El papel del traductor como situación pragmática: el caso del árabe

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Descripción

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COMITÉ ORGANIZADOR Y DE EDICIÓN Coordinadores:

Lpandro Félix Femández Emilio Ortcga §onilla

Vocales:

Elena Echev€rla Pereda José Anto¡io Gdlegos Rosillo

Ha¡molorc B€tEBtñch Merccdcs Martln Cinto Ma¡la G¡acia Torres Dlaz Isab€l

CómirsNarvfuz

Cannen Matr Pastor Roclo Palomarcs' Perraut

Esta edición ha sido posiblc gracias a la colaboración dc la Excma. Diputación Provincial de Málaga siendo Diputado del CEDMA, Juan Carlos González Garcfa

@ Grupo de lnvestigación de Lingüfstica Aplicada y Traducción de la Universidad de Málaga @ Dc Ia Edición: Cenro de Edicioncs de la Diputación dc Málaga (CEDMA) ISBN: 84-77E5-174-3 Dcpósito tegal: MA-35/97. Imprcso en España lmprime: Centro de Edicioncs dc la Diputrción de Málaga (CEDMA) Diseño, maqueta y composición: Emilio Orrcga erjonilia c lgnacio Villcna Álva¡cz

ESTUDIOS SOBRE TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

El Pnppl Dpl TnnoucroR Covro SrruncróN PRecuÁrlca: El Cnso D¡L Ánes¡ Nicolas Roser Nebot Facultad de Filosofia y Letras . Area de Traducción e Intepretación Universidad de Málaga

Cada individuo interpreta en cada jornada de su vida rnúltiples papeles en sus contactos con los demás. Solicita o recibe, manda u obedece, se burla o se siente ridículo, duda o afirma enérgicamente, ..., pero no de esta forma dualista y rnaniquea sino con gran gama de matices y mediante un cambio entre papeles celérico, casi automático. Porque la adopción de su papel en un momento determinado de su relación comunicativa depende también de las actitudes o papeles, inestables y variables, de su interlocutor y de [a inforrnación que recibe de éste (y cuyos contenidos recrea y elabora junto con sus presupuestos previos, provenientes, a su vez, de experiencias comunicativas o cognitivas anteriores). EI intercambio o adopción correlativa y plural de papeles no es sólo lingüística, sino también, y antes, psicológica. Cuando se pregunta aparece en quien realiza Ia interrogación [a aptitud del ignorante, ciertamente diversa en relación al grado de ignorancia que se demuestra, e[ tema en el que se ignora o [a categoría de saber en la que se clasifica al interpelado en la cuestión. Si se amonesta, la expresión de censor moral acompaña al que la lleva a cabo. Si se es consciente de una culpa o error, la turbación del que se

siente injusto transgresor doblega su actuación. Bien es verdad que esa proporcionalidad directa situación psicológica/actuación psico-lingüística puede verse alterada por una contra-actuación que desvirtue o antagonice, en el acto lingüístico, la realidad mental del actuante. Esta eventualidad tiene lugar con mayor frecuencia de lo que, en un principio, pueda pensarse. Las nomas de urbanidad no son, en incontables ocasiones, sino refinadas o ligeras maniobras de hipocresía social.

Igual sucede con los convictos de algún delito quienes, negando su autoría, aparentan, en las investigaciones policiales, una disposición psicológica contraria a Ia

real a través de la presentación de una actitud externa, verbal y gestual, diferente u opuesta a aquélla. Los ejernplos son innumerables. Lo que interesa saber es que en un acto comunicativo existen aptitudes psicológicas que acompañan su materialización expresiva y la dirigen. Y que estos estados psicológicos cambian antes, durante y después del intercambio de información entre los panicipantes en ese acto. Texto y autor forman un caso particular de acto comunicativo. En él uno o varios de los interlocutores intervienen de modo diferido desde el punto de vista de [a temporización de la ernisión de su información. El otro colaborador en el proceso, el lector, se involucra en el acto de forma inmediata y sincrónica a la lectura. Ello no resta actualidad al acto de comunicación puesto que Ia interacción texto-lector se produce automáticamente con el acceso visual a lo escrito. Sólo que el peso de la 37

CAPITULo 1 TEoRiA DE LA TRADUCCIÓN

actividad comunicativa recae en el segundo, sujeto único de las transformaciones de su irnaginario rnental ya que el texto no se ve afectado por las reacciones y las interpelaciones intelectuales de su lector. Pero se halla en el lugar de su emisor, de su autor, quien expone sus intenciones a juicio de terceros. El autor, en las más de las ocasiones, recibirá de éstos sólo un eco de reacciones por canales indirectos, y qaizá, ni eso. La comunicación es bidireccional, pero la reorganización de supuestos teóricos en la mente únicamente sucede en el lector (es de lógica suponer en el autor del texto una prefiguración de las reacciones del lector a sus proposiciones, pero este extremo Ie afecto sólo a él y no interviene en la dialéctica que se establece en el acto comunicativo cuyo binomio es texto-lector). Así se desarrolla una Qhergia entre emisor, destinatario y enunciado de temporalidad diferida. Sin embargo, se trata del caso básico o simple en el que hay un acceso directo del destinatario al mensaje sin más intermediarios que el tiempo, las circunstancias de lectura y el contexto material en el que se inserta el texto. Se presupone un código compartido, una lengua común, y una capacidad descodificadora suficiente en el destinatario. Si se pasa a la traducción, se incorporan otros agentes que acompañan a la figura del traductor que €s, en momentos altemos, Iector-autor-lector, es decir, destinatario-emisordestinatario. Esta triple personalidad conviefte al traductor en un personaje curioso. Se ve impelido a poner en práctica la ley de empatía a dos bandas (interpretar el papel de emisor y destinatario) desde su posición de traductor, de mensajero, de intermediario. Trasladando su condición al teatro tendríamos un espectador-autoractor-espectador, lo que le confiere una pluridimensionalidad aún más complicada que la del artista dramático. El traductor, por consiguiente, constituye una entidad

compleja por encima de su posible percepción como instrumento humano de descodificación y codificación. No sólo su labor es de mayor calado intelectual sino que su responsabilidad se acrecienta, asimismo, con las anteriores obsevaciones. Representa, ante todo, un destinatario con sus personales condiciones de situación sociológica y cultural, a la que viene a agregarse su conocimiento de otras situaciones

socio-lingülsticas fuera de su idioma de fincionamiento habitual, que puede ser el

materno o una lengua de culfura o lingua franca en un espacio nacional o internacional. Aparte de su singular dominio de Ia lengua que traduce (que, en comparación con otros traductores, será igual, menor o mayor) y su destreza en el maneho de [a lengua a la que traduce, quién se enfrenta a una traducción lo hace, ademiis, con su mundo de experiencias personales. Este conocimiento experimental o experiencial engloba desde el modo cómo se llevó a cabo el aprendizaje de la lengua de traducción a los condicionantes circunstanciales que marcan el momento en que la traducción se efectúa. Trasladados al proceso de traducción, estos componentes coyunturales en el traductor quedan reflejados milimétricamente en la versión que sale de sus manos. Y existe una constatación general de ello en el aserto de que no hay dos traducciones iguales de un mismo texto ni siquiera de un mismo traductor en dos tiempos distintos. Estilos y estéticas varían según épocas y lugares, modas e imposiciones. El traductor las toma en cuenta cuando tiene presente quien va a ser el receptor de su trabajo y cómo se ejecutan los rituales imperantes en su entorno de traducción en el instante en que ésta se produce. Pero estos imperativos se hallan

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ESTUDIOS SOBRE TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

inscritos como conformantes du su imaginario mental a la hora de su actuación como traductor. Y eso es los que se debe remarcar. La pragrnática se basa et los speech acts, actos de habla, y no en Ia lengua. Parece, pues una incongruencia habla¡ de pragmática en la labor del traductor. Pero no hay que olvidar que es la intencionalidad con que se realizan lingülsticamente esos

actos de habla lo que proporciona el punto de partida de las investigaciones pragmáticas. Y eso intecionalidad no deja de existir, ni rnucho menos, si consideramos ciertas traducciones y sus originales (sobre todo los textos informativos en los modernos medios de comunicación) como actos de habla, situaciones comunicativas diferidas con su correspondiente carga de contenidos pragmáticos. Bueno se juzga traer el tema de Ia intencionalidad y de su evaluación aquí en un intenegno de nuestra cultura y sociedad donde el pensamiento débil (todo es relativo,

dándole la vuelta a la teoría de similar denominación, o todo es posible que sea aceptado o comprendido y, más transcendentemente, integrado y diluido en las componendas de todo tipo que le son previas) o pensamiento único (existe una sola lógica o manera de entender las cosas, uniforme y estática, con ciertos matices decorativos). En estos términos la tarea del traductor no va más allá de una operación aséptica y sin otros problemas que la búsqueda de equilibrio entre las partes del sistema lingüístico y sus aplicaciones, que proveen de carnpos de estudio a las disciplinas académicas que se dedican a su análisis y reflexión. Incluso ciertas perspectivas antropolingüísticas y etnolingüísticas no aportan sino notas de color ala traductología pero no alteran los topoi (lugares comunes) de una comprensión global de lo que significa traducir. Al hacerlo, el traductor crea ideología. Se conviefte en ideólogo. En él está la posibilidad de consevar la dialéctica real que se produce entre el texto y su lector, de trastocarla o eliminarla casi por completo. Poseer una idea aproximativa del contenido del texto que va a traduci¡ no cualifica al traductor para saber, en principio, cuál es Ia perspectiva que el autor del texto inhoduce en su enunciado ni tampoco cual debe ser el sesgo que deberá tomar la traducción. Es en interrelaeión con el texto cuando habrá de ir seleccionando decisiones que contribuirán a configurar la fisonomía y semántica de su versión. EI proceso de toma de decisiones transcune a lo largo de tres momentos. En primer lugar, ante e[ texto por traducir habrá que adoptar un actitud. Ello supone la evaluación y asignación de valores al texto y, por extensión, al autor. Los valores pertenecen a tres clases: explícitos, implícitos y supuestos. Los explícitos se hallan en el estilo y la estructura que presenta el discurso, su mayor o menof grado de especialización o de diwlgación, la opornrnidad o no de ese grado. Los implícitos provienen delcariz que sustenta la orientación particular del terna que ofrece el autor. Los valores supuestos arrancan de la reconstrucción en el traductor de la relación del autor con su texto y de éste con el traductor. En principio, el traductor no tiene por qué estar interesado por el tema ni por su tratamiento. Pero en el transcurso de su

trabajo, inevitablemente (como también ocurre en Ia vida real con el

rnás

insignificante suceso), elegirá su posición con respecto al texto. Estará de acuerdo o se opondrá, en todo o en parte. De ahl surge otra serie de decisiones: ser o no fiel al espíritu global del texto, orientarlo hacia las posturas del traductor o acentuar los rasgos concordantes o los discordantes entre texto y traductor, texto y lector,..

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CAPITULO

I

TEORIA DE LA TRADUCCION

En el paso siguiente, corolario irnprescindible del precedente, se reformula el texto en su traducción, y se toma conciencia de [a clase de lector que accederá a é1.

Habrá de conf,rgurar un retrato-robot del lector: culto o no, en qué proporción, interesado o no por el tema, especialista o lego y así hasta que se consideren suficientes las características. Esta prefiguración del lector no permanece constante a través de la duración de la traducción, sino que cambia y se desliza hacia un lado u otro, en largas o breves digresiones. En razón de este lector o grupo de lectores, el traductor realizará su elección de equivalencias entre las dos lenguas de su discurso.

Las equivalencias elegidas repercutirán en [a reducción

o ampliación de los

planteamientos del texto de partida en e[ texto de llegada y podrán contener propuestas de innovación o reestructuración en los conocimientos y actitudes de la lengua terminal. Guardar un equilibrio entre estas fuerzas que actúan sobre el traductor se revela un principio inamovible. Una traducción que insista en perseguir y encontrar equivalentes con la misma carga pragmática en las dos lenguas muy probablemente estará cayendo en un peligroso reduccionismo del original que contribuirá a fundar en el lector de su versión una idea relativista del pensamiento y la civilización, no permitiéndole ver la riqueza, aún en la oposición, de respuestas a

la realidad existencial del hombre. Si se cree suficiente en la

traducción el

intercambio de componentes pragmáticos entre dos lenguas, se corre el riesgo de impedir la percepción nítida de los rasgos ideológicos y de la escala de valores presentes en los hablantes de una lengua. Su transposición a la segunda lengua en forma errónea, dará lugar a malos entendidos, de los que el árabe, en su traducción a lenguas occidentales está repleto y cuyo alcance deformador conserva sus efectos aún ahora. Uno de ellos podría ser la traducción de la expresión árabe rahimahu Allah

que podría traducirse por un equivalente pragmático español en la fórmula acostumbrada de . Si intercambiamos estos enunciados, habremos curnplido sólo con parte de su traducción, pues el lector español, generalmente de formación cristiana o inmerso en un ambiénte social con tintes cristianos, entenderá que el Islam propone unos planteamientos escatológicos idénticos a los del cristianismo. Y si es así en ciertos elementos generales, no lo es, por ejernplo, en las ideas islár¡icas con respecto al trance en que se halla el alma individual desde [a muerte personal hasta el Juicio Final. Así, mientras la expresión española (cristiana) se refiere a la situación del alma tras el hipotético Juicio Final (aunque esto constituye la doctrina ofrcial de [a lglesia, pero no la creencia común entre los cristianos, que apenas creen en la existencia de un Juicio Final y no tienen muy claro la forma de vida que pudiera existir tras la muerte), la construcción árabe (islárnica) se emite corro un deseo con respecto al estado del difunto inmediatamente posterior a su óbito y durante todo el tiempo que durará su espera del Ajuste de Cuentas con Dios, momento en el cual no sirve (según Ia doctrina islámica y la idea de sus creyentes) ninguna intercesión. Bien es verdad que permutar rahimahu Allah por termina siendo rentable en un acto de habla directo, en una interpretación, pues enunciados de este tipo no tienen, por Io general, mayor notoriedad en estas circunstancias. También posee alguna productividad en Ia didáctica de las lenguas y en la traducción de ciertos espacios comerciales e informativos. Pero resulta evidente que no es el caso

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ESTUDIOS SOBRE TRADUCCIÓN E ÍNTERPRETACIÓN

de la traducción intercultural. Es miís, tanto en la docencia de la lengua como en la de su traducción es preciso introducir al alumno (o al lector) en la rejilla de conexiones semánticas (que no son los campos semánticos en sÍ, sino su distribución entre sí) que representa el imaginario lingüístico-existencial de un grupo de hablantes que son,

siempre, un colectivo cultural y social. Estar pendiente de este equilibrio inestable forma parte del esfuerzo traductor. Quiás esta preocupación por alcanzar a traducir todos los detalles semánticos o pragmáticos empuje a la sobretraducción, pero

constituye

un desafio que hay que saber asumir, habida cuenta de que

la

sobretraducción en ocasiones no puede ser reemplazada y, también, no tiene por qué ser percibida por el lector de la traducción. Un exponente interesante de [o dicho hasta ahora son las traducciones de los sermones de los viernes que se realizan en las mezquitas de los paises occidentales, España entre ellos. En estos sennones se alude,

y

sólo se alude, a una gran cantidad de información conocida por los fieles

arabófonos, irunigrantes adultos en su mayoría, (por ejemplo, la historia personal de los personajes hagiográficos que puedan aparecer en el texto o el lugar exacto de un versículo o un capítulo del Corán que son mencionados). Pero los müsulmanes no arabófonos, cuya formación religiosa suele ser más tenue, requieren en la traducción que esa información aludida, connotada, se haga evidente, denotada. En la misma coyuntura se sitúa el lector no especializado y aún, éste. De todos modos, se prefiere la sobretraducción inserta en el texto con una estilística adecuada que no las incómodas notas a pie de página, a pesar de que éstas son, a veces, irremplazables. El tercer momento es de naturaleza continua y enwelve a los dos anteriores. Se encuentra defrnido por el perfil profesional y [a educación cultural y espíritu crítico (en su sentido de opinión documentada) particular del traductor. Su condición de free-lance. de traductor jurado, de traductor oficial de una institución o empresa, etc.,matizará su diálogo, su monólogo extra se e intra se, por medio del espejo del texto y dirigirá, en cierta manera, su cercanía o distancia con éste, su voluntad más fuerte o más débil, de involucrarse en el texto. Del mismo modo, influirá en ello su nivel socioeconómico, su necesidad profesional de traducir o no, su satisfacción o no con el Sistema, ... En definitiva, su situación en el esquema vertical de la sociedad (que se asemeja o difiere de la del autor del texto, pero éste no es el tema aquí) lo que le añade una nueva dimensión ideológica, de arriba abajo o viceversa, a su primera condición de ideólogo horizontal entre dos lenguas y, por ello, dos formas de entender la vida. En el campo de las traducciones del árabe son sintomáticos dos prototipos en los que inciden, en ciertos modos, estas consideraciones: Emilio Garcla Gómez y Miguel Asín Palacios. El primero, arabista y diplomático, es un ejemplo del taductor-poeta. El segundo, sacerdote y arabista, es un modelo del traductor-místico. Del primero se dice, muy acertadamente, que cuando traducía la poesía arabigoandalusi, u otra en iirabe, se imbuÍa de su espÍritu y connotaciones, no de su letra y sus concreciones. Todavía no ha sido superado en sus taducciones. Como dice el refrán árabe eraadibb qabla jatib (literato antes que orador, en elsentido de que la calidad de sus producciones se origina en su sensibilidad artística antes que en sus dotes de comunicación oral, en su retórica antes que en su oratoria). En cuanto al maestro Asín sus vivencias personales le llevaron a una elección de temas y autores, lo mismo que a una concepción de traducción, a una traductologfa propia. En su libro

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CAPÍTULo I. TEoRÍA DE LA TRADUCCIÓN

el Islam cristianizado utiliza la obra de varios sufíes, es especial de Ibn 'Arabi, para, después de partir de su teoría de los orígenes cristiano-orientales del sufismo islárnico, conceder a los escritos de los
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