El problema del patrón básico desde la teoría de prototipos (su aplicación al orden de palabras en español).

June 6, 2017 | Autor: X. Padilla García | Categoría: Colloquial Spanish, Cognitive Linguistics, Word order
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EL PROBLEMA DEL PATRÓN BÁSICO DESDE LA TEORÍA DE PROTOTIPOS (SU APLICACIÓN AL ORDEN DE PALABRAS EN ESPAÑOL).

Xosé A. Padilla García Universitat d’Alacant (Grupo Val.Es.Co.)

As time goes by it becomes more and more evident that word order has stopped being simply a minor problem in linguistics. Proof of this is that there are more and more investigators who are examining this subject from different theoretical perspectives. However, as a subject that has traditionally been linked to syntaxis, the theme has not awaken a great amount of interest in cognitive linguistics, which centres largely on the semantic component of language. The aim of this article is to demonstrate how certain aspects of word order, more specifically the basic patron in Spanish, may be described and explained from a cognitive point of view.

1. INTRODUCCIÓN Con el paso de los años podemos decir que el orden de palabras ha dejado de ser un problema marginal en el análisis lingüístico actual. Y una prueba de ello es que cada vez son más los investigadores que se aproximan a él desde distintas perspectivas teóricas. Sin embargo, como cuestión vinculada tradicionalmente a la sintaxis, el tema no ha despertado demasiada curiosidad en la lingüística cognitiva, centrada por lo general en el componente semántico del lenguaje. El objeto de este artículo es mostrar cómo determinados aspectos del orden de palabras, y más concretamente del patrón básico del español, pueden ser descritos y explicados desde un punto de vista cognitivo. Nuestro trabajo parte de dos ideas o supuestos: (a) el orden de palabras en español coloquial puede ser considerado un espacio categorial flexible en el que los enunciados conversacionales se sitúan mejor o peor entre las categorías orden sintáctico y orden pragmático (definido este último, como un orden interactiva y contextualmente más dependiente)1; y (b) algunos presu1 Esta hipótesis, que ya hemos expuesto en otros trabajos (véase Padilla, 2001b), fue el punto de partida para nuestra tesis sobre el orden de palabras, (véase Padilla,2001c).

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puestos teóricos referidos al orden de palabras han sido utilizados de manera axiomática, consecuentemente, es necesario analizar de forma más detallada determinados conceptos. Uno de estos conceptos es, sin lugar a dudas, el problema del patrón básico.

2. ORÍGENES DEL TÉRMINO PATRÓN BÁSICO Y SU UTILIDAD COMO HERRAMIENTA LINGÜÍSTICA

Para abordar los orígenes del concepto patrón básico hay que remontarse a los estudios tipológicos de Greenberg (1963, 66), Lehmann (1973, 74), Vennemann (1974, 75) o Comrie (1981), cuyo objetivo principal era encontrar una estructura específica que permitiese clasificar las lenguas del mundo y hablar, al mismo tiempo, de universales lingüísticos2. No todos los investigadores coinciden en la necesidad de plantear la existencia de un patrón básico3, ni en cuáles son sus características, ni, menos aún, en que este patrón funcione como sistema de clasificación e identificación tipológica, sin embargo, lo cierto es que una parte muy importante de los estudiosos del orden de palabras utilizan el esquema SVO, al menos como herramienta de trabajo. Una de las cuestiones que intentaremos resolver en este artículo es saber cuáles son las razones que justifican este repetido empeño. Como hemos afirmado anteriormente4, una de las primeras razones que nosotros tenemos para utilizar el esquema SVO es que los enunciados de las conversaciones coloquiales se sitúan entre dos categorías o formas de ordenación de los constituyentes básicos: el orden sintáctico y el orden pragmático. La diferencia principal entre los dos es la mayor o menor cercanía a las formas tradicionales de ordenación de los constituyentes de la oración. En definitiva, su mayor o menor proximidad a la sintaxis y al orden SVO. Es lo que separa, por ejemplo, enunciados reales como los siguientes: (1) D: ese reloj vale medio kilo (RB.37.B1:169)5 SVO (2) B: que otra ve- ¡joder nano! o sea-/ ¿alguien quiere más≠ beber? (H.38.A1:369) E.A.D.6

El esquema u orden de constituyentes SVO nos sirve, pues, como eje descriptor de las categorías del orden, pero su función no acaba aquí, su misma

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existencia (orden lineal de tres elementos) ayuda a justificar determinados cambios de posición, vinculados a funciones informativas o comunicativas concretas (introducir información, reintroducir información, etc.7). Es lo que ocurre cuando describimos los cambios de posición de determinados constituyentes oracionales (objetos, sujetos, circunstanciales) en construcciones ampliamente estudiadas como las dislocaciones (DSL) y topicalizaciones (TOP) (muy frecuentes en español y en otras lenguas románicas8). Todo ello nos lleva a pensar que la importancia del patrón no puede reducirse a la mera cuestión de su existencia, sino a su relevancia como «herramienta sintáctica prototípica» que se aplica, en principio, a una determinada lengua.

3. DIFERENCIAS ENTRE ORDEN SVO Y PATRÓN BÁSICO. COMPONENTES DEL PATRÓN BÁSICO Y PROTOTIPICIDAD

Antes de abordar la cuestión de la prototipicidad de la herramienta patrón básico, es necesario señalar claramente cuáles son sus componentes o, mejor dicho, definir claramente qué es el patrón básico. En el término patrón básico, tal y como ha sido entendido por los estudiosos, confluyen dos aspectos que a menudo han sido confundidos y que nosotros debemos distinguir antes de seguir adelante: a) el patrón básico es una unidad de base sintáctica (pero no exclusivamente) en la que coinciden o concurren varios niveles (oración simple, enunciativa, aparición de tres elementos, etc.), b) los elementos o constituyentes que componen el patrón básico se ordenan de una determinada forma y esta ordenación (SVO, SOV, etc9.) constituye uno más de los rasgos que forman el patrón. Patrón básico y orden de constituyentes son, pues, conceptos distintos, el último de los cuales es sólo un componente del primero. Dicho de otra forma, el orden SVO del español es, como veremos, un rasgo más de los varios rasgos (+enunciativa, +oración simple, +transitiva, etc.) que componen lo que se conoce habitualmente como patrón básico, en este caso, del español. Véase Padilla (2001)c. El inglés, por ejemplo, una lengua germánica, y mucho más rígida en el orden de sus constituyentes, utiliza en cambio la pasiva de forma mucho más frecuente: They gave the child a cuddly toy/the child was given a cuddly toy. Al niño le fue regalado un muñeco de peluche (véase. López y Minnet, 2001:69). 9 En español son extrañísimas, y especialmente marcadas, ordenaciones como: Comimos manzanas todos (VOS). 7

Aunque éste era uno más de los parámetros de clasificación, tenía claramente una relevancia especial. 3 Véase Dik, 1978, 89, 97; o MacMahon, 1994. 4 Véase Padilla (2001)c. 5 Los ejemplos pertenecen al corpus de Val.Es.Co. de 1995. 6 Enunciados aparentemente desordenados, véase Padilla (2001)b. 2

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Hecha esta puntualización, es necesario abordar el problema de la prototipicidad. Existen características en el concepto patrón básico que lo califican no sólo como una teoría hipotética interesante para establecer, como Greenberg (1963, 66), universales lingüísticos, sino que parece funcionar, como veremos, como un caso sugerente para la teoría de prototipos. Por diversas razones (lingüísticas, psicológicas, etc.), cuando los hablantes son cuestionados sobre los ejemplares que forman una determinada categoría, suelen elegir un ejemplar que reúne una serie de características específicas10 y que, desde el cognitivismo, recibe el nombre de prototipo. De esta manera, y remontándonos a los clásicos ejemplos de esta corriente lingüística, si somos interrogados por el nombre de una fruta, elegimos antes la pera o la manzana que el durazno; y si nos preguntan por el nombre de un pájaro, elegimos antes un gorrión o un canario que un avestruz o un pájaro bobo. De la misma manera, y salvando las distancias, algo parecido ocurre con los ejemplares que forman esa categoría lingüística básica, formada por varios elementos (palabras), que llamamos oración11. Encuestados sobre este asunto, 350 alumnos no filólogos de la Universidad de Alicante12 eligieron mayoritariamente oraciones del tipo: (a) Pepito come peras13, y no otras como: (b) ¿La botella la compro yo? Esta forma sintáctica que incluimos en la categoría oración (Pepito come peras) se caracteriza, sin embargo, además de por un orden concreto de constituyentes (en este caso SVO), por ser una oración simple, por ser transitiva y por poseer la modalidad enunciativa. Todos estos rasgos en conjunto, y no sólo el orden de los constituyentes, forman el patrón básico de la lengua (en este caso del español). Por otra parte, es interesante remarcar que si los hablantes utilizan el patrón cuando se les interroga sobre el prototipo de estructura sintáctica básica, no parece, pues, tan descabellado utilizar esta estructura para clasificar las lenguas o hablar, como hacía Greenberg (1963, 66), de universales del lenguaje. De alguna manera, y este dato apoya las conclusiones de nuestro estudio, el que pensemos en una oración cuando nos someten a una encuesta como la anterior, ayuda a corroborar la prototipicidad del mismo patrón, Véase Cifuentes (1994); Cuenca y Hilferty (1998); etc. Aunque el número de palabras puede variar (n...n+1), algo nos dice que Mamen es inteligente es más oración que ¡no! 12 Véase Padilla (en prensa). 13 Podría pensarse quizás que los alumnos eligieron oraciones como éstas por la influencia de la gramática, sin embargo, tendríamos que volver a preguntarnos después qué razones son las que llevaron a los gramáticos a elegir estas oraciones y no otras. Sería, por tanto, como la típica paradoja del huevo y la gallina. 10 11

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ya que, como demostró Cuenca (1996) la oración14 (frente al fragmento o la cláusula) estaría en lo que desde el cognitivismo se ha llamado el nivel básico de la sintaxis. Como ocurre con cualquier otra categoría, en la categoría patrón básico, no todos los rasgos que caracterizan los ejemplares que la forman tienen la misma importancia. Si tener patas define claramente a la categoría mueble; ser de manera, no lo consigue tanto, ya que habitualmente utilizamos también muebles metálicos o de otros materiales. Algo parecido a lo que ocurre con la categoría mueble, sucede con los rasgos que definen el prototipo patrón básico. Lo cual, por otra parte, vuelve a permitirnos separar el concepto patrón básico de los componentes que lo constituyen. Si los estudiantes de nuestra encuesta hubiesen hablado latín, euskera o japonés, habrían utilizado con toda seguridad una forma de patrón básico que se caracterizaría por el orden de constituyentes SOV: a) Clavdia librvm habet (Claudia tiene un libro), b) Izaskunek15 liburua du (Izaskun tiene un libro), c) María wa hon wo motteiru16 (María tiene un libro). Si los estudiantes hubiesen sido malgaches, habrían utilizado una oración con orden VOS: d) Manana boky i Blanca17 (Blanca tiene un libro), y si cambiásemos de lengua, el orden habría cambiado en principio hasta las seis teóricas ordenaciones que son las que permiten las permutaciones de los tres elementos S, V y O18. Si, en principio, el orden de los constituyentes que forman el patrón básico no es el rasgo definitorio del prototipo, tampoco lo puede ser el carácVéase también Cuenca y Hilferty (1998). El sujeto de la oración vasca está en caso ergativo y el objeto directo en nominativo (véase Letamendia, 1996:54). 16 La partícula wa (posposición joshi) sirve para expresar el tópico de la oración (normalmente el sujeto, pero, evidentemente, no de manera necesaria); la partícula wo (también transcrita como o) indica cuál es el objeto (directo) de la oración; motteiru (de motsu, tener) tiene el sentido de estar teniendo. 17 La traducción palabra por palabra sería algo así como: manana (V, tener), boky (O, libro), i (determinante de nombre propio humano) y Blanca (S, nombre propio); es decir, VOS. Todos los nombres propios siempre vienen determinados por un artículo, en este caso por «i». El artículo «un» del español desaparece en malgache. 18 Si hubiésen hablado una lengua semítica como el árabe, habrían utilizado el orden VSO: Istarat Mariam kitab (literalmente: Ha comprado María un libro) o Istara Yusuf kitaba (ha comprado José un libro), marcando en el verbo la diferencia entre masculino y femenino (Istarat/istara). Siguiendo los consejos de Paradela (1998), eliminamos al viejo Zayd de nuestro ejemplo. 14 15

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ter transitivo de la oración, ya que este rasgo no puede aplicarse de manera fehaciente en todas las lenguas del mundo. En el ejemplo vasco que hemos utilizado anteriormente (Izaskunek liburua du), el sujeto Izaskunek está en caso ergativo19 y no nominativo (Izaskun), a pesar de traducir una construcción transitiva castellana (Izaskun tiene un libro). Así pues, sólo los rasgos +oración simple +orden ‘X’ de constituyentes y +modalidad enunciativa darían la caracterización real de la categoría patrón básico. El resto de rasgos que hemos mencionado ayudarían a definir el prototipo, pero no serían de ninguna manera necesarios u obligatorios.

4. PREEMINENCIA LINGÜÍSTICA Y PERCEPTIVA DEL ESQUEMA SVO A pesar de haber señalado que el orden SVO no es de modo alguno el único componente del patrón básico, y a pesar de que las permutaciones de tres elementos nos proporcionan seis posibles órdenes (SVO, VOS, SOV, etc.) que, en principio, gozan del mismo estatus, hay determinados comportamientos lingüísticos y/o psicolingüísticos del esquema SVO que nos llaman la atención y que pasamos a describir más detenidamente. Al hablar del orden de palabras en español, Gili Gaya (1961) afirmaba que la anteposición del sujeto no se debe a una obligación de tipo sintáctico o gramatical, sino a que dicho sujeto es el elemento que suele reclamar la atención del hablante, razón por la cual ocupa la primera posición. Son varios los autores (véase Givón, 1979), por otra parte, que establecen una relación entre el tópico y el sujeto, no porque se trate de unidades equivalentes, sino porque para estos autores el sujeto es, en cierto modo, una forma gramaticalizada (o sintactizada si se prefiere), del tópico. El tópico, entendi19 La ergatividad es una característica de lenguas casuales como el euskera que individualiza a determinados sujetos marcados con un caso o marca especial (en euskera: -k). Desde una perspectiva generativista se ha retomado el concepto y se ha redefinido aplicándolo a construcciones en las que aparecen verbos formalmente intransitivos que se caracterizan por llevar un sujeto que se parece sintácticamente al complemento directo de los verbos transitivos y se distancia del sujeto gramatical del resto de verbos (véase Ramos, 1996). Compárense estas cuatro oraciones del euskera: Ni dago (yo estoy), ni gizona naiz (yo soy un hombre), ni presaka nabil (yo ando deprisa) y nik autoa dut (yo tengo un coche), de egon (estar), ibili (andar) e izan (ser, intransitivo; tener como transitivo). La última de ellas (con sujeto en caso ergativo -k) ejemplifica la diferencia entre los dos tipos de sujetos posibles del euskera: sujeto nor/nork (quién, interrogativo). El elemento marcado es el sujeto y no el objeto, que aparece en caso nominativo. Compárese con el alemán: Maria hat einen Brief (masc.) (María tiene una carta) en donde el marcado es el acusativo pero a través del artículo indeterminado (einen vs. eine).

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do como punto de inicio de una unidad informativa, en el sentido en que fue definido por Hockett (1958) o Gutiérrez Ordóñez (1997), no es ciertamente, o no necesariamente, el sujeto de la oración, pero de manera intuitiva algo nos lleva a plantear que si quisiéramos establecer una estructura sintáctica básica, y la quisiéramos gramaticalizar en un patrón, el candidato idóneo para funcionar como tópico sería el sujeto, al menos, como decimos, en un nivel intraoracional. Si existe una conexión evidente entre nociones como tópico y el orden de constituyentes SVO, alguien podría argüir, en contra de esta hipótesis, que cuáles son las razones que justifican órdenes diferentes como los de lenguas como el malgache (VOS) que no sitúan el sujeto en primera posición. MacMahon (1994), Bauer (1995) o Bichakjian (1997, 98a, 98b) se hacían esta misma pregunta al estudiar cómo el cambio lingüístico afecta al orden de palabras en determinadas lenguas. La respuesta probablemente deba buscarse, como hacían estos dos autores, en el funcionamiento general de cada una de estas lenguas como código diferenciado e interdependiente en el que otros mecanismos compensan el cambio de orden. Sin embargo, además de acudir a la posibilidad de una transformación a partir de un primitivo esquema SVO, la cuestión quedaría relativamente abierta. A pesar del posible impedimento que pudieran suponer las lenguas con órdenes básicos que no sitúan el sujeto en primera posición (VOS, VSO, etc.), existen, sin embargo, razones importantes que, en nuestra opinión, señalan el carácter diferencial del orden SVO con respecto a los otros cinco teóricos órdenes posibles. La primera razón tiene que ver con la convivencia de patrones distintos en niños que aprenden lenguas con un orden de palabras diferente. Como demostró Urrutia (1988), los niños bilingües euskera-castellano con outputs SVO y SOV pasaban por una fase de confusión o confluencia en la que el orden SVO era utilizado indistintamente para las dos lenguas20. La segunda razón se relaciona con los efectos que el cambio lingüístico ocasiona en el orden de palabras de algunas lenguas. Bichakjian (1997, 98a, 98b) afirma que, cuando se produce un cambio en el orden de los constituyentes de una lengua SOV, VOS, etc., la dirección del cambio es siempre hacia el orden SVO y no al contrario. De hecho, esto es lo que ocurrió sin excepción en el paso del latín a las lenguas romances. Algo parecido sucedió al parecer en el paso del inglés antiguo al inglés moderno, en donde el porcentaje de apariciones del orden SVO sobre el orden SOV va creciendo pro20 Aunque inglés y castellano comparten el mismo patrón (SVO), van del Vlugt (1992) ha comprobado que en niños bilingües español-inglés la presión del inglés (con un orden fijo y patrón SVO) favorece el mayor uso de este esquema en castellano en casos en los que, sin dicha presión, podría existir variación.

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gresivamente (véase Strang, 1989:101). El porcentaje aumenta considerablemente en inglés medieval y se regulariza ya prácticamente en la prosa de Shakespeare a favor de SVO (93%)21. La tercera razón está fundamentada en los estudios tipológicos. Según afirma Comrie (1981), el conjunto de lenguas estudiadas del mundo tiene de manera claramente mayoritaria el orden de constituyentes SVO. La cuarta y última razón está relacionada, en cierto modo, con la primera, puesto que ambas se relacionan con parámetros de tipo psicolíngüístico. Algunos autores (Braine, 1963; Urrutia, 1988; Hawkin, 1981; etc.) proponen una escala en la facilidad de procesamiento en la que el orden SVO, frente a los otros cinco órdenes posibles, ocupa el primer lugar. Se suele vincular esta facilidad en el procesamiento de la información con el mayor o menor peso del objeto (número o cantidad de sílabas o palabras que contiene) que consecuentemente ocupa la última posición (véase Dik, 1978, 89, 97; o Bellosta von Colbe, 2001). Todas estas razones parecen, pues, apoyar que el orden de constituyentes SVO debe formar parte del prototipo patrón básico con carácter «universal». Pero además de las anteriores razones, nosotros vamos a señalar algunas otras que enlazan este orden SVO con un cierto experiencialismo cognitivo, y que lo convierten no sólo en una construcción perceptualmente motivada, sino en un prototipo o imagen mental que conecta con otras formas de conceptualizar el mundo no lingüístico.

5. SVO Y EXPERIENCIALISMO COGNITIVO La idea que manejamos ahora como hipótesis es la siguiente: en una sucesión de cosas ordenadas, el primer y último elemento destacan de alguna forma sobre los demás, aunque esta forma de destacar sólo sea para servir de punto de referencia para el resto de elementos ordenados. Si utilizamos los conceptos del cognitivismo base y perfil (equivalentes a los conceptos perceptivos fondo/figura), podríamos decir que el conjunto de los elementos de la sucesión ‘X’ funcionan como base sobre la que destacan los perfiles de la primera y última posición. La idea de destacar estas posiciones como un hecho que trasciende lo estrictamente lingüístico fue esbozada por Meiran (1994) que hablaba de que este comportamiento lingüístico coincide con un modo de actuación 21 Las formas con orden SOV, sin embargo, eran más frecuentes en el verso que en la prosa. El Book of Common Prayer nos proporciona un ejemplo clásico de orden SOV en inglés a través de una fórmula ritual matrimonial que sigue utilizándose en la actualidad: «With this ring I thee wed, with my body I thee worship, and with all my worldly goods I thee endow» (véase López y Minnet, 2001: 66).

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humano más amplio. Este comportamiento, de carácter perceptual o psicológico, afecta a varios sentidos, entre los cuales destaca la vista (vemos más fácilmente lo primero y lo último en una sucesión de cosas). Esta idea puede ser completada, además, por algunas pruebas o estudios psicológicos de evaluación de niños con problemas de aprendizaje. Por ejemplo, en el test de inteligencia WISC (y en otros test que evalúan las capacidades cognitivas y las habilidades lingüísticas), existe una subprueba en la que a los niños se les pide que repitan de forma inmediata una serie de números (cada vez más). Es una tarea que mide la memoria auditiva inmediata y la atención (vigilancia, estado de alerta). Pues bien, cuando los niños empiezan a realizar mal la tarea, suelen decir series de números incorrectas en las que sólo el primero y el último suelen ser correctos. Otro de los métodos que se emplean para medir la memoria auditiva inmediata (que aparece en muchas pruebas de evaluación sintáctica) es la repetición de oraciones. Cuando al niño se le pide que repita una oración excesivamente larga o compleja que, en principio, no formaría parte de su repertorio lingüístico, suele realizar una especie de filtrado por el que transforma la oración pedida en otra que sí estaría dentro de su competencia sintáctica. En estos casos, aunque no siempre, el niño suele mantener y repetir el elemento que aparece en primer y último lugar. Este efecto de «recensión» del sistema de atención y de la memoria a corto plazo parece apoyar, pues, la importancia de los lugares primero y último en una sucesión de cosas. El procedimiento que aquí describimos (relevancia de la primera y la última posición) afecta, pues, a varios aspectos de la vida cotidiana y, como tal, no es difícil encontrar ejemplos o formas de conceptualizar semánticamente en el lenguaje esta experiencia del mundo. Por ejemplo, en la sucesión de individuos que forman los hijos de una pareja se llama primogénito al primero, y benjamín, al último; pero el sustantivo mediano abarca un espectro mucho menos definido que incluye un número indeterminado de individuos (el segundo, el tercero, el cuarto, etc.), cuya característica principal es la de no ser ni el pequeño ni el mayor de la familia22. Sea, pues, para heredar la corona del reino, sea para recibir los especiales cuidados de la madre, el mediano queda desterrado al terreno de la «indefinición» entre el primero y el último. De manera similar a la sucesión de hermanos de una familia, el lenguaje codifica otros ejemplos en los que, en una sucesión ordenada de elementos, los que ocupan la primera y la última posición destacan sobre los demás. Así, en una carrera ciclista el mejor clasificado (el primero) recibe como apelativo el anglicismo líder (de leader), y el último clasificado, el que cierra 22

Evidentemente, esto podría cambiar de una a otra lengua por razones diversas.

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el pelotón, es llamado el farolillo rojo; sin embargo, nadie se acuerda, o a nadie se le ocurre calificar de alguna manera lingüísticamente codificada al número 22, 34, ó 168 de la carrera. Tenemos también, por ejemplo, formas estereotipadas de empezar y terminar una carta, una redacción o una conversación telefónica, pero no hay, por otra parte, reglas fijas para la parte central de estos textos23. A estos ejemplos podríamos añadir muchos otros, más o menos anecdóticos, como el principio bíblico de los últimos serán los primeros en el reino de los cielos o el caso de la palabra vasca lehendakari (traducido literalmente como el primero en el mando) que, evidentemente, destaca la primera posición en una hipotética sucesión de ciudadanos vascos. Así pues, sea para valorar algo positiva o negativamente, o sea para destacar de alguna u otra forma un elemento, parece cumplirse la regla, nacida de nuestra experiencia vital, de que la primera y última posición en una sucesión de cosas tienen una relevancia especial que se marca siempre de algún modo. La pregunta que sigue al análisis de estos ejemplos es fácil de adivinar: ¿de qué manera afecta todo esto al orden SVO o al patrón básico de las lenguas? La rutina cognitiva que hemos señalado y que se deduce de nuestro sistema de aprehensión de la realidad nos sirve principalmente para dos cosas: a) la primera y la última posición de una sucesión son, como hemos dicho, especialmente importantes o relevantes, b) el orden SVO refleja icónicamente esta forma de conceptualizar la realidad. Así pues, los datos cognitivos vienen a sumarse a los ya señalados (las cuatro razones anteriormente argüidas) para destacar el orden de constituyentes SVO sobre el resto de órdenes posibles (SOV, VOS, etc.). El orden SVO es una especie de gramaticalización intraoracional del valor específico de determinadas posiciones, que se justifican, como hemos visto, a partir de una forma humana generalizada de aprehender el mundo que nos rodea. En última instancia, podríamos remontarnos, como hemos visto, a fenómenos relacionados con la memoria y el sistema de atención (efecto de recensión). El sujeto y el objeto, tomando al verbo como eje de la sucesión (posición central), se colocan en estas posiciones no porque sean los elementos más

23 Es interesante añadir que en las pruebas de evaluación del discurso narrativo, los niños suelan describir con mucho detalle el principio y final de la película que se les proyecta para la evaluación, y que omitan, sin embargo, los episodios intermedios (véase Baixauli, en prensa). Es algo parecido a lo que hizo Sancho cuando tuvo que narrar de memoria la misiva de don Quijote a su amada Dulcinea.

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importantes de la sucesión de constituyentes, sino porque probablemente, como afirmaba Gili Gaya (1961), son los que más veces necesitan ser destacados sobre el conjunto. Quizás el ejemplo más evidente de la preeminencia perceptiva de estos dos elementos lo ofrezcan aquellas lenguas que, como el árabe o como el ruso, omiten el verbo en las oraciones copulativas: (a) en ruso ________/__ [ja studjént/ka] (literalmente: Yo, estudiante; es decir: Yo soy estudiante).

6. SVO ESTRUCTURA PROTOTÍPICA DEL ORDEN SINTÁCTICO Hasta aquí hemos dejado claro que el concepto patrón básico no es un mero axioma de los estudiosos del orden de palabras, sino un elemento útil en el análisis de este problema que puede ser explicado de manera más clara desde un punto de vista cognitivo. También hemos intentado probar que el esquema SVO es perceptual y cognitivamente más básico que otros órdenes y que, por derecho propio, debería, pues, formar parte del patrón básico como hecho «universal». El orden SVO, sin embargo, no es sólo un rasgo para definir el patrón básico del español y de otras muchas lenguas, sino también, como anunciamos al principio, la estructura prototípica de lo que nosotros llamamos orden sintáctico de la conversación coloquial (véase apartado 2). Como tal estructura prototípica, tiene en nuestra hipótesis una triple función a la hora de enfrentarnos con el orden de palabras de los enunciados coloquiales: a) nos ayuda a diferenciar las categorías orden sintáctico/orden pragmático, b) nos permite explicar los cambios de posición de los constituyentes que lo forman, c) nos permite considerar que las categorías orden sintáctico y orden pragmático forman un espacio categorial flexible. Así pues, el orden SVO sirve como punto de partida para explicar ciertos cambios de orden (dislocaciones, topicalizaciones, etc.): (3) A: tortitas no llegué a hacer (TOP) [H.38.A1]: 446 (4) C: oiga↓ que a mí me lo han tomao por teléfono el pelo (DSL) [H.25.A.1] : 83

que poseen una función claramente informativa o comunicativa. El alejamiento del orden SVO sirve en español coloquial para indicar funciones comunicativas como introducir una cosa o personaje en el discurso, reintroducir-

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lo, contrastarlo, etc. Por otra parte, los cambios de posición de los tres constituyentes que lo forman, como es lógico, no son arbitrarios sino cognitivamente motivados, ya que, como hemos dicho, las posiciones primera y última están revestidas, desde varios puntos de vista, de un valor especial. Tomemos, pues, como punto de partida, los elementos contenidos en el orden SVO o partamos de enunciados más complejos en los que S y O no ocupan las posiciones previas perceptivamente relevantes (PPR), lo cierto es que el esquema SVO sirve como referente para los cambios de posición de los constituyentes. De esta manera, utilizando como punto de referencia los tipos de enunciados que las conversaciones coloquiales nos proporcionan podemos establecer un espacio categorial flexible en el que los ejemplos se sitúan en una u otra categoría dependiendo, en última instancia, de su mayor o menor alejamiento del esquema SVO (prototipo del orden sintáctico). Por lo tanto, construcciones como las DSL (en fase de gramaticalización24) y las TOP se sitúan, pues, en una zona de transición entre las categorías orden sintáctico y orden pragmático.

7. CONCLUSIONES Como hemos podido comprobar a lo largo de todo el artículo, la gramática no sólo sirve como elemento vehicular del significado, sino que es, como afirman Langacker (1987, 91) o Cifuentes (1994), en gran medida significativa, y esto no sólo afecta a la semántica sino a la sintaxis. Los problemas que afectan al orden de palabras, y, en concreto, al patrón básico, son, como hemos visto, y por derecho propio, un reflejo motivado de nuestro conocimiento del mundo y de la cognición en general. El esquema SVO es, como hemos observado en este estudio, un componente más del llamado patrón básico, por lo tanto, nunca debemos confundir patrón y componentes que lo forman (el orden SVO es sólo uno de ellos). Sin embargo, varias razones (psicológicas, lingüísticas, efectos de memoria, etc.) lo colocan en una posición preeminente que hunde sus raíces en las formas humanas de categorizar y percibir el mundo o simplemente recordar elementos sucesivos. La preeminencia de esta forma sintáctica, oración o frase verbal explica, pues, el reiterado uso que de él han hecho los gramáticos y lingüistas, pero también, y esto es especialmente interesante, su frecuente aparición en las lenguas del mundo. 24 Los clíticos correferenciales (que se escriben separados, pero se pronuncian, evidentemente, junto con el verbo) sirven casi como una marca gramaticalizada del objeto, de la misma manera que los morfemas verbales indican el sujeto: La casa la compré/ Jon-Haritz come peras. Para estudiar este proceso desde un punto de vista diacrónico, véase Padilla (2002).

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