intervinieron veinticuatro naves argelinas con un contingente de casi dos mil hombres. Después de intentar, sin éxito, tomar Villajoyosa y Altea subieron a Callosa sin que tampoco pudiesen tomar su castillo, llevándose consigo, junto con los moriscos de dicho lugar, a los de Micleta, Algar, la Nucía y Chirles, quedando desde entonces estos últimos lugares, así como el valle de Bolulla, despoblados9. Otro de estos asaltos, ocurrido nuevamente en la playa de Cullera, es el que se produce el 20 de octubre de 1570, según relataba Simón Pascual, pescador de Valencia, al tiempo de solicitar licencia al conde de Benavente, virrey y capitán general del reino de Valencia, para poder embarcarse en un navío con tropas que estaba anclado en el grao de Valencia, pronto para partir hacia Argel con el fin de rescatar cautivos10. El motivo de su viaje era el rescate de tres hombres, dos muchachos y el padre de uno de ellos, que habían sido capturados hacía unos días cuando una fragata de moros había desembarcado en la playa de Valencia, cerca de la Albufera. Tomada tierra, los corsarios se dirigieron hacia unas barracas cercanas a la playa donde encontraron a 17 hombres que estaban allí junto a ellas. Entablada una pequeña lucha, mataron a dos de ellos y se llevaron cautivos a los demás. La familia de tres de esos cautivos había encargado su rescate a Simón Pascual, para lo cual, una vez conseguida la licencia del conde, se dirigía a la ciudad de Argel llevando consigo 4.000 reales y diversos cortes de telas y ricos paños de grana. En la licencia que había concedido el gobernador se especificaba que con este viaje se haría un gran servicio a Dios, por el peligro que corrían los muchachos de perder su fe debido a su poca edad. Renegar de la fe cristiana era una de las maneras más rápidas de recuperar la libertad y abandonar la prisión, aunque presentaba el

9 SALVA BALLESTER, A., La villa de Callosa de Ensarriá, Instituto de Estudios Alicantinos, Alicante 1960 10 APPV. Protocolo 10085, not. Ferrer

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inconveniente de que en ese caso el renegado debía resignarse a no retornar a casa y dejar de ver a los suyos para siempre. Cuando los familiares no podían reunir el dinero necesario para el rescate, se podía recurrir a pedir limosnas, solicitando previamente una licencia para ello, como la obtenida por el valenciano Miquel Duarte, presbítero, el cual tenía un hermano cautivo en tierra de moros y había solicitado licencia al rey para pedir limosna con el fin de rescatarlo. El rey se la concedía desde Medina del Campo en el verano de 149711. Otra de las maneras de recuperar la libertad era la de intercambiar un cautivo cristiano por otro cautivo moro, aunque el caso más frecuente era la redención mediante el pago de un rescate. Este pago podía realizarse como hemos visto por los propios familiares, quienes se encargaban, por los medios a su alcance, de reunir el dinero necesario. El rescate se podía realizar también mediante la intervención de alguna Orden religiosa, pues todas ellas desempeñaban una labor redentora, siendo las dos ordenes que más activas se mostraron en esta función la de los Trinitarios y la de los Mercedarios. Un caso curioso que hace referencia a una modalidad de rescate consistente en el cambio de un cautivo por otro que, aunque está fuera de la época que tratamos, es ilustrativo para mostrarnos esta variedad de redención, es el ocurrido con el trueque de Vicente Girona, marinero natural de Peñiscola, del que sabemos que era de edad de trenta y tres años poco más o menos, de color moreno, cabello negro y, tocado de viruelas, y que se encontraba preso en las cárceles de Argel. Su rescate lo había negociado desde Barcelona el valenciano Eusebio Pérez el cual había sacado de una de las galeras que estaban en el puerto de esa ciudad al argelino Mahomat, que se encontraba como esclavo sirviendo de remero en una de dichas galeras, y le había puesto en libertad, entregando otro esclavo moro para que remase en su lugar. Una vez libre se le había entregado cierta cantidad que debía llevar consigo a Argel para negociar el rescate de Girona, a lo cual se comprometía mediante escritura pública. Debía llegar a la ciudad de Argel y presentarse ante el cónsul ingles al cual le explicaría su misión para que fuese éste quien agenciase su libertad. Esto sucedía en 1708, cuando Barcelona se hallaba repleta de valencianos que habían seguido al archiduque Carlos12. Esta fecha que en un principio nos puede parecer muy alejada de los tiempos de los cautivos cristianos, no lo es tanto si pensamos que todavía en 1752, reinando Fernando VI, los mercedarios llevaron a cabo una de las últimas redenciones masivas de cautivos que realizaría la Orden, siendo esta vez el número de rescatados de 24813, de los que catorce eran valencianos, apresados mientras faenaban

11 ARV. Gobernación. Tomo 2402, mano 14, folio 1 12 APPV. Protocolo 5093, not. Artich 13 Según el padre Porres fueron 325

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en el mar, cuatro de ellos en los Alfaques, frente a San Juan14. Finalmente, y ya iniciado el siglo XIX, una expedición anglo-holandesa organizada en 1816 bombardeaba la ciudad de Argel y daba libertad a los cautivos cristianos que allí se encontraban. En el momento de subir al trono Felipe II (1556), el peligro turco había vuelto a adquirir su máxima importancia. Durante su reinado se van perdiendo aquellas posiciones que tanto esfuerzo habían costado conquistar. Sucesivamente van cayendo en manos de los turcos Bujía, Trípoli, Túnez, el Peñón de Vélez, este último recuperado poco después etc. En la petición hecha al monarca en las Cortes de Toledo en el año 1560, se quejaban de que las tierras marítimas estaban por labrar y cultivar porque a cuatro o cinco leguas del agua no osaban estar las gentes15. Cuando los turcos toman la isla de Chipre, entonces bajo el dominio de los venecianos, y poco después ponen sitio a Nicosia, ante la amenaza que esto suponía para las tres grandes potencias que dominaban entonces el Mediterráneo, Roma, Venecia y España, logran reunir éstos estados sus poderosas flotas y se enfrentan al turco en 1571 en el golfo de Lepanto. En esta batalla naval participa el soldado Cervantes que se encontraba alistado en los tercios de Italia desde unos años antes. Con ocasión de la batalla se embarca en una de las galeras del Papa, la Marquesa, al mando de Francisco Santo Pietro, cayendo malherido en el transcurso de ella, recibiendo dos arcabuzazos, uno en el pecho y otro en la mano izquierda, que le dejó inútil para el resto de sus días. Recuperado de sus heridas continúa prestando servicio en los tercios hasta que el 20 de septiembre de 1575 embarcaba, junto a su hermano Rodrigo, en el puerto de Nápoles a bordo de la galera Sol, poniendo rumbo para España16. Después de una semana de navegación y estando a la altura de la Provenza, la flotilla en la que viajan los dos hermanos es atacada por unas naves berberiscas, apresando a la Sol, quedando ambos en poder de los corsarios argelinos. Llevados a Argel, su hermano es rescatado al año siguiente, no pasando lo mismo con Cervantes, al que a causa de ciertas cartas de recomendación que llevaba encima en el momento de su capturan confunden con un alto personaje y elevan el precio de su rescate hasta 500 escudos de oro, teniendo que pasar cinco largos años de cautiverio hasta que poder ser rescatado por los hermanos trinitarios. El grave problema que representaba el cautiverio, sufrido por miles de españoles que abarrotaban las cárceles -los tristemente famosos baños- de Argel, Túnez, Tetuán, Orán y otras pequeñas ciudades de berbería refugio de piratas y corsarios, era un mal endémico que venía arrastrándose de siglos muy atrás, habiéndose fundado ya en el siglo XII diversas cofradías en las ciudades costeras que contaban con un fondo de

14 RAMAJO, Félix Pedro Nolasco: El mercedario, mercader y redentor. Real Orden de Caballeros de Santa María de el Puig. Valencia 1993. 15 SANCHEZ-GIJÓN, Antonio, Defensa de Costas en el Reino de Valencia, Generalitat Valenciana, Valencia 1996. 16 HERNAIZ, Lorenzo. Obras completas de Cervantes, Aguilar, Madrid 2003.

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ayuda para el rescate de aquellos de sus miembros que fuesen cautivados por los moros. La primera orden religiosa que puso sus bienes y personas al servicio de los cautivos fue la Orden de Santiago, siguiéndole poco después la de los Trinitarios y algo más tarde la de la Merced. Desde su fundación, estas dos últimas ordenes, la de la Santísima Trinidad y la de Nuestra Señora de la Merced, estuvieron en pleito continuo sobre el derecho a recibir legados y limosnas para la redención de cautivos, llegando la Merced a obtener en 1573 del virrey de Valencia una orden por la que se prohibía a los trinitarios el poder llamarse redentores17. Cada cierto número de años, variable según la tardanza en recoger los dineros necesarios, después de haber pregonado y publicado por todas las ciudades y pueblos de la península que se iba a organizar una nueva expedición de rescate, y una vez obtenido y recaudado el suficiente dinero para poder llevarla a cabo, el maestre de la Orden, en este caso el de la Merced, encomendaba a ciertas personas que se encargasen de los tratos y negociaciones para la redención de los cautivos. El dinero se recaudaba a través de lo recogido con limosnas, con legados testamentarios, con las ayudas que, como hemos visto, entregaban los familiares de cautivos, y sobre todo con la venta de bulas e indulgencias expedidas para tal propósito. Para la redención de 150618 Martín de Molina, como hemos visto fraile del convento de la merced de Valencia, hizo imprimir 2.045 bulas y había ido predicando con ellas y sermoneando a los habitantes del obispado de Huesca y montañas de Jacas, con el fin de recoger dinero para el rescate. En agosto de 1506 llegaba a un acuerdo con Pere Noguera, peraire, de la ciudad de Valencia, para que éste recogiera el dinero de la venta de dichas bulas que el fraile había dejado fiado en su viaje, pagándole por ello 3 dineros por bula. En septiembre de ese mismo año, era el fraile Luis Boil el que encargaba a los también fabricantes de paños Jaume Domenech y Jordi Joan, que recogiesen el dinero de las bulas que había sermoneado por las tierras del obispado de Segorbe y Albarracín. Tenían que cobrar 1.031 bulas que había impreso, las cuales se habían vendido al fiado a razón de 2s 6d por cada una de ellas. Acuerdan que se les pagará por el trabajo seis dineros por bula19. Es decir tan sólo dos frailes, de uno de los muchos conventos de la orden, habían logrado recaudar la estimable cantidad de 400 libras con la venta de las bulas. De estas ayudas que entregaban los familiares a los frailes como ayuda para el rescate conocemos también la que entregan en 1501 Rodrigo Marcos, mercader, vecino de la villa de Requena, residente al presente en la ciudad de Valencia, quien

17 PORRES ALONSO, Bonifacio, Libertad a los cautivos, Secretariado Trinitario, Córdoba 1997. 18 Toda la documentación encontrada se refiere al año 1506, siendo la última referencia del 11 de agosto, sin que aparezcan otros documentos en los años siguientes, por lo que se podría pensar que quizá a finales de año o como muy tarde a primeros del siguiente se llevase a cabo el viaje de rescate. En 9 junio de 1506 se firmaban en Barcelona capitulaciones entre Joan Urgell, maestre de la Merced, y el mercader Francisco Doria, para la redención fahedora de cautivos cristianos. 19 APPV. Protocolo 20506, not. Ayerve

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promete pagar 30 libras a Joan Urgell, maestre general de la orden de la Merced, en auxilio y ayuda al rescate y redención de Gomis García, hijo de Joan García, carretero, de la villa de Requena, el cual está cautivo en la ciudad de Bujía20. Y esta otra de 1506 en la que Joan Gombau, agricultor de Valencia y Beatriz Quilis, mujer de Bertomeu Quilis, trajinero, para ayudar y subvencionar el rescate de su marido, que se encuentra cautivo en tierras de agarenos, acordando que en el momento en que fuese éste rescatado ellos pagarían al maestre Joan Urgell 31 libras y 10 sueldos21. Se sabe que la madre y la hermana de Cervantes entregaron 300 ducados en ayuda de su rescate, los 200 ducados restantes hasta los 500 en que habían valorado su rescate lo pusieron los hermanos trinitarios de las limosnas recaudadas. En todos los casos que hemos comentado de pagos para ayuda del rescate, los familiares se comprometían en nombre del cautivo a que éste serviría bajo la bandera de la Merced durante un año y que estaría durante todo ese tiempo bajo la obediencia del maestre general, y en caso contrario deberían pagar todo lo que la Orden había pagado por su rescate Lo que significaba que durante todo un año lo pasearían por todo el reino, con sus largos cabellos y barbas descuidadas, cubierto con su sambenito, a fin de mover a la compasión a las gentes y recoger el mayor numero posible de limosnas con las que poder iniciar una nueva redención. Los maestres de la orden tenían potestad para encarcelar a los rescatados que quisiesen huir y escapar de la bandera bajo la que estaban, quebrantando el juramento que habían hecho. A veces, agradecido, y para que sirviese como ejemplo de la obra que llevaba a cabo la Orden, el que era redimido iba relatando allá por donde iba, cómo había sido rescatado. Así en junio de 1517 mosén Bernat Portugués, presbítero, que había estado cautivo en la ciudad de Túnez, en poder de un moro llamado Ronquo, y que había sido rescatado en el mes de febrero del año 1505, levantaba acta de lo sucedido con el fin de que pudiese mostrar por todas partes como había sido rescatado por el maestre general de la Merced. El rescate de ese año se había llevado a cabo con la intervención de de los comendadores de la Merced Joan Lupi, de la ciudad de Huesca, Lois Boil, de la ciudad de Valencia y de fray Arnau de Tots, comendador del convento y monasterio de la ciudad de Tolosa22. En 1503, el maestre de la Merced firmaba unas capitulaciones para la expedición de redención que se preparaba para los años siguientes a tierras de Oran o en altres lochs de terra de moros. Para ese viaje, que sabemos que se llevó acabo en febrero de 1505, habían logrado reunir 2.350 ducados de oro, de los que 1.200 se destinaban para el pago de rescates y los restantes para el pago a los mercaderes Beneyto Pinello y Martin Centruyo, encargados de llevar a cabo las distintas

20 APPV. Protocolo 20505, not. Ayerve 21 APPV. Protocolo 20507, not. Ayerve 22 APPV. Protocolo 20510, not. Ayerve

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transacciones. Acuerdan que la mayor parte de los cautivos debían ser de la villa de Cullera, y los otros de Cataluña, Aragón, Mallorca y del reino de Valencia. Tendrán preferencia para ser rescatados los cautivos más jóvenes que haya en las cárceles, no pudiéndose rescatar a ninguno que pasase de los 50 años. El número total de mujeres que podrán rescatar será de cuatro, dos de ellas muchachas de 9 o 10 años, teniendo que rescatar también uno o dos muchachos de esa edad, el resto serán todos hombres, y se vuelve a repetir que sean de menos de 50 años. Siguen indicando en las capitulaciones que se les embarcará en una fusta y se les facturará para las ciudades de Valencia o Barcelona. Así mismo se exigía a los responsables de la expedición que llevasen una lista de los gastos y que anotasen a quienes habían sido comprados y el nombre de cada cautivo, si era hombre o mujer, de que lugar eran y su edad23. Estas notas servirían luego para imprimirlas y publicarlas a manera de Memoriales, sirviendo como medio de propaganda para la Orden en su función redentora. En 1583 sabemos que se pagaron 64 reales a Jerónima Huete, viuda, vecina de Valencia, por imprimir trescientos pliegos con la relación de los cautivos rescatados en ese año. Ese mismo año de 1583 el corsario Morataraiz, renegado griego, capitá de galeres de moros infels, desembarcaba en la playa de Benisa intentando asaltar la amurallada villa, siendo rechazado a tiros de arcabuz por sus vecinos, no obstante se retiraba llevándose al menos una docena de cautivos de los que estaban faenando en sus heredades. El consell de la villa reunió en pocos meses las 4.420 libras que pedían por todos ellos, en dinero y ropajes, siendo rescatados en noviembre de ese año24. Tanto los Trinitarios como los Mercedarios, después de la llegada del barco con los cautivos, acostumbraban organizar una procesión con todos aquellos que habían sido rescatados en ese viaje. El número de los redimidos en cada expedición podía variar mucho de una a otra, llegando en varias ocasiones a ser su número de varios centenares, destacando la redención de 1535 en la que los trinitarios lograron rescatar al parecer a unos 5.000 cautivos. Fue el año en que el Emperador Carlos V al mando de una gran armada se dirigió contra el temido Barbarroja haciéndolo huir de su base en Túnez, ciudad en la que liberó a 20.000 prisioneros cristianos. En relación a estos rescates que se producían tras alguna acción bélica de cierta importancia, en la victoria de Lepanto, Cervantes en su Don Quijote hace decir al cautivo:... porque

23 APPV. Protocolo 20504, not. Ayerve 24 Los rescatados fueron los siguientes: Bernat Ivars, por el que se pagaron 400 libras, la mujer de Pere Giner, por la que se pagaron 250 libras, Joan Ivars, por el que se pagaron 200 libras, Andreu Ivars, hijo de Jaume (300), Andreu Ivars, hijo de Andreu, 360), Francesc Ivars (410), Jaume Piera (300), Batiste Ortolá (135), Luis Ortolá (230), Francesc Giner (135), Antoni Crespo (400), y Antonio, esclavo negro de Jaume Ivars, por el que se pagaron 1.100 libras. CARDONA IVARS, Joan. Els corsaris de Berbería i els cristians de la Marina. Crónica de la X asamblea de Cronistas Oficiales del Reino de Valencia. 1974

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fueron quince mil cristianos los que aquel día alcanzaron la deseada libertad, que todos venían al remo en la turquesa armada. Veamos en un documento de la época los prolegómenos a una de estas procesiones celebrada en Valencia por la orden de la Merced25. El jueves 28 de mayo de ese año 1517, estando reunidos en el monasterio de la Merced de Valencia Jaume Lorenç, maestre general de la Orden, Luis Boil, comendador de dicho monasterio, y Pere Artús, trompeta público de la ciudad de Valencia26, declararon ante notario que dicho trompeta en el día de la fecha y con toda la solemnidad acostumbrada de trompetas y tambores había pregonado en los lugares acostumbrados la siguiente proclama: A honor y gloria de la Santísima Trinidad y de la gloriosa Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos cristianos redimidos por la preciosa sangre de nuestro redentor Jesucristo. De parte de los muy magníficos señor Gobernador, Justicia y Jurados de la presente ciudad de Valencia, se notifica con voz de pública proclama por los lugares acostumbrados de la insigne ciudad de Valencia, a todos los fieles cristianos de la ciudad que para el sábado próximo, que será víspera de Pascua del Santo Espíritu, a las dos horas después de medio día, vayan todos al portal de los Serranos, para acompañar a la devota y loable procesión que se ha de hacer por la entrada de los cautivos cristianos, que nuevamente han sido redimidos y rescatados por la religión de la Merced del poder de los infieles de la ciudad de Túnez. La cual procesión irá a la Seo de la presente ciudad y de allí al monasterio de la Merced en donde ganarán muchos perdones e indulgencias otorgados por nuestro Santo Padre León décimo y otros Papas anteriores. Y sigue la relación: Llegado el sábado día 30, de dicho mes de mayo de 1517, que era la víspera de Pascua del Espíritu Santo, siguiendo lo anunciado en la proclama y para hacer la entrada de los cautivos cristianos, a la hora de vísperas, acudieron al portal de Serranos Jaume Lorenç, maestre general de la Merced y mestre Luis Boyl, comendador del monasterio de la Merced de Valencia, acompañados de mestre Joan Lupi, comendador del monasterio de la Merced de la ciudad de Huesca y del fraile Arnau de Duch, comendador del monasterio de dicha orden en la ciudad de Tolosa, estos tres últimos redentores del presente rescate, juntos con muchos frailes de la Merced que estaban allí acompañándolos. Estaban, por su orden, arreglados y congregados como se corresponde, con tres banderas de cautivos cristianos, estando allí personalmente todos los cautivos cristianos que habían sido rescatados y traídos del poder de los infieles, los cuales

25 APPV. Protocolo 21494, not. Leonard Almenar 26 Los Artús, fueron una familia que desempeñaron el oficio de trompetas de la ciudad de Valencia durante cerca de un siglo. En 1401 ya aparece un Ramón Artús, crida trompeta de la ciudad. En 1424 le sucede como crida pública Antoni Artús. Continúa la saga con Miquel Artus, pregonero público en 1441, con Lorens Artús, trompeta de la ciudad en 1458, al que sucede su hijo Miquel Artús que ostenta el cargo en 1461; en 1475 ya le ha sucedido su hijo Pere Artús, al que vemos ejerciendo como tal en 1487.

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según dice la bula de nuestro Santo Padre León décimo, ahora bienaventuradamente reinante, eran 70 personas, de las cuales fueron muertas y huidas muchas, y las que restaban con dichas las banderas estaban allí en el portal de los Serranos, vestidos con sus ropas y vestimenta de cautivo, con sus pelos y barbas largos y sus pies descalzos y sin bonetes, con mucha devoción y en orden de procesión, como corresponde, ordenados y arreglados. Y habiendo llegado ya allí y estando ajustadas las parroquias, cleros, capellanes, conventos y frailes de los otros monasterios de la ciudad de Valencia para acompañar dicha entrada y procesión de los cautivos, dicho mestre Luis Boyl, estando ya en el portal de los Serranos toda la gente dicha y mucho e innumerable pueblo e infinitas almas y personas de todos los estamentos de la ciudad, que casi era imposible poderlos contar ni escribir, cogida con mucha reverencia y acatamiento la bula escrita en pergamino con todas las solemnidades necesarias por la santidad de dicho nuestro Santo Padre León X, a dicha religión nuevamente otorgada en la ciudad de Roma, y abierta aquella y extendida sobre un vello plato de plata, teniéndola en las manos con mucha reverencia y honor, puestos todos y arreglados por su orden, y siendo la procesión como se corresponde y se acostumbra, fueron todos por la ciudad de Valencia desde dicho portal de Serranos hasta la Seo, y a su encuentro salieron hasta la Diputación el clero de la Seo, con mucha solemnidad, para recibir a los cautivos y a la procesión, y todos juntos, con gran sonido de campanas en alta fiesta, entraron en la insigne Seo de Valencia, y hecha oración en su altar mayor, ciertos presbíteros y frailes cautivos que había entre los rescatados, arrodillados con mucha devoción delante de dicho altar mayor, cantaron una oración muy devota, con tanta fe que todos los cautivos cristianos, así hombres como mujeres respondían y cantaban Señor ten misericordia, cosa de mucha devoción y piedad. Y después, reposado todo el pueblo en la Seo, mestre Luis Boyl, comendador del monasterio de la Merced de Valencia y redentor de dichos cautivos, sentado en la trona de la Seo les hizo un solemne sermón sobre dicha redención, que fue muy celebrado, y acabado el mismo, los reverendos frailes de la merced y los cautivos cristianos, con su procesión y por su orden, fueron desde la Seo al monasterio de la Merced, y allí quedaran hasta que sean vestidos de nuevo y vuelvan a sus casas. A los cuales es cierto que han de vestir de nuevo y darles dinero para el camino, como así está determinado por el maestre general de la Merced, por hacer cumplidamente la caridad y lo determinado en la bula, la cual mestre Luis Boyl siempre lleva en sus manos, como se dijo anteriormente. De todas las cuales cosas hechas y seguidas en la ciudad de Valencia en el día de la víspera de Pascua, sobre dicho negocio y entrada de los cautivos cristianos, los redentores, a mí Leonard de Almenar, notario público de la ciudad de Valencia, síndico y procurador de la religión de la Merced, me pidieron les recibiese carta pública para tener memoria en el futuro, y para el efecto que mejor les pueda aprovechar, la cual recibí en la ciudad de Valencia el día de la víspera de Pascua del Espíritu Santo a 30 de mayo del año de la

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JUAN CORBALÁN DE CELIS Y DURÁN

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natividad de Nuestro Señor y redentor Dios Jesucristo 1517. Presentes fueron testigos a todas las cosas dichas los honorables Miquel Jerónimo Tarrega, notario apostólico, y Joan Ramos, escribiente, habitantes de Valencia. Esta costumbre de mostrar a los cautivos en procesión por las calles la recoge Cervantes en su novela La española inglesa cuando hace decir a su protagonista.. .finalmente, el padre redentor vino a España conmigo y con otros cinquenta cristianos rescatados. En Valencia hicimos la procesión general... De estas procesiones se tiene noticias de la organizada por los trinitarios el 30 de agosto de 1580, el mismo año del rescate de Cervantes. La procesión recorrió las calles de la ciudad desde el convento trinitario del Remedio hasta la catedral, llevando todos los cautivos su distintivo de trinitario, que consistía en una especie de poncho -el sambenito- con la cruz en el pecho, acompañados de trompetas y atabales. Dice la relación que después de darles de comer y cenar, los despidieron a todos dándoles licencia para que fuesen a sus tierras, y algún dinero para el camino. Según consta, los redentores trinitarios se embarcaron en el Grao de Valencia rumbo a Argel el 22 del mes de mayo de 1580, llegando a esta ciudad una semana después debido a unos fuertes vientos huracanados que hicieron lenta y peligrosa la navegación. Tras arduas negociaciones con Azán Bajá, rey de Argel, comenzaron los rescates el 12 de junio, y a finales del mes siguiente tenían rescatados 108 cautivos, a los cuales embarcaron el 3 de agosto rumbo a Valencia, llegando a sus playas dos días después. Tras unos días de descanso para recuperarse, organizaron la solemne procesión el día 7 de agosto paseándolos por las calles de la ciudad. Mientras tanto, uno de los redentores, el padre Juan Gil, a quien Cervantes agradecido dedica unos laudatorios versos en su comedia El trato de Argel, permaneció en esta ciudad hasta de marzo de 1581, rescatando en sucesivas veces a otros 42 cautivos más. Como consta en la partida de su rescate, Cervantes fue liberado en el mes de septiembre de 1580 por dicho padre Juan Gil, sin indicar la fecha de su embarque para España. Se sabe que el 24 de octubre de 1580 embarcaron a 6 cautivos en el navío de maese Antón Francés, pagándole 15 doblas para traerlos a Valencia. Al parecer uno de estos cautivos es el propio Cervantes, quien habría llegado a las costas de España unos días después, quizá el 27, desembarcando en la playa de Denia27. En la relación de los cautivos rescatados que se vende por la ciudad de Valencia a su llegada, se leía lo siguiente: “Número 29. Miguel de Cervantes, edad treinta y un años, natural de Alcalá de Henares, capturado en la galera Sol, yendo de Nápoles a España el año 75, rescatado”.

27 Según Francisco Figueras Pacheco, cronista que fue de Alicante, la liberación se produjo el 19 de septiembre y la arribada a Denia el 20 de octubre. BAS CARBONELL, Manuel. El Quijote de Valencia. Ajuntamente de Valencia. 2005.

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Pasados unos años, en 1588, después de la procesión que los trinitarios habían celebrado ese año en Valencia con los cautivos rescatados, los mercedarios protestaron enérgicamente por ello, logrando que la Audiencia proveyese que en adelante los trinitarios no pasasen los cautivos por la ciudad de Valencia con atabales, trompetas y pregones. En años posteriores los relatos que se conocen de las procesiones las dan ya celebradas en la ciudad de Barcelona, aunque la zona de desembarco de los cautivos siga siendo Valencia. De este penoso e imborrable cautiverio que había padecido, Cervantes pondrá en boca de don Quijote una frase de clara exaltación de la LIBERTAD: “La Libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres” (Quijote, II, 58)´"

Juan Corbalán -de Celis y Durán

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