EL RENACIMIENTO DEL SARASVATI. HISTORIOGRAFÍA NACIONALISTA Y REINVENCIÓN DEL PASADO EN LA INDIA CONTEMPORÁNEA

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Descripción

II SEMINARIO DE HISTORIOGRAFÍA Y LEGADO DE LA ANTIGÜEDAD (SHLA): DISCURSOS
ALTERNATIVOS
Facultad de Filosofía y Letras (UAM), 6-7 de febrero de 2014










EL RENACIMIENTO DEL SARASVATĪ. HISTORIOGRAFÍA NACIONALISTA Y REINVENCIÓN
DEL PASADO EN LA INDIA CONTEMPORÁNEA


Alejandro Jiménez Cid
Universidad Complutense de Madrid




Resumen


A lo largo de la última década del pasado siglo, tomó fuerza en la
historiografía india la hipótesis por la que se identifica el curso del río
Ghaggar-Hakra, cuya cuenca alberga importantes yacimientos de la Edad del
Bronce, con el Sarasvatī védico, río sagrado de los hindúes. Puesto que la
cuenca del Ghaggar-Hakra quedó despoblada como consecuencia de un proceso
de desertización consumado hace 4000 años, afirmar que este río era el
mítico Sarasvatī implica identificar la cultura védica con la Civilización
del Valle del Indo, una atrevida suposición que conllevaría un
replanteamiento radical de las cronologías de la protohistoria del
subcontinente, así como de las teorías sobre el origen de los pueblos
indoeuropeos. Más allá del ámbito puramente académico, existe una evidente
conexión entre este planteamiento y las consignas del nacionalismo
hinduista (Hindutva) que sirve como base a los presupuestos ideológicos del
BJP, el partido en el poder en la India entre 1998 y 2004. Durante esta
legislatura, el conservador BJP impulsó distintas medidas (entre ellas un
plan hidrológico) destinadas a revitalizar el río Sarasvatī, convertido en
símbolo religioso: una construcción ideológica encaminada a la legitimación
de un discurso nacionalista.

Palabras clave: India, hidrografía, nacionalismo, vedas, hinduismo.




Abstract


In the last decade before the turn of the century, a group of Indian
historians claimed the identification of the course of river Ghaggar-Hakra,
home to a number of important Bronze Age sites, with Vedic Sarasvatī, a
sacred river in Hindu mythology. The settlements in the Ghaggar-Hakra basin
were abandoned not later than 4000 years ago, as a consequence of a
desertification process; therefore, identifying this stream with mythic
Sarasvatī implies recognizing that Indus Valley Civilization and Vedic
culture were one and the same. This is a highly controversial assumption,
challenging mainstream chronologies of Indian protohistory and current
theories about the origin and spread of Indoeuropean peoples. But beyond
the academic sphere, there is a connection between this view of the past of
the Subcontinent and the claims of Hindu nationalism (Hindutva) which lay
the foundation of the ideological grounds of the BJP, the ruling party of
India during the years 1998-2004. In this term, the government supported
several projects (including a hydrological plan) aimed to the
revitalisation of river Sarasvatī, empowered as a religious symbol: an
ideological construction intended as legitimation of nationalist and
fundamentalist discourses.


Keywords: India, hydrography, nationalism, Vedas, Hinduism





Todo investigador que hoy día quiera afrontar el estudio de temas
relacionados con la antigua India se encontrará con una situación
ciertamente incómoda en el panorama académico: y es que, en gran medida,
los actuales discursos historiográficos sobre el pasado del subcontinente
están fuertemente politizados[1]. Por ello, aunque nuestro objeto de
estudio se enmarque específicamente en la Antigüedad del subcontinente, no
nos queda otra opción que volver los ojos a la situación política de la
India de hoy, a fin de descubrir y desenmascarar los intereses que se
ciernen detrás de la difusión de versiones contrapuestas de su historia.
"Ogni storia è storia contemporanea": nunca fue más cierta la máxima de
Benedetto Croce[2]. En la presente comunicación, nuestra intención es
estudiar el proceso a través del cual una teoría que en un foro académico
mínimamente riguroso no se podría calificar de otra manera que de
pseudociencia llegó a convertirse, en la década de los 2000, en discurso
oficial promovido por el gobierno indio. Y no sólo eso, sino que sirvió
para justificar un plan nacional de desarrollo, de interés más partidista
que público, e incluso un ambicioso proyecto hidrológico. Nuestro objetivo
será, grosso modo, seguir las fases de gestación, eclosión y difusión de un
mito historiográfico moderno. Este mito, construido por la intelligentsia
del nacional-hinduismo más reaccionario para fundamentar su particular
visión del pasado, no es otro que el renacimiento del río Sarasvatī.


Comenzaremos echando un muy somero vistazo al panorama político de la
India contemporánea. Desde que la nación alcanzó su independencia, dos
tendencias ideológicas encarnadas en sendos partidos políticos se han
venido disputando el poder: por un lado, el Partido del Congreso (Indian
National Congress, INC), controlado por las familias Nehru y Gandhi, sigue
un ideario de centro-izquierda: un programa de carácter laico y una
concepción de la India como espacio de pluralidad cultural y religiosa. Por
otro lado, la derecha ha venido siendo representada por el Bharatiya Janata
Party (BJP), "Partido del Pueblo Indio". El BJP toma la inspiración para su
programa político en una ideología conocida como Hindutva, un vocablo que
se podría traducir como "Hinduidad"; aunque el Hindutva aspida a dar la
imagen de una tendencia tradicionalista, el término en sí es un neologismo
acuñado por Veer Savarkar en su libro homónimo, Hindutva, de 1923. Como
cabía esperar por su turbulento contexto histórico-social, el libro es un
panfleto incendiario publicado en la época de dominación británica. En él,
con la retórica característica de los nacionalismos de entreguerras,
Savarkar no solo defiende el derecho del pueblo indio a su
autodeterminación, sino que establece los principios de una ideología
nacionalista de carácter religioso. Una nación, un pueblo, una raza y una
religión: el hinduismo.


"Mohammedans are no race nor are the Christians. They are a religious
unit, yet neither a racial nor a national one. But we Hindus, if
possible, are all the three put together, and live under our ancient
and common roof" (Savarkar 1923, 134).


La de Savarkar y sus acólitos no es precisamente una postura
conciliadora para con las minorías religiosas de la India: sikhs,
cristianos, parsis, budistas, jainas o los 176 millones de musulmanes que
viven hoy en su territorio[3]. El movimiento Hindutva ejemplifica a la
perfección dos grandes paradojas que Benedict Anderson supo observar en las
ideologías nacionalistas: en primer lugar, su formidable poder para mover a
las masas, pese a tratarse de sistemas de gran pobreza filosófica y
cargados de incoherencias; y, en segundo lugar, la necesidad de atribuir a
la nación una antigüedad milenaria, frente a su modernidad objetiva[4]. De
acuerdo con el razonamiento de los teóricos del Hindutva, la característica
esencial del pueblo indio es su "hinduidad", o sea, que profesa la religión
hindú; el hinduismo remonta sus orígenes a la literatura védica; ergo, de
acuerdo con este silogismo, la nación india sería tan antigua como los
Vedas. Y en su manifiesto, aunque no se molesta en argumentarlo o en citar
sus fuentes, Savarkar se muestra convencido de que la composición de los
Vedas data de una fecha muy anterior al comienzo de las antiguas
civilizaciones de Egipto y Mesopotamia:


"Although it would be hazardous at the present stage of Oriental
research to state definitely the period when the foremost band of the
intrepid Aryans made it their home and lighted their first sacrificial
fire on the banks of the Sindhu, the Indus, yet certain it is that long
before the ancient Egyptians, and Babylonians had built their
magnificent civilization, the holy waters of the Indus were daily
witnessing the lucid and curling columns of the scented sacrificial
smokes and the valleys resounding with the chants of vedic hymns -the
spiritual fervour that animated their souls" (Savarkar 1923, 4-5).


Como podemos constatar, el movimiento Hindutva ha venido predicando el
dogma de que la India es la cuna de la civilización. Si la historiografía
occidental pretende ponerlo en cuestión, es automáticamente tildada de
eurocéntrica, colonialista o neocolonialista. Para los fundamentalistas
hindúes, que ellos están en posesión de la verdad es una cuestión de fe; y
allá donde habla la fe, se silencia la razón.


Como reflejo del bipartidismo que caracteriza la vida política de la
India, existen entre los historiadores indios dos grupos bien
diferenciados. Con una metodología más afín a los estándares científicos
internacionales, pero acusados por sus detractores de estar demasiado
estrechamente asociados al Partido del Congreso, tenemos a autores como
Romila Thapar, Irfan Habib o el recientemente fallecido Ram Sharan Sharma.
El Congreso de Historia India, un encuentro de especialistas que se celebra
anualmente, está muy vinculado tanto a los ideales laicos del Partido del
Congreso como a los autores que acabamos de citar. Frente a ellos,
encontramos un grupo de autores afines tanto al BJP como a la ideología
Hindutva: se trata de Braj Basi Lal, Swaraj Prakash Gupta o Srinivasan
Kalyanaraman. El encono entre ambos grupos se acentuó especialmente cuando,
mediante una serie de comunicados, hicieron públicas sus posturas
enfrentadas respecto a la cuestión de Ayodhya y la destrucción de la
mezquita de Babri en 1992[5].


Uno de los principales campos de batalla entre los dos grupos de
historiadores se libra en torno a sus visiones radicalmente opuestas de la
protohistoria del subcontinente.


A continuación procederemos a resumir, con la mayor brevedad posible,
la versión más consensuada de cómo se articulan las etapas y cronología de
los períodos más remotos de la historia india. Son de sobra conocidos los
espectaculares sitios arqueológicos pertenecientes a la llamada
Civilización del Valle del Indo; sus principales centros urbanos fueron las
ciudades de Harappa y Mohenjo Daro, en el actual territorio de Pakistán[6].
Estos yacimientos son testimonio de una de las grandes civilizaciones de la
Edad del Bronce; en el registro arqueológico se evidencia un nivel de
desarrollo equivalente al de sus contemporáneas de Egipto y Mesopotamia.
Pero, a diferencia de estas, no disponemos de otra forma de recabar
información sobre la Civilización del Valle del Indo que a través del
estudio de los restos de cultura material, puesto que no se han conseguido
descifrar (o, para ser más precisos, no se han conseguido descifrar
satisfactoriamente) los escasos fragmentos epigráficos que conservamos: los
famosos sellos de esteatita. La datación mediante radiocarbono permite
afirmar con bastante conclusividad que la fase urbana de la Civilización
del Valle del Indo tuvo lugar entre los años 2500 y 1900 AEC.


En torno al 1500 AEC nos encontramos con que la geografía humana del
Valle del Indo ha cambiado por completo. Han aparecido en escena los arios,
un pueblo indoeuropeo; no es nuestra intención entrar aquí en el complejo
problema de la procedencia de los protoindoeuropeos, que, como es bien
sabido, sigue alimentando un acalorado debate entre los especialistas.
Vinieran de donde vinieren, los arios trajeron al Valle del Indo su
religión y su lengua. El legado más valioso de este período cultural es la
colección de himnos y fórmulas sacrificiales que conocemos como los Vedas,
la composición del más antiguo de los cuales, el Ṛgveda, se suele estimar
entre el 1500 y 1000 AEC; transmitidos por tradición oral, los Vedas se
convierten en el fundamento de la religión brahmánica y siguen siendo
considerados como texto sagrado primordial por el hinduismo moderno.


La transición de la Civilización del Valle del Indo a la fase védica
presenta problemas muy similares a la cuestión del colapso del mundo
micénico en la protohistoria del Egeo. La teoría que podríamos llamar
"clásica" postulaba que existió una invasión aria, y por tanto que la
cultura de Harappa encontró un fin violento, barrida por la irrupción de
los belicosos pueblos indoeuropeos. Pero esta teoría está últimamente
bastante desacreditada[7]. Los análisis más recientes apuntan a que el
colapso de la fase urbana de Harappa tuvo más que ver con el cambio
climático y la desertización que con la irrupción de los indoeuropeos, cuya
presencia, de acuerdo con la datación por radiocarbono, no es verificable
antes de cuatrocientos años después del abandono de las ciudades[8].


Sin embargo, esta versión de la protohistoria india no es en absoluto
compatible con los presupuestos ideológicos del Hindutva. Recordemos que
Savarkar, en su delirio fundamentalista, estaba plenamente convencido de
que cuando las civilizaciones mesopotámicas se hallaban en su infancia, los
Vedas ya se recitaban en el Valle del Indo desde tiempos inmemoriales. Por
otra parte, sabemos que la afirmación de autoctonía es uno de los tópicos
más manidos en los nacionalismos; el nacionalismo hindú no es una
excepción, y a sus teóricos les resultaría inaceptable admitir que su
religión y su idioma tengan un origen extranjero, consecuencia de la
diáspora indoeuropea. Y para mayor humillación de los patriotas indios,
después de la partición de 1947 los yacimientos más emblemáticos de la Edad
de Bronce del valle del Indo, Harappa y Mohenjo-Daro, quedaron en
territorio pakistaní. ¿Cómo pueden lidiar con esta situación los teóricos
del nacionalismo? Aquí es justamente donde entra en juego el río Sarasvatī.


La palabra Sarasvatī aparece con frecuencia en los Vedas, con
diferentes planos de significado: designa a una diosa[9], a un río o,
aunando los dos conceptos, a una diosa fluvial. Recibe el epíteto de
Sindhumata, "madre de los ríos" (o "madre del Indo")[10] y se trata, en
definitiva, de una divinidad de gran relevancia tanto para la antigua
religión védica como para el hinduismo actual. Los historiadores han
intentado identificar el mítico río Sarasvatī con diferentes cursos de agua
de la geografía del noroeste del subcontinente, pero el Sarasvatī siempre
ha resultado ser muy escurridizo. Las descripciones de su ubicación y
recorrido que se pueden extraer de los Vedas son incoherentes y a menudo
contradictorias. Algunos investigadores lo han relacionado con el Helmand
de Afganistán[11]; otros sugieren que el vocablo Sarasvatī no tiene por qué
designar un río en particular, sino que se trataría de una advocación
aplicable a diferentes ríos divinizados.


Sin embargo, ya en tiempos de la arqueología victoriana empezó a
cobrar fuerza la idea de que el Sarasvatī védico fue una vez un río de
cierta importancia que, debido a factores geoclimáticos, dejó de fluir en
algún momento de la Antigüedad[12].


A raíz de una serie de hallazgos arqueológicos a lo largo de la
segunda mitad del siglo XX, los historiadores nacionalistas desarrollaron
una nueva y atrevida teoría de identificación del Sarasvatī. Desde la
partición, el Archaeological Survey of India se ha dedicado extensivamente
a rastrear y excavar yacimientos de la Civilización del Valle del Indo en
las zonas de difusión de esta cultura que quedaron dentro de las fronteras
de la República de la India[13]. El resultado fue la localización de una
gran cantidad de sitios arqueológicos en torno a la cuenca seca de lo que
hoy es un torrente estacional, el Ghaggar-Hakra, que, procedente de los
montes Siwalik en el distrito de Sirmur, recorre Haryana y Rajastán y
desaparece en el desierto de Thar. Es de suponer que los habitantes de esta
región se vieron forzados a emigrar a causa de un proceso de desertización;
esto hubo de acontecer no después del 1900 AEC, fecha en la que, según la
datación por radiocarbono, fueron abandonados los sitios. Estudios
geológicos e imágenes tomadas por satélite confirmaron que un río de cierta
importancia recorrió esta región a lo largo de un "período húmedo" del
holoceno, entre 5510 y 2230 AEC[14]. Este cúmulo de evidencias es muy
valioso, en tanto que arroja luz sobre las condiciones geoclimáticas que
acompañaron el desarrollo de la Civilización del Valle del Indo y su
subsiguiente colapso… pero los historiadores nacionalistas fueron más allá:
afirmaron que este río desaparecido, a cuyas orillas floreció toda una
civilización, no podía ser otro que el Sarasvatī.


Pero aún había un problema; y es que si algo queda claro en los
imprecisos datos geográficos que recogen los Vedas es que el Sarasvatī nace
en el Himalaya, mientras que el actual Ghaggar-Hakra tiene su origen en los
montes Siwalik. Esta dificultad se solventa con un nuevo argumento: en la
época de la Civilización del Valle del Indo, el curso del Ghaggar-Hakra
arrastraría consigo las aguas de dos de los mayores ríos himalayos, el
Sutlej y el Yamuna. Esto le proporcionaría el caudal suficiente como para
formar una cuenca hidrográfica propia, paralela e independiente de la
cuenca del Indo, y, atravesando el actual desierto de Thar, desembocar en
el océano[15]. En torno al 2000 AEC, a causa de un movimiento tectónico, se
habría producido una elevación del terreno en la divisoria de aguas de la
actual llanura indo-gangética[16], lo que habría causado una desviación del
curso de los dos grandes ríos que, según esta teoría, alimentaban el
Ghaggar-Hakra: el Sutlej habría pasado a desaguar en el sistema del Indo, y
el Yamuna se habría convertido en tributario del Ganges; esta alteración de
los sistemas fluviales habría sido la causa de la desecación del Ghaggar-
Hakra[17] y del fin de la fase urbana de la Civilización del Valle del
Indo.


La consecuencia inmediata de la identificación del Ghaggar-Hakra con
el Sarasvatī védico es la identificación de la cultura de Harappa con la
cultura que produjo los Vedas. La Civilización del Valle del Indo habría
sido, pues, aria e indoeuropea, y la cronología de los Vedas se
adelantaría, como poco, mil años, para hacerla coincidir con la fase urbana
de Harappa. Este reajuste de las cronologías es imposible de conciliar con
todo el conjunto de teorías comúnmente aceptado por filólogos e
historiadores sobre la difusión de los pueblos indoeuropeos. Para hacer
cuadrar sus suposiciones, los defensores de la identificación entre la
cultura védica y la Civilización del Valle del Indo recurren a la llamada
Out of India Theory (OIT), que parte de la idea de que los pueblos
indoeuropeos son originarios de la India. Tanto el Avesta iranio como los
dioses de Mitanni serían, desde su punto de vista, testigos de la
extraordinaria universalización de la cultura indo-aria. Las teorías
esgrimidas por los paladines de la OIT rozan a veces el esperpento, como en
el caso del dr. Kalyanaraman, director del Sarasvati Heritage Project, que
no tiene reparos en afirmar, a través de un sorprendente giro acrobático de
filología comparada, cosas como esta: "Croats (of erstwhile Yugoslavia, now
constituting the nation of Croatia) claim their roots from Sarasvati
(Sarasvat - Haraquaiti - Hravat - Kravat - Croat)" (Sarasvati Heritage
Project, Parliamentary Standing Committee Report, The Tribune, 9 de octubre
de 2006, Chandigarh).


Todo este bloque de teorías se acomoda perfectamente a la
reivindicación de autoctonía de la cultura ario-védica formulada por
Savarkar en su Hindutva. Los arqueólogos que creen en estas ideas se han
dedicado, a lo largo de los últimos veinticinco años, a intentar demostrar
la existencia de una continuidad entre la cultura de Harappa y la India
actual, rastreando elementos de la religión védica en los restos de cultura
material de la Civilización del Valle del Indo[18]… o, como ellos prefieren
llamarla, la Civilización del Indo-Sarasvatī. Llevándolo al extremo,
algunos autores[19] prefieren olvidarse por completo del Indo y llamarla a
secas Civilización del Sarasvatī. Justifican este cambio de nomenclatura
fundamentándose en que los yacimientos encontrados en la cuenca del Ghaggar-
Hakra, al este de la frontera con Pakistán, son el verdadero epicentro de
esta civilización, restando importancia a los grandes núcleos urbanos de
Harappa y Mohenjo-Daro, en territorio pakistaní. Reproducimos a
continuación las apasionadas palabras del dr. Kalyanaraman en un comunicado
de prensa de 2006:


"The roots of our civilization can be continuously traced from this
River basin evidenced by the presence of over 2,000 (out of a total of
2600 sites included in a Gazetteer of Sites prepared by Prof. Possehl)
or over 80 percent of sites of the civilization along the banks of this
river system, further exemplified by as yet unexplored sites such as
Gurnikalan, Bhatinda, Lakhmirwala which are larger in size than the
early discovery sites of Harappa and Mohenjodaro" (Sarasvati Heritage
Project, Parliamentary Standing Committee report, The Tribune, 9 de
octubre de 2006, Chandigarh).


Desde el punto de vista del rigor científico, en este texto resulta
particularmente chocante observar cómo Kalyanaraman confía ciegamente en
que ciertos yacimientos aún por excavar relegarán a un segundo plano a las
grandes ciudades de la Edad del Bronce sitas en Pakistán[20]. De este modo,
el núcleo de la antigua gloria del pasado indio (y, supuestamente, del
hinduismo) queda limpiamente enmarcado en las fronteras de la República de
la India, minimizando la relevancia del patrimonio histórico perteneciente
a su incómodo vecino, Pakistán.


Hasta aquí hemos considerado el problema del Sarasvatī en tanto mera
cuestión académica, disputa inofensiva entre profesores universitarios.
Pero la "batalla por el río Sarasvatī" se ha proyectado mucho más allá de
la esfera de las publicaciones especializadas. En las elecciones generales
del año 1998, una coalición de partidos liderada por el BJP, la NDA
(National Democratic Alliance), se hizo con una mayoría de escaños en el
parlamento indio. El nuevo gobierno llevó a cabo una reestructuración del
ICHR (Indian Council of Historical Research), poniendo en sus cargos más
importantes a historiadores afines a la ideología Hindutva[21]. Bajo los
auspicios de esta institución, el año 2002 se culminó la reforma de
contenidos de los libros de texto usados oficialmente en todo el país para
la asignatura de historia[22]. Fue en concreto el profesor Lal, ideólogo de
la teoría indigenista, el encargado de redactar los textos referentes a la
historia antigua de India. De este modo, toda una generación de niños y
jóvenes de la India fue adoctrinada en la sospechosa versión de la
Antigüedad que hemos expuesto en las páginas anteriores. Reproducimos un
pasaje de uno de los libros aprobados por el NCERT durante aquella
legislatura:


"The geographical distribution of the Harappan sites can be seen in the
light of RigVedic geography also. […] Among all the rivers in the
RigVeda the Saraswati is considered to be the most important and sacred
and the areas around the Saraswati and its tributaries were the core
culture areas. As we have seen earlier, the main area of Harappan
civilization is the Saraswati valley where more than 80% of the
Harappan settlements are located. Thus the RigVedic and the Harappan
geography are the same" (Makkhan/Lal 2002, 89-90).


Dentro de los contenidos curriculares se contemplan afirmaciones tan
controvertidas como: a) la consideración de la Civilización del Indo-
Sarasvatī como cuna del hinduísmo, b) la autoctonía de los indo-arios, y c)
la composición del Vedanta en una fecha descabelladamente remota: en el
mismo texto, Lal establece como terminus ante quem para la redacción
definitiva del Ṛgveda el 3000 AEC, y llega a sugerir despreocupadamente el
6000 AEC; para ello se basa en la autoridad de Bal Gangadhar Tilak, un
astrólogo y activista político de finales del siglo XIX, el rigor
científico de cuyos métodos de investigación histórica resulta cuando menos
cuestionable[23].


Numerosos intelectuales indios e internacionales dedicaron sus
energías a denunciar tamaña maniobra de manipulación de la enseñanza
pública, encaminada a legitimar el discurso nacionalista hindú[24]; entre
los más combativos e influyentes merecen ser mencionados el premio nobel
Amartya Sen, con su colección de ensayos The Argumentative Indian (2005), y
la filósofa estadounidense Martha C. Nussbaum, autora del extenso ensayo
The Clash Within: Religion, Violence and India's Future (2007).


La fiebre del BJP en el poder por apoderarse del símbolo del
Sarasvatī y potenciarlo fuera de toda mesura se tradujo en dos grandes
proyectos: uno fue desarrollado por el Ministerio de Cultura y Turismo,
amparado por el entonces ministro Jagmohan, que contemplaba la gestión por
el Archaeological Survey of India del Saraswati Heritage Project, un
ambicioso plan de excavaciones, acondicionamiento y musealización de
yacimientos a lo largo de la supuesta cuenca del Sarasvatī a su paso por
Haryana y Rajastán; el objetivo de este proyecto era convertir la región en
un importante destino turístico a nivel nacional, orientado a peregrinos
hindúes, e internacional, con la intención de mostrar a los visitantes
extranjeros la grandeza del pasado de la India. El alcance de este proyecto
aparece detallado en una carta del ministro del BJP que lo promovió,
Jagmohan, a su sucesor en la cartera ministerial, Manmohan Singh-ji.
Transcribimos un fragmento:


"From the point of view of culture, the project was named as 'A search
For Lost Cities, A Lost Civilization and A Lost River', and from the
tourism point of view it was titled, 'Travels Around Lost Cities, A
Lost Civilization and a Lost River'. The river was Sarasvati and the
civilization was the one known as Harappan/Indus-Sarasvati. There were
five major objectives that the project sought to achieve: 1) To
undertake extensive excavations of the Harappan settlements in the
basin of the now dried-up Sarasvati, and build archaeological museums
at the sites. 2) Set up small tourist-centres nearby. 3) Establish
documentation-cum-multidisciplinary research units with attached
pavilions, showing 5,000 years of Indian civilization through large
panel-photographs, 3-D models etc. 4) Make the newly created complex
attractive for residents of the neighboring towns and villages. 5) Open
at each of the centres, a small window to the visitors" (Hindustan
Times, 7 de mayo de 2006).


El ámbito puramente propagandístico de este proyecto se ve largamente
superado por otro, en el que el Ministerio de Recursos Hidrológicos
(Ministry of Water Resources), como parte del desarrollo de una ambiciosa
reforma de la red nacional de abastecimiento de agua (National Water Grid),
financió la construcción de canales para conseguir, de forma artificial,
que el Sarasvatī volviera a fluir como en su Edad de Oro. En palabras de
Kalyanaraman para la prensa, "It is a proud moment that our engineers and
scientists have established the feasibility of reviving this great Vedic
river, with a conjunctive use of surface and sub-surface drainage systems"
(Times of India, 15 de Junio de 2002, Shimla).


Tras las elecciones de 2004, el gobierno de la NDA fue reemplazado
por una alianza dominada por el Partido del Congreso, la UPA (United
Progressive Alliance). Con el cambio de gobierno, los planes de
revitalización del Sarasvatī quedaron paralizados. Sin embargo, el
Archaeological Survey of India continúa gestionando el Saraswatī Heritage
Project camuflado bajo otro nombre, el Ghaggar Heritage Project: "The
Archaeological Survey of India (ASI) has quietly continued with its
controversial search for the mythical river Sarasvati despite strong
disapproval from the UPA government" (Times of India, 24 de septiembre,
2007, Nueva Delhi). Asimismo, numerosos ayuntamientos y gobiernos locales
se han apropiado del Sarasvatī como símbolo de sus reivindicaciones
fundamentalistas, y continúan a día de hoy financiando obras hidrológicas
destinadas a revivir el curso de este río fantasma[25]. Mientras tanto, en
la comunidad científica el debate no ha cesado, pese a los informes
tajantes de un equipo internacional de geólogos encabezado por Liviu Giosan
que ha demostrado, a través del análisis de sedimentos, que el curso del
Ghaggar nunca ha arrastrado aguas procedentes del Himalaya, lo que invalida
por completo su ya de por sí precaria identificación con el Sarasvatī
védico.


Esperamos haber sido capaces de demostrar con esta comunicación que,
hoy más que nunca, la construcción de un discurso historiográfico puede
llegar a ejercer una gran influencia sobre los grupos humanos. Puede
legitimar una ideología política, puede adoctrinar a toda una generación en
ideas fundamentalistas, puede alimentar la intolerancia hacia minorías
étnicas y religiosas… y puede, incluso, cambiar el paisaje. Ante ello,
quienes estudiamos la historia tenemos una responsabilidad, casi diríase un
imperativo moral: el compromiso de desenmascarar los mitos. Hemos de
ejercer nuestro derecho a dudar y nuestro deber de poner en evidencia
aquello que es falso o improbable. Las reivindicaciones de una Civilización
del Sarasvatī en la protohistoria india no son más que castillos en el
aire, pero, lejos de ser inofensivas, se pueden convertir en peligrosas
armas ideológicas.








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[1] "In Indological studies, we now exist in an era where one's use of
evidence is inevitably suspect of being linked to nationalist, colonialist,
or cultural agendas. If one is 'Western', one is suspected of
neocolonialism or Orientalism. If one is 'Indian', one is suspect of
nationalism or Marxism" (Bryant/Patton 2005, 1).

[2] Croce 1917, 4.

[3] El poco disimulado odio que Savarkar manifiesta hacia los musulmanes le
hace simpatizar abiertamente con el movimiento sionista y con la
reclamación de Palestina por el pueblo judío (Savarkar 1923, 90 y 136).


[4] Anderson 1983, 5.


[5] La histórica mezquita de Babri había sido mandada construir por el
sultán Babar en el s. XVI en Ayodhya, localización que los hindúes han
venido reivindicando como sagrada, al identificarse como escenario de los
hechos del Rāmayana y ciudad natal de su protagonista, el héroe Rāma. Desde
la partición, grupos afines al Hindutva reclamaron la recuperación de este
terreno, y a finales de la década de 1980 el arqueólogo B. B. Lal, para
soliviantar aún más los ánimos, hizo público un informe que confirmaba
"científicamente" que la histórica mezquita estaba construida sobre un
antiquísimo templo de Rāma. Fue entonces cuando el BJP comenzó a orquestar
actos multitudinarios que reivindicaban la recuperación del terreno de la
mezquita para el hinduismo, mientras el grupo de historiadores
independientes, encabezado por Sharma, hacía público un manifiesto, el
Historians' Report to the Nation (1991), poniendo en entredicho las
afirmaciones de Lal y haciendo un llamamiento a la tolerancia religiosa y
al respeto y conservación del patrimonio histórico de la nación, sea éste
hindú o musulmán. No sirvió de nada. El 6 de diciembre de 1992, una
multitud de activistas, encabezados por dirigentes del BJP, se manifestaron
en Ayodhya en un acto que se fue cargando de violencia hasta derivar en un
asalto multitudinario a la mezquita; ante la pasividad de la policía, la
muchedumbre fue echando abajo la construcción con sus propias manos hasta
que no quedó piedra sobre piedra. La reacción de las comunidades musulmanas
de toda la India no se hizo esperar, y el incidente provocó una ola de
disturbios en distintas ciudades del subcontinente que se saldó con cerca
de 2.000 muertos.


[6] En cuanto a la nomenclatura, en 1931 Marshall propuso Indus Valley
Civilization; en 1950, Stuart Piggot prefirió llamarla Harappa Culture.


[7] En el mundo académico se conoce esta teoría como AIT (Arian Invasion
Theory), y fue propuesta inicialmente por John Marshall, encargado de la
excavación de Mohenjo-Daro, en la década de 1920. El descubrimiento de
esqueletos humanos dañados en la ciudadela fue interpretado como prueba de
la toma violenta de Mohenjo-Daro por invasores arios.

[8] Sharma 2005, 106-108.

[9] Suele aparecer en el texto acompañada de otras dos diosas, Ida y
Bharati (Habib 2001, 48).


[10] Ṛgveda 8.36.6.


[11] Sharma 1999, 35-36.


[12] Los geógrafos griegos y romanos trazaron con gran precisión el sistema
fluvial del subcontinente indio, y en su descripción el Sarasvatī, tal como
lo describen los Vedas, brilla por su ausencia; con lo cual, la
desaparición del Sarasvatī, si es que existió alguna vez, hubo de tener
lugar forzosamente con anterioridad al s. IV AEC.


[13] "The intense explorations to locate sites related to the Indus
Civilisation along the Ghaggar-Hakra, mostly by the Archaeological Survey
of India immediately after Indian independence (from the 1950s through the
'70s), although ostensibly following Sir Aurel Stein's explorations in
1942, were to a large extent initiated by a patriotic zeal to compensate
for the loss of this more ancient civilisation by the newly freed nation;
as apart from Rangpur (Gujarat) and Kotla Nihang Khan (Punjab), the sites
remained in Pakistan. A total of 917 Harappan sites were found in India by
the 1970s through the efforts of the Archaeological Survey, the departments
of Ancient Indian History, Culture and Archaeology in the Universities of
Kurukshetra and Baroda, Deccan College (Pune), and the State department of
archaeology in Gujarat. The explorations, initiated by Ghosh between 1950
and 1953, established the presence of approximately twice the number of
sites that are now known in Pakistan.) Subsequently, the divisive politics
of India and Pakistan has prevented archaeologists in both countries from
working on one another's territories to clear perspectives on this
archaeological entity, which literally straddles the two nations" (Guha
2005, 419, n. 32).


[14] Possehl 1990, 258-63.


[15] "The ancient bed of the Ghaggar has a constant width of about 6 to 8
km from Shatrana in Punjab to Marot in Pakistan. The bed stands out very
clearly having a dark tone in the black-and-white imagery and reddish one
in false colour composites. There is a clear palaeo-channel south-east of
the river Markanda which joins the bed of the Ghaggar near Shatrana. The
present Sarasvati mostly flows through this channel" (Pal 1984, 495); "It
is generally thought that the Satluj and the Yamuna rivers at a time were
also tributaries of the Ghaggar river. With an uplift of the Yamuna-Satluj
Divide the two rivers shifted to the west and the east respectively,
causing dismemberment of the once mighty river system" (Gosal 2004, 33).


[16] La franja de tierra elevada a raíz de esta actividad sísmica es
concretamente la divisoria de aguas Bata-Markanda (Puri/Verma, 1998).


[17] "The cumulative effect of the above-mentioned events, viz.
reactivation of Yamunā tear, constriction of catchment area of Vedic
Saraswati by 94.05%, emergence and migration of river Drishadvati towards
southeast acquiring the present day Yamunā course and finally shifting of
Shatudri (Satluj) forced Vedic Saraswati to change drastically from the
grandeur of a mighty and a very large river to a mere seasonal stream that
depended for its nourishment on monsoon precipitation only… [Thus] Vedic
Saraswati was completely disoriented and attained the present day status of
oblivion" (Puri/Verma, 1998, 19).


[18] Por ejemplo, la afirmación de que el toro o unicornio heráldico que
aparece en los sellos de esteatita es un caballo, animal cuya difusión y
domesticación viene asociada a los movimientos de los pueblos indoeuropeos;
cf. Sharma 1994, 14-34. Otros elementos reivindicados por B. B. Lal para
apoyar la hipótesis de la continuidad cultural han sido enumerados, y
rebatidos uno a uno, por D. N. Jha (Jha 2007, 9): la interpretación de
elementos figurativos en la cerámica de Harappa como ilustraciones de las
fábulas del Pañcatantra (Lal 1997, 175), la semejanza entre los hornos de
la Edad del Bronce excavados en el yacimiento de Kalibangan y los actuales
tandur (Lal 2002, 95), y un largo etcétera: la adoración del linga, el
saludo namaskāra, las joyas y cosmética femeninas, incluso las posturas de
yoga… "Evidencias" todas ellas que requieren una buena dosis de imaginación
por parte del historiador y una predisposición favorable, con su
consecuente relajación de las capacidades de discernimiento, por parte del
lector.


[19] Es el caso de Naravatna Rajaram.


[20] Citamos la crítica de Irfan Habib a este planteamiento: "That the two
great excavated cities of the Indus Civilization, namely, Harappa and
Mohenjo Daro, or such sites as Dholavira or Lothal are not on the
Sarasvati, however it might be elevated from its status as a seasonal
stream passing by Thanesar, does not matter to the proponents of the
Sarasvati nomenclature" (Habib 2001, 47).


[21] Sen 2005, 63. No es la primera vez que algo así ocurría en un cambio
de gobierno en la historia reciente de la India; cito las palabras de A.
Ravinutala: "After the Janata Party (a precursor of the BJP) came to power
in 1977, it banned the circulation of certain history books like Ancient
India, by R.S. Sharma, for being too secular in their discussion of
history. The party even fired some members of the Indian Council for
Historical Research (ICHR) in order to replace them with scholars
sympathetic to Hindutva ideology" (Ravinutala 2013).


[22] Publicados por el NCERT (National Council for Educational Research and
Education) para los cursos IV y XI. Los textos fueron redactados muy
apresuradamente, causa de su sorprendente prodigalidad erratas e
imprecisiones. En ellos se describe a Madagascar como una isla en el Mar de
Arabia, o a Lancashire como una ciudad industrial del Reino Unido (Sen
2005, 64). Existen también omisiones muy significativas políticamente: en
el conjunto de textos referentes a la historia de la independencia de India
no se menciona, por ejemplo, el asesinato de Mahatma Gandhi: un hecho
histórico que al partido en el poder le resulta particularmente icómodo, ya
que su asesino, el activista radical Nathuram Godse, estaba vinculado al
RSS (Rashtriya Swayam Sevak Sangh), movimiento nacionalista vinculado al
Hindutva y antepasado directo del BJP (Sen 2005, 64).


[23] Nuevamente citamos las palabras de Lal en el libro de texto oficial
del NCERT: "A critical consideration of the evidence of the Rig Veda will
lead to the conclusion that references it contains about people and their
civilization may be taken to refer to the Harappan civilization. […] The
age of the RigVeda in its final form should be placed not later than about
3,000 B.C." (Makkhan/Lal 2002, 89). "Bal Gangadhar Tilak, on astronomical
grounds, dated RigVeda to 6000 B.C. according to Harmon Jacobi Vedic
civilization flourished between 4500 B.C. and 2500 B.C. and the Samhitas
[collections of Vedic hymns] were composed in the latter half of the
period. Famous Sanskritist, Winternitz felt that the RigVeda was probably
composed in the third millennium B.C. R.K. Mookerjee opined that 'on a
modest computation, we should come to 2500 B.C. as the time of RigVeda'.
G.C. Pande also favours a date of 3000 B.C. or even earlier" (ibid., 84).
Esto coincide con la visión expresada por el ministro de cultura y
educación del BJP, Jagmohan, en la carta abierta a su sucesor redactada en
2006: "The period 6,500-3,100 BC saw the growth of pre-Harappan/Indus-
Sarasvati civilization, corresponding broadly to the times when the Rig
Veda was composed; that during the period 3,100 to 1,900 BC, the
Harappan/Indus-Sarasvati civilization prevailed and these were the times
when the hymns of four Vedas were composed".


[24] Entre ellos, la historiadora R. Thapar: "Romila Thapar, a
distinguished historian herself, wrote in 2001 about the role of
professional historians in the midst of the NCERT controversy. She starts
by saying that what is really at stake is 'the right of the professional
historian to assert the pre-eminence of history over myth and fantasy'.
History in India has often been regarded as a 'soft option' – anyone who
reads several books on a subject is considered a historian, without
considering how professional historical research must be carried out these
days" (Ravinutala 2013).


[25] Con posterioridad a la lectura de la presente comunicación en el II
SHLA (6 de febrero de 2014), se han celebrado elecciones generales en la
India (abril-mayo 2014), con el resultado de una histórica victoria del BJP
por mayoría absoluta. Es, por tanto, previsible a corto plazo una renovada
oficialización de la versión nacionalista/indigenista de la historia
antigua del subcontinente, así como un repunte de la campaña de
recuperación del Sarasvatī.
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