El pentagonismo ayer y hoy

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Descripción

El Pentagonismo, ayer y hoy

Jorge Rodríguez Beruff
Universidad de Puerto Rico


Releer El pentagonismo, sustituto del imperialismo treinta y ocho años
después de haber sido escrito en el exilio de España, nos ubica
inevitablemente en dos tiempos, los intensos y decisivos años de fines de
la década del sesenta y la actual coyuntura de la primera década del siglo
21.

Para los de mi edad, ambos son momentos vividos. Uno, como joven
universitario que buscaba entender algunos de los procesos y grandes
eventos que aparecen descritos en el libro y que nos afectaban de diversos
modos: la revolución cubana, la guerra de Vietnam, la intervención en la
Republica Dominicana, la muerte de Kennedy y el gobierno de Johnson, las
luchas por los derechos civiles en Estados Unidos, los conflictos internos
en América Latina y los subsiguientes golpes de estado, entre otros. El
otro momento, el actual, ya concluida desde hace bastante lo que parecía
ser una eterna Guerra Fría, pero donde persiste la realidad y el espectro
de la guerra y el militarismo, y el autoritarismo asume nuevas formas, nos
obliga a reflexionar sobre la vigencia de este texto.

El pentagonismo aborda temas que eran objeto de intenso debate a finales de
los sesenta y principios de los setenta y que fueron tratados por otros
autores que publicaron importantes obras en aquella época. Podemos
mencionar, por ejemplo, a John Saxe Fernández,[1] Richard J. Barnet[2],
Noam Chomsky[3], Adam Yarmolinsky[4], Dieter Senghaas[5], Seymour
Melman[6], para mencionar algunos de los más destacados. No cabe duda que
la obra de Juan Bosch fue una de las que tuvo mayor difusión e impacto a
nivel internacional, contando con más de doce traducciones. Con el
concepto de pentagonismo y su transparente explicación de sus principales
aspectos, logró encapsular lo que estos autores también analizaron: la
militarización de la economía y la política en la posguerra. Es
interesante que fuera el análisis de un autor caribeño sobre un proceso en
los Estados Unidos el que lograra tanta proyección mundial.

Debemos hacer mención especial de un texto seminal de mediados de los
cincuenta, que aunque Bosch no cita, debió conocer bien. Se trata del
sugerente y muy influyente estudio de C. Wright Mills The Power Elite,
publicado en 1956 por Oxford University Press, y que fuera publicado en
español por el Fondo de Cultura Económica de México el año siguiente.
Allí decía, en su versión original, que,
All over the world the warlord is returning. All over the world
reality is defined in his terms. And in America, too, into the
political vacuum the warlords have marched. Alongside the corporate
executives and the politicians, the generals and admirals –those
uneasy cousins within the American elite—have gained and have been
given increased power to make and to influence decisions of the
gravest consequence.


Más adelante añadía,


Our answer to the question, 'Is there now a military clique?' is: Yes,
there is a military clique, but it is more accurately termed the power
elite, for it is composed of economic, political, as well as military,
men whose interests have increasingly coincided.

El contexto inmediato de Pentagonismo, en lo que a la República Dominicana
se refiere, es la derrota militar y política de las fuerzas
constitucionalistas luego de la invasión de 1965, y la consolidación del
gobierno de Joaquín Balaguer con el apoyo de Estados Unidos. Su contexto
más amplio es el abandono de las politicas reformistas de la Alianza para
el Progreso bajo Lyndon Johnson, el comienzo de un ciclo de golpes
militares de derecha a través de América Latina, el revés que había sufrido
la estrategia guerrillera cubana por la muerte del Che Guevara en Bolivia
en 1967, el agravamiento de la guerra de Vietnam, el auge del movimiento de
derechos civiles, y el aún incipiente comienzo del movimiento de oposición
a la guerra en los Estados Unidos. Ya para 1967 Martin Luther King había
calificado a Estados Unidos como "el mayor productor de violencia en el
mundo" y propuesto una alianza entre los movimientos de derechos civiles y
de oposición a la guerra. Para el momento en que Bosch escribe el
prefacio, se estaba produciendo la ofensiva de Tet.

El pentagonismo es un libro bastante pesimista, comprensible en un líder
político e intelectual persuadido, hasta poco antes, que su país estaba
encaminado necesariamente hacia la democracia. Es interesante notar el
contraste con su libro anterior Crisis de la democracia de América en la
República Dominicana escrito en su exilio de Puerto Rico en 1964, poco
después de haber sido derrocado por el golpe de 1963.[7] En ese texto,
Bosch coloca el énfasis en las causas internas del golpe y dice que su
libro es continuación de su anterior, Trujillo: causas de una tiranía sin
ejemplo. Su explicación se sustenta en la persistencia del trujillismo y
en que "muchos antitrujillistas eran, en realidad, aspirantes a sustituir
al tirano, no a liquidar su régimen".[8] Al final plantea una pregunta que
todavía dejaba abierta la posibilidad del retorno a la democracia ante la
crisis del régimen golpista.
Hay, pues, gente para construir la democracia en la República
Dominicana. Pero antes de poner a levantar otra vez la casa de la
libertad y la justicia, esa gente mira hacia su pasado, mira hacia
toda la América y pregunta: "¿Vale la pena volver a edificar para que
nos roben lo que hacemos? Rusia ayuda a Cuba, y a nosotros, ¿quién nos
ayudará?"[9]

Para cuando escribe El pentagonismo, su ruptura con los liberales
norteamericanos, que antes lo habían cortejado durante la brevísima
primavera de la Alianza para el Progreso, ya era total. En El pentagonismo
los retrata como un grupo sin liderato y sin principios, meros burócratas
capaces de cambiar su postura en 72 horas, y los personifica en Adlai
Stevenson y Dean Rusk.[10] El desprecio era mutuo. George Ball dice en
sus memorias que Bosch era,
…unrealistic, arrogant and erratic. I thought him incapable of
running even a small social club, much less a country in turmoil. He
did not seem to me a Communist… but merely a muddle-headed, anti-
American pedant committed to unattainable social reforms.[11]

De más está decir que este era uno de los que no mostró mucha capacidad
para conducir una pequeña guerra en Asia, y que Bosch organizó en su vida,
no uno, sino dos partidos, que aún existen.

El pentagonismo se escribe para el mismo tiempo que Bosch trabajaba en
Benidorm en otra de sus obras más importantes, De Cristóbal Colón a Fidel
Castro, el Caribe frontera imperial.[12] La continuidad entre ambas es
evidente: su óptica con respecto al Caribe y a Estados Unidos va a poner
gran énfasis en la importancia de los factores estratégico militares.

Este es uno de los contrastes entre su obra y la interpretación de la
historia del Caribe publicada por Eric Williams para la misma época y casi
con el mismo título.[13] Williams, formado en el pensamiento geopolítico
británico,[14] no va a ignorar los factores estratégicos, los cuales
discute en el capítulo titulado "The Cockpit of Europe". Además, la
independencia de Trinidad se había logrado en medio del pugilato con
Estados Unidos por la permanencia de la base de Chaguaramas y Port-of-
Spain, como describe genialmente V. S. Naipaul en Miguel Street, había
sentido el impacto cultural de una conspicua presencia de marinos y
soldados estadounidenses. Pero, aún así, Trinidad, más al sur y bajo
administración británica, no había experimentado el trauma de una
sangrienta invasión como la de Santo Domingo en 1965.

Quizás esto explique en parte la ironía de que un historiador profesional,
conocedor del pensamiento geopolítico, como Williams, se acercara al Caribe
con un enfoque más socioeconómico, mientras que un intelectual que provenía
de la literatura adoptara una perspectiva estratégico militar. Cabe decir,
además, que el peso de los factores militares en la política caribeña debió
haber sido evidente para un pensador tan perspicaz como Bosch mucho antes
de 1965, por el papel que jugó los Estados Unidos en la frustrada
expedición de Cayo Confites en 1948. En De Cristóbal Colón a Fidel Castro,
Bosch construye la historia del Caribe como una larga batalla con varios
episodios y diversas líneas de fuerza.
La historia del Caribe es la historia de los imperios contra los
pueblos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es también
la historia de la lucha de los imperios, unos contra otros, para
arrebatarse porciones de lo que cada uno de ellos había conquistado; y
es por último la historia de los pueblos del Caribe para libertarse de
sus amos imperiales.[15]


Ese libro concluye citando el cuarto comunicado de Fidel Castro del 19 de
abril de 1961 reclamando el triunfo de la batalla de Playa Girón.

Pero el detalle es, que después de Girón, bajo el lema de no más Cubas,
vino la aventura pentagonal en Santo Domingo. El pentagonismo podría ser
visto como el último capítulo de esa obra, escrito a partir de la
experiencia de la invasión de 1965 y sus secuelas políticas, y con un tono
menos optimista en cuanto a las capacidades de las sociedades caribeñas
para enfrentar el nuevo Leviatán.

Veamos las tesis que desarrolla Bosch en El pentagonismo, y que sustenta,
entre otras cosas, con el famoso discurso del Senador W.J. Fulbright del 13
de diciembre de 1967, pronunciado luego que el texto ya estaba escrito. El
imperialismo a la Lenin terminó con el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Desde entonces el pentagonismo se ha ido consolidando y fortaleciendo,
llegando a su mayor expresión a mediados de los sesenta. Las nuevas
intervenciones militares en América Latina, Asia y África no tienen ya el
propósito de adquirir territorio o invertir capitales excedentes, sino de
obtener beneficios de la "producción industrial de guerra". El
pentagonismo es el "producto del capitalismo sobredesarrollado".
Las fuerzas militares de un país pentagonista no se envían a
conquistar dominios coloniales. La guerra tiene otro fin; se hace
para conquistar posiciones de poder en el país pentagonista, no en un
territorio lejano. Lo que se busca no es un lugar donde invertir
capitales sobrantes con ventajas; lo que se busca es tener acceso a
los cuantiosos recursos económicos que se movilizan para la producción
industrial de guerra; lo que se busca son beneficios donde se fabrican
las armas, no donde se emplean, y esos beneficios se obtienen en la
metrópoli pentagonista, no en el país atacado por él.[16]


La Segunda Guerra Mundial opera en su explicación como un gran parteaguas
histórico, sobre todo para Estados Unidos. La enorme expansión de la
capacidad productiva llevó al surgimiento del capitalismo
sobredesarrollado. La sociedad individualista, hecha a imagen del
imaginario liberal, se trocó en una sociedad de masas, caracterizada por
una actuación masiva impuesta por una "voluntad externa", y no por la
acción libre de ciudadanos conscientes. El paso de la Segunda Guerra
Mundial a la Guerra Fría llevó a una organización militar permanente,
cuando "en la base institucional de Estados Unidos no había lugar para un
ejército permanente". Además, al interior de la Segunda Guerra Mundial
se dio un auge del nacionalismo en el mundo que abarcó a Asia, China, y a
África, culminando en Argelia. El colapso de los viejos imperios
coloniales, principalmente de Francia y Gran Bretaña, provocó una
percepción de amenaza que fue aprovechado para impulsar el proyecto
pentagonista.

Todos estos procesos llevaron a una concentración creciente del poder en el
Pentágono, en el estamento militar, que escapa a cualquier control
electoral del pueblo. Encuentra expresión también en presupuestos
militares cada vez más abultados, sobrepasando los gastos civiles del
estado, y llegando en 1960, según sus cifras, al 61.5% del presupuesto. De
ahí que, dice Bosch, que "cuando Kennedy pasó a ocupar la presidencia de
los Estados Unidos, ya el poder militar era más fuerte que el civil en
términos de fondos para gastar." Además, el poder militar promueve una
cada vez mayor concentración del poder industrial.

El pentagonismo es la combinación del creciente poder del Pentágono con
una sociedad de masas. Sus condiciones subjetivas son el anticomunismo y
la exaltación del culto a los héroes militares. No se trata ya de que
líderes militares lleguen a la presidencia luego de conflictos militares,
como en el pasado. El pentagonismo, según Bosch, es una nueva forma de
estructurar el poder político y la economía. Y no fue hasta la década de
los sesenta que los estadounidenses se dan cuenta que lo tienen instalado
"en el centro de su sistema".

Según él, el proyecto pentagonista fue inicialmente de las derechas
económicas, militares, políticas y de la sociedad nacional. Sin embargo,
la disponibilidad de grandes recursos económicos amplió su base de apoyo
para abarcar las universidades, el centro político y hasta algunos
liberales. De hecho, la sociedad entera se pentagoniza a medida que los
vínculos de dependencia económica penetran hasta la clase obrera y los
mecanismos de persuasión masiva, como la televisión, se hacen más
efectivos. En este sentido menciona el apoyo de la AFL-CIO a la invasión
de la República Dominicana, y los niveles de aprobación del 70% a esa
intervención y la guerra de Vietnam. Frente a esta realidad contundente,
Bosch no le da muchas posibilidades de éxito a los opositores de la guerra,
los "dissenters", ni a los liberales, a quienes llama "flor exótica". Los
auténticos liberales, como Theodore Draper, son demasiado débiles para
hacerle frente al pentagonismo.

Sus reflexiones sobre las implicaciones para el sistema político
estadounidense son interesantes. El pentagonismo no significa el ejercicio
del poder político directo por parte de los militares. No hay en Estados
Unidos las condiciones para un golpe de estado tradicional, a menos "que se
produjera una derrota militar norteamericana de carácter decisivo…" Lo que
ha ocurrido es una división de los campos de acción donde los civiles han
retenido el control de la política interna, mientras que los militares se
han hecho dominantes en la política exterior. Como ha demostrado el
historiador Richard D. Challener, esto era cierto aún antes de la segunda
guerra mundial[17] y ha sido documentado ampliamente, en años recientes,
por el historiador dominicano Bernardo Vega. Bosch argumenta que el
control de los civiles en el Departamento de Estado de la política exterior
es una mera ficción. La falta de liderato civil fuerte, la existencia de
una clase política compuesta por politicians más que por políticos, es un
factor que contribuye a la erosión del predominio civil y el "pentagonismo
puede ir sustituyendo gradualmente al poder civil".

La nueva política exterior pentagonizada se caracteriza por el uso de la
fuerza y la subordinación de los ejércitos de los países dependientes, que
también se pentagonizan. La referencia a los ejércitos dependientes
pentagonizados está basado en su lectura de la experiencia en América
Latina, específicamente en la República Dominicana, y en Vietnam. Las
nuevas formas de dominio internacional no se basan ya en la adquisición de
territorios y colonias, sino en la subordinación de los ejércitos a través
de múltiples mecanismos. Cuando esos ejércitos entran en crisis, es que se
pone en acción la política de fuerza de la intervención directa. Su
justificación está en la doctrina de las guerras subversivas, que Bosch
ilustra con el manual de guerra de guerrillas del ejército de Estados
Unidos de 1961. La Doctrina Jonson, que se enunció en el caso dominicano,
no es más que una expresión de esa doctrina del intervencionismo global. A
su vez, las guerras recurrentes y el aprovisionamiento de ejércitos
dependientes alimenta la industria de guerra y facilita la "colonización"
de la población de la metrópoli.

El pentagonismo es un texto que trasciende la coyuntura y que nos plantea
muchos problemas que siguen vigentes. La ruptura que establece en la
Segunda Guerra Mundial nos parece, a veces, demasiado tajante, ya que hay
muchas continuidades con periodos anteriores. Por otro lado, algunas de
sus predicciones no se materializaron. La decisiva derrota en Vietnam no
llevó a un golpe de estado, sino a una profunda crisis del arreglo del
arreglo de poder que Bosch describe. La costosa guerra, el escándalo de
Watergate con la consecuente salida de Nixon, el llamado síndrome de
Vietnam, la erosión del poder mundial de Estados Unidos, entre otros
eventos, produjeron consecuencias políticas internas y externas que Bosch
no pudo preveer. El pentagonismo no ha seguido una trayectoria lineal.
La década de los setenta marcó un paréntesis en su ascenso, hasta que
Reagan le insufló un nuevo dinamismo.

Bajo Reagan, el presupuesto militar alcanzó un pico de $448 billones, un
nivel claramente insostenible por el creciente déficit fiscal. Luego
declinó, con Clinton, hasta $291 billones en 1998. Desde entonces, ha
estado aumentando consistentemente. Para el 2003, era de $379
millones.[18] La petición presupuestaria que se acaba de anunciar es de
$419 billones, más alrededor de $25 billones adicionales para retención de
las tropas y tropas adicionales. Donald Rumsfeld anunció, el día 7 de
febrero de 2005, que se aumentarán las tropas en 30,000, y las brigadas de
combate de 33 a 43. Pocos días antes, se había anunciado que la
compensación a las familias de soldados muertos en combates (ya más de
1,500 en Iraq) aumentaría de $250,000 a $500,000.

Esto ocurre en un momento en que ninguna potencia, ni combinación
imaginable de potencias, tiene la capacidad de enfrentar a Estados Unidos
militarmente. La brecha militar que se ha abierto en el sistema
internacional no tiene precedentes históricos. La próxima potencia
militar, Gran Bretaña, apenas gastó $34.8 en el 2001, Rusia $29 billones en
el 2000, Francia $27 billones en ese mismo año.

Una de las particularidades de la actual coyuntura es el activo papel que
están jugando los civiles en el resurgimiento del pentagonismo
contemporáneo. No se trata ya de liberales que se pliegan a las visiones
de mundo y las exigencias del estamento militar, sino de un nuevo liderato
civil adherido al poder militar y que impulsa con fuerza la militarización
de la política interna y externa. Ese liderato, llamado neoconservador
pero que Juan Bosch muy bien pudo haber llamado neopentagonal, considera
que Reagan no fue suficientemente radical en su política exterior ni en la
expansión del aparato militar, y que George Bush, padre, no llevó la
primera guerra de Iraq hasta las últimas consecuencias. Ven ahora su
oportunidad para reafirmar el poder unipolar de Estados Unidos en el mundo
usando mecanismos de fuerza, a la vez que se construye al interior de
Estados Unidos un estado guarnición. Ese sector no ve la guerra en Iraq
como un desastre, sino como un reto y se sustentan en nuevos miedos, nuevos
enemigos y nuevas doctrinas. Se mueven en el privilegiado mundo
corporativo, en unas complejas redes de universidades, "think tanks",
revistas y medios de comunicación de masas. Han forjado nuevas alianzas,
sobre todo con grupos del fundamentalismo religioso.

Como estamos recuperando viejos textos para entender problemas actuales,
quizás valga mencionar la obra clásica de Alfred A. Vagts sobre el
militarismo, que fuera precisamente reeditada por Free Press en 1967.[19]
En esa obra, del momento del ascenso del fascismo en Europa, Vagts
argumenta que el militarismo de aquella época no provenía necesariamente de
los militares, sino de civiles que le rendían culto a los valores
militares. Para él, el militarismo de origen civil era el verdadero motor
y sustento de la militarización de las sociedades europeas en los treinta.
Es una tesis que cobra nueva vigencia en la actualidad.

En 1941, el científico político Harold Lasswell planteó la atrevida
hipótesis de que Estados Unidos se estaba convirtiendo en un estado
guarnición que amenazaba sus instituciones democráticas.[20] Samuel P.
Huntington, en The Soldier and the State, refutó la tesis de Lasswell
alegando que un gran establecimiento militar podía ser controlado por medio
de su profesionalización y no era una amenaza para la democracia.[21] Su
obra, publicada apenas tres años antes que el texto de Bosch, constituye un
ejemplo de la reinterpretación de la tradición liberal estadounidense para
justificar la pentagonización del estado. Luego se convirtió en una
especie de Biblia para los militares y algunos intelectuales
latinoamericanos que quizás pensaban que estaban leyendo una perspectiva
"democrática".

También debemos mencionar que, en lo que respecta a América Latina, se
produjo una controversia entre el nuevo a la Huntington, y el viejo
liberalismo que insistía en la importancia del control civil sobre los
militares. Recordemos el planteamiento del historiador J. J. Johnson a
favor de involucrar a los militares en la política y en tareas del
desarrollo y las reticencias de Edwin Lieuwen.[22]

Sin embargo, ya en 1951 Truman había tenido que destituir al General
MacArthur ya que este quería ganar la guerra de Corea lanzando 50 bombas
nucleares sobre China. En su comunicado del 10 de abril de 1951,
anunciando la decisión, Truman dijo, "It is fundamental, however, that
military commanders must be governed by the policies and directives issued
to them in the manner provided by our laws and Constitution. In times of
crisis, this consideration is particularly compelling"[23]. Pocos días
después, MacArthur pronuncia su famoso discurso de despedida ante una
session conjunta del Congreso donde dice, retando al presidente, "once war
is forced upon us, there is no other alternative than to apply every
available means to bring it to a swift end. War´s very object is victory,
not prolonged indecision"[24]. Eisenhower llegó a la presidencia sobre la
ola conservadora que había desatado la Guerra de Corea y el macartismo.
Sin embargo, este viejo soldado creyó necesario cerrar su mandato con el
siguiente mensaje:
…we have been compelled to create a permanent armaments industry of
vast proportions. Added to this, three and a half million men and
women are directly engaged in the defense establishment. We annually
spend on military security more than the net income of all United
States corporations.


This conjunction of an inmense military establishment and a large arms
industry is new in the American experience…


In the councils of government, we must guard against the acquisition
of unwarranted influence, whether sought or unsought, by the military
industrial complex. The potential for the disastrous rise of
misplaced power exists and will persist.


We must never let the weight of this combination endanger our
liberties or democratic processes. We should take nothing for
granted.[25]


Son tiempos de releer El pentagonismo. Quizás algunos de sus
planteamientos no hayan resistido el paso del tiempo. Sin embargo, la
comprensión que Bosch logró en un momento tan temprano de un problema
internacional vital y su explicación en la brillante prosa que supo
cultivar, convirtió a su obra en una de valor duradero. El problema para
la viabilidad de la democracia que nos plantea aún el reto del
pentagonismo, sigue plenamente vigente.
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[1] John Saxe Fernández, Proyecciones hemisféricas de la Pax Americana
(Lima:Instituto de Estudios Peruanos, 1971). También hay edición de
Amorrortu de 1975.
[2] Richard J. Barnett, La economía de la muerte (México: Siglo XXI,
1976). Primera edición en inglés de 1969. También Roots of War (New Cork:
Atheneum, 1972) e Intervention and Revolution (New York: World Pub. Co.,
1968).
[3] Noam Chomsky, American Power and the New Mandarins (New York: Pantheon
Books, 1969), publicado en español con el título La responsabilidad de los
intelectuales, por Ariel, Barcelona en 1969.
[4] Adam Yarmolinsky, The Military Establishment, its Impact on a Society
(New York: Harper and Row, 1971).
[5] Dieter Sengass, Rustung und Militarismus (Frankfurt am Main: Suhrkamp,
1972).
[6] Seymouy Melman, Our Depleted Society (New York: Holt, Rinehart and
Winston, 1965) y The Political Economy of Pentagon Capitalism (New York:
MacGraw Hill, 1970).
[7] Juan Bosch, Crisis de la democracia de América en la República
Dominicana (Santo Domingo: Alfa y Omega, 1999)
[8] Ibid., pp. 8-9.
[9] Ibid., p. 231.
[10] Juan Bosch, El pentagonismo, sustituto del imperialismo (Santo
Domingo: Alfa y Omega, 2000), p. 81.
[11] George Ball, The Past has Another Pattern: Memoirs (New York: W.W.
Norton, 1982), citado en Lawrence A. Yates, Power Pack: U.S. Intervention
in the Dominican Republic, 1965-1966, Leavenworth Paper #15, Combat Studies
Institute, Fort Leavenworth, Kansas, p.16.
[12] Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el Caribe frontera
imperial (Santo Domingo: Alfa y Omega, 1981).
[13] Eric Williams, From Columbus to Castro: The History of the Caribbean
1492-1969 (London: Andre Deutsch, 1970).
[14] Williams estuvo en Munich en 1938 y conoció la versión alemana del
pensamiento geopolítico y la escuela de Karl Haushofer. Se formó en Oxford
con el internacionalista D.W. Brogan. En The Negro in the Caribbean (1942)
dice que el Caribe se había convertido para Estados Unidos en el
"mediterráneo americano", el concepto usado por el geopolítico
estadounidense A.T. Mahan. Ver Humberto García Muñiz "Geopolitics and
Geohistory: in Eric Williams Discourse on Caribbean Integration",
manuscrito, 1967.
[15] Op. Cit., p. 12.
[16] Op.cit., p. 22.
[17] Richard D. Challener, Admirals, Generals and American Foreign Policy
(Princeton: Princeton University Press, 1973).
[18] Richard Kaufman, "The Military Budget Under Bush: Early Warning
Signs", Foreign Policy in Focus, January 2001, y "U.S. Military Budget Tops
Rest of World by Far", www.clw.org/milspend/ushighestbudget.html.
[19] Alfred A. Vagts, A History of Militarism, Civilian and Military (New
York: Free Press, 1967).
[20] Harold Lasswell, "The Garrison State and the Specialists on
Violence", American Journal of Sociology, núm. 46 (1941), pp. 455-56. Ver
también "The Garrison State Hypothesis Today" en Samuel P. Huntington,
(ed.) Changing Patterns of Military Politics (New York: Free Press, 1962),
pp. 51-70.
[21] Samuel P. Huntington, The Soldier and the State: the Theory and
Politics af Civil-Military Relations (Cambridge, Mass.: Harvard University
Press, 1965).
[22] John J. Johnson, The Role of the Military in Underdeveloped
Countries (Princeton: Princeton University Press, 1962), y Edwin Lieuwen
(comp.) Arms and Politics in Latin America (London: Preager, 1963).
[23] El texto completo se encuentra en
www.pbs.org/amex/macarthur/sfeature/officialdocs02.html.
[24] Ver, en www.pbs.org/wgbh/amex/macarthur/sfeature/macspeech05.html.
[25] Para el texto completo del discurso de Eisenhower:
www.yale.edu/lawweb/avalon/presiden/speeches/eisenhower001.htm.
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