El perro filósofo y Diógenes el cínico en El mundo de Sofía

Share Embed


Descripción

Este volumen es fruto del trabajo llevado a cabo en el marco del Proyecto de Innovación Docente “Texto-traducción-imagen. El cine como herramienta pedagógica en los seminarios de la asignatura Introducción a la Gramática Griega”, evaluado positivamente por la ANECA y concedido por el Secretariado de Innovación Docente de la Universidad de Granada. El editor del libro desea agradecer a todos los colaboradores su interés y entusiasmo por producir un material docente que revela la vigencia y flexibilidad del legado cultural clásico en la cultura contemporánea así como su papel protagonista en un medio de masas como el cine. Igualmente, quisiera expresar mi agradecimiento a la Delegación de Granada de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, que ha contribuido generosamente a la financiación de la edición de este volumen.

Índice Introducción (Fernando Lillo Redonet).…………………………………

5-7

La mirada de Odiseo (Concepción López Rodríguez)…………………...

9-15

Medea: de Eurípides a Pasolini (Lucía Romero Mariscal)………...........

17-24

La tragedia de la identidad humana: del Edipo Rey de Sófocles a Incendies de Denis Villeneuve (Lorena Jiménez Justicia)…...…………..

25-33

De Eurípides a Cacoyannis: la despedida de Andrómaca y Astianacte en Las Troyanas (Alejandro Valverde García)…………………………..

34-41

Las Fedras de Eurípides y de Jules Dassin: la Fedra piadosa frente a la Fedra pasional (Maila García Amorós)…………….................................

43-51

Apología de Sócrates, según Rossellini (Javier Campos Daroca)………..

53-60

El “perro filósofo” y Diógenes el cínico en El mundo de Sofía (Pedro Pablo Fuentes González)…………………………………………………

61-71

Descensus ad Solaris (Alberto J. Quiroga Puertas)……………...............

73-78

Alejandro Magno y el eunuco Bagoas (Francisco Bosch Puche)………..

79-87

El Coro de la tragedia, comentarista invitado en Mighty Aphrodite de Woody Allen (Leonor Pérez Gómez)……………………………………..

89-99

El cuento de la matrona de Éfeso: de Petronio a Fellini (Francisco Salvador Ventura)………………………………………………………..

101-107

El gnosticismo en el cine de ciencia ficción (Nicholas BakerBrian)…………………………………………………………………...…

109-113

Sobre la figura de Hipatia de Alejandría en las fuentes literarias y en Ágora (David Hernández de la Fuente) ………………………………….

115-123

Epílogo. Una reconsideración de la presencia del cine histórico en las Facultades de Letras (Francisco Salvador Ventura) ……………………..

125-127

Primera edición: Junio 2014 © Derechos de edición reservados. Editorial Círculo Rojo. www.editorialcirculorojo.com [email protected] Colección Docencia © Alberto Jesús Quiroga Puertas

Edición: Editorial Círculo Rojo. Cubiertas y diseño de portada: © Luis Muñoz. Impresión: Círculo Rojo. ISBN: 978-84-9076-447-3 DEPÓSITO LEGAL: AL 622-2014 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna y por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor. Todos los derechos reservados.

El perro filósofo y Diógenes el cínico en El mundo de Sofía Pedro Pablo Fuentes González (Universidad de Granada)

Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos ilustres VI 105 (= SSR V A 135): ἀρέσκει δ' αὐτοῖς καὶ λιτῶς βιοῦν, αὐτάρκεσι χρωμένοις σιτίοις καὶ τρίβωσι μόνοις, πλούτου καὶ δόξης καὶ εὐγενείας καταφρονοῦσιν. ἐνίοτε γοῦν καὶ βοτάναις καὶ παντάπασιν ὕδατι χρῶνται ψυχρῷ σκέπαις τε ταῖς τυχούσαις καὶ πίθοις, καθάπερ Διογένης, ὃς ἔφασκε θεῶν μὲν ἴδιον εἶναι μηδενὸς δεῖσθαι, τῶν δὲ θεοῖς ὁμοίων τὸ ὀλίγων χρῄζειν. Defienden además [scil. los cínicos] vivir frugalmente, sirviéndose de alimentos que uno mismo se pueda conseguir y de simples tabardos, despreciando riqueza, fama y nobleza de estirpe. Al menos llegado el caso se sirven sin problema de hierbas y de agua fresca, y, como refugios, de los que se encuentran y de toneles, como Diógenes, que afirmaba que era propio de los dioses no necesitar de nada, y de los semejantes a los dioses necesitar de pocas cosas. Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos ilustres VI 71 (= SSR V B 7): τοιαῦτα διελέγετο καὶ ποιῶν ἐφαίνετο, ὄντως νόμισμα παραχαράττων, μηδὲν οὕτω τοῖς κατὰ νόμον ὡς τοῖς κατὰ φύσιν διδούς· τὸν αὐτὸν χαρακτῆρα τοῦ βίου λέγων διεξάγειν ὅνπερ καὶ Ἡρακλῆς, μηδὲν ἐλευθερίας προκρίνων. De tal modo se expresaba [scil. Diógenes] y lo manifestaba en sus actos, reacuñando realmente los valores convencionales, no confiriendo en modo alguno la misma importancia a lo dispuesto por la ley que a lo dispuesto por la naturaleza, diciendo que llevaba exactamente el mismo tipo de vida que Heracles, no poniendo nada por delante de la libertad. Juliano, Discurso IX (VI) 8, 188b-c (= SSR V B 8): εὑρήκαμεν δὴ τὸν ἀρχηγέτην τῆς φιλοσοφίας, […] ἀλλὰ καὶ τοὺς κορυφαίους ἐν αὐτῇ, Ἀντισθένη καὶ Διογένη καὶ Κράτητα, οἷς τοῦ βίου σκοπὸς ἦν καὶ τέλος αὑτοὺς οἶμαι γνῶναι καὶ τῶν κενῶν ὑπεριδεῖν δοξῶν, ἀληθείας δέ, ἣ «πάντων ἀγαθῶν θεοῖς, πάντων δὲ ἀνθρώποις ἡγεῖται», ὅλῃ, φασίν, ἐπιδράξασθαι τῇ διανοίᾳ […]. Hemos hallado así al iniciador de la filosofía [scil. el dios de Delfos, Apolo] […], pero también a sus corifeos en ella: Antístenes, Diógenes y Crates, para quienes el objetivo y el fin de sus vidas fue, según creo, conocerse a sí mismos y desdeñar las opiniones vanas, así como aferrarse con todo su pensamiento a la verdad, que, según dicen, “preside todos los bienes tanto para los dioses como para los hombres” […]1. Juliano, Discurso IX (VI) 18, 201d (= SSR V B 264): Ὅστις οὖν ἂν ἐθέλῃ κυνικὸς εἶναι καὶ σπουδαῖος ἀνήρ, αὑτοῦ πρότερον ἐπιμεληθείς, ὥσπερ Διογένης καὶ Κράτης ἐξελαυνέτω μὲν τῆς ψυχῆς ἅπαντα ἐκ πάσης τὰ πάθη, ὀρθῷ δὲ ἐπιτρέψας τὰ καθ' ἑαυτὸν λόγῳ καὶ νῷ κυβερνάσθω. Así pues, quien quiera ser cínico y hombre cabal, que, interesándose sobre todo en sí mismo, como Diógenes y Crates, expulse por completo de su alma todas las pasiones, y que, dirigiendo su atención a lo que le concierne a sí mismo, se gobierne mediante la recta razón y la inteligencia. De hecho, esto fue, diría yo, lo capital de la filosofía de Diógenes. Arriano de Nicomedia, Diatribas de Epicteto III 22, 23-25 (= SSR V B 27): […] εἰδέναι δεῖ [scil. τὸν ταῖς ἀληθείαις Κυνικόν], ὅτι ἄγγελος ἀπὸ τοῦ Διὸς ἀπέσταλται καὶ πρὸς τοὺς ἀνθρώπους περὶ ἀγαθῶν καὶ κακῶν ὑποδείξων αὐτοῖς, ὅτι πεπλάνηνται καὶ ἀλλαχοῦ ζητοῦσι τὴν οὐσίαν τοῦ ἀγαθοῦ καὶ τοῦ κακοῦ, ὅπου οὐκ ἔστιν, ὅπου δ' ἔστιν, οὐκ ἐνθυμοῦνται, καὶ ὡς ὁ Διογένης ἀπαχθεὶς πρὸς Φίλιππον μετὰ τὴν ἐν Χαιρωνείᾳ μάχην κατάσκοπος εἶναι. τῷ γὰρ ὄντι κατάσκοπός ἐστιν ὁ Κυνικὸς τοῦ τίνα ἐστὶ τοῖς ἀνθρώποις φίλα καὶ τίνα πολέμια. καὶ δεῖ αὐτὸν ἀκριβῶς κατασκεψάμενον ἐλθόντ' 1

Cf. Suda, s.v. Γ 334 (SSR V B 3), Juliano, Discurso VII 7, 211b-d (SSR V B 10).

61

ἀπαγγεῖλαι τἀληθῆ μήθ' ὑπὸ φόβου ἐκπλαγέντα, ὥστε τοὺς μὴ ὄντας πολεμίος δεῖξαι, μήτε τινὰ ἄλλον τρόπον ὑπὸ τῶν φαντασιῶν παραταραχθέντα ἢ συγχυθέντα. […] debe saber [scil. el cínico de verdad] que ha sido enviado por Zeus como un mensajero a los hombres para hacerles ver sobre las cosas buenas y las malas que van descarriados, que buscan en el sitio equivocado la esencia del bien y el mal, allí donde no está, mientras que no se percatan de allí donde está; debe saber también que, como Diógenes cuando fue llevado ante Filipo tras la batalla de Queronea, es un espía2. Sí, el cínico es en realidad un espía de qué es para los hombres un aliado y de qué un enemigo. Y debe asimismo, tras una puntillosa revista de inspección, venir a anunciar la verdad sin dejarse impresionar por el miedo, hasta el punto de señalar como enemigos a los que no lo son, ni dejarse perturbar o confundir de ningún otro modo por las representaciones. Estobeo, Antología IV 39, 21 (= SSR V B 300): Τοῦ αὐτοῦ [scil. Διογένους]. Εὐδαιμονίαν δὲ ταύτην εἶναι φαμὲν ἀληθινὴν τὸ τὴν διάνοιαν καὶ τὴν ψυχὴν ἀεὶ ἐν ἡσυχίᾳ καὶ ἱλαρότητι διατρίβειν. Del mismo [scil. Diógenes]: “Afirmamos que esa es la felicidad verdadera, el pasar el tiempo con el pensamiento y el alma siempre en calma y con alegría”. Plutarco, Vida de Alejandro XIV 2-5, 671d-e (= SSR V B 32): πολλῶν δὲ καὶ πολιτικῶν ἀνδρῶν καὶ φιλοσόφων ἀπηντηκότων αὐτῷ καὶ συνηδομένων, ἤλπιζε καὶ Διογένην τὸν Σινωπέα ταὐτὸ ποιήσειν, διατρίβοντα περὶ Κόρινθον. ὡς δ' ἐκεῖνος ἐλάχιστον Ἀλεξάνδρου λόγον ἔχων ἐν τῷ Κρανείῳ σχολὴν ἦγεν, αὐτὸς ἐπορεύετο πρὸς αὐτόν· ἔτυχε δὲ κατακείμενος ἐν ἡλίῳ. καὶ μικρὸν μὲν ἀνεκάθισεν, ἀνθρώπων τοσούτων ἐπερχομένων, καὶ διέβλεψεν εἰς τὸν Ἀλέξανδρον. ὡς δ' ἐκεῖνος ἀσπασάμενος καὶ προσειπὼν αὐτὸν ἠρώτησεν, εἴ τινος τυγχάνει δεόμενος, “μικρὸν” εἶπεν· “ἀπὸ τοῦ ἡλίου μετάστηθι.” πρὸς τοῦτο λέγεται τὸν Ἀλέξανδρον οὕτω διατεθῆναι καὶ θαυμάσαι καταφρονηθέντα τὴν ὑπεροψίαν καὶ τὸ μέγεθος τοῦ ἀνδρός, ὥστε τῶν περὶ αὐτὸν ὡς ἀπῄεσαν διαγελώντων καὶ σκωπτόντων, “ἀλλὰ μὴν ἐγὼ” εἶπεν “εἰ μὴ Ἀλέξανδρος ἤμην, Διογένης ἂν ἤμην.” Habida cuenta de que muchos políticos y filósofos se habían entrevistado con él [scil. con Alejandro Magno] y se habían sentido complacidos, esperaba que también Diógenes de Sinope, que andaba por Corinto, hiciera lo mismo. Sin embargo, como este no hacía la menor cuenta de Alejandro y pasaba su tiempo en el Craneo, fue Alejandro mismo quien se encaminó hacia él. Se lo encontró tumbado al sol. Al ver llegar a tantos hombres, Diógenes se incorporó levemente y fijó la mirada en Alejandro. Cuando este, tras saludarlo, le dirigió la palabra para preguntarle si por casualidad necesitaba algo, le respondió: “Que te apartes un poco del sol”. Ante ello, se refiere que Alejandro, a pesar del menosprecio del que había sido objeto, se quedó con tal disposición de espíritu y tan admirado del orgullo y la grandeza del hombre que, al retirarse, mientras sus más allegados se reían y se burlaban de aquél, dijo: “Pues yo, de no haber sido Alejandro, habría sido Diógenes”3.

Los textos arriba recogidos forman parte de los numerosos testimonios que nos han llegado de la filosofía (del pensamiento y sobre todo de la acción) de los antiguos cínicos, y más en particular de Diógenes de Sinope, que vivió en el s. IV a.C. Este recibió las enseñanzas del fundador de la filosofía cínica, Antístenes de Atenas, que había sido a su vez discípulo de Sócrates4. La mayoría de nuestros testimonios provienen de fuentes que datan ya de época imperial romana, pero, pese a sus componentes sin duda tópicos y legendarios, tienen para nosotros un gran valor, sobre todo en la medida en que reposan muy a menudo sobre una tradición historiográfica helenística, más cercana 2

Refiere la tradición que Diógenes fue hecho prisionero y que, conducido ante el rey Filipo de Macedonia, le dijo aquel que era “el espía de tu insaciabilidad” (cf. Diógenes Laercio VI 43). 3 Cito por la edición de Giannantoni (1990). 4 Frente a una cierta tendencia crítica actual que se empeña en alejar de Sócrates el cinismo, por la vía de considerar que la representación cínica de Antístenes (su discípulo) sería sólo una construcción a posteriori y que la relación entre Antístenes y Diógenes sería igualmente inventada (por una tradición historiográfica vinculada al estoicismo y reticente o renuente con respecto a los orígenes cínicos de la Estoa [Zenón de Citio, fundador de esta, fue discípulo de Crates de Tebas, discípulo a su vez de Diógenes]), he defendido la conexión (por supuesto, sometida siempre a tensión) de la que nos hablan nuestras fuentes antiguas entre socratismo-cinismo-estoicismo: cf. Fuentes González (2013).

62

en el tiempo a estos primeros cínicos. Es el caso por excelencia de Diógenes Laercio, biógrafo del s. III d.C. También Plutarco, del s. I-II d.C., es una fuente notable. Lamentablemente, pocos son los textos que nos han llegado que pueden ser considerados fragmentos propiamente dichos de los escritos de los cínicos. De ahí que el estudioso del cinismo tenga que vérselas ante todo con el material de los testimonios transmitidos por otros autores, los cuales, por tanto, van siempre a introducir sus propios condicionamientos no sólo narrativos sino sobre todo ideológicos. En los extremos, unos autores tenderán a la más o menos radical hostilidad: es el caso de los epicúreos o también de los cristianos5; otros, en cambio, a una cierta idealización, que arrancaba sobre todo del deseo de marcar claras distancias entre el originario cinismo verdadero y sus falsos representantes que pululaban en el Imperio romano: entre estas fuentes idealizadoras tenemos sobre todo los casos de Epicteto, neoestoico del s. I-II d.C., y del emperador Juliano (de inspiración más bien neoplatónica), ya en el s. IV. Diógenes de Sinope (como en general los primeros cínicos y en particular su maestro Antístenes y su discípulo Crates) son para nosotros sobre todo personajes que protagonizan anécdotas y que dejan, en el contexto de tal o cual situación (más o menos ficticia) memoria de sus dichos ocurrentes y reveladores, a menudo sarcásticos y demoledores. De ahí su presencia notable en antologías de finales de la Antigüedad, como es el caso de la de Juan Estobeo, en el s. V d.C. La propia índole de esta filosofía contestataria y de asunción nada fácil (naturalmente en su versión auténtica, no en la pantomima superficial del parásito mendicante o del filósofo aparente que tanto abundó, como ya he señalado, en época imperial) hizo que, como he apuntado también más arriba, su transmisión directa a lo largo de los siglos fuera prácticamente nula y que, cuando no era objeto de la más radical censura, se viera sometida a una transmisión enormemente fragmentaria y siempre condicionada por los más diversos contextos de reutilización. La película que he elegido para este pequeño comentario no es sino un nuevo contexto más de reutilización del cinismo en los tiempos modernos. Se trata de la versión fílmica de El mundo de Sofía, coproducción noruego-sueca dirigida por Erik Gustavson sobre guión de Petter Skavlan, basado, como es sabido, en la célebre novela del escritor, noruego como los anteriores, Jostein Gaarder, publicada en 1991. La película fue estrenada en 1999. Para ser exactos, la versión que se estrenó ese año (y que luego fue lanzada en DVD) era una versión en 114 minutos, mientras que la que me interesa aquí es la versión, mucho más larga (unas 3 horas), que se estrenó como miniserie de TV emitida por episodios en el año 2000. En efecto, en cierta armonía con 5

Entre los epicúreos destaca sobre todo Filodemo de Gadara (s. I a.C.), que se centraba, descontextualizados, en los aspectos más escandalosos (antropofagia, incesto, libertad y comunidad sexual etc.) que habrían expuesto Diógenes y luego Zenón en sus respectivas Repúblicas (cf. SSR V B 126; Dorandi 1982). Esos aspectos, en el contexto de dichas obras, se presentarían sin duda más como consecuencias lógicas extremas de la primacía de la naturaleza sobre la convención y de la afirmación de la indiferencia de determinados actos humanos que como prescripciones iniciales y positivas de una hipotética comunidad cínica (cf. Goulet-Cazé 2003). En cuanto a los cristianos, algunos, como Agustín de Hipona (s. IV-V), centrándose también en estos aspectos más escandalosos, manifestaban un rechazo radical, mientras que otros contemporáneos, como Basilio de Cesarea o Jerónimo de Estridón, no dejaban de manifestar cierta admiración por el componente ascético y por la pobreza de los primeros cínicos, aunque consideraban que, como modelo, se habrían quedado en esos aspectos muy por debajo de Jesús y de sus seguidores (cf. GouletCazé 2008).

63

lo que les ha venido sucediendo a los cínicos desde sus orígenes, la breve escena (unos cinco minutos) dedicada a estos filósofos en la película El mundo de Sofía sólo la podemos encontrar en esta versión completa, que es, lógicamente, la menos conocida. ¡Triste suerte la de los cínicos que tan fácilmente se han visto relegados y omitidos…! Pero, al fin y al cabo, y esta es por fortuna otra constante: los cínicos han conseguido siempre, pese a todo, estar presentes a lo largo de la historia, y su voz se ha podido así escuchar, de un modo u otro. En nuestro caso, ello ha sido posible gracias sin duda a la iniciativa de algún exquisito particular que ha colgado la versión completa de la miniserie, por lo demás ilocalizable, en Youtube, en versión original (noruego), con subtítulos en inglés 6. Antes de abordar el comentario propiamente dicho de nuestra escena, resulta interesante citar el texto dedicado a los cínicos en la novela 7: Los cínicos enseñaron que la verdadera felicidad no depende de cosas externas tales como el lujo, el poder político o la buena salud. La verdadera felicidad no consiste en depender de esas cosas tan fortuitas y vulnerables, y precisamente porque no depende de esas cosas puede ser lograda por todo el mundo. Además no puede perderse cuando ya se ha conseguido. El más famoso de los cínicos fue Diógenes, que era discípulo de Antístenes. Se dice de él que habitaba en un tonel y que no poseía más bienes que una capa, un bastón y una bolsa de pan. (¡Así no resultaba fácil quitarle la felicidad!) Una vez en que estaba sentado tomando el sol delante de su tonel, le visitó Alejandro Magno, el cual se colocó delante del sabio y le dijo que si deseaba alguna cosa, él se la daba. Diógenes contestó: «Sí, que te apartes un poco y no me tapes el sol». De esa manera mostró Diógenes que era más rico y más feliz que el gran general, pues tenía todo lo que deseaba. Los cínicos opinaban que el ser humano no tenía que preocuparse por su salud. Ni siquiera el sufrimiento y la muerte debían dar lugar a la preocupación. De la misma manera tampoco debían preocuparse por el sufrimiento de los demás. Hoy en día las palabras «cínico» y «cinismo» se utilizan en el sentido de falta de sensibilidad ante el sufrimiento de los demás. Sobre la novela me limito a referir el gran acierto de su autor en presentar la filosofía a lo largo de la historia con ayuda de una estrategia discursiva muy eficaz: la del descubrimiento y el aprendizaje que experimenta una adolescente, Sofía, a punto de cumplir los 15 años, de la mano de un personaje misterioso, Alberto Knox 8, que le sirve de maestro y guía. No en vano, Gaarder, antes de comenzar a escribir, fue profesor de filosofía en un instituto de Bergen, y no en vano el contexto pedagógico (diatríbico, por evocar la antigua διατριβή de los griegos) ha tenido una extraordinaria vigencia en la transmisión de las enseñanzas filosóficas (y de todo tipo) a través de la literatura desde la Antigüedad. A decir verdad, la novela en sí misma no constituye en modo alguno desde el punto de vista literario una obra maestra, pero es indudable que esta estrategia funcionó desde el principio y que a ella sobre todo debe su éxito este auténtico super6

Cf. https://www.youtube.com/watch?v=GIuXDu-QUZk. La calidad lógicamente no es la óptima. Agradezco a Julia Castillo González, Alberto Quiroga Puertas y Jaime Ranchal Beato su amable ayuda en descifrar el texto exacto de algunos breves pasajes hablados en inglés. 7 Cf. Gaarder (1995, pp. 158 s.). 8 El nombre de “Alberto” es un homenaje al célebre filósofo y enciclopedista alemán del s. XIII Alberto Magno. De este modo se convierte en una especie de nombre parlante, como lo es claramente el de Sofía (= Sabiduría).

64

ventas. El público juvenil en particular se siente atraído por esa búsqueda y ese progresivo descubrimiento de Sofía, conducida por Alberto, uno y otro situados en medio de un contexto narrativo enigmático, donde acabarán apareciendo el trasunto de Sofía y el de su maestro en los personajes de otra chica (Hilde) y de su padre (el Mayor Albert Knag9), que se revelarán como la destinataria y el autor (creador), respectivamente, de este libro, El mundo de Sofía, y este a su vez como un platónico mundo de las ideas, según el proverbial mito de la caverna. En semejante versión moderna del mito el mundo habría sido creado (como afirmará en un momento dado Alberto) como un regalo de cumpleaños del Mayor (el creador) para su hija y como un marco para facilitar su educación filosófica. Al final, Sofía y Alberto, que desean poder ser dueños de su propia voluntad y de sus vidas, consiguen (en un descuido narrativo del Mayor) escapar al mundo real, donde se dan cuenta de que nadie puede verlos, aunque sí presentirlos quienes son como ellos. Pues bien, el pasaje sobre los cínicos, y en particular sobre Diógenes, que más arriba he reproducido de la novela y que resume los principales tópicos al respecto que la tradición nos ha transmitido, acabará convirtiéndose en la película (que en general es muy diferente de la novela) en unos cinco minutos de acción movida por un discurso acumulativo, caótico y atropellado. Es sin duda un marco narrativo muy bien elegido y acorde con el carácter contundente y paradójico de los antiguos cínicos. Hasta el momento, Alberto le ha mostrado a Sofía a Sócrates, recurriendo al impactante expediente de enviarle un vídeo en el que él aparece como un anacrónico reportero que asiste (con sus comentarios para Sofía) a los momentos cruciales de la condena del filósofo por los atenienses y de su consiguiente prisión y aceptación serena de la muerte, acompañado de sus discípulos, tras haberse despedido de su familia. Utilizando el mismo expediente narrativo, Alberto le ha mostrado asimismo a Platón y le ha hablado, mediante la descripción del ya referido mito de la caverna, de su mundo de las Ideas que, tras las sombras de las apariencias del mundo sensible, existen eternas y constituyen el conocimiento seguro. Le ha hablado también de Aristóteles, recurriendo en este caso a un primer contacto directo en que se le presenta a Sofía como un artista que, imitando a la naturaleza (el verdadero mundo para Aristóteles) y con ayuda de los sentidos, busca la forma de una escultura en el interior de un bloque de mármol, y que le asegura que, según Aristóteles, el hombre es el único ser de la naturaleza capaz de filosofar10. Situémonos ahora en el film desde su minuto 57 para contextualizar mejor la escena sobre el cinismo. Jorunn, la espontánea y desinhibida amiga de Sofía, menos intelectual que esta, ha ido a visitarla a su casa. Ambas están en el cuarto de baño. Mientras Sofía intenta transmitirle a Jorunn lo que Alberto le ha explicado sobre Aristóteles (que todas las cosas de la naturaleza tienen la potencialidad de asumir una determinada forma), la amiga, que está poniéndose un piercing en el ombligo, se excusa diciendo que no sabe latín. Entra la madre y les recuerda una cita con su amigo Jørgen, un compañero de clase. Sofía cree que Jorunn ha quedado con él sin consultarle, pero esta le replica que se lo ha dicho hasta cinco veces y que está loca. Como se verá inme9

Este personaje aparece luchando en el Líbano con las Fuerzas de Paz de la ONU, los Cascos azules. Cf. Aristóteles, Metafísica I 2, 982b, donde se expone que el hombre es un animal metafísico, y que la filosofía tiene como principio y origen la admiración. 10

65

diatamente, han quedado para ir al cine. En el siguiente plano, se encuentran ya en una sala de cine donde se está proyectando una película. La elección de este espacio de sombras no parece gratuita, sino que está relacionada sin duda con el mito de la caverna antes expuesto. Jorunn está junto a otro amigo, también compañero de clase de ambas. Mientras ella está besándose con él, Jørgen se muere de ganas de hacer lo propio con Sofía, que no se da cuenta de nada, absorta en la película, una película donde justamente se presenta una escena, acompañada por una música cadenciosa y las melodiosas y pausadas palabras de un narrador, donde un hombre y una mujer, en un local público (¿una cafetería en una estación?) y en un marco contemporáneo (años 1990), cruzan sus miradas. El narrador dice en tono solemne que él moriría por ella, pero que sus destinos están separados. Si analizamos la escena desde la perspectiva del mito de la caverna de Platón, donde detrás de las sombras aparentes están las ideas verdaderas, el narrador (¿un nuevo creador?) parece que se está refiriendo también a Sofía y a su amigo: la historia de la película es en cierto modo la historia misma de los dos chicos, una historia donde parece claro que el chico (Jørgen) la desea, mientras que ella (Sofía) parece tratarlo sólo como a un hermano. En efecto, quizá esa pareja de la película represente en cierto modo las ideas que hay detrás de la historia de nuestros chicos. Sofía, sonriente, llama la atención de Jorunn, pero esta sigue besándose con su amigo, tras un gesto que parece recriminarle a Sofía el no estar haciendo lo mismo con Jørgen. De este modo, las tres parejas de esta caverna platónica constituyen un verdadero caleidoscopio, donde se entrecruzan la realidad y el deseo, el deseo y la acción, la vida y la ficción. Tras unos breves instantes, un ruido estridente y una voz exhortadora y desafiante (es la voz de Alberto, que Sofía reconoce de inmediato) irrumpen bruscamente, acompañados (en una pantalla que sólo Sofía parece ver, lo que sin duda sigue remitiendo al esquema mítico de la caverna platónica 11) de la imagen de las vías de un metro por donde circula un vagón a toda velocidad, para anunciar un viaje alucinante e inolvidable por el tiempo y el espacio. Ello coincide justamente con el momento en que Jørgen se decide al fin a echarle el brazo por encima a Sofía, quien recibe el gesto con bastante indiferencia. La voz de Alberto sigue convocando a Sofía a un viaje emocionante a través de la historia de la filosofía, liberador de todas las tensiones, por un mundo lleno de sorpresas, pensamientos excitantes e ideas; y, cuando su imagen aparece en pantalla, ya desde el andén, da a Sofía un número de teléfono para que se comunique con él. Entonces ella sale precipitadamente de la sala para telefonear. Suena el teléfono y Alberto se encuentra pescando sentado sobre una barca, en un lago que ya ha parecido con anterioridad, y que está situado en un bosque que hay a espaldas de la casa de Sofía. Es el lago en cuya orilla se encuentra una cabaña abandonada que, según la madre de Sofía, es la cabaña del Mayor (así pues, es la casa del creador). Sobre la barca vemos también una cabra (que merodeaba por los alrededores con anterioridad) y unas botellas (verosímilmente de vino, sin duda procedentes de la casa). Sofía interroga a Alberto sobre su identidad y sobre el modo como se está comunicando 11

Ya en un momento anterior de la película las imágenes de un vídeo sobre un televisor son interpretadas en este sentido: allí donde Sofía ha contemplado la noche anterior, gracias a Alberto, las enseñanzas de Sócrates y de Platón, su madre (que la espía intrigada por el comportamiento extraño de su hija) no ve sino una aburrida expedición de turistas en la Acrópolis. “Debemos liberarnos de las sombras”, comenta entonces Sofía, ante la incomprensión de su madre.

66

con ella. Le pregunta si él es el perro que le lleva los mensajes12, a lo que Alberto no acaba de responder con claridad. A la pregunta de Sofía sobre si el perro la espía, responde que se puede decir en cierto modo que tiene su mirada puesta en ella. Acto seguido le dice que después de Sócrates, Platón y Aristóteles comienza una nueva época en la historia, en que la lengua y la cultura griegas consiguieron dominar el mundo durante 600 años. Fue la época helenística. Tras interrumpir sus palabras porque ha picado un pez, hasta capturarlo, Alberto le pregunta si ha oído hablar de los cínicos, a lo que Sofía responde con un simple: ¿Los cínicos? Entonces se limita a decirle que vea la película. Como vemos, el objetivo final de todo este contexto narrativo es mostrar la filosofía cínica. La situación que ha escogido Alberto para ello no parece ajena a este objetivo, como tampoco fue gratuito que se presentara como un artista (hermano del filósofo según palabras de aquel) cuando su intención era mostrar la filosofía aristotélica. De hecho, se podría interpretar en cierto modo la escena de Alberto sobre la barca, pescando y acompañado de la cabra (¿los bienes de la naturaleza?) y de las botellas de vino (¿los bienes de la civilización?), en medio del mundo (junto a la cabaña del creador), como una metáfora del cínico Diógenes en su tonel. En efecto, Alberto-Diógenes tiene ahí todo lo que necesita, sobre todo los bienes espontáneos y accesibles de la naturaleza. Los cínicos antiguos buscaban la autosuficiencia mediante la limitación de sus necesidades y la búsqueda de la satisfacción más natural de las mismas, aunque no estaban en modo alguno separados de la civilización, de cuyos bienes no rehusaban ocasionalmente servirse, recurriendo a veces incluso a la mendicidad, una mendicidad que, en realidad, no era tal, ya que el cínico verdadero, con su ejemplo desafiante y sacudidor de conciencias, cumplía en cierto modo con un servicio público de mostrar a los demás la verdadera humanidad, la verdadera vida, y esta función modélica lo alejaba sin duda de la mezquina imagen del parásito, que es un falso cínico. Alberto-Diógenes lanza carcajadas de satisfacción y de felicidad cuando consigue pescar, con sus propias manos, un simple pez. Y no parece gratuito que sea en ese preciso instante de desbordante satisfacción cuando le pregunta a Sofía si ha oído hablar de los cínicos. Con esta imagen de la barca y de la pesca la película ha expuesto ya uno de los principios elementales del cinismo: la fundamental satisfacción natural de las necesidades y el objetivo final (en la medida en que sea humanamente alcanzable) de la autosuficiencia como única vía de la felicidad y de la libertad verdaderas. Tras cortarse la comunicación telefónica entre Alberto y Sofía, volvemos a la sala de cine (caverna), inundada ahora por un estruendo de tropas y aviones, ya que los amigos de Sofía están viendo una escena de otra típica película americana, bélica, donde, con el fondo de una gran bandera de los EEUU, dos amantes, una chica y un joven soldado, se despiden amorosamente. Cuando Sofía entra en la sala, lo que va en realidad a contemplar, de pie, es una película muy diferente: los pasos de las tropas y el ruido de la aviación, tras un redoble de tambores, se convierten para Sofía en una escena de fuego cruzado en el marco de otra típica película americana, ahora de gánsteres. Al fondo destaca un gran coche blanco. Uno de los individuos que están disparando 12

En la novela este perro se llama significativamente Hermes.

67

(Harry) le dice a su compañero (Bob) que dispare, que han caído en una trampa, a lo que este responde: ¡Eso parece, Harry! Al instante, el coche se incendia en un disparo, y Harry se lamenta exageradamente: ¡Mi coche, Bob, han hecho añicos mi coche! Bob responde con un simple: ¡Mala suerte, Harry!, y llama su atención sobre los antiguos cínicos griegos: ¿Y qué…? ¡Si fueras un verdadero cínico, no te preocuparías por ello! Pero Harry no entiende nada, y sólo piensa en lo que le gustaba su coche y en el dinero que le había costado. Bob le sigue exclamando el nombre de la filosofía, de los antiguos griegos y de los cínicos, y, dirigiéndose luego a Sofía, le pregunta a ella si ha oído hablar de los cínicos, a lo que esta responde que no con la cabeza. Entonces Bob se dirige de nuevo a Harry para decirle que tipos como ellos no son cínicos sino sólo criminales. Como vemos, son dos tipos que viven al margen de la ley y huyen aparentemente de la policía. Harry sigue insistiendo en que le encantaba su coche, y Bob le dice que los cínicos de verdad eran muy diferentes, y que no se preocupaban ni por los buenos carros ni por el dinero, sino sólo por la felicidad. Harry le objeta que cómo se puede hablar de felicidad a quien ha perdido su coche, y entonces Bob le pregunta si se acuerda de Diógenes. Extrañamente, tras meditarlo unos instantes, le dice: ¡Ahora me acuerdo! Vivía en un tonel, ¿no? ¿El tipo del tonel, que no tenía más propiedad que un bastón, un tabardo y un pan…? El haberse acordado produce en Harry una enorme alegría. Sólo podemos interpretarlo de la siguiente manera: Bob y Harry son unos cínicos modernos, el cinismo moderno es muy diferente del antiguo (basándose en algunos elementos superficiales de este, se reduce a una simple práctica de la falsedad, la insensibilidad y el descaro, como en nuestros forajidos), y es como si Harry se acordara de pronto de un viejo maestro, de un cínico de los tiempos en que el cinismo (auténtico) era una filosofía, y ese maestro visto como propio no puede ser por excelencia sino Diógenes. Cinismo antiguo y cinismo moderno se presentarían así como formando parte de una misma tradición, eso sí, con una gran diferencia: sólo el primero es el auténtico13. Y es de esto de lo que parecía ser consciente Bob y de lo que Harry, gracias a él, ha caído ahora también en la cuenta, haciendo memoria, y alegrándose por haberla recuperado. En este punto volvemos a la pantalla de la película que estaban viendo los amigos de Sofía, donde el joven soldado se despide finalmente de su amada. Jørgen llama a Sofía desde su asiento, pero esta es atraída de nuevo por Bob a la otra imagen. Ya situados tanto Bob como Harry en esa misma conciencia del cinismo auténtico recuperado, y convertidos por tanto en cierto modo en cínicos verdaderos, se disponen a escenificar delante de Sofía en modo de farsa jocosa (haciendo sin duda honor al espíritu serio-cómico tan propio de los antiguos cínicos) una de las anécdotas más 13

Los trabajos más interesantes sobre el cinismo moderno, que hunde sus raíces en la Ilustración del s. XVIII, datan de finales de los años 1960 y 70 y principios de los 80: cf. Heinrich (1988); Niehues-Pröbsting (1979); Sloterdijk (1989). Remito en particular a esta última obra. Sloterdijk considera el cinismo moderno antirracionalista y desencantado, puramente negativo, como un producto del fracaso práctico de la Ilustración. No en vano, lo define, de modo paradójico, como “falsa conciencia ilustrada” o como “voluntad de saber (entendido como poder) carente de ideales e infeliz”. Frente a él, propone como ejemplo transformador para el hombre de nuestro tiempo, un tiempo de crisis, el gran cinismo valiente y fecundo de aquellos antiguos filósofos griegos que sí supieron realizar sus vidas en acción iluminadora y liberadora, aquellos cuyo cinismo sí era una ética, lo que supone un ideal de felicidad. De hecho, los movimientos estudiantiles alemanes de los años 1970 se vieron reconocidos en su llamamiento. Es muy probable que el propio Gaarder se sintiera influido por esta obra de Sloterdijk en su visión del cinismo, y lo mismo se podría decir del guionista de la película, Petter Skavlan.

68

célebres de Diógenes: la de su legendario encuentro con Alejandro Magno, donde se pone de manifiesto el conocimiento de los verdaderos valores por parte de Diógenes (tumbado tranquilamente al sol), frente a los falsos del poder o la riqueza del monarca. Este le dice que Diógenes no posee nada y sin embargo es el hombre más sabio y que, por tanto, le pida a él, que es tan poderoso, cualquier cosa que desee. ¡Échate a un lado, que me estás tapando el sol! es la célebre respuesta. La escena termina con esta pregunta de Harry a Sofía: ¿Qué piensas de la respuesta, Sofía? y con esta otra de Bob: ¿Dónde está lo verdadero, Sofía? Y ambos terminan recordando la respuesta de Diógenes, y se despiden con el comentario: ¡Palabras de un verdadero cínico!, seguido de una gran carcajada. Aunque Sofía intenta reprimir la suya, es la risa desatada también su mejor respuesta, hasta el punto de que la acomodadora acaba echándola de la sala del cine-caverna, llamándola al silencio. Esta risa viene a ser en cierto modo la réplica de la que le oímos a Alberto cuando pescó el pez. La risa como expresión del descubrimiento de la verdad y del desenmascaramiento de las sombras nos recuerda sin duda a Luciano, autor del s. II d.C., al que inspirara también la mejor tradición cínica y que a través de su sátira luchó reiteradamente sobre todo contra el falso filósofo, y en particular contra el falso cínico14. Es una risa con un fondo de seriedad, como la del ya citado estilo serio-cómico (σπουδαιογέλοιον, el ridentem dicerem uerum de la sátira horaciana) tan caro a los cínicos15. Discernir lo verdadero de lo falso nos lleva a otra imagen importante que aparece en la película bajo la figura del perro que le lleva a Sofía los mensajes. El perro filósofo nos remite claramente a la República de Platón (II 375e, 376a), donde el perro aparece como imagen del filósofo (guardián), tanto en su condición de protector como en su condición de amante del conocimiento, que le hace discernir a los amigos (que conoce) de los enemigos (que no conoce), delimitando así gracias al conocimiento y al desconocimiento lo propio de lo ajeno 16. En un momento determinado de la película, más adelante, veremos cómo el perro se transforma físicamente en Alberto. Este no es otro, pues, que el perro-filósofo. Ni en el libro ni en la película se hace expresamente ninguna conexión entre el filósofo cínico y el perro, aunque, como es sabido y como su nombre mismo indica, los cínicos (perrunos) fueron los filósofos que recibieron claramente este apelativo desde la Antigüedad17. Y precisamente uno de los argumentos que, entre otros, refrendaba esa conexión era justamente el mismo argumento platónico: a través del conocimiento, el cínico guía al amigo (al que conoce como depositario de la virtud) y aparta de sí al enemigo (al ajeno, al que desconoce), en cierto modo para guiarlo también, en la medida en que, poniendo de manifiesto sus yerros y su vanidad, puede hacerlo recapacitar18. 14

Cf. Fuentes González (2000). Cf. por ejemplo Giangrande (1972); Branham (1989); Döring (1993). 16 Cf. Milliat-Pilot (2005-2006). 17 Cf. SSR V B 143-151. El primer Perro fue Antístenes, como ha demostrado Goulet-Cazé (2000). 18 Cf. Temistio, Sobre la virtud, fr. en siriaco, en Themistii Orationes, III, p. 65-67 Downey-Norman (ed. y trad. al latín de R. Mach; cf. SSR V B 149). Sobre el tema de la amistad pedagógica en el cinismo, cf. Fuentes González (2003). 15

69

Sofía de algún modo está cumpliendo esa función (de maestra-amiga) con respecto a Jorunn, que, con su espontaneidad y su desinhibición, se nos aparece como una especie de filósofa (cínica) inconsciente y primaria. No en vano, de un modo u otro, Sofía intenta implicarla en su búsqueda, ya que en cierto modo reconoce en su amiga (a diferencia de un personaje como su madre) a alguien que también está buscando su camino. Es de hecho lo que vemos en uno de los primeros episodios de la película, cuando Sofía se encuentra con el padre de Jorunn, en su tienda, y este le pregunta la razón de que su hija sea tan exagerada. Sofía le responde: Trata de encontrarse a sí misma. Para concluir, hemos visto cómo todo lo que acontece en la sala de cine-caverna platónica nos permite barajar en torno al cinismo las claves más importantes de toda andadura filosófica, y ante todo la oposición entre el conocimiento y la ignorancia, las apariencias y la realidad, la falsedad y la verdad. Ya desde la Antigüedad los cínicos fueron presentados como unos falsificadores, en la medida en que, en su andadura, reacuñaban los valores establecidos hasta invalidarlos, para convertirlos muchas veces en sus contrarios: la pobreza en la verdadera riqueza, el esfuerzo y el ejercicio19 en el verdadero placer. Semejante falsificación no era en definitiva sino su particular modo de búsqueda de la verdad y más aún de la verdadera humanidad, de ese hombre que anhelaba encontrar Diógenes con una lámpara encendida en pleno día 20, símbolo del gran desafío cínico. Para analizar todos estos temas que hunden sus raíces en la misma condición humana, la película se presta extraordinariamente bien a un empleo en el aula como material de análisis y reflexión para la docencia-aprendizaje, por permitir fácilmente un tratamiento por episodios concretos más o menos significativos, y por utilizar libremente los versátiles y multiformes recursos propios del cine, como los paradójicos y desafiantes empleados, como hemos visto, para la exposición del cinismo. Si dejamos de lado el inconveniente del idioma (al menos en la versión íntegra de la miniserie), la película brinda en este sentido un modelo atractivo para la enseñanza y el aprendizaje de la filosofía (sobre todo entre los adolescentes), totalmente contrario al modelo fracasado que representa el maestro (amargado y aburrido) de Sofía en el instituto, claro paradigma de cómo no se debe enseñar: desde una disposición autoritaria e intransigente, de transmisión puramente unidireccional de los saberes. En una lamentable escena, este triste y abominable maestro llegará incluso a abandonar el aula, preso de una violenta rabieta, al no poder tolerar que Sofía sea capaz de un conocimiento al margen de sus enseñanzas. Frente a él, la película (como la novela) invita a poner en práctica una metodología basada en la suscitación de la curiosidad y del interés personal, y en la paralela intervención directa del individuo en su propio aprendizaje. Y no es otra de hecho la clave del éxito de El mundo de Sofía, en cualquiera de sus versiones21.

19

Sobre este concepto (ἄσκησις), fundamental en el cinismo antiguo, cf. Goulet-Cazé 20012. Cf. Diógenes Laercio VI 41 y otros testimonios en SSR V B 272-289 21 Poco después de la película y de la miniserie se produjo también un videojuego sobre El mundo de Sofía (2001, Windows 98), e incluso más recientemente un musical (álbum CD, Polydor, 2008). 20

70

En definitiva, he aquí sin duda la enseñanza última de la película (y de la novela): que en el fondo somos nosotros mismos los que podemos liberarnos de nuestras propias sombras, y que podemos hacerlo creándonos a nosotros mismos como filósofos, como amantes buscadores (y por ello creadores) de sentido y de verdad en nuestras vidas, pues no es otra la auténtica esencia de la vida humana, aquello por lo que el hombre se distingue, como decía Aristóteles, de los otros seres: por el ejercicio personal y directo la filosofía. Bibliografía Branham, R. B., Unruly eloquence: Lucian and the comedy of traditions, Cambridge (MA), 1989. Dorandi, T., “Filodemo. Gli stoici [PHerc. 155 e 339]”, Cronache Ercolanesi 12 (1982), pp. 91-133. Döring, K., “«Spielereien, mit verdecktem Ernst vermischt»: unterhaltsame Formen literarischer Wissensvermittlung bei Diogenes von Sinope und den frühen Kynikern”, en W. Kullmann & J. Althoff (eds.), Vermittlung und Tradierung von Wissen in der griechischen Kultur, Tubinga, 1993, pp. 337-352. Fuentes González, P. P., “Lucien de Samosate”, en R. Goulet (ed.), Dictionnaire des Philosophes Antiques IV, París 2000, pp. 131-160. Fuentes González, P. P., “¿Necesitaban de un amigo los cínicos antiguos?», Bitarte 31 (2003), pp. 51-72. Fuentes González, P.P., “En defensa del encuentro entre dos Perros, Antístenes y Diógenes: historia de una tensa amistad”, Cuadernos de Filología Clásica: Estudios Griegos e Indoeuropeos 23 (2013), pp. 225-267. Gaarder, J., El mundo de Sofía: novela sobre la historia de la filosofía (trad. de K. Baggethun & A. Lorenzo), Madrid, 1995 (con numerosas reimpr.). Giangrande, L., The use of spoudaiogeloion in Greek and Roman Literature, La Haya, 1972. Giannantoni, G., Socratis et Socraticorum reliquiae, 4 vol., Nápoles, 1990 (= SSR). Goulet-Cazé, M.-O., L’ascèse cynique: un commentaire de Diogène Laërce VI 70-71, París, 1986, 2ª ed. corr. y aum. 2001. Goulet-Cazé, M.-O. “¿Quién fue el primer Perro?”, en R. B. Branham & M.-O. Goulet-Cazé (eds.), Los cínicos. El movimiento cínico en la Antigüedad y su legado Barcelona, 2000, pp. 532-534 (trad. por V. Villacampa del orig. inglés de 1996). Goulet-Cazé, M.-O., Les Kynika du stoïcisme, Estucardia, 2003. Goulet-Cazé, M.-O. “Kynismus”, Reallexikon für Antike und Christentum XXII, Estucardia, 2008, col. 631-687. Heinrich, K., “Gli antichi cinici e il cinismo del presente”, en Parmenide e Giona: quattro studi sul rapporto tra filosofia e mitologia, Nápoles, 1988, pp. 141-165 (trad. por M. De Carolis del orig. alemán de 1966, 19822). Milliat-Pilot, I., “Connaissance comme re-connaissance: Gygès et le chien philosophe”, Kléos: Revista de Filosofia Antiga 9-10 (2005-2006), pp. 39-65. Niehues-Pröbsting, H., Der Kynismus des Diogenes und der Begriff des Zynismus, Múnich, 1979. Sloterdijk, P., Crítica de la razón cínica, 2 vol., Madrid, 1989 (pres. por F. Savater, trad. por M. Á. Vega del orig. alemán de 1983).

71

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.