El Paleolítico superior en el País Valenciano. Novedades y perspectivas.

August 12, 2017 | Autor: P. Guillem Calatayud | Categoría: Paleobiology, Paleoenvironment, Paleoecology, Paleolítico
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

Barcelona 2010: 85-113 ISBN: 84-923961-7-2

El Paleolítico superior en el País Valenciano. Novedades y perspectivas1 The Upper Palaeolithic in the Valencian Country. Progress and Prospects V. Villaverde*, ****, D. Román*, R. Martínez**, E. Badal*, M. M. Bergadà***, P. M. Guillem**, M. Pérez* y C. Tormo*

Al Profesor F. Javier Fortea, con admiración por su investigación en el Paleolítico superior del Mediterráneo peninsular ibérico.

RESUMEN Se presenta una síntesis de los datos industriales, paleoeconómicos y paleoambientales obtenidos en las excavaciones recientes en la Cova de les Cendres de los niveles del Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense superior. Así mismo se realiza un análisis de las novedades sobre el Epimagdaleniense en el norte del País Valenciano y se discuten las novedades del arte parietal a través de los hallazgos efectuados en la Cova de les Meravelles y el núcleo artístico finipaleolítico de Castellón. Finalmente, se valoran los datos paleoambientales de esos mismos periodos industriales. Palabras clave: Paleolítico superior, arte paleolítico, Cuaternario. ABSTRACT This paper provides an overview of the industrial, palaeoeconomic, and palaeoenvironmental data resulting from the recent excavations of the Gravettian, Solutrean and Magdalenian archaeological deposits of Cendres cave. Furthermore, the recent advances towards the definition of the Epimagdalenian in the North of the Valencian country, and the new insights in rock art research following the discoveries of Meravelles cave and the Final Palaeolithic engravings from Castellón are also discussed. Finally, the palaeoenvironmental data of these periods are reassessed. Key words: Upper Palaeolithic, Palaeolithic rock art, Quaternary.

1. Este trabajo se ha beneficiado de la ayuda concedida por el MICINN en el Plan Nacional de I+D+I al proyecto FFI200801200/FISO, titulado El final del Paleolítico medio y el Paleolítico superior en la región central del Mediterráneo ibérico. Así como de las subvenciones para el programa de excavaciones anuales en la Cova de les Cendres recibidas de la Conselleria de Cultura i Esport de la Generalitat Valenciana. * Departament de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València. Av. Blasco Ibañez 28, 46010 Valencia, España. ** Área de Arqueología y Paleontología- Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Generalitat Valenciana. C/ Pintor Genaro Lahuerta 25. 46010 Valencia. *** SERP. Departament de Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia. Universitat de Barcelona. C/ Montalegre 6-8, 08001 Barcelona (Spain). **** Corresponding author: [email protected]

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Las valoraciones sobre la secuencia del Paleolítico superior que en este trabajo se ofrecen se nutren, en lo fundamental, de los datos obtenidos en las excavaciones en la Cova de les Cendres a lo largo del último decenio. Los avances publicados en relación con alguno de los períodos documentados en este yacimiento nos llevan a centrar ahora la atención en aquellos niveles que no han sido objeto de un tratamiento similar. En lo esencial, el Solutrense y el Magdaleniense superior. De igual manera, se incorporan los resultados del estudio de algunos yacimientos de la zona septentrional valenciana, cuyo análisis está integrado en la tesis doctoral de uno de nosotros (D.R) y que permiten abordar la discusión de las industrias holocenas de tradición magdaleniense. Así mismo, se incluyen algunas valoraciones de la secuencia artística regional, en este caso a través del estudio de los grabados parietales de la Cova de les Meravelles y los hallazgos de arte parietal de estilo finipaleolítico de la zona septentrional valenciana (V. V., R. M. y P. M. G.). Aunque los trabajos de campo en la Cova de les Cendres que van a ser objeto de estudio sobrepasan ligeramente el marco del siglo XXI, una buena parte de la información que presentamos coincide realmente con este periodo. Es el caso de los niveles solutrenses, excavados en el sector B entre 1999 y 2002, o de los niveles del Magdaleniense superior del sector A, excavados entre 2002 y 2008. En la actualidad, la excavación del Magdaleniense superior prosigue en el sector A, cuadros CD/15-16, donde no se ha alcanzado todavía la profundidad a la que se llegó en el resto del sector (cuadros C-D-E/13-14). La superficie total es de unos 10 m2 y los materiales obtenidos en este sector están todavía en proceso de estudio. El Solutrense ha sido excavado en su totalidad en el sector B, y el Gravetiense está en pleno proceso de excavación, con el levantamiento de unos 9 m2 en el sector B. Los trabajos referidos a este último periodo comenzaron el año 2006 y, como seguidamente veremos, están permitiendo precisar la dimensión cronológica del Solutrense. No es, por otra parte, la intención de estas líneas trazar una síntesis del conjunto de la secuencia industrial o del arte paleolítico del ámbito regional centro mediterráneo, iniciativa que ya ha sido abordada en anteriores trabajos, incluso con enfoques que abordan la totalidad de la vertiente mediterránea ibérica (Aura 2001; Aura et al. 2002; Fullola et al. 2005; Fullola et al. 2007; Villaverde 2001, 2005a y b, 2009; Villaverde y Román 2004; Villaverde et al. 2007-2008), sino dar a conocer algunos datos inéditos y reflexionar en

torno a sus implicaciones y las perspectivas que abren para la futura investigación. Finalmente, a los datos industriales se unen algunas precisiones sobre la economía (R. M. V. y M. P. R.) y de aquellas disciplinas que permiten un acercamiento a las condiciones paleoambietales, como la antracología (E. B.), la sedimentología (M. B.) y la microfauna (P. M. G. y C. T.).

1. EL GRAVETIENSE: PRINCIPALES NOVEDADES Quizás la mayor novedad de los últimos años ha sido constatar la antigüedad del Gravetiense regional, en consonancia con las observaciones realizadas en otros ámbitos peninsulares inmediatos (Utrilla et al. 2003; Arribas et al. 2005; Vega y Martí 2006). Por una parte, el nivel XVI de Cendres ha proporcionado tres fechas que nos permiten situar una parte sustancial de la secuencia entre el 24080 ±150 BP y el 25850 ±260 BP (28496-31266 cal BP), por otra, la fecha obtenida en la capa 12 del sector E de Malladetes ha proporcionado un resultado de 25120 ±240 BP (29740-30328 cal BP), en este caso con una industria gravetiense asociada a un occipital infantil que constituye la primera evidencia fósil de los humanos anatómicamente modernos en la vertiente mediterránea ibérica y unos de los pocos fósiles asociados al Gravetiense de Europa occidental (Arsuaga et al. 2002). En cuanto a la caracterización industrial, los niveles XV y XVI de Cendres confirman la importancia del utillaje microlaminar desde las primeras fases del Gravetiense, así como la escasa evolución del Gravetiense mediterráneo, caracterizado, prácticamente de principio a fin de la secuencia, por la presencia de un utillaje de dorso poco variado, compuesto por puntas de la gravette, microgravettes y unas puntas de retoque simple marginal, en su mayor parte limitado al ápice de la pieza, que aprovechan el apuntamiento natural de unos soportes laminares de cierto tamaño, teniendo en cuenta el estándar tipométrico regional. Variante esta última que hemos venido a denominar, de tipo Cendres (Villaverde y Román 2004). La falta de documentación en la vertiente mediterránea de otras facies industriales del Gravetiense que, por el contrario, sí se encuentran en otras regiones inmediatas, aboga en favor de la idea de que el ámbito regional quedó fuera de las pulsaciones que en esas otras zonas se registran y estuvo marcado por la continuidad a partir del inicio mismo del proceso. Esta circunstancia no entra en contradicción, por otra parte, con la existencia de una importante variabi-

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lidad industrial, especialmente si consideramos los valores de los principales grupos tipológicos. Finalmente, se ha llamado la atención en este último decenio sobre la importancia de esta fase para la comprensión del arte paleolítico regional (Fortea 2005; Villaverde 2005a y b; Villaverde et al. 2009). Tanto Parpalló como Malladetes proporcionan piezas de arte mueble figurativo para esta fase, con convenciones que es fácil comparar con las que se documentan también en el Solutrense inicial y medio, lo que facilita la idea de que entre estas etapas existe una marcada continuidad (Villaverde 2005a y b; Villaverde et al. 2009).

2. LOS NIVELES SOLUTRENSES DE CENDRES Y SU APORTACIÓN AL CONOCIMIENTO DEL SOLUTRENSE DE FACIES IBÉRICA

Mal definidos los niveles solutrenses de Cendres en el sondeo de los cuadros A-B/17 (Villaverde et al. 1999), fundamentalmente como consecuencia de la reducida industria lítica recuperada y la ausencia de piezas diagnósticas, su estudio planteó, además, un problema de definición estratigráfica a la hora de diferenciarlo de los niveles gravetienses subyacentes. Los trabajos efectuados en extensión en el sector B han permitido superar parte de estas deficiencias, al proporcionar un conjunto lítico de mayor entidad y precisión tecno-tipológica, coherente con las dataciones existentes, y han confirmado las dificultades de delimitación del contacto entre esta unidad y la subyacente, como consecuencia de los procesos erosivos que, aparentemente, desmantelaron los paquetes del Solutrense inferior y medio. El nivel XIII, de unos 30 cm de potencia, reúne unas condiciones sedimentarias complejas, con una estructura laminada en la que inciden numerosos procesos erosivos, en forma de canales y cubetas, diferencias de potencia e inclinación de los niveles, como consecuencia de la presencia de una colada estalagmítica que se proyecta en la parte sagital izquierda del sector excavado y que provoca un buzamiento de los paquetes contrario a la tendencia general del sector, y un alto índice de bioturbación. Todo ello genera una elevada dificultad para establecer durante el proceso de excavación el detalle de la estratigrafía y, aunque los levantamientos han intentado ajustarse a las pendientes del relleno, lo cierto es que las variaciones laterales son muy importantes y la dificultad de precisar la contemporaneidad de los distintos cuadros del sector es, en nuestra opinión, insuperable. Es por ello que hemos optado por estudiar el paquete de manera unifor-

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me, dividiendo de manera arbitraria el material en dos bloques, superior e inferior, cuyo valor consideramos sólo indicativo de las tendencias evolutivas de la industria y que, en definitiva, confirma la unidad industrial del paquete. Es decir, no atribuimos a esta división valor estratigráfico. Esta limitación condiciona la entidad de los resultados, que van referidos a un paquete de cierta potencia. Prueba de la complejidad de la estratigrafía es el hecho de que en una reducida extensión del sector, los paquetes solutrenses penetran en los gravetienses. A la espera de un estudio más detallado de la industria y el establecimiento de posibles remontajes que nos confirmen la entidad cronológica del conjunto y la existencia o no de mezclas con los niveles superiores e inferiores, limitaremos nuestros comentarios a una caracterización general del nivel. Por otra parte, mientras no realicemos nuevas dataciones que confirmen los resultados obtenidos en el sondeo A-B/17, contiguo al sector B (cuadros A-BC/18-21), contamos con dos fechas para el nivel XIII, una de 18920 ±180 BP y otra de 18750 ±130 BP. Los valores son indicativos de un proceso rápido de acumulación sedimentaria, con resultados que se solapan con una banda de indeterminación de un sigma. Es muy probable que la fecha obtenida en la base del nivel XII, con un resultado de 17230 ±130 BP, corresponda en realidad a esta unidad estratigráfica, lo que supondría un límite superior para esta industria, en consonancia con el margen cronológico que se atribuye al Solutrense evolucionado. El material recuperado supera los 5.200 restos líticos, si bien el número de esquirlas es muy elevado (64,8 %). El detalle del material, con valores que consideramos provisionales hasta que completemos el estudio del sector, se ofrece en la tabla 1.

Tabla 1. Detalle de la industria lítica solutrense Soporte

XIII

% total

Esquirla Lasca Lasca laminar Hoja Hojita Núcleo Golpe de buril Semicresta Semitableta Debris+informe

3.373 1.084 137 213 255 36 27 13 26 41

64,8 20,8 2,6 4,1 4,9 0,7 0,5 0,2 0,5 0,8

Total

5.205

Total producción 1.689

100 32,4

% prod – 64,2 8,1 12,6 15,1 – – – – – – 100

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Aunque las lascas son el soporte dominante, los negativos dorsales predominantemente laminares y el equilibrio entre lascas de plena producción y de inicio de explotación y mantenimiento nos informa que la cadena operativa está destinada a la obtención de soportes laminares. Esta circunstancia no entra, sin embargo, en contradicción con el hecho de que un 45 % de las lascas hayan sido transformadas por el retoque, fundamentalmente para la fabricación de raspadores, buriles y piezas con retoques en uno o los dos bordes. Las lascas laminares alcanzan valores mucho más moderados, inferiores a las hojas, pero su presencia es significativa y probablemente vinculada a una materia prima de reducido tamaño, que condiciona la longitud de los soportes obtenidos. Su transformación por el retoque es elevada, especialmente en la mitad inferior del paquete, donde suponen un 39,4 % de los soportes. El elevado porcentaje de soportes que corresponden a la fase de plena producción (70 %) avala la voluntariedad de la cadena operativa. Los soportes estrictamente laminares alcanzan un valor ligeramente superior al de las lascas laminares, especialmente en la mitad inferior del paquete. La consistencia de la producción laminar, a pesar de que no podamos descartar la existencia de alguna contaminación con la industria laminar del final del Gravetiense en la mitad inferior del paquete, no parece que pueda ponerse en duda y su relación con el utillaje solutrense muy marcada (el 56,4 % de las piezas son laminares y el 87,2 % si contabilizamos también las piezas sobre lasca laminar y hojita, estas últimas puntas escotadas de reducidas dimensiones). La mayoría de las piezas corresponden a la fase de plena producción (en torno al 80 %). Al igual que en los soportes anteriores, los tamaños son reducidos y la selección de soportes alargados corresponde estrechamente con la fabricación de las puntas escotadas. Los soportes microlaminares tienen cuantificaciones muy parecidas a las hojas, y en su mayor parte corresponden a la fase de plena producción (70-80 %). Esta parte de la producción se asocia fundamentalmente con las hojitas retocadas y las puntas escotadas. Los núcleos están bien documentados, con una buena presencia de los realizados sobre nódulo, con predominio de los explotados en una o dos direcciones opuestas. El material retocado asciende a 296 piezas, a las que cabe sumar otras 73 con retoques de uso. El conjunto solutrense incorpora 12 hojas de laurel, que están presentes a lo largo de todo el pa-

quete, 15 puntas escotadas, algunas de ellas rotas, y 7 puntas de cara plana. En total representa un 11,4 % del material retocado. El retoque plano solutrense se limita a 20 piezas, que suponen un 6,4 %. Entre las piezas solutrenses más clásicas cabe destacar la presencia de una punta pedunculada de retoque bifacial, pero que sólo es cubriente en la cara dorsal, quedando la cara de lascado con retoque marginal, salvo en la parte correspondiente al pedúnculo. Esta variante se encuentra bien documentada en Parpalló entre los 4,25 y los 5,25 m, correspondiendo la mayor parte de las piezas al Solutrense evolucionado I o Solutrense superior, pero también existen piezas en los tramos del Solutrense evolucionado II o Solútreo-gravetiense I. Esas mismas piezas aparecen en los niveles II y IV de Ambrosio. El dato es coherente, al menos en lo que se refiere a la secuencia de Parpalló, con la idea de que no estamos en un momento final del Solutrense evolucionado. También resulta pertinente resaltar la existencia de una hoja de sauce y una punta unifacial, similar a las de tipo badegoule, pues en los dos casos apuntan a momentos posteriores al Solutrense medio y resultan coherentes con la cronología del paquete, y una hoja de laurel alargada y estrecha, cuyos bordes presentan una fina denticulación. Las puntas escotadas muestran, por su parte, una variación importante en los tamaños. Elaboradas a partir de soportes laminares de buena calidad, se observa claramente la coexistencia de un formato grande, con longitudes comprendidas entre los 4 y los 6 cm y anchuras entre 1 y 1,2 cm, y otro formato pequeño, cuyos valores se mueven entre los 2 y 3 cm de longitud y 0,6 y 0,8 cm de anchura. En relación a las proporciones de las escotaduras, las de tamaño menor a 1/3 de la longitud son más numerosas, pero a lo largo de todo el paquete están presentes las de escotaduras mayores de 1/3. Todas tienen la escotadura a la derecha y sólo una presenta retoques complementarios inversos en la zona del pedúnculo. Se trata de una pieza localizada en la mitad inferior del paquete, y esta circunstancia vuelve a resultar indicativa de que la industria se relaciona con las fases II o III del Solutrense evolucionado, ya que este tipo de retoque de configuración de la base se concentra en Parpalló en los tramos comprendidos entre los 4 y los 4,5 m. El resto de la industria (tab. 2) se caracteriza por un índice de raspador (15,5) superior al de buril (9,1), una buena proporción de piezas con retoques en uno o los dos bordes (29,4), así como de

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Tabla 2. Principales índices tipológicos del Solutrense en el País Valenciano.

IG IB PD PR 69-71 72 bis astilladas U microl.

Cendres XIII

Beneito B2

Beneito B1

Parpalló 4,75-5,25

15,5 9,1 3,7 29,4 6,4 5,1 10,1 7,4

26,8 15,9 4,3 6,5 2,9 5,8 0,7 15,9

24,1 10,8 6,1 8,4 2,4 3,6 0,5 8,4

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piezas astilladas (10,1) y una presencia no despreciable de utillaje microlaminar (7,4), especialmente en la mitad superior del nivel. Este último dato parece, de nuevo coincidente con lo que se observa en Parpalló (Rodrigo 1987-1988). Finalmente, una de las novedades más interesantes de este paquete lo constituye la abundancia de la industria ósea y del adorno. El número de moluscos perforados asciende a 70 piezas, con 14 especies distintas documentadas, si bien el Theodoxus fluviatilis concentra la mayor parte de los ejemplares (42,8 %). En cuanto al hueso y asta trabajados, contamos con 19 piezas, con dominio de las puntas dobles, de asta o hueso (6 ejemplares, algunos incompletos). Además, contamos con una punta de base redondeada, tres de base poligonal, una punta plana, dos azagayas monobiseladas, dos agujas perforadas, dos puntas finas dobles, un punzón y un fragmento inclasificable. Si comparamos el conjunto con la secuencia de Parpalló, resulta evidente el incremento de las puntas monobiseladas en los tramos finales de la secuencia, fundamentalmente entre los 3,75 y 4,25 m, y su rareza en las fases anteriores. Las puntas dobles o las variedades de base redondeada o poligonal alcanzan una mayor amplitud, estando bien documentadas a lo largo de todo el Solutrense evolucionado. En definitiva, los datos obtenidos en Cendres, aunque difíciles de valorar en mayor detalle, sugieren la inclusión de la industria del nivel XIII en el Solutrense evolucionado II o Solútreo-gravetiense I. Son escasos los datos que sugieran la documentación en el yacimiento de una fase anterior, la correspondiente al Solutrense evolucionado I o Solutrense superior, y no existen argumentos para establecer la existencia de ocupaciones del Solutrense medio o inferior. Lo que implica la existencia de un proceso erosivo de cierta entidad, previo a la deposición de este paquete, asociado a la for-

Parpalló 4,25-4,5

24 10 18

26,5 13,8 16,5 6,9 0,5/2 14,3 3,4 14,6

mación de canales y cubetas que afectan, incluso al final del Gravetiense. Complementan las novedades del Solutrense los datos recientemente publicados de la Cova de Santa Maira, donde se ha señalado la existencia de materiales de esta fase industrial (Aura et al. 2008) y el completo e importante trabajo efectuado por M. Tiffagom (2006) sobre el Solutrense evolucionado de Parpalló, con un estudio tecnológico centrado en las puntas de pedúnculo y aletas y las puntas escotadas que proporciona una adecuada caracterización de esta fase del Solutrense de facies ibérica, enmarcándolo en su ámbito regional.

3. LOS DATOS PALEOECONÓMICOS DEL GRAVETIENSE Y EL SOLUTRENSE Los niveles gravetienses de la Cova de les Cendres han proporcionado en el sondeo (A/B-17) un elevado número de restos óseos de mamíferos. La muestra estudiada la componen un total de 7.902 restos entre los que la especie predominante es el conejo, seguida por el ciervo, la cabra montés y el caballo (fig. 1). No hay dudas respecto al origen antrópico de la muestra, las marcas de carnicería y las fracturas para extracción de médula aparecen en los restos óseos de todas las especies, tanto en los abundantes restos de conejo como en los de mamíferos de talla media y grande, y sólo unos escasos restos de conejo (5 %) presentan marcas producidas por otros agentes de aporte (búho real). Estamos por lo tanto ante una tafocenosis formada mayoritariamente por cazadores humanos. El conejo representa un 82 % del total, si bien dado su peso el aporte de alimento es muy inferior respecto a especies como el ciervo, la cabra o el caballo. La importancia relativa de esta especie hay que medirla no tanto por la cantidad de carne que

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Figura 1. Representación de la fauna de la Cova de les Cendres.

aporta sino por la constancia con que aparece en todos los conjuntos del Paleolítico superior desde el Auriñaciense, tal y como se observa en los niveles de Cova Beneito (fig. 2), hasta el Magdaleniense superior final (Martínez 1996; Pérez y Martínez 2001). Si valoramos de forma aislada el grupo de los macromamíferos la especie más frecuente en los niveles gravetienses de Cendres es el ciervo, con porcentajes que superan el 50 % de la muestra, seguidos por la cabra y el caballo. La caza de ciervos en el yacimiento tiene como rasgo más especial el centrarse sobre individuos adultos y la misma pauta se observa en la caza de la cabra montés, entre la que incluso se observa la caza de individuos seniles. Esta pauta ya fue observada en los niveles gravetienses de Cova Beneito (Martínez 1996), sin embargo entre los restos de caballo, más escasos pero con porcentajes altos en comparación con las muestras de yacimientos contemporáneos como Beneito o Parpalló, se observa la caza de animales jóvenes.

El resto de las especies tienen una importancia menor, el uro apenas está representado con porcentajes del 8 %, entre los que hay restos de hembras y de subadultos. Completan la lista de herbívoros el asno, el corzo y el jabalí, cuya importancia en conjunto no supera el 4 %. Además cabe mencionar las evidencias de consumo de otras especies como el lince, algunas aves como las perdices y las anátidas y la presencia de plastrones de galápago. La comparación de la muestra analizada con las de yacimientos contemporáneos sólo es posible en Cova Beneito (niveles B6, B7a y B7b) y Parpalló (capas 9 y 10) y con Mallaetes, si bien en este caso el escaso número de restos identificados (57) resta validez a la comparación. Frente a lo que observamos en Beneito y Parpalló donde se constata una especialización en la caza de cabra montés, Cendres ofrece un modelo distinto basado en la caza del ciervo, y en menor medida en la cabra y el caballo, complementado con una amplia variedad de otras especies, aunque en escaso número de restos.

Figura 2. Comparación de la fauna de diversos yacimientos del Gravetiense.

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Figura 3. Comparación de la fauna de diversos yacimientos del Solutrense.

Durante el Solutrense de la Cova de les Cendres parece producirse una disminución en el aporte de restos óseos al yacimiento y se documenta un aumento de las marcas de carnívoros y aves nocturnas. La muestra solutrense analizada está compuesta por un total de 6.953 restos óseos, entre los que al igual que en los niveles anteriores el conejo es predominante (fig. 3). La fauna de macromamíferos está dominada por el ciervo seguida por la cabra montés y ya con porcentajes muy inferiores por el caballo, el uro y por los carnívoros. La caza de ciervos se centra en ejemplares adultos, entre los que predominan los machos de buen tamaño y en las cabras y el caballo, entre los que también predominan los adultos. Sorprende la abundancia de restos de carnívoros, en especial del lince, cuyos restos presentan marcas de carnicería y fracturas similares a las observadas en los huesos de herbívoros y que denotan un consumo humano. Cova de les Cendres en estos momentos presenta un comportamiento similar al observado en el Gravetiense, en cuanto a la importancia del ciervo, especie que aumenta a costa de la pérdida de relevancia del caballo. Y al contrario de lo que observamos durante el Gravetiense, yacimientos como Beneito y Parpalló conocen un incremento de esta especie en unas muestras dominadas por la cabra montés.

5. LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA Y SEDIMENTARIA DEL MAGDALENIENSE EN LA COVA DE LES CENDRES En este estudio presentamos el análisis preliminar estratigráfico y sedimentario de los niveles magdalenienses de la Cova de les Cendres. Se ha realizado teniendo en cuenta la descripción de campo y los análisis micromorfológicos del perfil D-15/16 del año 2008, en breve correlacionaremos dichos datos con los obtenidos del perfil E-13 para poder establecer una secuencia detallada de dichos horizontes. Los inicios de los estudios sedimentoclimáticos se remontan al año 1986 realizados por M. P. Fumanal y fueron referidos al cuadro-sondeo A-17, donde se estableció una primera aproximación de la secuencia pleistocena que en ese momento comprendía sólo el tramo magdaleniense (Badal et al. 1991; Fumanal 1995), identificando 4 niveles. De su estudio se deducía un recrudecimiento ambiental con pulsaciones templadas intercaladas. La correlación cronocultural y la información obtenida nos han proporcionado una secuencia estratigráfica, sedimentaria y paleoclimática que se articula gracias a nueve dataciones radiocarbónicas procedentes del segmento estratigráfico del N.XII al N.X del sector A de la cueva. De todos modos, para poder relacionar los episodios documentados con la escala cronoestratigráfica del Pleistoceno superior que se utiliza a nivel global,

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Figura 4. Episodios edafosedimentarios de los horizontes magdalenienses de la Cova de les Cendres.

se han calibrado las dataciones mediante CalPal2007-HULU (Weninger et al. 2007). Los episodios que se han distinguido son los siguientes (fig. 4): a) Cendres N.XII atribuido culturalmente al Magdaleniense medio. Su formación se debe principalmente a la actividad antrópica relacionada con áreas de combustión, que se alternan con aportes detríticos, arenas limosas, de arroyada difusa. De este horizonte se han obtenido varias dataciones radiocarbónicas que lo sitúan entre 15820 ±150 BP y 14850 ±100 BP (19036 ±242 y 18174 ±267 Cal. BP). Se adscribiría al Greenland Stadial 2b que coincidiría en señalar un estadio frío, pero con unas condiciones más suaves y con un progresivo incremento de la humedad ambiental. b) Cendres N.XI correspondiente al Magdaleniense superior. Ofrece un cambio abrupto respecto a la unidad anterior y es resultado de procesos crioclásticos de las paredes y de arroyadas que removilizan el relleno. El material detrítico, fundamentalmente grava y canto, de morfología subangulosa con fisuras y que en ocasiones presenta una disposición vertical junto a una fracción limoarcillosa con arenas. Por los rasgos que presenta tanto la microestructura de la matriz de tipo laminar/granular como por las fisuras aparecidas en el material detrítico, así como por la disposición del mismo en posición vertical o inclinada, nos sugiere unos pro-

cesos de hielo-deshielo reiterados. También por los procesos de eluviación producidos por el deshielo que daría lugar a las acumulaciones de material más fino en la parte superior de los elementos detríticos y produciría traslocación del mismo. Este nivel se caracteriza también por la gran abundancia de material de origen antrópico como huesos y carbones con distintas trazas de combustión. Este horizonte podría coincidir, globalmente, con el Greenland Stadial 2a datado entre 13840 ±85 BP y 12650 ±80 BP que calibrada resultaría 17058 ±191 Cal. BP y 15017 ±315 Cal. BP. c) Cendres X también adscrito al Magdaleniense superior. Es una unidad que no se constata en todos los sectores del yacimiento. Sólo referenciaremos las características que presenta en este sector a la espera de los datos que nos proporcione su estudio en otras zonas de la cueva. Su aporte se debe a un proceso de arroyada más competente con una disminución de las gravas y cantos y un aumento considerable de matriz, arenolimosa, a diferencia del nivel anteriormente citado. Disminuye considerablemente la aportación antrópica. El material detrítico presenta una morfología subredondeada y con trazas de disolución que en algunos casos aparece con fosfatización. Las condiciones paleoambientales serían mucho más suaves que en el anterior nivel. Esta unidad está datada entre 13320 ±170 BP y 12470 ±100 BP (16235 ±460 Cal. BP y 14743 ±350 Cal. BP) y podría ubicarse en la transición con el estadio templado de Greenland Interstadial 1.

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Finalmente, la secuencia acabaría con el N.IX atribuido cronoculturalmente al Magdaleniense superior final, pero que en dicho perfil no se ha localizado con suficiente entidad. Aparece en general afectado por numerosas remociones de fosas neolíticas, así como por procesos erosivos posteriores. A modo de conclusión, y por los datos de que disponemos, creemos que la secuencia del Magdaleniense medio y superior en Cendres se enmarca en una serie de episodios que intentaremos sintetizar seguidamente: Durante el Magdaleniense medio, datado entre 19036 ±242 y 18174 ±267 Cal. BP, N.XII, se observa que la tasa de sedimentación detrítica es débil y predomina una sedimentación antrópica con procesos de arroyada de débil energía. Las condiciones ambientales serían húmedas y frescas adscribiéndose al GS 2b. Se correlacionaría con el episodio documentado en la cueva del Parco (Alòs de Balaguer, Lleida) denominado Parco J, datado el N.XI en 17489 ±272 Cal. BP (14300 ±150 BP) (Bergadà y Serrat 2009). Tras un hiato, se reanuda la sedimentación con el N.XI, Magdaleniense superior y datado entre 17058 ±191 Cal. BP y 15017 ±315 Cal. BP, originada por procesos crioclásticos con arroyadas difusas y actividad antrópica en un medio frío desarrollado durante el estadio GS 2a. Este episodio es el que está mejor documentado y podría correlacionarse con el N.III del yacimiento de Tossal de la Roca en la Vall d’Alcalà en Alicante, datado entre 17270-17110 y 17310-16110 fechas Cal. BP (2 σ, 95 % prob.) mediante la curva de CalPal2005-SFCP (Jordá y Cacho 2008), así como con el episodio de Parco F (N.VI-N.IV), de la cueva del Parco datado entre 17207 ±250 Cal. BP y 15654 ±467 Cal. BP (13950 ±150 y 12900 ±130 BP) (Bergadà y Serrat 2009). Tras una breve interrupción se reanuda la sedimentación en algunos sectores de la cueva que en el caso del perfil D-15/16 se materializa por aportes de arroyadas en unas condiciones más suaves y húmedas, fechadas entre 16235 ±460 Cal. BP y 14743 ±350 Cal. BP, y adscrito a un episodio de transición al GI 1, muy posiblemente al correspondiente a la primera pulsación más templada 1e.

6. EL MAGDALENIENSE SUPERIOR DE CENDRES En la última década se han producido importantes avances en la caracterización de la cultura material del Magdaleniense superior. A los datos

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aportados por el estudio del sector A de la cova de les Cendres, que expondremos a continuación, debemos añadir la definición de niveles de esta cronología en la cova de Santa Maira (Aura 2001), así como la publicación detallada de los materiales recuperados en la cova dels Blaus (Casabó 2004). La excavación del sector A de la Cova de les Cendres se ha dividido en dos fases. Durante las campañas de 1999 a 2003 se excavaron los cuadros C, D, E-13 y 14, mientras que durante los años 2004 a 2007 se trabajó en los cuadros C y D15 y 16. De las primeras campañas se ha publicado el estudio de la tecnología lítica (Román 2004) y de los arpones recuperados hasta el 2004 (Villaverde y Román 2005-2006), mientras que de las últimas campañas expondremos aquí algunos datos de la tipología lítica y de la industria ósea. El punto de unión de las dos fases de trabajo ha sido la documentación en la parte central del sector (capas 14 a 17) de una zona con signos evidentes de haber sido utilizada como área de combustión reiterada que ha aportado una datación AMS, sobre una única muestra de carbón de Pinus nigra, de 13120 ±60 BP (15380-16980 Cal. BP) (Beta-189079) (Villaverde y Román 2005-2006). Los datos que presentaremos en este trabajo son el resultado del estudio de los materiales de estas capas en los cuadros excavados desde el año 2004. A nivel tipológico (tab. 3), la industria lítica se caracteriza por un gran dominio del grupo microlaminar (62,4 %), seguido a mucha distancia por los buriles (7,9 %), los raspadores (7 %) y las piezas con retoques en los bordes (6,7 %). El resto de grupos se encuentran por debajo del 4 % de representación, entre los que merece la pena destacar las piezas astilladas. Estos datos son muy similares a los publicados anteriormente en el sondeo (Villaverde et al. 1999). La principal diferencia está en el índice buril/raspador, ya que en el sector A los dos útiles aparecen con la misma frecuencia (B/G=1,1) mientras que en el sondeo los primeros doblaban a los segundos (B/G=2,3). En cuanto al grupo microlaminar, aunque la diferencia es de un 11 % pensamos que no es importante, ya que nos seguimos moviendo en porcentajes muy elevados en los dos casos. De todos los grupos, merece la pena detenerse en el microlaminar, tanto por su elevada presencia como por su interés (tab. 4). Los dorsos son finos y directos en cerca de un 90 % de los casos, y las laminitas apuntadas mediante el retoque alcanzan el 19,3 % del grupo y el 12 % del total de los retocados. A estas piezas podríamos sumar un buen número de laminitas que presentan un apunta-

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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

Tabla 3. Grupos tipológicos de los materiales estudiados en este trabajo (Sector A) y los del nivel XI del Sondeo (Villaverde et al. 1999). Sector A Grupos tipológicos Raspadores Compuestos Perforadores Buriles Dorsos Truncaduras Piezas Retocadas Muescas y Denticulados Piezas astilladas Raederas Geométricos Microlaminar Diversos

%

Núm.

7,0 0,7 0,2 7,9 0,2 1,8 6,7 2,3 3,7 0,2 62,4 6,7

miento natural, con un solo borde retocado que no alcanza el extremo distal (9,6 % del grupo microlaminar y un 6 % del total de retocados). Así mismo, las laminitas con retoques inversos alcanzan un porcentaje bastante elevado (17,4 % del grupo microlaminar y un 10,9 % del total), siendo apuntadas algunas de ellas. La comparación con los datos del sondeo nos proporciona resultados muy similares en los dos casos, con un ligero dominio de las de finos retoques directos (Sector A: 42,4 %, Sondeo: 38,6 %) sobre las de dorso (Sector A: 37,5 %, Sondeo: 36 %) y las de retoques inversos (Sector A: 17,4 %, Sondeo: 23,5 %).

Sondeo (N.XIB+C) %

30 3 1 34 1 8 29 10 16 1 269 29

Núm.

3,3 0,8 0,3 7,7 1,1 0,5 8,6 1,6 1,1 0,3 73,1 -

12 3 1 28 4 2 31 6 4 1 264 -

Otro de los datos a destacar son las reducidas dimensiones del utillaje microlaminar, pudiéndose clasificar un buen número de las piezas como hipermicrolíticas. De las 140 laminitas retocadas completas (tipos 84 a 91), un 15 % están por debajo de los 10 mm, y un 65 % no supera los 15 mm (fig. 5), por lo que estamos ante un utillaje microlaminar que proporciona unos de los menores parámetros métricos de todo el Paleolítico superior y del Mesolítico. En cuanto a la industria ósea hay que destacar su abundancia, tanto a nivel de útiles como de deshechos de fabricación. Entre las piezas es espe-

Tabla 4. Representación de diferentes tipos de utillaje microlaminar. Nº lista Grupo microlaminar

269

%

Total %

85a 85b 85c

Laminita de dorso Laminita de dorso apuntada Laminita de dorso con apuntamiento natural

65 27 9

24,2 10,0 3,3

37,5

85d 85e 85f

Laminita de finos retoques directos Laminita de finos retoques directos apuntada Laminita de finos retoques directos con apuntamiento natural

72 25 17

26,8 9,3 6,3

42,4

86a

Laminita de dorso truncada

2

0,7

0,7

87b

Laminita de dorso con muesca

3

1,1

1,1

89

Laminita con muesca

1

0,4

0,4

90a 90b

Laminita Dufour Laminita con finos retoques inversos

6 41

2,2 15,2

17,4

51

Microgravette

1

0,4

0,4

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

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Figura 5. Longitud del utillaje microlaminar.

cialmente interesante la gran cantidad de arpones recuperados en los cuadros que estamos valorando. Cinco ejemplares en estos cuatro metros cuadrados, tres de ellos completos y la parte distal de uno previamente publicado. Éstos y otros que se han documentado en las últimas campañas, hacen que el número total de arpones ascienda en la actualidad a 19 ejemplares. Es decir, nueve ejemplares más de los que hace apenas unos años habíamos publicado (Villaverde y Román 2005-2006). Los datos con los que ahora contamos nos ofrecen un grupo industrial con una importante variabilidad morfológica

Figura 6. Dos de los nuevos arpones recuperados en las últimas campañas en la Cova de les Cendres.

y métrica que está siendo objeto de un estudio particular que nos proponemos publicar en breve. Entre las novedades que aportan destaca la presencia de un ejemplar incompleto (parte medialdistal), que conserva un total de 10 dientes (fig. 6, n.º 1). No podemos descartar que la pieza completa contara con algún diente más, por lo que debemos pensar que algunos arpones mediterráneos, posiblemente aquellos que poseen una morfología más esbelta, podrían haber llegado, al menos, a los 11-12 dientes. Otra de las piezas, un fragmento medial que conserva casi toda la base y dos dientes, posee unas características no observadas anteriormente en los arpones mediterráneos (fig.6, n.º 2). Los dientes, aunque sin sobresalir de la anchura de la base, están bastante separados del fuste y poseen una curvatura importante. Tanto los dientes como el fuste poseen una incisión central longitudinal. Así mismo, el abultamiento basal, justo antes del primer diente, está muy marcado en comparación con el resto de los ejemplares recuperados. Estas características, junto a su robustez, hacen pensar que podríamos encontrarnos frente a un ejemplar de grandes dimensiones. El resto de la industria ósea lo componen seis varillas, siete agujas, cuatro azagayas de base en doble bisel, tres azagayas monobiseladas, una punta doble, tres puntas de base recortada y siete fragmentos de punta, de clasificación incierta. En cuanto al adorno, en total 33 piezas, la mayoría conchas perforadas de gasterópodos (fundamentalmente Theodoxus fluviatilis), pero también una concha de bivalvo y dos caninos de ciervo atrofiados perforados. De igual manera que la industria lítica confirma las apreciaciones realizadas desde el estudio del material recuperado en el sondeo de los cuadros AB/17 a la hora de definir el Magdaleniense superior

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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

de Cendres, ahora la industria ósea repite las tipologías entonces identificadas. Su número, por otra parte, especialmente si ampliamos la valoración a la totalidad de la superficie excavada, sugiere que, en torno a las actividades de alimentación llevadas a cabo en relación con las estructuras de combustión, en el yacimiento se llevaron también a cabo numerosas actividades de mantenimiento del instrumental de caza y de carácter doméstico.

hábitat idóneo (topografía, cobertura vegetal, composición vegetal) de una especie concreta condiciona su éxito reproductivo y consecuentemente su abundancia, pero la elección de una especie concreta es, en última instancia, una decisión humana según sus posibilidades, sus técnicas o sus preferencias.

7.1. La caza especializada durante el Magdaleniense 7. LOS DATOS PALEOECONÓMICOS DEL MAGDALENIENSE El estudio de un cierto número de yacimientos con niveles magdalenienses ha permitido aproximarnos al conocimiento de las pautas de conducta de dichos cazadores. La composición taxonómica proporciona una importante información en este sentido. Las siguientes ideas genéricas que extraemos del estudio del número de restos son: 1. El consumo de conejos es muy elevado en todos los yacimientos y su procesado, según los estudios tafonómicos, cabe atribuirlo fundamentalmente a la acción humana. El NR se sitúa entre un 80 a un 90 % sobre el total de huesos determinados (fig. 7). No cabe duda de que sería un recurso importante, seguro y estable. Las marcas de carnicería que aparecen en sus huesos no dejan dudas al respecto. Actualmente estamos estudiando una zona de un hogar (capa 16 del cuadro 15) que muestra que el 95 % de los restos determinados corresponden a conejo y que la mayoría de los huesos largos contienen marcas líticas de descarnado. 2. Numéricamente hablando una especie sobresale de las restantes. Si excluimos al conejo, la especie que predomina es la cabra o el ciervo, que por separado llega a sobrepasar el 60 % sobre el total. En los yacimientos situados en la costa o cercana a ella, el ciervo ocupa el lugar predominante (Cova de les Cendres, Matutano y Cova dels Blaus), mientras que los situados en el interior este lugar lo ocupa la cabra (Tossal de la Roca y Santa Maira). Los restantes ungulados, caballo, uro y jabalí tienen poca importancia numérica (fig. 8). 3. Junto a las especies anteriores, hay una cohorte de pequeños y medianos carnívoros (lince, gato, zorro, tejón, entre otros), que no son abundantes pero si importantes por la calidad de sus recursos, en especial las pieles. ¿Esta representación taxonómica puede responder a un determinismo ambiental o a una dependencia especializada? No cabe duda de que el

La dependencia de una especie principal conlleva el desarrollo de unas tácticas en el manejo de la caza que pretenden obtener el máximo rendimiento en la obtención de recursos cárnicos dentro de un equilibrio entre la supervivencia del grupo cazador y la continuidad de la vida del grupo animal. Todo ello implica el ejercicio de unas prácticas de caza que tienen como objetivo seleccionar a los animales más idóneos para que la reproducción humana quede garantizada y al mismo tiempo se evite el exterminio de los animales cinegéticos. Por ello resulta necesario rastrear la información que existe en los huesos para aproximarnos al conocimiento de la posible existencia de estas prácticas selectivas. 1. La selección por edad y sexo. El estudio de los dientes es muy valioso para poder reconstruir las pautas de selección por edad y sexo. El ejercicio de un cierto control de la reproducción es necesario para evitar el exterminio de las especies cinegéticas. En este sentido, la caza de los animales jóvenes tiene este objetivo. Durante el periodo del celo, los machos jóvenes y los subadultos no suelen montar a las hembras, lo hacen los machos adultos, después de largas contiendas, comportamiento que es válido tanto para el ciervo como para la cabra. Un solo macho es suficiente para cubrir a varias hembras, por ello los machos que no son necesarios en la reproducción son objetivo preferente por parte de los cazadores. Consecuentemente, en los estudio de edad de muerte cabe esperar que los animales jóvenes y subadultos que no son necesarios en la reproducción predominen sobre el total de animales cazados. La figura 9 muestra que las cabras abatidas durante el Magdaleniense antiguo y superior de la Cova del Parpalló (Davidson 1989) mayoritariamente corresponden a individuos jóvenes (Fase II) y subadultos (Fase III). Con respecto al ciervo de este yacimiento, también los valores de jóvenes y subadultos son importantes. En la Cova de les Cendres (Martínez

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

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Figura 7. Porcentaje del NR del conejo correspondiente al Magdaleniense y Epipaleolítico. Cova de les Cendres (Martínez 1996; Villaverde et al. 1999). Cova Matutano (Albiol et al. 1999), Cova dels Blaus 1996), Tossal de la Roca (Martínez Valle 1995), Cova Fosca (Estévez 1988), Santa Maira (Aura et al. 1992).

Figura 8. Porcentaje del NR de los mamíferos mediano y grandes correspondientes al Magdaleniense y Epipaleolítico.

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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

Figura 9. Edad de muerte de la cabra montés y del ciervo. Fase 0, neonatos, dentición de leche. Fase I, erupción del M1, infantiles. Fase II, erupción del M2, jóvenes. Fase III, erupción del M3, subadultos. Fase IV, adultos. Fase V, viejos.

1996) el predominio de los infantiles (Fase I), jóvenes y subadultos es claro durante el Magdaleniense superior y final. En la Cova dels Blaus (Martínez 1996) esta tendencia es aún más exagerada, con un dominio claro de los recién nacidos (Fase 0) y los infantiles (Fase I). Consecuentemente, estos gráficos indican una selección sobre cier-

tas edades que muestran una clara intencionalidad selectiva. La edad de muerte también nos informa sobre la selección cinegética por sexo. En el ciervo (Marco 1989; Caballero 1985; Soriguer et al. 1994), las hembras están acompañadas por las crías de la última primavera y las de uno y dos años (Fases 0, I

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

y II) de ahí que la abundancia de animales infantiles y jóvenes indica una presión cinegética sobre las manadas de hembras. Los machos subadultos (Fase III) forman pequeños grupos o marchan de modo individual cuando se independizan de las hembras (Soriguer et al. 1994; Marco 1989), son animales inexpertos, con buenos rendimientos en peso y una presa adecuada para los depredadores, que en el caso que nos ocupa son cazadores humanos. La formación de grupos por edad y sexo de los ciervos y de las cabras a lo largo del invierno, primavera y verano tiene que ver con la reproducción (gestación, alumbramiento, amamantamiento) y la búsqueda de comida (Soriguer et al. 1994). En este sentido, machos y hembras ocupan espacios con formaciones vegetales diferenciadas, los machos usan más el bosque y las hembras el matorral, porque es aquí donde, además de comida, encuentran refugio para el momento de alumbramiento y protección para sus crías. El hábitat idóneo para el ciervo en la Península Ibérica es el bosque de Quercus y el matorral. Según los estudios antracológicos efectuados en Cova de les Cendres (Badal 1995), los Quercus estaban presentes en el paisaje, así como el matorral. Por tanto la llanura litoral que se abría frente a la Cova de les Cendres sería un lugar idóneo para el ciervo que desarrollaría su ciclo vital a lo largo de las estaciones. Sería un lugar rico en biomasa animal, especialmente ciervos, del que los cazadores obtendrían sus alimentos mediante el desarrollo de unas prácticas selectivas que le proporcionarían estabilidad. 2. El procesado de las presas. Los huesos contienen las marcas que sirven para conocer el procesamiento de las presas. Según el estudio de estas marcas sabemos que todos los recursos eran aprovechados: pieles, carne, médula y huesos, especialmente las cornamentas de los ciervos, para confeccionar útiles. La carne era extraída del hueso y fileteada probablemente para su conservación. Las marcas líticas que aparecen en los huesos son un claro testimonio de este uso de la carne. Un caso llamativo lo constituye el conejo. A pesar de que es una presa pequeña, era procesado siguiendo unas pautas muy parecidas a las de los mamíferos más grandes. Los restos de la Cova de les Cendres, Tossal de la Roca y Santa Maira son un buen ejemplo. Las marcas que quedan en la mandíbula y los metatarsos demuestran que la piel era sistemáticamente utilizada. La carne era extraída de los huesos. A este respecto, los estudios que actualmente estamos llevando a cabo en los niveles magdalenienses de la Cova de les Cendres

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indican que todos los huesos de las extremidades (escápula, húmero, radio, pelvis, fémur y tibia) tienen marcas líticas y que algunos de ellos, como la escápula y el húmero, contienen cortes y rascados muy marcados que, sin duda alguna, atribuimos a la acción de descarnar (fig. 11). Nuevamente pensamos que el objetivo de este procesamiento era la extracción de la carne para proceder a su conservación. Consecuentemente, la preservación y almacenamiento de carne era una actividad muy importante con la finalidad de preveer momentos de penuria y poder llevar a cabo tareas muy diversas que requerían un tiempo exclusivo y que proporcionarían estabilidad a la población humana. Una vez que las presas eran descarnadas, los huesos eran repelados con los dientes y después fracturados. En las costillas de cabra y ciervo del nivel magdaleniense de Cova de les Cendres quedan las marcas de los dientes que incluso llegan a fracturar las costillas, en las apófisis de las vértebras también hemos determinado esta tipología de marcas. Los huesos largos eran sistemáticamente fracturados, de modo que no hay ningún hueso largo entero, las partes articulares enteras son excepcionales, especialmente si la estructura es esponjosa, de modo que los huesos que más abundan son los fragmentos de diáfisis (fig. 10). Incluso los huesos pequeños, como las falanges, también eran fracturados. En el caso del conejo, prácticamente todos los huesos tienen marcas de repelado: las mandíbulas, costillas, vértebras, escápula, pelvis, todos los huesos largos, incluso algún metatarso. Los huesos largos sistemáticamente son mordidos y fracturados por las partes articulares para originar los típicos cilindros y acceder a la médula. El procesamiento tan apurado de las presas nos puede dar una idea del aprovechamiento tan elevado de los recursos de los animales.

8. EL FINAL DE LA SECUENCIA PALEOLÍTICA: EL EPIMAGDALENIENSE MEDITERRÁNEO En los últimos años también se ha avanzado en la caracterización del final de la secuencia paleolítica. A la continuación en los trabajos realizados en la Cova de Santa Maira (Aura 2001; Aura et al. 2006) y en la Cova dels Blaus (Casabó 2001, 2004), hay que añadir los realizados en las comarcas del norte del País Valenciano, con la excavación de tres nuevos yacimientos: la Balma de La Roureda, la Balma del Cingle de l’Aigua y Les Covarxelles (Román 2009), así como el estudio de

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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

Figura 10. Partes articulares y fragmentos óseos correspondientes a los huesos largos (Húmero, Radio, Fémur, Tibia, Metacarpo y Metatarso) de Cova de les Cendres, Cova dels Blaus y Tossal de la Roca: Entero, parte proximal, fragmentos de la parte proximal, diáfisis, fragmentos de diáfisis, parte distal,

otros tres conjuntos, algunos ya conocidos pero escasamente publicados: la Cova dels Diablets (Aguilella et al. 1999; Román 2009), la Cala Cubanita (Román 2009, en prensa) y Sant Joan de Nepomucé (García 2003; Román 2009). El estudio de la industria lítica realizado en las comarcas septentrionales ha permitido definir una secuencia final del Paleolítico superior caracterizada inicialmente (XII milenio BP) por la presencia de laminitas y puntas de dorso espeso y bipolar (en contraposición a las de dorso fino y directo del Magdaleniense superior), así como la práctica desaparición de las laminitas de finos retoques, tanto directos como inversos. Posteriormente (XI milenio BP), junto con este mismo componente lítico,

vemos un incremento notable de las piezas con dorsos arqueados, ya sean laminitas o puntas de dorso, puntas azilienses o segmentos abruptos, así como los microburiles. Este componente microlaminar se vincula a otros rasgos industriales como el notable descenso de los buriles, posiblemente vinculado con el descenso de la industria sobre hueso y asta, el incremento de los raspadores, especialmente los pequeños, y el aumento de la presencia de muescas y denticulados (Román 2009) (fig. 12). A estas características habría que añadir la práctica desaparición de la industria ósea, especialmente azagayas y arpones. La desaparición de los arpones (sobre el 12000/11800 BP) es la que nos marca la separación entre el mundo del Mag-

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

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Figura 11. Cova de les Cendres. Oryctolagus cuniculus. A. Diáfisis de húmeros que contienen rascados longitudinales, que se relacionan con el descarnado. B. Escápulas que muestran rascados alargados en el borde caudal, caudal/medial y cortes y rascados cortos en el borde craneal. C. Borde caudal con rascados alargados. Todos ellos relacionados con el descarnado. D. Costilla con marcas de dientes humanos. E. Vértebra con marcas de dientes humanos y fracturas por mordedura en la base de las apófisis.

daleniense superior con este otro, que a partir de los últimos trabajos preferimos denominar Epimagdaleniense (Román 2009). A parte de estos nuevos datos, en los últimos años se han publicado en detalle los materiales de la Cova dels Blaus, donde algunos de sus niveles (V-IVC del sector entrada) podrían corresponder a momentos antiguos del Epimagdaleniense. Sus características principales son el dominio de los raspadores (40-29 %) y del grupo microlaminar (36-30 %), este último compuesto por laminitas y puntas de dorso, una buena presencia de trunca-

duras (8-9 %) y muy baja de buriles (Casabó 2004). La Cova de Santa Maira aporta algunos de los datos más interesantes para estos momentos. Las dataciones de la unidad 5 (11620 ±150 BP y 11590 ±70 BP) nos llevan a los inicios del Epimagdaleniense, aunque existe otra datación ligeramente más antigua que nos remitiría al final del Magdaleniense superior final (11920 ±40 BP). Esta unidad se caracteriza por un amplio dominio de las laminitas de dorso (46,4 %) sobre los raspadores (26,1 %), mientras que el resto de grupos

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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

Figura 12. Utillaje microlaminar de dorso de diversos yacimientos epimagdalenienses del norte del País Valenciano (Román 2009): 1-10 Balma de La Roureda, 11-17 Sant Joan Nepomucè, 18-19 Cala Cubanita, 20-33 Balma del Cingle de l’Aigua.

están por debajo del 5 % (Aura et al. 2006). El grupo microlaminar posee una diversidad destacable, y a la presencia de algún segmento hay que añadir un buen número de puntas de dorso (con piezas truncadas y alguna arqueada) (Aura 2001). Aunque hemos querido remarcar las diferencias más notables, deseamos dejar patente que entre el final del Magdaleniense y el Epimagdaleniense no existen rupturas importantes en la industria lítica, si no una evidente continuidad en la que vemos incrementarse o disminuir unos grupos o una ligera modificación de otros. Esta continuidad es tan importante que, de no especificarse las características estilísticas de algunos grupos

tipológicos, especialmente el microlaminar, se hace difícil separar los dos complejos (Román 2009).

9. PRINCIPALES NOVEDADES DE LA SECUENCIA ARTÍSTICA PALEOLÍTICA

Las grandes novedades en este apartado se concretan en el arte parietal, con el descubrimiento de un interesante panel con grabados en la Cova de les Meravelles (Villaverde et al. 2009) y varios abrigos con grabados en la zona septentrional del País Valenciano (Martínez et al. 2003, 2009).

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

Los dos elementos más importantes que aporta Meravelles son la confirmación de la entidad del arte parietal pre-magdaleniense en la vertiente central mediterránea y la unidad estilística entre el arte parietal y el mueble. Con respecto al primer aspecto, resultaba extraño que en la región central mediterránea no se hubiera documentado hasta hace bien poco un arte parietal solutrense de la entidad del que se conocía en Andalucía o, ya en menor medida, en Murcia. El hallazgo en la misma Cova del Parpalló de un panel con grabados en el que destaca una figura de équido, el año 2001, dio rápidamente paso al descubrimiento en la vecina Cova de les Meravelles, el año 2003, de un panel de grabados, parcialmente cubierto de una concreción estalagmítica, que tras su eliminación mediante procedimientos mecánicos ha permitido poner al descubierto una superficie grabada de unos 3 m2 en la que hasta la fecha se han podido identificar 20 figuras zoomorfas y varios centenares de trazos en complejas superposiciones. Tanto la figura de Parpalló como las de Meravelles se encuadran con claridad en las etapas pre-magdalenienses y normalizan una situación que resultaba paradójica, habida cuenta de la importancia del arte mueble solutrense en Parpalló. Tanto la figura parietal de Parpalló como los grabados de Meravelles encuentran claros paralelos estilísticos en las plaquetas de Parpalló, esta circunstancia repercute en el valor diagnóstico de esta importante colección de arte mueble para establecer la evolución del arte paleolítico vinculado al Paleolítico superior de facies ibérica. Son, en este sentido, abundantes los ejemplos de las convenciones estilísticas de las figuras parietales de los dos yacimientos que encontramos en la colección mueble de Parpalló y que confirman, además, las claras relaciones que se establecen entre la región central mediterránea ibérica, la mitad meridional peninsular y el Sureste de Francia. Por su parte, en el otro extremo de la secuencia paleolítica, los hallazgos también parietales del Abric d’en Melià y otros abrigos de Castellón resultan también de gran interés para conocer el final del ciclo artístico paleolítico y valorar el grado de continuidad que alcanza durante el Holoceno. Es bien sabido, a partir de los trabajos hasta ahora publicados, que un conjunto no inferior a siete yacimientos de esta zona han proporcionado evidencias de grabados figurativos bastante simplificados y de tendencia geometrizante, que enlazan claramente con la producción mobiliar documentada en varios yacimientos atribuidos al

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Magdaleniense final o al Epipaleolítico microlaminar. Se trata de un arte con temática claramente diferenciada de la de otros ciclos artísticos holocenos, donde el protagonismo lo adquieren unas cuantas especies animales, alguna de escasa entidad en el Arte Levantino, donde los signos desempeñan un importante papel, y donde no se documenta la figura humana, ni el planteamiento compositivo escénico que tan característico resulta de esta otra manifestación rupestre. La inexistencia de evidencias muebles figurativas en el Mesolítico de muescas y denticulados y geométrico contribuye a enmarcar la dimensión cronológica de estos grabados parietales, propiciando la idea de que se vinculan a las industrias de tradición magdaleniense bien documentadas en la zona y objeto de valoración en este mismo trabajo.

10. VALORACIÓN DE LOS DATOS ANTRACOLÓGICOS

a) El fin del MIS3: Auriñaciense y Gravetiense. El Auriñaciense y el Gravetiense cubren los últimos milenios del Pleniglacial medio dentro de la secuencia marina corresponde al final del Estadio Isotópico de Oxígeno 3 (MIS3). Por tanto, según la interpretación clásica es un periodo relativamente cálido como corresponde a un estadio isotópico impar. En los yacimientos regionales la flora leñosa utilizada por los grupos prehistóricos nos queda reflejada en los depósitos sedimentarios en forma de carbón. En la Cova de les Cendres se documenta un predominio absoluto de los restos de pinos mediterráneos de ecología fría como el Pinus tipo nigra acompañados de enebros, y matas como fabáceas leñosas, labiadas, etc. Las plantas más termófilas como pino carrasco (Pinus halepensis) o los Quercus, tanto caducifolios como perennifolios, tienen muy pocos restos. La vegetación de ribera solamente está representada por el sauce. Una flora similar se ha documentado en un nivel auriñaciense de Cova Foradada y en Cova de les Malladetes. Un carbón de Pinus tipo nigra se dató en 25120 ±240 BP lo que viene a corroborar la extensión de los pinares de ecología fría desde el nivel del mar hasta los 700 m de altitud durante el MIS3 (Badal y Carrión 2001). Los análisis polínicos de la región también indican el dominio de las curvas de Pinus durante este marco cronológico (Carrión 2005). Más al norte, en la Cova de l’Arbreda, además de los pinos de montaña hay otras especies que dan una tonalidad más fría que en el País Valenciano (Ros 1987).

104

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

Figura 13. Distribución actual del Pino salgareño en función de altitud - latitud y situación biogeográfica de los yacimientos paleolíticos del País Valenciano.

La distribución actual de estas especies de pinos y sus características ecológicas permiten hacer una interpretación sobre las condiciones medioambientales hacia el final del MIS3. En la figura 13 se puede observar la distribución en el Mediterráneo de Pinus nigra en función de la latitud y la altitud y la situación de los yacimientos pleistocenos del País Valenciano. Sus mejores bosques se encuentran bajo condiciones climáticas de tipo supramediterráneas con precipitaciones medias anuales de tipo seco (400-600 mm) o subhúmedo (600–1.000 mm) (Costa et al. 2001). Donde la temperatura media anual está comprendida entre 8 y 13 ºC. Si tenemos en cuenta la altitud y la latitud donde se sitúan los yacimientos levantinos podemos postular que el Pinus nigra estaría en el límite inferior de su área de distribución, por tanto la temperatura media anual podría estar comprendida, en el mejor de los casos, entre los 14 ºC y los 12 ºC y las precipitaciones del orden de 400-600 mm vista la ausencia de plantas hidrófilas. Además los pinos mediterráneos están perfectamente adaptados a la sequía estival porque almacenan gran cantidad de agua en el tronco.

b) El Solutrense y el Último Máximo Glacial. Durante los milenios en los que se desarrolla la cultura material del Solutrense se documenta una flora similar a la del Gravetiense pero las proporciones de los taxones cambian. Los carbones indican un paisaje abierto dominado por enebros y fabáceas leñosas aunque los pinos salgareños siguen siendo los árboles dominantes. El Solutrense coincide con el Último Máximo Glacial pero las condiciones climáticas parecen similares a las descritas para el Gravetiense. Si bien es cierto que la reducción del pinar puede indicar un descenso de las precipitaciones, lo opuesto se puede decir por la curva continua de Quercus perennifolios en la Cova de les Cendres, así que es difícil pronunciarse por la amplitud de tolerancia que tiene esta flora y lo bien adaptada que está a las sequías mediterráneas. Actualmente, en el sistema Ibérico se encuentran pinares subestépicos con enebros y sabinas en zonas de gran contraste entre las temperaturas mínimas invernales y las máximas estivales y unas precipitaciones medias de tipo seco. En ciertas zonas de Aragón, cuando las precipitaciones están por debajo de los 400 mm, el pino salgareño queda desplazado por las sabinas, esto podría haber sido el caso

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

en la Ratlla del Bubo donde hay un predominio claro de los enebros y muy pocos pinos salgareños. En base a estos paralelos ecológicos podemos postular un régimen climático contrastado con extremos de temperatura y humedad. c) El Magdaleniense–el Tardiglacial. La vegetación utilizada por los grupos magdalenienses siguen siendo los bosques de pino salgareño que durante el Tardiglacial parece que se recuperaron en detrimento del enebral y los matorrales de fabáceas. Cabe destacar la curva continua de Quercus perennifolios, la presencia de algún Q. caducifolio tanto en la Cova de les Cendres como en Santa Maira y esporádicamente se encuentra algún pino carrasco (Pinus halepensis) (Badal y Carrión 2001; Carrión 2005). Este grupo de plantas podría ser el preludio de la paulatina mejoría climática del Tardiglacial. En la Cueva de Nerja también se detecta una expansión de las especies termófilas durante el Magdaleniense. No obstante, las condiciones siguen siendo de tipo supramediterráneo aunque tal vez más húmedo que durante el Solutrense, ya que los caducifolios están mejor representados en todas las secuencias regionales, sobretodo cuando nos acercamos al Holoceno. En Catalunya, se constata mayor humedad que en los territorios del sur por la presencia de abedul en algunas secuencias del Tardiglacial (Allué 2002; Burjachs y Allué 2002) ya que este árbol necesita veranos lluviosos.

11. VALORACIÓN DE LA MICROFAUNA DE LOS NIVELES GRAVETIENSES Y MAGDALENIENSES

Los resultados que se exponen derivan de las condiciones climáticas que hemos podido establecer a partir de los restos óseos de micromamíferos (Rodentia e Insectivora), procedentes principalmente de los yacimientos arqueológicos de Cova de les Cendres, Cova Bolumini y el Cingle de l’Aigua. Desde el punto de vista cronológico esta secuencia, aunque interrumpida, abarca desde los niveles arqueológicos gravetienses de la Cova de les Cendres hasta el final del Paleolítico superior registrado en el Cingle de l’Aigua. Los niveles relacionados con el Solutrense de Cova de les Cendres todavía no han sido estudiados. En tierras valencianas las pulsaciones glaciarinterglaciar (frío-calor) se han traducido en oscilaciones de mayor o menor humedad-aridez y/o frescor-templanza (Fumanal 1986), cambios en la vegetación (Dupré 1988; Badal 1990) y, como no, en la fauna (Pérez 1977; Martínez 1996). Por lo

105

tanto, a diferencia de lo que ocurre en zonas más septentrionales de la Península Ibérica, en estos yacimientos, no se han registrado especies de micromamíferos que nos indiquen condiciones climáticas frías o esteparias. Sin embargo, sí que hemos documentado taxones que actualmente no frecuentan el clima mediterráneo, o lo hacen ocasionalmente, y viven en condiciones climáticas más frescas: Talpa sp., (topo), Chionomys nivalis (topo de tartera) y Microtus arvalis (topillo campesino). Otras especies registradas durante el Paleolítico superior son: Erinaceus europaeus (erizo común), y Talpa sp. (topo), insectívoros de requerimientos ecológicos sobre todo medioeuropeos. El erizo prefiere principalmente un ambiente húmedo y no por ello rechaza ecosistemas mediterráneos, si bien en climas más secos presenta densidades de población más bajas. Ocupa zonas boscosas, sobre todo allí donde predominan los caducifolios (Gosàlbez 1987). El topo necesita de suelos húmedos y no supera con éxito el estrés climático que registra el clima mediterráneo durante el verano. El resto de especies necesitan para poder subsistir unas condiciones ambientales preferentemente mediterráneas: Crocidura russula (musaraña común), Terricola duodecimcostatus (topillo común) y Microtus (Iberomys) cabrerae (topillo de cabrera). Otras especies como, Sciurus vulgaris (ardilla), y Arvicola sapidus (rata de agua), están ligadas a exigencias ecológicas estrictas, como la formación de bosque (Sciurus vulgaris), presencia de cursos de agua (Arvicola sapidus). Eliomys quercinus (lirón careto) y Apodemus sylvaticus (raton de bosque) son especies más generalistas. En la interpretación climática vamos a tener en cuenta las frecuencias de cada especie, las asociaciones faunísticas y la presencia o ausencia de determinados taxones. Para ello hemos seguido el mismo método que el utilizado por otros investigadores (Chaline 1972; Altuna 1972; Ruiz 1976; López 1980; Alcalde 1986; Pemán 1990; Sevilla 1986; Cuenca et al.1995; Sesé 1994, entre otros). Durante el Paleolítico superior algunas de las especies de micromamíferos registradas durante el Paleolítico medio de Cova Negra, como Galemys sp. Sorex araneus-coronatus, Sorex sp., Allocricetus bursae, Pliomys sp. (Guillem 1996), ya no se documentarán en los yacimientos arqueológicos del País Valenciano, por lo menos en los más próximos a la costa, como veremos después en los yacimientos aquí estudiados. Algunas de estas especies como Sorex araneus-coronatus se docu-

106

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

mentarán posteriormente en el Holoceno en yacimientos del interior como el Cingle del Mas Cremat ubicado en el Cerro de las Cabrillas que alcanza los 1.349 m snm (Vicente et al. 2009). Taxones como Microtus (Iberomys) brecciensis debieron registrar un descenso en sus poblaciones, si consideramos la bajada de los porcentajes de representatividad de esta especie durante el Paleolítico superior. Al mismo tiempo, especies como Microtus arvalis y Terricola duodecimcostatus, ausentes en Cova Negra y documentadas durante los momentos finales del Würm antiguo e inicios del Würm reciente o estadio isotópico 3 en Cova Beneito (Guillem 1993), y en el Würm antiguo del Salt o estadio isotópico 5a, cobrarán un mayor protagonismo en el registro fósil (Guillem 1995). La secuencia gravetiense de la Cova de les Cendres (Tormo 2008) no ha aportado ningún taxón micromamífero propio de climas muy fríos, puesto que los requerimientos ambientales de las especies analizadas se engloban entre los pisos bioclimáticos termomediterráneos y supramediterráneos. La especie mejor representada en todos los niveles gravetienses es Apodemus sylvaticus seguida de Terricola duodecimcostatus y Microtus cabrerae (tab. 5). El nivel XVIC-II se caracteriza por un dominio de Apodemus sylvaticus que junto a Eliomys quercinus indicaría la presencia de bosques caducifolios y de zonas de matorral de tipo mediterráneo. Destaca también el elevado porcentaje de microtinos que requieren en su biotopo espacios abiertos con abundante vegetación y cierto grado de humedad edáfica (Gosàlbez 1987). En los niveles XVIC-I y XVIB se aprecia un aumento de la humedad por la notable presencia de microtinos, sobre todo por la aparición de Arvicola sapidus, especie ligada a cursos permanentes de agua y que sólo aparece en estos dos niveles durante el Gravetiense. La ausencia de Crocidura russula también corrobora la existencia de unas condiciones climáticas húmedas. El nivel XVIA registra un descenso de la humedad respecto a los niveles anteriores dada la desaparición de Arvicola sapidus y Terricola duodecimcostatus. El aumento del estrato arbóreo de pino salgareño y del sotobosque, en detrimento de los espacios abiertos, interpretado en el estudio antracológico (Badal y Carrión 2001), concuerda con las especies registradas en este nivel. En el nivel XV se observa un ligero ascenso de las condiciones climáticas de humedad, además de la recuperación de los espacios abiertos, así lo confirma la presencia de Terricola duodecimcos-

tatus, aunque el arbolado sigue teniendo una importancia significativa en el paisaje (Badal y Carrión 2001). El nivel XIV ha aportado muy pocos restos y se considera estéril en micro mamíferos. Las últimas pulsaciones climáticas del Paleolítico superior de nuevo han sido documentadas en la Cova de les Cendres y en los yacimientos arqueológicos de la Cova Bolumini y en el Cingle de l’Aigua. En Cova de les Cendres (tab. 5), el nivel XII registra un equilibrio entre Apodemus y microtinos que debe obedecer al desarrollo de condiciones climáticas relativamente húmedas. El bosque estaría intercalado por espacios abiertos y zonas arbustivas. La elevada frecuencia de Crocidura sp. marcaría el gradiente seco de este nivel, mientras que la presencia de Talpa sp. nos indicaría la proximidad de prados constantemente húmedos. En el nivel XI, donde se ha confirmado la existencia de un Magdaleniense superior, Microtus arvalis señala el desarrollo de condiciones climáticas frescas. Estas mismas características se desprenden del estudio de la avifauna, entre la que destaca la documentación de Pyrrhocorax graculus (chova piquigualda), considerada un claro indicador de condiciones climáticas frescas (Badal et al. 1991). El estrato arbóreo es mucho más importante que en el nivel anterior (XII) y Pinus nigra alcanzaría unos porcentajes elevados y marcaría el desarrollo de unas condiciones relativamente frías de tipo supra y mesomediterráneo (Badal 1995). En los inicios del nivel X las condiciones climáticas frescas todavía no han remitido, Microtus arvalis así lo confirma. La humedad es mayor que en el XII, los microtinos ofrecen porcentajes mayores que los de Apodemus. En este mismo nivel desciende de forma gradual la humedad y se produce una mejora climática, desaparece el topillo campesino. En el nivel IX quedan patentes prácticamente las mismas condiciones climáticas que las observadas en los momentos finales del nivel X. En Bolumini (tab. 6) se confirma el desarrollo de características climáticas frescas en el nivel Vb, Microtus arvalis de nuevo queda documentado y, también, la chova piquigualda (Guillem et al. 1992). El paisaje que se desprende del estudio de la microfauna sería muy parecido al descrito en los niveles XII, XI e inicios del X en Cendres, hecho constatado por la antracología (Badal 1995) que señala a Pinus nigra y Juniperus como las especies dominantes. El análisis polínico (Sanchís 1994) no encuentra diferencias entre los dos niveles prece-

Tabla 5. Distribución del Número Mínimo de Individuos (NMI) de micromamíferos (números superiores) y porcentajes de los mismos (números inferiores) por niveles en Cova de les Cendres. Los micromamíferos estudiados proceden de los cuadros A/B/C- 17 del sondeo paleolítico. Magdaleniense IX 37

X 38-47

XI 48-55

Erinaceus

0 0,00

5 2,19

2 5,41

Crocidura

5 9,09

11 4,82

4 10,81

29 19,21

49 10,42

Eliomys

1 1,81

12 5,27

3 8,11

10 6,63

26 5,53

18 32,73

68 29,83

8 21,62

53 35,09

147 31,27

Arvicola

0 0,00

2 0,88

4 10,81

0 0,00

6 1,28

M. cabrerae

2 3,64

4 1,75

1 2,70

9 5,96

16 3,40

M. arvalis

0 0,00

1 0,44

2 5,41

0 0,00

3 0,64

0 0,00

Terricola

29 52,73

125 54,82

13 35,13

49 32,45

216 45,96

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

1 0,66

0 0,00

0 0,00

Apodemus

Talpa Total

55

228

37

XII 56-61 0 0,000

151

Total y%

XIV 68-70

XV 71-74

XVIA 75-78

XVIB 79-81

XVIC-I 82-85

7 1,49

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

1 16,67

0 0,00

0 0,00

2 6,45

5 6,76

1 16,67

1 7,14

0 0,00

2 6,45

4 5,40

2 33,33

6 42,85

4 44,45

16 51,61

34 45,95

0 0,00

2 14,29

1 11,11

0 0,00

3 4,05

2 33,33

2 14,29

3 33,33

4 12,90

13 17,57

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

3 21,43

1 11,11

7 22,59

15 20,27

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

470

1 25 0 0,00 2 50 0 0,00 1 25

4

1 10 0 0,00 4 40 0 0,00 1 10 0 0,00 4 40 0 0,00 10

6

14

9

XVIC-II 86-91

31

Total y%

74

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

Nivel Capa

Gravetiense

107

Nivel

Va

Vb

25

26

27

Erinaceus

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

Crocidura

7 6,14

2 5

2 6,45

11 5,95

Eliomys

9 7,89

4 10

3 9,67

16 8,65

65 57,02

20 50

11 35,48

96 51,89

Arvicola

Total y %

28

29

30

31

32

1 3,13

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

1 0,92

2 16,67

2 8,70

2 8

1 5,88

11 10,09

1 8,33

4 17,39

2 8

5 29,41

13 11,93

4 33,33

10 43,47

12 48

5 29,41

43 39,45

4 12,5 1 3,13 12 37,5

Total y %

1

0

0

1

0

0

0

0

0

0

0,88

0,00

0,00

0,54

0,00

0,00

0,00

0,00

0,00

0,00

M. cabrerae

4 3,51

2 5

0 0,00

6 3,24

0 0,00

0 0,00

2 8,70

3 12

3 17,64

8 7,34

M. arvalis

0 0,00

0 0,00

0 0,00

0 0,00

5 15,63

2 16,67

2 8,70

1 4

1 4,88

11 10,09

Terricola

28 24,56

12 30

15 48,39

55 29,73

9 28,13

3 25

3 13,14

5 20

2 11,76

22 20,18

40

31

32

12

23

25

17

Total

114

185

109

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

Capa

Apodemus

108

Tabla 6. Distribución del NMI de los micromamíferos (números superiores) y porcentajes (números inferiores) de los distintos niveles en Cova de Bolumini.

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL PAÍS VALENCIANO. NOVEDADES Y PERSPECTIVAS

109

Tabla 7. Distribución del NMI y porcentajes (entre paréntesis) de las distintas especies de roedores registrados en Cingle de l’Aigua en el Epimagdaleniense. Nivel II, capa Erinaceus Crocidura Eliomys Apodemus Chyonomis Microtus sp. Total

2

3

4

7

Total

0 (0,00) 1 (25) 1 (25) 1 (25) 0 (0,00) 1 (25)

0 (0,00) 0 (0,00) 3 (37,5) 3 (37,5) 1 (12,5) 1 (12,5)

1 (12,5) 1 (12,5) 2 (25) 2 (25) 0 (0,00) 2 (25)

0 (0,00) 1 (50) 0 (0,00) 1 (50) 0 (0,00) 0 (0,00)

1 (4,55) 3 (13,63) 6 (27,27) 7 (31,82) 1 (4,55) 4 (18,18)

4

8

8

2

22

rámicos de Bolumini (niveles Vb y Va) y relaciona la presencia de un paisaje abierto, formado por bosquecillos de carrascas diseminados, con los momentos iniciales del Holoceno. Por nuestra parte, consideramos la posibilidad de que el nivel Vb de Bolumini, prácticamente estéril desde el punto de vista arqueológico, se relacione con los niveles magdalenienses de Cendres. Para terminar diremos que en el Cingle de l’Aigua (tab. 7), donde se ha documentado una industria del Epimagdaleniense reciente, se ha registrado, entre otras especies, la presencia de Chionomys nivalis (topo de tartera). Todos los taxones aquí documentados tienen unos requerimientos ecológicos mediterráneos, salvo el topo de tartera que en la Península Ibérica ocupa principalmente zonas montañosas septentrionales. Es una especie muy adaptada a nichos ecológicos con abundantes acumulaciones de rocas estables (pedrizas o canchales), y está casi siempre vinculada a regiones de alta montaña (1.000-4.700 m snm), si bien puede estar presente en altitudes más bajas como es el caso de Ramales de la Victoria, a 250 m snm (Luque-Lanera y Gosàlbez 2002). La especie aparece en la Península Ibérica durante el Pleistoceno superior y se encuentra por todas las zonas montañosas de la Península (Arribas 2004; Sesé 2005). En el País Valenciano la especie tan sólo había sido citada en los niveles holocenos de la Cova Fosca (Alcalde 1998). Kowalski (1992), siguiendo la distribución de esta especie en la actualidad y a lo largo del Cuaternario, la relaciona con espacios abiertos pedregosos más que con la alta montaña. Nosotros, dado que en otros yacimientos costeros de cronología pleistocena u holocena no había sido documentada, no descartamos que en su distribución también influye el desarrollo de unas condiciones climáticas frescas.

Estas condiciones frescas debieron estar acompañadas de cierta humedad, como así parece indicar la presencia de microtinos. Además, también habrían formaciones boscosas donde el erizo común y el ratón de bosque encontrarían su nicho ecológico.

12. SOBRE LA COINCIDENCIA DE LOS BIOINDICADORES PALEOAMBIENTALES

Los datos de los niveles del Magdaleniense superior de la Cova de les Cendres hasta ahora manejados en los anteriores apartados resultan coherentes entre sí y permiten deducir la existencia de unas condiciones de temperatura y humedad distintas de las actuales en el entorno de la cueva. Así, contamos por una parte con las indicaciones que provienen de la fauna y la microfauna, con la asociación de especies cuyo hábitat natural muestra en la actualidad una correlación con los pisos bioclimáticos supra y oromediterráneos. Es el caso de la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus) y el topillo campesino (Microtus arvalis), indicadores de unas condiciones más frescas que las actuales. Otro tanto ocurre con la vegetación, pues el hábitat actual del Pino salgareño (Pinus nigra) coincide fundamentalmente con el piso bioclimático supramediterráneo, si bien también abarca los pisos meso y oromediterráneos. Por su parte, la presencia en esos mismos niveles de la perdiz (Alectoris rufa) y de una vegetación de carrasca y coscoja (Quercus ilex-coccifera) sirven para matizar la apreciación más rigurosa que se desprendería de las especies frescas, apuntando a que la temperatura media anual estaría en esas fechas en torno a los 13 ºC. Una posibilidad que concuerda con la frecuencia de los ciclos de hielo-deshielo que se derivan de la crioclastia señalada en el análisis sedimentario del nivel XI.

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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR PENINSULAR. NOVEDADES DEL SIGLO XXI

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