El paisaje urbano de Atenas, entre memoria del conflicto e identidad

Share Embed


Descripción

[Draft de la ponencia en el congreso Memoria del conflicto
en la Antigüedad, Barcelona, MUHBA, 4-5 noviembre 2015]


El paisaje urbano de Atenas, entre memoria e identidad

Borja Antela-Bernárdez
Universitat Autònoma de Barcelona.
[email protected]


La ciudad recuerda.
A lo largo de la formación de la polis griega, diversos fueron los mecanismos que se pusieron en marcha para poder dotar a la comunidad de elementos de cohesión. Entre ellos, el valor de la historia como factor aglutinador resulta evidente. En este sentido, Oswyn Murray ha llegado a afirmar que la Historia habría funcionado para la época clásica del mismo modo que anteriormente a la aparición del género historiográfico funcionaba el mito. Esto es, que la historia sirvió de mito a la poleis. Ello hace pensar, incluso, en un cierto cariz mítico de la narración historiográficas, de las investigaciones de los primeros historiadores. Y no sería exagerado plantearse dicha cuestión con calma, habida cuenta del valor que Herodoto y Tucídides, forjadores del género, han tenido siempre en la reflexiones sobre la concepción y funcionamiento de la Historia como saber.
Más allá de esta cuestión, compleja y un tanto ajena a cuanto aquí pretendemos exponer ahora, no cabe duda que la ciudad griega generó diversos mecanismos para establecer y fijar sus recuerdos. Si bien a lo largo de la antigüedad el mito funcionó como un factor fundamental de definición de cada comunidad en su relación con el pasado, y desde Herodoto también la historia, en tanto que computación de datos pretéritos, sirvió para fines similares a los del mito, hubo muchos otros mecanismos que sirvieron a los antiguos griegos para generar una relación específica de recuerdo de su pasado. Entre ellos, las narraciones recogidas por la épica habrían tenido un peso específico a la altura de los textos de los historiadores, de los que serían efectivamente su precedente directo. A la épica deberíamos sumar también la tragedia, cuyo papel como agente de relación con el pasado merecería aquí una atención especial, puesto que los recuerdos volcados en la tragedia tienen habitualmente mucho de actuales, de relacionados con el tiempo presente para los espectadores, lo que en la conocida opinión de Aristóteles convertiría a la tragedia, y a la poética en general, en superior a la historia, en tanto que la primera podría a través de lo concreto plantear lo universal, mientras que la historia nunca podría rebasar lo concreto, por estar plenamente encadenada a los hechos específicos, que son los que en definitiva los ingredientes de los que se compone el género historiográfico. Buena prueba de ello podría ser la prohibición en Atenas de realizar tragedias con temáticas contemporáneas, para evitar situaciones como las provocadas por el estreno de la obra de Frínico titulada "La captura de Mileto", estrenada en 493 a.C., que provocó un hondo sentimiento de culpa entre los atenienses, al no haber auxiliado a los milesios, quienes habrían así sufrido un terrible trato por parte de los persas en una fecha muy reciente a la del estreno de la obra, 494 a.C.
La ciudad, efectivamente, recuerda. De un modo u otro, cada comunidad necesita de una memoria que permita definir su propia identidad en el tiempo. Al igual que también necesita de una identidad en el espacio, como son sus fronteras y su orografía, también debe detallar en lo posible los elementos fundamentales sobre los que se basa su identidad a partir de su pasado. Al fin y al cabo, es a través del pasado que cada comunidad construye una línea hacia el presente que le permite definir el porqué de su idiosincrasia: somos así porque a lo largo del tiempo nos ha pasado esto y esto otro. Esta causalidad derivada del pasado es un parámetro intrínseco a la personalidad humana, que en comunidad se extrapola al colectivo.
Sin embargo, al igual que se recuerda, también se olvida. Sólo de este modo puede ejercerse correctamente el uso de la memoria. La falta de selección, de aplicación del olvido a pasajes de lo pasado, supone la invalidación misma del efecto de recordar. "Mi memoria, señor, es como un vaciadero de basuras", afirma Funes el Memorioso, aquél personaje de Borges que no puede olvidar nada de cuanto ha vivido. Efectivamente, el olvido es beneficioso, y más aun en la articulación de una comunidad cívica como la de la polis, donde de otro modo, el recuerdo avivaría a menudo enfrentamientos y conflictos que han servido para construir o reconstruir la identidad política, la identidad de la polis, en tanto que identidad colectiva de ciudadanos con perspectivas opuestas. Este tipo de cuestiones han sido magníficamente esbozadas por Nicole Loraux en su libro "La ciudad dividida. El olvido en la memoria de Atenas", especialmente en relación con el caso concreto del olvido de las tensiones entre los demócratas y los seguidores del gobierno de los llamados Treinta Tiranos del año 403, cuando parece que quizás tuvo lugar lo que podría considerarse la primera amnistía de la historia. Y no deja de ser relevante el hecho de que la etimología original de amnistía tenga tanto que ver con la acción de olvidar (amnesia) (Moreno Leoni 2014).
Por tanto, la memoria es, en definitiva, una selección de hechos. Estos hechos, sin embargo, no son azarosos, sino elegidos. En especial en el caso de la memoria colectiva, cuando la selección resulta vital como elemento identitario y de cohesión, así como de causalidad del "nosotros" y de expresión de lo propio frente a lo ajeno. Recordemos aquí el texto de Platón en el Teeteto.

"SÓCRATES: Concédeme, entonces, en atención al razonamiento, que hay en nuestras almas un bloque maleable de cera: mayor en unas personas, menor en otras; de una cera más pura para unos y más adulterada para otros; unas veces, más dura, otras, más blanda, y en algunos, en término medio.
TEETETO: Lo concedo.
SÓCRATES: Pues bien, digamos que es un don de Memoria, la madre de las Musas: aquello de que queremos acordarnos de entre lo que vimos, oímos o pensamos, lo imprimimos en este bloque como si imprimiéramos el cuño de un anillo. Y lo que se imprimió, lo recordamos y lo sabemos en tanto su imagen (eidôlon) permanezca ahí; pero lo que se borre o no se pudo imprimir, lo olvidamos (epilelêsthai), es decir, no lo conocemos".
Teeteto o sobre la ciencia 191d (Trad. Manel Balasch, Madrid, 1990; Cf. Ricoeur 2000)

La memoria, ese conjunto de impresiones, en palabras de Platón, es también un conjunto de conocimientos. Se recuerda lo que se sabe. De hecho, ya Homero afirmaba que sólo las musas lo saben todo, y por tanto, lo recuerdan todo (Hom. Il. I, 70; Hesiod. Teog. 38; 31f?). Frente a ellas, los hombres sólo recuerdan rumores (Hom. Il. 2, 484-92; Od. 12, 189-91). En este sentido, la selección de aquello que merece la pena recordar es quizá una de las grandes diferencias en relación con los diversos mecanismos por medio de los que la ciudad recuerda. La historia, por ejemplo, selecciona entre lo sucedido aquello digno de ser recordado tanto por su valor pedagógico (significando un posible aprendizaje o ejemplo a tener presente) como por su valor como conocimiento que explica el presente, por medio de la causalidad. La tragedia recuerda el mito para transformarlo en alegoría del tiempo presente. La épica, por su parte, recuerda sólo aquello que ciertos hombres han realizado y que, por su excepcionalidad, supone la obtención de una fama o gloria (kleos) que merece permanecer en el recuerdo de los hombres. De un modo u otro, las formas de preservación del pasado son siempre, paradójicamente, formas muy intensamente conectadas con el presente de aquél que recuerda.
Más allá de estas reflexiones, nuestro interés específico en esta explicación es el de prestar atención al lugar que ocupa el recuerdo de las guerras del pasado en la memoria de los atenienses. Para ello, intentaremos observar un modo de recuerdo muy concreto, y en cierto modo complejo, como es el de los monumentos y los elementos físicos que a lo largo del paisaje urbano de la ciudad de Atenas podríamos haber encontrado en el día a día de sus ciudadanos. En este sentido, seguiremos mayormente a Pausanias, cuya descripción, casi turística, de la ciudad nos permite mapear la ciudad a través de sus monumentos y de los recuerdos populares.
No obstante, antes de describir y analizar los resultados del mapeo, hemos de tener en cuenta diversas cuestiones. La primera de ellas es que existe en Atenas, como en cualquier otra ciudad, una fuerte gestión popular de la memoria que dista mucho de la versión más oficial, más lógica, producto de las investigaciones, que es la que habría conservado la Historia. Así parece hacérnoslo saber el propio Pausanias:
"Se cuentan también otras cosas no ciertas entre la muchedumbre que es ignorante de la historia y dispuesta a tomar por bueno cuanto han escuchado de niños en coros y tragedias" (Paus. 1.3.3. Trad. Herrero Ingelmo, 1994).
Asimismo, esta idea también aparece perfectamente recogida por Estrabón:
"La mayor parte de los demos, si no todos, tienen numerosos mitos e historias. Afidna, por ejemplo, tiene el rapto de Helena por Teseo, el saqueo del lugar por los Dioscuros y el rescate de su hermana; Maratón, la batalla contra los persas; Ramnunte, la estatua de Nemesis, que algunos consideran obra de Diódoto, mientras que otros dicen que es de Agorácrito de Paros, una obra de gran éxito tanto por su tamaño como por su belleza y digna de competir con las obras de Fidias; y lo mismo ocurre con Decelia, la base de operaciones de los peloponesios en la guerra de Decelia; y con File, desde donde Trasíbulo llevó a sus hombres del partido popular al Pireo y luego a la ciudad. Y del mismo modo en el caso de otros muchos demos hay muchos hechos que merecen el relato del historiador; y asimismo el Leocrio y el Teseón tienen sus mitos, y también el Liceo y el Olímpico (el Olimpio es lo mismo), que a su muerte dejó a medio terminar el rey que consagró la obra [Antíoco Epifanes, 175-164 a.C.]. Y lo mismo podemos decir de la Academia, y de los jardines de los filósofos, del Odeón y del Pórtico Pecile, y de lso templos de la ciudad, que guardan obras admirables de diversos artistas". Strab. 9.1.17 (Trad. Torres Esbarranch, 2001).
No obstante, la oposición entre esta memoria popular y la narración del historiador aparece perfectamente señalada (de nuevo por Estrabón):
Cuanto mayor es la avidez de informarse sobre hechos famosos y mayor el número de hombres que han hablado sobre ellos, tanto mayor es la censura, si no se posee un conocimiento exacto de la realidad histórica (Strab. 9.1.21).
Y es que la Memoria no pretende ser exacta, como queda patente en la afirmación de Pausanias sobre los muchos recuerdos que se conservan en la memoria popular, a través de los que se construye el imaginario colectivo.
En este sentido, podemos advertir que la memoria se articula a través de una serie de categorías, y que en cierto modo, a la luz del texto de Estrabón sobre los demos y sus recuerdos, parece clara la inexistencia de una coherencia o de una ordenación de los hechos, elemento propio de la historia. En la memoria colectiva ateniense, los recuerdos aparecen más bien como elementos cíclicos. Quizás la razón de ello sea el tiempo mismo de la polis, que a través de su articulación ritual de las fiestas y ceremonias activa en la memoria una percepción cíclica del pasado, donde el tiempo histórico y el mítico conviven sin conflicto, siendo ambas reconstrucciones de un pasado que, mediante la revisitación continuada por causa de la ritualización festiva se convierte en atemporal (Plácido, RDTP 59, 2004).
En este sentido, una memoria específica, como es la establecida en las fiestas llamadas Epitaphia, en las que anualmente se llevaban a cabo en el mes de Pianepsión una serie de ceremonias en honor a los caidos por la ciudad en las guerras, tanto presentes como pasadas. Entre las ceremonias se incluyó también una oración o discurso fúnebre, que fue adquiriendo entidad propia como subgénero mismo de la oratoria. A través del análisis de estos discursos epidícticos, puede observarse que la exposición que en ellos se hace del pasado se articula a través de 4 grandes ejes temáticos (Andersen, How the Greeks come to Grip with the past), casi obligados en todos los casos:
Autoctonía
Episodios mitológicos
Revisión de las Guerras Médicas
Pasado reciente, incluyendo el de las guerras en que cayeron aquellos que son recordados concretamente en el año específico del discurso.
Si observamos el texto de Estrabón sobre los recuerdos de cada demos, podemos apreciar cómo, de entre estos cuatro ejes, los episodios mitológicos y los relacionados con las Guerras Médicas tienen una mayor presencia, de modo que podríamos concluir que es a través de su mitología y de su enfrentamiento con los medos que los atenienses se consideran como tales.
Por otra parte, tal y como ha planteado Simon Price, existen cuatro contextos cruciales a través de los cuales las redes de memoria colectiva se (re)construyen (Price):
Objetos y representaciones
Lugares
Comportamientos rituales (y mitos asociados)
Narrativas textuales.
Los monumentos de la ciudad de Atenas cumplen en la mayoría de los casos muchos, e incluso en diversas ocasiones probablemente los cuatro, de estos contextos. Aplicándolo a los monumentos relacionados con el conflicto, lo cierto es que tanto los objetos y representaciones como los lugares o incluso los comportamientos rituales (como las Epitaphia) redundan en la actuación dentro de estos contextos.
En este sentido, es muy probable que en relación con los monumentos de Atenas estemos ante un claro caso de lo que Gehrke ha denominado intentional Geschichte o Historia Intencional, el cual podríamos definir como "la proyección en el tiempo de elementos de categorización subjetiva y de autoconsciencia que construyen la identidad de un grupo como tal". La historia intencional advierte de que la historia adquiere sentido gracias a actores o agentes, y que esta agencia puede manipularse o inventarse, y que es siempre intencional. De este modo, la memoria es, como decía Plinio (NH 7.24), la cualidad más frágil del hombre, pero en tanto que constructo identitario, social y cultural, con gran funcionalidad causal, pervive gracias a la alimentación constante (circular y ritual?) de actores o agentes de recuerdo que adquieren valor en su sentido para el grupo.
Desde este punto de vista es desde donde nos aproximamos al recuerdo de los conflictos del pasado ateniense tal y como son percibidos en el paisaje urbano. A través del análisis de las referencias de Pausanias a conflictos en su paseo por Atenas advertimos claramente cómo los lugares tienen una entidad claramente histórica que sólo adquiere significado gracias a su vínculo con un pasado mítico o factual. En nuestro análisis, como hemos dicho ya, no tendremos en cuenta la información relativa al ámbito mítico, pese a que ello implica una diferenciación artificial entre mito e historia que los antiguos atenienses seguramente no compartirían del todo.
Observando ahora detenidamente el mapeado del rastro del conflicto en la memoria urbana de la ciudad de Atenas a través de Pausanias, podemos advertir que existe toda una jerarquía de aquello que se recuerda, es decir, de los conflictos memorables. De este modo, los recuerdos más frecuentes son los que hacen referencia a las Guerras Médicas. En especial, lugares como Maratón, Salamina o Ramnunte (donde se encontraba la estatua de Némesis realizada a partir de un mármol que los mismos medos transportaban con la intención de erigir un triunfo conmemorativo de su victoria contra los atenienses), o incluso las inmediaciones de los mismos, como sucede en Falero o Colíade. El recuerdo de las Guerras Médicas está presente también en los monumentos, como sucede con la Acrópolis, donde Pausanias recoge el recuerdo del lugar por el que los bárbaros accedieron al recinto, o el Odeón, cuya misma esencia es efectiva la del recuerdo de la victoria contra Jerjes. El hecho de que el Odeón hubiese sido reconstruido, pese a haber sido destruido en la toma de la ciudad por los romanos en 86 a.C., permite apreciar más todavía su valor: cuatrocientos años después de los sucesos que conmemora, como era el lugar del asentamiento de la tienda de Jerjes en Atenas, el recuerdo merece ser reconstruido nuevamente, por su importancia para la definición de la comunidad. De este modo, Atenas es el símbolo de la victoria contra Persia.
Esta victoria ateniense se advierte con intensidad también en la intensa presencia de representaciones (en escultura o pintura) de los grandes héroes de las Guerras Médicas, como fueron Milcíades o Temístocles, no sólo políticos, sino también héroes de guerra. Esta glorificación individual, que choca con la identidad plural y democrática asociada habitualmente con Atenas, se muestra con fuerza gracias a los otros muchos ejemplos de personajes militares que aparecen representados a lo largo de los espacios públicos de la ciudad. A Milcíades y Temístocles les acompañan Conón, su hijo Timoteo, Cimón, Pericles, Ifícrates, Leóstenes, Olimpiodoro, Calipo, los reyes macedonios (Filipo II y Alejandro), los Diádocos y Epígonos. Todos ellos parecen ser recordados, en gran medida, por su gloria militar, lo que nos devuelve a los orígenes del género historiográfico y a la herencia en él de la épica y la lírica, a través de la importancia de la gloria y de la compilación del pasado como resultado de hechos de armas sobresalientes o memorables. Frente a estos, la presencia de estatuas de filósofos o pensadores, así como de simples políticos, parece menor, y aunque encontramos efectivamente estatuas de hombres como Cimón (que quizás aparece aquí más como atleta glorioso que como pretendiente a tirano), Solón, Zenón hijo de Marsias o Crisipo de Solos, lo cierto es que su presencia, al menos en el relato de Pausanias, es notablemente menor.
Un tercer lugar lo ocupan las destrucciones, es decir, el recuerdo de aquello que fue y ya no está. Si bien en el Odeón, o incluso en el Partenón, la reconstrucción de un lugar implica su intención de recordar, la destrucción también marca un tipo de recuerdo específico, como el que documentamos por ejemplo en relación con el bosque sagrado y templo de Poseidón, destruidos por Antígono Gonatas. Este recuerdo de la destrucción permite mantener emociones como el rencor, un tipo de recuerdo colectivo de carácter eminentemente negativo, que evita la restitución del agravio, y por tanto, de la memoria en positivo.
Por último, una atención especial merecen las tumbas. A las tumbas colectivas es quizás, junto con el espacio de la Acrópolis, al lugar que más detalle y explicaciones dedica Pausanias en su relato. El valor de las mismas es siempre, de nuevo, el de la memoria gloriosa. Si bien en la polis aristocrática arcáica la gloria cantada por la épica estaba dirigida solamente a la élite, la sustitución de esta gloria aristocrática por una gloria global y colectiva llevó aparejada la activación de una serie de prácticas de difusión y magnificación del recuerdo por medio de la institucionalización de la muerte patriótica de los ciudadanos por el bien de la ciudad. Estos mecanismos, que incluyen de manera evidente las fiestas Epitaphia mencionadas, también incluían las tumbas colectivas. De entre ellos, de nuevo, destacan dos tipos: la primera, la de Maratón, que se encuentra separada en el espacio de la del resto de caidos por Atenas en su historia; la segunda, la de ciertos personajes clave, de nuevo los Cimón, Conón, Trasíbulo o Pericles, que merecen atención especial, diferenciándose intensamente del resto de los caídos, y elevándose, por su gloria individual, por encima de ellos. Es evidente que en todo ello juega un papel fundamental la necesidad de supervivencia de la ciudad, y por tanto, la construcción de una gloria colectiva a través de la cual se pueda prometer el premio reservado a los héroes, la gloria, para todos aquellos ciudadanos que defiendan la patria. No obstante, también podemos pensar que es Pausanias, y su percepción del mundo, desde la Grecia de su tiempo, integrada en el mundo imperial romano, la que se manifiesta en sus intereses turísticos, primando los valores de la lucha contra el persa, seguramente identificado con el parto de su época, y las grandes figuras, símbolo de la necesidad de grandes personalidades para regir el destino colectivo, como sucedía con el mismo emperador en Roma.
Más allá de todo ello, podemos apreciar, a partir de cuanto hemos mencionado, que la memoria física, monumental, aparece con extrema frecuencia entre los atenienses. La ciudad recuerda. Pero lo que no sabemos es si los atenienses recuerdan voluntariamente, si el proceso de memoria surge de manera involuntaria. Los estudios actuales plantean la enérgica decisión del recuerdo por parte de estos atenienses rodeados de sus estatuas, sus monumentos y su pasado selecto. Sin embargo, la memoria es, efectivamente, una cualidad frágil en los humanos (de nuevo Plinio).
Por ello, el problema surge si aplicamos ciertas reflexiones actuales al marco mismo de la Antigüedad. Así, en un artículo inspirador, X. C. Bermejo se preguntaba sobre la salud de la memoria colectiva contemporánea a la luz de la necesidad continuada de hacer recordar a la comunidad por medio de conmemoraciones, años de memoria e incluso de la estructuración institucional del recuerdo, como son las leyes de memoria, que no invitan, sino que obligan a recordar. Hemos visto que el recuerdo es, en lo individual y en lo colectivo, intencional, y que la memoria popular es un mecanismo para comprometer la identidad propia y accionar la conciencia común de lo colectivo, a menudo por medio de relatos que contienen más de mítico que de histórico, como sucede por ejemplo con muchas de las fiestas populares en su versión contemporánea, cargadas de valores locales y de una historia que a menudo se alimenta de la ficción y la leyenda (como podría ser la de Sant Jordi, entre otras muchas). De este modo, la comunidad no recuerda, sino que es el estado quien la hace recordar, y por tanto, es también el estado quien realiza la selección de aquello que merece recuerdo.
Se oponen aquí, pues, recuerdo popular o tradición local y recuerdo institucional. De un modo u otro, la monumentalización de la ciudad surge en gran medida por medio de la ratificación por parte del poder de los motivos elegidos para figurar en el paisaje urbano.
Por otra parte, la ciudad recuerda, pero quizás no los ciudadanos. La carga simbólica asociada a ciertos emplazamientos o personajes en relación con ciertos pasados elegidos, como sucede esencialmente en el caso de la jerarquía entre los momentos del pasado a recordar, supone la imposibilidad de asociar nuevos hechos o de matizar, cuestionar, enriquecer o ampliar la memoria de los hechos que se asocian a cada símbolo. La ciudad, por tanto, no tiene recuerdos, sino una memoria específica, bien administrada, de lo que desea representar. La memoria, en tanto que frágil construcción simbólica, sustituye al auténtico recuerdo.
La ciudad recuerda a sus ciudadanos lo que se espera de ellos.

ANEXO. Tablas de Memoria de conflictos en Atenas en Pausanias y Estrabón.
Pasaje
Hecho
Observaciones
Paus 1.1
Isla llamada "de Patroclo", que navegaba en calidad de navarco de una flota egipcia enviada por Ptolomeo, hijo de Lago, para socorrer a los Atenienses cuando Antígono Gonatas devastaba el Ática

1.2
Temístocles, cuando fue arconte, preparó el Pireo como puerto de los atenienses

1.3
Pintura de Leóstenes en el Pireo por Arcesilao. Leóstenes fue al mando de los atenienses, obteniendo victorias, en la guerra lamíaca.
Quizás Arcesilao citado en Plinio HN 25.146
1.3
Conón hizo construir un templo de Afrodita después de haber aniquilado las trirremes de los lacedemonios junto a Cnido [394 a.C.]

1.5
Promontorio Colíade. "Hasta éste llevaron las olas los restos del naufragio de la flota aniquilada de los medos"

1.5
En el camino de Falero a Atenas hay un templo de Hera al que Mardonio, hijo de Gobrias, prendió fuego, destruyendo la estatua de la diosa, ahora sustituida por una nueva, obra de Alcámenes

2.2
"Subiendo del Pireo están las ruinas de los muros que levantó Conón después de la batalla naval de Cnido, pues los construidos por Temístocles tras la retirada de los medos fueron destruidos durante el gobierno de los llamados Treinta"

3.2
Cerca del Pórtico del rey (stoa basiliké, cerca del cerámico) había estatuas de Conón, su hijo Timoteo y el rey chipriota Evágoras, que consiguió que Artajerjes entregara las trirremes fenicias a Conón.

3.4
En las inmediaciones del Pórtico de los doce dioses hay una pintura de la hazaña de los atenienses en Mantinea, enviados para auxiliar a los lacedemonios [362 a.C.]. La pintura reflejaba un combate de caballería, entre los que se distinguió Grilo, hijo de Jenofonte.
Pintura de Eufránor de Corinto.

3.5
Pintura de Calipo, que condujo a los atenienses a las termópilas para impedir la invasión de los gálatas en Grecia [279 a.C.].
El autor fue Olbiades, del que nada más conocemos.
La historia de Calipo se explica en 4.2-3.
8.2
Después de las estatuas de los epónimos pueden encontrarse unas estatuas de Calias [449 a.C.], que hizo la paz de los griegos con Artajerjes, hijo de Jerjes, como dice la mayoría de los atenienses.

8.5
Estatuas de Armodio y Aristogitón, que dieron muerte a Hiparco [514 a.C.]. "De las estatuas, unas son obra de Critias, pero las antiguas las hizo Antenor. Como Jerjes se llevó también éstas como parte del botín cuando se apoderó de Atenas abandonada por los atenienses, Antíoco después la devolvió a los atenienses".

8.6
Estatuas de los reyes egipcios (Ptolemaicos)

9.3
Estatuas de bronce de Ptolomeo Filometor y su hija Berenice

9.4
Estatuas de Filipo II y Alejandro Magno, reyes de Macedonia
"estos han realizado acciones demasiado importantes como para ser objeto de una digresión en otra historia".
9.4
Estatua a Lisímaco
"Sin duda, los honores a los reyes de Egipto les fueron hechos con verdadero respeto y como a bienhechores, pero a Filipo y a Alejandro más bien por adulación del pueblo, puesto que también a Lisímaco le dedicaron una estatua no tanto por afecto como por considerarlo útil en el momento".
11.1
Estatua de Pirro, rey del Épiro

14.5
Templo de Euclea, "ofrenda también éste de los medos que desembarcaron en Maratón. Creo que los atenienses estaban muy orgullosos de esta victoria".

15.1
Yendo hacia el pórtico que por las pinturas llaman Pecile, está un Hermes de bronce llamado Agoreo y cerca una puerta. Sobre ella está un trofeo en combate de caballería a Plistarco [318 a.C.?], hermano de Casandro, al que se le había confiado el mando de la caballería y de los mercenarios de éste. Este pórtico contiene en primer lugar la pintura de los atenienses formados frente a los lacedemonios en Énoe en el territorio argivo [c. 460? a.C.]. Lo que está pintado no es el momento culminante del combate ni la exhibición de los actos heroicos, cuando la acción ha avanzado ya, sino el comienzo de la batalla, cuando los combatientes están todavía llegando a las manos":.
En el centro de la pintura está representado Teseo contra las Amazonas
15.3
"La última parte de la pintura son los que lucharon en Maratón. Los beocios de Platea y todos los atenienses llegan a las manos con los bárbaros; y en esta parte, uno y otro bando están igualados, pero en el centro de la batalla los bárbaros están huyendo y empujándose unos a otros hacia el pantano, y en los extremos de la pintura están las naves fenicias y los griegos dando muerte a los bárbaros que caen sobre ellas".
(…)
"De los que luchan son particularmente visibles en la pintura Calímaco, elegido polemarco por los atenienses, y Milcíades, uno de los estrategos, y un héroe llamado Equetlo".
Allí también está pintado el héroe Maratón, y Teseo, Atenea y Heracles.
15.4
"Allí hay escudos de bronce y sobre algunos una incripción, según la cual fueron tomados a los escioneos y sus aliados; ortos están untados de pez, para que el tiempo y la herrumbre no los estropee. Se dice que pertenecen a los lacedemonios apresados en la isla de Esfacteria [425 a.C.]

16.1
Estatuas de Solón y Seleuco.

17.6
"los atenienses construyeron el recinto sagrado de Teseo después de que los medos desembarcaron en Maratón, cuando Cimón, hijo de Milcíades, destrozó a los de Esciros, para castigarles por la muerte de Teseo, y llevó sus huesos a Atenas.

18.2
Más arriba del templo de los dioscuros, está el recinto de Aglauro, quien junto con sus hermanas se les confió al héroe Erictonio, prohibiéndoles verlo. Pándroso obedeció, pero Aglauro y Herse no, enloqueciendo y arrojándose desde la Acrópolis por la parte más escarpada. "Por aquí subieron los medos y masacraron a los atenienses, que creyeron que ellos interpretaban mejor el oráculo que Temístocles y fortificaron la Acrópolis con palos y vallados".

20.4
"Cerca del santuario de Dioniso y del teatro hay una construcción que se dice que fue hecha a imitación de la tienda de Jerjes. Fue hecha por segunda vez, pues la antigua la incendió el general romano Sila cuando tomó Atenas [86 a.C.]"

21.5
En el camino de la Acrópolis hacia el teatro hay un santuario a Asclepio. Cerca o dentro del mismo hay, entre otras cosas, una coraza de los sármatas.

22.4
En la entrada de la Acrópolis, en los Propíleos, hay estatuas de jinetes, de las que Pausanias no sabe si representan a los hijos de Jenofonte o son simplemente decorativas (¿??)

22.7
A la izquierda de los propíleos hay un edificio que contiene pinturas (22.6).
"Entre las otras pinturas se encuentra también Alcibíades, y hay en la pintura referencias a su victoria ecuestre en Nemea.
Las otras pinturas son de Orestes matando a Egisto, Pílades a los hijos de Neptuno, también Diomedes y Ulises, o Polixena, y Perseo llevando la cabeza de Medusa.



23.3
Cerca de la Acrópolis hay una estatua a un tal Diítrefes, herido por flechas, algún tipo de comandante
(recuerda a cuchulain y algún santo)
23.9
Estatua de Epicario, que practicó la guerra armado, obra de Critias

24.3
Estatua de un hombre que lleva casco, obra de Cleetas

24.4
Estatua de Timoteo, hijo de Conón, y el propio Conón.

24.8
En las inmediaciones del Partenón, hay una estatua de Ifícrates, "que realizó numerosas acciones admirables".

25.1
"Estatua en la Acrópolis de Pericles, hijo de Jantipo, que combatió por mar en Miícale contra los medos [479 a.C.]"

25.2
"Junto al muro sur, Átalo ofrendó la legendaria guerra de los gigantes que habitaron un día tracia y el istmo de Pelene, la batalla entre los atenienses y las Amazonas, la hazaña en Maratón contra los medos y el aniquilamiento de los gálatas en Misia. Cada trabajo de aproximadamente dos codos".

25.2
Estatua de Olimpiodoro, político y general ateniense de época helenística

25.6
Recuerdo de la ocupación macedonia del Pireo y Muniquia a raíz de la guerra lamíaca

27.1
En el templo de Atenea Políade de la Acrópolis hay diversas ofrendas dignas de mención. Entre ellas, "del botín tomado a los medos, la coraza de Masistio, que tuvo en Platea el mando de la caballería, y una daga, que se dice era de Mardonio".

27.5
En la acrópolis hay una estatua de Tólmides, que mandaba la flota ateniense, causó daño, entre otros, a los peloponesios que viven en la costa, incendió los arsenales de los lacedemonios en Gitio y se apoderó de Beas, una ciudad de los periecos, y de la isla de Citera. Etc. Murió en Coronea, en 447 a.C.

27.6
"Hay unas estatuas antiguas de Atenea, y ninguna de ellas está estropeada, pero sí ennegrecidas y demasiado frágiles para soportar los golpes, pues el fuego también alcanzó a éstas cuando los atenienses se embarcaron en las naves y el Rey [persa] se apoderó de la ciudad vacía de hombres en edad de combatir

28.2
Además de todo lo que he enumerado, los atenienses han dedicado dos exvotos con los diezmos de los botines de guerra: una estatua de bronce de Atenea con el botín tomado a los medos que desembarcaron en Maratón, obra de Fidias –la lucha sobre su escudo de los Lapitas contra los Centauros y todas las demás cosas dicen que las cinceló Mis, y que éstas y las restantes obras suyas las diseñó Parrasio, hijo de Evénor. La punta de lanza y el penacho del casco de esta Atenea son ya visibles para los que se acercan navegando desde Sunio-, y también hay un carro de bronce, diezmo de los beocios y de los calcidios de Eubea. Hay otras dos ofrendas: Pericles, hijo de Jantipo, y la más digna de ver de las obras de Fidisas, una imagen de Atenea llamada Lemnia por los que la ofrendaron.

29.3
Tumba de Trasíbulo, que puso fin a la tiranía de los 30.
Tumbas de Pericles, de Cabrias y de Formión.

29.4
Monumento a los atenienses que murieron en batallas navales y terrestres, a excepción de los de Maratón.

29.6
Delante del monumento hay una estela con caballos luchando en honor de Malanopo y Macártalo, que murieron en batalla contra los lacedemonios y los beocios.
Tb. Tumba a los jinetes tesalios aliados que auxiliaron a los atenienses en la invasión de Arquimamo. Igual con arqueroscretenses.

Luego, más sepulcros de atenienses: Clístenes.

29.7
Tumba de los atenienses que antes de la expedición del Medo hicieron la guerra contra los eginetas.

29.7
Hay también en estas tumbas "nombres de otros hombres, como los que fueron a Olinto [349 a.C.], los más distinguidos, y Melesandro, que viajó con sus naves hacia la Caria superior a través del Meandro [430 a.C.]"

29.8
"Están enterrados también los que murieron luchando contra Casandro y los argivos que combatieron un día al lado de los atenienses".

29.10
"Quiero citar también a los siguientes: Apolodoro, un jefe de mercenarios, que era ateniense, y que, enviado por Arsites, sátrapa de la Frigia del Helesponto, guardó la ciudad de Perintia, cuando Filipo invadió el territorio con su ejército. Así pues, éste está enterrado aquí, y Eubulo, hijo de Espíntaro, y hombres a los que siendo valientes no les acompañó una buena fortuna: los que atacaron al tirano Lácares, los que tramaron la toma del Pireo ocupado por una guarnición de macedonios y que, antes de realizar la acción, murieron denunciados por sus cómplices".

29.11
"Yacen también allí los que cayeron en Corinto [394 a.C.]. Entonces especialmente y de nuevo en Leuctra, la divinidad mostró que los llamados "valientes" por los griegos no eran nada sin la Fortuna, si los lacedemonios, que habían vencido entonces a los corintios, a los atenienses, e incluso también a los argivos y beocios, después fueron arruinados hasta tal punto por los beocios solos en Leuctra".

29.11
"Después de los que murieron en Corinto los versos elegíacos señalan que bajo la misma estela están los que murieron en Eubea y Quíos, y también indican los que perecieron en los confines del continente en Asia y en Sicilia".

29.12
"Figuran en la inscripción los nombres de los estrategos excepto Nicias, y de los soldados, juntamente con los ciudadanos atenienses, los plateenses".

29.13
"En otra estela están también los hombres que lucharon en Tracia y en Mégara, cuando Alcibíades convenció a los arcadios de Mantinea y a los eleos para hacer defección de los lacedemonios, y los que habían vencido a los siracusanos antes de llegar Demóstenes a Sicilia".

29.13
"Están también enterrados los que combatieron en el mar junto al Helesponto, los que lucharon frente a los macedonios en Queronea, los que marcharon contra Anfípolis con Cleón, los que murieron en Delio de Tanagra, todos los que condujo Leóstenes a Tesalia, los que navegaron a Chipre con Cimón, y de los que con Olimpiodoro expulsaron la guarnición, solamente trece hombres".

29.14
También se encuentran allí las tumbas de unos atenienses que estaban en una batalla naval de romanos y cartagineses

29.14
También tumbas de los que acompañaban a Cimón en la victoria de Eurimedonte (468 a.C.)

29.15
Allí están enterrados también Conón y Timoteo, padre e hijo, que son los segundos después de Milcíades y Cimón que realizaron acciones brillantes. Yacen también Zenón, hijo de Márseas, y Crisipo de Solos [filósofos epicúreos], Nicias, hijo de Nicodemo, el mejor pintor de su tiempo, Harmodio y Aristogitón, los que asesinaron a Hiparco el hijo de Pisístrato, los oradores Efialtes, el principal causante de la abolición de los privilegios tradicionales del Areópago, y Licurgo el hijo de Licofrón.
En 30.3 se menciona la tumba de Platón, cercana a todas estas otras tumbas.
30.4
Referencia al bosque sagrado de Poseidón y el templo, incendiado por un ataque de Antígono [Gonatas?].

32.3
"El demo de Maratón está a la misma distancia de Atenas que de Caristo en Eubea. En este lugar del Ática desembarcaron los bárbaros, fueron vencidos en la batalla y perdieron algunas naves cuando se hacían a la mar [490 a.C.].
Hay una tumba de atenienses en la llanura, y sobre ella estelas con los nombres de los que murieron por tribus, y otra tumba para los becoios de platea y para los esclavos; pues por primera vez lucharon entonces esclavos".

32.4
"Hay un sepulcro individual de Milcíades hijo de Cimón, que murió más tarde, después de fracasar en Paros, y a causa de ello fue llamado a juicio por los atenienses.
Allí es posible durante toda la noche percibir el relinchar de los caballos y la lucha de los hombres [espíritus]".
(…)
"los de Maratón honran a los que murieron en la batalla, llamándolos héroes"
"Sucedió, según dicen, que en la batalla se presentó un hombre de apariencia y equipo de campesino. Éste, tras dar muerte a muchos bárbaros con un arado, después de su hazaña desapareció. Cuando consultaron los atenienses el oráculo no les respondió con respecto a él ninguna cosa, pero les ordenó honrar al héroe Equetlo. Hay también un trofeo de mármol blanco.

32.4
"los atenienses dicen que a los medos los enterraron porque es piadoso enterrar el cadáver de un hombre en tierra, pero no pude encontrar ninguna tumba. Allí no es posible ver ni un túmulo ni ninguna otra señal, pues debieron de llevarlos a un foso y arrojarlos de cualquier manera".




32.7
"Hay en Maratón un lago pantanoso en su mayor parte. En él por desconocimiento en los caminos cayeron los bárbaros en su huida, y dicen que a causa de esto tuvo lugar una gran matanza.
Sobre el lago están los pesebres de piedra de los caballos de Artafernes y marcas de las tiendas en las rocas.

33.2
De Maratón dista unos sesenta estadios Ramnunte yendo por el camino de la costa que conduce a Oropo. Las casas de sus gentes están junto al mar, pero un poco hacia el interior hay un santuario de Némesis, que es la diosa más inexorable para los hombres soberbios. Parece que también a los bárbaros que desembocaron en Maratón les alcanzó la cólera de esta diosa; pues, presumiendo de que nada les impedía apoderarse de Atenas, llevaban mármol de Paros para hacer un trofeo como si ya lo hubiesen conseguido.
Con este mármol esculpió Fidias una estatua a Némesis, y sobre la cabeza de la diosa está una corona con ciervos y pequeñas imágenes de Niké.

31.1
La región de Oropo entre el Ática y la tierra de Tanagra, que al principio pertenecía a Beocia, la poseen en nuestro tiempo los atenienses, que lucharon todo el tiempo por ella y que no la adquirieron de manera firme hasta que Filipo se la entregó a ellos cuando tomó Tebas.

36.1
"En Salamina – vuelvo a mi tema – hay un santuario a Ártemis, y por otra parte un trofeo por la victoria que Temístocles, hijo de Neocles, procuro a los griegos [480 a.C.]; y hay un santuario de Cicreo. Se dice que, cuando los atenienses luchaban en el mar contra los medos, apareció una serpiente entre las naves. El dios vaticinó a los atenienses que éste era el héroe Cicreo".

36.2
"Hay una isla delante de Salamina llamada Psitalea. En ésta dicen que desembarcaron unos cuatrocientos bárbaros, y na vez que fue vencida la escuadra de Jerjes, también éstos murieron cuando los griegos desembarcaron después en Psitalea.

36.4
Tumba de Moloto, estratego ateniense

36.5
Tumba de Cefisodoro, político ateniense

ESTRABÓN, Geografía


9.1.13

"el estrecho de Salamina, de unos dos estadios, donde Jerjes intentó construir una escollera, pero se anticiparon la batalla naval y la huida de los persas".

9.1.15
Descripción del Pireo, el Arsenal de Filo, los Muros Largos, Muniquia. Recuerdo de la destrucción por Sila de los Muros Largos

9.1.17
"La mayor parte de los demos, si no todos, tienen numerosos mitos e historias. Afidna, por ejemplo, tiene el rapto de Helena por Teseo, el saqueo del lugar por los Dioscuros y el rescate de su hermana; Maratón, la batalla contra los persas; Ramnunte, la estatua de Nemesis, que algunos consideran obra de Diódoto, mientras que otros dicen que es de Agorácrito de Paros, una obra de gran éxito tanto por su tamaño como por su belleza y digna de competir con las obras de Fidias; y lo mismo ocurre con Decelia, la base de operaciones de los peloponesios en la guerra de Decelia; y con File, desde donde Trasíbulo llevó a sus hombres del partido popular al Pireo y luego a la ciudad. Y del mismo modo en el caso de otros muchos demos hay muchos hechos que merecen el relato del historiador; y asimismo el Leocrio y el Teseón tienen sus mitos, y también el Liceo y el Olímpico (el Olimpio es lo mismo), que a su muerte dejó a medio terminar el rey que consagró la obra [Antíoco Epifanes, 175-164 a.C.]. Y lo mismo podemos decir de la Academia, y de los jardines de los filósofos, del Odeón y del Pórtico Pecile, y de lso templos de la ciudad, que guardan obras admirables de diversos artistas.

9.1.19
Cuanto mayor es la avidez de informarse sobre hechos famosos y mayor el número de hombres que han hablado sobre ellos, tanto mayor es la censura, si no se posee un conocimiento exacto de la realidad histórica.

9.1.21
En las cercanías de Anaflisto se encuentra asimismo el santuario de Pan y el templo de Afrodita Colíade, en el lugar adonde dicen que fueron sacados por las olas ols últimos despojos de las naves persas después de la batalla naval de Salamina, respecto a los cuales Apolo había dado el siguiente vaticinio: Las mujeres de Colíade cocinarán el alimento con los remos.

9.1.22
Maratón, donde Miclíades destruyó por completo las fuerzas mandadas por el persa Datis, sin esperar a los lacedemonios, que llegaron demasiado tarde debido a la luna llena.
(…)
Ramnunte, donde está el santuario de Némesis.



Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.