El presentismo de Francois Hartog: una categoría heurística para el análisis histórico del tiempo presente

June 7, 2017 | Autor: A. Cheirif Wolosky | Categoría: François Hartog, Historia Del Tiempo Presente, Regímenes De Historicidad.
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El presentismo de Francois Hartog: una categoría heurística para el análisis histórico del tiempo presente Conferencia presentada en el marco del coloquio “Pensar la historia del tiempo presente” en la Universidad Iberoamericana (22/02/2016) Alejandro Cheirif Wolosky

¿Qué es el presentismo? En rigor, Francois Hartog lo define como un “régimen de historicidad” en que el presente se impone como la categoría dominante en la concepción del tiempo. Antes de definir el presentismo definamos brevemente el concepto de “régimen de historicidad”. El más grande y desafortunado malentendido del concepto de “régimen de historicidad” es el que supone una historia “estructural” o incluso estructuralista de larga duración. Según esta lectura equívoca, en el caso de la historia europea, la Edad Media y el Antiguo Régimen serían el período dominado por el pasado (la historia como “maestra de vida”), el régimen moderno (siglo XIX) estaría dominado por el futuro (la era de las utopías), y, finalmente, el período contemporáneo estaría dominado por un “presentismo” . Esta lectura es equívoca por dos razones. Primero, porque el estudio de los regímenes de historicidad es el estudio de aquellas coyunturas en que la concepción tradicional del tiempo es cuestionada: surge, en palabras de Hartog, una “crisis del tiempo”. Segundo, porque el concepto de “régimen de historicidad” es algo mucho más modesto. Se trata, en palabras de Hartog, de una “noción”, una “herramienta heurística”, un “instrumento” para el análisis histórico, que permite investigar la historia más contemporánea: la historia del tiempo presente (que él sitúa en los últimos 20 o 30 años). Ahora bien, ¿Qué es el “régimen de historicidad” según lo define Francois Hartog? Se trata de una herramienta heurística o instrumento de investigación histórica, que, dicho de manera simple, articula u organiza la manera en que las categorías de pasado, presente y futuro se conjugan y en que una de ellas termina por imponerse como predominante. Ahora bien, estas categorías temporales – pasado, presente, futuro – no son concebidas como categorías históricas, sino como categorías “antropológicas” o “universales”. Es decir, el hombre en tanto especie, el género humano, es inconcebible sin una concepción o comprensión (por más rudimentaria que sea) del pasado, del presente y del futuro. Sin embargo, las distintas culturas del globo han articulado, y siguen articulando, estas categorías temporales de manera distinta. Incluso radicalmente distinta. Como veremos, desde la perspectiva de la historia occidental (pero no exclusivamente), por ejemplo, desde hace unos 20 o 30 años, la relación que teníamos con el tiempo hasta, al menos, la década de los 60 (otra década futurista o dada a las utopías, como bien dijo Ilán Semo hace unas cuantas semanas) ha cambiado: Nuestra concepción del tiempo ha pasado a estar dominada por la categoría del “presente”. El “presente”

ha pasado pues a ser la categoría predominante que, no determina, pero sí subordina y articula el resto de las categorías temporales: el pasado y el futuro. Con el objeto de esclarecer el concepto de presentismo como “régimen de historicidad” hablaré brevemente de otros dos regímenes de historicidad. El primero es el que Hartog llama “régimen moderno”. Más que a Hartog, debemos a Reinhart Koselleck una investigación histórica en torno a lo que podemos llamar el régimen de historicidad moderno. Este régimen, que Koselleck denomina Sattelzeit (que, por falta de mejor traducción, podemos llamar el “tiempo base”) fue ampliamente investigado, en el sentido histórico de la palabra, por Koselleck, Brunner y Conze en su Geschichtliche Grundbegriffe: Historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland (Diccionario de conceptos sociopolíticos en Alemania). En este diccionario, de varios tomos y más de cien conceptos, demuestran históricamente una concepción particular del tiempo en el período 1750-1900. Dicho de manera burda, este “régimen moderno” es aquel en que se impone una concepción del tiempo en que la categoría de “futuro” se impone como predominante y, por lo tanto, articula el resto de las categorías temporales (el pasado y el futuro). Es, pues, una época futurista, en que el futuro condiciona u organiza el pasado y el presente. Se trata – como lo demuestran, por dar un ejemplo evidente, las filosofías de la historia – de la época de las utopías que llegarán al final de los tiempos, por usar una referencia a Blumenberg, en un sentido teológico pero secularizado: el socialismo, el nacionalismo milenarista, la paz perpetua, la marcha de la civilización, etc.. En una palabra, los hombres miraban hacia el futuro, despreciaban el pasado inmediato y sacrificaban el presente en nombre de un futuro utópico. Un segundo régimen de historicidad que Koselleck apenas esboza, es aquel que Hartog denomina el régimen de historicidad “clásico” o “antiguo” y que, en el caso de la historia europea, ha sido utilizado principalmente para investigar el Antiguo Régimen o la Edad Media. Este régimen, el “régimen clásico”, ha sido investigado principalmente por historiadores de la retórica y de la historia como retórica, moral o género literario – investigado, por ejemplo, por Béatrice Guion en Du bon usage de l'Histoire y en la inmensa obra de Fumarolli. Se trata de aquel régimen en que el pasado se impone como categoría dominante. Por un lado, el pasado de los “lugares comunes”, las “lecciones del pasado” o de la sabiduría de nuestros ancestros para entender el presente e imaginar el futuro. Por el otro, el pasado de la encarnación de Cristo como condición de posibilidad del final de los tiempos. ¿Qué hay pues del presentismo? ¿Cómo encontrar entre las fuentes del período contemporáneo (lo que se ha denominado historia del tiempo presente), tomando como base esta herramienta heurística que Hartog llama “regímenes de historicidad” y, en términos históricos o documentales, a partir de una investigación histórica, la predominancia del presente? Propongo algunos ejemplos, no de investigación, pero sí “documentales” o “testimonios”: 1. La economía mediática. Esta refiere a la manera en que los medios de comunicación nos remiten constantemente al tiempo presente. El pasado relativamente lejano, el futuro

relativamente lejano, sin estar ausentes, están dominados por la categoría del presente. Si lo que llamamos las “noticias”, por dar un ejemplo extremo, tomaban semanas o meses en llegar a su destinatario en el período clásico, en el período contemporáneo los acontecimientos “nuevos” son expuestos por los medios de comunicación y consultados con ansia, ya no cada día, sino cada hora e incluso cada minuto (como en el caso de las noticias financieras). A esto se suma la obsolescencia casi inmediata de los mismos acontecimientos. Se trata, usando la expresión de Hartog, de una “avalancha de acontecimientos históricos” que son casi inmediatamente olvidados. Por dar un ejemplo local, si hace un par de años el lema era “yo soy 132”, éste fue rápidamente sustituido y olvidado, remplazado por el “yo soy Ayotzinapa”, después por el “yo soy Carmen Aristegui”, después por el “yo soy Charlie hébdo”, hasta que finalmente el “yo soy” terminó por volverse obsoleto. 2. La obsolescencia de la cultura material y tecnológica. Esto no requiere mayor explicación y ha sido investigado a profundidad por historiadores y sociólogos. Pensemos que este aparato que llamamos “smartphone” (iphone, etc.) y que forma parte esencial de nuestra vida cotidiana, era inexistente hace apenas una década y seguramente será remplazado en menos de una década. 3. La historia del tiempo presente. El hecho puro y sencillo de que exista una “historia del tiempo presente” es un testimonio o una “fuente” del mismo “presentismo”. La historia del tiempo presente implica que el presente se concibe a sí mismo como algo que ya es “histórico”. Esto tiene dos implicaciones. Primero, que el tiempo presente se concibe como “histórico” en el momento mismo en que está sucediendo: de allí el concepto, más o menos contradictorio, de “historia del tiempo presente”. Estamos en realidad ante una paradoja: Tenemos un presente que no es “nada” o “casi nada” por ser obsoleto (pues es inmediatamente desechado) y, por el otro, un presente “omnipresente”: un presente que todo lo abarca. Una de las implicaciones de esto es que el concepto de “historia”, un concepto que, hasta hace algunas décadas, refería al estudio del pasado, ha pasado por una transformación semántica que es consecuencia del presentismo mismo. En una palabra, el presente, incluso el presente inmediato, se concibe como “histórico”, no ya en el momento en que sucede, sino incluso se percibe como una inminencia, como algo que sucede casi antes de que el “acontecimiento histórico” realmente suceda. A esto se suma lo que se ha venido a llamar “el tiempo real” o “el tiempo globalizado”: el acceso “global” e “inmediato” a los acontecimientos implican una genuina vorágine de acontecimientos históricos que no pueden sino ser casi inmediatamente desechados.

Vivimos pues en el tiempo presente, un tiempo que bien podríamos olvidar antes de que este mismo suceda. Muchas gracias.

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