El primer derecho del niño: nacer

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14/12/2014 OPINIÓN

El primer derecho del niño: nacer | La Voz del Interior

 15/04/2014  13:00

El primer derecho del niño: nacer El aborto no sólo atenta contra los derechos del niño o niña por nacer, tampoco respeta a la mujer ni procura su bienestar, ni siquiera tras una violación, porque ¿a quién someteríamos a dos traumas consecutivos?

Por Iriana Ferreyra*

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l 25 de marzo se celebró el Día del Niño por Nacer: la vida es el primer derecho humano y, por lo tanto, nacer es el primer derecho del niño, cualquiera sea su condición.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos sostiene que todas las personas –sin distinción–tienen todos los derechos y, en primer lugar, el derecho a la vida. Los preámbulos de la Declaración y de la Convención de los Derechos del Niño establecen “que el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”. Sostener el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo es justo mientras sea su cuerpo y su vida, pero deja de serlo cuando se trata de otro cuerpo y otra vida, 239

puesto que un embrión –desde el momento en que se forma– cuenta con una carga genética diferente tanto del hombre como de la mujer que lo engendraron. El aborto es una decisión sobre otro cuerpo y otra vida, atenta contra el primero de

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los derechos humanos –la vida– y contra el primero de los derechos del niño –el derecho a nacer.

Paradoja legal 0

Quienes procuran la legalización del aborto –y exigen que pueda efectuarse de forma gratuita en hospitales públicos– argumentan la necesidad de no poner en riesgo la vida de la mujer, olvidando que en realidad esa vida no se pone en riesgo por el 4

embarazo sino por el acto de atentar contra otra vida: la del niño o niña por nacer. ¿Cómo es que mientras juzgamos y encarcelamos a algunos individuos por delitos menores, discutimos la posibilidad de permitir que unas personas atenten contra otras sin consecuencias penales y, además, con fondos públicos? Desde el punto de vista legal, si se tratara de un niño nacido, el hecho de atentar contra su vida se vería agravado por el vínculo. ¿Cómo es posible semejante salto entre un delito agravado y un “derecho” cuando median sólo unos meses entre una realidad y otra? Cuando se trata de la vida –derecho inherente a todo ser humano–, no caben excepciones. Legalizar el aborto constituiría una excepción; de permitirla, bajo ciertos argumentos, ¿qué nos preserva de otras excepciones en el futuro, bajo otros argumentos? En cuanto al uso de los recursos públicos, se omite del debate la posibilidad de utilizarlos para garantizar a todas las personas el acceso a todos los derechos: salud y educación; programas de salud reproductiva y educación sexual; programas para informar y empoderar a las mujeres mediante herramientas para enfrentar la violencia de género –física, psicológica, sexual, económica (patrimonial, simbólica)–; divulgación de espacios gratuitos de asesoramiento legal y acompañamiento psicológico; promoción de la educación, desarrollo profesional e inserción laboral de las mujeres, entre otras muchas posibilidades.

Violación e interrupción Se considera diferente el caso de una mujer violada, pues se supone que la violencia sufrida justifica el aborto. Sólo con trasladar esta lógica a otros tipos de violencia, ayuda a percibir la falacia: haber sido víctima de un robo, ¿justifica que robe a otro

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El primer derecho del niño: nacer | La Voz del Interior para calmar mi malestar? Si asesinan a un familiar mío o me hieren, eso no me autorizaría a matar o herir a un tercero para disminuir mi sufrimiento. Haber sufrido una violación no es motivo para quitarle la vida a un niño o niña inocente, y hacerlo no ayudará a superar la situación traumática vivida. No significa esto que esa mujer deba responsabilizarse del niño o niña tras el nacimiento; sólo significa que debe respetar su derecho a nacer, para luego confiar a los sistemas de adopción la misión de encontrar una familia en la que el bebé pueda crecer y desarrollarse. Esta posición puede parecer extrema pero, por sórdidas que sean las condiciones en que fui engendrada o engendrado, mi futuro no pertenece ni a mi padre ni a mi 
 madre.

Consecuencias Existe aún otra omisión respecto del aborto: suponer que no genera consecuencias psicológicas, aun cuando es reconocido por la psicología como un evento traumático que implica gran estrés, miedos, angustia y, en la mayoría de los casos, absoluta soledad. Además, existe un síndrome posaborto que se presenta en muy altos porcentajes entre las personas que han atravesado esa experiencia; afecta de manera principal y frecuente a la mujer, pero no sólo a ella; también a otros que han participado o estado al tanto: el hombre, profesionales de la salud, familiares, hermanos del bebé. En general, se presenta dentro de los dos años siguientes, pero en algunos casos sus consecuencias perduran. El aborto, entonces, no sólo atenta contra los derechos del niño o niña por nacer, tampoco respeta a la mujer ni procura su bienestar, ni siquiera tras una violación, porque ¿a quién someteríamos a dos traumas consecutivos? Por último, la posición más desventajosa, sin duda, es la del niño o niña por nacer, que no puede defenderse por sí mismo. Si yo estuviera en ese lugar, desearía que mi sociedad defendiera mi derecho a nacer, a vivir y a desarrollarme como persona.

*Licenciada en Ciencia Política de la Universidad Católica de Córdoba

EDICIÓN IMPRESA El texto original de este artículo fue publicado el 15/04/2014 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.

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