El país que soñó Sarmiento

June 14, 2017 | Autor: Marcelo Gullo Omodeo | Categoría: History, Historia, Pensamiento decolonial
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Descripción


En solitario seremos la nada
Por Marcelo Gullo

Cuando Portugal y Castilla se lanzan a navegar el Atlántico para burlar el cerco islámico, la más importante potencia de la época, tanto por su dimensión territorial (10 millones de kilómetros cuadrados), como por su población (que rondaba los 100 millones de habitantes), así como por su desarrollo en la producción manufacturera y artesanal, era el Imperio Chino. El centro del poder mundial estaba, pues, indiscutiblemente, en Asia.
Sin embargo, con los viajes oceánicos de descubrimiento que hace cinco siglos realizaron los navegantes de Europa occidental, comenzó la transformación del mapa geopolítico del mundo y el poder abandonó el Asia. El centro del poder mundial, dio, entonces, un gran salto repentino. Brincó, desde el corazón del Imperio Chino, hasta la Península Ibérica y después de revolotear alrededor de Sevilla y de Lisboa, se instaló, por un tiempo, en la Inglaterra isabelina para luego saltar el Atlántico y hacer pie en Norteamérica. Hoy, después de casi 500 años, el poder ha vuelto al Asia.

El umbral de resistencia y el umbral de poder

Importa precisar que, en cada uno de estos saltos, las unidades políticas que los realizaron fueron protagonistas de la construcción de un nuevo "umbral de resistencia" y de un nuevo "umbral de poder". Así, cuando los desunidos reinos de España realizaron su unidad nacional, las viejas potencias dueñas del Mediterráneo, Génova y Venecia, dejaron de "ser". Solo, realizando juntas, la unidad italiana podrían haber aspirado a mantener la autonomía y a ser protagonistas de la historia. Génova y Venecia no supieron, entonces, hacerlo como luego, en el transcurrir del tiempo, España no supo convertirse en un estado nación industrial y no pudo, entonces, alcanzar, el nuevo umbral de poder que había sido elevado, nuevamente, cuando Inglaterra realzó la revolución industrial y se convirtió en el primer estado nación industrial de la historia. Pero, las naciones industriales de Europa – que con Gran Bretaña a la cabeza durante años dominaron el mundo- se dieron cuenta tarde que, cruzando el Atlántico, los Estados Unidos habían construido el primer estado continente industrial y que ellas se habían convertido en "naciones enanas" frentes al gigante norteamericano.

El Brasil y su sueño de una noche de verano

Hoy el Brasil, que posee, en materia de población y territorio, las condiciones de un "estado continente", sueña con sentarse en la mesa de los grandes y es probable que, si Brasil lograse terminar su proceso de industrialización tecnologizante y lograse superar su terrible fractura social podría hacer realidad su sueño pero, tan solo por unos pocos años. ¿Por qué? Porque lo que importa entender es que, si China logra neutralizar las terribles fuerzas exógenas - que desean su fragmentación interna - mantener su estabilidad social y una tasa de desarrollo aceptable durante las próximas tres décadas, terminará de construir un "macroestado" industrial tecnológico que volverá a elevar los umbrales de resistencia y de poder. Macroestado que dará origen a la conformación de un "hiperimperialismo" .
Este nuevo macroestado será muchas veces responsable de una desproporcionada "oferta" global de bienes manufacturados – de, baja, media y alta tecnología y de la generación de destructivos excedentes de producción que, volcados indiscriminadamente al mercado internacional se venderían a precios despreciables, aún por debajo de sus costos, pues más le valdrá al macroestado, "malvender" sus producidos antes que "detener" su crecimiento.

Especialización excluyente y desempleo

Esta situación sería para Sudamerica, claramente capaz de aniquilar las producciones locales y, de no ser clara y contundentemente prevista y "neutralizada" por una política "inteligentemente protectiva", consensuada, común y unívoca, condenaría a toda Sudamérica a una "especialización excluyente" y relegaría a las naciones de la región a la condición de meras proveedoras de materias primas y productos agropecuarios no manufacturados lanzando al desempleo, a enormes contingentes de población.

Para países como Venezuela, Perú, o Colombia, la irrupción de los excedentes de producción industrial china inhibirían cualquier intento de desarrollo industrial pero, para países como Argentina y Brasil, una irrupción sin contención de estos excedentes de producción, al provocar el aniquilamiento del parque industrial argentino-brasileño, significarían un catastrófico retroceso a la condición, que esos países ostentaban hasta 1930: la de productores de materias primas y artículos agropecuarios no elaborados e importadores de bienes y servicios con mayor tecnología. En síntesis, volver a ocupar el puesto que Adam Smith, les había asignado en la "división internacional del trabajo.
Tal retroceso no solo sería incompatible con la sustentación de las actuales poblaciones de ambos países sino que sería también incompatible con la realización de verdaderos y no formales regímenes democráticos. La devastación del parque industrial argentino-brasileño significaría, entonces, la aniquilación de la posibilidad de establecer una verdadera democracia y la hecatombe social. Situación que podría conducir a un proceso de fragmentación territorial semejante al que vivió la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas con la implosión del sistema socialista. Proceso de fragmentación que, sobre todo en el caso brasileño, no solo podría ser bien visto por el imperialismo sino que, bien podr a recibir, de parte de éste, "importantes estímulos" exógenos. Luego de esta eventual hecatombe social, el Brasil podría terminar fragmentado en varios Estados. Algo así como una "Guerra Civil" norteamericana, pero con un resultado inverso: aquellas regiones cuya producción primaria es más importante, caerían con facilidad en la tentación de adoptar el modelo primario exportador y disgregarse de la "ineficiente" industria y burocracias del resto del país


Las únicas preguntas que importan

¿Qué será entonces el Brasil frente al gigantesco poder del "hiperimperialismo" chino?. Nada. Como no fueron nada Génova y Venecia frente a España. ¿Qué será la Argentina frente al nuevo "macroestado" chino? Nada. Como no fue nada la España agrícola y despoblada de los borbones frente a la Inglaterra industrial y superpoblada de los siglos XVIII y XIX. En solitario seguramente seremos la nada.





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