El Posmodernismo en la Educación de Hoy

Share Embed


Descripción

EL POSMODERNISMO EN LA EDUCACIÓN DE HOY Juan Carlos Vega, DMA

Los avances en la tecnología han facilitado una era de aprendizaje permeada de computadoras, módems y "software" que trascienden así los márgenes estructurales que han definido tradicionalmente la escuela y el aprendizaje. La esfera educativa de hoy está llena de múltiples tipos de sofisticados aparatos de comunicaciones. Como tal, Rust (1991) sugirió que: Debemos contribuir a la nueva definición de escuela que sea adecuada con la nueva era... También necesitamos examinar la magnitud con la que la nueva tecnología se está liberando, y la magnitud con la que se relaciona con los explotadores intereses comerciales. (p. 622) Con un énfasis en el pluralismo, la desintegración de las viejas limitaciones y la necesidad de diálogos nuevos e innovadores, percibo y entiendo a Rust a través del lente del posmodernismo. Mediante la perspectiva de una era tecnológica avanzada, los fundamentos educativos se ponen a prueba a través de una avalancha de "globalización, industrialización, y en la proliferación de tecnologías (Harker, 1993). Debido a que la educación se encuentra ahora en un punto en el que la regeneración es imperativa, las perspectivas posmodernas pueden dar luz en cuanto hacia dónde podría dirigirse la educación, con un énfasis particular en la renovación y redesarrollo de las rutinas sociales (Prasad, 2005). De esta manera, explicaré –desde mi punto de vista– cómo este lente (o esta visión) ayuda a iluminar los asuntos medulares que impactan la educación en el mundo contemporáneo global. Esto, considerando que una visión posmodernista de como uno se acerca a la educación mantiene una promesa en términos de la interacción y participación de los alumnos, y de la oportunidad de aumentar el 'conocimiento'. Como punto de partida, considero necesario distinguir los términos posmodernismo y posmodernidad. 1

Posmodernismo. Una traducción literal del término posmodernismo tomaría la frase "más allá ahora", con pos refiriéndose a "después/más allá", y modernismo o moderno refiriéndose a nuestra era actual o al "ahora". Tal como Sarup (1993) indicaba, el posmodernismo hace referencia a la finalización inicial y/o concreta de las formas sociales que se han ligado a la modernidad. La idea de la modernidad que va más allá ha sido establecida como resultado de las limitaciones que abundan en el concepto de la modernidad. Por tanto, para entender por qué el posmodernismo quiere separarse de la modernidad es importante establecer el escenario de este último. Los principios de la modernidad (racionalidad, autonomía del individuo, democracia y derechos humanos, movilidad de los procesos sociales y aceleración de la actividad económica) suponen que el mundo natural puede ser transformado para el beneficio de las personas y la sociedad en general mediante el uso del pensamiento científico para todos los aspectos de la vida: intelectual, social, cultural y económico. En el camino hacia la globalización, se sugiere que el desempeño más alto de la economía, política y ciencia de una sociedad "moderna" liberaría a una persona de muchas de las preocupaciones de las sociedades "tradicionales" (Wagner, 1994). Tal como lo recalcaba Harvey (1989), las características de la modernidad, también conocida como la 'Era de la razón', eran "para desarrollar una ciencia objetiva, moralidad universal y ley y arte autónomo de acuerdo con su lógica interior o estructura interna" (p. 9). De una categoría histórica, la modernidad destaca: (a) el enaltecimiento de los temas intelectuales, (b) el uso de varias tecnologías para estimular (o avivar) el progreso científico y material, (c) un propósito unificado para el arte y la arquitectura, (d) la llegada del capitalismo industrial y (e) la separación de la producción del consumo (Usher & Edwards, 1994).

2

Según el sociólogo moderno Anthony Giddens (1991), los cambios económicos, tecnológicos y culturales constituyen una condición del modernismo tardío, y representan una intensificación o amplificación de tendencias ya existentes. En contraste, para el filósofo posmodernista Jean Françoise Lyotard, estas tendencias representan lo que se describe como una condición de la posmodernidad debido al fracaso de la modernidad de lograr, cumplir o llenar sus aspiraciones. En su influyente trabajo The Postmodern Condition: A Report of Knowledge, Lyotard (1984) ofrece una mirada crítica al estatus del conocimiento en la sociedad posmoderna, arguyendo que los cambios económicos y culturales, así como las transformaciones tecnológicas han dado paso a una condición de conocimiento posmoderna diferente. En términos de esas transformaciones tecnológicas, sostuvo que la tecnología está avanzando rápidamente en la posmodernidad, particularmente en tecnologías de las comunicaciones de la información. Por lo tanto, el conocimiento se redefine con el impacto de esas tecnologías. Lyotard sugirió que el conocimiento ahora se ha convertido en un producto o una mercancía en la que, por ejemplo, la lógica de las computadoras ofrece nuevas oportunidades de aprendizaje y acceso a la información. Esa 'condición posmoderna' sugiere que el conocimiento intercambiado tecnológicamente, al que se accedió actualmente a través de Internet, ofrece la base para el aprendizaje individualizado. Los pensadores posmodernos sugirieron que "no hay verdades universales sin descubrir, porque toda investigación humana se fundamenta en la sociedad humana y solamente puede producir percepciones históricamente específicas y parcialmente locales" (Delamont, 2002, p. 157). Hasta cierto grado, el posmodernismo es escéptico con respecto a incluir representaciones culturales que pongan y esclarezcan la información y el conocimiento; tal y como se refieren a

3

metanarrativas, ejemplos en los que incluyen a la ciencia y religión (Lyotard, 1984); Ramadhan, Sensuse & Arymurthy, 2011). Para Lyotard (1984), "las metanarrativas son, sin lugar a dudas, un fenómeno moderno: son historias que no solo cuentan un magnífico cuento (puesto que hasta los cuentos pre-modernos y tribales lo hacen) sino que reclaman estar dispuestos a legitimar o probar el reclamo de la historia apelando a una razón universal” (p. 65). En tal caracterización, el posmodernismo, por lo tanto, refleja el rechazo de una gran historia, o de una verdad universal para la cual cada persona podría suscribirse. Esto está endosado por la definición muy conocida de Lyotard del posmodernismo como “incredulidad hacia las metanarrativas” (p. 24). Mediante esta idea, Lyotard supone que el conocimiento humano ya no está organizado hacia el logro de las metas humanas universales. Posmodernidad y posmodernismo. Los términos posmodernidad y posmodernismo se usan a menudo indistintamente. Por consiguiente, es importante darse cuenta de la diferencia entre ellos. El término posmodernidad hace referencia a la manera en la cual el muncho ha evolucionado en un cierto periodo durante la historia literaria y cultural debido al desarrollo en el campo de la política, economía, medios y sociedad. De acuerdo con Bagnall (1994) posmodernidad se puede considerar como opuesta a, pero que surge de modernidad; y está inextricablemente fundamentado en las tradiciones modernistas. Por el contrario, el posmodernismo se asocia con un grupo de ideas que emergen de la filosofía y teoría respecto a la construcción estética (Albright, 2004). La posmodernidad usualmente forma parte de una situación cultural o estado de ánimo, mientras que el posmodernismo resalta los cambios culturales (Bauman, 1992). Algunos teóricos hasta infieren que la posmodernidad es la circunstancia en la que el modernismo se modificó a finales del siglo veinte, mientras que el posmodernismo es una respuesta a esa circunstancia (Bauman, 1992; Eco, 1994). 4

Es difícil llegar a una definición simple de posmodernidad, ya que no es una combinación de suposiciones filosóficas sino de un movimiento intelectual diverso que reacciona contra la modernidad con una gama de suposiciones filosóficas (Brann, 1992). Como Brewer (2002) indicó, el posmodernismo no se puede ver como una nueva visión de mundo sino como “el desencanto con los ideales de la Era de la razón” (p. 14). De este modo, a pesar del rechazo acordado de las creencias modernistas en la verdad objetiva, aquellos que abogan por la iniciativa posmoderna tienen ciertos desacuerdos y diferencias. Connor (2004) dividió el desarrollo de la posmodernidad en cuatro categorías. La primera categoría, llamada la etapa de la “acumulación”, se extiende desde la década de 1970 hasta principios de la década de 1980. Esta era la etapa de la infancia, cuando el concepto de la posmodernidad estaba emergiendo en diferentes disciplinas y junto a diversos frentes, tales como la relación de la sociedad de consumo con la economía, el debilitamiento de las metanarrativas, las percepciones sobre los escritos de la posguerra y las propuestas sobre posmodernismo arquitectónico. Desde mediados de 1980 y en adelante, la llegada de la segunda etapa, catalogada por Connor como “síntesis”, los diferentes conceptos y preocupaciones de la posmodernidad se agruparon bajo una sombrilla teórica, indicando que los diferentes conceptos se concebían ahora para desarrollarse en paralelo pero hasta cierto punto todavía de forma separada. En esta etapa, la teoría posmodernista respondió al sentido de que se han dado cambios importantes en la vida política, económica y social. Por consiguiente, parecía razonable presumir que los cambios equivalentes ocurrirían en el arte y la cultura. Las diferentes visiones que se acumularon durante la primera etapa, ahora fusionadas, dan como resultado el reconocimiento del concepto de posmodernismo ahora viniendo a ser un horizonte general o hipótesis (Connor, 2004).

5

A mediados de 1990, en la tercera etapa de la autonomía, se estableció el trabajo preliminar teórico de la posmodernidad (Connor, 2004). En esta etapa, el posmodernismo surgió como una convergencia de baja y alta cultura pero en oposición a la cultura tradicional del modernismo. De ahí, el posmodernismo ha pasado de la etapa de la acumulación a su más autónoma fase. Por ejemplo, la computadora (considerada como un ícono del progreso, autonomía y atribución de poder individual) emergió como una herramienta tecnológica significativa para la comunicación. La idea de que uno podía individualmente ser dueño de una computadora parecía “prometer acceso a un mundo diferente” (p. 139). La cuarta y última etapa en el desarrollo del posmodernismo fue calificada por Connor (2004) como una “disipación” (p. 11), que según él, caracterizó y rigió el final de 1990. Sostuvo que con la generalización posmodernista de la teoría, sus ideales comenzaron a disiparse; ahora, luego de tres décadas de desarrollo, los “mismos temas y fenómenos culturales que eran de su interés, están ahora, ellos mismos, logrando un tipo de autonomía” (par. 4). Por consiguiente, hay áreas de “rápido crecimiento” en los estudios posmodernos, como el derecho, la religión, ciencia y tecnología en las que se ha hecho hincapié durante las últimas décadas. El posmodernismo y la educación. En la esfera educativa, el posmodernismo como una visión teórica es útil para iluminar perspectivas de innovación y creatividad particulares. Por ejemplo, English (2003) admitió al posmodernismo dentro de los parámetros de la educación: El posmodernismo se trata sobre construir una forma de mirar el mundo de las ideas, conceptos y sistemas de pensamiento a través de la historicidad del contexto y la naturaleza cambiante del significado y los símbolos lingüísticos tal como se han manifestado en las prácticas discursivas que forman parte de la administración educativa y campos relacionados (p. 3).

6

Es dentro de esos parámetros que creo que la educación debe traerse a un lugar que reemplace los medios modernistas de conectar con los alumnos y otras partes interesadas de instituciones educativas. En el caso del aprendizaje a distancia, por ejemplo, una visión posmoderna al abordar la educación es una en la que los alumnos son capaces de interactuar con sus pares en su comunidad de aprendizaje, tener periodos de aprendizaje activo balanceados con periodos de reflexión acerca de su aprendizaje, retarse a sí mismos a alcanzar metas de aprendizaje difíciles y ver al instructor o profesor como conocedor y confiable (Moore & Anderson, 2003). En términos de hacer arte y educación, una visión posmoderna aboga por el “énfasis en personas, procesos, comunidad, participación y educación informal/no formal” (Higgins, 2012, p. 31). Mientras se considera la educación o alfabetismo (alfabetización) una necesidad vital para todos, especialmente para niños y jóvenes, se alega fuertemente dentro de la teoría posmoderna que la educación no puede adherirse a una sola verdad con leyes uniformes (Saba, 2003). Tampoco puede verse unidimensionalmente sino que debe presentarse mirando a través de diversos lentes. Acerca de este parecer, Petterway (2010) ha recopilado una cantidad de enfoques superpuestos adaptados a través de los años por teóricos posmodernos como medios de considerar cambios en la esfera educativa. Estos se enumeran a continuación: 1. Reconocer la diferencia (Tierney, 1993): Remplaza la búsqueda de la mismidad en las prácticas escolares, valores y creencias reconociendo que la diferencia no se puede eliminar; busca que los miembros de comunidades escolares trabajen juntos en el completo reconocimiento y hasta en la celebración de esta diferencia (p. 114). En la afirmación de reconocer la diferencia de Tierney, Petterway (2010) desafió la idea de que las escuelas deben funcionar de forma uniforme bajo una sola filosofía, verdad u objetivo. Bajo el pensamiento posmoderno, se puede ver la educación como dinámica y diversa, y se espera que tanto el aprendizaje como la enseñanza sean flexibles y versátiles. Además, la 7

educación tiene la capacidad de fluir bajo varios conceptos y verdades. El pensamiento posmodernista reconoce que es probable que los requisitos conectados con la educación difieran cuando están sujetos a varios contextos. Por ejemplo, un niño en África puede necesitar un enfoque educativo diferente a un niño en el Reino Unido. Por lo tanto, mientras la educación varía dentro de contextos geográficos y demográficos, debe tener la capacidad de cambiar, y más aún, ocuparse de variar las necesidades. 2. Prestar atención a los márgenes (Lather, 1991): Mirar más allá de los sitios de poder y del discurso comúnmente aceptado en escuelas para encontrar los “espacios” de personas e ideas que no están apropiadamente representados o carecen de representación (p. 114). Una vez que se reconocen las diferencias en la estructura educativa, es más fácil entender los sectores marginados del campo educativo. Las escuelas, estudiantes, maestros, ideas, enfoques, metodologías, sistemas de calificación de notas y muchas otras contribuciones a la educación, ignoradas aunque valiosas, podrían convertirse en vitales o esenciales para el campo de la educación. El posmodernismo exhorta a la educación a que vea los márgenes como iguales para los sitios de poder, e insta a otras partes interesadas a representar, reconocer e invertir en ellos tanto como sea posible. Por ejemplo, cuando se comparan las artes o ciencias de la educación entre Asia y los Estados Unidos pueden surgir diferentes maneras de enfocar el desarrollo de la individualidad, creatividad y originalidad del estudiante. 2. Hacerle caso a las voces posmodernas (Flax, 1990): Considerar que las voces de la diferencia y la voz de los marginados incluirá conocimiento, fuentes de autoridad y maneras de hacer que son desconocidas y no reconocidas por la corriente dominante (p. 114). Luego de que se reconocen las diferencias y márgenes, es importante invertir en ellos y permitirles crecer para que se conviertan en características de aprendizaje estables.

8

Definitivamente, en los sectores marginados de la educación existe un poder sin explotar o sin utilizar, y debido a que a menudo se ignoran, hay una abundante cantidad de información almacenada en ellos que podría desarrollarse en ideas y conceptos más grandes, y ponerse en práctica. Tal conocimiento o información podría eventualmente compartirse con la corriente dominante o mayoría, y podría establecerse como un nuevo aspecto de la estructura educativa. 4. Resistir las metanarrativas: buscar lo local y lo contextual (Seidman, 1994): Retar lo que es aceptado por la corriente de cómo funcionan todas las escuelas, qué hacen los maestros, o qué anhelan los padres, reconociendo que en la multiplicidad de voces y espacios encontradas en cualquier situación escolar, hay múltiples maneras de conceptualizar los problemas y las soluciones (p. 114). Tales metanarrativas sugieren que las personas consideren los conceptos unidimensionalmente, lo que generalmente conduce a un punto de vista con gríngolas que no permite a las personas crecer en su entendimiento y percepción de ciertos conceptos e ideas. Por otro lado, cuando se retan las metanarrativas, abre una puerta de oportunidades para crecimiento y amplía la perspectiva humana en una variedad de asuntos que son de gran importancia para la era actual. Ya no hay “una verdad” sino uno variedad de verdades, cada cual creíble por sus méritos. Por lo tanto, cuando esto se aplica en el campo de la educación surgen impactos positivos, como que la búsqueda del conocimiento es continuamente renovada por el beneficio de sus constituyentes. Debido a que la educación es evolutiva y tiene la capacidad para cambiar y adaptarse a diferentes formas, la oportunidad de crecer, desarrollarse y progresar es imperativa. Esto se hace factible o está disponible a la luz del posmodernismo. Más aún, en el evento de problemas y dificultades, las soluciones no dependen de variables limitadas sino, en su lugar, a la oportunidad de adaptarse a múltiples soluciones posibles.

9

5. Reconocer lo discursivo (Lather, 1991): Percibir que el discurso —cómo hablan, actúan y se representan a sí mismos los individuos en cualquier situación Siedman (1994) —determinar qué se considera normal y quién tiene la autoridad en las escuelas: ayudar a otros a ver “cómo están las cosas” en las escuelas es una creación del discurso y no la afirmación de una sola realidad posible (p. 114). Al desarrollar una resistencia o reto a las metanarrativas, aquellos considerados como normales y el estatus quo son igualmente retados. El discurso entonces se convierte en una herramienta muy poderosa que representa a miles y hasta a millones de voces. Tales voces son capaces de reflejar las diferentes situaciones que surgen en el contexto educativo. Las conversaciones son capaces de demostrar la educación en diferentes trasfondos, desde el más simple al más complejo. Con referencia a esto, se desarrolla un entendimiento de la situación presente de la educación en tales diferentes circunstancias y se establece la realidad en varios tamaños y formas. 6. Considerar el poder (Seidman, 1994): Desarrollar conciencia de que las estrategias mencionadas desafiarán las relaciones del poder existente en las escuelas y distritos escolares, y usar estas estrategias para confrontar y superar esta resistencia (p. 114). Los pasos anteriores provocarán definitivamente un cambio en el trasfondo educativo actual y, además, adelantarán medios radicales para renovar el sistema. En este contexto, es imperativo que el posmodernismo considere los poderes actuales en juego y utilice estrategias efectivas para dominar tales poderes o minimizar sus efectos en los sistemas educativos. La educación es un terreno muy fértil para las intenciones del posmodernismo. El hecho de que la educación no puede ser contenida en una sola realidad, y la realidad correspondiente de que la educación se afecta por varios factores externos contribuye a tal reclamo. La educación no puede ser moldeada en un contexto modernista; hacerlo así produciría medios inefectivos para

10

llegar a las necesidades de los alumnos y facilitar su aprendizaje. Como afirmaran Ishaq y Kritsonis (2009), en la educación es imperativo que se hagan preguntas, que se entiendan las inconsistencias y los problemas, y que se implementen soluciones, en vez de “continuar con el juego de la culpa” (p. 3).

REFERENCIAS Albright, D. (2004). Modernism and music: An anthology of sources. Chicago, IL: University of Chicago Press. Bagnall, R. G. (1994). Postmodernity and its implications for adult education practice. Studies in Continuing Education, 16(1), 118. doi:10.1080/0158037940160101 Bauman, Z. (1992). Intimations of postmodernity. London, UK: Routledge. Brann, E.T.H. (1992, Spring). What is postmodernism? The Harvard Review of Philosophy, 4–7. Brewer, R. (2002). Postmodernism: What should you know and do about it (2nd ed.). Lincoln, NE: iUniverse Connor, S. (2004). The Cambridge companion to postmodernism. Cambridge, UK: Cambridge University Press. Delamont, S. (2002). Fieldwork in educational settings: Methods, pitfalls and perspectives. London: Routledge. Eco, U. (1994). “The Author’s Postscript.” In The name of the rose. San Diego, CA: Harcourt Brace. English, F. W. (2003). The postmodern challenge to the theory and practice of educational administration. Springfield, IL: C.C. Thomas. Flax, J. (1990). Thinking fragments: Psychoanalysis, feminism, and postmodernism in the contemporary West. Berkeley, CA: University of California Press. Giddens, A. (1991). Modernity and self-identity: Self and society in the late modern age. Stanford, CA: Stanford University Press. Harker, R. (1993, December). Searching for trees in the postmodern forest: Tales of an educational dog. Paper presented at the 13th National Conference of the New Zealand Council for Educational Research, Waikato, New Zealand. Harvey, D. (1989). The condition of postmodernity. Oxford, UK: Blackwell.

11

Higgins, L. (2012). Community music: In theory and in practice. New York, NY: Oxford University Press. Ishaq, K., & Kritsonis, W. A. (2009). Applying postmodernism: Solutions to all our educational problems. (Doctoral dissertation). Retrieved from ProQuest Dissertations and Theses database. Lather, P. (1991). Getting smart: Feminist research and pedagogy with/in the postmodern. New York: Routledge. Lyotard, J. F. (1984). The postmodern condition: A report on knowledge. Manchester, UK: Manchester University Press. Moore, M. G., & Anderson, W. G. (2003). Handbook of distance education. Mahwah, NJ: Erlbaum. Petterway, A. L. (2010). Implementing postmodernism in changing the role of school administrators in America's schools. The Shepperd Journal of Practical Leadership, 5(1), 112–119. Prasad, P. (2005). Crafting qualitative research: Working in the postpositivist traditions. Armonk, NY: Sharpe. Ramadhan, A., Sensuse, D. I., & Arymurthy, A. M. (2011). Postmodernism in e-government. International Journal of Computer Science Issues, 8(4), 623629. Rust, V. D. (1991). Postmodernism and its comparative education implications. Comparative Education Review, 35(4), 610626. Saba, F. (2003). Distance education theory, methodology, and epistemology: A pragmatic paradigm. In M. G. Moore & W. G. Anderson (Eds.), Handbook of distance education (pp. 3–20). Mahwah, NJ: Erlbaum. Sarup, M. (1993). An introductory guide to post-structuralism and postmodernism. Athens, GA: University of Georgia Press. Seidman, S. (1994). Contested knowledge: Social theory in the postmodern era. Cambridge, MA: Blackwell. Tierney, W. G. (1993). Building communities of difference: Higher education in the twenty-first century. Westport, CT: Bergin & Garvey. Usher, R. & Edwards, R. (1994). Postmodernism and education: Different voices, different worlds. London, UK: Routledge Wagner, P. (1994). A sociology of modernity: Liberty and discipline. London, UK: Routledge.

12

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.