El paseante en la modernidad, a propósito de vagabundeos iniciáticos en La novela del tranvía

June 26, 2017 | Autor: Osiris Chajin | Categoría: Modernity, Novel, Manuel Gutierrez Nájera
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Descripción

El paseante en la modernidad, a propósito de vagabundeos iniciáticos en La
novela del tranvía

Es el humor de quien la mira el que da su forma a la ciudad…

Las ciudades invisibles
Italo Calvino

El vagón, además, me lleva a muchos mundos a muchos mundos desconocidos y a
regiones vírgenes.
No, la ciudad de México no empieza en el palacio nacional, ni acaba en la
calzada de la Reforma.
Yo doy a Uds. mi palabra de que la ciudad es mucho mayor. Es una gran
tortuga que extiende hacia los cuatro puntos cardinales sus patas
dislocadas. Esas patas son sucias y velludas.

La novela del tranvía
Manuel Gutiérrez Nájera

La modernidad, época caracterizada por el despliegue de los valores
culturales occidentales europeos como matriz dominante, institucional, se
despliega en la ciudad, ésta es el espacio de la fábrica, de la multitud y
del anonimato. Según Barthes, ella es un escenario de comunicación,
discurso donde interactúan el espacio y el habitante pero sobre todo es una
dimensión simbólica. El interés por la dimensión simbólica de la ciudad a
la vez escenario de control en el sentido de sujeción del individuo al
sistema productivo[1], en el contexto del relato de Gutiérrez Nájera se
debe a que la ciudad latinoamericana en proceso de modernización, ofrece a
la sensibilidad del poeta nuevos referentes y posibilidades de creación que
son definitivamente distintos a los de los letrados de otros momentos del
mismo siglo XIX; la explosión urbana, el tumulto, la arquitectura, las
tecnología de transporte entre otros aspectos, necesariamente brindan al
poeta la posibilidad de explorar nuevos espacios de sentido y de fuga del
sistema.

Ciudad de México a fines del siglo XIX es la capital de un país que
políticamente vive el porfiriato, durante el cual "la infraestructura del
país se fortaleció gracias a la inversión extranjera" gozando de algún
nivel de bonanza, "México atraía a inversionistas porque Díaz les daba
muchas preferencias y la paga a los trabajadores era muy baja. El resultado
fue que una minoría de inversionistas, nacionales y extranjeros, se
enriquecieron, y la mayor parte de la población vivía en la miseria." Según
varias fuentes, Porfirio Díaz idealizaba las "aptitudes de la gran empresa
moderna, necesariamente extranjera" en abierta "desconfianza en las
habilidades nacionales". En la capital, "En la segunda mitad del siglo XIX,
se introducen innovaciones urbanas a la ciudad y su generalización social
también, más allá del uso empresarial o comercial, por ejemplo, el
telégrafo o el teléfono de la Compañía Telefónica Mexicana. Otras
invenciones disponibles eran la iluminación (trementina) y los tranvías, en
una densa red que salía del Zócalo hacia las poblaciones alejadas…" [2]

Es una certeraza entonces que la dicotomía prosperidad y pobreza marcaba el
carácter de la capital mexicana a la que el paseante del relato de
Gutiérrez Nájera ve como un quelonio desmembrado y monstruoso donde sin
embargo, se potencia el divertimiento de mirar y ser mirado, de pasear e
imaginar la existencia anónima del habitante anónimo de la urbe en una
experiencia similar a la de los paseantes de los bulevares parisinos. El
bienestar o su posibilidad en la vida moderna, estática, sedentaria,
siembran su propia negación y engendra en el yo una saturación[3] que lo
lleva a al desear, al anhelar, al impulso de la vida errante. (Maffesoli,
2004: 86), es lo que el flaneur mexicano atesora en sus paseos en el
tranvía por las varias ciudades que es la capital.

Maffesoli plantea leer la modernidad como un escenario de control que
propicia el sedentarismo y la inmovilidad, donde el habitante se encuentra
controlado, sujeto a un territorio pero sobre todo anhelante de soltar las
amarras físicas y mentales, viajar hacia el vacío y la indeterminación o
hacia la ensoñación sobre una señorita humilde, casadera, bella y
respetuosa, con un padre desempleado, un dama amante prometedora que
resulta cándidamente religiosa, personajes de los que el narrador sabe lo
mismo que nosotros, casi nada; pero que nos dicen mucho del paseante urbano
que los imagina.

Los callejeos para cargar de sentido al espacio y al habitante, aunque sea
de sentido imaginario los realiza el errante pensando el espacio recorrido
como un lugar simbólico que es de placer y satisfacción no como una
distancia de un lugar a otro donde se encuentran los intereses finales como
la casa, el trabajo, etc. Esta otra conceptualización del recorrido donde
se torna en espacio para alcanzar la alteridad, al ponerse en escena el
sujeto sin otro fin que ser visto por el otro y miarlo, imaginar la
posibilidad de violarlo al conjeturarlo en su espacio privado con la que se
juega a lo largo de la narración lleva a que se presente una tensión
frente a la noción de lugar vinculada a territorio y producción. El
habitante de la tecnópolis industrial, en este momento de la historia de
México apenas en génesis, deviene flaneur, paseante impulsado por la
aventura, en una suerte de callejeo arquetípico, iniciático que evoca la
caza, el capricho dionisiaco de libertad primordial (20004:32), que se
opone al estático y ordenado pensamiento ilustrado de corte apolíneo.

Cierro este comentario aventurando la idea de que la cuidad para el
paseante mexicano del tranvía de finales del siglo XIX tiene la misma
potencia liberadora que le asigna De Certeau cuando en Lo ordinario de al
comunicación[4] propone la ciudad como el lugar que creció con el mito de
la comunicación como uno de los relatos del mundo moderno, pero donde el yo
primordialmente comunicativo ( y vagabundo) se potencia por mediación de la
tecnología y no al contrario (1995:138) el tranvía, al ciudad, son los
medios, los fines siempre se ubicarán un punto mas allá, por lo menos en el
lo que respecta al plano de las representaciones artísticas y las
posibilidades comunicativas al buscar expresar una experiencia de realidad.

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[1] Michel Maffesoli (2004): El nomadismo: vagabundeos iniciáticos, Cap. I,
Cap. III. México, FCE.
[2]Las referencias a la historia de México de este momento histórico son
tomadas de es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Méxic, www.ub.es/geocrit/b3w-
406.htm - 35k y www.saber.ula.ve.
[3] Para ampliar la idea de saturación remito a Keneth Gergen (1991): El yo
saturado. Barcelona, Paidós.
[4] Michel De Certeau (1995): La toma de la palabra y otros escritos
políticos. México, ITESO.
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