El poblado obrero de Unquinesa en Mataporquera (Cantabria)

May 23, 2017 | Autor: Gerardo Cueto Alonso | Categoría: Spain, Cantabria, Vivienda de interés social
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Descripción

El poblado obrero de Unquinesa en Mataporquera (Cantabria) GERARDO J. CUETO ALONSO Grupo de Investigación en Geografía Histórica del Paisaje Departamento de Geografía, Urbanismo y Ordenación del Territorio Universidad de Cantabria

1. Algunos apuntes históricos del complejo industrial En 1947 comenzó la construcción en Mataporquera de un establecimiento industrial para la fabricación de cianamida cálcica por parte de la Unión Química del Norte de España Sociedad Anónima (Unquinesa), una empresa domiciliada en Bilbao que tenía otra fábrica en AxpeErandio. A principios de 1944 la empresa había presentado el proyecto original en la Delegación de Industria de Santander, previsto para una producción anual de 10.000 toneladas, susceptibles de duplicarse en una segunda fase cuando las disponibilidades de energía eléctrica lo permitieran1. Tras cuatro años de obras, la fábrica pudo comenzar a producir en 1951. Unquinesa se había constituido en Bilbao el 2 de diciembre de 1939 por iniciativa del empresario vasco-alemán Federico Lipperheide en el contexto de unas excelentes relaciones hispanoalemanas. Lipperheide había llegado a Bilbao en 1923 junto a sus hermanos; en poco tiempo forjó un importante grupo industrial vinculado a la explotación y tratamiento químico de minerales, “en estrecha asociación con el negocio del wólfram, los contactos con los nacionalsocialistas alemanes y la IG Farben, y la autarquía española”2. Pese al veto a su inclusión en el consorcio químico diseñado por las autoridades españolas, constituyó una

Folleto publicitario de Unquinesa / COLECCIÓN JOSÉ SIERRA ÁLVAREZ

de las redes más importantes del sector carboquímico a partir de la fábrica de Erandio, gracias a sus relaciones con de la burocracia económica española y el

apoyo de los socios de la industria pesada vizcaína y la industria química alemana3. La elección de Mataporquera para ubicar la nueva fábrica resPATRIMONIO INDUSTRIAL | 21

pondía a motivos estratégicos. Por una parte, Mataporquera era un importante nudo de comunicaciones ferroviarias en la Cornisa Cantábrica ya que por medio del Ferrocarril de La Robla estaba unido a Bilbao y gracias al Ferrocarril del Norte a Castilla y al puerto de Santander. Por otra parte, la tradición industrial del núcleo, que naciera ligada a la fabricación de vidrio plano4, había adquirido un relevante impulso desde la instalación en 1930 de la fábrica de Cementos Alfa. El objetivo del nuevo establecimiento era la fabricación de cianamida cálcica, un fertilizante nitrogenado, que, por influencia de la humedad y los fermentos de la tierra, el nitrógeno que contiene la cianamida se transforma en nitrógeno amoniacal y nitricoy, formas bajo las que puede ser absorbido por las plantas5. La cianamida cálcica se obtenía a partir del carburo de calcio6, por lo que la empresa decidió que la fábrica fuera integral, es decir, que en ella se obtuviera el carburo y se transformara in situ en cianamida. Por tanto la fábrica debía contar con todos los elementos necesarios para este proceso7. Para el almacenamiento de las materias primas se disponía de silos de hormigón armado para acopiar la caliza que extraía de sus propias canteras y un parque para el carbón, que se recibía por ferrocarril. Asimismo contaba con varios hornos de cal. Para la obtención del carburo cálcico se dispuso un horno continuo trifásico de 4.500 Kw., con el que se obtenía una producción diaria de 40 toneladas de carburo. La instalación se completaba con unas machacadoras de carburo. La cianamida se producía en una batería de hornos de los tipos Frank y Caro, de funcionamiento discontinuo con una tensión de 100 voltios, que permitían una producción de 40 toneladas con una batería de 120 hornos. Una vez obtenida se molía en la instalación correspondiente y se sometía a aparatos para la de22 | LLÁMPARA

Instalaciones de Ferronor en 2002 / GERARDO J. CUETO ALONSO

carburación y adición de agua y aceitado. Diversas instalaciones para la licuación del aire y otras complementarias completaban la fábrica. Una fábrica de estas características habría de ser muy contaminante por el desprendimiento y arrastre de polvo de carburo y acetileno, por lo que se procuró en la medida posible paliar los efectos nocivos en el aire con la instalación de dos tomas de aire alejadas de la fábrica y orientadas en las dos direcciones más frecuentes de los vientos en la comarca.

El poblado obrero / GERARDO J. CUETO ALONSO

Para la obtención de electricidad la empresa contaba con una subestación de transformación de 95-13 Kv, con seccionadores, interruptores de expansión automáticos en 95 Kv. y transformador de 7.500 Kva. Otra subestación de 13.000-380 voltios se utilizaba para los servicios de alumbrado y motores. El complejo contaba con varios talleres, uno mecánico para reparaciones con la maquinaria al uso, como tornos, taladros…, otro de reparación del material eléctrico, y otro más para la fabricación de bidones para el en-

vasado del carburo excedente de la fabricación de la cianamida. En las proximidades de la fábrica la empresa disponía, como hemos señalado, de una cantera de la que extraía la caliza necesaria con sus convenientes instalaciones, como martillos neumáticos, un trómel clasificador o un plano inclinado para el transporte de la caliza hasta los depósitos de la fábrica. Las instalaciones no estrictamente industriales consistían en un pabellón de oficinas generales, técnica y administrativa, un edificio de servicios sociales para los obreros, con duchas, comedores o botiquín y una residencia para empleados de la fábrica. Estos edificios serían sustituidos años más tarde, como veremos, por unas viviendas individuales y un club social en las inmediaciones de la fábrica. El establecimiento industrial estaba preparado para producir 6.000 toneladas anuales, pero sin llegar a haberse terminado se planteó una ampliación que posibilitaba la producción de 160 toneladas diarias de cianamida8, por lo que ya en el primer año la producción alcanzó las 20.000 toneladas. El carburo de calcio era consumido por Hispavic Industrial, una de las filiales de Solvay para la fabricación de polímeros en Barreda9. En 1960 Unquinesa se fusionó con la multinacional Dow Chemie A. G., de capital mayoritariamente estadounidense aunque con domicilio social en Basilea, que se había constituido el año anterior. La nueva empresa, que se denominó Dow Unquinesa, tenía el objetivo de ampliar la factoría de Axpe-Erandio para posibilitar el tratamiento de 67.200 toneladas de nafta; por su parte, en Mataporquera también amplió sus instalaciones con un nuevo horno de carburo y otro de cal. En 1971 la empresa, ante la competencia del petróleo en las aplicaciones industriales, cerró el establecimiento de Mataporquera, dejando a sus 256 trabajadores con una gran incertidum-

Viviendas del poblado, sin apenas reformas exteriores, habitadas en 2005 / GERARDO J. CUETO ALONSO

bre acerca de su futuro. Las instalaciones fueron adquiridas por Ferronor, que decidió que era necesario diversificar la producción y comenzar la fabricación de ferrosilicio. Curiosamente seguía los pasos de la Electrometalúrgica de Astillero, que comenzó fabricando carburo de calcio y a partir de 1941 se centró en la fabricación de ferroaleaciones, como el ferrosilicio o el ferromanganeso. Ferronor mejoró y modernizó las instalaciones para esta nueva línea de producción, pero no pudo mantenerse al margen de la fuerte crisis que experimen-

tó el sector en los años ochenta como consecuencia del aumento del precio de la energía. Las deudas se fueron acumulando y la empresa suministradora de electricidad, Electra de Viesgo, tras varios avisos, cortó el suministro eléctrico10. El 6 de abril de 1988 la Electra de Viesgo, ante el impago por parte de Ferronor de una factura de 360 millones de pesetas, se vio obligada a tomar esta medida, que supuso en un primer momento la inutilización por completo de los dos hornos de la factoría al quedar las soleras convertidas en una pasta11.

Aspecto del poblado obrero y el centro social en 2008 / GERARDO J. CUETO ALONSO

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Viviendas pareadas del grupo de casas de ingenieros y directivos en el casco de Mataporquera /

GERARDO J. CUETO ALONSO

En ese momento la fábrica contaba con 80 operarios que rápidamente se movilizaron en defensa de sus puestos de trabajo, ante la decisión casi inmediata de la empresa de despedir a toda la plantilla. Para llamar la atención sobre su situación, realizaron varios sabotajes en la carretera nacional que comunica Cantabria con la Meseta y cortaron de la línea de RENFE durante tres días en los que el tráfico ferroviario entre Santander y Madrid quedó suspendido12 Tras negociaciones a varias bandas, en las que incluso los trabajadores plantearon la compra de la empresa, Ferronor aceptó la propuesta de Carburos Metálicos de una compensación de 120 millones de pesetas por el achatarramiento de las instalaciones, la recolocación de 50 de los 80 trabajadores en una factoría del grupo en La Coruña 24 | LLÁMPARA

y la reconversión de la planta de Mataporquera para la recuperación de aluminio, cobre y plomo, desapareciendo del mercado de los ferrosilicios13. La reconversión no se llegó a producir y la fábrica quedó cerrada hasta que en 2005 volvió a la actividad para la construcción y achatarramiento de vagones de RENFE.14.

2. El poblado obrero Mataporquera había experimentado un notable crecimiento demográfico desde la llegada del ferrocarril y especialmente tras la instalación de Cementos Alfa. Así, mientras en 1900 la población del núcleo era de tan sólo 262 habitantes, en 1950 ya contaba con 1.980 habitantes. La responsable de este crecimiento había sido la cementera que daba empleo a unos 500 trabajadores en el momento en que Unquinesa construyó su fábrica.15.

Como resultado de este crecimiento demográfico el caserío del pueblo había aumentado notablemente y se encontraba prácticamente ocupado en su totalidad. Por consiguiente, el volumen de viviendas disponibles era muy reducido y, a su vez, resultaba difícil y caro acceder a un alojamiento en el pueblo. En vista de esta situación, la empresa optó por edificar un grupo de viviendas para sus obreros, estimando que resultaba conveniente situarlo en las inmediaciones de la factoría, por cuanto el clima reinante en Valdeolea era muy riguroso y aconsejaba que los desplazamientos de los obreros fueran cortos. Esta solución era muy apropiada, ya que la fábrica se localizaba a unos 700 metros al Sureste de las primeras casas de Mataporquera y a más de un kilómetro del centro del núcleo. Por otra parte, había que buscar

un emplazamiento que no estuviera expuesto al viento del Norte que, aparte de ser el más frío, empujaba los humos y polvos procedentes de la fábrica. En agosto de 1952 el arquitecto bilbaíno Ángel de Gortázar redactó un proyecto de un grupo de 40 viviendas protegidas para obreros y empleados de la fábrica en unos terrenos comunales en la parte alta del pueblo, junto al lugar denominado Las Quemadas, próximos a las instalaciones fabriles, que cumplían con los requisitos enunciados16. Las gestiones emprendidas por la empresa para disponer de este terreno no dieron resultado positivo. Al no poder adquirirlo a un precio razonable solicitó su expropiación forzosa, pero el Ayuntamiento exigía ocho pesetas por metro cuadrado, mientras la empresa consideraba que no podía estimarse un precio superior a cuatro. La Junta Vecinal de Mataporquera propuso la cesión de los terrenos a Unquinesa mediante el pago de un canon anual por tiempo ilimitado, pero esta fórmula no podía ser admitida por el Instituto Nacional de la Vivienda, por cuanto para obtener los beneficios de la legislación sobre viviendas protegidas el terreno debía ser propiedad de la empresa. Ante estas dificultades la empresa decidió adquirir otro terreno particular, también cercano a la fábrica, en forma de L invertida, entre los caminos de Mataporquera a Bercedo y Cuena por su parte superior e inferior respectivamente, con una pendiente regular del 10%. La finca ocupaba una extensión de 22.050 metros cuadrados, ligeramente superior a la del terreno comunal inicialmente propuesto, lo que permitió que el nuevo proyecto se ampliara hasta las 44 viviendas, distribuidas en once bloques de cuatro viviendas cada uno. De nuevo se encargó su elaboración a Ángel de Gortázar, quien lo tuvo redactado para diciembre de 195317. Se partía de una parcela aproximada de 1.800 a 2.000

Escuelas / GERARDO J. CUETO ALONSO

metros cuadrados para cada casa múltiple, con una red de caminos particulares que enlazaban con los públicos que limitaban el poblado. Cada parcela se dividía en cuatro lotes iguales para huerta familiar. El acceso a cada una se hacía por una zona común para evitar un excesivo número de puertas y caminos de penetración. Cada vivienda constaba de vestíbulo, estar-cocina, aseo con ducha, desván trastero y tres dormitorios, excepto las viviendas del extremo izquierdo de cada bloque que disponían de otro dormitorio más, por lo que éstas irían destinadas al alojamiento de familias numerosas. En definitiva nos encontrábamos con 33 viviendas del denominado tipo A y otras 11 del tipo A’’. Las viviendas constaban de dos plantas desiguales que se adaptaban a la pendiente del terreno, mediante una disposición escalonada, que ahorraba grandes movimientos de tierras y muros de contención. Así, el descansillo de la escalera interior alcanzaba el nivel del terreno de la parte posterior de la vivienda, lo que permitía disponer de una puerta zaguera para el servicio de la huerta si se deseaba; en este nivel se locali-

zaba el aseo. Esta disposición permitía también que todas las habitaciones, tanto las estancias como los dormitorios, presentaran una correcta orientación, con un adecuado soleamiento y buenas vistas. Para evitar una excesiva monotonía de las fachadas, en cada bloque se retranqueaban las dos viviendas centrales. La entrada a las viviendas se realizaba por medio de una pequeña escalinata de un tiro hasta llegar a la puerta que se protegía por medio de un tejadillo, no previsto en el proyecto inicial, pero necesario para proteger la entrada durante las nevadas invernales. El presupuesto de la construcción del poblado ascendía, incluidos los terrenos, los gastos de saneamiento y urbanización, y las cargas, a 3.217.404,87 pesetas. Para poder afrontar las obras, Unquinesa solicitó el 2 de enero de 1953 al Instituto Nacional de la Vivienda la concesión y calificación legal de viviendas protegidas y los beneficios establecidos por la Ley de 19 de abril de 1939. El 3 de noviembre de 1954 obtuvo la concesión de los beneficios tributarios máximos y el anticipo del 40% del presupuesto, es decir 1.433.675,60 pesetas, reintegrable en 20 años PATRIMONIO INDUSTRIAL | 25

sin interés18. Las viviendas serían entregadas en régimen de alquiler a sus beneficiarios, quienes debían pagar una renta mensual de 186 pesetas, los alojados en viviendas de tres dormitorios, y 190, los de las cuatro. La construcción de las viviendas fue realizada por administración directa por Unquinesa tras un concurso-subasta celebrado el 29 de septiembre de 1955. Se estableció un plazo de ejecución de las obras de 16 meses, si bien éstas no estarían concluidas hasta el 8 de junio de 1957. En este lapso se aceptó una revisión de los precios, que estableció el presupuesto definitivo en 3.584.189 pesetas, de manera que el anticipo del INV ascendió a 1.433.675,60 pesetas. El 2 de abril de 1962 se firmó el acta de recepción definitiva de las obras. Una vez que las viviendas fueron construidas, la empresa decidió acometer una segunda fase que preveía la construcción de otras 44 viviendas, de idéntica tipología que las de la primera, y un centro social para disfrute del poblado. En octubre de 1957 Ángel de Gortázar redactó el proyecto de la segunda fase19. Los terrenos elegidos eran adyacentes a los de las primeras viviendas, en dirección hacia el núcleo urbano de Mataporquera, es decir, hacia el Nordeste. Las viviendas no llegaron a ser construidas, por razones que desconocemos, no así el centro social que incluso fue mejorado con respecto al proyecto original. El centro social formaba un conjunto único, si bien se podían distinguir tres elementos: la escuela, el economato y el salón familiar, que se relacionaban entre sí mediante pórticos cubiertos, manteniendo una cierta unidad arquitectónica, basada en la repetición de huecos y detalles constructivos. Su presupuesto ascendía según el proyecto original a 1.189.899,14 pesetas. Las escuelas ocupaban los terrenos más cercanos al pobla26 | LLÁMPARA

do obrero, que, a su vez, eran los mejor orientados. En el proyecto original estaba formulado que fueran de planta baja, pero durante su ejecución se elevó en un piso, que ya estaba previsto dado que se había dejado un hueco para la escalera, que habría de destinarse en un primer momento a almacén. Inicialmente constaban de dos aulas, una para niños y otra para niñas, capaces para 48 alumnos. Cada aula disponía de un vestíbulo, que hacía las veces de guardarropía, y de los aseos necesarios. El espacio comprendido entre las aulas se destinaba a despacho y a las escaleras de acceso a la planta superior. Tras la reforma del proyecto, las escuelas contaron finalmente con cuatro aulas. El acceso se realizaba por un porche con tres arcos rebajados que protegía a los escolares de las inclemencias meteorológicas. Un pórtico, que servía de recreo cubierto para los niños y niñas, unía las escuelas con el edificio del economato. El economato constaba de un espacio destinado a despacho para el público con mostrador y un almacén que se proyectó en dos plantas unidas con escalera interior y con acceso por rampa a la más baja, dispuesta en forma de semisótano. Un pequeño pórtico servía de unión con el salón familiar. El denominado salón familiar se concebía de una sola planta y dividido en dos salones de diferente tamaño y de múltiples usos. El primer salón, el más pequeño, servía de vestíbulo o sala de descanso de las proyecciones cinematográficas que se exhibían en el más amplio. En caso de que la afluencia de gente fuera esca-

"Este poblado surgió por la necesidad de la empresa de dotar de alojamiento a sus obreros, por cuanto, excepto Mataporquera, no había núcleos de población de cierta entidad demográfica en las cercanías"

sa, podía utilizarse como bar de recreo o salón de tertulia. El salón más amplio servía, aparte de como cine, como sala de juegos, en la que se situaban los necesarios elementos para ello, como mesas de juegos de naipes, billares o tableros de tenis de mesa. Un bar con mostrador atendía las necesidades de los visitantes. Asimismo, al fondo del salón se ubicaba un altar, cerrado normalmente, para la celebración del culto en ocasiones señaladas. Ambos salones contaban con los aseos pertinentes. Con la construcción del centro social se culminaba el poblado obrero, que disponía también de un espacio para equipamientos deportivos en un espacio reservado en la zona de viviendas, dotado de una pista deportiva y una bolera. Aparte de operarios para el trabajo en la fábrica, la empresa requería personal cualificado para los puestos de dirección o gestión, así como técnicos que supervisasen el proceso productivo. Ante la falta de personal de estas características en la comarca, la empresa se vio obligada a trasladar personal de su fábrica vizcaína o bien reclutar a nuevos técnicos procedentes de otras zonas industriales. Para alojar a estos directivos e ingenieros Unquinesa construyó en el casco urbano de Mataporquera un grupo de viviendas. Este, habida cuenta de sus destinatarios, era de una mayor calidad constructiva que el obrero. Se componía de cinco viviendas (una individual y las restantes pareadas) con un espacio destinado a jardín, y se localizaba en la parte alta del pueblo, en una zona soleada y de privilegiadas vistas20. 3. Estado actual del poblado obrero Tras el cierre de la fábrica, sus instalaciones fueron adquiridas por la empresa Codefer S. L. dedicada al tratamiento de la chatarra y los residuos industriales, que adaptó este espacio

a sus necesidades productivas, lo que implicó la demolición de algunos elementos, como los antiguos hornos, y la readaptación del resto de naves para su nueva función. Como curiosidad, hemos de señalar que en su recinto se encuentra la locomotora “Begoña nº 3”, que en sus últimos años prestó servicio a Cementos Alfa. El poblado obrero mantiene el encanto propio de estos lugares, si bien el cierre de la fábrica determinó que las viviendas se fueran abandonando paulatinamente y en la actualidad tan sólo 17 de las 44 se encuentren habitadas El grado de conservación es, por esta razón, muy desigual, compartiendo el espacio viviendas restauradas recientemente con otras que acusan el abandono desde hace años. Como es habitual, los tejados reflejan el paso del tiempo, apreciándose en algunas viviendas abandonadas importantes desprendimientos, ausencias de tejas y puesta a la intemperie de las vigas que lo sustentaban. En las viviendas restauradas no se ha seguido un criterio homogéneo, ni siquiera en cuanto a la tonalidad de las fachadas, que su momento tan sólo fueron enlucidas, encontrándonos algunas viviendas con vistosos tonos amarillos junto a otras en las que tan sólo se han remarcado los vanos. En algún caso, junto a la entrada principal se ha añadido una pequeña terraza en la que disfrutar del soleamiento cuando el tiempo lo permite. Ha sido frecuente que en la parte posterior de las viviendas se haya adosado un nuevo cuerpo aprovechando lo que en el proyecto se entendía como el lugar idóneo para la apertura de una puerta de acceso a la huerta. Estos añadidos han dado lugar a un aparente descuido en la parte posterior de las viviendas que, por suerte, no se ha manifestado en su fachada principal, como acabamos de mencionar. Ese aspecto descuidado también es visible en las instalaciones deportivas, abandonadas

El centro social; de izquierda a derecha: escuelas, economato y salón social / GERARDO J. CUETO ALONSO

ante la evidente falta de practicantes en el poblado. En la pista deportiva, una solitaria canasta recuerda su antigua función, mientras la hierba y la maleza han invadido por completo el recinto de la bolera. El centro social se encuentra cerrado y su interior parece acusar el paso del tiempo, pese a que en sus últimos años cumplió esa función social para los obreros y empleados de Cementos Alfa, tal como acusa un cartel en su interior. A comienzos de los años ochenta ante las necesidades productivas de ampliar la fábrica Cementos Alfa derribó un conjunto de viviendas obreras, el casino y el economato, entre otros edificios. Para que sus obreros no se vieran privados de

este servicio alquiló a Ferronor el antiguo economato del poblado. El pórtico que comunicaba las escuelas y el economato ha sido tapiado una vez que quedó en desuso, para dificultar el acceso y evitar el vandalismo en el interior del centro social. Los caminos de comunicación interior y de acceso se encuentran en un buen estado debido a su reciente asfaltado, muy necesario para evitar la erosión del agua debida a la pendiente del terreno en que se construyó el poblado. Las viviendas de directivos e ingenieros presentan un mejor estado de conservación que las del poblado obrero. Durante 2008 varias de ellas están siendo restauradas para adaptarlas a

Uno de los bloques de cuatro viviendas, algunas reformadas recientemente / GERARDO J. CUETO ALONSO

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las comodidades requeridas en la actualidad. En definitiva, nos encontramos con un poblado obrero de características semejantes a otros tantos, en los que las sucesivas crisis industriales han provocado su abandono debido a la reducción de la mano de obra empleada en las fábricas que los originaron o a su cierre definitivo, como es el caso que nos ocupa. Este poblado surgió por la necesidad de la empresa de dotar de alojamiento a sus obreros, por cuanto, excepto Mataporquera, no había núcleos de población de cierta entidad demográfica en las cercanías, y en éste el caserío disponible era muy reducido. Nos encontramos con uno de los escasos ejemplos en Cantabria en cuanto a construcción de alojamiento por parte de las empresas industriales para sus obreros fuera de los grandes núcleos industriales como Torrelavega o Los Corrales de Buelna, aparte de la ciudad de Santander, fundamentalmente el Barrio de Nueva Montaña. Por otra parte, su peculiar localización, no integrado en el casco urbano, recuerda a las colonias obreras, y éste es un caso muy infrecuente en Cantabria; tan sólo algunos poblados surgidos junto a las minas, como en Setares, el Ba-

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rrio Santa Bárbara en Liaño o los casetones construidos en los Picos de Europa, así como algunas iniciativas puntuales, como el Barrio San Camilo en Boo de Guarnizo o el poblado surgido en torno a La Montañesa en La Cavada, presentan características similares al poblado obrero de Unquinesa en Mataporquera, aunque en muchos de estos casos únicamente se trataba de actuaciones residenciales y no contaban con servicios sociales como los construidos por Unquinesa. n

> NOTAS 1. Archivo de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santander, Caja 42, Carpeta 631,“Memoria de la provincia de Santander relativa a la situación actual de la industria, 31 de marzo de 1944”. 2. PUIG RAPOSO, Nuria: “Redes empresariales de oportunidad en la España del siglo XX: el caso de la industria químico-farmacéutica”, ICE Historia Empresarial, nº 812, Enero 2004, 179-188. 3. La estrecha vinculación con la burguesía vizcaína se manifiesta en la composición de su Consejo de Administración en 1955: el Conde de Cadagua, Pedro J. Galíndez, José Fernández Ferrer, Manuel Gortázar, Eduardo Bustillo, Luis María de Ibarra, Vizconde de Nava del Rey, Federico Lipperheide y Rafael Guzmán, Archivo del Ministerio de Vivienda, Expediente 4738. 4. SIERRA ÁLVAREZ, José: El complejo vidriero de Campoo (Cantabria), 1844-1928.

Santander, Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Cantabria, 1993. 5. Economía Montañesa, nº 50, septiembre 1951. 6. Este sector no era desconocido en Cantabria, por cuanto desde 1913 se obtenía carburo de calcio en Boo de Guarnizo por parte de la Electro Metalúrgica del Astillero. 7. Para lo siguiente véase Economía Montañesa, nº 49, septiembre 1951. 8. Economía Montañesa, nº 52, 15 de diciembre de 1951. 9. TOCINO LÓPEZ, José: Apuntes para una historia industrial de Cantabria. IV. Industrias químicas. Santander, Ed. Librería Estvdio, 1989, p. 130. 10. TOCINO LÓPEZ, José: Apuntes para una historia industrial de Cantabria. III. Industrias metalúrgicas. Santander, Ed. Librería Estvdio, 1988, pp. 91-92. 11. El País, 7 de abril de 1988. 12. El País, 25 de abril de 1988. 13. El País, 4 de mayo de 1988. Carburos Metálicos se dedicaba a la fabricación de ferrosilicios en la fábrica de Boo de Guarnizo. 14. Cantabria Económica, 5 de septiembre de 2005. 15. El Avance Montañés. Libro sobre la exposición del mismo nombre. Santander, Goberno Civil de la Provincia, 1950, p. 129. 16. Archivo del Ministerio de Vivienda, Proyecto 3954. 17. Archivo del Ministerio de Vivienda, Proyecto 3954. 18. Archivo del Ministerio de Vivienda, Expediente 4738. 19. Archivo del Ministerio de Vivienda, Proyecto 6433. 20. Información suministrada por el Alcalde de Valdeolea; en el Archivo Municipal no se conserva el proyecto original, tan sólo el pliego de condiciones para su construcción.

El Archivo de Hullera Vascoleonesa y el patrimonio minero de Castilla y León

Archivo de Hullera Vasco-Leonesa en La Robla (León) / J.A. GONZÁLEZ PEDRAZA

JOSÉ ANDRÉS GONZÁLEZ PEDRAZA Fundación Hullera Vasco-Leonesa

1. El Archivo de Sociedad Anónima Hullera Vasco-leonesa En abril de 1988, Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa, empresa minera privada radicada en la provincia de León, aprueba el proyecto de Archivo de la entidad, con el objetivo de participar en la gestión administrativa diaria de las oficinas y para recoger, organizar, custodiar y difundir el patrimonio documental conservado por la empresa en su trayectoria centenaria, desde su fundación en 1893.

El Archivo de Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa, gestionado por la Fundación Hullera Vasco-Leonesa, tiene su sede en La Robla (León) y custodia y organiza desde 1988 el patrimonio documental generado por la empresa desde su nacimiento en 1893 1. Además del fondo documental originado por la propia empresa Hullera Vasco-Leonesa, el Archivo también custodia la documentación conservada de la actividad minera del carbón en las comarcas

palentinas de Barruelo y Orbó desde 1840. Es, pues, un Archivo de indudable importancia y trascendencia para el estudio de los orígenes de la industrialización minera en España y único en el panorama de la conservación de la memoria social e industrial de Castilla y León. El Archivo está abierto a los investigadores y ciudadanos en general con el único requisito de la justificación razonada de su interés por los documentos. El Archivo trabaja, asimismo, de PATRIMONIO INDUSTRIAL | 29

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