El Reinado de Justiniano I y su Política de Expansión y Restauración Imperial: La Renovatio Imperii

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Descripción

Master Interuniversitario en Historia y Ciencias de la Antigüedad (2014-2015) La Transición del Mundo Antiguo al Medieval (Oriente Romano y Bizantino) Héctor Manuel Vázquez Dovale Prof. Francisco Javier Villaba Ruiz de Toledo

Índice 1.- Introducción

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2.- Fuentes y Metodología

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3.- Contexto Histórico

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 Desaparición Imperio Romano de Occidente y políticas de los emperadores de Oriente entre finales del s. V y principios del s. VI d.C. 4.- Antecedentes

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 Reinado de Justino I 5.- El Reinado de Justiniano I “el Grande”

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5.1.- Ascenso al Trono y los disturbios de la Niká

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5.2.- La Recuperatio Imperii o Renovatio Imperii

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5.2.1.- La Administración Imperial

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5.2.2.- El Ejército Bizantino

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5.3.- Hacia la Restauración del Imperio Romano

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5.3.1.- Las Campañas contra el Imperio Sasánida

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5.3.1.1.- La Guerra del 527 al 532 d.C.

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5.3.1.2.- La Guerra del 540 al 562 d.C.

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5.3.2.- Las Campañas contra los Vándalos (533–534 d.C)

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5.3.3.- Las Campañas contra los Ostrogodos

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5.3.3.1.- La Primera Fase (535–540 d.C)

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5.3.3.2.- La Segunda Fase (541–554 d.C)

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5.3.4.- La Campaña contra los Visigodos (552 d.C)

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5.3.5.- La Defensa del limes del Danubio

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5.4.- La Administración de las Nuevas Provincias del Imperio

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6.- Consecuencias de la Renovatio Imperii

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7.- Valoración Historiográfica

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8.- Conclusiones

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9.- Bibliografía y Recursos Web

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10.- Tabla de Figuras

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1.- Introducción La importancia de las campañas de Justiniano en Occidente, donde destaca, especialmente, la figura del general Belisario, recogidas en su proyecto para la expansión y la restauración imperial, conocido comúnmente como la renovatio imperii, unido a las consecuencias que tuvo en la continuidad del Imperio Romano de Oriente han sido los principales motivos que nos han llevado a escoger y desarrollar este trabajo. El objetivo principal de este trabajo es analizar y desarrollar la renovatio imperii, mediante la explicación de cuáles son las fuentes antiguas, que nos aportan la información acerca del tema; cual fue el contexto y los antecedentes históricos en los que se lleva a cabo; en qué consistía y en qué elementos se apoyaba. Como se lleva a cabo, mediante el desarrollo de las campañas militares directa o indirectamente relacionadas con la renovatio; y que consecuencias tuvo. Por último, se realizara una breve valoración historiográfica y se presentaran las conclusiones.

2.- Fuentes y Metodología Para estudiar el desarrollo y los efectos de la renovatio imperii debemos tener en cuenta a los autores de la antigüedad que escribieron acerca de este tema. Entre estos autores, debemos destacar a Procopio de Cesarea (490/504 – c. 560 d.C), consejero de Belisario, que acompaña a su patrono a lo largo de sus campañas en Occidente y Oriente, viviendo de primera mano el desarrollo de las mismas. De esta autor se han conservado varias obras que tratan este tema1, la más importante de ellas es la Historia de las Guerras, compuesta por ocho libros2 donde se detallan las campañas contra vándalos, ostrogodos y persas, y donde, también, se mencionan las incursiones de los pueblos bárbaros en el limes del Danubio. Probablemente, esta obra, con la salvedad de la última campaña de Narsés en Italia3, fuese compuesta al mismo tiempo que se sucedían las campañas. Otras de sus obras, serían la Historia Secreta, donde se ahonda en la relación de Justiniano y

Belisario con sus respectivas mujeres, Teodora y

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Debemos tener en cuenta que Procopio, como subordinado de Belisario, tendía a exagerar las acciones del general en las campañas, presentando, además, una visión parcial de la relación entre su patrono y el emperador. 2 Los libros I–II están centrados en la guerra contra los persas; los libros III – IV, en la guerra contra los vándalos en África; y los libros del V–VIII, en la guerra contra los ostrogodos en Italia. 3 No estuvo presente en el desarrollo de esta campaña.

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Antonina; y Sobre los edificios4, donde en sus seis libros se detallan las numerosas obras públicas llevadas a cabo por Justiniano, que es presentado con una visión más favorecedora de la que le ofrecen las otras obras. Otros fuentes de información que podemos destacar son las Historias5 de Agatías, escritas tras la muerte de Justiniano, y que continúan con los eventos posteriores a la caída del reino ostrogodo a manos de Narsés; y las Novellae Constitutiones emitidas6 durante el reinado de Justiniano, que comprende una serie de medidas legislativas adoptadas por el emperador entre el 534 y el 565; y en menor medida, la Historia de Regibus Gothorum, Vandalorum et Suevorum7, donde se detalla la historia del reino visigodo y la conquista, por parte del Imperio, de una pequeña franja costera del sur – sureste de la Península Ibérica. A las fuentes literarias debemos añadir la información aportada por los estudios arqueológicos, epigráficos y numismáticos de los enclaves que, en África, Hispania e Italia, presenten niveles de ocupación imperial pertenecientes al período del s. VI–VII. Para el buen desarrollo de este trabajo, que posee un claro enfoque políticomilitar, hemos tenido que buscar y leer una extensa bibliografía que nos ha servido para hacernos una idea del desarrollo y el impacto que tuvo la renovatio imperii. Dentro de esta amplia bibliografía se encuentra otra más pequeña y específica que nos ha ofrecido la mayor parte de la información utilizada en el trabajo. De estas obras desatacamos las de Álvarez Palenzuela (2002) y Pérez Rubio (2013), que aportan una amplia información del desarrollo de las campañas militares y de la estructura de la administración y del ejército del Imperio, así como las traducciones y comentarios realizados por Flores Rubio (2006a y 2006b), García Romero (2000 y 2007) y Signes Codoñer (2000) que nos han permitido conocer el desarrollo de las campañas de la renovatio y los cambios en las estructuras de la administración civil y militar de las provincias occidentales, con respecto a las orientales.

3.- Contexto Histórico A finales del s. IV d.C, el emperador Teodosio divide definitivamente el Imperio Romano en dos partes, que deja al mando de sus hijos Honorio (Occidente) y Arcadio

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En latín, De Aedificiis. No se llegaron a concluir y consta de cinco libros. 6 La mayoría se publicaron en griego, y el resto en latín. 7 Literalmente, la Historia de los reyes de los godos, vándalos y suevos. 5

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(Oriente), en un intento por mejorar la respuesta a las diferentes amenazadas, tanto internas como externas, a las que se veía sometido el Imperio. Mientras que en Occidente, la masiva llegada de los pueblos germánicos y las numerosas insurrecciones militares que reclamaban la púrpura estaban provocando la desmembración del territorio, en Oriente, aunque, en menor medida que en Occidente, también llegaban pueblos germanos, la amenaza estaba representada por una Persia Sasánida en continua expansión. Esta división administrativa y territorial provocó que la unidad que había caracterizado a los romanos lentamente se fuese perdiendo agravada, a lo largo del s. V d.C, por la progresiva dominación del territorio del Imperio Romano de Occidente por parte de los pueblos germánicos que concluiría con el saqueo de Roma, la destitución como emperador de Occidente de Rómulo Augústulo en el 476 por un general germano, Odoacro, que se autoproclamaría rey de Italia, y con la consecuente disolución de esta parte del Imperio8 (Álvarez Palenzuela, 2002, 15–20; Barros, 2008, 8–9; Vasiliev, 2003, 70–73 y 88). Desaparecida la parte occidental del Imperio, Zenón y su sucesor, Anastasio I (491–518), centraron su atención, por un lado, en estabilizar la parte oriental logrando solucionar el problema de la preponderancia isáurica y haciendo frente a las primeras incursiones de los búlgaros y eslavos en los Balcanes y, por otro, solucionar las cuestiones planteadas por las diferentes doctrinas del cristianismo: la ortodoxia y el monofisismo9. Ambos emperadores escogerían evitar el enfrentamiento con los monofisitas, mayoritarios en Egipto y Siria, pese a la oposición de los ortodoxos 10 predominantes en la capital imperial, Constantinopla, la Península de los Balcanes, gran parte de Asia Menor, las islas y en determinados lugares de Palestina en un intento por evitar la pérdida de esas provincias, vitales para la supervivencia del Imperio ahora que las provincias occidentales se habían convertido en reinos bárbaros. Pero estas soluciones no tuvieron un largo recorrido, ya a finales del reinado de Anastasio la paz y concordia en el Imperio que habían buscado instaurar ambos emperadores, había dado 8

Odoacro devolvería las insignias imperiales de Occidente al emperador de Oriente, Zenón (474–491), solicitando, con el apoyo del Senado de Roma, el gobierno de Italia a lo que éste accedería. 9 Ambas son las grandes corrientes del cristianismo en Oriente, mientras la ortodoxia representaba el credo aprobado en el Concilio de Calcedonia en el 451, que establecía la existencia de la doble naturaleza de Cristo, tanto la divina como la humana, el monofisismo afirmaba que aunque existía esta doble naturaleza, la humana se veía solapada por la divina, perdiéndose y siendo absorbida por ésta. 10 La actitud favorable a los monofisitas del emperador Anastasio I, provoco un fuerte resentimiento entre los ortodoxos, que sería aprovechado por el magister militum de las tropas federadas estacionadas en Tracia, Vitaliano, para iniciar una revuelta, que aunque terminaría fracasando sobreviviría al propio emperador y cuyo objetivo era el restablecimiento de la ortodoxia calcedonia.

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paso a una época de violentos conflictos internos promovidos por motivos políticos y religiosos11 que obligaron a sus sucesores a adoptar otras medidas totalmente opuestas, tanto en materia política como religiosa, a las que estos emperadores habían adoptado, destacando, especialmente, el giro de la política exterior de Oriente a Occidente impulsado por el deseo de restaurar la unidad político, religiosa y territorial del Imperio Romano (Álvarez Palenzuela, 2002, 84–93; Vasiliev, 2003, 94–95).

4.- Antecedentes Tras la muerte de Anastasio, el 8 de julio de 518, sin haber designado sucesor se libra, como era habitual en estos casos, una breve pugna por el poder en el entorno de la casa imperial12 de la que salió beneficiado el jefe de los excubitores13, Justino14 (518– 527). La primera medida del nuevo emperador, que ascendía con cerca de setenta años, fue eliminar las amenazas al poder imperial, que había adquirido de forma fortuita, consolidándolo. A tenor de esta medida, se deshizo de uno de sus contrincantes por el trono, Teócrito, y de su mentor, el cubiculario15 Amancio. En cambio, para hacer frente a la amenaza de Vitaliano, que pese a que su rebelión había fracasado seguía representando una amenaza, tomó otro camino. De esta forma, como ambos eran seguidores de la ortodoxia calcedonia y como solo las posibles pretensiones al trono de Vitaliano eran motivo de fricción entre ambos, Justino decide trasladarlo cerca de la capital dándole en el 518 el mando de una de las unidades centrales del ejército y otorgándole el consulado en el 520, al mismo tiempo procede a apuntalar su propio poder, nombrando, al poco de su nombramiento, a un pariente, Germano, como magister militum de Tracia, en sustitución de Vitaliano, y a su sobrino, Justiniano, magister del otro cuerpo central del ejército en el 520. Seguro de su posición, el 11

Por un lado, los isáuricos y germanos buscaban obtener la supremacía política mientras que, por otro, los egipcios y sirios buscaban lograr el triunfo de sus conceptos religiosos, motivo que impulsaría en lo sucesivo un espíritu de separatismo en ambas provincias. 12 Anastasio pese a no tener descendencia directa, tenía tres sobrinos, uno de los cuales, Hipacio, era magister militum de Oriente, pero nunca se había decantado por ninguno. 13 Era la guardia personal del emperador. 14 Los orígenes del nuevo emperador eran muy humildes. Había nacido en la provincia ilírica de Dacia Mediterránea en el seno de una familia de campesinos. En torno al 470 emigra a Constantinopla donde se alista en el ejército llegando a participar en la lucha contra los isaurios, en la campaña contra Persia del 502 d.C y en el control de la rebelión de Vitaliano en el 515. En esta última campaña ya gozaba de su posición como comandante de la guardia del emperador. 15 El cubicularius o parakoimomenos, en griego, cuyo significado literal era “él que duerme junto a”, en este caso hace referencia a la alcoba del emperador. Era un puesto de la corte bizantina, ocupado, generalmente por eunucos, que durante un determinado período de tiempo se convirtió en uno de los cargos más importantes de la Administración Imperial.

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emperador ordenaría la ejecución en el propio palacio imperial de Vitaliano, acusado de conspiración, en julio del 520 (Álvarez Palenzuela, 2002, 107). Eliminados los potenciales competidores por el trono, Justino procede a restablecer la ortodoxia calcedonia como la única doctrina del imperio, anulando los exilios de los procalcedonios, convocando sínodos para reafirmar las doctrinas de Calcedonia y restaurando las relaciones con el obispo de Roma16, poniendo fin al cisma iniciado por el patriarca Acacio al aceptar la salida político–doctrinal proporcionada por Zenón en el Henotikon17 (482) revocado en el 519. A raíz de esta nueva política religiosa, fueron depuestos los prelados monofisitas, entre los que destaca Severo, patriarca de Antioquía, que marchan a refugiarse a Alejandría, convertido en el último bastión

del

monofisismo

(Álvarez

Palenzuela,

2002,

107–108).

Fig. 1: Localización de los reinos de Lázica e Iberia. Online: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Lazica_in_Late_Antiquity.svg

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Las buenas relaciones entre el Imperio Romano de Oriente y el Obispo de Roma se reflejan en la visita llevada a cabo por el papa Juan I en el 525–526 a petición del monarca ostrogodo para intentar suavizar las medidas imperiales contra los arrianos. Se cree que la espectacular recepción de Justino I a Juan I pudo llegar hasta la proskynesis, reverencia ceremonial, del emperador al papa y que dejó en segundo lugar al patriarca de Constantinopla en la celebración de los oficios litúrgicos, dando muestra del drástico cambio en la política religiosa del Imperio. 17 El objetivo de este edicto era lograr un consenso entre los monofisitas y los ortodoxos mediante una definición aséptica, que al tiempo que condenaba las doctrinas de Nestorio y Eutiques, se refería a Cristo sin mención expresa a su naturaleza, aunque se aceptaba la doble naturaleza no se entra en detalles, restableciendo los dogmas de los primeros concilios ecuménicos y desautorizando las diferentes corrientes nacidas después del Concilio de Éfeso (431).

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En lo referente a la política exterior, en lo referente a Oriente, el imperio centró su atención, especialmente, en dos reinos cristianos, Lazica e Iberia18, situados entre el Cáucaso y Armenia, en el estrecho cinturón que conectaba el Mar Negro con el Mar Caspio, que se hallaban bajo la protección de los persas. El interés de Constantinopla favoreció que en el 522 el rey de Lazica decidiera deshacerse de la tutela sasánida para someterse al dominio imperial. La aceptación de este cambio por parte de Justino I origino un clima de tensión con sus vecinos persas que alcanzo su clímax poco después, cuando el reino de Iberia19, vecino de Lazica, emprendiera, con el consentimiento imperial, el mismo camino. La guerra resultante, que puso fin a la paz del 506 y que tuvo un desarrollo a lo largo de toda la frontera oriental del Imperio, desde Armenia hasta Siria, sirvió para hacer despuntar a algunos de los brillantes generales de la época de Justiniano, tales como Belisario y Sittas, que por aquel entonces servían en su guardia personal (Álvarez Palenzuela, 2002, 108). Con respecto a Occidente, se produjeron diversos cambios en lo relativo a la relación del Imperio con el reino ostrogodo de Italia y el reino vándalo del Norte de África. Por un lado, en el 523 asciende al trono vándalo Hilderico que altera por completo el proceder de este reino, distanciándose de los ostrogodos y acercándose a Constantinopla20. Esta nueva postura propiciaría la incorporación del reino vándalo a la órbita del Imperio. Por otro lado, también, en el 523, fallece Eutarico el heredero designado por Teodorico, rey de los ostrogodos de Italia; su muerte provoca una gran inestabilidad en el reino ante lo delicado de la sucesión acrecentada por la interferencia del poder imperial21. A esto se uniría la política antiarriana de Justino que alarmaba a Teodorico que, en un intento por invertirla, hizo uso del prestigio del obispo de Roma enviándolo a la capital imperial. Esta embajada fracaso en su objetivo y el rey ostrogodo encarcelo al Papa Juan I en Ravena, capital del reino, a su regreso a Italia en el 526. Ese mismo año fallece, dejando el reino en manos de un niño, Atalarico, y de su madre Amalasunta que ante su débil posición, tanto la suya como la de su hijo, busca la 18

Durante este período se va perfilando una nueva ruta comercial que conectaba con Extremo Oriente y que salvaba el territorio persa al discurrir por el norte del Mar Caspio. 19 Entre el 525/526. 20 Hilderico, que era nieto del emperador Valentiniano III, ordenaría encarcelar a la esposa de su predecesor, Amalafrida, hermana del rey ostrogodo de Italia, Teodorico; frenaría la expansión del arrianismo entre sus súbditos y estrecharía lazos con Constantinopla hasta el grado de acuñar moneda con la efigie del emperador Justino I. 21 Es posible que Constantinopla buscara interferir en la sucesión y que, realmente, existiera un grupo de senadores romanos aliados con el Imperio para que este retornase a Italia tal y como se desprende de las acusaciones vertidas en esta época.

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protección del Imperio incrementando el interés del mismo en lo referente a las cuestiones de la Península Itálica (Álvarez Palenzuela, 2002, 108).

5.- El Reinado de Justiniano I “el Grande” El reinado de Justiniano I (527–565) se vio marcado por tres importantes factores. El primero, viene dado por la ruptura de la paz con la otra gran potencia de Oriente, el Imperio Sasánida, en los últimos años del reinado de Justino I, que desembocaría en una feroz guerra por los recursos del Cáucaso y del Medio Oriente 22 que se prolongaría de forma intermitente a lo largo de un siglo. El segundo, se produce a raíz de la descomposición del Imperio de los Hunos a mediados del s. V y de la aparición de nuevos pueblos que viene a llenar el vacío de poder dejado por estos y el vacío territorial dejado por los pueblos que se habían visto empujados hacia el Sur y el Oeste ante la presión huna. Estos nuevos pueblos, entre los que encontramos a los eslavos, pondrán su atención en la región de los Balcanes amenazando la frontera norte del Imperio, establecida en la orilla del Danubio. Y el tercer y último factor, se origina debido a la propia ambición del emperador Justiniano que le llevó a desplegar una política de agresión y hostigamiento por todo el Mediterráneo Occidental para lograr la restauración del Imperio Romano en toda su gloria y esplendor (Pérez Rubio, 2013, 7– 8). 5.1.- Ascenso al Trono y los disturbios de la Niká Durante el reinado de su tío, Justino I, Justiniano había influenciado de forma muy marcada la política exterior del imperio, especialmente, a partir de su nombramiento en el 520, fijando una política agresiva hacia ostrogodos y persas, y una amistosa hacia los vándalos. Para el 527, su control sobre los aparatos de gobierno era prácticamente total gracias, en parte, al delicado estado de salud del emperador. En vistas de esta situación, el Senado solicitó a Justino que elevara a su sobrino a la categoría de coemperador, nombramiento que tuvo lugar el 1 de abril del 527. Cuatro meses después, Justino I fallecía, dejando a su sobrino como único emperador del Imperio Romano de Oriente (Álvarez Palenzuela, 2002, 107–108).

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Estas regiones poseían vastas cantidades de recursos materiales proporcionando riqueza y hombres ambos bandos.

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Antes de poder en práctica sus ambiciosos proyectos, el nuevo emperador hubo de hacer frente a las inminentes amenazas de los bárbaros, eslavos y búlgaros, al norte del Danubio y de los persas en el este. La amenaza bárbara habría de ser rápidamente neutralizada por Mundo23, nombrado magister militum del Ilírico en el 529, que en el 530 derrota a los eslavos y búlgaros logrando mantener seguro los Balcanes hasta su muerte en el 536 en Dalmacia. En cambio, la amenaza persa no se llegaría a resolver de forma satisfactoria en el campo de batalla, habiendo de recurrir el emperador a la diplomacia para lograr, que en el 532, los persas firmasen un tratado de paz, la llamada “paz perpetua”24 (Álvarez Palenzuela, 2002, 110). En el ámbito de la política interior, llevó a cabo una política de acercamiento hacia los monofisitas moderados25 fomentada por su visión de la unidad político– religiosa del Imperio que plasmaría en un nuevo código, el Corpus Iuris Civilis26, elaborado por una comisión de la que formaban parte dos de los funcionarios más importantes del reino, Juan de Capadocia27 y Triboniano28. Mientras los juristas del Imperio trabajaban en la codificación, tuvo lugar un importante suceso que abrió las puertas a la posibilidad de recuperar las tierras de Occidente. En el 530, el rey Hilderico, aliado de Constantinopla, fue depuesto por un príncipe vándalo, Gelimer, por medio de una conjura palatina. Este “golpe de estado” dio a Justiniano la excusa perfecta para llevar a cabo la invasión del Norte de África y recuperar una antigua provincia del Imperio. Inmediatamente ordena a Juan de Capadocia que reuniese fondos para llevar a cabo esta expedición, planteando a sus consejeros la idea de atacar el reino en el 533,

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Era un miembro de la familia real de los gépidos, grupo que, ante el vacío de poder dejado por los hunos, se había alzado como una de las mayores amenazas para la frontera danubiana del Imperio. Su fallecimiento, en el 536 mientras combatía a los ostrogodos en Dalmacia, tiene lugar en los prolegómenos de la invasión de Italia por parte del Imperio. 24 Este tratado obligaba al Imperio a abandonar el protectorado de Iberia y a pagar un tributo anual de 11.000 libras de oro. 25 Alejandría, refugio del monofisismo, se había convertido en un campo de batalla entre los seguidores de la corriente tradicional del monofisismo, los moderados liderados por Severo, antiguo patriarca de Antioquía, y los de la nueva interpretación del antiguo obispo de Halicarnaso, Julián, que bebía del radicalismo de Eutiques. 26 La comisión se forma en febrero del 528, un año más tarde, en abril del 529, sale a la luz el Codex Justinianus, que actualiza y mejora el código Teodosiano (438) y elimina las disposiciones obsoletas. En el 530, Triboniano preside una nueva comisión que debe recoger las disposiciones jurídicas de la República y el Principado para fijar una jurisprudencia clara y de fácil acceso. El trabajo de esta comisión se presenta en el 533, con el nombre latino Digesto y griego Pandectas. Con anterioridad se habían presentado los Instituta (manuales para el estudio del Derecho). El conjunto legal recibió el nombre de Corpus Iuris Civilis y se completaría con la legislación emitida con posterioridad. 27 Nombrado Prefecto del pretorio de Oriente en el 531. 28 Destacado jurista que lograría alcanzar la cuestura.

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pero al no encontrar apoyo 29 desiste en un primer momento, para, poco después, tras escuchar a un obispo que decía que en un sueño Dios le había prometido la victoria, se reafirma en su decisión de atacar, no pudiendo ya ser persuadido para lo contrario. Es en estas circunstancias cuando tiene lugar en el Hipódromo, en el 532, un enfrentamiento entre las facciones de los verdes y de los azules 30 que termina desembocando en una revuelta que a punto estuvo de costarle a Justiniano el trono31. Esta rebelión conocida como Niká32, tiene su origen en el creciente malestar de amplios sectores del campesinado, que, ante la presión fiscal llevada a cabo por Juan de Capadocia, habían perdido sus tierras y emigrado a Constantinopla, acrecentado por la oposición de algunas familias aristocráticas a la política imperial. La revuelta acabo extendiéndose a toda la ciudad y no finalizaría hasta que dos de los generales de Justiniano, Belisario y Mundo33, al mando de tropas leales penetraron en el Hipódromo produciendo una verdadera matanza estimada en cerca de 30.000 personas muertas. El fracaso de la revuelta provocó el debilitamiento de las facciones del Hipódromo así como del poder senatorial, fortaleciendo el poder imperial. Pero esta victoria, hizo ver a Justiniano la necesidad de crear un frente, un enemigo común, que uniera a las diferentes facciones que existían en el Imperio, su solución sería centrar su atención en el exterior, en la restauración del Imperio Romano, objetivo que la propaganda imperial se encargaría de difundir. (Álvarez Palenzuela, 2002, 110–112; Barros Montesino, 2008, 53–63; Castro Hernández, 2010, 55–58; Pérez Rubio, 2013, 8–9; Vizcaíno Sánchez, 2007, 43–44). 5.2.- La Recuperatio Imperii o Renovatio Imperii El proyecto de Justiniano para la expansión territorial por el Mediterráneo Occidental recibe el nombre de Renovatio Imperii o Recuperatio Imperii; en origen era un planteamiento teórico cuyo objetivo último era crear una unidad político–religiosa y

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El propio Juan de Capadocia le hace recapacitar al recordarle el fracaso de la expedición del 468 contra los vándalos y de su coste: 130.000 libras de oro, 700 de plata y 600 naves. 30 Eran los colores de los equipos de cuadrigas que apoyaban. Estas facciones representaban diferentes intereses políticos y religiosos, mientras que los verdes (prasinoi) eran partidarios del monofisismo, los azules (venetoi) profesaban la ortodoxia calcedonia, por lo que gozaban del apoyo del emperador. La emperatriz, Teodora, simpatizaba con los verdes. 31 Podemos encontrar tres tipos de causas en la revuelta. La primera, dinástica, estaba representada por los parientes vivos del emperador Anastasio, Hipacio y Pompeyo, que buscaban recuperar el trono imperial apoyándose en la facción de los verdes. La segunda, sería la causa política, consecuencia de la oposición a la política centralizadora del emperador. La tercera y última, sería la causa religiosa, derivada del enfrentamiento entre monofisitas y ortodoxos. 32 Victoria. 33 La rápida actuación de estos generales, así como la de la propia emperatriz Teodora que impidió la huida de Justiniano, evitaron que éste perdiera el trono.

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territorial34, que emulase a la que había habido con el Imperio Romano, mediante la reconquista de las provincias pérdidas a manos de los bárbaros. Para legitimar este proyecto, Justiniano recurrirá a varios fundamentos: el primero, el ideológico, responde a la idea de restaurar la unidad, tanto política como religiosa, del Imperio, creando un nuevo código legislativo 35 para todo el Imperio y planteando el proyecto como una lucha, a modo de especie de “cruzada” entre los seguidores de la Ortodoxia calcedonia, el Imperio36, y los seguidores del Arrianismo, los bárbaros37. El segundo, como ya se ha mencionado anteriormente, buscaría recuperar el consenso social y la popularidad del Emperador perdidos tras los sucesos de la Niká mediante la creación de un frente común que pusiera fin a las disensiones internas y uniera a todo el Imperio bajo una misma causa. El tercero y último, en sintonía con el fundamento social, buscaba presentar el proyecto como una forma de obtener importantes beneficios económicos, que permitirían disminuir la carga fiscal de los súbditos del Imperio y hacer frente a las amenazas de los persas y eslavos (Vizcaíno Sánchez, 2007, 37–45). Para la buena realización de esta empresa, Justiniano se apoyaría en dos de las más importantes instituciones del Imperio: la administración Imperial y el ejército.

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Existe cierto debate sobre si el objetivo de la unidad territorial estaba en el origen del proyecto o se incorporó más tarde, fruto de las oportunidades de recuperar los territorios del Imperio en Occidente que surgieron en los inicios del segundo tercio del s. VI. 35 Su conjunto legal recibe el nombre de Corpus Iuri Civilis. 36 Irónicamente, esta “unidad” del Imperio se consigue gracias a la política de tolerancia hacia el Monofisismo. 37 Los Ostrogodos (Italia), Visigodos (Hispania) y Vándalos (Norte de África).

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Fig. 2: El Mediterráneo durante el reinado de Justiniano. En morado, el Imperio Romano de Oriente en los iniciados de su reinado. En naranja, los territorios conquistados por Justiniano. Online: http://mujeres-riot.webcindario.com/map-bizancio.gif

5.2.1.- La Administración Imperial Al momento de ascender Justiniano al trono, el Imperio Romano de Oriente, cuya capital era Constantinopla, constaba, al Oeste, de la Península Balcánica situada al sur del Danubio, llamada, en época del emperador Constantino, Illyricum38, y que se extendía desde el Ponto Euxino39 hasta el Mar Adriático, incluyendo la isla de Creta; y al Este, de Asia Menor, parte de Armenia40, la isla de Chipre, la región de Siria– Palestina, Egipto y parte del Norte de África, hasta Ptolemais o Trípoli41 (Barros Montesino, 2008, 34–36). Estos territorios requerían de una administración eficaz que pudiera controlar la diversidad de territorios que componían el Imperio, por ello Justiniano llevaría a cabo una serie de cambios en la administración imperial, heredera de la administración romana de Oriente existente antes de la partición del Imperio en el 395, para mejorar la supervisión y el cumplimiento de las funciones. En este momento, el Imperio estaba dividido en dos prefecturas42, la del Illyricum y la de Oriente. Cada prefectura, a su vez,

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Durante el reinado del emperador Arcadio, el Illyricum pasó a ser la denominación de la parte occidental de la Península, siendo la oriental denominada Tracia. 39 El Mar Negro. 40 La otra parte pasó a estar bajo la órbita persa siendo llamada Persarmenia. 41 Existe cierto debate acerca de si la Tripolitania estaba bajo la órbita del Imperio en los inicios del reinado de Justiniano o bajo la dominación vándala como se da a entender con la actuación del rey vándalo Gelimer al sofocar una rebelión en esa región poco antes de la llegada de Belisario a África en el 533. 42 Eparjótitas.

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se dividía en diócesis43 y cada una de estas en provincias, teniendo el Illyricum dos diócesis y cinco el Oriente, que se repartían las 60 provincias de las que constaba el Imperio (Barros Montesino, 2008, 38). Para lograr su objetivo, el emperador legislaría para limitar el poder de los grandes terratenientes44, elevar la moralidad de los funcionarios imperiales, organizar el sistema tributario o aglutinar la autoridad política y religiosa bajo un solo mando en ciertas provincias. También buscó evitar los vicios de su administración que acarreaban el empobrecimiento y la ruina y provocaban revueltas internas en el Imperio 45. Además, teniendo en cuenta las necesidades para llevar a cabo su proyecto expansionista, Justiniano llevaría a cabo una centralización de la administración empleando una burocracia perfeccionada, disciplinada y obediente que mejorase la situación interna del Imperio, otorgándole estabilidad política y permitiendo recaudar los impuestos que financiarían las campañas exteriores (Barros Montesino, 2008, 42–45; Brehier, 1981, 163–164). Dentro de la administración imperial de Justiniano, existe un apartado fundamental que debemos destacar siendo esta sección administrativa la dedicada al ejercicio de la Diplomacia. Para poder centrar su atención en Occidente, Justiniano estaba obligado a restablecer la paz con los persas, que no veían con buenos ojos que su enemigo acrecentase su imperio y se volviera más poderoso, para ello se vio obligado a establecer relaciones diplomáticas que cristalizaron en el 532 con la firma de la “paz perpetua” que dejaba vía libre al emperador para ejecutar su ambicionada empresa. Para lograr esta paz, Justiniano recurrió a un cuerpo de diplomáticos a cuya cabeza se hallaba el magister officiorum46, que entre otras cosas, estaba al cargo del servicio de postas, la recepción de embajadores extranjeros o la organización del cuerpo de traductoras 47. Los

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Justiniano suprimió las diócesis, así como a todos los funcionarios de las mismas, para mejorar la eficacia y el control de la administración de las prefecturas sobre las provincias (Álvarez Palenzuela, 2002, 99). 44 Eran una de las mayores amenazas al poder imperial, en parte, su oposición a la política de Justiniano había desembocado en la Niká. Pese a las medidas represoras contra éstos, la aristocracia terrateniente continúo representando un peligro para el emperador. 45 Irónicamente, su política de restauración imperial le obligó a imponer grandes sacrificios a su pueblo para cumplir con su objetivo: en ocasiones, la carencia de dinero y las necesidades inmediatas le llevaban a tomar medidas que el mismo prohibía con sus decretos. 46 Era una especie de “ministro de exteriores”. También, era una de las máximas magistraturas del Imperio y durante el reinado de Justiniano, estuvo desempeñada, a lo largo de 26 años, por Pedro Patricio (ca. 539–562). 47 Interpretes diversarum gentium.

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legados48 eran propuestos, según el destino y la naturaleza de su misión, por un consejo de notables49 para ser elegidos por el emperador. Las negociaciones tendían a llevarse a cabo en las cortes donde se encontraban los respectivos soberanos, donde regía un protocolo acorde al rango del legado y un ceremonial altamente significativo50. El momento cumbre tenía lugar cuando se celebraba la audiencia con el dignatario o, en el caso de ser embajadores plenipotenciarios, el encuentro con su homólogo. Negarse a esta reunión era considerada una afrenta al protocolo y acarreaba graves consecuencias. En el caso de que las negociaciones llegaran a buen puerto, el acuerdo resultante podía ponerse por escrito en las principales lenguas nativas de los embajadores51, o bien proceder a realizar juramentos en el caso de los pueblos que primaban lo oral a lo escrito, caso de los gépidos o los ávaros. Estos complejos procedimientos diplomáticos solían dilatarse en el tiempo, por lo que el llevar a cabo con éxito uno de estos procedimientos acarreaba grandes recompensas, siendo un medio para la promoción y movilidad social excepcional dentro del ámbito administrativo del Imperio. En muchos casos, los diplomáticos fueron agasajados con títulos, dignidades y obsequios de diversa índole tanto por Estado que los envío como por el que los recibió 52 (Pérez Rubio, 2013, 36–39). En el ámbito de la administración territorial, fusionó algunas provincias pobres con otras ricas, a fin de que los ingresos de las más poderosas suministrasen el financiamiento de la administración de las provincias pobres, como pasó con Chipre, Rodas y Caria que fueron puestas bajo el mando general de Moesia y Escitia53. Disminuyó el número de funcionarios y centralizó toda la autoridad en el Dux54. 48

El perfil del legado solía adaptarse al de un alto funcionario, tanto civil como militar, o al de una eminencia eclesiástica que cumpliera con los requisitos necesarios. Los costos de la embajada eran pagados por el Estado, aunque, en muchos casos, era el país anfitrión el que pagaba el alojamiento y la manutención de los embajadores, en un intento por mantener a éstos vigilados y evitar las fugas de información. 49 El Consistorium. 50 Las ropas, presentes, gestos, forma de hablar, banquetes o las celebraciones públicas llevaban implícitos mensajes muy claros. 51 En este caso, los tratados se traducían de una lengua a otra, se enviaban cartas a los soberanos para ratificar o modificar las condiciones, firmar el tratado con el sello y distribuirse el mismo número de copias en los idiomas en los que había sido redactado entre los embajadores. En el caso del Imperio se redactarían en latín (e patría foní / lengua paterna) para, posteriormente, traducirlas al griego (ekoiní / lengua común) (Brehier, 1981, 152). 52 Un buen ejemplo sería el de Pedro Patricio que sería nombrado magister officiorum, investido con el título de Patricius Gloriossisimus y premiado con el consulado tras un exitoso desempeño en la corte ostrogoda. 53 Situadas en el limes del Danubio, eran regiones pobres y exhaustas ante las continuas incursiones bárbaras. 54 Era el gobernador militar.

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Mientras que, en Oriente, propugnaba la fusión de poderes, en Occidente, mantendría la antigua separación del poder militar y del poder civil. También, aumento el sueldo de los altos cargos de la administración con el objetivo de que se dedicaran únicamente al ejercicio de sus tareas (Barros Montesino, 2008, 45–46). 5.2.2.- El Ejército Bizantino Al momento de ascender al trono, Justiniano se encontró con un ejército cuyas estructuras militares eran herencia directa de las que habían sido creadas por las reformas del ejército llevadas a cabo por los emperadores Constantino y Teodosio, entre principios y finales del s. IV. De acuerdo a estas reformas, el ejército estaba conformado por los hijos de los soldados, llamados excastris55, que entran a servir directamente en el ejército, por los bárbaros que actuaban en calidad de foederati56 y por los colonos reclutados obligatoriamente por medio de la protostasia. De acuerdo a la reforma fiscal del emperador Diocleciano, cada conjunto compuesto por un determinado número de capita e iugera57 formaban otra unidad fiscal, el capitulum, que estaba obligado a aportar uno o más reclutas de entre los colonos; o por el contrario, a pagar una compensación económica, el aurum tironicum58. Estos soldados recibían un stipendium anual de aproximadamente 600 denarios, una ración alimentaria, la annona, y, desde finales del s. IV, otra cantidad por intendencia (Gómez Pantoja, 2005, 900–901). El ejército quedaba divido en tres cuerpos. El primero, lo componían la guardia personal del emperador, un cuerpo móvil integrado por los Scholae Palatinae59, liderados por el Magister Officiorum, y por los Protectores Domestici60, bajo el mando de los Comes Domesticorum. El segundo cuerpo, considerado el ejército de campaña, era el de los Comitatenses, que aglutinaba a las tropas más cualificadas y mejor equipadas y se hallaba constituido por parte de las legiones, vexillationes y auxilia, tanto de infantería como de caballería61. Este cuerpo se hallaba dirigido, bajo las

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Inicia la tendencia de que los hijos hereden los oficios de los padres. Éstos poseían un mando autónomo. 57 El régimen fiscal de la iugatio–capitatio era un sistema de recaudación en relación con la propiedad y el cultivo de la tierra (Gómez Pantoja, 2005, 893). 58 Era la cuota equivalente al coste de mantenimiento de un soldado. Con el tiempo, los grandes terratenientes preferirían pagar esta cuota a perder a los colonos que trabajaban sus tierras. 59 Era la guardia del Palacio. En época de Constantino, se componían de cinco scholae compuestas, principalmente, por tropas de caballería germana. 60 Eran tropas de élite cuyos oficiales, en su mayoría, eran germanos. 61 Estaban formadas fundamentalmente por celtas, galos y germanos. Mientras que las legiones y los auxilia se componían de tropas de infantería, las vexillationes estaban formadas por tropas de caballería. 56

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órdenes directas del emperador, por dos Magistri62, el Magister Peditum63 y el Magister Equitum64, que en presencia del emperador recibían el título de Praesentales. Dentro de ese cuerpo se distinguía entre las tropas de palacio, los palatini, y las unidades ordinarias comitatenses. El tercero y último cuerpo, considerado como el ejército de las fronteras o limes, era el de los Ripenses, luego llamados Limitanei65, que se hallaba constituido, igual que el anterior, por legiones, vexillationes y auxilia, con la única diferencia de que sus tropas estaban peor pagadas y consideradas. Estaban integradas tanto por infantería66 como por caballería67 que ocupaban y custodiaban los castella y burgi dispuestos a lo largo de la frontera. Estos asentamientos militares se organizaban como unidades civiles y económicas68, donde se compaginaba la vigilancia del limes con la actividad agrícola junto con los laetes, convirtiéndose estas tropas en soldados– campesinos. Al frente de estas tropas estaban los Duces69, que comandaban las tropas de infantería, y, también, las vexillationes70, los comites rei militaris o los praesides71, gobernadores provinciales que comandaban las fuerzas de cobertura del limes y que podían, en caso de que su sector se hallase amenazada por incursiones bárbaras o el bandolerismo72, tener el mando de los auxilia de su provincia. Estas fuerzas se hallaban, a su vez, divididas en legiones ripenses73 y legiones pseudo–comitatenses74 (Gómez Pantoja, 2005, 809–810 y 902). Estas estructuras del ejército imperial permanecieron estables hasta época de Justiniano, sufriendo, únicamente, dos modificaciones de relieve a finales del s. V: la primera consistiría en la inclusión de los foederati75 y de los bucellari76 dentro de las 62

Los magistri militum (maestros de los soldados) sustituyeron a los prefectos del pretorio. Tambien, eran jefes de los Protectores. 63 Estaba al cargo de las tropas de infantería. 64 Estaba al cargo de las tropas de caballería. 65 La expresión limitaneae hacía referencia, al final del s. V, al conjunto de los soldados–campesinos asentados en el limes. 66 Estaban desplegadas en legiones de 1.000 hectáreas, habiendo un máximo de dos por provincia. 67 Conformadas por los auxilia o las vexillationes de 500 hectáreas que se hallaban situadas en posiciones más retrasadas a las de la infantería. 68 Los soldados eran recompensados, aun cuando estaban en activo, con tierras; las legiones poseían su propio patrimonio (prata legiones); participaban de las tareas burocráticas; etc. 69 En singular, Dux. 70 Eran las fuerzas de intervención, encargadas de interceptar y contener al enemigo hasta la llegada de las tropas de infantería. 71 En singular, Praese. 72 Como era el caso de las provincias de Arabia e Isauria. 73 Se encargaban exclusivamente de la vigilancia y defensa del limes. 74 Era el nombre que recibían las fuerzas consideradas aptas para el combate y que solían acompañar a los Comitatenses en las campañas militares, pudiendo permanecer largos períodos de tiempo con estas tropas. 75 No se integran a todos los pueblos que servían en el ejército, en calidad de foederati, sino a unos pocos como los isaurios.

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estructuras del ejército regular; y la de los excubitores como guardias de corps imperiales. Esto hizo que las fuerzas del Imperio, a comienzos del reinado de Justiniano, estuvieran compuestas por: los guardias de corps imperiales (scholae, protectores domestici y excubitores)77; el cuerpo móvil regular (stratiotai / comitatenses)78; los foederati79; las tropas fronterizas (limitanei / ripenses)80; los bucellari81; las fuerzas navales; las milicias cívicas y fuerzas de policía; y los aliados (symmachoi)82. El grueso de estas fuerzas estaban conformadas por voluntarios83, aunque, en caso de necesidad, se recurría al reclutamiento obligatorio, visto anteriormente. El salario de la soldadesca consistía en pagos en especie (annona), que, en ocasiones, podían ser monetarios84 (Pérez Rubio, 2013, 11–12). La segunda modificación, realizada durante el reinado de Zenón, consistía en la creación de un nuevo tipo de unidad para el ejército: el meros85, que constaba de, aproximadamente, 5.000 efectivos; y que se dividía en moiras, de 2.500 hombres; tagmas, bandon o numerus de 500 soldados; y centurias de 100 hombres. Éstas, a su vez, se dividían en decarquías de 10 y pentarquías de 5 soldados. A tenor de esta reforma, las cifras de los soldados de los ejércitos de campaña o comitatenses serán múltiplos de 5.000 (Soto Chica, 2012, 80–81) De acuerdo a las fuentes, el ejército imperial constaba, a principios del reinado de Justiniano, de 500.000 hombres (Procopio, Guerras, VI, 28, 10), aunque las estimaciones actuales reducen su número a entre 300.000 y 350.000 efectivos, no descartando la posibilidad de que este número de soldados se pudiera alcanzar si incluyéramos a los foederati, fuerzas navales, aliados, etc. Es difícil determinar la distribución exacta de estas fuerzas, ya que no se existen datos concretos sobre el número de efectivos que conformaban los limitanei86, aunque si sabemos que Justiniano los utilizó, por su efectividad, a lo largo de las fronteras del Imperio, creando nuevas

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Eran las guardias personales de oficiales y magnates. Mayormente, eran tropas de caballería. 78 Mezcla de infantería y caballería. 79 En su mayor parte, caballería. 80 Tanto infantería como caballería. 81 Eran tropas de caballería. 82 Mayormente, caballería. Se cree que se diferenciaban de los foederati al gozar de una mayor libertad para negociar su posición. Había dos grupos: los aliados permanentes (árabes / sarracenos) que, a cambio de subsidios, protegían determinados sectores de la frontera, y los que eran reclutados, específicamente, para una campaña. 83 Tanto los foederati como los bucellarii estaban conformados íntegramente por voluntarios. 84 También, recibían un stipendium para adquirir el equipamiento militar y donativos periódicos en efectivo. 85 El meros sustituiría a las legiones como la unidad básica de los ejércitos romanos. 86 Algunas fuentes e investigadores sitúan su número en torno a los 195.000 efectivos. 77

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unidades para las regiones conquistadas en Italia, Hispania y el Norte de África. Por el contrario, si conocemos la distribución aproximada de las fuerzas destinadas al ejército de campaña o comitatenses de Justiniano, que constaban de unos 150.000 soldados87 repartidos en 2 ejércitos praesentalis, con unos 40.000 efectivos88, que se hallaban estacionados en la capital y sus alrededores; y en varios ejércitos regionales89 que consistían en: los ejércitos del Ilírico con unos 15.00090 soldados; Tracia con 20.000 hombres; y Oriente con otros 20.00091 soldados. A estos ejércitos habría que añadirles las fuerzas creadas por Justiniano para Armenia92, en el 529, con 15.000 efectivos93; y los territorios reconquistados de Italia, con cerca de 20.000 hombres; África, con unos 15.00094; e Hispania, con apenas 5.00095 (Álvarez Palenzuela, 2002, 97–98; Pérez Rubio, 2013, 11–12 y 34–3596; Soto Chica, 2012, 76–83). Por último, a la cabeza de la jerarquía del ejército se hallaba el emperador, aconsejado por el Sacro Consistorio97, seguido por el comes excubitores98 que, generalmente, solía actuar como el comandante regional de todo un teatro de operaciones. El siguiente escalafón estaba conformado por el magister officiorum, los dos magistri praesentalis, el comes o los comites domestici, el comes foederatum99, los magistri militum regionales, los comites regionales y los duces. En la práctica, estos rangos podían variar a tenor de los deseos del emperador que, también, podía nombrar y destituir a placer o ceder el mando de los comitatenses a otras personas, diferentes a los magister militum, que ostentaban el título de strategos100 o de hypostrategos101. Un caso especial dentro de la jerarquía militar imperial, era el de los bucellari. Éstos, en el caso 87

Son las fuerzas estimadas de los comitatenses al final del reinado de Justiniano. 20.000 en cada ejército. Actuaban como una fuerza de reserva central que podía ser desplegada, siempre en presencia del emperador, allí donde fuera necesario. 89 Generalmente, estaban bajo el mando de un magister militum. 90 Procopio, Guerras, VII, 29, 1–3. 91 Procopio, Guerras, I, 18, 5–6. 92 El comandante de este ejército recibía el título de magister militum per Armeniam et Pontum Polemoniacum et gentes. La mayor parte de este ejército, posiblemente, estaría conformado, en un primer momento, por miembros de la nobleza local y sus séquitos. 93 Procopio, Guerras, I, 15, 11–12. 94 Procopio, Guerras, III, 11, 1–19. 95 En el caso de Hispania, aunque, tras la muerte de Justiniano I, poseía un magister militum propio, este territorio dependería de la autoridad del magister militum de África (Ripoll López, 1996, 253–254). 96 El mapa de la distribución de las fuerzas militares se halla entre las páginas 34 y 35 de Pérez Rubio (2013). 97 Es el mismo consejo de notables, mencionados anteriormente en el apartado de la administración diplomática, sería una especie de fusión entre los actuales gabinetes de gobierno con sus respectivos Estados Mayores, estando, por tanto, compuesto tanto por funcionarios civiles como por militares. 98 Literalmente, el conde los excubitores. 99 Literalmente, el conde de los federados. Era el comandante supremo de las tropas federadas. 100 Solían tener el rango de un comes excubitorum. 101 Segundo al mando del strategos, podía ser un dux, un comes o cualquier otro considerado apto. 88

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de las grandes familias102, poseían su propia jerarquía que constaba de un comandante supremo103, un tesorero (optio), oficiales (doryforoi) y soldados rasos (hypaspistai). Además, estos comandantes y oficiales podían ser puestos al mando de ejércitos enteros en los que se incluía tanto a las tropas regulares como a los foederati y a los aliados (Pérez Rubio, 2013, 12–13).

5.3.- Hacia la Restauración del Imperio Romano A continuación se procederá a presentar un resumen104 de las campañas militares del reinado de Justiniano que afectaron e forma directa o indirecta al desarrollo de la renovatio imperii: 5.3.1.- Las Campañas contra el Imperio Sasánida 105 Los planes de Justiniano con respecto a Occidente, una vez estos empiezan a producir resultados positivos para el Imperio, representan una amenaza para el Imperio Sasánida que no ve con buenos ojos que su vecino aumente sus territorios y con ello su poder e intentará, en varias ocasiones, atacar el limes oriental obligando a dedicar buena parte de los recursos que estaban destinados a la conquista de Occidente a la defensa de la frontera oriental.

102

En el clímax de su carrera militar, Belisario poseía unos 7.000 hombres en calidad de bucellari. El efestos te oikia o mayordomo. 104 Para un desarrollo más detallado de las campañas militares del reinado de Justiniano, véase a Procopio, Historia de las Guerras, Libros I–VIII. 105 Para un desarrollo más detallado de las campañas contra los sasánidas, véase Procopio, Guerras, Libros I–II: Guerra Persa. 103

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Fig. 3: La frontera entre el Imperio Romano de Oriente y el Imperio Sasánida, el limes oriental. Online: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/2c/RomanPersian_Frontier_in_Late_Antiquity.svg/320px-Roman-Persian_Frontier_in_Late_Antiquity.svg.png

5.3.1.1.- La Guerra del 527 al 532 d.C. Entorno al 525/526, el Imperio establece un protectorado en el reino de Iberia106, esta acción, agravaría las ya tensas relaciones 107 con la Persia Sasánida, que abriría las hostilidades con Constantinopla de forma encubierta108. No sería hasta el 527 cuando, el envío de una fuerza imperial compuesta, principalmente, de hunos en ayuda del rey de Iberia Gúrgenes, provocaría una guerra abierta entre ambas potencias. Los sasánidas responderían, ante la llegada de esta fuerza de auxilio, invadiendo Iberia con un gran ejército. Poco antes, de que Justiniano fuera proclamado corregente109, Belisario y Sitas110 encabezan sendos ataques contra la Persarmenia, en un intento por dividir las fuerzas persas, pero, pese al éxito del ataque de Belisario, el ataque de Sitas fracasa, condenando la operación y obligando a las tropas imperiales a retirarse, junto con Gúrgenes, a Lazica, donde resistirían, apoyados por tropas lazicas e iberas, el embate de los persas (Barros Montesino, 2008, 67–69; Pérez Rubio, 2013, 26–27). Ante la posibilidad de que los persas pudieran alcanzar el Mar Negro, el Imperio intenta llegar a un acuerdo, entre abril y junio del 527, con el Imperio Sasánida. El 106

Anteriormente, había hecho lo mismo con el reino vecino de Lazica. Ambos reinos, Lazica e Iberia, habían sido protectorados persas. 107 Derivadas de las acciones llevadas a cabo por Justino y Justiniano durante la crisis sucesoria de los sasánidas. 108 Recurrirían a sus clientes lajmíes, tribu árabe que profesaba el cristianismo nestoriano, para atacar la Mesopotamia romana entre el 525 y el 526. 109 El 1 de abril del 527. 110 Era bucelario de Justiniano.

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fracaso de las negociaciones, obliga a Constantinopla a destinar buena parte de sus recursos militares a la frontera oriental; para garantizar la seguridad de la frontera balcánica se establecería una alianza, entre el 527–528, con los hérulos para que protegiesen dicho limes; al mismo tiempo, se establecería otra alianza, en el 527, con los hunos sábiros para que aniquilasen a un grupo de unos 20.000 hunos que iban en auxilio de los persas. Liberados de las amenazas inmediatas, las fuerzas imperiales reconquistan Iberia en el 528, pero, poco después, se ven obligados a abandonarla, debido a la incapacidad de poder abastecer regularmente de suministros a las guarniciones allí apostadas; siendo reocupada, entorno al 529, por los persas (Barros Montesino, 2008, 69;

Pérez

Rubio,

2013,

27).

Fig. 4: La conflictiva frontera oriental del Imperio. En la imagen, en rojo, se muestran las provincias que sufrían las principales incursiones de la Persia Sasánida durante el reinado de Justiniano. Online: http://lahistoriajamascontadamrviciano.blogspot.com.es/2012/01/flavio-belisarioparte-1.html

A partir de este momento, el principal teatro de operaciones de la guerra se sitúa en la parte central del limes oriental, en la Armenia y la Mesopotamia romana, donde se libran

diversas

batallas

de

gran

importancia,

tales

como

la

batalla

de

Thannurium/Mindous111, en el 528; las batalla de Dara112 y de Satala113, ambas en junio 111

Termina en un desastre militar para el Imperio, a raíz de la división en el mando del ejército imperial (Belisario, dux de Mesopotamia y, en teoría, al mando del ejército; se ve obligado a compartir el mando con los duces de Fenicia), que ve como pierde la mayor parte del ejército de Oriente. Las fuerzas imperiales se enfrentaron, en la frontera de la Mesopotamia romana, a unos 30.000 persas con un ejército

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del 530, y la batalla de Calínico114, el 19 de abril del 531; que dieron muestra de la incapacidad de ambas potencias para imponerse a la otra en el campo de batalla. Ante esta situación, y, después, del fracaso de las nuevas operaciones emprendidas en la Mesopotamia romana entre el 531–532, los persas aceptan negociar la paz con el Imperio115. El acuerdo firmado entre el shahanshah116 de Persia, Cosroes I, y Justiniano, conocido como la “Paz Eterna”, establecía, entre otras cosas, el intercambio de las fortalezas conquistadas, el pago a los sasánidas de un tributo anual de 11.000 libras de oro y el traslado de la sede del magister militum de Oriente, de Dara a Constantina (Barros Montesino, 2008, 69–71; Pérez Rubio, 2013, 28–35). 5.3.1.2.- La Guerra del 540 al 562 d.C. En vísperas de la caída de Italia, en el 540, Cosroes I, conociendo los éxitos logrados por el Imperio en África e Italia, temiendo que a la larga estos territorios lo fortalecieran y lo volvieran un contrincante más poderoso, y teniendo constancia de la aparente debilidad que atravesaba el Imperio en el limes oriental117; rompe la tregua impuesta por la “Paz Eterna” e invade Siria, tomando Hierápolis y Beroe, llegando hasta Antioquía118, que es saqueada e incendiada. Poco después, ataca la región de Armenia y el Caucaso, logrando conquistar, en el 541, el reino de Lázica 119. Este repentino y catastrófico ataque, obliga a Justiniano a convocar a Belisario, que acababa de tomar que constaba de, como mínimo, unos 7.000 soldados de infantería y unos 15.000 jinetes a los que habría que añadir las tropas de los limitanei, bucellarii, los aliados árabes y los refuerzos isaurios enviados por Justiniano y comandados, entre otros, por los duces de Fenicia Cutces y su hermano, Buces. 112 La batalla dura varios días y finaliza con una victoria total del ejército imperial (los persas pierden cerca de la mitad de sus efectivos). En esta batalla se enfrentaron, en la Mesopotamia romana, unos 40.000 persas, dirigidos por Peroces Mirran, contra unos 25.000 soldados imperiales liderados conjuntamente por Belisario y Hermógenes. 113 La batalla tiene lugar en la Armenia romana y termina con victoria del Imperio. El ejército persa, que estaba dirigido por Merméroes y se componía de unos 30.000 jinetes, conformados, únicamente, por tropas aliadas, de los que 3.000 eran hunos sábiros y la mayor parte del resto persarmenios; se enfrentó contra un ejército imperial compuesto por entre 15.000–35.000 hombres, mayormente, armenios; dirigidos por Sitas, magister militum praesentalis, y Doroteo, magister militum de Armenia. 114 La batalla tiene lugar en la Mesopotamia romana y termina con derrota para el Imperio. Las tropas imperiales, que constaban de unos 20.000 hombres, buena parte de los cuales eran limitanei, estaba dirigido por Belisario, quién de mala gana se vio obligado (las victorias en Dara y Satala habían aumentado la moral de las fuerzas imperiales que amenazaban con un motín de no llevarse a cabo un enfrentamiento directo con los persas) a entablar batalla campal con unos 20.000 persas mejor equipados y dirigidos por Azaretes. 115 Tras conocer el destronamiento del rey vándalo Hilderico en el 530, Justiniano estaba deseoso de restablecer la paz con los persas para así poder centrarse en el África vándala. 116 Rey de reyes. 117 Buena parte de las fuerzas comitatenses y pseudo–comitatenses habían sido desplazadas a Occidente, dejando la defensa del limes oriental a las peores tropas que componían los limitanei. 118 Estaba defendida por unos 6.000 limitanei que fueron incapaces de resistir el primer ataque persa. 119 Su rey, harto del control imperial, solicita a Cosroes que vuelva a restablecer su protectorado en la zona.

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Rávena, de vuelta a Constantinopla para ponerlo al frente de la defensa del limes oriental. La presencia de Belisario en el norte del limes oriental, aunque logra frenar la acometida persa no fue suficiente para obligar a los persas a sentarse a negociar la paz. No sería hasta el 545 cuando los persas, asolados por la peste y ante la amenaza de los hunos heftalitas120, se ven obligados a detener su ofensiva y a negociar un nuevo acuerdo con Constantinopla. El acuerdo resultante restablecía la paz entre ambas potencias por cinco años, restauraba la integridad territorial del Imperio, el Lázica, nuevamente, quedaba bajo su órbita; a cambio de un elevado tributo anual y del compromiso de detener la penetración del cristianismo en la región del Cáucaso 121. Afectados por la pandemia de peste e incapaces de romper el equilibrio militar entre ambas potencias122, tanto Justiniano como Cosroes renovarían la tregua123, en el 551 y en el 557, que al final, en el 562, se convertiría en una paz de 50 años (Álvarez Palenzuela, 2002, 118–119; Barros Montesino, 2008, 71–80).

5.3.2.- Las Campañas contra los Vándalos (533–534 d.C)124 Conseguida la paz con los sasánidas y superadas las dudas iniciales125, Justiniano se prepara para atacar el África vándala126, pero, la crisis desatada por la revuelta de la Niká altera sus planes y le obliga a retrasarlos. Una vez superada la crisis, en el verano del 533, Justiniano encomienda a uno de sus mejores generales, Belisario, el mando del ejército que habría de invadir el reino vándalo. La fuerza de combate de Belisario estaba compuesta por 10.000 soldados de infantería y 5.000 de caballería127, a los que habría que añadir la guardia personal de Belisario compuesta por un número indeterminado de bucellarii y comitatus. Este ejército sería transportado por una flota 120

Conocidos en el Imperio como Hunos blancos. La campaña que Cosroes había llevado a cabo en el 544, había sido, según Procopio (Guerras, II, 26), contra el Dios único venerado por los cristianos al que supuestamente culpaba del fracaso de no haber tomado Edesa. Visión alimentada por el fanatismo anticristiano de los magos y sacerdotes persas. Pese a esta hostilidad, el tratado establecía la libertad religiosa de los cristianos establecidos en Persia. 122 Ambas potencias habían sufrido un duro desgate militar en repetidos conflictos por sus fronteras, salvo la que ambos compartían, en relativa paz desde el 545. 123 Cosroes rompería la tregua entre el 548–549 para emprender una nueva ofensiva, pero una vez que esta fracasa se restablecería, nuevamente, la tregua. 124 Véase, Procopio, Guerras, Libros III–IV: Guerras Vándalas. 125 Como ya se mencionó anteriormente, el Consistorio por boca de Juan de Capadocia expreso sus reticencias y dudas para emprender la campaña (Procopio, Guerras, III, 10) 126 Justiniano había comenzado a planificar la operación, prácticamente, desde que le habían llegado las noticias de la deposición del rey vándalo Hilderico, aliado de Constantinopla, en el 530 y, después, de que la diplomacia imperial hubiera fracasado en restaurar a Hilderico en el trono. 127 Se componían tanto de fuerzas regulares como de foederati e incluían a unos 400 hérulos liderados por Faras y a cerca de 600 hunos al mando de Sinión y Balas. 121

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compuesta por unos 500 barcos, tripulados por cerca de 30.000 marineros bajo el mando de Calónimo de Alejandría, y 92 galeras de guerra (dromones128) tripulados por 2.000 numeri129 (Hughes, 2013, 62). El desembarco de Belisario en África tiene lugar cerca de Leptis Magna, en el otoño del 533, tres meses después de haber partido de Constantinopla y previa parada en Sicilia130 donde se entera de la situación del reino vándalo131. Una vez en tierra, Belisario pone rumbo a Cartago por el camino de la costa, desplegando a sus hombres de la siguiente manera: en vanguardia, marcharían 300 bucellarii liderados por su optio, Juan el Armenio, con órdenes de explorar el camino y permanecer a al menos 20 stades132 del grueso del ejército; en el flanco izquierdo, también, a una distancia de 20 stades del centro de la formación, donde se situaba el resto del ejército, situó a los 600 hunos liderados por Sinión y Balas; y, en la retaguardia, se dispuso él mismo con el resto de sus bucellarii y comitatus, en previsión de un posible ataque de Gelimer a su espalda. También, dio órdenes a la flota para que avanzase a la par que el ejército reforzando de esta forma su flanco derecho, que daba al mar (Hughes, 2013, 62). El ejército imperial avanzaba hacia Cartago a un ritmo de 80 stades133 al día, ocupando por el camino las poblaciones de Leptis, Hadrumetum y Grase. En esta última localización, que distaba de Cartago unos 350 stades134, era donde se hallaba el palacio de Gelimer y, también, fue el lugar donde se produjeron las primeras escaramuzas entre las fuerzas imperiales y las vándalas. Tras marchar de Grase, Belisario se ve obligado a internarse en el interior, alejándose de la costa, por lo que ordena a su flota que continuase su avance por mar y, una vez rodeasen el cabo Bon, se mantuvieran a unos 128

Existían tres clases: grande, mediano y pequeño. Únicamente, los más grandes, que actuaban como buques insignia de las flotas, estaban equipados con dos o tres mástiles, torres, catapultas, balistas y el asser, especie de grúa basculante que colgaba del mástil y servía para barrer o quebrar la cubierta de las embarcaciones enemigas. Los dromones medianos y pequeños componían el grueso de las flotas, y, aunque contaban con balistas, no estaban pertrechados, en principio, con el resto de elementos más pesados (Pérez Rubio, 2013, 17). 129 También llamados arithmoi/arithmos/noumera, eran la infantería de marina de la flota imperial. En caso de ser necesario podían ser desplegados en las operaciones terrestres como apoyo del ejército regular. Existe la posibilidad de que los numeri de Belisario pertenecieran a la flota imperial estacionada en Constantinopla (Pérez Rubio, 2013, 17). 130 La regente ostrogoda Amalasunta permite que la flota de Belisario pueda atracar y abastecerse de suministros en Sicilia, posiblemente, movida por un deseo de congraciarse con Justiniano y por otro de venganza contra los vándalos por las acciones cometidas contra su hermana. 131 El rey vándalo Gelimer se hallaba en el sur del reino, en la ciudad de Hermíone, que distaba cuatro días de la costa. Además, buena parte de las fuerzas vándalas, unos 5.000 soldados y 120 barcos comandados por Tzazón, hermano de Gelimer; se hallaban sofocando una revuelta en Cerdeña. 132 3,6 km. 133 14,4 km. 134 63 km.

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200 stades135 de Cartago. La nueva ruta del ejército le encamina hacia el paso de Ad Decimum, lugar donde Gelimer136, nada más enterarse de la invasión, había ordenado a su hermano Amatas, que estaba en Cartago, reunir las fuerzas vándalas para emboscar a los soldados imperiales. La emboscada planeada por Gelimer en el paso de Ad Decimum, que se caracterizaba por un camino que atravesaba una serie de empinadas colinas y distaba 70 stades137 de Cartago, era bastante sencillo, su hermano, Amatas, debía bloquear la salida del norte del valle, desde donde podría atacar a la vanguardia de Belisario creando confusión en su ejército; mientras él hacía lo propio por el sur, acrecentando la confusión y desorganización del ejército imperial lo que conllevaría su destrucción. El único inconveniente de este plan, es que ambos ataques debían estar perfectamente coordinados para llevarlos a cabo al mismo tiempo (Hughes, 2013, 62). La batalla resultante en Ad Decimum138, que tuvo lugar al cuarto día de la invasión, el 13 de septiembre del 533, se caracteriza por cuatro fases. En la primera fase, una fuerza vándala de 2.000 comandada por Gibamundo, sobrino de Gelimer, intercepta a los 600 hunos de Belisario, cerca de Pedion Halon, a unos 40 stades139 de Decimum. Pese a su superioridad numérica, los vándalos son derrotados, huyendo del lugar. En la segunda fase, al mismo tiempo que la primera, Amatas decide inspeccionar el posible lugar de la emboscada acompañado por el resto de sus fuerzas que le seguían en pequeños grupos, dispersos en una larga columna, de no más de 30 hombres. De forma inesperada, topa con los bucellarii de Juan el Armenio, el combate resultante acaba con varios muertos, entre ellos 12 bucellarii y el propio Amatas. La pérdida de su comandante hace a su acompañantes emprender la huida perseguidos por Juan y sus hombres, la visión resultante, de los bucellarii persiguiendo a la vanguardia vándala, provoca un efecto domino en las fuerzas vándalas, en breve, las tropas de Amatas emprenden una huida en masa hacia Cartago perseguidos de cerca por Juan el Armenio140 (Hughes, 2013, 62–63).

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36 km. Al mismo tiempo, Gelimer partía desde el sur con las tropas vándalas apostadas en la frontera. 137 12,6 km. 138 Las fuerzas de Belisario constaban a lo sumo, de no más, de 18.000 efectivos, mientras que las fuerzas vándalas se hallaban divididas en tres ejércitos que avanzaban desde distintas direcciones: el de Amatas, desde el norte, se componía de unos 3.000–5.000 hombres; el de Gibamundo, desde el Oeste, constaba de 2.000 soldados; y el de Gelimer, desde el sur, estaba formado por no más de 10.000–12.000 efectivos. 139 7,2 km. 140 Llegaría hasta las puertas de Cartago, donde se detendría, retrocediendo lentamente por donde había venido, al tiempo que iba despojando los cadáveres vándalos. 136

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En la tercera fase, los foederati liderados por Salomón, enviados, previamente, por Belisario para contactar con Juan y localizar a los vándalos; llegan al lugar donde se había desarrollado el combate entre Amatas y los bucellarii, desconociendo lo que en verdad había ocurrido, intentan localizar a las tropas de Juan subiendo a una colina cercana, pero lo que localizan son las fuerzas de Gelimer avanzando, rápidamente desde el sur, hacia su posición. Entre medias de ambos ejércitos, había una colina, la más elevada de la zona, por la que ambas fuerzas, sabedoras de su importancia estratégica, combatieron duramente. El combate resultó favorable a los vándalos que, aprovechando la ventaja de su superioridad numérica, se abalanzaron cuesta abajo sobre los foederati que, derrotados, emprendieron la huida hacia Belisario. Por el camino se encontraron con Uliaris, comandante de la guardia de Belisario, que, junto con 800 hombres, avanzaba por delante de las fuerzas de Belisario141. Estas fuerzas, enteradas de la derrota, en vez de unirse a los foederati para contener el ataque vándalo, emprendieron conjuntamente la huida hacia Belisario (Hughes, 2013, 63–64). En la cuarta fase, Belisario, conociendo, más o menos, el desarrollo de los acontecimientos142, avanza rápidamente contra las tropas de Gelimer, cogiéndolas totalmente desprevenidas y desorganizadas. El rey vándalo, ante la visión de los cadáveres de su hermano Amatas y de sus hombres, creyendo que el grueso de las fuerzas del Imperio ya habían superado el paso y estaban camino a Cartago, había permitido que sus tropas rompieran la formación y se dispersaran por el paso. Mientras cavilaba sobre si marchar hacia Cartago o perseguir a los foederati, las fuerzas de Belisario se abatieron sobre su disperso ejército, que emprendió la huida en dirección a la llanura de Bulla y el camino que llevaba a Numidia. La batalla terminaba con una rotunda victoria de Belisario que, poco después, entraba triunfante en Cartago143 (Hughes, 2013, 64). Tras la batalla de Ad Decimum, Belisario permaneció en Cartago reparando las defensas de la ciudad y reorganizando a sus tropas; al mismo tiempo, Gelimer une fuerzas con su hermano Tzazón, que había retornado de Cerdeña con sus 5.000 hombres, y se desplaza a Tricamerum, donde establece su campamento, dispuesto a 141

Desconocedor, de lo que estaba ocurriendo, Belisario marchaba con una parte de sus fuerzas en busca de las fuerzas vándalas. 142 Cree que buena parte de las fuerzas vándalas han sido derrotadas y sospecha que goza de superioridad numérica. 143 Enterados de los acontecimientos de la batalla y con unas fuerzas insuficientes para defenderla o impedir que la población, pro-imperial, abriera las puertas, la guarnición de la ciudad se rindió sin luchar.

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ofrecer batalla campal a Belisario. Tres meses después de su desembarco, y enterado de las acciones vándalas, Belisario abandona la ciudad con su ejército, en vanguardia, sitúa a toda su caballería y bucellarii, menos a 500 hombres, liderados por Juan de Armenia144 al que ordena dirigirse contra el campamento vándalo de Tricamerum y que, sin entrar en batalla campal, hostigue a las fuerzas allí posicionadas. En un intento por provocar el enfrentamiento, Gelimer saca a sus tropas del campamento y las forma tras un pequeño arroyo. En el centro, se sitúa Tzazón con sus 5.000 veteranos; y en los flancos, los quiliarcas vándalos con el resto del ejército. En su retaguardia, se situaban las tropas moras aliadas de Gelimer, que, a la espera de cómo se desarrollase el combate, se negaron a combatir en primera instancia. La disposición del ejército vándalo cogió desprevenido a Juan que, a toda prisa, formó a sus hombres en la orilla opuesta. En el flanco derecho, posicionó a una parte de los arqueros a caballo, reforzados por los foederati, que estaban armados para el cuerpo a cuerpo; posiblemente, fueran unos 3.500–4.000 hombres. En el flanco izquierdo, dispuso al resto de la caballería regular, a lo suma unos 4.000 jinetes, y en el centro, ubicó a los bucellarii, junto con el estandarte del ejército. Además, en el flanco izquierdo, a una distancia prudente, se situaron los hunos de Sinión y Balas que, al igual que las tropas moras, esperarían a ver el desarrollo de la batalla antes de actuar en ella 145. Poco antes de que se librara la batalla, Belisario llegaría con sus 500 bucellarii, habiendo dejado a la infantería atrás (Hughes, 2013, 65). El combate146 inició cuando unas pocas de las tropas imperiales147 hostigan el centro de la formación vándala, en un intento por desorganizarla o por provocar un contraataque que se viera afectado por el cruce del arroyo; pero Tzazón, previendo este plan, ordena una carga limitada que obliga a los hostigadores a retroceder y se detiene antes del cauce. Pese al fracaso de este plan inicial, el continuo hostigamiento del centro vándalo, empieza a hacer mella entre las tropas de Tzazón, que, además, en ningún momento se ve apoyado por sus flancos, actitud que invita a Juan y a Belisario a emprender un ataque directo contra el debilitado centro vándalo. Este ataque lo llevaron a cabo casi todas las fuerzas del comitatus liderados por Juan. Como resultado de esta acción se desata una feroz lucha, que termina con Tzazos muerto y con el centro 144

Belisario saldría de la ciudad a la mañana siguiente de la partida de Juan y sus hombres. Gelimer había estado meses, desde su derrota en Ad Decimum, enviando mensajeros a los hunos para que se pasaran a su bando. 146 Tiene lugar el 15 de diciembre del 533. 147 Posiblemente, arqueros a caballo. 145

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vándalo cediendo su posición de forma progresiva. La incapacidad de los flancos, fijados en su posición por la línea del ejército imperial, para apoyar a Tzazos permite a Belisario ordenar, en el momento adecuado, un ataque total que termina por colapsar el centro de la formación vándalo, que inicia la huida. La retirada de los veteranos de Tzazos, rápidamente, contagia al resto del ejército148, que emprende la huida hacia el campamento perseguidos por las fuerzas de Juan y Belisario, y por los hunos, que se unen a la persecución declarando su lealtad a Belisario (Hughes, 2013, 65). La victoria imperial en Tricamerum no llego a ser total debido a la incapacidad de las tropas de Belisario, sin infantería, para penetrar y tomar el campamento donde se habían refugiado Gelimer y el resto de sus fuerzas. La incapacidad operativa de las fuerzas imperiales permitió a Gelimer escapar del campamento y refugiarse en las montañas, evitando que sus propios hombres lo mataran o lo capturasen y lo entregaran a Belisario. Poco después149, habiéndole garantizado su seguridad, se entrega a Belisario, lo que provoca que la resistencia vándala a la ocupación imperial colapsara 150. En apenas tres meses, Belisario había logrado recuperar la antigua provincia de África para el Imperio, obteniendo gloria y fama imperecederas151 y alimentando la ambición de su emperador (Barros Montesino, 2008, 86–87; Hughes, 2013, 65). Pese a la recuperación de África, la marcha de Belisario a Constantinopla provoca que las tribus moras se rebelen, lo que reaviva la guerra, contra la ocupación imperial; guerra que se mantendría hasta el 548 cuando Juan Troglita logró derrotar a las tribus moras restaurando definitivamente la autoridad imperial en África (Álvarez Palenzuela, 2002, 113–114; Barros Montesino, 2008, 85–89; Vasiliev, 2003, 112–113).

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Eran más débiles y estaban peor equipadas. Las esperanzas de victoria vándala recaían en que durante la batalla el grueso del ejército de Belisario concentrase su ataque en el centro de su formación, más fuerte, para que sus flancos, liberados de la presión enemiga, pudieran converger sobre el ejército imperial. 149 Finales del 533–principios del 534. 150 Belisario enviaría a distintos oficiales a ocupar las últimas posesiones vándalas: las islas de Córcega, Cerdeña y Baleares, Septem y Caesarea. 151 A su retorno a Constantinopla, Belisario celebraría esta victoria con un triunfo, el último que se celebraría en la historia del Imperio Romano, donde se mostraron entre otras cosas, los tesoros del Templo de Jerusalén robados durante el saqueo de Roma y el propio Gelimer.

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5.3.3.- Las Campañas contra los Ostrogodos152 Lograda la victoria en África, Justiniano centra su atención en el corazón del antiguo Imperio Romano, Italia, que se hallaba gobernada por los ostrogodos. En un intento por evitar la guerra, tal y como había hecho con Gelimer con anterioridad, demanda, en el 534, a la regente Amalasunta que se pliegue a sus exigencias. Aunque, a diferencia de lo que paso con Gelimer, la reina ostrogoda si sopesó la propuesta y estuvo a punto de ceder, pero la presión de los nobles ostrogodos 153 la motivaron a negarse, propiciando el conflicto (Pérez Rubio, 2013, 39).

5.3.3.1.- La Primera Fase (535–540 d.C) Animado por la conquista de África, Justiniano encarga a Belisario la conquista de Italia. La campaña inicia en el 535 con dos ataques simultáneos sobre las posesiones ostrogodas, uno en Dalmacia, dirigido por Mundo, magister militum del Ilírico; y el otro en Sicilia, encabezado por Belisario154. Sicilia caería rápidamente, ofreciendo muy poca resistencia155 a las fuerzas imperiales. Las noticias de la victoria imperial en Sicilia llegan a la corte del rey ostrogodo Teodato 156 que, temiendo un destino idéntico al de Gelimer, recurre a una embajada papal para negociar su rendición y la entrega de Italia al Imperio. Pero la aparente victoria de sus fuerzas en Dalmacia, unido a la posterior muerte en combate de Mundo, en el 536, y la sublevación de las tropas imperiales estacionadas en África157, le lleva a romper las negociaciones y continuar con la guerra (Álvarez Palenzuela, 2002, 114–115; Barros Montesino, 2008, 90; Pérez Rubio, 2013, 40). A mediados del 536, habiéndose estabilizado la situación África, Belisario cruza el estrecho de Mesina llegando a Rhegium, desde donde continúa hasta llegar, en

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Véase, Procopio, Guerras, Libros V–VIII: Guerras Góticas. Para la primera fase, véase los libros V– VI; y para la segunda, el VII–VIII. 153 Debemos recordar que Amalasunta era reina regente de Italia, debido a la minoría de su hijo. Si hubiese aceptado las exigencias de Constantinopla, ello hubiera conllevado su suicidio político y hubiera propiciado su deposición como regente o la de su propio hijo como rey. 154 Su ejército constaba de unos 7.500 hombres. 155 Únicamente, Panormo opondría una leve resistencia a la ocupación imperial. Belisario se vería obligado a llamar a la flota para obligar a la guarnición de la ciudad a rendirse. 156 Se casa con su prima, la reina regente, Amalasunta en el 534 después de que hubiera perdido su condición de regente al haber fallecido su hijo. Poco después, Teodato la encarcelaría y la mandaría asesinar. 157 Tiene lugar en el 535 y provoca el retraso del paso de las fuerzas imperiales de Sicilia al sur de Italia. La rebelión no sería sofocada hasta la primavera del 536.

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noviembre, a Nápoles158, ciudad que toma y saquea. Poco antes, Constantiniano, sucesor de Mundo, había recuperado la iniciativa en Dalmacia logrando expulsar a las fuerzas ostrogodas allí desplegadas. La invasión de Belisario y el avance imperial en Dalmacia, coge desprevenido a Teodato que, habiendo enviado al grueso de sus fuerzas a combatir a los francos159 en el valle de Ródano, ordena a su general Vitiges que marche desde Roma e intercepte a Belisario. Pero éste, ante la ineptitud de Teodato, es proclamado rey, habiendo ordenado, inmediatamente, matar a su predecesor y dejando una guarnición en la ciudad, marcha a la capital del reino, Rávena, para consolidar su poder160. La retirada de Vitiges, permite a Belisario marchar desde Nápoles y tomar Roma sin luchar, tras la huida de la guarnición161, en diciembre, lo que provoca, a su vez, que el Samnio se rinda. Para consolidar su posición de cara aún, más que previsible, contraataque ostrogodo, Belisario ordena a dos de su generales, Besas y Constantino, que ocupen varias ciudades toscanas162 con las que poder entorpecer la ofensiva de Rávena. Esto otorga a Belisario el control de la mitad meridional de Italia, incluyendo la prestigiosa ciudad de Roma, lo que obligaba a Vitiges a emprender lo antes posible una campaña para recuperarla (Álvarez Palenzuela, 2002, 115; Barros Montesino, 2008, 90; Pérez Rubio, 2013, 41–42). La ofensiva de Vitiges inicia en febrero del 537, cuando parte desde Rávena hacia Roma, poco antes, había dado órdenes de que el ejército que combatía a los francos en el valle del Ródano retornase a Italia163, lo que, en la práctica, conllevaba el abandono de las posesiones ostrogodas de más allá de los Alpes; y había enviado a otro ejército para que atacase Dalmacia. Enterado de las acciones de Vitiges, Belisario ordena a Besas y Constantino que, tras dejar bien guarnicionadas las ciudades toscanas, retornen a Roma para su defensa. Previendo el camino de Vitiges, ordena fortificar un puente164 para dificultar su avance. La llegada del ejército de Vitiges se produce durante 158

Es tomada junto con Cumae, siendo las únicas ciudades fortificadas de Campania. Se convierte en la base de operaciones de Belisario. 159 Supuestamente, habían aceptado ayudar al Imperio, por ser ambos practicantes de la ortodoxia de Calcedonia, en su lucha contra los ostrogodos, que practicaban el arrianismo. 160 Para legitimar su posición como rey, Vitiges se divorciaría de su esposa y casaría, por la fuerza, con Matasunta, sobrina de Teodato y nieta de Teodorico. 161 Constaban de unos 4.000 hombres que se retiran al norte por la Porta Flaminia, al mismo tiempo que el ejército imperial entra en la ciudad por la Porta Asinaria. El comandante de la guarnición, Leuderis, se rendiría ante Belisario. 162 Entre otras, Perusia, Espoleto y Narni. 163 Llegaría a Roma cuando el asedio ya había comenzado. 164 Actualmente se cree, por lo dicho por Procopio (Guerras, V, 17), que era el Puente Salario y no el Milvio, como se creía; ya que la ruta de Vitiges, mencionada en el relato, sugiere su paso por la Vía Salaria.

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la noche, a mediados de marzo, y provoca la deserción de toda la guarnición, la mitad se una a su ejército, y la otra huye a Campania. Belisario, sin conocer esta situación, parte, a la mañana siguiente, con 1.000 jinetes hacia el puente, encontrándose que la vanguardia enemiga ya la ha cruzado. Tras un feroz combate, logra rechazar al enemigo y retrocede a Roma, donde procede a organizar la defensa de las murallas, asignando a sus generales a puertas específicas165 de los Muros Aurelianos (Pérez Rubio, 2013, 41– 42; Procopio, Guerras, V, 18). El sitio de Roma, que duró aproximadamente un año, desde marzo del 537 a marzo del 538, marcaría un punto de inflexión en la conquista de Italia. Hasta entonces, la ofensiva imperial se había caracterizado por su rápido avance, pero tras la toma de Nápoles y, después, de Roma, ese avance se había ido ralentizando, principalmente, como consecuencia de la falta de efectivos166, hasta estancarse, a la espera del contraataque ostrogodo. Si el ataque ostrogodo tenía éxito y Vitiges recuperaba Roma, con lo que eso conllevaba167; la posibilidad de que Justiniano se apoderase de Italia se desvanecería por completo168, las ciudades hasta entonces sometidas al poder imperial no tardarían mucho en expulsar a las guarniciones imperiales para congraciarse con los vencedores y evitar el posible castigo por su apoyo o escasa resistencia a la invasión imperial. De esta manera, la batalla por Roma se erigía en el foco principal que decidiría el destino de las ambiciones tanto de Vitiges169 como de Justiniano. Para tomar la ciudad, Vitiges ordenó, en principio, la construcción de seis fuertes al este del Tíber desde donde pudiera atacar las murallas desde las Porta Flaminia hasta

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Belisario se encargaría de la defensa de las puertas Pinciana y Salaria, mientras que Besas y Constantino se encargaron, respectivamente, de la Praenestina y la Flaminia. Además, tapiaría las puertas Pinciana y Flaminia, debido a la proximidad de uno de los campamentos enemigos, y cegaría los acueductos con mampostería para evitar que fueran usados como vía de entrada por éstos. 166 Desde el mismo momento de su llegada a Italia, Belisario había ido perdiendo hombres de forma constante, no porque hubieran muerto en batalla sino porque habían sido dejados atrás como guarniciones de las ciudades sometidas. 167 La pérdida de una parte considerable de los efectivos imperiales destinados para la campaña de Italia, así como la de sus generales, entre los que estaba Belisario, comandante supremo de las fuerzas imperiales destinadas en Italia; que, en el caso de no poder escapar, podrían caer muertos en la batalla o presos de los ostrogodos. Además, una derrota de este calibre en Italia, podía llegar a afectar de forma negativa a la presencia imperial en África, fomentando un nuevo motín de las tropas imperiales o el levantamiento de las poblaciones sometidas. 168 Posiblemente, Justiniano no se atreviera a emprender una nueva campaña en Italia que, en caso de llegar a hacerlo, carecería, prácticamente, del apoyo o la pasividad (se rinden sin luchar), con las que había contado esta primera campaña, por parte de las poblaciones del sur y centro de Italia. 169 Había sido proclamado rey en detrimento de Teodato, entre otras causas, por su experiencia militar que le convertía, desde el punto de vista ostrogodo, en la persona indicada para hacer frente a Belisario y sus hombres. Esto provocaría que Vitiges, en el caso de no ser capaz de vencer a las tropas imperiales, perdiera parte de la legitimidad que le permitía regir el reino ostrogodo.

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la Praenestina; posteriormente, estableció dos nuevos campamentos, uno al oeste del río170, cerca del Puente Milvio, en el campo de Nerón, desde donde podía dominar el norte de la ciudad; y el otro a unos 4 km. al sur de Roma171, cerca de la vía Appia y entre medias de dos acueductos. Pese a la superioridad numérica de la que gozaban los ostrogodos172, estos fueron incapaces de tomar por asalto la ciudad, siendo rechazados en cada uno de sus ataques. Pese al éxito de la defensa de la ciudad, Belisario, sabedor de que no podría aguantar mucho tiempo con tan pocos efectivos, reclama a Constantinopla que le envíen refuerzos. Justiniano respondería a las reclamaciones de su general enviando a unos 1.600 hombres que llegarían en la primavera del 537. Con la llegada de estos refuerzos, Belisario pasa a la ofensiva y empieza a hostigar con arqueros montados a caballo173 los campamentos y a la caballería ostrogoda. En este momento, Vitiges siendo incapaz de tomar la ciudad y hostigado por las fuerzas imperiales manda construir el campamento anteriormente mencionado al sur de Roma, con el que busca cortar las rutas de aprovisionamiento de Belisario y forzar a que éste rinda la ciudad por el hambre. Pero Belisario, ignorando las suplicas de sus subordinados para plantar batalla a los ostrogodos, ordena a su consejero, Procopio, que marche a Nápoles y reúna en barcos tanto cereal y soldados como pueda y que regrese a Ostia. Al mismo tiempo, ordena a su caballería que hostigue las rutas de aprisionamiento del ejército de Vitiges, y, además, manda a los hunos de su ejército que marchen al sur y establezcan un campamento frente al de los ostrogodos, con el que pudieran asegurar la ruta Ostia–Roma (Pérez Rubio, 2013, 41–44). Mientras Procopio aprestaba la flota en Nápoles, llegaron refuerzos desde Constantinopla, que constaban de 3.000 isaurios, liderados por Pablo y Conón; 800 jinetes de Tracia y 1.000 de la caballería regular al mando de Juan 174; y 500 soldados recogidos de la Campania175. Esta fuerza parte por mar y tierra hasta llegar a Roma, sin 170

Las tropas destinadas a este campamento se correspondería con las fuerzas ostrogodas comandadas por Marcias y venidas, tras haber luchado contra los francos, desde la Galia. 171 A este campamento destina unos 8.000 hombres con los que pretende cortar la vía de suministros de Belisario. Posiblemente, se estableciera en algún momento entre la primavera y el verano del 537, ya que Belisario recibió refuerzos de Constantinopla en la primavera del 537, sin que estos hubieran hecho contacto con las fuerzas ostrogodas. 172 Las fuerzas de Belisario, sin incluir a los civiles apostados en las murallas, no superaban los 5.000 hombres (Procopio, Guerras, V, 22) 173 Los envía en pequeños grupos de 200–300 hombres. Posteriormente, aumentaría su número a 1.000– 1.500 hombres, para contrarrestar la medida de Vitiges, que imitando la táctica de Belisario, enviaba grupos de 500 jinetes 174 Desembarcan en Dryus y marchan por tierra hasta Nápoles. Este Juan era sobrino del mismo Vitaliano, que se había rebelado contra el emperador Anastasio. 175 Habían sido reunidos por Procopio.

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ser molestados por las fuerzas del campamento ostrogodo situado al sur de la ciudad 176. Poco antes de la llegada de estas tropas, Belisario, en previsión a la llegada de los refuerzos y suministros, planea una maniobra para distraer la atención de los ostrogodos de Ostia y el sur de Roma. Envía a 1.000 arqueros a caballo a hostigar los campamentos enemigos, el posterior contraataque de éstos se topa con un ataque en pinza que acaba en una masacre para los ostrogodos 177 (Pérez Rubio, 2013, 42 y 44; Procopio, Guerras, VI, 4–5). Habiendo perdido a un número de soldados víctimas de las batallas o de la enfermedad, sin apenas suministros y enterado de la llegada de nuevos refuerzos para Belisario, Vitiges cesa, momentáneamente, las hostilidades y se sienta a negociar con éste logrando establecer, en diciembre del 537, una tregua de tres meses, mientras se esperaba a que regresaran los emisarios que había enviado a Constantinopla. Pero Belisario, aprovechando la tregua, da órdenes a sus hombres para que ocupen las ciudades abandonadas por las fuerzas ostrogodas, a causa de la falta de suministros. De esta forma poco a poco va cercando a Vitiges y su ejército, que frustrados por la táctica de Belisario178 proceden a atacar la ciudad, fracasando nuevamente. Belisario, en respuesta, ordena a Juan179 que saquease el Piceno, llegando a tomar Ariminum180, a menos de un día de distancia de Rávena. Viendo la amenaza que suponía la cercanía imperial a la capital, Vitiges levanta el sitio181 y marcha al norte, siendo acosado por Belisario durante su retirada (Álvarez Palenzuela, 2002, 115; Pérez Rubio, 2013, 44– 45). Libre de la amenaza ostrogoda, Belisario, aunque falto de suficientes efectivos, empieza a extender su dominio sobre la Península Itálica logrando el control de importantes centros estratégicos182 tales como Génova y Milán, tomadas durante la primavera del 538. Además, aunque la llegada de Nárses183, durante el verano del 538, permite levantar el sitio de Ariminum, su negativa a reconocer la superioridad en el 176

Afligidos por la enfermedad, los ostrogodos habían abandonado el campamento. Lo mismo hicieron los hunos, que retornaron a Roma. 177 Belisario manda a sus arqueros a caballo a través de la Porta Flaminia, a la que se le había retirado el tapiado, y cuando los ostrogodos persiguen a esta fuerza de regreso hasta la Porta Pinciana, sale con el resto de sus fuerzas por la Flaminia. 178 Técnicamente, éste no había violado la tregua acordada, ya que en ella, únicamente, se establecía que durante tres meses no se librarían más combates. 179 Había partido con 2.000 jinetes con órdenes de atacar el Piceno si Vitiges rompía la tregua. 180 Actual Rímini. 181 El 21 de marzo del 538. 182 Eran, inmediatamente, asediados por las fuerzas ostrogodas. 183 Había sido nombrado praepositi sacri cubiculi (Pérez Rubio, 2013, 46)

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mando de Belisario dificulta las operaciones para liberar el sitio de Milán184, lo que a la larga conlleva la pérdida de la ciudad a manos de los ostrogodos. Preocupado por este suceso, Justiniano retira a Narsés de Italia devolviéndole el mando único a Belisario que prosigue con su avance, lento pero inexorable hacia Rávena (Álvarez Palenzuela, 2002, 115–116). Hacia finales del 539 y principios del 540, Belisario logra aislar a Vitiges en Rávena, llevándose a cabo unas negociaciones entre ambos para finalizar el conflicto 185, y a las que, posteriormente, se unieron sectores ostrogodos descontentos con la labor de Vitiges que llegaron a ofrecerle nombrarle Emperador de Occidente. Este ofrecimiento sería aceptado por Belisario, lo que le permitió ganarse la confianza de éstos, logrando que abrieran las puertas de la ciudad por las que entraría con sus fuerzas en mayo del 540. Pero la repentina convocatoria de Justiniano para que luchara contra los persas, obliga a Belisario a retornar a Constantinopla a toda prisa, acompañado por Vitiges y el tesoro real. La repentina marcha del general trajo graves perjuicios para el Imperio en Italia, por un lado, la marcha de Belisario deja a las fuerzas imperiales, sin un mando único, bajo el control de diferentes generales, que ante la incapacidad de Constantinopla para proporcionar avituallamiento, inmersa en la guerra contra la Persia Sasánida, recurrirán al saqueo sistemático del territorio conquistado; y por otro, los ostrogodos interpretan la marcha de Belisario como una negativa de este al plan que le habían ofrecido, lo que unido a los actos de las fuerzas imperiales, les convencen para luchar, nuevamente, contra el Imperio (Álvarez Palenzuela, 2002, 116; Barros Montesino, 2008, 90–91). 5.3.3.2.- La Segunda Fase (541–554 d.C) La negativa de Belisario a aceptar la dignidad imperial que le ofrecían los ostrogodos provoca que éstos, sintiéndose traicionados, elijan a un nuevo rey para que lidere la guerra contra el Imperio. La persona elegida para ocupar dicho cargo fue Ildibado186, comandante de la guarnición de Verona y sobrino del rey visigodo Teudis. Con su nombramiento los ostrogodos pretendían conseguir el apoyo de sus congéneres

184

Entre el verano del 538 y la primavera del 539. Acaba en una masacre de la población masculina. Vitiges quería aceptar la propuesta de Justiniano (posiblemente, la que le ofreció en respuesta durante la tregua en el asedio de Roma) de ceder la mitad del tesoro real y las tierras al sur del Po, pero Belisario se oponía, ya que consideraba que tenía las fuerzas suficientes para ocupar, también, estos territorios. 186 Elegido en junio del 540. 185

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hispánicos en su lucha contra el Imperio187. La resistencia de Ildibado, únicamente, se limitó al Norte de Italia y fue muy breve, ya que fue asesinado por un miembro de su guardia al año de ser elegido rey. Fue sucedido por un rugio 188, Erarico, que, aprovechando la confusión provocada por su muerte, se proclama rey, su reinado fue más breve aún189, ya que los ostrogodos no tardarían en asesinarlo para proclamar como rey al sobrino de Ildibado, Totila, a finales del 541 (Álvarez Palenzuela, 2002, 116). El nuevo rey ostrogodo encabezó una ofensiva militar que partiendo desde Verona, se aventuró más allá del Po, logro recuperar una amplia porción del territorio ocupado por el Imperio. La ofensiva culminaría con la conquista de Nápoles a principios del 543. Esta demostración de fuerza, por parte de Totila, convenció a Justiniano de la necesidad de trasladar a Belisario, nuevamente, a Italia, aprovechando que la situación con la Persia Sasánida parecía estacarse debido a, entre otras cosas, a los devastadores efectos de la Peste. Belisario llegaría a Italia, en el verano del 544, al frente de un ejército compuesto por apenas 4.000 hombres190, ante lo exiguo de su fuerza buscaría el apoyo de Rávena a la causa imperial, pero, ante su negativa, se vería obligado a solicitar nuevos refuerzos, que llegarían en el otoño del 545 191 liderados por el sobrino de Vitaliano, Juan. Su llegada provocaría, nuevamente, la división del mando, que unido a la falta de efectivos y a la falta de entendimiento entre ambos generales, permitieron a Totila poner cerco a Roma, a finales del 545, ocupándola y saqueándola192 en diciembre del 546 (Álvarez Palenzuela, 2002, 116–117; Barros Montesino, 2008, 91). Belisario lograría recuperar Roma en abril del 547, pero, ante la falta de medios materiales y humanos, y lastrado por la división del mando militar; su segunda campaña en Italia acabaría siendo un total fracaso, no pudiendo detener el avance ostrogodo. En

187

Los visigodos llevarían a cabo un ataque entre el 541–542 contra Septem, que no lograría tomar la plaza. 188 Pueblo germánico del Norte de Europa que habían penetrado en los dominios del Imperio durante las invasiones protagonizadas por los hunos en el s. V. 189 Entre mediados y finales del 541. 190 Pese a que el conflicto con Persia parecía estancarse, Justiniano no podía arriesgarse a desproteger su frontera oriental. Además, las campañas en Occidente y Oriente habían provocado graves dificultades económicas y logísticas al Imperio, que se habían visto agravadas por la aparición de la Peste. Esto impedía que el Imperio pudiera desplegar una fuerza de combate superior a la que comandaba Belisario. 191 Tras el establecimiento de una tregua con los sasánidas, Justiniano pudo liberar algunas de las tropas apostadas en el limes oriental para enviar un ejército de refuerzo a Italia compuesto, probablemente, por el mismo número de fuerzas que el de Belisario. 192 La ocupación sería breve, ya que los ostrogodos la abandonarían poco después de haberla saqueado.

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la segunda mitad del 548193, Justiniano se vería obligado a reclamar a Belisario para defender, nuevamente, el limes oriental. Esto permitiría a Totila renovar su ofensiva: cercando, nuevamente, Roma en el verano del 549, y tomándola en enero del 550; saqueando Sicilia y conquistando, a finales del 551, Cerdeña y Córcega. La restitución del reino ostrogodo y la amenaza que suponía para el dominio marítimo del Imperio sobre el Mediterráneo, convenció a Justiniano de emprender una nueva ofensiva sobre Italia con un mayor número de fuerzas de las que había empleado con anterioridad. Libre de la amenaza de los Sasánidas en Oriente, elige a un hombre de confianza, Narsés194, un eunuco septuagenario de origen armenio195 que ya había comandado ejércitos en Italia, en el 538, y en los Balcanes196, en el 545 (Barros Montesino, 2008, 92; Pérez Rubio, 2013, 46). El ejército con el que Nárses invadió Italia constaba de no menos de 26.000 hombres, entre los que se encontraban: 400 bucellarii y 300 savaran197 dirigidos por el príncipe sasánida Cabades198, que actuaban como su guardia personal; 5.000 soldados procedentes de los praesentalis, acompañados por un número desconocido de reclutas de la capital; 8.000 hombres de las levas llevadas a cabo por Germano, entre el 550– 551, en Tracia; 6.000 aliados lombardos; 4.000 federados hérulos; 400 auxiliares gépidos; un número indeterminado de hunos y una parte de los comitatenses de Iliria liderados por el sobrino de Vitaliano199. Esta fuerza, a diferencia de lo que pensó Totila200, avanzó por tierra logrando, tras superar el Véneto201, llegar a Rávena, donde se le unen las fuerzas imperiales de Valeriano y Justino. Desde ahí avanza por la vía Flaminia hacia Roma, donde Totila estaba agrupando a sus fuerzas. Éste desconcertado por el avance de Nárses202, sale de la ciudad a la cabeza de 20.000 hombres, a los que 193

Los persas habían roto la tregua del 545. La primera opción de Justiniano había sido su primo Germano, pero su repentina muerte, en el 551, le había hecho decantarse por Nárses. 195 Había nacido en la Persarmenia. 196 Había defendido con éxito el limes danubiano ante los antas, una mezcla de iranios y eslavos. 197 Eran jinetes pesados. 198 Eran desertores persas que actuaban en calidad de mercenarios. 199 Las tropas de lombardos, hérulos, gépidos, hunos y de Iliria se unirían a Narsés en la ciudad de Salona, en Dalmacia. 200 Creía que llegaría por mar por lo que ordenó atacar el litoral y las islas jónicas para distraer su atención. 201 Se caracterizaba por una intricada red de canales, pantanos, lagunas y ríos. Además, si decidía sortearlo por el interior, en vez de por la costa, se vería obligado a hacer frente a los contingentes francos, convocados por los ostrogodos, que campaban por el Norte de Italia. Narsés resolvió este problema al ordenar a su flota que remolcase grandes balsas con las que, al ensamblarlas, hacer puentes flotantes. 202 Narsés avanza directamente a Roma dejando atrás plazas ostrogodas como Ariminum. Totila contaba con que si el ejército imperial penetraba en Italia, la necesidad de destinar fuerzas a la defensa de las 194

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habría que añadir la fuerza comandada por Teyas 203 en Verona. El plan de Nárses para su campaña en Italia era bastante sencillo, a diferencia de sus predecesores que con sus interminables asedios y pequeños combates, únicamente, habían logrado prolongar, durante años, la guerra arruinando a Italia; él se lo jugaría todo a una carta, una batalla decisiva que decantase la guerra a favor del Imperio. Para lograr su objetivo se valió de la iniciativa de la que gozaba, tras sorprender a los ostrogodos, para atraerlos a un campo de batalla óptimo para sus intereses. El lugar elegido por Nárses se situaba fuera de la vía Flaminia, en un punto estratégico204 desde el que se dominaban los caminos que desde Umbría iban a Roma (Pérez Rubio, 2013, 46–47). La batalla resultante205, conocida como batalla de Tagina o Busta Gallorum, que tuvo lugar en torno al 30 de junio del 552, finalizó con una decisiva victoria para el Imperio que marca el principio del fin del reino ostrogodo. Totila, que había lograr reconstruir el reino, murió la misma noche de la batalla, víctima de las heridas sufridas. Los supervivientes de su ejército marcharon al norte en busca de refugio, mientras que Nárses avanza, rápidamente, a Roma que toma sin hallar resistencia. Tras deshacerse de los lombardos, a los que envía de vuelta a su tierra cargados de oro, con poco más de 20.000 hombres se dispone a recuperar las plazas ostrogodas del centro y sur de Italia que seguían en manos ostrogodas, especialmente, la ciudad de Cumas, donde se hallaba el tesoro de guerra ostrogodo. La necesidad de impedir que el Imperio se apoderase del tesoro, obliga al nuevo rey ostrogodo, Teyas 206, a marchar hacia el sur, sin los refuerzos francos con lo que quedaba del ejército ostrogodo. Nárses lo interceptaría en el monte Lactario, cerca del Vesubio, donde aniquilaría a las últimas fuerzas ostrogodas. La guerra contra los ostrogodos, prácticamente, había terminado, únicamente, quedaba tomar las pocas plazas aisladas que aún seguían en poder de éstos, por lo que, tras

ciudades bajo control imperial o a los sitios de las plazas ostrogodas debilitarían su fuerza, tal y como le había venido ocurriendo a los oficiales imperiales destinados en Italia anteriormente. 203 Totila le había encomendado la vigilancia del Norte de Italia para interceptar a Nárses en caso de que se atreviera a cruzar por el Véneto. 204 El lugar tenía un terreno abrupto y quebrado que proporcionaba protección a sus flancos y a su retaguardia, solo pudiendo ser atacado de frente, donde se extendía la llanura, y no pudiendo ser flanqueado ni rodeado. 205 Nárses dispondría a sus fuerzas de la siguiente manera: En el centro de la formación dispuso a los 6.000 lombardos, a los que obliga a luchar a pie, ya que no se fiaba de su lealtad; 4.000 hérulos y 400 gépidos. En el flanco derecho, coloca a una parte de la caballería pesada armada con arco compuesto bajo el liderazgo de Juan “El glotón”, Dagisteo y Valeriano. Y en el flanco izquierdo, se sitúa él con Juan al mando de un fuerte contingente de caballería e infantería pesada, en el que se incluía los bucellarii y los mercenarios persas. En los extremos de ambos flancos, en ángulo, establece a 8.000 arqueros de la infantería, y en la reserva deja a 1.500 jinetes. 206 Elegido por los supervivientes de Tagina.

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dividir sus fuerzas, las envía a sitiar estas plazas (Álvarez Palenzuela, 2002, 117; Barros Montesino, 2008, 92; Pérez Rubio, 2013, 47–51). Aunque la campaña contra los ostrogodos había finalizado, en la primavera del 553, una horda de alamanes y francos207 que, liderados por Leotaris y Butilino y tras tomar por sorpresa a uno de los contingentes de Nárses en el Norte de Italia y derrotarlo, procede a invadir Italia. Esta fuerza se dividiría en dos columnas que se dedicaron, respectivamente, al saqueo de Apulia y Calabria. La columna de Apulia, dirigida por Leotaris, sería derrotada por un contingente imperial que les intercepto en el Piceno. Los supervivientes se retirarían al Véneto donde la Peste haría estragos entre sus fuerzas208. Sin conocer lo ocurrido a Leotaris y sus hombres, la columna de Butilino marcha a la Campania, afectados por la falta de recursos209 y la disentería. Nárses, tras reunir sus fuerzas en Roma, cerca de 18.000 hombres, marcha al sur acampando cerca del campamento de Leotaris, no muy lejos de Capúa. La falta de provisiones y la presencia de las tropas imperiales, obliga a los francos y alamanes, unos 38.000 soldados, a presentar batalla, que es aceptada por Nárses. La batalla de Volturno, librada en octubre del 554, acabaría con una aplastante victoria del imperial, prácticamente, la totalidad del ejército enemigo fue aniquilado, y los pocos supervivientes de la batalla, junto con los de Leotaris, aislados y desorganizados, no tardarían mucho en seguir el mismo camino. Tras veinte años de guerra, Italia, junto con Sicilia y Dalmacia, volvía a estar bajo el férreo control de Constantinopla, que al promulgar la Pragmática Sanción en el 554 dejaba establecido la estructura administrativa y legislativa que habría de tener la nueva provincia del Imperio (Pérez Rubio, 2013, 51–52; Vasiliev, 2003, 114).

5.3.4.- La Campaña contra los Visigodos (552 d.C) Durante el 551, Justiniano recibe la petición de auxilio de Atanagildo, noble rebelde210 y pretendiente al trono del Reino Visigodo, para combatir en la guerra civil que le enfrentaba con el rey Agila I, sucesor de Teudis. Aprovechando la cercanía de Septem, las tropas imperiales211, comandadas por el patricio Liberius, desembarcan, 207

Se estiman que se componían por 75.000. Posiblemente, se trataran de los refuerzos que Teyas había solicitado y a los que no había esperado. 208 El propio Leotaris sería víctima de la peste. 209 Narsés se había asegurado de despojar los campos de recursos para matar de hambre a los francos y alamanes. 210 Estaba apoyado por algunos sectores de la nobleza de la Bética. 211 Su número no debía ser superior a 5.000 hombres.

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entre junio–julio del 552, en las cercanías de Hispalis o Malaca, reuniéndose con Atanagildo en Hispalis donde derrotan al ejército de Agila, que se refugia en Emérita Augusta. Tras esta victoria la guerra civil se decantaba en favor de Atanagildo, pese a lo cual aún duraría dos años más, hasta el 555, cuando Agila fue asesinado por sus partidarios que se unieron a Atanagildo. Durante este intervalo, el Imperio había aprovechado para ocupar a costa de los visigodos, tanto de los que eran aliados como de los que eran enemigos, varios enclaves del sur y sureste de la Península Ibérica 212, creando una nueva provincia en la pequeña franja costera que ocupaban y que mantendrían por cerca de 70 años (Álvarez Palenzuela, 2002, 117; Álvarez Palenzuela, 2011, 22–23; Barbero de Aguilera, 1987, 137–138; Ripoll López, 1996, 252–253).

Fig. 5: La posible extensión de la ocupación imperial de la Península Ibérica. En verde oscuro, la pequeña franja costera conquistada en la campaña del 552. En verde más claro, la posible extensión final de la provincia de Spania con los sucesores de Justiniano. Online: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/5f/Espa%C3%B1a_bizantina_5.svg

5.3.5.- La Defensa del limes del Danubio Tras la muerte de Atila en el 453, el Imperio huno213 empieza un proceso de desintegración que culmina con su final tras la derrota sufrida por los sucesores de Atila en la batalla del río Nedao, entre el 453–454, a manos de una nueva coalición214 liderada por los gépidos, que intentaría ocupar el espacio dejado por los hunos, pero esta 212

Algunos investigadores han señalado la posibilidad de que los enclaves visigodos ocupados por el Imperio fueran el pago que Atanagildo les había ofrecido a cambio de sus servicios. 213 Una confederación que agrupaba a la mayoría de pueblos bárbaros, nómadas y sedentarios, que amenazaban la frontera norte del Imperio Romano. 214 Conformada por algunos pueblos que habían pertenecido a la Confederación huna tales como los gépidos, ostrogodos, hérulos o rugios.

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confederación se desintegraría en torno al 488, momento en el que los ostrogodos invaden Italia. Con la desaparición de la Confederación gépida y hasta la entrada en escena de los ávaros en el 560, no existe ningún poder capaz de aglutinar a los diferentes pueblos que habitaban al norte del limes danubiano215 y representar una amenaza seria para el Imperio Romano de Oriente. Aun así, los Balcanes sufrirían numerosas incursiones en las que estos pueblos buscaban obtener botín y prisioneros (Álvarez Palenzuela, 2002, 118; Pérez Rubio, 2013, 18–19). Para lidiar con la presencia al norte del limes de estos pueblos, Justiniano recurrió, principalmente, a la diplomacia 216, y en menor medida a la fuerza de las armas217; mediante el pago de subsidios económicos el Imperio convirtió a algunos de los pueblos más importantes en los vigilantes de la frontera en la otra orilla del Danubio218. Además, muchos de sus guerreros fueron reclutados como mercenarios para combatir en las campañas de Occidente, especialmente, se reclutaron a los gépidos, hérulos y hunos; o en Oriente, contra los sasánidas, donde la participación de los sabiros tuvo especial importancia. Esto no impidió que algunos de estos pueblos, aprovechando la debilidad de las defensas del limes danubiano, realizasen incursiones que, en algunos casos, llegaron a penetrar en el interior de Grecia. En el 540, los búlgaros alcanzaron el istmo de Corinto y las murallas de la capital, y en el 547, los eslavos llegaron hasta Dyrrachium; pero fue en el 559, cuando se produjo la peor de estas incursiones, cuando los cotrigures dirigidos por Zabergan cruzaron en masa un Danubio helado y atravesaron Moesia y Escitia sin oposición alguna, hasta llegar a Tracia donde se dividen

en

tres

grupos

dedicados

215

al

saqueo

de

la

región219.

Conocemos la distribución de algunos de estos pueblos: los grandes grupos, tales como los lombardos, hérulos y gépidos, se asentaban en el curso medio del Danubio; en el borde del Mar Negro estaban establecidos los pueblos de raíz húnica como los sabiros o los utiguros, más allá del río Dniéper; y los cotriguros/kutriguros entre el Dniéper y el Danubio; los eslavos se asentaban entre los pueblos germánicos (gépidos) y los esteparios (sabiros). 216 La interacción entre estos pueblos y el Imperio se llevaba a cabo o en la misma frontera del Danubio o en los enclaves imperiales de Crimea. 217 Durante el reinado de Justiniano, únicamente, se realiza una incursión contra los pueblos asentados al norte del Danubio. Esta incursión la había realizado el magister militum de Tracia, Quilbudio, entre el 531 y el 533, más por iniciativa propia que por orden expresa de Justiniano. 218 En el 545, los antas pasan a ser foederati del Imperio encargándose de la defensa del delta del Danubio. 219 Uno marcha a Grecia, otro al Quersoneso tracio, mientras que el grupo principal marcha a Constantinopla.

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Fig. 6: El limes del Danubio con la correspondiente división administrativa de los Balcanes al final del reinado de Justino I. Online: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Balkans_6th_century.svg

El propio Zabergan con 7.000 jinetes se presentó frente a Constantinopla, donde, ante el inminente peligro, se convoca a Belisario, retirado desde la campaña contra los sasánidas del 548–549, para que encabezase el contraataque. Aunque Belisario logró derrotar a los cotrigures no pudo expulsarlos de regreso al norte del limes por lo que Justiniano se vio obligado a comprar con oro su retirada. Para el 557–558, llegan a la frontera los ávaros220 que en poco tiempo logran recrear una versión más modesta de la antigua Confederación huna, obteniendo la preeminencia en la región y jugando un papel fundamental en la posterior pérdida del control imperial de los Balcanes (Álvarez Palenzuela, 2002, 118; Pérez Rubio, 2013, 21–23; Vasiliev, 2003, 117–118).

5.4.- La Administración de las Nuevas Provincias del Imperio Tras la recuperación de las provincias del Norte de África (534), Italia (535– 554) y parte de las del sur de Hispania (552), así como de las islas del Mediterráneo Occidental: Baleares221, Cerdeña y Córcega; y de la ciudad–fortaleza de Septem222; Justiniano procede a estructurarlos siguiendo la antigua organización administrativa del Imperio Romano. De esta manera, se recupera la figura del Prefecto del Pretorio y se

220

Posiblemente, su llegada había provocado la repentina invasión de los cotrigures. Dependía de la antigua diócesis de Hispania 222 La actual Ceuta. Pertenecía a la Mauretania Tingitana que dependía de la antigua diócesis de Hispania. 221

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reorganizan tanto África como Italia, de acuerdo a ese esquema, como prefecturas del Pretorio. Los territorios reconquistados en la Península Ibérica se constituirían como una provincia aparte, llamada Spania, que dependería de la autoridad del magister militum de África (Ripoll López, 1996, 253). A continuación se procederá a detallar la estructura

administrativa

de

los

territorios

recuperados

de

Occidente:

Fig. 7: El Imperio Romano de Oriente a finales del reinado de Justiniano. Online: http://image.slidesharecdn.com/tema4-131005051830-phpapp02/95/tema-4-bizantinos-ycarolingios-12-638.jpg?cb=1380968559

La prefectura del pretorio de África223 se crea en el 534 y se componía, en un primer momento224, de los territorios de la franja costera que iban desde la Tripolitana a la Mauretania Caesariensis, a la que se incluía la fortaleza de Septem, y de Cerdeña, Corcega y de las islas Baleares225. Estos territorios se organizaron en siete provincias: Zeugitana o Zeugi Carthago226; Byzacena o Byzancium; Tripolís o Tripolitania;

223

Es la que nos proporciona la mayor parte de la información acerca de cómo el Imperio Romano de Oriente estructura la administración de las provincias occidentales. 224 A raíz de la creación de la provincia de Spania, la prefectura de África sufre ciertos cambios territoriales. 225 Existe cierto debate sobre si las Baleares pasaron a estar administradas por la provincia de Spania, cuando ésta se constituyó en el 552, o siguió siendo administrada por Cartago. 226 Se corresponde con la Proconsularis del s. IV.

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Numidia; las dos Mauritaniae227; y Sardinia,228 en cuya circunscripción se integrarían Corsica229, y, puede que, las Baleares. La prefectura tenía su sede en Cartago y poseía una administración civil230, compuesta por el prefecto del pretorio de África231, tres rectores consulares232 y cuatro praesides233 en calidad de gobernadores provinciales; y una administración militar, constituida por un magister militum234, un magister peditum y cinco duces235. La división entre el poder militar y el poder civil no fue permanente, habiendo períodos en los que las amenazas exteriores obligaron a concentrar, de forma temporal, ambos poderes en una solo persona, siendo éste el caso de Salomón236 que, entre el 534–536 y el 539–543, ostentó el cargo de prefecto del pretorio y de magister militum. (Álvarez Palenzuela, 2002, 114; Brehier, 1981, 164–165; Fuentes Hinojo, 1998, 303–306). La prefectura del pretorio de Italia se crea en el 540237 y se componía de la mayor parte, sino toda, de la Península Itálica y Sicilia 238. Tenía su sede en la ciudad de Ravena y aunque seguía el mismo planteamiento administrativo que la de África, con una separación entre el poder civil y el militar; en la práctica, este no era el caso. A raíz de la marcha de Belisario de Italia, en el 540, la prefectura pierde a su magister militum lo que provoca el surgimiento de la discordia entre los magistri militum que, ante la pérdida del comandante supremo y pese a que se nombra un prefecto del pretorio de 227

Mauretania Caesariensis y Mauretania Tingitana. La Caesariensis ocupaba la ciudad de Caesarea y algunos puertos costeros; y la Tingitana, renombrada como Mauritania Gaditana o Gadeira, abarcaba la fortaleza de Septem y sus alrededores. 228 Cerdeña. 229 Córcega. 230 Se debate sobre si estos funcionarios tenían un origen, exclusivamente, oriental (dominios del Imperio en Oriente) o, por el contrario, había una mezcla de funcionarios de origen oriental y africano (dominios del Imperio en el Norte de África) que podría haber afectado a la propia composición de la administración imperial de Oriente, donde se ha constatado la presencia de funcionarios civiles, militares y eclesiásticos procedentes de los dominios imperiales en Occidente (Soto Chica, 2012, 231–239) 231 Praefectus praetorio Africae. 232 Zeugi Carthago, Byzacium y Tripolis. El rector consularis era el cargo que reemplazaba al de Procónsul. 233 Numidia, las dos Mauritaniae y Sardiniae. 234 En principio, recaía sobre el magister militum de Oriente hasta que se crea el cargo de magister militum de África. Se desconoce la fecha de creación de este cargo, la primera mención data del 570. 235 Se distribuían de la siguiente forma: Tripolís (cuarteles en Leptis Magna), Byzancium (en torno al 545 se divide en dos ducados militares con cuarteles en Capsa Justiniana y Thelepte), Numidia (en Constantina), Mauretania Caesariensis (en Caesarea, posteriormente, se traslada, temporalmente, a Sitifis, hasta el 554) y Sardinia (en Caralis). Aunque la Mauritania Gaditana carecía de un Dux, en Septem había acantonadas tropas y una flota militar de dromones (navíos ligeros de guerra) al mando de un tribunus que respondía ante el Dux de la Mauretania Caesariensis. Es probable que en las Baleares ocurriera algo parecido con varios tribuni. 236 Subordinado de Belisario que queda al mando de la prefectura cuando éste retorna a Constantinopla. 237 En el mismo año en el que Belisario abandona Italia. 238 Sicilia estaría gobernada por un pretor y sería independiente, desde una fecha temprana, de la prefectura del pretorio de Italia.

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nombre Anastasio, empiezan a actuar por su cuenta por todo el territorio239. Después de que el territorio quede, definitivamente, pacificado en el 554, por medio de una Pragmática Sanción, Justiniano restablece la separación de poderes, quedando como prefecto del pretorio, Antíoco, y como magister militum, Narsés. No obstante, nuevamente, en la práctica, Narsés240 y sus subordinados, duces y tribuni, conservaron los poderes civiles. Debido a esto y a su cercanía a la capital la prefectura del pretorio de Italia, carecería de autonomía, como la que tenía la de África, ya que, tras la muerte de Narsés, pasaría a estar gobernada directamente desde Constantinopla (Brehier, 1981, 165). La provincia de Spania se crea en el 552 y abarcaría, en sus inicios241, una pequeña franja costera en el sur y sureste de la Península Ibérica 242, desde Gades hasta, poco más allá de, la antigua Cartago Nova, refundada como Carthago Spartaria. Esta última ciudad, sería reconstruida por las fuerzas imperiales, tras ser destruida, en el s. V, por los vándalos, y ostentaría la capitalidad de la provincia243. Además, con motivo de la creación de Spania, se le integrarían, junto con los dominios peninsulares, la Mauretania Secunda244, provincia creada a partir de la fusión de las provincias de la Mauretania Gaditana245 y la Mauretania Caesariensis246; y las islas Baleares. Debido a la escasez de fuentes247, se desconoce la composición de la administración civil y

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Esto causará el levantamiento de los ostrogodos. Ostentaría el cargo de patricius et dux de Italia. 241 La extensión del territorio de la provincia de Spania en la Península Ibérica es objeto de una gran controversia debido a la escasez de fuentes de información fidedignas y a la poca duración de la presencia del Imperio en la región, poco más de 70 años. Es sabido, que los sucesores de Justiniano ampliaron en sucesivas campañas contra los visigodos la extensión del dominio imperial en la Península, y, a su vez, los visigodos, en otras tantas, lo fueron reduciendo hasta lograr la expulsión definitiva de las fuerzas del Imperio a finales del primer tercio del s. VII. 242 Aunque no podemos saber con exactitud qué ciudades y regiones estaban bajo control del Imperio, tanto con Justiniano como con sus sucesores, si sabemos, gracias a la arqueología, cuáles fueron los núcleos urbanos que permanecieron mayor tiempo, cerca de 70 años, bajo control imperial, dándonos una idea de la posible extensión inicial de la provincia de Spania. Estos núcleos peninsulares son los siguientes: Iulia Traducta, Carteia, Malaca, Urci, Baria, Carthago Spartaria y Dianium (Vizcaíno Sánchez, 2007, 128–277) 243 Existe cierto debate acerca de si, antes de Carthago Spartaria, entre el 552 y el 570, Corduba o Malaca hubieran podido ostentar la capitalidad provincial. Las pruebas arqueológicas parecen desmentir esta posibilidad (Fuentes Hinojo, 1998, 310). 244 Tenía su sede en Septem. 245 Integrada por Septem y sus alrededores. 246 Compuesta por Caesarea y una pequeña franja costera del Norte de África, que incluía a varios puertos. 247 Para la organización civil y militar de la administración de la provincia en la segunda mitad del s. VI, la documentación disponible se reduce, prácticamente, a la Descriptio orbis Romani de Jorge de Chipre, escrita a finales del reinado de Mauricio, siendo posterior a la época de Justiniano. 240

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militar, se cree que el gobernador de la provincia tenía el título de Patricio248 y que pudo tener al menos un dux249. Además, al carecer, en un principio, de un magister militum250, la provincia estaba bajo la autoridad de la prefectura del pretorio de África251 (Barbero de Aguilera, 1987, 137–139; Fuentes Hinojo, 1998, 306–329; Ripoll López, 1996, 252–265; Vizcaíno Sánchez, 2007, 61–75 y 125–277).

6.- Consecuencias de la Renovatio Imperii La mayor consecuencia de la realización de la renovatio imperii es que, durante la mayor parte del reinado de Justiniano, el Imperio sufre un grave agotamiento económico y militar, agravado por la entrada en escena de la peste a mediados del s. VI; y aunque la economía imperial sufre una cierta mejoraría en los años finales de Justiniano, la crisis que había imperado hasta entonces, provocan que algunos de los territorios conquistados, principalmente, África e Italia; se vieran afectados por una fuerte inestabilidad producto de la carestía de medios económicos y materiales suficientes, con los que pagar regularmente a las tropas252, y reforzar y aprovisionar los ejércitos en campaña, que provocan que las guerras en Occidente se prolonguen en el tiempo253 con graves consecuencias, tales como la ruina del territorio de Italia254 o la deslealtad de la provincia de África255, producto de un sentimiento de agravio, tanto de la administración civil como de la militar, para con el Imperio. Otra consecuencia, fue que, para llevar a cabo las campañas en Occidente, el Imperio hubo de sustraer a las mejores tropas, los comitatenses, del limes oriental, lo que, a su vez, provocó que esta zona quedase, únicamente, defendida por lo peor del ejército imperial, los limitanei. La presencia de solo estas fuerzas en la frontera, obligó

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El fundador y primer gobernador de la provincia, Liberio, lo ostentaba, así como los sucesores en el cargo que nos son conocidos. 249 Se correspondería con el dux de la Mauretania Caesariensis, que al fusionarse esta provincia con la Gadeira, trasladaría su sede de Caesarea a Septem. Al integrarse a la provincia de Spania, se cree que traslada su sede a la capital provincial. 250 Se desconoce la fecha de creación del magister militum de Spania, la primera mención se produce en una inscripción de Carthago Spartaria que data del 589. 251 Existe cierto debate acerca de sí, Spania, tras la muerte de Justiniano y con un magister militum propio, dejo de depender de la prefectura del pretorio del África, que, en esas fechas, posteriores al 580, había pasado a ser un exarcado. 252 En el 535, los limitanei de África se rebelan por el retraso de la paga. 253 La guerra en África tiene lugar entre el 533 y el 548, mientras que la de Italia se prolonga desde el 535 hasta el 554. 254 Se destruye el potencial económico y demográfico, lo que conlleva una pérdida de la Romanidad. 255 Futura fuente de problemas para el Imperio.

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al Imperio a emprender una política a la defensiva en Oriente, dejando que los persas llevaran la iniciativa. Esto permitió a los sasánidas emprender ataques rápidos y devastadores, ante los que el Imperio era incapaz, prácticamente, de reaccionar. De hecho, Justiniano en determinados momentos se verá obligado a recurrir a los ejércitos privados de los senadores, los bucellarii y comitatus, para poder defender el limes oriental debido o a la falta de efectivos o a que las fuerzas imperiales en esta zona habían sido aniquiladas.

7.- Valoración Historiográfica A lo largo de la historia, el desarrollo y el impacto de la renovatio imperii ha sido objeto de estudio por parte de inminentes investigadores e historiadores que han elaborado una amplia variedad de trabajos sobre el tema. Dentro de estos trabajos nos encontramos que son mayoría los que se centran en el desarrollo y análisis de un aspecto fundamental de la renovatio, habiendo muy poco que en verdad hayan llevado a cabo una investigación profunda del conjunto de la renovatio. De éstas obras destacamos, especialmente, la de Pérez Rubio (2013), porque, pese a que no se centra en un tema concreto, nos presenta un análisis detallado de diversos aspectos de especial relieve para la consecución de la renovatio; y las tesis presentadas por Barros Montesinos (2008) y Soto Chica (2012) que nos ofrecen una completa investigación sobre el impacto de la política expansionista de Justiniano256. Dentro de la historiografía española, nos encontramos con numerosos autores que, centrando su ámbito de estudio en la presencia imperial en la Península Ibérica, nos ofrecen interesantes debates sobre la polémica extensión de Spania, su relación con la provincia de África o la posible estructura administrativa con la que contaba. Entre estos autores, destacamos las obras llevadas a cabo por Barbero de Aguilera (1987), Fuentes Hinojo (1998), Ripoll López (1996), Vallejo Girvés (1995 y 2009) y Vizcaíno Sánchez (2005 y 2007). Además, debemos destacar la traducción y el análisis de la obra de Procopio llevada a cabo por Flores Rubio (2006a y 2006b), que traduce los libros III–IV y V–VI de la Historia de las Guerras centrados, respectivamente, en la guerra vándala y la primera parte de la guerra gótica; García Romero (2000 y 2007), que traduce los libros I – II, centrados en la guerra persa, y VII – VIII, que tratan la segunda parte de la 256

Es, especialmente, relevante el estudio del ejército y de la economía del Imperio al final del reinado de Justiniano que nos ofrece Soto Chica.

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guerra gótica; y Signes Codoñer (2000) que nos ofrece una traducción y analisis de la Historia Secreta.

8.- Conclusiones Desde mi punto de vista parece que hay una falta de preparación logística para las campañas de occidente257, parece como si se actuara sobre la marcha, dando la sensación de que no esperaban conquistar el reino vándalo, como da a entender Procopio en las Guerras al explicar la fracasada expedición contra los vándalos, en el s. V, que había conllevado graves pérdidas económicas y materiales258, señalándolo como uno de los motivos de Juan de Capadocia259 para intentar convencer a Justiniano de no llevar a cabo la campaña y, posteriormente, sorprendiéndose del éxito de Belisario. De haberse llevado a cabo una mejor planificación militar y logística de la renovatio, se habrían dado cuenta, en mi opinión, de que, el primer objetivo debía haber sido Italia, no África, por su cercanía y su estado de debilidad propiciado por la minoría del rey ostrogodo y porque Sicilia podía ser utilizada como cabeza de puente para, posteriormente, atacar África260. Otro aspecto de la falta de preparación de estas campañas, es que en ningún momento se tiene en cuenta la posibilidad de que los persas, pese a la “paz eterna” del 532, aprovechen para atacar; lo que obliga a Justiniano a mover a sus generales, especialmente a Belisario, según las circunstancias, ahora en Occidente ahora en Oriente; Procopio afirma que esto se debía a la envidia261, y es posible que no se equivocase; pero a mi modo de ver la necesidad de contar para la defensa del limes oriental con su mejor general se erige en un importante argumento a favor de los actos de Justiniano. También tengo dudas acerca de lo que se considera falta de apoyo de Justiniano a Belisario, durante su segunda campaña en Italia en el 544 que termina en un sonoro fracaso, ¿en verdad, hubo falta de apoyo por parte de Constantinopla, o 257

Se diseñan como siguiendo la misma planificación de las campañas contra los persas: se moviliza a los comitatenses y se les manda a la batalla dejando que las provincias más cercanas al área de operaciones se encarguen de suministrar la logística. 258 Se pierden 130.000 libras de oro, 700 de plata y 600 naves. 259 El otro era la lejanía: señala que el viaje por mar era peligroso, existiendo, además, la amenaza de que la flota fuera interceptada por la poderosa armada vándala; y que el viaje por tierra duraba, aproximadamente, unos cinco meses. 260 De hecho, Belisario la utiliza como paso intermedio para atacar, desde África, Italia. 261 Buscaba evitar, según él, que Belisario siguiera logrando obtener más gloria de la que tendría el propio Emperador.

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nuevamente, nos hallamos ante una preparación precaria de la campaña? Yo creo, que es la segunda, en África, en el 533, e Italia, entre el 536–540; Belisario había logrado conquistarlas, rápidamente, con unas fuerzas exiguas debido, principalmente, a un hecho que muchos historiadores parecen olvidar: el grueso de las fuerzas enemigas, tanto de los vándalos como de los ostrogodos, se hallaban combatiendo lejos de sus respectivos reinos, los vándalos en Cerdeña, y los ostrogodos más allá de los Alpes. De hecho la campaña de Italia, del 535 al 540, debería haber servido como ejemplo de lo que estaba por venir262. Pero estas victorias habían hecho creer a Constantinopla que las exiguas fuerzas que las habían conquistado podían volver a hacerlo, ¿Por qué cambiar algo que se sabía que ya había funcionado? Además, se acusa al poder imperial de no prestarle suministros a Belisario, pero acaso los había proporcionado en el 540, cuando este es reclamado para combatir contra los persas, dejando en Italia a varios magistri militum, que ante la falta de provisiones, el retraso en las pagas, etc.; empiezan a saquear las tierras de Italia, con las graves consecuencias que conllevó; o después de retirarlo, en esta segunda campaña, en el 548263. Según las fuentes, la renovatio tenía como objetivo restaurar la unidad político– religiosa y territorial del Imperio. En vista de que, aunque logró una especie de unidad política264, no acabó con el arrianismo y de que no logró recuperar más que unas pocas provincias del Imperio (en África, Hispania e Italia) debemos afirmar que su proyecto fue un rotundo fracaso. Esto nos indica que el objetivo de recuperar la antigua unidad del Imperio que nos presentan las fuentes como la fuerza motriz de la política expansionista en Occidente, es producto de una revisión a posteriori de todos los sucesos acaecidos durante el reinado de Justiniano; siendo lo más razonable pensar que la expansión se inició por motivos económicos y fruto de las oportunidades que se les presentaron a Justiniano, que por que éste lo hubiese planeado todo desde un principio. La renovatio no solo fue un fracaso, sino que tuvo efectos contraproducentes derivados de la actuación del imperio en los territorios conquistados, siendo el caso más

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Las rápidas conquistas se van ralentizando a medida que las fuerzas ostrogodas retornan a Italia, la incapacidad ostrogoda se debe más al hecho de haber estado defendiendo sus posesiones del otro lado de los Alpes frente a los francos y a la sorpresa por el ataque (creían que el motín de las tropas imperiales de África aún continuaba), que a la superioridad militar de los romanos o al genio de Belisario. 263 Además, en esta campaña, el despliegue de buena parte de sus fuerzas en la defensa del limes oriental y los efectos catastróficos de la peste hacían, prácticamente, imposible el envío de refuerzos y suministros de forma, más o menos, constante a Italia desde Constantinopla. 264 Se crea un código legislativo para el conjunto del Imperio Romano, no solo la pars oriental, y se consigue que algunos monarcas germanos reconozcan la superioridad del emperador de Constantinopla.

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destacado el de Italia, donde la guerra contra los ostrogodos, no solo provocó la ruina del territorio sino que causó una grave pérdida de la Romanidad en toda Italia, a raíz de la desaparición del pueblo ostrogodo y la llegada de otro pueblo bárbaro, ajeno al mundo romano y que el propio Imperio había utilizado para completar la conquista: los lombardos. Otro de los objetivos de la renovatio, era obtener nuevas fuentes de recursos con los que hacer frente a las amenazas del imperio y con los que paliar la carga fiscal de los súbditos de Oriente. Nuevamente, esto no se cumple. Los gastos de las campañas son tan elevados que obligan a Justiniano a aumentar la carga fiscal y a echar mano de su tesoro privado para seguir financiando las guerras en Occidente. Los costes estimados de las campañas de África (533–548) e Italia (535–554) ascenderían a 8.000.000 y a 16.000.000 de sólidos, respectivamente. A esto se uniría los gastos anuales en los limitanei, administración, etc.; Al final del reinado el balance se tornaría positivo, sobre una base demográfica de unos 33.000.000 de súbditos, el Imperio ingresa anualmente 9.500.000 de sólidos y gasta 9.100.000 de sólidos, quedando un saldo positivo de 800.000 sólidos265. Visto este balance estimado, proporcionado por José Soto Chica (2012, 177– 211), podemos analizar si, realmente, era necesario recurrir a Occidente para hacer frente a Oriente, y como muchos historiadores dicen salvar al Imperio ante, primero, el auge sasánida y, luego, el musulmán. Yo no lo creo, de hecho, creo que el giro hacia Occidente es la principal causa del auge sasánida y de la posterior incapacidad del imperio para contenerla. Es en la adopción de una política a la defensiva en Oriente, en beneficio de una política agresiva en Occidente, lo que permite obtener la iniciativa a los persas y que obligaría al Imperio a recurrir, de forma sistemática, a la firma de tratados de paz con los sasánidas sumamente costosos, en su conjunto; la principal causante de las dificultades del Imperio en las décadas siguientes a la muerte de Justiniano.

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Los ingresos y gastos del Imperio, estimados al final del reinado de Justiniano, se encuentran repartidos de la siguiente forma: África, incluyendo la hacienda privada de Justiniano en la provincia, ingresa 1.400.000 de solidos; Italia, 700.000; Egipto, con la Cirenaica, 3.000.000; Asia menor, Armenia romana, Chipre, 1.400.000; Siria-Palestina, Arabia-Mesopotamia, 2.000.000; Sicilia y Spania, no menos de 200.000; Constantinopla, islas del Egeo, Balcanes y posesiones de Crimea, 700.000. Se gasta en el ejército, 6.200.000; administración, 1.100.000; en el mantenimiento de la corte y asuntos privados, 800.000; diplomacia y tributos a persas y subsidios a otros pueblos, 500.000; beneficencia, ceremonias, obras públicas, donaciones a la iglesia, etc., 500.000.

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En definitiva ¿para que sirvió la renovatio, si fracaso en sus objetivos y trajo grandes perjuicios para el Imperio? Yo creo que la renovatio imperii fue un mal necesario que permitiría a Oriente “desligarse”, definitivamente, del glorioso pasado de Roma y su Imperio, para empezar a transitar un nuevo camino centrado en la búsqueda de un futuro glorioso para Constantinopla y su Imperio, siendo aquí, a partir de este momento, cuando en verdad podemos hablar del Imperio Bizantino.

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10.- Tabla de Figuras Figura 1: Mapa donde se muestra la localización de los reinos de Lázica e Iberia, pág. 7. Figura 2: Mapa donde se muestra la extensión inicial y final del Imperio Romano de Oriente durante el reinado de Justiniano, pág. 13. Figura 3: Mapa donde se muestra el limes oriental del Imperio, pág. 21. Figura 4: Mapa donde se muestran las provincias del limes oriental que sufrían las principales incursiones de la Persia Sasánida pág. 22. Figura 5: Mapa donde se muestra la posible extensión de la provincia de Spania, pág. 40. Figura 6: Mapa donde se muestra el limes danubiano y la división administrativa de los Balcanes, en diócesis, a finales del reinado de Justino I, pág. 42. Figura 7: Mapa donde se muestra la extensión del Imperio Romano de Oriente al final del reinado de Justiniano, pág. 43.

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