El pueblo somos todos. El kirchnerismo y la aprobación de la ley del matrimonio igualitario.

July 13, 2017 | Autor: Paula Biglieri | Categoría: Kirchnerismo, Populismo, Matrimonio Igualitario
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Descripción

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Seguimos la definición de discurso de Laclau y Mouffe (1985) según la cual la noción de discurso no se refiere solamente a la palabra dicha o escrita, sino a toda relación de significación. Así, entender las relaciones sociales como discursivas lleva claramente más allá de la noción puramente lingüística de discurso. Así, estos autores suponen que el campo de lo discursivo se superpone con el campo de las relaciones sociales y que éstas son tales porque tienen y producen sentido.
Rancière (1996) afirma que toda comunidad está atravesada por un daño inerradicable que se manifiesta de dos maneras: por un lado, como la parte de de la comunidad que carece de parte. Y, por otro, cuando la palabra de esa parte de la comunidad es definida como mero ruido. Entonces, el daño consiste en considerar a una emisión sonora como mero ruido, no como logos. El orden policial, en tanto que distribuidor de las participaciones y jerarquías en lugares y funciones de la comunidad, separa el discurso del ruido.
Laclau (2005: 98) bien plantea la importancia política de la transición de la petición a la reivindicación como un movimiento decisivo hacia el populismo.
Laclau (2005) propone para el estudio de casos de la constitución de grupos que optemos por las demandas como categoría de unidad de análisis. No se trata pues de trabajar a partir de individuos o grupos ya constituidos, sino de comprender a éstos últimos como efectos de articulaciones discursivas. Laclau distingue entre democráticas o particulares y populares. Y recurre a la lógica de la equivalencia y la lógica de la diferencia para explicarlas. Estas demandas, las populares, son las que de forma incipiente comienzan a constituir un pueblo. Para una problematización de la categoría de demanda ver: Biglieri, P. y Perelló, G. Los usos del psicoanálisis en la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau. Buenos Aires, Grama ediciones, 2012.
Se trataba de presentar un recurso de amparo para que se declarasen inconstitucionales los artículos del Código Civil que impedían el matrimonio entre personas del mismo sexo, después de que el Registro Civil rechazara la solicitud de matrimonio de alguna pareja del mismo sexo.
El movimiento LGBT es heterogéneo y al interior del mismo y de cada una de las agrupaciones que lo componen hubo un extenso debate sobre si la demanda a plantear debía ser la unión civil –a nivel federal– o el matrimonio. En todo caso, la discusión al respecto excede los objetivos de este texto.
De hecho en el año de 2004 cuando organizaciones del movimiento LGBT protagonizan la redacción de dicho documento sancionado en el decreto 1086/2005 del entonces presidente Néstor Kirchner, la demanda planteada es aún por la unión civil y no por el matrimonio.
Tomamos aquí la definición doble que Laclau y Mouffe (1985) hicieron del antagonismo. Por un lado, como "el límite de toda objetividad". "Es decir, el antagonismo lejos de ser una relación objetiva nos enseña los límites de la objetividad. Es la experiencia del límite del orden (…) un núcleo traumático alrededor del cual se estructura el orden (campo socio-simbólico), vale decir, lo social". (…) Y, por otro lado, como "la presencia del otro que me impide ser yo mismo". "Es decir, en donde el antagonismo es problematizado en términos imaginarios. Recordemos que para Lacan justamente lo imaginario en primer término, se define como el lugar del yo por excelencia, con sus fenómenos de ilusión regidos por las leyes de la gestalt. El registro imaginario tiene que ver esencialmente con la imagen, con la representación (en tanto lo que se vuelve a presentar en lugar de una ausencia), con el intento de síntesis, de unificación, de cierre de sentido. De este modo, definir al antagonismo como "la presencia del otro que me impide ser yo mismo" implica ya alguna forma de inscripción de lo real traumático constitutivo de toda identidad. La posibilidad de establecer una frontera que delimite un nosotros y ellos, es una forma de "representar lo irrepresentable". Tomemos en cuenta por ejemplo cómo definen Laclau y Mouffe al antagonismo, recurriendo a Wittgenstein. Lo definen como "testigo" de la imposibilidad, como una relación en la que se muestran los límites de toda objetividad, en tanto que lo que no se puede decir se puede mostrar. Y aquí vamos a centrar la atención tanto en la función del testigo como en el término mostración, ambos corresponden definitivamente al orden de la imagen, estrictamente hablando, al registro imaginario. Tenemos derecho, en este punto, de emplear la metáfora del espejo que sirvió a Lacan para comprender la constitución del yo. Las identidades sólo pueden conformarse a través de su relación con el otro, con lo que no es. Así, y en todos los terrenos, la configuración de una identidad implica el establecimiento de una diferencia, y el éxito de su afirmación estriba en su capacidad de excluir, de dejar fuera al otro. Pero, al mismo tiempo, dependiendo de esta definición del otro para su constitución. Es así que una relación especular de este tipo expresa necesariamente una relación antagónica, en tanto "la presencia del otro que me impide ser yo mismo". Así pues, ante la imposibilidad de que una identidad se configure de manera cerrada entonces constituyo mi presencia a partir de la identificación con otro que de manera especular me hace saber de mi presencia, pero a la vez la amenaza. Es aquí, en esta puesta en escena de la rivalidad con el otro, en donde el antagonismo es constitutivo de la identidad, identidad que tendrá que distinguir su presencia por medio de la exclusión, para así diferenciarse de la pura disgregación de elementos. El antagonismo representa esta relación especular que permite establecer una identidad que en su precariedad se ve amenazada porque su existencia es tributaria de la presencia del otro" (Biglieri, P. /Perelló, G.: 2011, 48-54).
Habilitados judicialmente ya se habían realizado varios matrimonios entre parejas del mismo sexo, lo que había desatado posiciones encontradas entre jueces del mismo o distinto fuero, asociaciones de abogados, etc. A su vez, la realización de estos matrimonios empujó a diversos políticos a tomar posiciones. Por ejemplo, ante la controversia judicial tenemos el caso de la gobernadora de Tierra del Fuego –Fabiana Ríos– aliada del kirchnerismo quién autorizó la realización del primer matrimonio y también el caso del Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires – Mauricio Macri– quién sostuvo una posición zigzagueante y finalmente bloqueó la posibilidad de que el primer matrimonio se realizara en la ciudad capital. Mientras que, después de que se cayera su tratamiento en el período legislativo anterior cuando el bloque mayoritario del oficialismo decidiera no tratarlo en la Cámara de Diputados para evitar polémicas con el Papa Benedictino XVI dado el viaje coincidente de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner al Vaticano, la nueva presentación del proyecto fue acompañado por las firmas del presidente del bloque de diputados del kirchnerista Frente para la Victoria, (FPV) Agustín Rossi; la presidenta del bloque del Partido Generación para un Encuentro Nacional (GEN), Margarita Stolbizer; María Luisa Storani de la Unión Cívica Radical (UCR); Cecilia Merchán –entonces– de Libres del Sur; Nora Iturraspe de Solidaridad e Igualdad (SI); Liliana Parada de Proyecto Sur; Martín Sabbatella de Nuevo Encuentro y Jorge Rivas y Ariel Basteiro del Partido Socialista.
Vale aclarar que soterrar no implica borrar. Es decir, las huellas de una particularidad nunca se eliminan por completo al entrar en una cadena de equivalencia.
Corrales y Pecheny (2010) analizan los factores determinantes para alcanzar la aprobación de la ley en donde ponderan el papel de la Iglesia Católica. Así enumeran: la débil penetración religiosa en la sociedad argentina –expresada en la forma de secularismo social–, la relación superficial de los partidos políticos con la Iglesia, la fuerte influencia de la legislación internacional, los recursos legales a nivel nacional, el sistema político democrático entendido como democracia plebiscitaria y la voluntad política del Poder Ejecutivo de asumir el riesgo de la disputa pública con la Iglesia y también el posible quiebre, que esto podría haber implicado, al interior del partido.
Me refiero a las lecturas periodísticas que se hicieron respecto de que el mentado "padre de la mentira" aludido por Bergoglio era Néstor Kirchner, el ex presidente de la Argentina con quién mantenía una relación distante. Y a la reacción de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, quién afirmó: "Expresiones como la 'guerra de Dios' o 'proyecto del demonio' remiten a tiempos de la Inquisición, sobre todo viniendo de aquellos que deberían instar a la paz, a la tolerancia, a la diversidad y al diálogo, o por lo menos eso es lo que siempre dijeron en los documentos (…) Parece el tiempo de las Cruzadas, me imagino a Rolando a conquistar el Santo Sepulcro. Eso no es bueno porque nos plantea como sociedad un lugar en el que nadie quiere estar". La presidenta también aprovechó la ocasión para expresar su apoyo a la ley y aseguró que quería que se supiera de qué lado había estado cuando se recordara el debate sobre los derechos de las parejas homosexuales, y aseguró que la reforma al Código Civil en algunos años iba a ser vista como una discusión anacrónica. (Bimbi, 2010: 498-499).
Originariamente denominada Putos Peronistas de La Matanza, la Agrupación Nacional Putos Peronistas es oriunda del Partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires. Uno de los distritos más populares y populosos del país.
Agrupaciones partidarias de distinto signo político, como por ejemplo el Partido Socialista, también han desarrollaron su rama de la diversidad.
Acusaciones de este tipo se le han hecho desde diversos sectores políticos y también desde ciertos sectores del ámbito intelectual. Las cuales han puesto en duda las "verdaderas" intenciones que esconde el kirchnerismo detrás de la promoción de determinadas políticas públicas. En todo caso, siempre se trataría de una simulación para ganar votos (por ejemplo con la Asignación Universal por Hijo), controlar opositores (con la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual), desacreditar otros espacios institucionales para ganar poder, etc. Asimismo, vale aclarar que desde la perspectiva teórica en la cual nos movemos, rechazamos cualquier análisis que se base en las "intenciones" del líder. En primer lugar, porque no resulta una variable a considerar en un trabajo de investigación riguroso, difícilmente un investigador pueda conocer las intenciones de un líder aunque pudiera entrevistarlo. En segundo lugar, porque podría afirmarse que la "intención" de todo político es sumar votos y acumular poder en el sentido de que aspira a plasmar su proyecto político. Pero, en tercer lugar, y por sobre todo aún aunque pudiesen ser conocidas dichas "intenciones" de nada sirven para un análisis político. Porque la política se cifra en una relación (ya hemos mencionado gobernantes-gobernados, líder-seguidores, representantes-representados, etc.) por lo tanto lo que cuenta es aquello que resulta de dicha relación. Finalmente, debemos señalar que descartamos la noción de ya que remite a la división base material – super estructura, categorías que hemos abandonado al movernos hacia la teoría del discurso.
Para un desarrollo teórico del lugar del líder ver Biglieri / Perelló, Los usos del psicoanálisis en la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau. Buenos Aires: Grama ediciones, 2012.
Para un desarrollo del concepto de emancipación presente en este trabajo ver el apartado teórico al final de este volumen.


El pueblo somos todos. El kirchnerismo y la aprobación de la ley del matrimonio igualitario.
Paula Biglieri, UNLAM-UBA/Conicet
Introducción
La madrugada del 15 de julio de 2010 encontró a los argentinos con la aprobación de la ley conocida popularmente como "matrimonio igualitario". Después de haber ocupado gran parte de la escena política y desatado un debate que excedió largamente las paredes del Congreso de la Nación, el Senado sancionó por 33 votos a favor y 27 en contra, la norma que habilitó el matrimonio para personas del mismo sexo. La aprobación convirtió a la Argentina en el primer país de América Latina, y el décimo en el mundo, en reconocer iguales derechos a todas las parejas y familias.
El festejo se desató entonces en las inmediaciones de la Plaza de los Dos Congresos en donde una multitud de militantes y simpatizantes a favor de la aprobación de la norma se manifestaba. Pero esas mismas inmediaciones habían sido en los días previos también escenario de nutridas expresiones públicas de rechazo, expresadas fundamentalmente a través de grupos religiosos ya fueran estos evangelistas, católicos o de otro tipo de expresiones devocionales. En este sentido, se trató de una norma fuertemente militada, tanto a favor como en contra. Tan así que hasta la noche misma de la aprobación de la norma, la controversia desatada había generado un contexto de disputa tal que se hacía imposible predecir el desenlace que el debate podía llegar a tener.
El objetivo de este texto es indagar qué lugar ocupó la articulación populista kirchnerista en el debate y la aprobación de la ley y, al mismo tiempo, cómo impactó esa misma polémica en dicha identidad política. Para ello seguiremos dos direcciones, por un lado, intentaremos reconstruir el contexto discursivo o más precisamente el entramado discursivo que prevaleció y que habilitó la aprobación de la ley. Por otro lado, procuraremos establecer los efectos que la polémica y la posterior aprobación de la ley generó en los propios sujetos involucrados, esto es, el universo de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) –en particular aquel identificado con el kirchnerismo-.
El pueblo somos todos
"Matrimonio gay", "matrimonio homosexual", "matrimonio entre personas del mismo sexo", "matrimonio para todos y todas", "casamiento entre personas de igual sexo", "matrimonio entre iguales". Matrimonio igualitario. Ley aprobada. El gran éxito de los movimientos de lesbianas, gays, bisexuales y trans de la Argentina fue, en primer lugar, haber logrado inscribir la demanda por el matrimonio en el espacio discursivo. Es decir, que hayan instalado dicha demanda de manera que fuera reconocida como tal y, en este sentido, no sólo que haya dejado de ser el mero ruido, en el sentido en que lo plantea Rancière (1996), producido por un grupo subalterno sino que se haya tornado en una reivindicación circulante en el espacio social argentino. Si la demanda, tal como lo define el Diccionario de la Real Academia Española, puede implicar cualquier solicitud, petición o inicio de una acción judicial, la reivindicación supone el reclamo y la exigencia de una cosa que no se tiene y a la que se cree tener derecho, en otras palabras, la entrada a la comunidad. Además si la reivindicación es sostenida por un grupo y a partir de allí se plantea una disputa sobre los sentidos adosados al matrimonio y, en consecuencia, respecto de la igualdad, estamos ante una polémica en toda su dimensión política.
En segundo lugar, fue haber logrado que la demanda particular (el matrimonio a través del lema "los mismos derechos con los mismos nombres") deviniera en una demanda popular. Entendemos, tal como lo presenta Laclau (2005), por demanda particular a aquella que, satisfecha o no, permanece aislada del proceso equivalencial y por demanda popular a aquella que establece una articulación equivalencial y pasa a constituir una subjetividad social más amplia. La demanda planteada por un grupo subalterno –el colectivo LGBT- al momento de ser tratada en el parlamento ya había devenido en una reivindicación popular en la medida en que entró en equivalencia con otros elementos constitutivos de una subjetividad más amplia: la del pueblo argentino. Ambos logros se entrelazan con el kirchnerismo.
La inscripción de la demanda. Consideremos entonces el primer logro. De alguna manera podríamos fechar el año de 2002 –cuando en la ciudad de Buenos Aires se aprobó la unión civil– como el momento de aparición del reconocimiento del vínculo amoroso entre personas del mismo sexo como un tema de la política. Sin embargo, el carácter restringido en cuanto a derechos y la condición territorialmente acotada de la unión civil tuvo el efecto paradójico de presentarse al mismo tiempo como un logro –fuertemente militado– frente a la situación inmediata anterior y como una relativa clausura de cualquier posibilidad de ampliación de la disputa. La unión civil quedó establecida como un tema menor, poco importante, secundario, acotado a una minoría. En un contexto discursivo desfavorable la debilidad del movimiento LGBT se plasmaba en que la reivindicación por la unión civil quedaba inscripta como la demanda de un grupo particular reducido, sin mayor alcance social ni potencia política. No estaba entonces disponible en el entramado social el significante igualdad. De allí que a pesar de alguna que otra protesta, los grupos conservadores podían quedarse aliviados, la cuestión no iba más allá y el statu quo permanecía inconmovible.
No será hasta el año de 2007 que la demanda por el matrimonio se formule como tal, cuando el movimiento LGBT (en particular a través de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans –FALGBT–) inicia como estrategia política una campaña dirigida a judicializar el reclamo. La presentación del primer recurso de amparo (seguido posteriormente por otros) abrió el debate judicial e instaló la disputa política. ¿Qué había cambiado respecto del año de 2002? El contexto discursivo se había vuelto propicio para la inscripción de esa demanda.
Si entendemos la política como la relación entre gobernantes y gobernados, representantes y representados o líder y pueblo, estamos desde el vamos descartando cualquier posibilidad de unilateralidad de la voluntad política de quién gobierna, representa o lidera, sino por el contrario, se trata justamente de una acción que involucra una relación. Entonces, podemos decir que el nuevo contexto discursivo que posibilitó la inscripción de la demanda por el matrimonio se jugó en esta relación. Por una lado, con la decisión política –al menos de parte de las agrupaciones que nucleaban a los sujetos directamente involucrados– de ir por la reivindicación del matrimonio para personas del mismo sexo y, en este sentido, emprender una campaña nacional que involucrara a diversos referentes comunicacionales, sociales y políticos de distintas extracciones políticas. Y, por otro lado, con la decisión política del gobierno nacional de buscar articular su armado político –el kirchnerismo– anclado en la igualdad y propiciar, en consecuencia, políticas de Estado en pos de su verificación. Puntualmente en lo que refiere a las reivindicaciones del movimiento LGBT en el año de 2005 el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) aprobó el decreto 1086 del documento "Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación" como lineamiento general en términos de política de Estado y estableció que el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) debía encargarse de coordinar la ejecución de las propuestas allí diseñadas. La elaboración de dicho documento estuvo a cargo de diversas instituciones nacionales y organizaciones sociales, entre ellas, el movimiento LGBT. La importancia radical de dicho decreto del presidente Néstor Kirchner fue que reconoció la responsabilidad del Estado respecto de "combatir la discriminación, la xenofobia y otras formas de intolerancia" (…) y "proteger eficazmente a los sectores victimizados promoviendo los principios de igualdad y equidad dentro de la sociedad argentina" (…) a través de "la formulación y aplicación de estrategias, políticas, programas y acciones orientadas a la lucha aludida" (…) que "deberán ser llevadas a cabo eficiente y rápidamente" (PEN, Decreto 1086/2005). El gesto político habilitó a que el Estado se pudiera ofrecer como superficie de inscripción de las demandas de grupos subalternos en un sentido igualitario.
Así, mientras el kirchnerismo como fuerza política al mando del Estado desde 2003 buscaba constituir la relación entre gobernantes y gobernados a partir del punto nodal igualdad y con ello propiciaba la formación de un nuevo entramado discursivo, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) –creada en 2005– con la decisión de impulsar la demanda por el matrimonio en términos de reivindicación igualitaria abonó a la construcción de dicho entramado. "Nosotras queremos los mismos derechos y con los mismos nombres" afirmaba para el periódico Página 12 (14/02/2007) María Rachid, líder de la FALGBT y quién presentara –junto con su compañera Claudia Castro– el primer amparo judicial.
El contexto político local, sumado a un cierto contexto internacional favorable –con la aprobación del matrimonio para personas del mismo sexo en España como antecedente, de hecho la consigna "los mismos derechos con los mismos nombres" provenía de aquel país– más la decisión política de la FALGBT hicieron que la reivindicación por el matrimonio dejara entonces de escucharse como un mero ruido, si bien para sus más acérrimos detractores nunca dejó de presentarse como una propuesta aberrante o descabellada de un grupo de menor importancia, la demanda quedó así inscripta en su particularidad y un nuevo antagonismo instalado en el espacio social.
De una demanda particular a una demanda popular. El kirchnerismo en tanto articulación populista (ver Biglieri/Perelló, 2007) y, tal como hemos mencionado como fuerza política al mando del Estado ha ido formando la relación entre gobernantes y gobernados a partir del punto nodal igualdad. Esto es, se ha ido constituyendo por diversos elementos que componen una cadena equivalencial sobredeterminada en el significante igualdad. Por lo tanto, el elemento igualdad es punto nodal de condensación de la identificación con el kirchnerismo. Evidentemente esta identidad no estuvo dada de antemano al asumir Néstor Kirchner la Presidencia de la Nación, ni se conformó inmediatamente después de que lo hubiera hecho, sino que fue constituyéndose a partir de la práctica articulatoria que puso en relación equivalencial una serie de elementos y al hacerlo produjo efectos de fronteras y una división entre un "nosotros" y un "ellos". Devino en una identidad como efecto de los diversos antagonismos que al mismo tiempo que la amenazaban le fueron dando forma y contenido. Vale decir, la propia conformación de la identidad kirchnerista fue construyéndose y modificándose al calor de las victorias y derrotas del ciclo político que desde 2003 lo tienen como protagonista.
Por ello, al momento de que se lanzara la demanda por el matrimonio había allí ya dado un sustrato discursivo que se encontraba atravesado por diversos antagonismos anclados en reivindicaciones sociales presentadas por grupos subalternos de distinta índole, de manera tal que el espacio social se encontraba abierto para recibir demandas asociadas con desfavorecidos, grupos vulnerables, minorías, etc. en pos de la justicia social, la inclusión, la distribución y la equidad. Si observamos las estrategias discursivas en torno a los distintos antagonismos que protagonizó, el kirchnerismo siempre tomó posición a partir de identificarse con el pueblo argentino en pos de alguna causa en favor de algún grupo significado como desfavorecido.
Cuando a comienzos del año de 2010 ingresó nuevamente en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación el proyecto de ley que habilitaba el matrimonio para personas del mismo sexo, la disputa ya había atravesado el ámbito judicial, el político e iba camino a instalarse como una gran polémica nacional. Pero, nótese que aún la reivindicación no había adquirido aún su mote de igualitario. ¿Cuándo pasó la reivindicación por el "matrimonio homosexual" a denominarse "matrimonio igualitario"? Cuando esa demanda dejó de ser una demanda particular para convertirse en una demanda popular. En efecto, el elemento clave para poder considerar el movimiento yace en el significante "matrimonio igualitario". La ley después de ser denominada en relación con la particularidad del colectivo subalterno demandante (matrimonio gay, homosexual o entre iguales, etc.) quedó asociada a la demanda por la igualdad. Soterrando así las huellas de su particularidad quedó asociada a una superficie más amplia, acorde con la figura del pueblo articulada en ligazón con el kirchnerismo.
El kirchnerismo ha ido afianzándose como una articulación populista en la medida en qué se hizo del nombre del pueblo. El pueblo como figura política ha estado identificado con el kirchnerismo y viceversa. Ha generado una dicotomización del espacio social un nosotros "el pueblo" y un ellos "el no pueblo". Si el primer lugar de enunciación –el pueblo– se articula a partir del significante vacío igualdad y se enlazan allí demandas de diversa índole en donde se apela a la reivindicación de los "de abajo" en oposición a los dominadores, explotadores, excluidos, oprimidos, etc., el segundo lugar de enunciación -el no pueblo o los enemigos del pueblo- se enlaza a una serie diversa de elementos identificados justamente en oposición al pueblo. Se trata de los explotadores, los dominadores, los opresores, en definitiva, quienes sostienen en el statu quo una situación de privilegio sin considerar o sustentada en algún tipo de desigualdad. Así, convertida en demanda popular entró en equivalencia con las luchas del campo popular –militada por el kirchnerismo y apoyada abiertamente por sus líderes en particular el ex–presidente Néstor Kirchner y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner– adquirió toda su potencia reivindicativa y se ubicó en el espacio discursivo como el significante en donde convergieron la mayor cantidad de elementos polémicos hasta –al menos– la aprobación de la norma.
Tal como aconteciera en 2008 con el antagonismo en torno a la resolución 152 que desató el denominado mediáticamente "conflicto con el campo" o en 2009 con la ley de servicios de comunicación audiovisual –conocida como la ley de medios–, el kirchnerismo entabló una polémica política con todos los condimentos que ello supone: el establecimiento de un objeto de la disputa y un enemigo en relación con ese objeto. Sigo en este punto a Arditi quién respecto del estatuto de lo político en su lectura de Schmitt sostiene que "(…) de hecho la estructura de lo político es al menos triádica. Las agrupaciones de amigos y enemigos son dos de sus componentes, y el tercero es el 'algo' que está en disputa y que puede ser obtenido mediante esa disputa. Este tercer elemento puede representar varias cosas: posiciones y objetivos de poder deseados por las partes en pugna, apoyo de los que aún no se han definido en torno a la posición amigo –enemigo en cuestión, reconocimiento de interlocutores y reclamos, la incorporación de un tema en la agenda pública, defensa de un principio o simplemente búsqueda de bienes simbólicos como la solidaridad o la participación. En realidad, se trataría de una estructura cuaternaria más que triádica: la política no ocurre en un vacío, sino en un contexto institucional que brida el cuarto elemento. El contexto no es neutral, puesto que imprime una forma específica a la relación política: no se hace política en un contexto democrático de la misma manera que en uno dictatorial o uno totalitario" (1995, 345). Entonces, en 2008 se trató de la renta agropecuaria como objeto de la disputa para una redistribución más equitativa de la riqueza en contra de las grandes corporaciones económicas –encarnadas por las entidades patronales agropecuarias-; en 2009 se trató de la democratización en pos de un acceso igualitario del espacio público en contra de la voz hegemónica de los medios de comunicación dominantes –encarnados en el Grupo Clarín– y en 2010 fue el caso de la lucha por el matrimonio igualitario en contra de la iglesia católica, los evangelismos y los sectores políticos conservadores asociados a tales posiciones religiosas. En un espacio discursivo dicotomizado cualquier demanda que el kirchnerismo reivindique como propia tiene un efecto binario. Es decir, la toma de posición a favor genera una automática identificación con el kirchnerismo o una sospecha de que se ha "vendido" o se está jugando políticamente a favor del enemigo. Prueba de ello es la posición incómoda en la que se encontraron ciertos sectores de la oposición (ya sea político partidaria, mediática o social) que podían apoyar la reivindicación del matrimonio igualitario pero que afanosamente buscaban desmarcarse de la posición del kirchnerismo.

Ilustrémonos con dos ejemplos tomados de la narración de un militante del movimiento LGBT. El primero en cuanto a la posición de los medios de comunicación opositores al kirchnerismo. "A partir del momento en que el kirchnerismo empezó a jugar fuerte en apoyo a la ley, empezamos a notar un cambio en la actitud de alguno de los medios de comunicación con relación al debate. El tema empezó a pasar de la sección "sociedad" a la sección "política", con todo lo que ello implica. Cuando la comisión presidida por Negre de Alonso sacó el dictamen en contra del matrimonio gay, los medios del grupo Clarín lo planteaban como una "derrota del Gobierno". En el canal de noticias TN, un notero entrevistaba al senador Luis Juez y le reclamaba por su firma en el dictamen favorable.
–Usted es un senador de la oposición pero apoyó este proyecto del kirchnerismo, ¿por qué? –preguntaba el periodista.
–No es un proyecto del kirchnerismo. En la Cámara de Diputados, lo apoyaron legisladores de casi todos los bloques. No tiene nada que ver… (…)
–Pero, senador, el proyecto lo impulsa el gobierno…
–¡No tiene nada que ver! (…)
En otra nota, en el zócalo, aparece la expresión "ley de matrimonio K", una frase que recordaba a la que el Grupo había usado contra la ley de servicios de comunicación audiovisual, a la que llamaban "ley de medios K". Ahí nos preocupamos. Si, por su enfrentamiento con el gobierno, el Grupo Clarín comenzaba a jugar en contra del proyecto, sumábamos un enemigo inesperado y poderoso" (Bimbi, 2010: 501).
El segundo ejemplo respecto de las posiciones político partidaria, en este caso de la Unión Cívica Radical (UCR). "La interna del bloque radical por poco impide la aprobación de la ley. Aunque Sanz y Morales –presidentes del partido y del bloque, respectivamente– habían anunciado que votarían a favor, la gran mayoría de sus correligionarios lo haría en contra, como había sucedido en la Cámara de Diputados. A medida que se acercaba el día de la sesión, el enfrentamiento interno era cada vez mayor. El debate en realidad no era por el matrimonio gay. Lo que la mayoría del bloque les reclamaba a Sanz y Morales era que estaban 'ayudando al gobierno y sus aliados'. Es decir, como los Kirchner apoyaban la reforma, había que oponerse, de la misma manera que lo correcto sería apoyarla si los Kirchner estuvieran en contra. El contenido era lo menos importante. Además, claro, había algunos que se oponían por homofobia y conservadurismo" (Bimbi, 2010: 545). Evidentemente una dicotomización del espacio social se construye entre dos. Para que haya un "nosotros", hace falta quién ocupe y responda a la interpelación de un "ellos". Vale decir, siempre estamos ante una relación, porque para que haya antagonismo necesitamos de por lo menos dos.
Las demandas opositoras a la aprobación de la norma estuvieron sustentadas –en general, aunque no exclusivamente- desde un discurso religioso. Especialmente el emanado por las máximas autoridades de la Iglesia Católica argentina, pero también secundado por diversos evangelismos y otras expresiones religiosas. La marcha del 13 de julio de 2010 convocada para expresarse en contra de la sanción de la ley fue convocada por el Episcopado, pero también apoyada por Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FCEP), el Centro Islámico de la República Argentina y los grupos y entidades nucleadas alrededor de parroquias y escuelas confesionales denominados Familias Argentinas Autoconvocadas. Entre las consignas sustentadas aquella noche encontrábamos: "Queremos mamá y papá"; "Argentina = Sodoma"; "Sodoma = delito. No cambiemos"; "¿Argentina será maricona?"; "No destruyan la familia"; "No queremos, no queremos, no queremos esa ley, el matrimonio es sólo entre varón y mujer"; "La homosexualidad es un pecado mortal. Viva Cristo Rey".
Pero en todo caso, la intervención kirchnerista a favor de la ley fue decisiva ya sea por el contexto discursivo que esta instancia política había instalado en la Argentina, o porque hizo suyo el antagonismo en torno al matrimonio igualitario y otorgó apoyo militante y definió a favor la disputa legislativa. En este sentido, si bien la media sanción de la norma en la Cámara de Diputados, en primer lugar, y la votación en la Cámara de Senadores tuvieron un apoyo que atravesó a los distintos bloques, los líderes de la Iglesia Católica argentina cuyo máximo referente era entonces Jorge Bergoglio –actual Papa Francisco– escogieron como enemigo principal en esta disputa al gobierno nacional. La elección del gobierno nacional como blanco principal del catolicismo obedece al hecho de que sin el apoyo de éste, la norma resultaba imposible de ser sancionada por el Congreso Nacional. La carta enviada a las monjas carmelitas por el máximo prelado de la Argentina en el momento del debate parlamentario de la ley así lo demuestra: "El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a las familias. Se trata del proyecto de ley sobre el matrimonio de personas del mismo sexo. Aquí está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera en un padre y una madre (…) No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva del plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una 'movida' del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios. (…) Recordémosle lo que Dios mismo dijo a su pueblo en un momento de mucha angustia: 'esta guerra no es nuestra sino de Dios'. Que ellos nos socorran, defiendan y acompañen en esta guerra de Dios. Gracias por lo que harán en esta lucha por la patria" (Bimbi, 2010: 492-493). Más allá de las diversas interpretaciones que los dichos de Bergoglio suscitaron, quedó claro que posicionaba la lucha en términos de pueblo o patria, es decir, que desde esta perspectiva la gravedad del asunto refería a un tema que concernía a su mismísima preservación. Para la Iglesia Católica y los evangélicos la aprobación de la norma no implicaba meramente un cambio legislativo, sino que atentaba directamente contra el orden social, porque el Estado pasaba a legitimar un nuevo estatuto que imponía un sentido diferente al que las instituciones religiosas le otorgaban al matrimonio (más allá de que éste tenga desde hace muchos años un estatuto secular). Se trataba de una modificación en el orden establecido de las cosas, una modificación en el statu quo, que alteraba prácticas sedimentadas y su autoridad respecto de éstas.
La aprobación de la ley de alguna manera trastorna los cimientos de la división entre lo público y lo privado que la modernidad trajo aparejado. Si una de las consecuencias del advenimiento del orden moderno supuso dejar a la religión en el ámbito privado, es allí en donde el discurso religioso articuló preponderantemente su hegemonía. Por lo tanto, esta legislación supuso trastocar ese espacio de poder en donde tanto la Iglesia Católica como los diversos evangelismos inscribían las pautas de los comportamientos legítimos de las personas. De allí su resistencia, tal como en su momento tuvieron las legislaciones respecto del matrimonio civil o del divorcio. La aprobación de la ley significó cuestionar esta hegemonía y el Estado como espacio de la lucha política pasó a legitimar otro sentido respecto del significante matrimonio.
El liderazgo cuenta y mucho. El movimiento de una demanda particular a una popular también lo podemos ubicar en el hecho de que las demandas LGBT pasaron a formar parte de una subjetividad política más amplia –el kirchnerismo– en donde encontraron expresión. Pero al hacerlo impactaron directamente en dicha identidad. Cuando las demandas LGBT pasar a ser equivalentes a cualquier otra demanda del pueblo argentino, dentro de la articulación populista kirchnerista surgieron una serie de corrientes internas que dieron cuenta de un reconocimiento y de una extensión de los sentidos de la igualdad. Tenemos entonces que el Partido Justicialista, aceptó como corriente interna la Agrupación Nacional Putos Peronistas, la Juventud Peronista Evita formó la Mesa Nacional por la Igualdad, el Frente Nuevo Encuentro creó el Frente de Diversidades, la agrupación juvenil La Cámpora formó su vertiente Diversia y el Partido Movimiento Integración Latinoamericana de Expresión Social (MILES) con su líder Luis D'Elía pasó a hacerse presente en la Marcha del Orgullo Gay. En todo caso, todas agrupaciones pasaron a participar de la anual Marcha del Orgullo Gay y la bandera del arco iris que identifica al movimiento LGBT comenzó a hacerse presente en los actos políticos de diversa índole que realizaba el kirchnerismo.
Así, el antagonismo por el matrimonio igualitario modificó la identidad kirchnerista, dando lugar al surgimiento de nuevas expresiones internas y a la extensión de los sentidos de la igualdad, que hasta entonces estaban ligados fundamentalmente a demandas de tipo económico-sociales. En las palabras de uno de los principales dirigentes de La Cámpora: Inclusive nosotros tenemos un área de diversidad. Obviamente se potenció a partir de la discusión del matrimonio igualitario. ¿Pero quién iba a pensar que la fuerza política iba a tener una columna vinculada a la diversidad? Y hoy para nosotros es un espacio numeroso desde el punto de vista cuantitativo, y cualitativamente nos aporta una mirada mucho más amplia. Hoy miramos la realidad, no solamente desde... antes uno se planteaba la igualdad, y mirábamos la cuestión social si se quiere, la igualdad desde el punto de vista material. Pero hoy tenemos una mirada que tiene que ver con la igualdad desde otro punto de vista. Y nos ha enriquecido. Porque digo: una cosa era, lo que siempre nos pasa, que cada uno personalmente tenía una postura. Pero otra cosa es tenerlo institucionalizado dentro de tu organización como espacio (Entrevista número 25, La Cámpora, agosto de 2011). De esta forma la extensión de la cadena equivalencial anudada en el significante vacío igualdad, propició que nuevos sentidos le sean adosados y que la capacidad de antagonizar a partir de dicho elemento se ampliara provocando nuevas identificaciones de parte de los sujetos ligados al kirchnerismo.
Sin embargo, dicha extensión no ha estado exenta de polémicas. Vale mencionar, como ejemplo, dos casos. Uno, el de las diputadas nacionales por el Frente para la Victoria (FPV) de la Provincia de Mendoza, Patricia Fadel y de la Provincia de Tierra del Fuego, Rosana Bertone. El otro, el del gobernador por el FPV de la Provincia de San Juan, José Luis Gioja. Las primeras buscaron abiertamente que el bloque de diputados kirchneristas del FPV votara en contra de la ley de matrimonio igualitario, contrariando la expresa decisión política del ex presidente, entonces diputado nacional, Néstor Kirchner. El segundo, arengaba la militancia y la movilización en contra de la aprobación de la norma. El Ministerio de Educación de la Provincia de San Juan llegó incluso a emitir un comunicado en el cual consideraba como "justificada" la ausencia de los estudiantes en los colegios para participar de la manifestación promovida por la Iglesia Católica en contra de la ley. Rápidamente podríamos decir que se trata de incongruencias o contradicciones en el seno del kirchnerismo: tenemos dos posiciones políticas contrapuestas dentro del mismo grupo político y en consecuencia denunciar falsedad o inconsistencia. Sin embargo, si consideramos la política desde la teoría del discurso que propone pensar la política desde la noción de articulación y de la formación de sentido a través de la sobredeterminación de elementos asociados, debemos abandonar un análisis bajo la lógica exclusiva de la no contradicción. Sabemos entonces que la constante extensión de la cadena equivalencia anclada en el punto nodal igualdad permite que numerosos sentidos le sean asignados a este término. La igualdad es el elemento sobredeterminado en donde convergen la mayor cantidad de cadenas asociativas. De allí que para algunos la igualdad se defina en términos económicos (por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo o la vuelta al sistema solidario de jubilación estatal por reparto), para otros en términos políticos (por ejemplo, igual acceso al espacio de la opinión pública para el pleno ejercicio de los derechos políticos) y también en términos de acceso a derechos civiles (por ejemplo, el matrimonio igualitario). Lo que lleva a unos a identificarse con la articulación kirchnerista, bien puede no llevar o incluso contraponerse en diversos aspectos con lo que mueve a identificarse a otro. En este sentido, es la ampliación de la cadena de equivalencia y la vaguedad semántica que va adquiriendo el significante igualdad como significante vacío -en la medida que se extiende esa cadena- lo que posibilita su potencia reivindicativa y la eficacia política.
El liderazgo aquí adquiere singular importancia ya que es el que decide el sentido general que la articulación política pueda llegar a tomar. En efecto, si bien ya hemos observado en reiteradas oportunidades que la política trata siempre de una relación (y, en este sentido queda de lado cualquier lectura intencionalista sobre el papel de los liderazgos), el lugar del líder es el espacio en donde se deposita el afecto –el lugar del ideal– de quienes se identifiquen con el movimiento político en cuestión. El líder es quién recibe la investidura libidinal de manera tal que aunque se trate siempre (en el caso del populismo) de un el primus inter pares resulta ser el responsable último de la orientación política general a seguir ya que es el elemento que mantiene ligada a la articulación. En otras palabras, el lugar del liderazgo supone un espacio decisor, pero siempre bajo la carga libidinal depositada allí en ese lugar por los seguidores. La posición política de quienes ocupan el lugar del ideal (Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner) volcó decisivamente al kirchnerismo a favor del matrimonio igualitario. La norma resultó aprobada.
Emancipaciones
Las figuras modestas de la emancipación. Remitámonos a figuras modestas de la emancipación. Sin esperar –por imposible– el gran cambio radical que traiga la sociedad reconciliada que sin residuos hayan quedado eliminados todos los antagonismos y padecimientos de la espacie humana, podemos pasar a pensar a la emancipación como actos recatados que –aunque acotados– no dejan de cambiar efectivamente la vida de los sujetos. Se trata entonces de emancipaciones en plural, esto es, de la introducción de algún elemento que conmociona el statu quo y cambia el orden de las posibilidades dadas hasta ese momento y, al hacerlo, suprime algún tipo de exclusión, dominación u opresión.
Si por definición del diccionario de la Real Academia Española la emancipación implica la "liberación de una o más personas respecto de un poder, una autoridad, una tutela o cualquier otro tipo de subordinación o dependencia", supone la cancelación de un yugo. Ahora bien, si la emancipación supone la eliminación de algún tipo de sometimiento, dominación y/o explotación, ésta trae consigo también la erradicación de una situación de desigualdad. Porque para que haya algún oprimido hace falta necesariamente alguien que sustente la opresión, es decir, que haya desiguales. Así, cambiar el estado de las cosas en un sentido emancipatorio supone que al mismo tiempo que alguien se libera, algún otro ve su situación de privilegio de ese statu quo anterior dañada.
Entonces, podemos afirmar que el matrimonio igualitario provocó un cambio en un sentido emancipatorio: modificó el hacer diario de las personas del colectivo LGBT en tanto liberación del padecimiento de una opresión y, al hacerlo, de alguna manera u otra afectó también las prácticas sedimentadas en relación con éste. ¿En dónde podemos observar esta modificación en un sentido emancipatorio? En el propio decir de los sujetos directamente involucrados. Veamos.
En primer lugar, encontramos que –más allá de que las personas del universo LGBT puedan estar interesadas o no en casarse– manifiestan registrar un cambio o un movimiento en lo social respecto de los sentidos negativos o despectivos asociados a la homosexualidad. Sé que algo cambió. Yo tengo la sensación de que hace mella en la gente, como que tal vez haya un clima un poco más distendido. En mí no hubo cambios. Pero yo también provengo de otra época y con mucha carga de encierro y de silencio en algunas cosas, que ya las siento en mí y además no me interesa mucho el matrimonio. (…) Pero sí me parece que algo se puede distender (Entrevista número 53, julio de 2013). (…) fue un avance super-importante, que en su momento no nos dimos cuenta los cambios que iba a provocar a nivel social, que… que justamente fue eso, algo que provocó que cambiara la cabeza de mucha gente, obviamente que me parece bárbaro, pero que además nos cambió la vida a muchísimos otros, ¿no? A todos nosotros (Entrevista número 48, junio de 2013). (…) en la sociedad se ve como que de a poco se está empezando a ver que la gente se pueda manifestar libremente, y sin que te discriminen, sin que te digan cosas feas… (Entrevista número 52, julio de 2013).
Las repercusiones de este cambio o movimiento en lo social las ubicamos, por ejemplo, en el aparecer o mostrarse que va desde manifestar el vínculo amoroso en el espacio público hasta revelarlo a amigos y/o familiares: (…) lo más importante es que los cambios que, por lo menos los que yo sentí después de la ley, fueron en la vida cotidiana. No solamente el hecho de poder decir "bueno, ahora me voy a poder casar" o "qué hago, me caso o no me caso", sino cosas más importantes aún como poder ir caminando por la calle de la mano con mi pareja, poder darme un beso en la calle, poder… que todo el mundo sepa que soy lesbiana, que tengo una pareja mujer, o sea, todo, que… (Entrevista número 48, junio de 2013). (…) para mí eso me da mucho más valor de alguna manera, más coraje, a mí por lo menos me ayudó a enfrentar a mis amigos, a mi familia, yo me sentí respaldada con eso (…) Sí, salí del 'closet', porque eso te da pié eso fue como un antes y un después. Se empezó a hablar del tema de otra forma, "¡Ah! es verdad hay otra gente que realmente le pasa esto y que siente diferente y es verdad, y son muchos más de lo que pensaba". Hay un cambio después de la ley. (Entrevista número 52, julio de 2013). De alguna manera podríamos decir que se trata de cambios pero que resultan absolutamente significativos para la vida diaria de las personas LGBT ya que suponen un antes y un después, es decir, una modificación en el estado de las cosas.
La sanción de la ley respaldó además la salida al espacio público aún en contextos abiertamente represivos: Totalmente. Yo lo siento mucho porque yo soy del interior y en el interior el tema de la homosexualidad es un tema tabú, prohibido en donde todavía se marca con un dedo a la gente, y después de la ley que fue bastante rechazada allá, en donde la gente se oponía mucho, hablo de Tucumán, hubo movimiento de los dos lados, a favor y en contra, pero para mí fue positivo porque a partir de esa conquista en la sociedad se ve una mayor tolerancia (…) Y lo vivís, de a poco en el interior la gente es diferente. Es más tolerante (Entrevista número 52, julio de 2013). (…) ahora, por ejemplo, los vecinos no puedan insultarme, si quieren no pueden, se la tienen que aguantar, o si a alguien le cae mal también se lo tiene que aguantar, tienen que cambiar ellos su cabeza, eso, siempre nos adaptábamos nosotros, ahora se va a tener que adaptar la sociedad a este cambio (Entrevista número 48, junio de 2013). La importancia de la mención a la visibilidad radica en que se trata de un cuestionamiento a los sentidos negativos asociados a la homosexualidad o más bien implica un dejar de reconocerlos como voces que interpelan y asientan prácticas discursivas. Ya no hay nada que ocultar, no hay pecado, ni enfermedad, ni delito, etc. En todo caso, indica que los discursos homofóbicos de tener voz y una voz preponderantemente hegemónica en el espacio discursivo, pasaron a estar en entredicho o incluso tendencialmente en algunos contextos a convertirse en un mero ruido. En todo caso, se trata de la reparación de un daño, de la reasignación de lugares y jerarquías en el espacio comunitario.
Más aún, el respaldo normativo los dejó del lado de la infracción. La sanción del matrimonio igualitario implicó que aquellos que condenaban a las parejas del mismo sexo pasaran ahora a ser los condenados en el espacio público: (…) aquellos que tenían cierta reticencia es como que de alguna manera se ven limitados en su libre discriminación pública. Ya no es tan pública su discriminación. En el silencio quedan como dentro de ley por así decirlo (Entrevista número 50, julio de 2013). Yo tengo 41 años y como la mayoría de las mujeres de mi generación lesbianas, he tenido que atravesar por una serie humillaciones digamos… de trato injusto, de comentarios fuera de lugar, cuando no de actitudes abiertamente discriminatorias, la sanción de la ley de matrimonio igualitario fue para mí… digamos la legitimiación de mi posición en el mundo en relación a mi sexualidad y significó la decisión de nunca más dejar pasar este tipo de intentos de humillación basados en la ignorancia, del error, del miedo, ehhh… significó también dejar de disculpar y de entender a los que no hacen el esfuerzo de entender lo que les parece ajeno, significó para mí el inicio de una nueva manera de estar parada en la vida (Entrevista número 54, julio de 2013).
En definitiva, la sanción del matrimonio igualitario afectó a los propios sujetos involucrados ya que habilitó un cambio de posición subjetiva, de estar del lado de la marginación o exclusión, a pasar a contar como uno más, esto es, un igual en el espacio discursivo: En mi caso fue el inicio de un cambio radical de mi vida. Un cambio de actitud que implicó sentirme absolutamente legitimada, sentir que a partir de ese momento… decidir a partir de ese momento no admitir ningún tipo de comentario homofóbico/lesbofóbico/ transfóbico. Es decir, adquirir conciencia del valor de mis palabras y de mis derechos. A lo largo de mi vida claramente esto no siempre fue así (Entrevista número 54, julio de 2013). Y también afectó a los ajenos, no sólo en la medida en que puso un freno al discurso del agravio, sino también porque impactó en aquellos ligados afectivamente a las personas del universo LGBT: Te diría que el matrimonio igualitario le llegó hasta mi mamá que tiene 80 años. Yo creo que la alivió. Ella estaba avergonzada de mí, aunque no me lo dijera así y tratara de ponerle onda… pero no quería que nadie de la familia se entere, ni su hermano, ni mis tías, ni mis primos… la avergonzaba. Pero cuando me casé, fue como que ella salió del closet, se lo contó a todos y la noticia cayó muy bien en mi familia y todos participaron contentos de la fiesta, fue muy loco. Hasta hace poquitos años atrás nunca hubiese imaginado que algo así pudiese pasar. Mi tía incluso el día del casamiento me dijo algo así como que antes ella pensaba distinto que "esto era pecado"' pero que ahora había cambiado su forma de pensar y que entendía y que estaba contenta por mí (Entrevista número 55, diciembre 2013).
Para terminar: kirchnerismo LGBT. La aprobación de la ley del matrimonio igualitario vino a reafianzar la identificación con el kirchnerismo de aquellos miembros del universo LGBT que ya se encontraban identificados: (…) mi opinión ya estaba totalmente de acuerdo con este gobierno, no es que lo cambió, lo recontra afirmó, y lo afirmó para siempre (Entrevista número 48, junio de 2013). Yo tenía una adhesión previa a la aprobación de la ley. Lo que hace para mí es confirmar su confianza en el proyecto político (Entrevista número 50, julio de 2013). Yo ya venía apoyando el modelo por otras cuestiones y ya tenía una opinión formada, lo que sí es que llevó a confirmar que no estoy tan errado con lo que pienso sobre este movimiento. Me sirvió para asegurarme que no estoy tan equivocado con la posición que tengo (Entrevista número 51, julio de 2013).
Y actualizó ligazón afectiva con los líderes: Fue… cómo decir: ¡hasta esto me dieron! (Entrevista número 48, junio de 2013). (…) a partir de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario mi apoyo pasó a ser muchísimo más firme, porque a mi modo de ver habían hecho lo imposible, esto desde mi punto de vista ameritaba mi acompañamiento y también mi admiración. Fue por sobre todas las cosas además de una alegría una enorme sorpresa para mí. Si bien desde mi deseo creía firmemente en la aprobación de la ley, de todos modos la noche en que se votó fue una enorme sorpresa. Para mí en ese momento el gobierno de Cristina había hecho lo imposible junto con los movimientos en defensa de los homosexuales, lesbianas y trans. (…) la sanción de la ley del matrimonio igualitario tocó más mi parte emocional, es decir, tocó más mi corazón (Entrevista número 54, julio de 2013). Y no pensé que Néstor Kirchner y Cristina pensaran de esa manera. Yo pensé que los políticos eran como más superficiales, pero yo creo que a ellos realmente les importa la igualdad. No es que quisieron captar a gays, a lesbianas, a este grupo de personas porque quedaba bien, sino que realmente les importa la igualdad. (…) Y realmente ella es muy clara en que no se deja asustar por las corporaciones, sigue el mismo lineamiento que viene teniendo desde hace años, realmente creo en lo que dice, luego lo demuestra con hechos, muy poco se ve en los medios, pero si realmente observás un poquitito ves lo que se hace por la educación, por la cultura, lo que se hace por la gente que menos tiene, es tangible, hoy por hoy es tangible, entonces, yo quizás muchas de las veces en las cuales se han hecho cosas no he participado en eso, ni haciéndolas ni recibiendo eso que se ha hecho, pero sí las puedo ver. Entonces, a mí me parece correcto que la gente que más necesita pueda tener acceso a lo que uno tiene acceso, como educación, como mejor salud, como un mejor hogar, etc. etc. son tangibles. Yo creo que al principio no eran tan tangibles, pero hoy por hoy son mucho más tangibles. Entonces, eso es lo que a mí me gusta, que realmente, políticamente ya no es un discurso "te prometo que voy a hacer tal cosa y después veo si cumplo" sino que en el mientras tanto hasta ni siquiera se promete y hasta se hacen cosas que son tangibles y vamos por más. Entonces, eso es lo que me gusta de Cristina (Entrevista número 49, junio de 2013).
Finalmente podemos señalar que el decir de los entrevistados nos revela también cómo discurre la cadena asociativa ligada al kirchnerismo: (…) para mí es muy importante todo lo que se hizo con los derechos humanos. Es algo muy fuerte en mi vida y yo con eso me siento identificada, que hayan bajado el cuadro de los milicos, los juicios, que hayan estado codo a codo con las Madres, cosas que nunca habían sucedido de esa manera… Muchas cosas, lo de las AFJP, (…), muchas cosas (Entrevista número 53, julio de 2013). Y cómo esta se ancla en el significante igualdad: Volví a votar a Cristina porque confirmó más mi sospecha que seguiría el modelo, porque apoyo toda la cuestión social que tiene este modelo, la cuestión de repartir mejor la torta digamos… de hacer una distribución más equitativa, la cuestión de igualar los derechos de todos (…) Porque aparte veo cómo fue mejorando el país (Entrevista número 51, julio de 2013). Y mis demandas tienen que ver con una profundización y una radicalización. Tiene que ver con profundizar la lucha en contra de las desigualdades sociales. Radicalizar el trabajo que se ha venido haciendo. Atender los problemas más acuciantes de los más desfavorecidos. Temas vinculados a la salud, a la vivienda, de los más desfavorecidos (Entrevista número 54, julio de 2013).
Corolario
La aprobación de la ley del matrimonio igualitario nos llevó a plantear la disputa política por la sanción de esta norma en términos de emancipación. Y, es en este sentido que el elemento igualdad –en tanto punto nodal- hace que el kirchnerismo como sujeto popular pueda volverse una superficie de inscripción de prácticas o luchas emancipatorias. La igualdad es el elemento sobredeterminado en donde confluye el decir de los distintos entrevistados y en donde han convergido las alocuciones del fallecido ex–presidente Néstor Kirchner y de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con las distintas cadenas asociativas de la articulación populista que lideran, de manera tal que es el eje de la justificación de las medidas que se toman. En este sentido, el elemento igualdad que en una primera instancia estuvo asociado a una dimensión meramente económica en tanto que distribución de la riqueza, posteriormente fue adquiriendo nuevos sentidos extendiendo la cadena equivalencial kirchnerista hacia nuevas dimensiones como es el caso de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario. Vale aclarar, que no estoy afirmando que el kirchnerismo se presente como un movimiento emancipador. Sino que habilita luchas emancipatorias, ya que como articulación política le resulta muy difícil sustraerse de las reivindicaciones igualitarias (justamente al ser el elemento igualdad uno de sus componentes constitutivos).
Ahora bien, el hecho que este sujeto populista esté al frente de las instituciones del Estado habilitó a que éste también pueda ser considerado un espacio de realización de las reivindicaciones de los grupos subalternos en un sentido igualador. Así, el Estado lejos de presentarse como una institución meramente represiva, se presenta como aquel que posibilita que los agraviados puedan hacer valer su voz frente a quienes los agravian (ya sean estas corporaciones de tipo económico, religiosas, o el sentido común de la cultura hegemónica, etc.).
Finalmente, la aprobación del matrimonio igualitario nos sirve de ejemplo de cómo las identidades políticas se forjan y modifican al calor de las luchas políticas. Así, el kirchnerismo no sólo ocupó un lugar decisivo en la probación de esta norma, sino que la apropiación de esta reivindicación y la lucha por la probación de la norma atravesó la identidad kirchnerista otorgándole nuevos sentidos al significante igualdad, punto nodal de la articulación.
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