El papel de América Latina

August 19, 2017 | Autor: R. Olmedo Neri | Categoría: Sociology, Latin American Studies, Globalización
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Descripción

Nombre: Raul Anthony Olmedo Neri Universidad/ Institución: Universidad Autónoma Chapingo (México) Correo: [email protected] Tema: Los procesos neo-desarrollistas en América Latina Título: “El papel de Latinoamérica”

No puedo hablar sino de los que sé Rosario Castellanos

Introducción. La situación en la que se encuentra Latinoamérica es crucial en estos momentos. Bajo el sistema de la globalización que se nos presenta como una manera de integrar al continente y consolidar la economía mundial, se enarbolan a la vez una serie de relaciones sociales, políticas y culturales que permean en todos los territorios pretendiendo resarcir las crecientes desigualdades que hay en los mismos. Bien, ante un proceso que pareciera ser obligado para “insertarse”, surgen nuevos movimientos y prácticas que refutan esta idea y proponen un nuevo camino para el desarrollo y crecimiento de los países y sus habitantes. Así el presente trabajo está enfocado en analizar las nuevas relaciones sociales que se consolidan y refuerzan con el fin de convertirse en una región “desarrollada”, especialmente aquéllas referentes a la sociedad y el Estado, la relación sociedad-naturaleza y la sociedadeconomía. Esto con el fin de poder reafirmar la idea que este tipo de inserción no es la que Latinoamérica requiere, porque los costos para dicha inserción son altos. Una vez analizado estas relaciones, daremos un panorama sobre los nuevos movimientos organizacionales y económicos que pugnan por un cambio sistémico como lo es el movimiento cooperativista y las escuelas campesinas; ambos inmersos en una lógica diferente tanto en lo económico (el movimiento cooperativista) como en los social (educación) para generar espacios de desarrollo social y crecimiento económico que mejoren la calidad de los habitantes como de su entorno.

Una vista a la globalización y el papel latinoamericano. Desde nuestra historia como continente integrado a Occidente podemos notar que el papel que se nos ha dado siempre ha sido secundario; primero como colonias y ahora que somos independientes nos encontramos como los productores de materias primas que se industrializan para que las compremos. Bajo el viejo sistema (como el propio capitalismo) con nombre nuevo (globalización) hemos tenido un papel más que secundario; ahora somos el lugar donde existen las desigualdades más contrastantes del mundo, donde ricos cada vez mandan a construir cercas más grandes para evitar que los pobres intenten “hacerles daño”, es decir, Latinoamérica se ha vuelto (más bien la han vuelto) la zona dual, ricos y pobres, campesinos y agricultores, empresarios y proletariado… en fin, un lugar donde las dos caras de la vida se presentan, viven e incluso se complementan. “La globalización es el argumento neoliberal que trata de justificar la inevitabilidad de someter el desarrollo de los países a los dictados del mercado, bajo el supuesto de la igualdad de oportunidades para todos” (Romero, 2002, pág. 73), es decir, bajo el supuesto de la igualdad de oportunidades los países en vías de desarrollo se ven en la necesidad de adaptarse a la globalización para después ser insertados en ésta1. Esta inserción tiene que ser guiada por las medidas del neoliberalismo y la puesta en práctica de nuevas relaciones sociales, de producción, culturales, ambientales y sobre todo políticas que implantan, producen y reproducen un nuevo statu quo. La globalización como argumento también pretende homogeneizar aspectos culturales por un lado, y otros que le son inservibles por ser “diferentes de las racionales, modernas, productivas, que interesan a la empresa, al capital” (Ianni, 1997, pág. 30) no es de sorprendernos que bajo el concepto de desarrollo se encuentre revestida la forma nueva de acumulación por desposesión que en la actualidad ha sido ejecutada por las empresas trasnacionales en mayor medida sobre los grupos indígenas, privándolos de territorios sagrados desde su cosmovisión.

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Hacemos énfasis en la globalización como un proceso y como un sistema; es proceso en la medida en que los países ponen las condiciones sociales, políticas y económicas ad hoc para que ésta se inserte, y es sistema porque una vez insertada la globalización en los países, éstos pasan a jugar un papel dentro del sistema mundial.

Siguiendo la idea de la globalización como argumento, nos encontramos con una falta crítica por parte de los promotores de ésta cuando hablan de desarrollo y crecimiento; para ellos estos dos términos son sinónimos, no encuentran diferencia. Sin embargo, hay cambios esenciales en las definiciones de los mismos, por ello “cuando algo crece se hace cuantitativamente más grande; cuando se desarrolla, se hace cualitativamente mejor o, al menos, diferente” (Meadows, 1992, pág. 21) y aunque el desarrollo y crecimiento deben ir de la mano para poder generar mejores condiciones para los habitantes de una zona determinada, es cierto también que se ha dado más importancia al crecimiento específicamente económico que, con cifras macroeconómicas sólo generan una estabilidad política entre las élites y la sociedad. Y es que dentro de las relaciones nuevas se encuentra inevitablemente la desigualdad tanto interna y externa. Para refutar la idea de la estabilidad macroeconómica basta con mencionar la creciente desigualdad de riqueza en el mundo “Apenas el 22% de la riqueza global pertenece a los llamados países en vías de desarrollo, que comprenden al 80% de la población mundial” (Bauman, 2010, pág. 95). No es de sorprendernos entonces que las desigualdades no sólo se inserten dentro de las sociedades, sino también entre ellas. Las nuevas relaciones: sociedad-Estado

En la Historia latinoamericana, la formación de los Estados naciones independientes estuvo permeada por relaciones clientelares, corporativistas y asistencialistas que no dejaron crear y consolidar una sociedad civil fuerte que se confrontara con los intereses de las élites dominantes. Ya desde la colonia las relaciones sociales que se hacían presente allí denotaban una clara obstaculización de una sociedad con poder; para eso estaba la corona española. Fue hasta que hubo un vacío de poder en ella, cuando las diferentes colonias hicieron suyo el poder y lo utilizaron para independizarse. Una vez independientes, las clases que pugnaron por un cambio se vieron carentes de un discurso, por ello trasladaron el discurso norteamericano para poder legitimarse. Formalmente, la independencia condujo a la formación de nuevas repúblicas, en las que se abolió la esclavitud y la servidumbre y se estableció la igualdad entre los ciudadanos. No obstante, estas transformaciones permanecieron, en lo fundamental en el papel. Ni las nuevas repúblicas eran repúblicas, ni los ciudadanos lograron alcanzar por decreto el umbral de la ciudadanía necesario para ejercer sus derechos (Sobrado & Rojas Herrera, 2004, pág. 26)

Menciona Ianni “la larga tradición de debilidad de la sociedad civil coincide sin duda con la larga tradición del Estado fuerte” (Ianni, 1997, pág. 32) porque mientras que la sociedad civil se enfrascaba en los sectores laboral, campesino y popular de una forma dividida, el Estado se consolidaba a través de la democratización de los procesos legales y legitimadores, que por mucho tiempo sólo estaban en el papel y en la realidad actuaron mediante revoluciones democrático-burguesas, dictaduras militares, guerras civiles y golpes de Estado a lo largo y ancho del continente. En este proceso de globalización es necesario un Estado neoliberal que “debe limitar sus actividades a la mínima funcionalidad administrativa, por lo que debe abstenerse de intervenir en las actividades sociales y personales, particularmente en las económicas” (Peña & Pérez, 2009, pág. 103), es decir, debe inhibir sus actividades genéricas para dar paso a la construcción de un Estado universal, un ente que lo ve todo y lo castiga. Ya no es la mano invisible que se figuraba con Smith, ahora es un Estado hegemónico que vigila y castiga a las minorías que exigen un cambio. Ante esta nueva relación sociedad-Estado es menester de manera insoslayable que se creen nuevas redes y espacios de decisión popular que genere capital social y humano que permitan la consolidación de una ciudadanía que pueda hacerle frente a un Estado en decadencia y sin embargo, autoritario. Por capital social entendemos “la autoorganización solidaria generadora de redes de confianza y de reciprocidad entre las personas, los grupos y las comunidades” (Sobrado & Rojas Herrera, 2004, pág. 100), este capital se desarrolla en los colectivos y tiende a estar en constante ejecución debido a que es muy fácil de minimizar con relaciones sociales que ya hemos mencionado antes y que obstaculizan la participación ciudadana. Así, ante un Estado cada vez más ajeno a las necesidades de la mayoría, es necesario que se creen nuevos espacios de poder ciudadano que permitan hacer contrapeso a las agraviantes que se cometen en nombre del desarrollo, el progreso y la modernidad. Con esto se (re)creará un Estado eficaz, entendido éste como uno que pueda “garantizar la seguridad y el imperio de la ley, diseñar e implementar una estrategia eficaz para asegurar un crecimiento económico inclusivo y que son responsables y tienen capacidad para garantizar los derechos de sus ciudadanos” (Green, 2008, pág. 21).

Sociedad-naturaleza De acuerdo a la característica principal de la globalización, las empresas trasnacionales se han encargado de colocarse en los entornos sociales, ambientales y naturales idóneos para su desempeño, sin embargo en Latinoamérica se ha dado paso a la concesión de zonas naturales que han sido devastadas. Sólo por mencionar los crecientes proyectos de empresas mineras canadienses en México, los proyectos de distribución y privatización de agua en Bolivia y la creciente deforestación de la selva Amazona para incrementar el suelo de uso agrícola o pecuario en parte de Brasil. Todos y cada uno de estos procesos empresariales se fundamentan en la generación de empleo, incremento de productividad y ayuda a las zonas rurales o urbanas aledañas a las sedes de producción o extracción. Y es que lo importante es identificar el fin y no el medio; “no es la acción humana en general la que necesariamente conduce a este ecocidio; es la orientación y canalización unilateral de la acción humana por el cálculo individualista de utilidad (el interés propio), por la maximización de las ganancias en los mercados, y por la obtención de las mayores tasas de crecimiento posibles, lo que está ahora en entredicho” (Hinkelammert & Mora Jiménez, 2013, pág. 296). Y aunque se ha hablado en diferentes trabajos sobre el problema de la contaminación y las formas de disminuirlo, queda claro que no se puede hacer eso en la medida que el mismo sistema saque más de lo que regresa. Es decir, los ciclos biológicos son más lentos que los ciclos del capital (capital dinerario, productivo y mercantil) por lo que la desigualdad en los ciclos implica un superávit en la producción y un déficit en la reincorporación de elementos bióticos y abióticos al ambiente. “De ahí la necesidad de un desarrollo económico que sea convergente con dicha recuperación y que sea el inicio de la generación de auténticos campos de sustentabilidad, siempre en el marco de las restricciones que impone la naturaleza y sus ciclos a los ciclos que rige las actividades humanas” (Torres Carral, 2012, pág. 42). Y por nuevos campos de sustentabilidad es una nueva relación entre la sociedad y la naturaleza y no una sustentabilidad del sistema económico. Porque las nuevas innovaciones tecnológicas y el cambio en enfoques como la biotecnología, el biopoder, las energías alternativas y los recientes procesos de certificación de los productos primarios como alimentos y carne no sólo generan nuevas formas de mercantilizar y de introducir en nuevos campos al capital,

sino que generan y refutan sus propio principios. Ejemplifico. En los últimos años se ha dado una larga promoción a los cultivos agrícolas que por sus características fisiológicas son adecuadas para ser utilizados con fines de generación de biodiesel como lo es la Palma africana, sin embargo, los costos ambientales y económicos que son necesarios para plantar una hectárea de este cultivo son altos; implica una extracción de nutrientes del suelo que de no utilizar fertilizantes constantemente, después de la vida útil del cultivo (20 años), se dará una esterilización de la zona afectada. Esto sin implicar que de por sí el sistema de monocultivo resulta perturbador del ecosistema2. Aunado a esto, la inversión inicial para un pequeño productor resulta excesiva a menos que tenga apoyo financiero por parte del Estado o empresas. A esto último es como se ha generado la renta de la tierra a los ejidatarios y comuneros de zonas rurales para implantación de proyectos de energía alternativa que generan un proceso de contaminación en los mismos lugares: ya sean generadores de energía eólica, de extracción de minerales por empresas privadas, la producción de cultivos de biodiesel o la producción bajo el monocultivo de semillas transgénicas, todos ellos perturban las zonas ambientales y generan conflictos sociales3. Y es que las certificadoras de producción sustentable se han convertido en una forma de adquirir dinero en los procesos de producción. Claramente se vislumbra que el propio consumismo y los problemas en salud por las “revoluciones verdes” de antaño, han generado consciencia en los habitantes de los países desarrollados. Sin embargo, los problemas económicos y la contaminación se queda en los que la producen; mano de obra barata que excede el propio mercado y por lo cual disminuye su propio valor. Ahora la certificación es el nuevo generador de valor en el sistema de producción. Finalmente mencionaremos que la situación actual se solucionará sólo en la medida del cambio entre la relación sociedadnaturaleza y entre el hombre y su homólogo, hablamos de la relación tripartita hombre2

Visto como la zona geográfica donde existen relaciones interdependientes entre los elementos abióticos y bióticos. 3 En el caso de los cultivos transgénicos, podemos mencionar el caso de la Península de Yucatán en México, donde la siembra de soya transgénica ha traído problemas a los productores de miel debido a que la calidad de ésta última se ve afectada por la polinización que hacen las abejas en estos cultivos. Así se manifiestan las contradicciones de la propia producción capitalista ya que por hacer eficientes y reducir los costos en combustibles, la calidad de la producción que el propio mundo desarrollado ha impuesto se ve afectado dejando los problemas económicos y ambientales a los productores tercermundistas.

naturaleza-hombre que mencionamos en una publicación; “esta relación supone una nueva forma de producción y apropiación de los medios de producción; una nueva forma de ver al mundo y de vernos a nosotros mismos” (Olmedo Neri, 2014, pág. 104) Sociedad-economía. Tanto en la globalización, que es una fase nueva en la forma de acumulación y de creación de nuevas relaciones en los medios de producción, como en el propio capitalismo se necesita que existan pobres para que haya ricos. La pobreza y la riqueza van unidas por la explotación del capital sobre el trabajo. En el primer apartado hablamos de crear nuevos espacios de resistencia ante el poder de un Estado controlado por la élite cada vez más ajena a los problemas de las naciones, sin embargo para dar paso a eso debemos ante todo definir el poder que los ciudadanos requieren ya que “poder no sólo se refiere a sentirse apoderado/a, sino que se refiere a propiedad y control genuinos, empezando con asuntos económicos y políticos” (Sobrado & Carmen, Un futuro para los excluidos, 2002, pág. 39). De allí que una tarea que debemos atender es cómo la sociedad podrá crear espacios que puedan insertarse en la economía a un nivel que pueda hacer contrapeso a la homogeneización de las políticas económicas dictadas por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el caso particular de Latinoamérica, la Organización Mundial del Comercio (OMC). En esta economía mundial las externalidades dejan de ser una merma y en cambio pasan a ser una forma más de acumulación. “Las externalidades de la teoría económica clásica no pueden tratarse como simples efectos externos, sino que muchas veces son la clave para la comprensión de los fenómenos que se analizan” (Hinkelammert & Mora Jiménez, 2013, pág. 35). No es solamente “interiorizar” las externalidades mediante la colocación de una multa o una cantidad de dinero que cubra los daños realizados o, como en el caso de los procesos de producción, que sea más eficiente su uso, sino que es necesario ir más allá de la óptica del capital en la que se encuentran estas empresas. La idea de una economía mundial va de la mano con la creación de un Estado único que está en constante vigilancia sobre lo que acontece en las regiones bajo su control; se da como menciona Bauman un paso al sinóptico que “no necesita aplicar la coerción: seduce a las

personas para que se conviertan en observadores” (Bauman, 2010, pág. 71). Así para que la economía fluya es necesario que ésta sea custodiada ya no por unte hegemónico, sino por los propios habitantes. Las nuevas formas de desarrollo y crecimiento: el cooperativismo y las escuelas campesinas Hemos visto que las diferentes relaciones que construye la sociedad en la globalización llevan a Latinoamérica a ser cada vez menos de lo que ya es. Ante este proceso surgen nuevas formas organizaciones y de inserción social, política y económica que permiten crear nuevos espacios de poder y construcción social que pugnan por una calidad de vida entre la población actuante. Bien hemos mencionado la dualidad a la que se somete nuestro continente; Para vencer el desempleo y la pobreza la solución invariable está en la organización de los propios desempleados y de los pobres en Empresas Comunitarias o Cooperativas de Participación social generadora de puestos de trabajo e ingresos necesarios para un nivel de vida digno (Santos de Morais, 2002, pág. 18)

Ya mencionamos también el papel de nuevos espacios, pues éstos serán en gran medida aquellos en donde el capital no ha podido adentrarse del todo. Hablamos de crear economías regionales basadas en el cooperativismo y la economía social y solidaria que permitan generar el capital social necesario para hacer contrapeso en la línea económica, política e ideológica a la globalización. El cooperativismo surge, según los teóricos del tema, en 1884 en Manchester Inglaterra, cuando un grupo de 28 trabajadores de una fábrica textil crean la Cooperativa de Rochdale. Es en ésta donde se crean nuevas formas de relación social, nuevos objetivos y metas; el cooperativismo como movimiento ha postulado principios básicos que toda cooperativa debe seguir para poder crear y consolidar una base social y un cambio real. 

Libre adhesión



Democracia



Participación económica



Autonomía



Solidaridad y responsabilidad



Educación cooperativa constante



Compromiso con la comunidad

Fuentes: Elaboración propia con base en (Moura, 1946, pág. 16). Traducción propia

Aunque estos puntos parecieran ser fáciles de seguir, la realidad es que este movimiento precisa de un cambio ideológico sobre las personas que intentan crear una cooperativa. No sólo es crear una cooperativa e insertarse en la economía como una empresa con diferente razón social y con el mismo fin que una empresa privada trasnacional. Estos principios se basan en la idea de generar una nueva forma de relacionarnos entre los socios, los individuos y el entorno (naturaleza); abordaremos los principios que sirven para el presente trabajo, sin embargo se puede indagar más en el tema ya que la literatura sobre éste es abundante. Por democracia se entiende la premisa “un socio, un voto”, las relaciones clientelares dentro de la cooperativa se refutan en la medida en que ésta no se funda en un sistema jerárquico estático, sino por uno dinámico en donde la rotación de cargos en la misma cambia para ayudar a que todos sepan hacerlo. Su resultado es que en las cooperativas no existe el dilema patrón-trabajador ya que es una empresa de todos; nadie tiene el control de los medios de producción, al contrario, se da una socialización de los mismos. En el caso de la libre adhesión podemos decir que es un movimiento inclusivo, no priorizan clase, etnia, religión, sexo o edad, simplemente debe existir un fin común que los obligue a unirse. Ésa es la diferencia entre cooperar y ser solidario, la primera es aquella en donde los sujetos que viven una misma realidad tienen un objetivo en común y se asocian para poder cumplirlo; la solidaridad en cambio, es una ayuda que se proporciona sin necesariamente tener el mismo objetivo a cumplir. Y con el tema de la educación cooperativa podemos unir un ejemplo que a pesar de ser diferente al del cooperativismo, tiene un objetivo similar: las escuelas campesinas. Antes de pasar a este tema, sólo mencionaremos que la educación cooperativa se vuelve necesaria e importante, ya que una cooperativa es un proyecto de vida y la constante reafirmación de los principios tanto en los socios como en las nuevas generaciones hace posible que el relevo generacional se dé de una manera armónica y no sucumba ante los procesos individualistas y mercantiles de la economía mundial. Abordando el tema de las escuelas campesinas, decimos que esta propuesta educativa, productiva y social se introduce en las zonas rurales donde las condiciones productivas y

sociales son, en pleno siglo XXI, precarias. Bajo la meta del desarrollo regional, las escuelas campesinas pugnan por una educación que permita aprovechar de una manera responsable los recursos a su alrededor para potenciar la producción e así mejoras las condiciones de vida de los involucrados. En este marco sólo mencionaremos que la situación educativa en Latinoamérica es precaria y de corte instrumental debido a que no ha podido cumplir las expectativas sociales que la soportan4. Las escuelas campesinas así “son espacios e capacitación y formación, informales, donde los campesinos intercambian saberes, conocimientos y experiencias generadas a través de su forma de vida y su relación con la naturaleza” (Mata García, 2010, pág. 23). Es decir, se parte de una educación dialógica que permite que la relación profesor-alumnos se transforme a alumno-alumno y que permita la una retroalimentación tanto del emisor como del receptor; aquí existe comunicación. Como se mencionó, su corte productivista tiene el propósito de generar nuevas formas de relación con la naturaleza. Realizar prácticas agroecológicas que incrementen la producción y traten en la medida de lo posible la minimización de la misma en el ambiente hace que su valor agregado incremente. No obstante este sistema aún precisa de modificaciones sobre los objetivos ya que a pesar de cumplir con las expectativas, es necesario hablar de una (re)educación que enarbole nuevas relaciones entre los habitantes y sobre todo en las nuevas generaciones. De cualquier modo, lo que este tipo de acciones colectivas “lo que se intenta es la búsqueda de lograr un sistema en equilibrio que propague un modelo de vida más justo y armónico” (Muñoz Sánchez, 2013, pág. 17). Así tanto las escuelas campesinas como el cooperativismo se convierten en dos movimientos que pregonan una búsqueda de nuevos alcances para la realidad que se nos presenta y reafirmar que existe una vía alterna y que sólo nuestra acción y unión hace la diferencia. Conclusión.

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Las bases de la construcción educativa en nuestro continente se han vuelto obsoletas. La idea de antaño que daba la afirmación que a mayor educación mayor y mejor empleo se ha colapsado. Ahora tener un doctorado no te asegura obtener un trabajo digno y mucho menos estable. Es más fácil que la mano de obra semicalificada pueda encontrar un trabajo mejor remunerado. En muchos puestos de trabajo resuena la sentencia “lo sentimos, pero usted está sobrecalificado para este trabajo”. Así las contradicciones de progreso que se pregona en el discurso chocan con las necesidades prácticas del propio sistema.

A lo largo del presente trabajo realizamos un análisis en el que revisamos las diferentes relaciones sociales que se enarbolan en el marco del desarrollo y crecimiento de las naciones dentro de la globalización. Vimos el papel que juega Latinoamérica y las implicaciones que tienen las adaptaciones en nuestros territorios, sin embargo, aún en la adversidad se construyen alternativas de desarrollo y crecimiento que abren camino a una nueva definición de bienestar. Ya no se basa en el consumismo ni en la búsqueda de la felicidad en lo material, se busca una nueva relación entre nosotros y la naturaleza. No buscamos ser desarrollados, ya que no hay un punto final, siempre está en constante producción y reproducción; sí buscamos un bienestar común, no individual; una inclusión, no exclusión; una vida digna, no la muerte a largo plazo. Sólo hasta que la sociedad civil consolide éstos y otros espacios de poder y decisión, será posible pensar en un nuevo desarrollo y crecimiento. Un vivir bonito, como lo asegura el Sumaq Kawsay.

Bibliografía Bauman, Z. (2010). La globalización. Consecuencias humanas. México: FCE.

Green, D. (2008). De la pobreza al poder. Cómo pueden cambiar el mundo cuidadanos activos y Estados eficaces. Madrid: Oxfam Internacional. Hinkelammert, F., & Mora Jiménez, H. (2013). Hacia una economía para la vida. San José de Costa Rica: EUNA. Ianni, O. (1997). El laberinto latinoamericano. México: FCPyS-UNAM. Mata García, B. (2010). Escuelas campesinas: Compartiendo Agri-Culturas en la región del Totonacapan. Texcoco: UACh. Meadows, D. H. (1992). Más allá de los límites del crecimiento. Madrid: El país Aguilar. Moura, V. (1946). Diretrizes cooperativistas. Sao Paulo: Editora Brasiliense Limitada. Muñoz Sánchez, P. (2013). Las escuelas campesinas: aprendizajes hacia la soberanía alimentaria, la susetabilidad y el bien común. En L. Morett, & e. al, Perspecivas de las escuelas campesinas en México (págs. 11-21). Tlacopayan: UACh. Olmedo Neri, R. A. (2014). Sustentabilidad o desarrollo compatible. Las implicaciones en la relación campo-ciudad. Asuntos, 97-106. Peña, R., & Pérez, B. (2009). Globalización y Estado. En A. Ramos, & e. al, Senderos y aventuras del conocimiento social interdisciplinario (págs. 101-109). México: UNAM. Romero, A. (2002). Globalización y poder. Pasto: Universidad de Nariño.

Santos de Morais, C. (2002). Geopolítica y geoeconomía mundiales en tres escenarios de la globalización. Textual, 1-20. Sobrado, M., & Carmen, R. (2002). Un futuro para los excluidos. San José de Costa Rica: EUNA. Sobrado, M., & Rojas Herrera, J. J. (2004). América Latina: crisis del estado clientelista y la construcción de Repúblicas ciudadanas. México: Cámara de diputados LIX Legislatura. Torres Carral, G. (2012). Desarrollo compatible: nueva ruralidad y nueva urbanidad. México: UACh.

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