EL PUEBLO DE HUÉSCAR: CONSERVACIÓN DE LAS VIVENDAS CUEVA COMO HERRAMIENTA PARA EL DESARROLLO LOCAL

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REUSO 2015_ VALENCIA III Congreso Internacional sobre Documentación, Conservación, y Reutilización del Patrimonio Arquitectónico

THE TOWN OF HUÉSCAR: CONSERVATION OF CAVEHOUSES AS A TOOL OF URBAN DEVELOPMENT EL PUEBLO DE HUÉSCAR: CONSERVACIÓN DE LAS VIVENDAS CUEVA COMO HERRAMIENTA PARA EL DESARROLLO LOCAL

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Antonio Jiménez Delgado ; Carlo Manfredi ; Paola Travaglio ; Pablo Vengoechea 1 2 3 Universidad de Alicante; Politecnico di Milano; Hunter College, University of New York

ABSTRACT The town of Huéscar (Plateau of Granada) contains several examples of prominent historic structures, within a predominantly residential fabric, fully integrated in the urban context and the life of the city. Among them one can find convents and other places now converted into public spaces (theatre, museum). These repurposed buildings still evidence the events manifested in them. On the contrary, the area known as the Herradura (the Horseshoe) has a different history. Its buildings are currently uninhabitable, including more than seventy cave-houses that were gradually abandoned during the 1970’s. The houses are an example of a way of life prevalent in the Upland and its proximity to the town center and the unique characteristics of its typology present an opportunity to focus on topics that permit us to rethink the preservation of these spaces not only for its historic values, but also in terms of sustainability and urban development. This study would present the preliminary results of a long-term project about the region’s cultural heritage, offering a contextualization based on research documentation, fieldwork and analysis of the territory and its architecture.

Keywords Huéscar, cave-houses, conservation, urbanism, sustainability.

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Antonio Jiménez Delgado, Carlo Manfredi, Paola Travaglio, Pablo Vengoechea

1. INTRODUCCIÓN Este artículo proviene de la necesidad de reconocimiento de un patrimonio cultural con vistas a su utilización en términos vitales y compartidos por la comunidad. El análisis se centra en un caso concreto, que se considera modelo válido especialmente desde el punto de vista del enfoque y de la metodología en una serie de ejemplos similares. El patrimonio en cuestión se modela en un asentamiento de unas pocas viviendas cuevas situadas en Huéscar, en el Altiplano de Granada. Las viviendas, ahora completamente abandonadas, están reunidas bajo el nombre de ‘La Herradura’ y se encuentran a escasos cientos de metros del centro urbano; están excavadas en una pendiente en forma de anfiteatro natural que marca el territorio al este del pueblo desde el espacio abierto del Altiplano. En términos generales, las cuevas son viviendas trogloditas mucho más extendidas de lo que se pueda pensar, y cuyo uso en algunos sitios, y en concreto en el Altiplano de Granada, desigual por consistencia y calidad, ha sido supuestamente continuo desde la antigüedad. La tesis que se propone es que el futuro desarrollo de dicho asentamiento debe estar en relación coherente con el resto del pueblo, y que de hecho una extensa reflexión sobre la potencialidad del sitio y su especificidad puede y debe ser el punto de partida necesario para determinar las decisiones urbanísticas y arquitectónicas de Huéscar. La conservación de los materiales (con el que se entienden las particularidades físicas y de permanencia) específicos del lugar es un requisito previo para el reconocimiento y la conciencia de identidad de toda la comunidad. Además, se cree que el análisis puntual de la disposición de las comunidades que a menudo han sobrevivido en condiciones de pobreza y de gestión económica muy cuidadosa de los recursos limitados, sólo puede ser un estímulo para la recuperación de prácticas y enfoques que, con el fin de lograr una gestión del territorio más sostenible, no pueden ser descuidados. El estudio pretende presentar los primeros resultados de un proyecto más amplio sobre el territorio y su patrimonio histórico, ofreciendo una contextualización histórica basada sobre datos documentales y bibliográficos, así como un análisis del territorio y su construcciones. 2. LAS VIVIENDAS CUEVA EN HUÉSCAR 2.1. El pueblo de Huéscar El Altiplano donde se eleva Huéscar es parte del territorio que ha experimentado por mucho tiempo la colonización árabe e, incluso después de la definitiva conclusión de la reconquista, costumbres y tradiciones de diferentes culturas han continuado viviendo juntas, creando una civilización con características propias. Las huellas de esa evolución sincrética son evidentes en la actual configuración de los edificios y en la permanencia de algunos casos significativos. Vale la pena mencionar diferentes casos arquitectónicos emergentes, bien integrados en el relato urbano y en el uso colectivo, y que han sido capaces de recoger y transformar los eventos en ellos estratificados.

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Entre ellos merece atención la Torre del Homenaje, probablemente único resto conservado de la alcazaba de Huéscar, hoy desaparecida. El edificio, que era una estructura cuadrangular realizada en tapial con bloques y epígrafes de época romana aplicadas a dos de las fachadas y completamente camuflada en el entorno residencial, fue objeto de un ‘proyecto para la puesta en valor’ realizado en 2008 por el arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas. La intervención ha previsto la recuperación de lo que quedaba de la torre original y sobre todo de la dimensión monumental y simbólica de la construcción, «la evocación más que […] la restitución de una morfología que deconoscemos» (Jiménez Torrecillas, A. 2012: 146), con la consiguiente eliminación de los elementos ‘extranjeros’ y ‘funcionales’ debidos a un uso residencial (Jiménez Torrecillas, A., Ramos Puertollano, M.A., Torices Abarca, N. 2001: 89) y la creación de un edificio fuertemente contemporáneo. Con el fin de reconstituir la relación del edificio no sólo con el entorno urbano, sino también con el territorio, Jiménez Torrecillas ha recuperado en primer lugar la estructura de la construcción en tapial y el material pétreo de época romana, para crear luego en la parte superior una estructura autónoma en madera con rampas perimetrales, en una alternancia entre lo viejo y lo nuevo (Crespi, G. 2009: 62; Jiménez Delgado, A. et al. 2014). Por un lado, por lo tanto, un amplio espacio actualmente utilizado como sala de exposiciones y, por otro, un verdadero mirador que evoca la función originaria de la torre, con los cuales se conecta idealmente el antiguo pósito, no lejos de la torre, también rehabilitado por mano de Jiménez Torrecillas y que ahora alberga el museo del dibujante José Antonio de Huéscar Garvi (1938-2007). Otros significativos ejemplos de intervención y nuevos usos de los monumentos consisten en los conventos de Santo Domingo y de San Francisco. Estos dos edificios están unidos por un destino similar de abandono – como consecuencia de la desamortización de los bienes de la iglesia, la supresión de los monasterios y conventos y las guerras posteriores que tuvieron lugar en España – y de reciente reutilización. Fundado por los Padres Dominicos en 1547 y sólo parcialmente completado a principios del siglo siguiente, el convento de Santo Domingo, «pieza importante de la vida cultural y espiritual de la ciudad» (González Barberán, V. 2000), consistía en una iglesia de tres naves, la central con una cubierta apoyada sobre una estructura de madera artesonada de estilo mudéjar (Castañeda Navarro, P. 2000), y un edificio conventual de tres plantas. Después de la desamortización de Mendizábal en 1835, el convento fue abandonado y luego reutilizado como cárcel del Partido Judicial, acuartelamiento, granero, almacén y depósito. Sin embargo, cuando en el 1858 se constituyó la Sociedad Teatral Oscense, la iglesia fue adaptada como un teatro. «El resultado fue especialmente gracioso, quedando un pequeño teatro muy completo y decimonónico, cuyo uso como tal, como sala de espectáculos o mítines, y como ‘Cine’, ha durado hasta los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial» (González Barberán, V. 2000). Después de un período de abandono, desde el 2004 la iglesia de Santo Domingo, junto con el claustro anexo, fue rehabilitada y con ella su función de teatro, mientras que el convento sigue en espera de una intervención para asegurar su conservación. El convento dedicado a San Francisco, fundado en 1602, disponía de una iglesia de una sola nave con capillas laterales, de un patio y de un claustro de dos plantas decorado con

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pinturas murales, de las cuales hoy quedan sólo algunos fragmentos (Pulido Castillo, G. 1999). Como ocurrió en el convento de Santo Domingo, en este caso el edificio, tras la desamortización, fue primero abandonado y luego utilizado para diferentes usos, con la consiguiente perdida de muchos de sus elementos originales. Entre 2008 y 2009 comenzó la rehabilitación y reconstrucción parcial del convento, que ahora alberga el Centro de interpretación y difusión del Cordero Segureño. 2.2. El trogloditismo y las cuevas El pueblo de Huéscar se encuentra en la homónima comarca, en el Altiplano de la provincia de Granada, a unos treinta kilómetros de la carretera principal que lo conecta históricamente a Murcia. Una “bad road”, en opinión de Richard Ford, quizás el más meticuloso, sin duda el más arraigado entre los muchos viajeros que han descrito la Andalucía (Ford, R. 1855: 342). El mismo escritor inglés, también muy cuidadoso en describir en detalle los entornos sociales y culturales, así como geográficos y antropológicos que encuentra en su recorrido, dedica sólo pocas palabras a las cuevas del Altiplano. En particular, en relación con las condiciones materiales que se observan en el camino: en Guadix «[…] the accomodations, as usual, are wretched; and many visitors prefer lodging in the cool caves to the hills to the hot and inconvenient houses», aunque muchas de las cuevas parecen un último recurso para las clases más pobres: «Near Purullena, the miserable peasantry dwell in holes or cuevas, excavated from the soft hillocks. Many of the loftier hills to the r. bear names connected with the silver-mines of antiquity […]» (Ford, R. 1855: 342-343). Téophile Gautier, después de visitar la Alhambra, describe el Albaycin: «[…], sous les racines de ces grandes plantes grasses qui semblent leur servir de chevaux de frise et d’artichauts, sont creusées dans le roc vif les habitations des bohémiens. L’entrée des cavernes est blanchie à la chaux; une corde tendue, sur la quelle glisse un morceau de tapisserie éraillée, leur tient lieu de porte. C’est là dedans que grouille et pullula la sauvage faille; […]» (Gautier, T. 1845: 259). En el imaginario colectivo, el trogloditismo se limita a una dimensión remota en el tiempo o en el espacio, relegada a antiguos recuerdos de la función primordial del habitar. En realidad, muchas y difusas, con continuidad de uso incluso en la actualidad, son las manifestaciones de esta forma de habitar sin duda muy antigua. Son muchos los ejemplos en el área mediterránea, vinculados en la forma llegada hasta nosotros sobre todo en asentamientos árabes que datan a la Edad Media, como las latomías en Sicilia (antiguas canteras luego convertidas a otros usos), o las ciudades tunecinas de Guermessa y Chenini; los ejemplos más antiguos de Göreme en Capadocia, de Licia y Frigia, en Anatolia, de la Roma imperial; los misteriosos “nuragas” de la Cerdeña. Más lejos, el extenso complejo de iglesias rupestres de la monumental Lalibela en Etiopia; las extensas aglomeraciones en las orillas del río Amarillo (Loubes, J.P. 1988); los muchos ejemplos de la arquitectura sagrada o funeraria en Irán, Arabia, Israel, Afganistán, India, Sri Lanka; hasta los cliff dwellings precolombianos entre México y Estados Unidos, situados en grandes fisuras horizontales o sub-horizontales.

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La lista es parcial e insuficiente, y está dirigida a mostrar la inmensidad de posibles referencias y sus variaciones, en lugar de devolver una imagen completa. Más que la cantidad y el tipo de los asentamientos, es interesante aquí encontrar el hilo de continuidad que ha transmitido hasta hoy el sentido de vivir hipogeo. No investigaremos por tanto la clasificación de los tipos en relación con la forma o el uso, por otra parte ya tratado en otras ocasiones (Nicoletti, M. 1980; Padovan, G. 2009). En cambio tenemos que recordar las muchas viviendas cueva de las regiones centrales de Francia por ser más recientes, que datan en la configuración actual a la disposición que recibieron cuando fueron reutilizadas ampliamente como casas de acogidas en busca de seguridad de las incursiones de los ejércitos durante las guerras de religión, desde el siglo XVI, y para la integración en el tejido periurbano y rural del territorio contemporáneo (Bertholon, P., Huet, O. 2005). Por último cabe mencionar el caso de Matera. La antigua ciudad (y no ha conocido modernidad hasta los años Treinta del siglo XX) se encuentra en una rambla, valle de erosión que ha afectado profundamente los altiplanos de piedra caliza, fenómeno frecuente en el sur de Italia, «[…] dall’adattamento di grotte o di semplici nicchioni, per andare ad assumere, come ad esempio a Matera, una disposizione a gradoni, a piani sovrapposti, dove il tetto di un ipogeo diviene la strada o il giardino pensile, antistante ad altri ipogei» (Padovan, G. 2009: 241). En los temas que se discuten aquí, el caso tiene un papel central que debe ser revivido, en particular, con respecto al significado que el vivir en las cuevas se hizo cargo frente al desarrollo industrial, que ha tenido el efecto perturbador de desarraigar a miles de personas y empaquetarlas en asentamientos nuevos e incomprendidos. La violencia del cambio no podía ser templada, incluso por una profunda reflexión que también se llevó a cabo dentro de la planificación arquitectónica y urbana, por lo que la restauración codiciada del habitát histórico ha coincidido en realidad con su agotamiento y con la pérdida de los valores identitarios de la comunidad (Restucci A., 1991: 281). 2.3. Desarrollo urbano y asentamientos trogloditicos del Altiplano de Granada El caso particular del Barrio Nuevo de Huéscar, situado a escasos cientos de metros del casco antiguo, se ha analizado en el marco de estudios más amplios sobre las variables de asentamiento del trogloditismo, en particular en la zona de Granada (Sorroche Cuerva, M.Á. 2004; Urdiales Viedma, M.E. 1988). Los estudios son de matriz geográfica y antropológica, y han vinculado el estado de uso de las cuevas con la evolución, absolutamente no lineal, que han conocido en el tiempo. No es un fenómeno marginal y debe tenerse en cuenta dada la considerable continuidad en el uso que hace de estas hasta hoy unos de los modelos de habitar utilizados. En 1979 «las cuevas suponen el 5,94% del total de las viviendas de la provincia [de Granada] y acogen a un 6,76% de población» (Urdiales Viedma, M.E. 1979: 311). Probablemente usadas también para fines agrícolas desde la antigüedad, las cuevas deben la primera formación como consistentes asentamientos a la expulsión, desde los centros urbanos, de las confesiones no católicas, judíos y musulmanes, después de la Reconquista, y llegando a ser cada vez más intransigente en el siglo XVI. Pero los moriscos

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no salieron de España, arraigados como eran en la vida cultural, económica y comercial del País: despojados de la propiedad de casas y terrenos, encontraron capacidad para continuar sus actividades camuflándose, literalmente, no lejos de la ciudad: «Había que prestarse al expolio que se practicaba sobre la Antigua posesión. Había, en definitiva, que callar… Todos, en el cierto modo, estaban en el juego. Silencio de adentro en cambio de silencio de afuera. La ciudad murada y cristiana se haría la sorda en aquel silencioso retorno nocturno, mitad por sentido práctico de convivencia laboral, mitad porque aunque todos desearon la conversión, muy pocos de los pudientes desearon la expulsión» (Asenjo Sedano, C. 1972: 91). A partir de estas razones de fundación, la cueva parece como algo profundamente ajeno al sentimiento colectivo de reconocimiento de la identidad urbana de una comunidad y conserva el carácter de alteridad que afecta a su integración a la sensibilidad colectiva. Para tener pruebas documentales de estas viviendas, que no sean relatos literarios, será necesario esperar hasta el siglo XVIII. El Catastro del Marqués de la Ensenada nos da informaciones detalladas a efectos fiscales. En 1753, en Guadix hay más de ochocientas cuevas, que se duplican en comparación con el siglo anterior (Asenjo Sedano, C. 1972: 92). De acuerdo con el informe del Cardenal Lorenzana, en Huéscar a finales del siglo XVIII hay veintidós cuevas para un total de 737 viviendas (Romero Díaz, M.A. 1982: 162). Las dificultades económicas y de la producción del Estado español, que duraron desde la edad de Felipe II hasta todo el siglo XVIII, debidas a muchos factores – entre ellos, los cambiantes escenarios comerciales debidos al descubrimiento del Nuevo Mundo y a las políticas militares y económicas de la Corona – trajeron profundos trastornos en el contexto demográfico y de asentamiento y en el equilibrio entre la ciudad y el campo, con la ruralización de sectores significativos de la población. A pesar de los esfuerzos de los Borbones desde el siglo XVIII, la situación evolucionó definitivamente en el siglo siguiente, empezando desde la Desamortización de Mendizábal en 1837 que, expropiando la mano muerta eclesiástica, «supuso un cambio radical en el ámbito rural por lo que de transformación implicó el poner en explotación innumerables tierras, que requerían una cantidad de mano de obra ingente que se asentó en ellas» (Sorroche Cuerva, M.Á. 2004: 67). 2.4. Conocimiento y conservación: materiales y técnicas Al acercarnos al estudio de los materiales y técnicas, «no podemos perder de vista que la tendencia más usual es la utilización de todo aquello que se consigue en el entorno próximo a las poblaciones» (Sorroche Cuerva, M.Á. 2004: 135). Mirando un mapa geológico de la zona, se observan en primer lugar «[…] pizarras, arcillas, yesos y calizas, como los más abundantes» (Sorroche Cuerva, M.Á. 2004: 136). Aunque no exclusivamente, estos son los materiales constructivos, también dada la escasez crónica de madera y el retraso en las tecnologías de la producción industrial, que llegan sólo a finales del siglo XIX y se asocian con un aumento de la población más bien contenido. Todos estos materiales se utilizan tanto como aglutinantes de morteros o revocos, así como piedras de construcción. Además, «tanto el terreno, como las condiciones climáticas adversas, han contribuido a que aparezca un tipo de hábitat totalmente integrado en el medio natural, el

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troglodita, el cual, emplea las arcillas y conglomerados fácilmente excavables situadas en las ramblas y malas tierras, como material de construcción; […]» (Navarro Valverde, F.A., Suárez Medina, J. 2009: 2). En particular, «La arcilla será otro de los elementos […]. Por sus especiales características de facilidad para su trabajo por su maleabilidad y la progresiva dureza que adquiere en contacto con el aire, es el material más idóneo para realizar un tipo de hábitat excavado, la cueva, y del que esta zona es el exponente más claro en todo el área del mediterráneo occidental, hecho que se constata en la cantidad de localidades que cuentan con ellas dentro de su cascos edificados» (Sorroche Cuerva, M.Á. 2004: 137). 3. CONCLUSIÓN A partir de los datos analizados hasta ahora, se considera crucial poner el tema de la integración de la zona de La Herradura con el pueblo como central para el futuro de un vasto territorio, por el cual el pueblo constituye la referencia. Este caso particular se contempla como un área singular si atendemos a la relación existente entre la vivienda cueva y el núcleo urbano. Encontramos ejemplos cercanos donde un espacio y otro están integrados (por ejemplo, en Galera); por el contrario, en Huéscar observamos que la cuevas están separadas y no integradas, originando un escenario a investigar. La relación del espacio urbano y el espacio rural en el caso de reuso del área de viviendas cuevas perfila aspectos sociológicos significativos, así que el presente proyecto tiene como objetivo la integración social de todo el espacio amplio del barrio de San Isidro. Para el desarrollo de las investigaciones se diseñan ejes estratégicos en las áreas de conocimiento de la ordenación del territorio, la conservación, la construcción arquitectónica y la sociología. La Herradura y su contexto local y regional se establecen entonces como espacio de investigación para la puesta en valor del patrimonio de la vivienda cueva en el Altiplano de Granada. Sin embargo, el camino de reapropiación de lo que las cuevas significan, desde un punto de vista cultural, social y económico, debe pasar por una fase de conocimiento que aún debe ser exhaustiva y que ha demostrado actualmente sólo algunas de las posibilidades para entender el territorio. Es primaria la necesidad de profundizar el conocimiento sobre la forma de vida propuesta y experimentada en las cuevas, en la base de un modelo de distribución de recursos y capacidades colectivas que encuentra en el desarrollo de un saber sedimentado y empírico las razones profundas de la propia identidad. Por lo tanto, la reutilización de las cuevas puede ser la base para la construcción de un sistema de valores que trascienden la mera materialidad de los objetos. La reconstrucción de una concepción que ve la gestión de los usos cívicos (the commons) como fundamento de una sociedad con valores fuertes de independencia y carácter, puede enriquecer la máquina social, para hacer frente a un futuro que en todo caso se presenta como muy incierto, y no permite revivir marcos que se han demostrados insostenibles. BIBLIOGRAFÍA Asenjo Sedano, C. (1972) Las cuevas de Guadix: sus orígenes, Cuadernos geográficos de la Universidad de Granada, 2, 85-101.

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