El Problema del Conocimiento en Sartre

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El Problema del Conocimiento en Sarte Evolución del pensamiento gnoseológico sartrianio Alan Bogarín Colmán

INTRODUCCIÓN El presente trabajo hace referencia a los exámenes que ha realizado Jean-Paul Sartre dentro de la disciplina gnoseológica. Se ha de constatar que el estudio a realizarse no se basará en una única obra, es decir, se evidenciará que, para obtener los resultados mínimamente esperados fueron varias las obras a las cuales se hizo necesario recurrir. Entre ellas, se puede citar: "La Trascendencia del Ego, El Ser y la Nada", "Crítica de la Razón Dialéctica". Por otro lado, el desarrollo de las temáticas centrales está contenido con distintos matices, y es de muy notable apreciación los cambios que va desarrollando en cada una de las etapas y procesos. A modo de presentar brevemente al autor, se acotará la siguiente biografía:

Filósofo francés, dramaturgo, novelista y periodista político, es uno de los principales representantes del existencialismo. Sartre nació en París el 21 de junio de 1905; estudió en la École Normale Supérieure de esa ciudad, en la Universidad de Friburgo, Suiza y en el Instituto Francés de Berlín. Enseñó filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, momento en que se incorporó al ejército. Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y más tarde en París, y participó en la Resistencia francesa. Las autoridades alemanas, desconocedoras de sus actividades secretas, permitieron la representación de su obra de teatro anti autoritaria Las moscas (1943) y la publicación de su trabajo filosófico más célebre El ser y la nada (1943). Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl, la metafísica de los filósofos alemanes Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger, y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento mundial. Muere el 5 de abril de 1980.

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Ahora bien, vale poner de manifiesto que, las líneas de acción subsiguientes pertenecen al principal cometido del presente trabajo. En el intento de expresar con claridad el desarrollo gradual y diferencial de una presunta teoría del conocimiento en el autor electo, se irá abordando las cuestiones que remiten a los exámenes del mismo en dicha disciplina. El abordaje tratará de establecer en principio, las bases fundamentales de una Teoría del Conocimiento propiamente dicha; "rescatada" a lo largo de la producción filosófica del autor en cuestión. De manera irremediable toca, en función de las características del tratamiento de la disciplina en nuestro autor, realizar un análisis que vaya comprendiendo la evolución misma de su concepción del conocimiento. Por supuesto, esto constituye un reto imprescindible a la hora de materializar y comprender las ideas que tiene él del conocimiento. Considerando la gran influencia que ha tenido la filosofía de Jean-Paul Sartre, en tanto visto como humanismo; y, en vista de que más es conocido, en general, "el Sartre de la Ontología y el Sartre existencialista", se ha querido ofrecer también, un pequeño examen de sus consideraciones epistemológicas. Por ende, el tratar de situarse dentro de la perspectiva sartriana, es quizá, la tarea fundamental para exponer lo más fiel posible, lo que él haya querido decir con el término "conocimiento".

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El Problema del conocimiento en Sartre Encontrar una Teoría del Conocimiento o Epistemología que no superponga una Ontología es una tarea, hasta se podría decir imposible, a la hora de hablar de la filosofía sartriana; es decir, entre la Epistemología y la Ontología de Sartre, se constataría una imbricación tal que se hace inaccesible un estudio fluido de su epistemología como disciplina independiente. No se ve, pues, en Sartre, un tratamiento del conocimiento al estilo en que lo ha hecho Kant. En el pensador francés, no existen "categorías a priori del entendimiento" en el sujeto que "conoce", por los cuales filtran las percepciones y se organizan de acuerdo a la estructura misma que el entendimiento posee, el conocimiento no es el resultado de una estructuración categorial; tampoco en nuestro pensador, -y mucho menos-, existen realidades nouménicas. El conocimiento está íntimamente relacionado con su Ontología, y ésta a su vez con su Ética (luego veremos que también con la Antropología), es decir, no es posible preguntarse por lo que hay y conocerlos a través de la razón pura (al modo de Kant y sus categorías), sino solamente cabe preguntarse por lo que debe haber, o bien, por lo que se debería hacer para que haya lo que debe haber en el mundo1. Más parece identificarse, por lo menos al inicio, a la epistemología husserliana, es decir, se aprecia, en el desarrollo de su filosofía, un tratamiento del conocimiento que se desprende de la fenomenología. Desde luego, con desarrollo original y conclusiones diferentes. Desde la interpretación de Amorós, se puede afirmar que en el pensamiento del autor en cuestión no existe una ruptura epistemológica, sino más bien un desplazamiento desde una fenomenología de la conciencia hasta una fenomenología de la praxis individual, desprendiéndose esto, desde una motivación fundamental y primordialmente ética.

1

Ver Celia Amorós, "El Nominalismo Dialéctico en Sartre"; Ed. Didascalia, págs. 24-25.

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En el proyecto de "captar lo existente en su concretud", de hacer emerger una filosofía contrapuesta a la tradicional (abstraccionismo) que pudiese aprehender al mundo y a la conciencia en toda su concretud y pureza, Sartre, se encuentra con la fenomenología de Husserl. Debido a que esta última se muestra como estudio fundamental de la conciencia y de la intencionalidad, es posible describir los objetos en su justa medida2; es aquí, donde nuestro pensador encuentra una base conceptual y metodológica que converja con el susodicho proyecto. El retornar a las cosas mismas, de la fenomenología, significaba no un retorno a las cosas propiamente dichas, sino un retorno a los actos por medio de los cuales se obtiene el conocimiento de esas cosas, es decir, un volverse hacia la conciencia. En la fenomenología husserliana se prescribe el tinte íntegramente epistemológico, sin embargo, Jean-Paul, no agota sus pretensiones en dicho campo, sino que se sirve de este para acceder al campo del ser, al campo ontológico. Sartre, afirma también, que toda conciencia es conciencia de algo, es decir, la intencionalidad es, para nuestro autor, la estructura esencial de toda conciencia; no es un aspecto más de la conciencia, como sí en Husserl, sino que es la conciencia. El afirmar, para él, que la conciencia sea siempre conciencia de algo, no significa que -el algo- del que se toma conciencia sea un simple contenido suyo bajo la forma de representación, ni mucho menos, que -el algo- sea un ingrediente de la conciencia que se dé en el acto cognoscitivo3. Como se ha visto, la intencionalidad en Sartre, toma un camino mucho más radical de lo que significó para su fundador. La interpretación de Sartre de la fenomenología de Husserl, niega una conciencia "en sí", una conciencia como centro sustancial, en definitiva, niega el "Yo" cartesiano, alejándose de las concepciones tradicionales que concebían a la conciencia como sustancia, como algo "en sí". Las siguientes palabras exponen claramente la idea del Ego sartriano: "El ego no está ni formal ni materialmente en la conciencia, está

2

Francois H. Lapointe, "Psicología fenomenológica de Husserl y Sartre", Revista Latinoamericana de Psicología, Vol. 2, 1970, pág. 382 3 Eduardo Bello, "La idea de intencionalidad en Husserl y Sartre", págs. 4-5

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afuera, es un ser en el mundo, como el ego de otro"4. El Ego, no es común, ni propietario, ni mucho menos anterior a la conciencia, sino que es objeto de ella: es para la conciencia.

La conciencia no tiene un interior, no es nada más que el exterior de ella misma, y es esa fuga absoluta, ese rechazo a ser sustancia, es lo que la constituye como conciencia5.Se diría entonces, que para Sartre, el conocimiento también, al igual que la conciencia, -al menos en sentido derivado-, es pura trascendencia, en tanto que es consecuencia de una conciencia que "explosiona" y que se halla en y hacia el mundo, es decir, el conocimiento es un acto constante de trascenderse, y por supuesto, de movimiento hacia lo externo, hacia lo que no es ella misma, hacia el mundo. En cierto sentido, el campo trascendental, sólo accesible a la fenomenología, es una nada: puesto que todos los objetos se encuentran fuera, y, hasta el Ego ha cesado de formar parte de él; sin embargo esa nada lo es todo, puesto que es conciencia de todos esos objetos. La reducción fenomenológica, se traduce en Sartre, en nihilización. Al obtener una conciencia pura, absoluta, y desligada del "Yo" -por tanto impersonal-, es posible que la dualidad sujeto-objeto (dualidad puramente lógica), desaparezca definitivamente; ya que, en tanto absoluta, pura e impersonal, esta conciencia ya nada se le parece a un sujeto, y, a través de ello se presenta la "ligazón" sujeto-objeto. Tanto el sujeto (Yo) como el objeto (mundo) son objetos de una conciencia con dichos caracteres, y esta relación de interdependencia entre el Yo y el Mundo, es suficiente para que el Yo "capte a lo existente en todo su contenido y concretud"6. Husserl, con la idea de trascendencia del cogito, ya había "logrado suprimir" el dualismo entre substancia (entendido ésta como ese interior de la cosa que no puede ser conocido) y apariencia. Sin embargo, pareciera no poder responder, efectivamente, a la 4

J.P. Sartre, "La Trascendencia del Ego", Ed. Calden. 1968, pág. 11 J.P. Sartre, Situación 1: El Hombre y las cosas:“Una Idea Fundamental de la Fenomenología de Husserl: La Intencionalidad”, Ed. Losada, 1960, pág. 30 6 Sartre, "La Trascendencia del Ego"; pág. 80 5

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pregunta: ¿Cómo poder admitir -a la vez- la existencia, la relación y comunicación entre la conciencia y el mundo exterior? Es decir, vuelve a caer en el dualismo sujeto-objeto, y concede a la conciencia la totalidad del Ser; vuelve a su vez, al idealismo. Se había visto, que es Sartre quien, en La Trascendencia de Ego, adoptando fundamentalmente la actitud y método fenomenológicos, "supera" dicha dualidad. El Yo pensante, diferenciado de la conciencia, se halla en el mundo; este es el campo trascendental, en donde el Yo (trascendental) y el mundo mismo (trascendente) son correlativos. Es en este sentido que Jean-Paul, "supera" la dualidad sujeto-objeto. Ahora bien, las conclusiones a las que se llega en la Trascendencia del Ego, son las bases fundamentales del desarrollo posterior que iría a concluir en la considerada obra cumbre de la filosofía sartriana, "El Ser y la Nada". En esta última se aprecia la utilidad última que Jean-Paul otorgó a la fenomenología para su filosofía, es decir, existe como un anclaje elemental (fenomenológico) del que parte para fundamentar una nueva filosofía: la del Existencialismo. Por supuesto, se hacía necesario el determinar de qué presupuestos parte Sartre para iniciar su especulación en El Ser y La Nada, es decir, el determinar al menos la concepción de "conciencia", y, la clara influencia de la fenomenología que posee nuestro pensador. La filosofía moderna, nos dice Jean-Paul, ha logrado suprimir ciertos dualismos (potencia-acto, esencia-apariencia, etc.) Esto debido a la fenomenología. Ya no existe un interior ni un exterior del objeto, ya no existen realidades nouménicas, realidad secreta de la cosa. La medida del ser son las apariciones que manifiestan lo existente; la esencia de un existente, es precisamente, la serie de manifestaciones que de ese existente se tiene7. Sartre no solo se opone al idealismo trascendental kantiano, que afirmaba que sólo se podría tener conocimiento del fenómeno, de lo se aparece y no de la esencia misma de la cosa, que se encuentra oculta. Se opone también al realismo gnoseológico. La realidad de la cosa ya no consiste en que ésta posee una substancia que la hace "ser", una substancia 7

J.P. Sartre, "El Ser y la Nada", Ed. Iberoamericana, Bs. As., 2ª ed., 1954; pág. 5

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como condición de su ser real; sino la realidad de la cosa consiste en que está ahí y no es yo, es decir, en la medida en que se presenta ante mí como un otro que no es yo, se puede hablar de su "realidad". Es por todo ello que la visión sartriana de la realidad no admite al substancialismo, en tanto que ya no existe un algo, soporte de la cosa que hace que la hace ser y que la hace inteligible. Sólo admite el fenómeno; es el fenómeno el que devela al ser. El fenómeno no necesita ninguna "esencia detrás de él", pero exige transfenomenalidad de su ser mismo8. Esta transfenomenalidad del ser no se refiere a que haya que buscar un ser por detrás de los fenómenos, ni tampoco que los fenómenos remitan a otro ser; el fenómeno es en tanto apariencia. Significa, más bien, evadir la condición fenoménica (algo no existe sino en cuanto se aparece), evadir el "esse est percipi" de Berkeley. Con la exigencia de dicha transfenomenalidad, Sartre, escapa del fenomenalismo y por supuesto del idealismo. Si la esencia de la aparición no se opone a ningún otro, si no se opone al ser de la aparición; entonces aquí hay un legítimo problema9, nos dice Sartre. "¿Son idénticos el Fenómeno de ser y el Ser del fenómeno? Si no son idénticos, ¿es reducible este segundo al primero, es decir, es reducible la manifestación de un existente al ser mismo de ese existente?" Se preguntará. Su respuesta a las dos interrogantes será negativa. El fenómeno de ser no es lo mismo que ser de la aparición. Tampoco el ser de la aparición se resuelve en un fenómeno de ser; sin embargo, no podemos decir nada sobre el ser sino consultando a ese fenómeno de ser. Hay entonces, por un lado, el fenómeno de ser como necesidad para el conocimiento, y por otro, el ser del fenómeno (coextensivo del fenómeno mismo) al que accedemos únicamente a través del mismo aparecer. Esto pareciera indicarnos que el ser se reduce al conocimiento que de él se tiene; sin embargo, ateniéndonos al postulado de que toda teoría del conocimiento supone una metafísica, necesariamente se debería fundamentar previamente el ser del conocimiento. El conocimiento no puede ser la medida del ser del conocimiento, si es así, se caería en un círculo vicioso; su fundamento debe ser

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Christian Brunet, Husserl y Sartre Frente al Problema del Conocimiento, Diánoia, Vol. 1, pág. 346 9 Ver Sartre, "El Ser y la Nada", pág. 7

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transfenoménico. Este ser transfenoménico es el sujeto cognoscente. La conciencia se presenta aquí como dimensión transfenoménica del sujeto, la conciencia es el ser cognoscente en tanto que es (ó, en tanto que no es ni el Yo ni el mundo) y no en tanto que es conocedora10. No será por tanto necesario, para Sartre, una "conciencia de la conciencia-de-loconocido" para obtener verdadero conocimiento. No toda conciencia es conocimiento, mas, toda conciencia cognoscente no puede ser conocimiento sino de su objeto. Ahora bien, sólo es posible el conocimiento en la medida en que el objeto del que se obtiene el conocimiento no es la conciencia; o bien, la conciencia, en tanto cognoscente, no es el objeto. De esta presencia de la conciencia como negación ante el objeto, se puede concebir a ella como lo que "no es" y su dimensión fundamental sería justamente la negación. Ahora, mientras que la conciencia como presencia ante el objeto (cosas del mundo, mi yo mismo) es lo que "no es", o mejor, es en el "modo de no ser"; fuera de esta presencia, es una nada11. La conciencia tratada en la Trascendencia del Ego se identifica con el "para-sí" del El Ser y La Nada; y por ende, el objeto-mundo con el "en-sí". La conciencia tiende hacia el ser porque "es en el modo de no ser". La conciencia, en su acto se halla como carencia de, "falta de..."; y es el objeto, el ser al cual tiende ella, aspirando a suprimir la carencia y llenar el vacío12. Se percibe aquí que no se puede omitir la clara relación existente entre la conciencia y el objeto. Pero, ¿cuál y/o cómo es la relación última que Sartre ve en estos elementos? Las consideraciones y tratamientos para responder dicha cuestión se encontrará ya en una obra posterior, Crítica de la Razón Dialéctica; obra de madurez en la que nuestro autor responde, si se podría decir, con ultimidad a la cuestión. Quizá con matices que difieren o tuercen la ontología presentada en El Ser y la Nada.

10 Ver Ibíd.; pág. 8 11 Puesto que toda conciencia es conciencia de algo, y, ya no siendo conciencia de algo (presencia ante el objeto), deja de ser lo que "no es" (dimensión negativa fundamental) para ser una nada. 12 Brunet; "Husserl y Sartre Frente al Problema del Conocimiento"; pág. 348

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A lo largo del desarrollo de esta obra se advierte la adhesión de Jean-Paul al marxismo y a su materialismo dialéctico; la Crítica de la Razón Dialéctica se constituye como un esforzado intento por integrar el existencialismo y el marxismo13. Conceptos como totalización, comprensión, experiencia crítica, son trabajados sistemática y exhaustivamente justificando con ello -y con un planteo más antropológico-, su posición respecto al conocimiento del ser. La dialéctica ahora adoptada como método de conocimiento, de explicación de la realidad social y compresión de la historia del hombre, es, se podría decir, transversal al campo ontológico y epistemológico mismos; y, a pesar de mantenerse intacta en su estructura, se diferencia y hasta se opone a la dialéctica idealista de Hegel, es decir, busca que el "conocimiento deje al Ser desarrollarse con sus propias leyes", sin embargo, aún así, dice, la verdad debe ser dialéctica.14 Aquí, vuelve a presentarse el problema clásico de la relación entre el Ser y el Pensar, entre el Ser y el Conocer. Si el conocimiento deja que el ser se desarrolle con sus propias leyes, ¿de qué manera se relaciona el campo epistemológico con el ontológico? Ya no hay, pues, identificación entre ser y el pensar, o bien, el ser ya no se reduce al pensar como sí en Hegel; tampoco, para resolver la antinomia se puede -como sostienen muchos marxistas-, disolver el pensamiento en la dialéctica universal; menos que más, podemos sustituir a la Verdad por el Ser. Esta sustitución significaría la desaparición de todo el conocimiento, ya que el hombre (sujeto que conoce), se desintegra en el universo. Si el sujeto cognoscente se desintegra, ya no siendo el "espectador" del Ser, y, si el Ser se presenta desenvolviéndose con sus propias leyes, se vuelve innecesario tener que criticar o más aún, se vuelve hasta inútil y sinsentido querer fundar el conocimiento. Si no podemos reducir el Ser al Conocer ni tampoco el Conocer al Ser, y tampoco, se puede seguir manteniendo el dualismo; la única manera de relacionarlos es dialécticamente: "El ser es negación del conocer y el conocer toma su ser por la negación del ser"15.

13 14 15

Celia Amorós, "El Concepto de Razón Dialéctica en J.P. Sartre", pág. 103 J.P. Sartre, "Crítica de la Razón Dialéctica"; Ed. Losada, Bs. As.; 1963; pág. 171 Sartre, "Crítica de la Razón Dialéctica"; pág. 183

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Ahora bien, ¿cómo se responde a la cuestión anteriormente planteada, identificable o equiparable con el problema clásico de la relación entre el ser y el pensar? Es decir, ¿cuál es la relación entre la conciencia y el objeto? Luego de haber descubierto al hombre, a la conciencia como un "para sí", situada en y hacia el mundo, hacia un "en sí" (Conclusiones a las que llega en El Ser y la Nada) y, con las nuevas consideraciones, tratadas en la Crítica de la Razón Dialéctica, se podrá responder efectivamente a la pregunta: la relación existente entre conciencia y objeto es dialéctica; y, entre ser y el conocer media la nada, nos responderá Sartre. La inteligibilidad dialéctica del conocimiento y de la verdad, será una relación negativa entre el ser y el conocer, mediada por una nada. La conciencia, tendiente hacia...,es la negación del objeto y el objeto la negación de la conciencia. Así, el objeto deja ser tal, para hacerse conciencia; la conciencia, a su vez, deja de ser ella para volverse objeto. Cada elemento se disuelve en el otro, cada elemento de esta dualidad (puramente lógica, como se vio) termina "alienado" en el otro que lo ha absorbido16. La negación de la negación se convierte en afirmación, dándose esto en un marco de "totalización". La totalización se entiende aquí como culminación de relación existente en estructuras parciales de carácter determinado (en este caso, la relación sujeto-objeto); o bien, como la "síntesis" hegeliana aplicada a situaciones singulares y concretas. La totalización, que desde el punto de vista epistemológico, produce los universales, adquiere valor sólo cuando se presenta como "aventura singular en condiciones singulares", sólo posee sentido en el plexo de relaciones concretas de la realidad social. El conocimiento así, puede ser visto como totalizador y totalización de un proceso dialéctico entre la conciencia y el objeto. Que "el hombre (conciencia) esté mediado por la cosa en la medida en que la cosa esté mediado por el hombre", no significa otra cosa que el sujeto (hombre, conciencia cognoscente) puede conocerse a sí mismo como fundamento determinante del conocer, al mismo tiempo que ese proceso del conocer lo determina17. El proceso del conocimiento es dialéctico, y se comprende sólo por y a través de la dialéctica. 16

Aquí la "alienación" no es vista negativamente, no se en el sentido de "hacerse extraño"; la "alienación" en Sartre, es vista en su otra significación: "hacerse otro" (significación positiva). Siendo así, una pieza esencial y necesaria para explicar su dialéctica de tinte nihilista. 17 Amorós, "El Concepto de Razón Dialéctica en J.P. Sartre"; pág. 111

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La dialéctica, con todo ello, no sólo es método para conocer al objeto sino que es desarrollo natural de todo objeto. Este traspasar o sobreponerse al marco metodológico, hace que la "razón dialéctica" no se limite a orientar el conocimiento; tampoco, a definir el modo de aparición de los objetos, es decir, el modo en que conocemos esas apariciones (tal como las categorías kantianas). La razón dialéctica hace posible el movimiento de lo real y el de nuestros pensamientos; es así posible, hablar de un "conocimiento dialéctico": conocemos dialécticamente porque la estructura misma de lo real es dialéctica. La dialéctica, en tanto movimiento de lo real y del pensamiento, como se ha visto, no excluye ni diluye el uno en el otro; procede de manera integradora. Se impugna de esta manera, a "la dialéctica de la naturaleza", sostenida por muchos marxistas; y a su vez, se suprime el "Espíritu Absoluto" de Hegel. El bajar la dialéctica idealista de Hegel al mundo concreto y singular18, y dotarla de transversalidad y circularidad es uno de los cometidos, al parecer, fundamentales de nuestro autor, en donde la dialéctica se circunscribe y se funda en y por la experiencia; y, esa transversalidad se aplica tanto a la estructura de lo real y al pensamiento como a la praxis misma: "Si existe algo como una razón dialéctica, se descubre y se funda en y por la praxis humana a hombres situados en una sociedad determinada y en un momento determinado de su desarrollo"19.

18

La dialéctica ya no es concebida como "ley divina", ciega y trascendente que gobierna y rige el devenir histórico, habiendo así un determinismo; es, más bien, "razón" de la historia manifestada en su devenir mismo como aventura concreta y singular del hombre, quien "hace la dialéctica en cuanto la sufre, y la sufre en cuanto la hace". 19 Sartre, "Crítica de la Razón Dialéctica", pág. 180

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Se ve esclarecido con todo esto, el hilo conductor que guía el abordaje de Jean-Paul, es decir, el anclaje y la franqueza con que se conduce a través de su concepción antropológica; se diría, -alegándonos a Amorós- que lo que lleva a Sartre a la impugnación y la supresión vistas, adquiere su correlato en el postulado: "el hombre como fundamento absoluto de sí mismo". Además, este abordaje ve en ella misma la necesidad de criticar y fundar el conocimiento, no ya como un tratamiento al estilo clásico, más bien este, sería un examen desde una perspectiva antropológica; el hombre siendo fundamento de sí, y, viéndose como determinante del conocer y determinado por ese proceso del conocer, mediado por la cosa, por el mundo, es, él mismo, fundamento del conocimiento, o como diría nuestro autor: "el Conocimiento, con cualquier forma que sea, es cierta relación del hombre con el mundo circundante: si el hombre ya no existe, esta relación desaparece"20.

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Sartre, "Crítica de la Razón Dialéctica", pág. 173

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CONCLUSIÓN

En el desarrollo progresivo de lo expuesto, se ha visto que, hablar de una teoría del conocimiento como un todo organizado y sistemático, en Sartre, se hace imposible. Sin embargo, sí es posible reconocer el impulso que lleva a nuestro autor a sus consideraciones epistemológicas, con los ya examinados caracteres. Por tanto, es dado por sabido, que lo que parece arrojar a Jean-Paul a dicho tratamiento, es su concepción antropológica y fundamentalmente, su preocupación ética. Es por ello que, se podría afirmar que toda la problemática gnoseológica del autor, se genera a partir de problemáticas éticas y antropológicas; o mejor, el conocimiento sólo se hace problema en la medida en que concierne a tal o cual problema ético o antropológico; el modo de conocer (campo epistemológico) sartriano favorecerá de igual manera a los otros dos campos. Se ve, por ejemplo, en El Ser y la Nada, que el fundamento del conocimiento es el "ser transfenoménico", o bien, el sujeto trascendental y cognoscente; a su vez, haciendo un paralelismo, se puede afirmar que ese sujeto cognoscente, afirmado en aquella obra, es él, y manifiestamente, identificable con "el hombre como fundamento absoluto de sí y del conocimiento" de su obra posterior: Crítica de la Dialéctica. Está demás decir, que la concepción antropológica de Jean-Paul, influye o está en íntima relación con su epistemología.

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La epistemología de Sartre reconoce la imposibilidad de tratar el conocimiento al estilo clásico, ya no busca el tan aspirado "punto arquimédico", y se ubica así, superficialmente al menos, dentro del planteo antropológico. La constante transformación de su teoría epistemológica (o de sus teorías si se quiere), parece resolver las colosales encrucijadas en las que se han encontrado filósofos de todos los tiempos: la relación sujetoobjeto, el dualismo de esencia-apariencia, la determinación del ser del conocimiento, entre otras. El conocimiento en él, parece, ya no es visto como un gran enigma, una preocupación o un problema de primer orden que, irremediablemente necesitaba ser resuelto para que pueda fundarse, y sirviera de fundamento a las otras disciplinas; parece, más bien, ser visto como artilugio y pieza -quizá fundamental- que pudiese gestar una nueva filosofía, como hemos visto, con profundo sentido ético. Ahora bien, se percibe aún cuestiones sin resolver en los exámenes gnoseológicos de Sartre, dicho de mejor modo, se advierte problemas o antinomias que se generan en diversas de sus tesis: Si la conciencia es una nada, debido a que el "Yo" ya ha dejado de formar parte de ella ¿cómo se concibe, entonces, al "Yo" diferenciado de la conciencia, es decir, el Yo es un "en-sí" o un "para-sí"? ó, ¿es en la relación de la conciencia, en su dimensión negativa fundamental con el mundo que se genera el conocimiento, o, es el "Yo"-el sujeto trascendental-ser en el mundo, el que conoce y aprehende al mundo en todo su contenido y concretud? Sólo podría responderse a éstas cuestiones haciendo un estudio en profundidad de toda la producción filosófica de Jean-Paul Sartre.

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BIBLIOGRAFÍA  Amorós, Celia, "El Nominalismo Dialéctico en Sartre"; Ed. Didascalia.  Amorós, Celia, "El Concepto de Razón Dialéctica en J.P. Sartre".  Bello, Eduardo, "La idea de intencionalidad en Husserl y Sartre".  Brunet, Christian, "Husserl y Sartre Frente al Problema del Conocimiento", Diánoia, Vol. 1.  Lapointe, Francois H. "Psicología fenomenológica de Husserl y Sartre", Revista Latinoamericana de Psicología, Vol. 2  Sartre, Jean-Paul, "Crítica de la Razón Dialéctica"; Ed. Losada, Bs. As.; 1963  Sartre, Jean-Paul, "El Ser y la Nada", Ed. Iberoamericana, Bs. As., 2ª ed., 1954;  Sartre, Jean-Paul, "La Trascendencia del Ego", Ed. Calden. 1968.  Sartre, Jean-Paul, Situación 1: El Hombre y las cosas:“Una Idea Fundamental de la Fenomenología de Husserl: La Intencionalidad”, Ed. Losada, 1960. .

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