El pensamiento de una \"nueva teología\": Martin Heidegger y Ernst Jünger

May 25, 2017 | Autor: G. Giubilato | Categoría: Philosophy, Martin Heidegger, Ernst Jünger
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Descripción

Giovanni Jan Giubilato

de maquinas domésticos y de cualquier otro tipo. La técnica, por medio del desarrollo de la

"El pensamiento de una 'nueva teología': Martín Heidegger y Ernst Jünger"

mecánica, no produce solamente una acumulación de aquellas fuerzas que obedecen al pensamiento

en: ERASMUS XV, 2013 /1, págs. 31-42.

racional, sino también acumula fuerzas destructivas que luego se dirigirán con violencia y furia en contra del mismo ser humano. Es el lado volcánico de la técnica, que produce estos estados industriales y estos paisajes absimales en los cuales se dominan y domestican fuerzas elementales

El pensamiento de una 'nueva teología': Martín Heidegger y Ernst Jünger

que luego se apoderaran del hombre mismo. A la técnica que llega a su perfección corresponde una El siglo XX ha sido sin duda alguna el siglo de la técnica. Y desde el punto de vista técnico este siglo no ha sido solamente la época de las revoluciones, sino sobre todo de las guerras mundiales. Como diagnosticaba Benjamin ya en el año 1935, la guerra “hace posible dar una meta a movimientos de masas de gran escala”1, a aquellas masas que constituyen el cuerpo dinámico de una época secularizada y profundamente signada por las “ideologías”, los diferentes “-ismos” (comunismo, capitalismo, liberalismo, fascismo, nazismo, etc...). La experiencia bélica no solo atraviesa el siglo como efecto de un sistema de relaciones internacionales fallidas, que no logran estabilizarse, sino sobre todo porque el desencuentro se da entre sistemas e ideologías irreductibles. Las dos guerras mundiales son diferentes a todas aquellas que les han precedido por el potencial destructivo a disposición de los beligerantes, por el escenario planetario en que han sido combatidas, y finalmente porque se trata de guerras que no admiten la paz como conclusión natural.

extensa “tormenta de acero” que devasta no solamente al hombre y su espíritu, sino también a toda la tierra, llegando a producir una modificación de todo el paisaje. Los campos de batalla de las dos guerras nos muestran que lo que avanza es el espacio vacío de un paisaje lunar, deformado en cráteres e inmensos surcos, donde florece solamente el miedo a una desolación mundial. Lo que avanza es el desierto. La monotonía de nuestra época, con su movimiento técnico repetido y uniforme, nos hace difícil, ya casi imposible, distinguir en esta maquinaria lo que se eleva y lo que se hunde. Y eso es particularmente perceptible en la cercanía del “punto cero”, de aquella línea invisible que marca el nihilismo – la otra gran sombra que se cierne sobre el siglo XX. Lo que se anuncia por primera vez en la historia en las inmensas batallas de desgaste de la primera guerra mundial llega a su perfección con los aparatos técnicos de la segunda, representados en su forma más inmediata por los carros de asalto y los aviones de bombardeo.

Por ende, la guerra se mezcla con la ideología: la guerra parece una suerte de prosecución armada y violenta de un desencuentro entre grandes sistemas ideológicos que atraviesan el siglo. Pero no es solo esta dimensión masiva aquello que caracteriza a las guerras del siglo XX. Sobre todo, la guerra hace posible “movilizar todos los medios técnicos del tiempo presente”2. Este mismo fenómeno es lo que Ernst Jünger, algunos años antes y desde una perspectiva muy diferente – por lo menos desde el puto de vista político –, identifica y llama “movilización total3”: todo el aparato técnico y todas las masas están al servicio de la guerra y de su intención destructiva. Invirtiendo la formulación del Manifiesto del Futurismo (otro “-ismo” entre los demás) de Marinetti, se podría decir que la guerra, gracias a las máscaras de gas, el terrorífico megáfono, a los lanzallamas y a los tanques, funda la soberanía de la máquina sobre el hombre subyugado. En general, las guerras del siglo XX son el levantamiento de la técnica en contra del hombre mismo. Y todo el aparato técnico al servicio de la guerra ha producido destrucciones que antes parecían imposibles o eran inimaginables incluso por las corrientes utópicas mas convencidas, desvelando el rostro más obscuro de la perfección de la técnica, el lado destructivo del “confort”, del bienestar, de las comodidades de la vida que se sirve 1

2 3

W. Benjamin, La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica, en Discursos Interrumpidos I, Traducción de Jesús Aguirre. Taurus, Madrid, 1973, p. 57 Ibidem, p. 56. E. Jünger, Die totale Mobilmachung, 1930 (in Krieg und Krieger, a cura de Ernst Jünger, Thema Freikorps)

1

Es ya la tarde del 27 de noviembre 1944 cuando las escuadrillas de bombarderos aliados se lanzan en un violento ataque contra la ciudad de Friburgo. Solamente la catedral, aunque gravemente perjudicada, sigue en pie y su torre, milagrosamente intacta, deviene desde entonces en símbolo de la resistencia y la esperanza, centinela de la verdad y de lo sacro a merced de la “grande tempestad” que atropella Alemania y toda Europa. Algunos días después Martin Heidegger, la grande estrella de la filosofía alemana, huye de Freiburg, la ciudad que lo había visto llegar a la notoriedad y al prestigio académico. De camino rumbo a su ciudad natal, Messkirch en el corazón de la Selva Negra – la misma ciudad natal de B. Welte – Heidegger pide acogida a su alumno Georg Picht, quien recuerda así esta visita inesperada: “Un día de diciembre del año 1944, cuando ya anochecía, tocaron a la puerta. Afuera estaban Heidegger, su nuera y su asistente. Huían de Freiburg rumbo a Messkirch. No había medios de transporte y nos pidieron hospedaje para la noche. Pasamos una tarde tranquila y acompasada. Por deseo de Heidegger, mi mujer tocó la sonata en si bemol de Schubert. Cuando la música terminó, el me miró y dijo: “Eso no podemos hacerlo con la filosofía””4. Así expresa Heidegger, en esta noche atormentada, el sentido de un fracaso percibido ahora 4

Antwort. Martin Heidegger in Gespräch, a cura de g. Neske y E. Kettering, Editorial Gunter Neske, Pfullingen 1988. Trad. propia.

2

con lúcida e inequívoca conciencia: su fracaso, el fracaso del pensador que creyó poder hacerse

Este ocaso es el primerísimo inicio”5. Agotadas las posibilidades históricas de la filosofía – es decir,

cargo de la guía espiritual de un movimiento político revolucionario, provocando, con el ímpetu de

de la metafísica – es necesario según Heidegger buscar otro pasaje, regresar a la decisión-apertura

los versos de Hölderlin, el despertar del pueblo alemán. Ademas la inocencia de pretender detener

(Entschlossenheit) originaria que puede abrir a otro pasaje hacia otro inicio, porque aquellos que

con la mera fuerza del pensamiento la violencia y la deriva del nacionalsocialismo en el ámbito

tramontan pueden ser los venideros. “Aquellos que tramontan son, en su sentido esencial, los que

metafísico de la voluntad de poder desencadenada por la perfección de la técnica. Junto con el

pasan por debajo de lo que viene, y se sacrifican por él como el fundamento invisible y venidero”6.

fracaso del pensador resuena en las ultimas notas de la sonata de Schubert el fracaso del hombre y

Hay que hacer entonces este inevitable sacrificio: lo necesario – como ya diagnosticó Nietzsche con

del creyente, aquella “despedida del sistema del catolicismo” anunciada por primera vez a su amigo

claridad en su fragmento sobre el porvenir de Europa – es atravesar la noche, recorrer hasta el fondo

y sacerdote Krebs ya en el año 1913.

aquel “camino hacia el término de la noche” que el siglo XX ha puesto dramáticamente en escena

Pero otro y más grave fracaso se anuncia en las palabras de Heidegger: el fracaso del pensar.

para ver, al fin, la luz de una nueva mañana.

Frente a la inalcanzable armonia aphanes de la música, el pensamiento experimenta un íntimo

Ernst Jünger, en su vida y en su obra, ha vivido y experimentado este sacrificio, ha recorrido

“fallar”, lo cual no debe entenderse en un mero sentido negativo, como resultado negativo, malogro

este camino a través del nihilismo hasta abrirse paso por otro inicio y llegar al encuentro de una

o error. “Fallar” aquí debe ser reconducido a su etimología latina, al sentido de insolvencia y falta, o

“nueva luz” - la aparición de lo que el llama una “nueva teología”. Su insistente confrontación con

bien de “echar de menos”. El pensamiento del ser que caracteriza toda la meditación heideggeriana

el problema de la técnica y del nihilismo, la continuidad inevitable de su meditar a pesar de las

consiste entonces en el “fallar” onto-histórico del pensamiento mismo frente la invisible armonía

mudables posiciones7 tomadas a lo largo de su larga vida, nos muestran como él, a partir de su

del ser, que solamente la música logra recorrer e iluminar. El destino del pensamiento, que se reveló

temprana juventud, fue perseguido por “la Nada”, la aniquilación de lo que era el viejo mundo y sus

en un instantáneo destello en los fragmentos del antiquísimo inicio griego y que después fue

valores. Ya en su temprana obra juvenil Juegos africanos, texto que nos presenta una especie de

cubierto y removido por el triunfo de la metafísica y por último por el pensamiento moderno

autobiografía novelada, la inquietud del joven aventurero se enfrenta con una primera aparición

racional y la ciencia moderna, resulta en un perecer y desvanecer que se extingue bajo los golpes de

geográfica de la nada, el desierto del norte de Africa, donde él a los 18 años huyó del mundo

la técnica que triunfa sobre toda Europa.

“civilizado” para enrolarse en la Legión Extranjera. En los diarios de guerra de los años veinte –

En aquella noche de diciembre 1944, en aquellos que parecían los últimos días de la

obra con la que Jünger adquirió fama y respeto nacional, en una Alemania atravesada por el

humanidad, Heidegger escribe en el libro de invitados de la familia Picht estas palabras:

descontento y la crisis económica y política - la potencia aniquiladora de la técnica aparece en

“Tramontar no es lo mismo del perecer. Cada ocaso encuentra refugio en el surgir”. Tramontar es

forma de la muerte del soldado, arrojado en las “tempestades de acero” de la primera guerra

la extrema aceptación y la íntima superación de todo “fallar”: el pensamiento se retrae de lo visible,

mundial. Posteriormente, en la primera versión (1929) de El corazón aventurero, el fantasma del

y se arroja en el vientre de la tierra, en una dimensión que no puede ser atacada ni por la destrucción

nihilismo aparece como “embriaguez” [Rausch] en el trasfondo de anotaciones fantásticas y

ni por la desolación que amenazan el hombre a escala mundial. No es una retirada vil, una fuga que

surrealistas y no obstante reveladoras de la actualidad y la política. Por ultimo en el contexto de la

deja toda responsabilidad a aquellos que permanecen en los campos de batalla donde se ensaña la

Movilización total (1930) éste alcanza su forma ultima en la aniquilación de la persona, como la

muerte. Aquí está en juego algo aún mas profundo: la dignidad del hombre, su libertad que ningún

mónada técnico-biológica del Trabajador (1932) y su respectivo programa totalitario.

arma puede herir y que se mide entonces por la forma en que enfrenta el caduco desplegarse

Pero después, en medio del horror de la realización histórica del estado totalitario, surge un

histórico y “falleciente” destinarse del ser mismo, armonizándose así a su fuga musical. En los

primer signo de cambio, una transformación que de esta manera produce un diagnóstico aún mas

Beiträge zur Philosophie, la obra secreta en la cual Heidegger trabajó en la segunda mitad de los

penetrante de su tiempo. En su obra Sobre el dolor (1934) Jünger expresa con claridad la necesidad

años Treinta, destinada a una publicación póstuma – obra entonces ab origine “fallida” – leemos en

5

el párrafo 250, dedicado a “Los Venideros”: “Nuestra hora es la época del ocaso. Ocaso, entendido en sentido esencial, es el paso que conduce a la silenciosa preparación del venidero, del instante y del lugar en donde cae la decisión sobre el advenimiento o el permanecer ausente de los dioses. 3

6 7

“Unsere Stunde ist das Zeitalter des Untergangs. Unter-gang, im wesentlichen Sinne gemeint, ist der Gang zur verschwiegenen Bereitung des Künftigen, des Augenblicks und der Stätte, in denen die Entscheidung über Ankunft und Ausbleib der Götter fällt. Dieser Untergang ist erstester Anfang”. M. Heidegger, Beiträge zur Philosophie (Vom Ereignis) (1936-1938), editor F.-W. Von Herrmann, 19889 (HG 65), p. 397 Ibidem. Gestalten: unbekannter Soldat, Arbeiter, Waldgänger.

4

de un viraje hacia una dimensión que pueda eximir al hombre de la destrucción provocada por la

elevado sobre la realidad, a partir del caos nihilista ingresa en una área de influencia que comprende

técnica y por el dominio del nihilismo. La técnica se ha vuelto nuestro uniforme, ya sea que porte

algo más que lo visible. El primer escalón de la escala hacia lo ideal puede ser cualquier cosa, ya

un carácter de confort o catastrófico, de voluntad de poder dominada o indomable y elemental. Y

que todos los seres son esquemas fugaces y pasajeros, son imágenes del “soberano”. La apariencia

precisamente ahí donde la vida aparece únicamente como voluntad de poder, la superficie empieza a

es un síntoma que debe ser descrito en sus formas pero también interrogado en su significado, en lo

hacerse quebradiza, es decir, que su diagnostico apunta a una fase final del nihilismo y que ya se

que esconde detrás de lo que muestra. Con la obra del 1939 se hace evidente que Jünger está

aproximan nuevos órdenes – aunque no sean visibles.

convencido que el mecanismo nihilista puede ser reprimido con la pura fuerza del espíritu, gracias a

La “vuelta” de perspectiva, la Περιαγογε ολης τες ψυχης platónica, se cumple – casi

la concepción de una “nueva teología” que busque alianza con la fuerzas cósmicas, sin apoyarse en

invisiblemente – con su obra maestra del año 1939: Sobre los acantilados de mármol. A pesar de la

el concepto de gracia. Llegar a lo indestructible, es el motivo fundamental de toda la metafísica de

anarquía nihilista que se infiltra e irrumpe en el viejo mundo venerable, el autor confía en que es

Jünger: alcanzar el punto en el cual la destrucción no puede ser ejercida.

posible revertir este movimiento, aunque al lector le parezca ingenuo e ilusorio. La muerte y el

En los últimos días de la segunda guerra mundial, Jünger se pregunta en su diario9 si su

sacrificio de los “héroes”, las víctimas innumerables de la guerra, la resistencia en contra de la nada

actividad de escritor sentado en su jardín frente a sus manuscritos, no iguala e estos insectos que –

que avanza, el sacrificio de todo le verdadero y lo bello por medio del fuego de la destrucción serán

como a veces se encuentran por la calle – se ven con la cabeza y las antenas aún activas y en

en vano sino están orientados hacia la venida de una “nueva posibilidad”, sino indican hacia un

movimiento, mientras que su cuerpo se encuentra ya atajado y separado. Naturalmente esta

ámbito incorruptible. El mundo que se esta desintegrando y cayendo en ruina libera al mismo

perspectiva constituye solamente el lado temporal lado del asunto, el otro tiene sentido metafórico,

tiempo la mirada hacia un núcleo imperecedero: lo concreto y real es solamente la representación

como un rito de iniciación sacramental. Y precisamente aquí se descubre la verdadera disyuntiva

casual y perecedera de una forma eterna, la apariencia de un fondo originario – así como para

que caracteriza a nuestra época: o todo es absolutamente sin sentido, o tal sentido debe ser

Heidegger solamente a partir de la muerte es posible liberarse para nuestra verdadera forma y

trascendental. Eso significa que el nihilismo no es la única y absoluta consecuencia de nuestra

alcanzar así nuestras posibilidades de ser mas auténticas.

situación espiritual, sino solamente un miembro de una disyuntiva superior, que acontece en una

La mirada de Jünger está dirigida hacia la superficie y sus infinitas grietas, hacia el detalle

dimensión extra histórica aunque deriva de la misma situación espiritual. O la vida no tiene ningun

microscópico, hacia el fragmento estético elemental y no hacia la estructura de las cosas. La visión

sentido – y esto es el nihilismo más profundo – o el sentido de esta vida reside mas allá de la

meditativa del autor parte de la base de que lo visible es solo la última envoltura de lo esencial. A

realidad y la translimita. Ahí comienza el pensamiento transcendente de la “nueva teología”.

partir de lo real la mirada sigue la harmonía de las apariencias rumbo a una esfera ideal. El salto de

Naturalmente, al igual que Nietzsche, Jünger considera que para poder adoptar la vía

lo real hacia lo “ideal” constituye para Jünger una modificación fisiognómica de la anamnesis

transcendental, es necesario probar primero aquella vía nihilista ad absurdum, es decir, haber

platónica y su forma estilística propia es el diario. Pero la aproximación fisiognómica con su

atravesado, sobrepasándola, la oscuridad del nihilismo.

método analógico se revela insuficiente porque crea si relaciones, pero no criterios y normas. La 8

Este itinerarium mentis in nihilo es la aventura de vida de Jünger mismo, y se sostiene en las

inquietud de la ‟pregunta por la unidad interna de las varias apariencias” persiste. En el

palabras que en la obra “Sobre los acantilados de mármol” el hermano Otho dice con respecto a los

despliegue de las formas que aparecen Jünger busca entonces el recuerdo de su invisible origen. En

“tiempos de los mauritanios” - que representan la fase guerrera de Jünger: “una distracción se

la materia formada – el jeroglífico de la apariencia – sabe descifrar las “capas geológicas” de su

convierte en error cuando se permanece en ella”10. Esta máxima caracteriza el estilo de

formación y reconocer signos y huellas de una armonía oculta en ellas. Es un proceso de

pensamiento de Jünger, quién por ende rechaza cualquiera “-ismo” o visión del mundo

recolección y reminiscéntia que, para traer al presente el recuerdo del origen, procede por medio de

(Weltanschauung) precisamente por considerarlo la permanencia en una distracción, es decir por

la intuición a partir de lo visible hacia lo invisible. El campo de las apariencias es el ámbito de las

tratarse de un error. En este sentido considera la posibilidad de sustraerse al nihil-ismo y considera a

representaciones de un modelo escondido, y en ellas reconocemos los parentescos y trazamos

la vida una suerte de espacio de experimentación que no debe sujetarse a ningún “-ismo”. Incluso el

límites por medio de la palabra que las nombra. Así obtiene Jünger un punto de vista más agudo y 9 8

Zeitmauer, S. 80

10

5

Strahlungen, p. 621 Auf den Marmorklippen, p. 32

6

soldado pertenece a las posibilidades de este experimento vital y práctico, por supuesto no en el

la forma más alta de esta monada funcional es la movilización total. Sin embargo aquí también, en

sentido del experimento de selección que se realizó en estos años en Alemania con el pueblo a partir

medio de la perfección de la técnica, la cuestión fundamental es para Jünger como puede el hombre

de una imposición superior, sino en el sentido práctico-heroico del grado más alto de una prueba de

retraerse de este estado de perdición y desesperación en una “otra” realidad – aunque sea la fría

si mismo. En las Tempestades de acero leemos la dramática experiencia del joven soldado

realidad de las maquinas perfectas. ¿Qué tipo de “salvación” se encuentra aquí? La alianza

gravemente herido en el campo de batalla: “Simultáneamente a la percepción del impacto de la

centáurica aparece como la forma más alta de seguridad, la nueva “identidad de trabajo y ser

bala, sentí que el disparo había cortado con profundidad en la vida. […] ya percibía yo la mano de

produce una nueva estabilidad”14. Jünger cree que el punto donde aparece el nuevo tipo de hombre,

la muerte. Y cuando caí con violencia sobre el fondo de la trinchera, tuve la clara conciencia de

el trabajador, no pueda ser alcanzado por la destrucción y por lo tanto es el primer punto libre para

que éste era irrevocablemente el final. Y extrañamente este instante pertenece a los pocos, de los

una nueva creencia, lo que será la “nueva teología”. Sin embargo El trabajador pertenece aun al

cuales puedo decir que fue verdaderamente feliz. En él comprendí, como iluminado por un

nihilismo, en su renunciar a la pregunta por el sentido y en su presuponer la tabula rasa de la

relámpago, mi vida en su forma mas intima”11. Las declaraciones heroicas que abundan en esta obra

desolación moderna.

quedan legitimadas por la extrema prueba a la que el joven soldado se sometió, y la profundidad

Esta concepción de la monada centáurica del trabajador es sustituida por la palabra de los

con que la comprende. Este mismo soldado, unos años después, reconocerá que todas estas

“nuevos teólogos”. La necesidad de la superación del nihilismo hacia una nueva creencia,

experiencias y impresiones ya indicaban el camino de la trascendencia y no la pertenencia a una

anunciada en El Trabajador, se realiza con fuerza en la obra Sobre los acantilados de mármol, del

ideología.

año 1939. No hay una fuerza tan grande del nihilismo que no pueda ser contrastada por aquellos que

En lo visible están ya presentes todos los indicios criptográficos de un plan invisible. La

habitaron el proprio nihilismo. Pero esto no es un mero hecho humano, una mera acción exterior de

agudeza y la nitidez del “realismo heroico” de Jünger se subliman en el fenómeno de un modelo

resistencia, sino más bien un acontecimiento en el espíritu más intimo del hombre, una vuelta hacia

arquetípico, así que la visión de Jünger es un repliegue en una última y por eso heroica posibilidad

el interior que caracteriza a partir de ahora los “nuevos teólogos”. Su quehacer no es, y no puede

del hombre, una retirada hacia la transcendencia de una “nueva teología”. Ya en su obra del 1932

ser, el de contrarrestar la destrucción, sino el de apuntar hacia los ámbitos de lo indestructible. La

sobre El trabajador, está puesta con claridad la cuestión de como será posible para el hombre

nueva teología libera la mirada para este nuevo reino que se abre para el hombre en medio de la

persistir intacto en el mundo de la técnica y de las armas12. Todo lo que en esta obra es más que

desolación global de la perfección técnica. Cada destrucción tan solo atenta contra las sombras de

descripción, más que una radiografía de las tendencias de la época, responde a esta cuestión; todo

las imágenes sin alcanzar las “cosas en sí”, que permanecen seguras en la intimidad del hombre.

aquello que es más que un diagnóstico es ya una indicación de una posible cura, una posible curación y salvación del hombre bajo el dominio de la técnica.

El descubrimiento de estos ámbitos indestructibles es justamente el contenido de los diarios de la segunda guerra mundial. Pero ya en Los acantilados de mármol, en las palabras que se

La figura del trabajador es sin duda un primero intento de Jünger por solucionar

refieren al Padre Lampros, se anuncia el camino hacia la “nueva teología”: “Por momentos nos

positivamente la experiencia de la prueba de si mismo y sobre todo el contraste con la abrumadora

preguntamos si a él le parecía que el deterioro ya había avanzado demasiado como para ser

autonomía del mundo de la técnica. Él mismo afirma que la legitimación de esta figura se ubica en

superado, o si su modestia y orgullo le impedían entrar en la lucha de las diferentes facciones, ya

“el dominio de las cosas, que devinieron demasiado poderosas, y en la dominación del movimiento

con palabras o con hechos. Sin embargo el hermano Otho acertó en la situación mejor que nadie al

absoluto, lo cual puede ser logrado solo por una nueva humanidad”13. La figura del trabajador es

decir que para las naturalezas como la suya, la destrucción carece de o terrible y que están hechas

descrita como construcción orgánica, simbolizada en la imagen del centauro, en la cual lo orgánico

para cruzar a través del fuego como a través de portales hacia la casa paterna. Él, cual soñador

es función de lo técnico, y viceversa. El trabajo, la prestación, el rendimiento y la eficacia son la

que habita tras los muros de un claustro, quizá sea el único entre nosotros que esté completamente

realidad del múltiple nexo de este “centauro” y la ultima consecuencia de la posición fundamental

en la realidad”15. Para Jünger se trata ahora solamente de esta “plena realidad” y de su

de todo el occidente. Irrumpe un nuevo monismo, el monismo nietzscheano de la fuerza absoluta, y

transcendencia. Ella sola puede ofrecer plenitud y seguridad, aquella “seguridad en medio de la

11 12 13

In Stahlgewittern, p. 301 La misma pregunta, años después, en Waldgang. Der Arbeiter, p. 76

14 15

7

Der Arbeiter, p. 87 Auf den Marmorklipen, p. 74

8

nada” que la concepción de la mónada centáurica del trabajador aún no podía alcanyar y que ahora es simbolizada por el espejo de fuego de Nigromontans. Con respecto a esto y refiriéndose a etapas pasadas de su vida, dice Jünger: “Aún no conocíamos todo el poder que ha sido concedido al hombre”. Este poder ya no proviene del trabajo ni de la construcción orgánica, pero aquí como allá el tipo originario es el mismo: vivir en la unión [Bindung]. Ahora los nuevos nombres para esta unión son predominantemente: oración y sacrificio. El paso del trabajo a la oración es una de las modificaciones más audaces del hombre. Es infinitamente más sencillo aumentar el movimiento, como el trabajador imbricado en el mecanismo, que llevarlo al silencio – y aquí se funda la prerrogativa de los nihilistas, de aquellos que estudiaron en su escuelas. Esto es el riesgo extraño y la hazaña valiente de las “acciones teológicas”, que parten de este punto. Los diarios parisino de los años Cuarenta están permeados por la lectura de la Biblia, en donde aparece toda la seriedad de esta “nueva teología”: debemos dejarnos superar en nuestra calidad de racionalistas, y esta tarea acontece hoy en día. Esta es la imagen de nuestra época, la libertad más alta que pertenece también a la existencia de

Jünger. Él fue siempre fiel a esta óptica, aunque ha andado por diversos caminos. En una

entrevista del año 1988, a la pregunta si todavía tenia esperanza, Jünger contesta con firmeza: “Estudio el mito, e ahí se experimenta que el titanismo en el cual nos encontramos en este momento siempre ha fracasado. El superhombre de Nietzsche falló. Yo confío en el hombre del otium, en la unión con lo divino”.

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