El Poblamiento de Chiapas a fines del Pleistoceno

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NEW WORLD ARCHAEOLOGICAL FOUNDATION NUMBER SEVENTY-TWO

Arqueología Reciente de Chiapas: Contribuciones del Encuentro Celebrado en el 60° Aniversario de la Fundación Arqueológica Nuevo Mundo

Editoras Lynneth S. Lowe y Mary E. Pye

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NEW WORLD ARCHAEOLOGICAL FOUNDATION NUMBERSEVENTY-TWO

Arqueología Reciente de Chiapas: Contribuciones del Encuentro Celebrado en el 60° Aniversario de la Fundación Arqueológica Nuevo Mundo

NEW WORLD ARCHAEOLOGICAL FOUNDATION BR1GHAM YOUNG UNIVERSITY PROVO, UTAH 2012 ISBN 978-0-615-5 1903-6

EL POBLAMIENTO DE CHIAPAS A FINES DEL PLEISTOCENO Guillermo Acosta Ochoa JJA, Universidad Nacional Autónoma de México

Patricia Pérez Martínez LTC, Escuela Nacional de Antropología e Historia

muy particulares, los cuales albergaban un amplio conjunto de especies ahora extintas. En el Norte continental dominaban especies de fauna Neártica o Rancholabreana, entre ellas megafauna como el mamut, y especies ahora extintas de caballo, camello, lobo pleistocénico, entre otros (Martín 1967). Estos animales dominaban áreas de grandes pastizales, con una apariencia similar a la del Serengueti africano, dominado por grandes manadas de animales pacedores y sus depredadores. En zonas con vegetación cerrada se localizaban bosques templados con animales ramoneadores o más generalistas como el mastodonte, megaterio y venado. En el subcontinente sudamericano dominaron ecosistemas tropicales diversos, de donde procedían proboscidios como el gonfoterio, los armadillos gigantes y distintos géneros de perezosos gigantes (ArroyoCabrales et al. 2010). En la zona faunística mesoamericana convivieron ambos tipos de fauna, por lo que puede considerarse una zona transicional (Johnson et al. 2006). Ambas faunas también se han ubicado en Chiapas, pues se han recuperado restos de fauna rancholabreana en la región de la Frailesca, mientras que en la zona de Cintalapa se han localizado restos de fauna pleistocénica Neotropical como perezoso gigante (Carbot et al. 2004) (Figura 2, p. 3). En el Abrigo Los Grifos, en Ocozocoautla, se han hallado restos de caballo pleistocénico (Equus sp.) junto con artefactos líticos en niveles entre 9000-10,000 a.C., por lo que se confirma la coexistencia de fauna extinta con seres humanos a fines de este periodo (Acosta 2010b) (Figura 3, p. 19). Mucha de la fauna Neártica, en realidad, migró desde el Norte de Asia al Nuevo Mundo gracias a un puente terrestre que unía Asia y América (conocido como Beringia), el cual

El objetivo del presente ensayo es exponer las condiciones particulares y la forma en la que se llevó a cabo el poblamiento temprano del territorio chiapaneco a fines del Pleistoceno. Para ello, consideramos los datos continentales sobre las condiciones en que se realizó este proceso para posteriormente compararlo con los datos disponibles del sureste de México y Centroamérica, dando énfasis en nuestra particular zona de estudio: la Depresión Central de Chiapas.

CHIAPAS A FINES DE LA EDAD DE HIELO El continente americano fue un lugar muy distinto al que conocemos actualmente durante el último periodo glaciar, mejor conocido como Pleistoceno, una época marcadamente más fría y seca que terminó hacia el 9800 a.C. Si bien ha existido un incremento en las investigaciones paleoambientales de este periodo para el territorio mexicano, amplias regiones son aún poco conocidas a excepción del centro de México, donde la información parece indicar la alternancia entre episodios húmedos y secos, y con el predominio de un clima más seco y frío que el actual (González 1986; Lozano y Ortega 1994). El norte de México, no obstante parece haber sido más húmeda de lo que actualmente lo es con abundancia de comunidades de pino y bosques mixtos en zonas más bajas (Meyer 1973). En cambio, en el sur de México los datos parecen indicar un periodo más seco en la Península de Yucatán. En Chiapas, los datos de nuestros estudios sugieren un periodo más fresco pero más húmedo alternado probablemente por periodos secos (Acosta 2008; Hernández 2010). Este clima, en promedio 7°C más frío y predominantemente más seco que el actual, también favoreció al desarrollo de ecosistemas 21

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estuvo presente tras la disminución de los niveles marinos durante el Pleistoceno y fue la forma más viable del ingreso de los primeros habitantes al Nuevo Mundo, posiblemente incentivado por la búsqueda de presas que migraban hacia el nuevo continente. De acuerdo a los datos disponibles hasta el momento, es posible que este ingreso inicial de los primeros pobladores sea anterior al 12,000 a.C. (Dillehay 2000). LOS PRIMEROS POBLADORES DEL NUEVO MUNDO Y EL INGRESO A LAS REGIONES TROPICALES Si bien en este momento es claro que el poblamiento al continente americano se efectuó a fines del Pleistoceno por Beringia, aún se tiene opiniones diversas sobre si esta migración se hizo por el interior del continente o por la costa, así como la antigüedad de este proceso. Un primer grupo de investigadores asumen que este poblamiento inicial debió realizarse al final de la última glaciación (Wisconsin), y sugieren que no fue posible sino a partir que los dos grandes bloques glaciares que cubrían Norteamérica (Laurentino y Cordillerano) estuvieron derretidos entre 11,000 y 12,000 RCYBP. Este modelo, llamado "Clovis first", sugiere que los primeros pobladores fueron cazadores de puntas acanaladas (Clovis) que ingresaron a través de un hipotético "corredor libre de hielo", una delgada franja de tierra expuesta que existiría entre ambos glaciares y permitiría el tránsito a través del área que ahora ocupa Alberta (Fiedel 1996: 72). El modelo Clovis first asume una acelerada "oleada migratoria" de grupos cazadores de fauna pleistocénica, los cuales llevarían a cabo un rápido poblamiento hacia el sur del continente y serían responsables de la extinción de la megafauna (Martin 1967). Desgraciadamente el modelo anterior presenta algunos problemas. Estudios paleoecológicos han puesto de relieve que este supuesto corredor, o bien no fue posible sino hasta muy tarde en el Pleistoceno cuando el continente ya estaba poblado, o bien fue prácticamente inviable para el poblamiento humano, incluso para otros

mamíferos (Jackson y Duk-Rodkin 1996). Tampoco toma en cuenta las grandes diferencias en el gradiente de ecosistemas localizados entre norte y Sudamérica, ni explica la presencia de sitios pre-Clovis plenamente aceptados, como Monte Verde en Chile (Dillehay 1999). Otra opción del poblamiento vía Beringia, el cual resolvería los problemas planteados por el "corredor libre de hielo", es que la colonización inicial se haya realizado por las zonas costeras del Pacifico noroeste (Fladmark 1979). Esto plantea la posibilidad que los primeros americanos colonizaran gradualmente refugios costeros libres de hielo a lo largo de la costa de Beringia y el noroeste americano mediante embarcaciones, y parece ser corroborado por estudios que indican que las costas de Beringia pudieron ser ecosistemas potencialmente más ricos en recursos que las tierras interiores, sugiriendo un corredor migratorio habitable a lo largo del macizo continental (Josenhans et al. 1997). Esta última propuesta tampoco está libre de controversias. Se ha hecho notar la escasez de sitios con fechas anteriores al 11,000 a.C., además de la imposibilidad de evaluar los sitios costeros tempranos tras el aumento del nivel del mar al finalizar el Pleistoceno (Fiedel 2006). No obstante, el modelo del poblamiento costero parece ser la opción teórica más parsimoniosa para explicar la diversidad tecnológica hacia fines del Pleistoceno, tanto en la América Media, como en el resto del Nuevo Mundo. En particular, E. James Dixon (1999: 39) ha planteado un modelo de poblamiento costero inicial, en el que posteriormente se colonizarían otras regiones del interior ingresando por Jos cauces de ríos, lo cual permitiría ocupar paulatinamente de ecosistemas templados a tropicales en un gradiente menos marcado que el enfrentado por el interior continental, con todas sus variaciones latitudinales y altitudinales (Figura 4). CAZADORES ESPECIALIZADOS Y FAUNA EXTINTA Como se ha mencionado, muchos investigadores aún consideran a los cazadores

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Figura 4. Modelos de poblamiento: a) Modelo del interior continental o Clovis first; b) Poblamiento por la costa Pacífica (modificado de Dixon 1999).

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de puntas acanaladas como los primeros colonizadores del nuevo mundo, debido a la abundancia de puntas Clovis en Norteamérica y con fechas entre 11,200 y 10,800 a.C. No obstante, en México, las puntas acanaladas son relativamente escasas en comparación al resto de Norteamérica. La mayor cantidad de hallazgos de puntas acanaladas se ubican al Noroeste de México, particularmente en Sonora, donde se han recuperado solo en superficie (Robles 1974; Montané 1996; Gaines et al. 2009). Muchas de estas puntas acanaladas presentan formas similares a las Clovis "típicas" (García-Bárcena 1980). Al sur, en cambio, las puntas presentan bordes laterales ligeramente cóncavos y dimensiones reducidas (Snarskis 1979; GarcíaBárcena 1980), con mayores semejanzas a las puntas acanaladas del Paleoindio tardío de Norteamérica (posteriores al 10,000 a.C.). Ocasionalmente coexisten con puntas tipo "cola de pescado", como en Los Grifos, Chiapas, o en Belice (Lohse et al. 2006) y generalmente presentan acanaladura (Cooke 1998). Otras puntas parecen constituir una variante entre las Clovis y las puntas cola de pescado, y son denominadas por Ranere y Cooke (1991) "waisted Clovis". Esto ha hecho pensar a algunos autores (Santamaría y García-Bárcena 1989: 101) que América Central fue lugar de encuentro de dos tecnologías procedentes de norte (Clovis) y Sudamérica (Cola de pescado) (Figura 5). De forma ocasional se han reportado hallazgos de puntas acanaladas en la Sierra Gorda de Querétaro (Martz et al. 2000), el área de Chapala, Jalisco (Lorenzo 1964), Metztitlán, Hidalgo (Casiano y Vázquez 1990), Oaxaca (Marcus y Flannery 2001) y Chiapas (Santamaría y García-Bárcena 1989; Acosta 2010b). En América Central, se han reportado para el Altiplano de Guatemala (Coe 1960; Brown 1980), Belice (Kelly 1982, Lohse et al. 2006), Honduras (Bullen y Plowden 1963), Costa Rica (Snarskis 1979; Pearson 2004) y Panamá (Ranere and Cooke 1991). El instrumental lítico asociado a las puntas acanaladas de sitios como Los Tapiales, Los Grifos y el Altiplano Hondureño indica una

subsistencia altamente dependiente de la caza, con artefactos especializados para el descarne de las presas y la preparación de pieles, como raspadores "aquillados" (limaces), buriles y raspadores con espuelas laterales. En el caso de Los Grifos, Chiapas (Acosta 2010b), los restos de fauna de las ocupaciones Clovis indican presas de talla mediana como venado cola banca (Odocoileus sp.), pécarí (Tayassu sp.) y restos de caballo pleistocénico (Equus sp.). Contra los argumentos de autores que sugieren que los cazadores Clovis fueron los colonizadores de la región centroamericana (Morrow y Morrow 1999), se puede decir que las dataciones asociadas son escasas y tardías en comparación con las puntas acanaladas de EEUU (Clovis "típicas") y Sudamérica (cola de pescado). Y como se apunta más delante, los sitios más tempranos de esta región no presentan puntas acanaladas, como Santa Marta, Chiapas (Acosta 2008, 2010b) y Alvina de Parita, Panamá (Crusoe y Felton 1974), mientras que las fechas tempranas de Los Tapiales (10,710±170 BP), Guatemala, no parecen estar claramente asociadas a los materiales Clovis, y el sitio presenta varias fechas del Holoceno temprano (Gruhn et al. 1977). Las fechas de Los Grifos, en particular (9540±150 a 8800±100 BP), ubican la aparición de las puntas acanaladas en la América Media muy tarde en el Pleistoceno y principalmente a inicios del Holoceno (Santamaría 1981; A costa 2010b).

CAZADORES GENERALISTAS Y LA COLONIZACIÓN DEL ÁREA CENTROAMERICANA Recientemente se ha sugerido que grupos de cazadores de industria expeditiva y sin puntas diagnósticas conformaron solo una de las distintas culturas presentes a fines del Pleistoceno en América, y no necesariamente un periodo Arqueolítico o de "lascas y núcleos" anterior al 13,000 BP (Lorenzo 1968). Tales grupos, designados "Edge-trimmed tool tradition" o "Flake Industry" en Sudamérica (Dillehay 1999: 210), representan una industria de amplio espectro de subsistencia, con caza

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Figura 5. Artefactos asociados a puntas acanaladas en Chiapas: a-h) Los Gifos; i) La Encañada.

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no especializada, recolección de caracoles de agua dulce en tierras interiores y mariscos en zonas costeras, así como una tecnología lítica poco definida compuesta principalmente con artefactos de retoque marginal (Bate 1983). Estos grupos, claramente representados desde fines del Pleistoceno en Brasil, Ecuador, y Colombia (Dillehay et al. 1992) no habían sido considerados como una cultura del Pleistoceno en la América Media hasta recientemente. Sitios costeros del Pleistoceno final y Holoceno temprano con características similares han sido han reportados en las costas del noroeste de México, con ocupaciones entre el JI ,000 y 9,000 años de radiocarbono (Earlandson et al. 2008). La tecnología de estos sitios suele ser de artefactos sobre lascas, algunos bifacia1es y un patrón de subsistencia basado en recursos marinos. Desgraciadamente, en el área mesoamericana no se han llevado a cabo proyectos a largo plazo que puedan evaluar el poblamiento costero, y Jos datos disponibles corresponden a sitios arcaicos del Holoceno medio y tardío en Chiapas (Voorhies 2004). No obstante, en el interior continental se ubica un sitio del Pleistoceno con industria expeditiva y patrón de subsistencia amplio, con fechas no calibradas entre 10,460±50 y 9800±50 BP, el abrigo Santa Marta, en Chiapas (Acosta 2008: 132). El análisis de huellas de uso y micro residuos de la lítica (muescas, raederas y lascas con retoque marginal), y los análisis químicos de los pisos de ocupación indican un marcado énfasis en el procesamiento de vegetales y maderas tropicales (Acosta 2010b; Pérez 2010). En particular, los restos botánicos de Santa Marta indican grupos con un amplio conocimiento y explotación de los recursos tropicales del área, entre los que destaca polen de Zea (teosinte) y cacao (Theobroma sp.), presentes desde los niveles del Pleistoceno (Capa XVII, entre 10,460±50 y 10,050±90 BP); además de piedras de molienda en niveles fechados en 9,800±50 BP (Figura 6). Este patrón de recolectores de espectro amplio, vinculados a una creciente dependencia de plantas no es atípico para otros sitios del sur de México y Centroamérica. En Guilá

Náquitz, Oaxaca, uno de los sitios relevantes para el estudio de la agricultura temprana, se observan piedras de molienda asociadas a una industria principalmente hecha sobre lascas en ocupaciones datadas en 10,700±350 BP (Flannery 1986). Estos grupos de tecnología expeditiva, observan un profundo conocimiento sobre las plantas y animales de los neotrópicos, por lo que sería de esperarse que tuvieran muchas generaciones experimentando y desarrollando un sistema cultural "adaptado" a este entorno cambiante.

HACIA UN MODELO DE POBLAMIENTO DE CHIAPAS Es cierto que nuestro conocimiento sobre el final del Pleistoceno en el área tropical mesoamericana es aún fragmentario. No obstante, podemos decir que esta situación está cambiando aceleradamente. Los estudios recientes no solo en Chiapas (Acosta 2008, 2010b) pero también en Quintana Roo (González et al. 2008), Belice (Lohse et al. 2006) y Honduras (Scheffler 2008) indican un creciente interés sobre este periodo en un área que ha permanecido marginal al respecto. Estas investigaciones también parecen cambiar paulatinamente la imagen típica del cazador de megafauna que predominaba hace algunas décadas, pues los datos que vinculen el poblamiento, no solo de Chiapas sino del continente, a la captura sistemática de fauna extinta son casi nulos. Con ello no pretendemos negar que los antiguos colonizadores del territorio mexicano interactuaban con la fauna extinta del Pleistoceno, pero negamos que hubiera una caza sistemática de mamuts o mastodontes como ha sido el estereotipo de lo "Paleoindio". Actualmente, incluso los propios defensores del modelo Clovis first como Gary Haynes (2002), quienes exponen que los grupos Clovis eran cazadores de fauna de mediana o pequeña antes que de presas mayores. El abrigo Los Grifos, en Chiapas, es ejemplar, pues se localizan restos de fauna extinta: caballo pleistocénico (Equus sp.). Sin embargo, un caballo no se puede considerar "megafauna" sino fauna mediana, equivalente

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Figura 6. Artefactos líticos del Pleistoceno final del abrigo Santa Marta.

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Tierra emergida durante el Pleistoceno Sitios Arqueológicos Fauna extinta Clovis y cola de pescado Puntas lerma Litica expeditiva Restos Humanos

1 Valle de Oaxaca (Hole 1986; Marcus and Flannery 1996)

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2. Santa Marta (Acosta 2008) ~ 3. Los Grifos (Acosta 2010) " "

7. Piedra del Coyote y los tapiales (Gruhn, Bryan and Nan
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