El Orientalismo malagueño

May 20, 2017 | Autor: Eloy Martín Corrales | Categoría: Andalucía, Historia De Malaga, Orientalismo
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Descripción

PENSAMIENTO CRÍTICO/ PENSAMIENTO UTÓPICO

José Antonio González Alcantud (Ed.)

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Viento Plural Proyecto editorial en colaboración entre el Observatorio de Prospectiva Cultural (Univ. de Granada) y Anthropos Editorial Dirigido por José Antonio González Alcantud

EL ORIENTALISMO DESDE EL SUR

Próximos títulos

Abdellah HAMMOUDI Maestro y discípulo. Los fundamentos culturales del autoritarismo marroquí J. A. González Alcantud (ed.) La ciudad colonial. Transformación y conservación

Miguel Ángel de Bunes Juan Calatrava Escobar Jean Michel Cornu Amelina Correa Ramón J ean F erreux Rodrigo Gutiérrez Viñuales Eloy Martín Corrales

JUl'IHI DI Al'IDl\Wíll\ CONS.EJERIA Of CULTURA

Mohammed Métalsi Vicente Moga Romero Víctor Morales Lezcano Paolo Pecchioli Carlos Saguar Quer ShawSmith

9 ANTHROPOS

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INTRODUCCIÓN EL ORIENTALISMO desde el Sur/ edición de José Antonio González Alcantud. - Rubí (Barcelona) : Anthropos Editorial; Sevilla : Consejeria de Cultura. Junta de Andalucía, 2006 382 p. il.; 20 cm. (Pensamiento Critico/ Pensamiento Utópico; 156. Viento Plural)

EL ORIENTALISMO: GÉNESIS TOPOGRÁFICA Y DISCURSO CRÍTICO

ISBN 84-7658-795-3 ISBN (Consejería de Cultura) 84-8266-621-5

José Antonio González Alcantud (Universidad de Granada)

1. Orientalismo 2. Oriente v Occidente 3. Civilización oriental l. González Alcantud, José Antonio, ed. II. c;,nsejería de Cultura. Junta de Andalucía (Sevilla) III. Colección 008 (1-11)

Primera edición: 2006 © José Antonio González Alcantud et alii, 2006 © para esta edición JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura, 2006

© Anthropos Editorial, 2006 Edita: Anthropos Editorial, Rubí (Barcelona) y JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura ISBN: 84-7658-795-3 ISBN (Consejería de Cultura): 84-8266-621-5 Depósito legal: B. 41.546-2006 Diseño, realización y coordinación: Anthropos Editorial (Nariño, S.L.), Rubí. Tel.: 93 697 22 96 Fax: 93 587 26 61 www.anthropos-editorial.com Impresión: Novagrafik. Vivaldi, 5. Monteada i Reixac

Impreso en España - Printed in Spain Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

El Oriente inaugura una topografía legendaria cuyos orígenes hemos de retrotraer muy lejos, al menos a los inicios del pensamiento occidental y a su ideación de la alteridad. El Oriente de los griegos fue Asia esencialmente. La noción de Oriente volverá a tomar todo su significado en el siglo XIX con el fenómeno cultural y cognitivo conocido como «el orientalismo». Entonces se incrementará el deseo de Oriente, topoi donde curar las enfermedades culturales del deseo del hombre racional. Pero Oriente no es sólo una cartografía del deseo de alteridad radical, sexual, cognitiva, literaria, alimentaria, religiosa, etc. Es también una cartografía real. El Oriente es una noción imaginaria llena de ambigüedad que se traslada de lugar conforme Occidente se desplaza a nuevas geografías. Así, por Oriente en los nuevos Estados Unidos, depositarios del lagos occidental, cuya naturaleza penetrará sus concepciones republicanas, entenderán China y Japón. El Oriente resulta ser un juego de espejos que desafía al discurso por su carácter poliédrico. De ahí que su materia se nos siga presentando inagotable e inasible. Nuestra intención es aportar sólo algunas ramificaciones para dar continuidad al debate. l. Génesis topográfica y complejidad imaginaria

del Oriente La localización topográfica del Oriente corresponde al pensamiento griego sobre todo. Hay quien piensa que la invención del Oriente comenzó por la Antigüedad clásica en la búsqueda 7

EL ORIENTALISMO MALAGUEÑO

Eloy Martín Corrales (Universitat Pompeu Fabra, Barcelona)

Puede sorprender el que se hable de Orientalismo malagueño; al menos tanto como de Orientalismo andaluz. Que se sepa son terrenos muy poco transitados, en los que los primeros pasos sólo pueden llevar a generalizaciones más o menos sensatamente fundadas. Los más importantes estudios acerca del orientalismo español apenas si se han preocupado de establecer diferencias regionales entre los distintos núcleos generadores del orientalismo hispano. 1 Lo máximo ha sido establecer cierta es1. J.T. Monroe: Islam and the arabs in Spanish Sclwlarship (Sixteenth century to the present), Leiden, Brill, 1970. M. Manzanares de Cirre: Arabistas españoles del siglo XIX, Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1972. B. López García: Contribución a la Historia del arabismo español (1840-1917). Orientalismo e ideología colonial a través de la obra de los arabistas españoles, Granada, 1973. Tesis doctoral inédita, aunque varios de sus capítulos han sido publicados en una larga serie de artículos en revistas especializadas. V. Morales Lezcano: Afíicanismo v orientalismo español en el siglo XIX, Madrid, UNED, 1989. También, España y mundo árabe. Imágenes cntzadas, Madrid, AECI, 1993. También hay que destacar el volumen monográfico aparecido en 1990 como anejo al vol. IX, de Awraq: Estudios sobre el mundo árabe e islámico contemporáneo, y en el que colaboran J. Caro Baroja, V Morales Lezcano, L. Litvak, F. Bontbona, R. Hatim, R. de Zayas y S. Muñoz Calvo. Por lo que respecta al ámbito estricto de la pintura, el catálogo Pintura Orientalista Española (1830-1930), Madrid, Fundación Banco Exterior, 1988. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, París, ACR, 1997. J. Carbonell i Pallares: Maria Fortuny i la descoberta d'Africa. Els dibuixos de la guerra hispanomarroquina, 1859-1860, Barcelona, Columna, 1999. También, Visions del Al-Maghrib. Pi11tors catalans vuitcentistes. Barcelona, Institut Catala de la Mediterrania-Lunwerg, 2001. W.AA.: Mariano Bertuchi: pintor de Mam1ecos, Barcelona, MAE-Lunwerg, 2000. En el ámbito literario hay que señalar: B. López García: El blocao y el Oriente, Murcia, Universidad de Murcia, 1994. A.M. CaJTasco González: La novela colonial lzispanoafncana. Las colonias africanas de España a través de la historia de la novela, Barcelona, Casa de África, 2000. M.A. Bunes Ibarra: La imagen de los mu.rnlmanes v del Norte de A/nea en la España de los siglos XVI y XVII. Los caracteres de una hostilidad, Madrid, CSIC. 1989. E. Martín Corrales: La imagen del nwgrehí en Espwia. Una perspectiva histórica, siglos XVI-XX, Barcelona, BellateJTa, 2002.

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pecialización en los únicos tres ámbitos geográficos que han sido estudiados: el peso del pasado musulmán y el interés por la lengua y civilización árabes, así como por la figura de P.A. de Alarcón en Granada,2 la fortaleza de la pintura orientalista liderada por Fortuny en Cataluña3 y, por último, un variopinto racimo de personajes e intereses (entre los que sobresalen los diplomáticos, políticos, militares y económicos) en Madrid. 4 En suma, un triángulo cuyos vértices estelares serían M. Fortuny, P.A. de Alarcón y, por último, Joaquín Costa y el famoso mitin del Teatro Alhambra de 1884. Grosso modo, esa geografía orientalista (con algún olvido que otro) vendría a coincidir con la localización de los intereses colonialistas españoles en la capital madrileña y el litoral levantino peninsular. 5 La citada focalización también se confirma si atendemos al origen geográfico de los artistas que aparecen en una reciente e imprescindible obra de consulta que nos proporciona la más completa, hasta el momento, nómina de pintores españoles que se dedicaron, con más o menos éxito, esfuerzo e interés, a plasmar en sus lienzos los temas orientalistas. En efecto, y aunque falten muchos nombres en el listado citado, de un total de 158 artistas relacionados en la obra, 55 son andaluces, 29 catalanes, 21madrileñosy21 valencianos. 6 En todo caso, la importancia cualitativa del foco granadino (con la Alhambra y P.A. de Alarcón), junto con la numérica de los pintores andaluces atraídos por el orientalismo Uunto con las manifestaciones literarias, folklóricas y demás), nos autorizan a hablar de la existencia de un Orientalismo andaluz. Dos son las características más destacadas del Orientalismo generado en 2. B. Lúpez García: Contribución ... C. Viñes Millet: Granada.v Marruecos. Arabismo y afi'icanismo en la cultura granadina, Granada, Sierra Nevada 95/El Legado Andalusí, 1995. J.A. González Alcantud: «Seducidos por el enemigo: africanismo español en los años veinte y treinta», en Plenitud Afncanista. Imaginería oriental de los años 20, Granada, Diputación de Granada, 2000, pp. 21-32. J.A. González Alcantud y A. Mal pica Cuello: Pensar la Alhambra, Granada/Barcelona, Anthropos, 2001. A. Correa Ramón: Isaac Muñoz (1881-1925): recuperación de 1111 escritor finisecular, Granada, Universidad de Granada, 1996. También, Isaac Mwioz: el oriente recreado, Granada, El Legado Andalusí. 2002. W.AA.: Mariano Bertuclzi ... 3. F. Fontbona: «Africanismo v Orientalismo en la renovación de la pintura catalana moderna», Awraq. Estudios sobre el mundo árabe e islámico co11temporá11eo, anejo al vol. IX ( 1990), pp. 105-127. J. Carbonell i Pallares: Maria Fortunv .. ., y Visions. 4. Véanse las monografías citadas en la notan." 1. 5. V. Morales Lezcano: Colonialismo lzispa110-fim1cés en Marruecos: 1898-1927, Madrid-México, Siglo XXI, 1976. 6. E. Dizv Caso: Los orientalistas de la escuela espwiola.

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Andalucía. La primera, el peso del pasado musulmán o andalusí y su eco en el imaginario andaluz. Ecos de una vivencia real (la convivencia con los musulmanes y la lucha para vencerlos y, posteriormente, expulsarlos) continuamente vivificados por la presencia del patrimonio arquitectónico heredado de los vencidos (la Alhambra, la Giralda, la Mezquita de Córdoba, etc.)7 y por la continua transformación y/o reinvención del otro (del sarraceno al turco, del turco al berberisco, del berberisco al africano, del africano al rifeño, del rifeño al moro, del moro al inmigrante, del inmigrante al islamista, etc.). La segunda, el hecho de que Andalucía constituya la frontera más amplia y cercana de la península con el Magreb, lo que ha generado unas intensas relaciones de hostilidad durante siglos, aunque también largos períodos de relaciones pacíficas. Todo ello sazonado con intensos intercambios comerciales y no pocos préstamos culturales, favorecedores de unos flujos migratorios de orientación cambiante (norte-sur, sur-norte) a lo largo de las centurias. En las presentes líneas limito geográficamente el Orientalismo, reduciéndolo al Próximo Oriente y al norte de África, mientras que en el plano cronológico incluyo el período comprendido entre comienzos del siglo XVI hasta la Guerra Civil española. Si atendemos a la localización geográfica de los pintores andaluces relacionados en la obra anteriormente mencionada, aparecen tres focos destacados: el sevillano (20), el granadino (18) y el formado por Cádiz-Jerez (9). Menos importancia tienen las restantes capitales y provincias andaluzas: Málaga con 4 pintores, Córdoba con 2, mientras que Huelva y Jaén cierran la lista con una solitaria ap01tación. 8 ¿Existieron diferencias entre ellos? Todo parece indicar que los núcleos del interior (especialmente Granada y Sevilla, aunque también Córdoba) se caracterizaron por el peso del recuerdo de la presencia musulmana, 9 mientras que los del litoral (Cádiz y Málaga) estuvieron más preocupados por los enfrentamientos hispano-norteafricanos, así como por las tensiones acumuladas a lo largo de los siglos (primero por la defensa de las costas frente a las razzias corsarias, posteriormente,

7. J.A. González Alcantud y A. Malpica Cuello: Pensar la Alha111bra. 8. E. Dizy Caso: Los orientalista., de la escuela espwlo/a. 9. Una síntesis parad caso granadino, J.A. González Alcantud: «Seducidos por d enemign ... l>.

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por las consecuencias de la ofensiva hispana en Marruecos y en la actualidad por la imparable llegada de pateras llenas de inmigrantes a las costas andaluzas). Atendiendo a lo anteriormente expuesto, se puede hablar con toda propiedad de un foco orientalista en Málaga. A la hora de abordar su estudio hay que tener en cuenta tres fuentes que lo nutren: su pasado musulmán, la incardinación del puerto malagueño en las rutas del gran comercio internacional y el papel de retaguardia que tradicionalmente desempeñó en la política norteafricana española. Conquistada cruentamente, así como el conjunto de la provincia, 10 pocos años antes de que se produjera la caída del Reino Nazarí de Granada, el recuerdo del pasado musulmán de Málaga ha impregnado, por muy parcialmente que fuera, el imaginario local. 11 La nostalgia por la cultura de los vencidos, junto con los escasos vestigios materiales que no fueron destruidos (la Alcazaba, Gibralfaro y poco más que se conserva han sido casi totalmente reconstruidos), han constituido desde entonces una de las fuentes de las que se ha nutrido el Orientalismo malagueño. Naturalmente, esta corriente no ha tenido la misma importancia que en el caso granadino, pero sería insensato ignorarla, tal como veremos en las páginas siguientes. Además, Málaga, junto con Cádiz y Algeciras (y su bahía), es uno de los grandes puertos españoles y andaluces cuya historia ha estado ligada estrechamente a las vicisitudes de las relaciones hispano-musulmanas e hispano-magrebíes en general y a las hispano-marroquíes en particular. El factor más importante fue el que se convirtiera, casi desde su conquista por los Reyes Católicos en 1487, en punto de salida y preparación de no pocas expediciones norteafricanas y, con mucha mayor continuidad en el tiempo, en retaguardia de todas las iniciativas bélicas y, posteriormente, coloniales españolas en el norte de África en general y en el Marruecos mediterráneo en particular. Su papel en la organización de 1O. M.A. Ladero Quesada: «La esclavitud por guerra a fines del siglo XV: el caso de Málaga», Hispania, 195 (1967), pp. 63-88. J. Gil Sanjuan; R. Femández Borrego: «La cruenta toma de Málaga (1487)»,lábega, 55 (1987), pp. 41-57. 11. E. Chavarria Vargas: «La Reconquista de Málaga en la literatura malagueña», Jábega, 56 (1987), pp. 64-71. J.M. Ruiz PoYedano: «La conquista de Málaga: historia y crueldad», en J.A. González Alcantud; M. Barrios Aguilera (eds.): Las Tomas: A11tropología histórica de la ocupación territorial del Rei110 de Granada, Granada, Centro de Investigaciones Etnológicas Ángel Ganin•t, 2000, pp. 159-226.

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expediciones para conquistar plazas norteafricanas 12 y, tras su conquista, aprovisionadas convenientemente, 13 ha sido objeto de numerosos estudios. El teniente de Caballeria malagueño Carlos Félix Bosquete dejó un valioso testimonio de la defensa de Melilla en 1670, 14 mientras que Bernardo José Alderete (Málaga, 1565; Córdoba, 1645) puso de manifiesto el interés por el vecino continente africano en Varias antigüedades de España, África y otras provincias, publicada en 1614. 15 Especialmente importante al respecto es el hecho de que la segunda parte de la Descripción general de África, de Luis de Mármol Carvajal, fuera impresa en Málaga en 1599. 16 También tiene importancia la obra del franciscano Antonio del Castillo (Málaga, comienzos siglo XVII; Madrid, 1699 ), El devoto peregrino en Tzerra Santa, cuyas reediciones a lo largo y ancho de la península, e incluso en Paris, superan la treintena. 17

12. N. Cabrillana Ciezar: «Notas sobre las relaciones de Málaga con el Norte de África en el siglo XVI», Cuademosdela Biblioteca Espai1olade Tetuán, 17-18 ( 1978), pp. 215-231. También, «Málaga v el comercio norteafricano (1517-1551 )», Cuademos de la Biblioteca Española de Tetuán, 19-20 ( 1979), pp. 181-208. J.E. López de Coca Castañer: «Granada, el Maghreb y las galeras mercantiles de Venecia en tiempo de los Reyes Católicos y Carlos !», W.AA.: 1490. En el umbral de la modemidad, Valencia, 1994, pp. 23-55. También, «Vélez de la Gomera\' su puerto durante la primera mitad del siglo XVI», Historia, Intituciones, Documentos, 20 (Universidad de Sevilla, 1993 ), pp. 207-230. 13. E. Martín Corrales: «El puerto malagueño y el apro\'isionamiento de Melilla (1797-1808)», Trápana, 1 (Melilla, 1988), pp. 43-48. A. Carmona Portillo: «Las relaciones en Málaga y su provincia con el Norte de África a finales del siglo XVIII», Isla de Arriarán, VI (1995), pp. 41-50. 14. Autor de Verdadera y nueva relación y carta escrita de la plaza v fi1erza de Melilla á un caballero des ta ciudad de Málaga; donde le da cuenta del viaje que tuvieron á dicha plaza, fatigas, que Izan hecho en ella para levantar dos fuertes, entradas v emboscadas que han lzecho los moros, crueles encuentros v batallas que Izan tenido, y estado que en ellas han hecho hasta el dia 12 de junio deste presente año de 1670, Málaga, por Pedro Castera, 1670, C. García-Romeral Pérez: Biobibliografza de viajeros espm1oles (siglos XVI-XVII), Madrid, Olleros y Ramos, 1998. 15. Canónigo lectora! de la Catedral de Córdoba y conocedor de lenguas clá,icas (hebreo, caldeo v latín) y modernas (francés e inglés). La obra citada fue impresa en Amberes, a costa de luan Hasrey, C. García-Romeral Pérez: Biobibliografza ... (siglos XVI-XVII). 16. Segvnda parte v libro séptimo de la descripción general de África, donde se contienen las Prouincias de Nwnidia, Livbia, la 7Ierra de los Negros, la baxa y la alta Etiopía, v Egipto, con todas las cosas memorables della, Málaga, Imprenta de Juan Rebuit, 1599. C. García-Romeral Pérez: Biohibliografza ... (siglos 17. Estuvo siete años en Tierra Santa, desempeñó los cargos de comisario general de Jerusalén en España y guardián de Belén. Publicó la citada obra en Madrid, Imprenta Real, 1654 (siendo reeditada en 1656, 1663, 1664, 1665, 1666, 1705, 1742, 1769, 1781, 1806 y 1864 en Mad1id, en 1660 en Toledo, en 1664 en París, 1700 en Granada, 1700, 1710, 1719, 1722 v 1737, 1780, 1850 en Barcelona, 1730 v 1755 m Gerona, 1759 en Tarragona y dos fecha, aunque del 'iglo XVIII, en Barcel,;na y Vich), C. García-Romeral Pérez: Biobibliografía de viajeros espwloles (siglo XIX), Mad1id, Ollero y Ramos, 1997.

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Ahora bien, la cercanía de la costa norteafricana también tuvo consecuencias negativas para Málaga. Un aspecto no deseado de las tensas relaciones hispano-nortea&icanas fue el hecho de que la costa malagueña tuviera que soportar la continuada presencia de embarcaciones corsarias nortea&icanas que protagonizaron continuas razzias a lo largo del litoral durante los siglos XVI, XVII y XVIII, consiguiendo apoderarse de una cantidad elevada de naves cristianas y cautivando a un importante número de malagueños. 18 Las órdenes redentoras de cautivos con presencia en la ciudad se preocuparon de amplificar los temores que provocaban las correrias de los corsarios nortea&icanos, así como las cifras de los cautivos cristianos con el objetivo de suscitar la piedad de los malagueños y conseguir que dieran mayores sumas que favorecieran su dedicación rescatadora. 19 Como consecuencia de lo anterior, se fue reforzando la imagen negativa de los musulmanes que se había ido gestando a lo largo de la Reconquista, tal como pone de relieve la literatura de cordel del siglo XVIII. 20 Este contexto explica la proliferación de pinturas, imágenes y relieves que reproducían la entrada en combate de Santiago Matamoros (iglesia mudéjar de Santiago que conserva un cuadro del siglo XVII atribuido a N. de Guevara, relieve con el

18. M.T. Torredablanca Roldán: «Malagueños cautivos en el Norte de África (siglo XVIII)», Estudios sobre la presencia espwiola en el Norte de África, Aldaba, 21 ( 1993 ), pp. 227-252. J.E. Lopez de Coca-Castañer: «Esclavos, alfaqueques y mercaderes en la fron-

tera del Mar de Alborán (1490-1516)», Hispania, 139 (1978), pp. 275-300. J.A. Martínez Torres: Cautivos rescatados por la monarquía hispánica en el Norte de Áfi-ica ( 15231692), Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, Tesis doctoral inédita, 2002. 19. F.J. Rodríguez Marín: «El desaparecido Real y Militar Convento de Nuestra Señora de la Merced de Málaga. Historia y Arte», Isla de Arriarán, VI, 1995, pp. 263276. M.T. Torrcdablanca Roldán: La redención de cautivos malagueños en el Amiguo Régimen (siglo XVIII), Málaga, Diputación Provincial, 1998. M.T. Torredablanca Roldán: «La devoción a la Virgen de la Merced en la redención de cautivos malagueños (siglo XVIII)», Congreso de religiosidad popular en Andalucía, Cabra, Ayuntamiento de Cabra, 1994, pp. 333-340. 20. Sirvan los siguientes ejemplos, Nueva relación v curioso romance donde se refiere un prodigioso milagro que ha obrado la Virgen Samísima del Cannen con una señora devota suva, que navegaba a Roma con tres hijos peque11os librándolos del poder de los turcos; y lo demás que verá el curioso lector. Primera parte, Málaga, Félix de Casas y Martínez. También, Segunda parte, e11 que se da fin a los sucesos v trabajos que padeció doña Francisca la cautiva, Málaga, Félix de Casas y Martínez. Y, La batalla naval. Relación verdadera y curioso romance de la batalla naval, lrovada a lo divino, haciendo Cristo nuestro redentor _v maestro al príncipe don Juan de Austria y Luzbel el turco, Málaga, Félix Casas y Martínez. Los romances citados en M. Alvar: Estudios de lileratura popular 111a/agueria, Málaga, Diputación Provincial, 1989, pp. 130, 136-137.

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mismo motivo colocado en la actualidad en la entrada de la Alcazaba, imágenes del apóstol en numerosas iglesias de pueblos malacitanos como Alozaina, Monda, Casarabonela, etc.), las torres atalayas o «torres de moros» que jalonan el litoral,2 1 el impacto de las rebeliones moriscas y su posterior expulsión, 22 las fiestas de moros y cristianos (Alfamate, Alhaurín el Grande, Benadalid y Benamocarra). 23 Naturalmente, los malagueños también depredaron con sus razzias el litoral norteafricano y aunque generalmente se presenta esta actividad como defensiva, no lo fue tanto como para explicar satisfactoriamente la importante presencia de esclavos musulmanes en la ciudad. 24 Por último, hay que tener en cuenta la existencia de un buen número de renegados malagueños establecidos en el norte de África, señal evidente de que no todos veían con malos ojos a las sociedades islámicas. 25

21. F. Cabrera Pablos: «Aproximación a las torres almenaras en la costa», Isla de Arriarán, 11 (1993), pp. 27-40. También, «El sistema defensivo de la Marina malagueña durante el reinado de Carlos III», Isla de Arriarán, 10 (1997), pp. 137-156. T. Falcon Marques: Torres de almenara del Reino de Granada en tiempos de Carlos IJ/, Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía, 1989. S. López y A. García: La costa de las atalayas, Málaga, Diputación Provincial, 1998. M.I. Pérez de Colosia Rodríguez: «Papel de las fortificaciones malagueñas en la defensa del Estrecho», Actas del Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar, Madrid, UNED, 1987, II, pp. 527-546. E. Posadas López: La frontera marítima de Granada, Granada, Ibosim, 1996. J. Temboury Álvarez: Torres almenaras (Costa accidenta/), Málaga, Diputación Provincial, 1975. C. Torres Delgado: Descripción de las defensas de la Costa del Reino de Granada (1830), Granada, Universidad de Granada, 1983. A.M. Vera Delgado: La última frontera medieval: la defensa costera del Obispado en Málaga en tiempos de los Re.ves Católicos, Málaga, Diputación Provincial, 1986. 22. R. Benítez Sánchez Blanco: Moriscos y cristianos en el Condado de lasares, Córdoba, Diputación Provincial, 1982. A. Galán Sánchez: «Los moriscos de Málaga en la época de los Reyes Católicos», Jábega, 39 (l 982), número monográfico. J.J. Bravo Cano: Algarrobo: un pueblo morisco de la Axarquía, Málaga, Diputación Provincial, 1990. N. Cabrillana Ciézar: Moriscos .v cristianos en Yunquera, Málaga, Arguval, 1994. 23. T. García Figueras: Notas sobre las fiestas de moros y cristianos en Benadalid (Málaga), Larache, Gráficas Boxá, 1939. J.L. González Hidalgo: «Una fiesta de moros y cristianos en Alhaurín el Grande en 1760», Isla de Arriarán, VII (1996), pp. 71-92. F. Bejarano Robles: Fiestas de moros .v cristianos en la provincia de Málaga: Benalawia, Benamocarra v Alfarnate, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1949. J .A. Castillo Rodríguez: Moros .v cristianos en Benalauria, Málaga, Diputación Provincial, 1996. 24. E. del Pino: «La esclavitud en Málaga», Jábega, 14 (1976), monográfico. M.C. Gómez García y J.M. Martín Vergara: La esclavitud en Málaga entre los siglos XVJ/ .v XVJJJ, Málaga, Diputación Provincial, 1993. 25. Numerosas referencias a renegados malagueños, especialmente en el anexo, B. y L. Bennassar: Los cristianos de Alá. La fascinante aventura de los renegados, Madrid, Ncrea, 1989, pp. 541-550.

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En 1767 la monarquía española y el sultán marroquí concertaron un Tratado de Paz, Amistad y Comercio, seguido de tratados similares firmados con las restantes potencias musulmanas del Mediterráneo. Con el Imperio Otomano en 1782, con Argelia en 1784, con Tripoli en 1786 y con Túnez en 1791. Comenzó un periodo de relaciones pacíficas en el que los intercambios comerciales se incrementaron espectacularmente (en especial en lo que se refiere a las importaciones españoles de trigo norteafricano). 26 Málaga comenzó a ser frecuentada por comerciantes magrebíes, lo que favoreció un conocimiento más preciso y más favorable de aquéllos en la ciudad malagueña. En paralelo, los malagueños recorrieron con mayor libertad el litoral norteafricano. 27 El clima de relaciones pacíficas imperantes a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, favoreció un paulatino olvido de los aspectos más negativos de las relaciones de los malagueños con los habitantes del Mediterráneo musulmán, lo que, lógicamente, incidió en una imagen menos negativa de los musulmanes. Desgraciadamente, en esos momentos se dieron los primeros pasos de la penetración imperialista europea en tierras del islam (expedición napoleónica a Egipto, 1798-1801; independencia griega del Imperio otomano, 1821-1829; conquista francesa de Argel, 1830; ocupación inglesa de Adén, 1848, etc.), que favoreció el resurgimiento y/o actualización de los viejos estereotipos y prejuicios contra los musulmanes, reforzados por otros nuevos que, todos juntos, tenían como finalidad el justificar la necesidad de la conquista europea. 28 Lo anterior explica que las imágenes más negras, más negativas de los norteafricanos y/o de los musulmanes, en lugar de tender a difuminarse, tendieran a reforzarse. El recuerdo de los enfrentamientos medievales en la península, así como los temores y recelos provocados por la práctica corsaria en los siglos Xv1, XVII y XVIII, fueron perpetuados a lo largo del XIX mediante la continuada reimpresión y reinterpretación de romances y le26. E. Mat1ín Corrales: «Cereales y capitanes greco-otomanos en la Málaga de fines del siglo XVIII», Estudis d'História Económica, 2 (Mallorca, 1989), pp. 87-114; e «Intercambios comerciales entre Málaga y Argel en la segunda mitad del siglo XVIII», Actas ll Congreso Internacional El Eslreclw de Gibrallar, Madrid, 1996, IV, pp. 459-472. 27. C. Posac Mon: Andanzas de 1111 caballero malagueilo por tierras marroquíes ( I 7771778), Málaga, I.N.B. N." S." de la Victoria, 1981. 28. E. Said: Orientalism, Londres, Routledge & Kegan, 1978. Orientalismo, Madrid, Ed. Libertarias, 1990.

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yendas centradas en la Reconquista en tierras malagueñas, en el combate naval de Lepanto, en los enfrentamientos corsarios, en las vicisitudes de los cautivos, etc. En suma, escritores, pintores, músicos y demás artistas decimonónicos contribuyeron a perpetuar la demonización del islam y de los musulmanes. Entre los escritores malagueños que se ocuparon del pasado musulmán hay que comenzar señalando la figura de Serafín Estébanez Calderón (Málaga, 1799; Madrid, 186 7), quien cuenta en su haber con varias composiciones poéticas, de tono enaltecedor en líneas generales, en las que las referencias a la Alhambra, a las Zaidas y demás son abundantes («Letrillas moriscas», «Los soles», «Xarifa. Romance morisco», «La despedida de Omiz», etc.). 29 También le dedicó atención a la citada temática Ricardo León y Román (Málaga, 1877; Torrelodones, 1943). En su obra Alcalá de los Zegríes, «pueblo de guerra, de casta mora y de blasón latino», al que llegaron, entre otras, «las razas puras de la Arabia y de la Siria, los hijos de los desiertos», 3º valora positivamente la presencia musulmana en España: Mas de todas las razas que la asaltaron, la poblaron y la perdieron, sólo aquella valerosa y dura del desierto hincó la planta en el peñasco roto para dejar su huella perdurable. Bien lo declara su presente nombre, blasón y reliquia de aquella noble casta de zegries, gala y honor de los antiguos reinos de Andalucía. Penetrar en Alcalá cuando la hicieron su corte los príncipes moros era como entrar por las puertas del Paraíso. ¡Qué de mezquitas y alcázares, acueductos y baños y perfumados jardines! Allí donde hasta la respiración era un exquisito deleite, y un renovado placer el ejercicio de los sentidos, cantaban los poetas, disputando la palma a los ruiseñores; sonaba el eco perpetuo de las zambras y de las fiestas; magos alarifes sembraban de arabescos los patios y tarbeas de los alcázares; corrían las aguas bulliciosas en fontanas y atanores, y a la sombra de los mirtos paseaban las más gentiles mujeres que los romances cuentan, Zorayas y Jarifas, ociosas y enamoradas. Mas llegaron un día los cristianos, y cayó sobre la noble y desventurada reina de la serranía un huracán de fuego [... ] Allí 29. Obras completas de Don Sera/In Estébanez Calderón, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles con estudio preliminar y edición de Jorge Campos, Madrid, 1955, 2 vols. 30. R. León Román: Alcalá de los Zegries. Utilizo la edición madrileña de la Librería General de Victoriano Suárez, 1939, 13." ed. Las citas en pp. 6 y 11 respectivamente.

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lucharon la flor y nata de los caballeros de Cristo y de Mahoma [ ... ]Y al cabo fueron clavados la cruz y el pendón de Castilla en los adarves de Alcalá. 31 En otra de sus obras, Casta de hidalgo, se pronuncia en idénticos términos: ¿Quién pudiera pintar, con todo su color, aquella inundación de hijos del desierto, aquella ola de blancos alquiceles que, después de ahogar el reino gótico en las sangrientas aguas del río jerezano, se desparramó por España entera, con el ansia de un deseo acariciado largo tiempo en las soledades africanas?[ ... ] ¡Bien venidos sean, a pesar del estrago, los árabes caballerescos y enamorados, que traen a Toledo, Córdoba y Granada la alegria intelectual de Damasco, la tolerancia en el pensar, la nobleza en el sentir, la alegría y la limpieza en el vivir! ¡Sea bien dicho vuestro nombre, por los Almanzores y los Abderramanes, por vuestros poetas y vuestros príncipes, por vuestros capitanes y vuestros sabios! ¡Bien haya esta cultura que dejará en el alma española, eternamente, un poso dulce de ensueño y galantería, de amable pereza y estoicismo bienhechor! 32 Otro autor malagueño que se hizo eco de la nostalgia andalusí fue el poeta José Moreno Villa (Málaga, 1887; México, 1955), a quién Córdoba le evocó su pasado musulmán: El muezín, yo no lo veo, pero llama a la oración. El patio de bolas de oro contempla la procesión. [ ... ]

¡Agua, llora! ¡Llora, luz! La pena no tiene fin. Algo eterno, permanente, tiene la voz del muezín. 33 31. R. León Román: Alcalá .. ., p. 12. 32. R. León Román: Casta de hidalgos. Novela escrita en las Asturias de Santillana, Málaga, Zambrana Hermanos, 1908. De las numerosas reediciones que le sucedieron utilizo la decimocuarta, Mad1id, Libreria General de Victo1iano Suárez, 1944, pp. 128-129. 33. «En Córdoba» (Garba, 1913, pp. 114-115). Referencia en A. Correa Ramón: Poetas andaluces en la órbita del modemismo, Sevilla, Ediones Alfar, 2001-2003, 2 vols. Debo agradecer a la citada autora el que me haya llamado la atención sobre los poetas que cito en este texto.

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Posteriormente, en otra composición, «La tristeza de la moza», contrapone la sensualidad mora o agarena a la gravedad cristiana: ¡Pasiones moras las de tus ojos, grandes y negros como el abismo! Yo he visto en ellos los puntos rojos centelleantes del misticismo. [ ... ] Pasiones moras las de tus ojos ... Mas son cristianas las de tu frente, y están en pugna los puntos rojos del sensualismo concupiscente, con el bocado de fiero acero que la doctrina pone en tu vena; te ves cristiana por el sendero, y entre las sábanas agarena. Moza cobriza del manto negro, que vas a misa, los ojos bajos, no me reprendas si yo celebro que bajo el mimbre de los refajos llevéis el fino lino de Oriente, que no maltrata la carne blanda: la carne blanda concupiscente, fosforecida bajo la holanda. 34

Por su parte, Enrique López Alarcón (Málaga, 1881; Cuba, 1963), en su poema «Fantasía escarlata», habla de «El divino reír de las huríes/ tienen tus labios de coral». 35 Pero, muy posiblemente, las referencias más numerosas, y las que llegaron a un público más amplio, fueron las aparecidas en la prolífica prensa malagueña del siglo XIX. Sirvan de ejemplos los cuentos, relatos e historias siguientes: una instrucción popular sobre la historia de los árabes, 36 «Un aniversario», «La Reconquista», «Máximas

34. Garba, 1913, pp. 116-117. Referencia en A. Correa Ramón: Poetas ... 35. Estudió leyes y filosofía, C. García-Romeral Pérez: Biobibliografía de viajeros españoles (1900-1936), Madrid, Ollero & Ramos, 1997, pp.122-123. El poema del que se ha extraído la cita, «Constelaciones», en Bruno Portillo y Enrique Vázquez de Aldana, Antología de poetas andaluces, Huéscar, Imp. de Sucesores de Rodríguez García, 1914, p. 192. Referencia en A. Correa Ramón: Poetas ... 36. El Hércules, n." 2, de 23-1-1845.

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árabes», «Victoria», 37 «Antes de la Rendición. Año de 1487», 38 «Almanzor», 39 «El Peregrino», 4 º etc. En el terreno pictórico, Joaquín Capulina Jáuregui (Málaga, 1879; Granada, 1969), instalado en la ciudad granadina, dedicó su atención a los temas alhambrinos (Oratorio del Parta!, Cuesta de los chinos, etc.). 41 Aunque valenciano, Antonio Muñoz Degrain (Valencia, 1840; Málaga, 1924) tuvo una estrecha vinculación con la capital malacitana, ciudad en la que se estableció en 1870 y en la que fue profesor en la Escuela de Bellas Artes, teniendo entre otros alumnos a Pablo Picasso. Contribuyó al repertorio de los temas andalusíes (El puente de la sultana). 42 La visión enaltecedora del pasado andalusí encajaba perfectamente con el esfuerzo de los arabistas en asimilar, desde las posiciones del esencialismo nacionalista, la presencia del islam durante tantos siglos en España: Al hecho incontestable de la conquista y de la llegada de los extraños no podía oponerse ningún argumento; pero esos árabes, llegados en pequeño número, se habían hispanizado en contacto con una población numéricamente superior. El resultado habria sido un Islam español, claramente diferenciable de, pongamos por caso, el Islam norteafricano, y que habria debido su esplendor artístico y cultural a esa peculiar simbiosis. 43

Lo anterior explica que las descalificaciones contra el islam se pudieran achacar a los elementos «foráneos» y que se pudiera pasar de la condena de la «dominación sarracénica»- en el sentido que lo había hecho el malagueño, aunque catedrático de árabe de la Universidad de Granada, Francisco Javier Simonet 37. Sobre la conquista cristiana de Málaga, El Gimnasio. Revista malagueña, n.º 10, de 14-8-1889. 38. De J. Tejón y Rodríguez, La Kemzesse. Revista de Actualidad, agosto 1893. 39. De Emilio Hemández del Río, publicado en Noche y Día, n." 23, de 4-1-1898. 40. Cuento árabe, de Narciso Hoyos, situado en los tiempos del Califa Ornar, en Noche y Día, n." 195, de 23-4-1901. 41. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espaiiola, pp. 54-55. 42. R. García Alcaraz (preparación y texto): El Orientalismo en la pintura de Muñoz Degrain. Catálogo de la exposición, Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia, 1996. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espa11ola, pp. 188-193. 43. R. Manzano Moreno: «La creación de un esencialismo: la historia de al-Andalus en la visión del arabismo español», en G. Femández Parrilla y M. Faria García: Orientalismo, exotismo v traducción, Cuenca, Ediciones de la Universidad Castilla-La Mancha, 2000, pp. 23-37, la cita en p. 27.

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(Málaga, 1829; Madrid, 1897)-,44 a la demonización de almorávides y otros grupos como elementos ajenos a lo hispano. El ya citado R. León nos proporciona varios ejemplos al respecto al hacer alguna que otra alusión a Santiago Matamoros («el corcel del Apóstol galopaba en los campos de guerra, limpiando España de moros y renegados») y al Cid en sus luchas contra los moros, 45 y especialmente cuando saca a relucir al «zancarrón de Mahoma», o cuando vitupera a los almorávides: «aquellos perros de Aláh, bárbaros y crueles, azote de árabes, cristianos y berberiscos». 46 El periodo comprendido entre los siglos XVI y XVIII, en los que el problema morisco, la actividad corsaria y la consecuente secuela de esclavos cristianos en el norte de África y musulmanes en España tuvieron tanta importancia, también fue tratado por los escritores locales a lo largo del siglo XIX. Serafín Estébanez se interesó por los cautivos («La galera mora» y «La nave apresada»), por los moriscos (Cristianos y moriscos. Novela lastimosa, 1848) y por la ofensiva española en el norte de África («El Cardenal Cisneros» ). 47 La estratégica situación del puerto de Málaga, lo convirtió en una escala obligada para muchas de las embarcaciones que se dirigían a o regresaban de puertos norteafricanos y levantinos. Todo ello se concretó en un flujo mercantil de productos salidos de la península española hacia tales parajes y la llegada de géneros y mercancías de tales ámbitos hacia Málaga. También existió un flujo importante de noticias e información de diverso tipo y calidad acerca de los países musulmanes. Naturalmente, la acomodada burguesía local, en buena parte compuesta por extranjeros avecindados en la ciudad, contribuyó a alimentar, gracias a sus conexiones europeas, la imagen que se iba formando en Europa de los musulmanes y de las tierras del islam.

44. F.J. Simonet: Historia de los mozárabes de España deducida de los meiores _v más auténticos testimonios de los escritores cristianos v árabes, Mad1id, Establecimiento Tip. de la Viuda e Hijos de M. Tello, 1897-1903. También, Influencia del elemento indígena en la cultura de los moros del Reino de Granada. Estudio destinado al Congreso Científico Internacional de los Católicos celebrado en Bniselas en septiembre de 1894, Tánger. Imprenta de la Misión Católica, 1895, 2."ed. 45. R. León Román: Casta ... , pp. 115, 295. 46. R. León Román: Los centauros. Utilizo la 6." edición de la madrileña Libretía y Casa Editorial Hemando de 1927, pp. 41,45. 47. Estébanez estudió el árabe en Madrid, véase la introducción de Jorge Campos a las Obras co111pletas ... .

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El contexto anterior favoreció que algunos malagueños se interesaran por el Próximo 01iente, aunque estuvieran, en buena parte, motivados por cuestiones de índole religiosa, en concreto la peregrinación a Tierra Santa. La obra clásica del malagueño Antonio del Castillo, El devoto peregrino en Tierra Santa, que daba cuenta de sus siete años pasados en aquellos parajes, fue reeditada varias veces en el siglo XIX. 48 Por su parte, la prensa decimonónica se interesó especialmente por la situación política del Imperio Otomano, 49 Egipto 50 y otros países de la zona. En la pintura, el valenciano Muñoz Degrain, viajero por Palestina, Siria, Egipto y Estambul, ejecutó diversos lienzos fruto de su experiencia viajera (Un crepúsculo en Magdala, Las grutas de los profetas de Jerusalén, Espigadoras de Jericó, Vado del Jordán, etc.). 51 Otros malagueños, que no fueron ni a Tierra Santa ni a Oriente, prefirieron fabular sobre tales lugares. Fue el caso de Enrique Simonet Lombardo, de padres malagueños aunque nacido en Valencia, quien ejecutó Escena oriental, Mahoma y Fumadero en Jerusalén.51 En la literatura, destaca, una vez más, Serafín Estébanez Calderón, quien se ocupa del tema en varios de sus poemas, especialmente «El desierto». Otro ejemplo, realmente tardío, lo proporciona el ya citado Ricardo León, y su «Canción hebrea», en la que habla de palmeras, orientales flores, rio Jordán, miel de Jericó, el sol en el Oriente. En otra composición, «Bohemia», habla de una «Gitanilla de cara morena, gitanilla de tez africana/[ ... ] Yo que he visto tu frente tostada/ por los rayos del sol enervante/ de Egipto y de Arabia». 53 Salvador Rueda Santos (Benaque, Málaga, 1857; Málaga, 1933) apenas se ocupa de estas cuestiones y cuando lo hace se refiere en 48. Se reeditó en 1806 v 1864 en Mad1id ven 1850 en Barcelona, C. García-Romeral Pérez: Biobibliograf!a... . . 49. Epidemia de peste en Mesopotamia y Kurdistán, en Las Noticias, 6-4-1887 50. Breve alusión al tráfico por el Canal de Suez, en Las Noticias. 18-6-1887. Situación política, en El Cronista. Diario ConseNador Liberal, 6-11-1896 51. R. García Alcaraz (preparación y texto): El Orientalismo ... E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, pp. 188-193. 52. Valencia, 1864; Madrid, 1927. Vivió en Málaga varios años, E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, pp. 234-235. F. Palomo Díaz: «Vida y obra de Enrique Simonet v Lombardo,,,Jtíbega. 29 (1980), pp. 50-60. Y «Estudio de la obra de Simonet Lombardo»,lábega, 30 ( 1980), pp. 41-56. 53. Para «Canción hebrea. Paráfrasis del Cantar de los Cantares», ldeariwn, Granada, n." 22, 30 de abril de 1901, pp. 128-129. Publicada posterimmente, con importantes modificaciones, bajo el título de «Sulamita». Para «Bohemia», !deariu111, Granada, 1901, n." 26, p. 203. Referencias en A. CmTea Ramón: Poetas ...

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realidad al lejano Oriente. En su poema «Viaje real», habla de los elefantes del «rey de Oriente». 54 La publicación de experiencias vividas en Oriente, así como la fabulación sobre la citada zona, posiblemente expliquen la moda «turquesca» que se detecta en la Málaga decimonónica y en la que los Divan y los cafés del Turco menudearon. ss Pero mucho más importante que todo lo expuesto hasta aquí es el enorme interés por el cercano norte de África. Málaga vivió en primera línea la conquista francesa de Argelia, así como la atracción que la zona de Orán ejerció sobre no pocos peninsulares, especialmente campesinos andaluces. 56 Las alusiones al Oranesado fueron relativamente frecuentes en la prensa y en la literatura malagueñas de la época. Ricardo León saca en una de sus novelas a una pareja (formada por la casta Elena y el crápula Julio) que emigraron a Orán, ciudad de mala reputación en los medios conservadores españoles. En la localidad argelina, «Julio tenía algunos negocios de no muy buena ley», mientras que Elena vivió una situación «peligrosa», al menos desde el punto de vista de la moral del autor. 57 También se detecta cierto interés en la prensa por la situación política de Trípolis8 y Túnez.s 9 Pero no hay ninguna duda de que fue Marruecos el país que, más que ningún otro, acaparó el interés de los malagueños a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX. Desde las décadas de los años treinta y cuarenta de la centuria decimonónica se detecta en Málaga, al igual que en el conjunto de España, el surgimiento de un corriente ideológica que hizo hincapié en la superioridad de una España liberal frente a un imperio marroquí en decadencia en el que, se afirmaba, reinaba la barbarie. Serafín Estébanez Calderón es un buen exponente de la anterior afirma54. A::ul, Zaragoza, Año II, 21 de abril de 1908, n." 4, p. 52. Referencia en A. Con-ea Ramón: Poetas ... 55. F. Bejarano Robles: Cafés de Málaga( ... Y otros establecimiemos), Málaga, Bobastro, 1989. 56. E. Mateo A\ilés: «Málaga y Argelia durante el siglo XIX: pirateria, comercio, contrabando y emigración», Isla de Aniarán, 11 (1993), pp. 65-80. 57. Elena, abandonada por su marido dedicado a la mala vida, volvió a la península: «Como yo era joven y desgraciada ... , y estaba sola ... , me perseguida ... ! Dios tuvo piedad de mí, y en aquella hmTible situación me deparó un caballero, un marino español, que me trajo a nuestra patria y me devolvió a la casa de mi padre», R. León Román: Alcalá... , pp. 72 y 195. 58. Penetración francesa, en El Cronisla. Diario Co11sermdor Liberal, 11-7-1896. 59. Combates en Túnez, Las Noticias, 5-4-1887.

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ción, tal como lo demuestran algunos pasajes de su Manual del oficial español en Marruecos, publicado en 1844, escrito apresuradamente con ocasión de la ejecución en Marruecos del vicecónsul hispano en Mogador: El imperio de Marruecos no puede dormir por muchos años en ese letargo de barbarie que es su estado normal tantos siglos hace .. . [ ... ] hace imposible suponer que el remedio venga naturalmente por los esfuerzos del gobierno del país o por la voluntad del emperador, se refiere a la imposibilidad, según él, de que Marruecos se civilice. 60

Lo cierto es que las amistosas relaciones establecidas a partir de 17 67 entre España y Marruecos se fueron envenenando de resultas de los continuos enfrentamientos de las guarniciones de Melilla, Ceuta, Peñón de Vélez de la Gomera y Peñón de Alhucemas con los vecinos marroquíes. Málaga fue muy sensible a los numerosos actos de piratería que algunas tribus rifeñas, especialmente los bocoyas, cometían contra las embarcaciones que se acercaban, por las razones que fuesen, excesivamente al litoral norteafricano. La prensa malagueña recogía los citados incidentes actuando a modo de repetidor para la prensa española del momento, tal como demuestra la siguiente noticia recogida en el Diario de Barcelona: Cartas de Málaga que tenemos á la vista nos comunican una noticia que es un nuevo insulto hecho por los berberiscos al derecho de gentes y a la humanidad. Parece que sorprendidos un Cabo y tres soldados del provincial de Almería que se hallaban de guardia en un puesto avanzado de la plaza de Melilla, fueron hechos prisioneros por los moros y asesinados por estos salvajes. El suceso es tan grave y tan horroroso, que aun después de los actos de vandalismo ejecutados últimamente por los berberiscos apenas podemos darle crédito. Terrible reparación exigirán estas matanzas si tristemente son ciertas y el gobierno que no supiera volver por los derechos de la humanidad, del honor nacional, de la civilización, se echaría sobre sus hombros el desprecio de Europa. 61 60. Manual del oficial en Marr11ffo' o Cuadro geográfico, estadístico, histórico, político .v militar de aquel imperio, Madrid, Ignacio Ruiz, 1884, p. 334. 61. Diario de Barcelona, 17-4-1844.

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La Guerra de África de 1859-1860 (la guerra hispano-marroquí azuzada por los conflictos internos españoles, por los incidentes fronterizos con los marroquíes y por el ejemplo conquistador francés en tierras argelinas) fue la ocasión para que se produjera un formidable despliegue del patriotismo vocinglero y triunfalista. 62 Todo ello contribuyó a que la citada corriente, tan henchida de desprecio hacia el país vecino, comenzara a conformarse como uno de los «sólidos» argumentos posteriormente utilizados para justificar su conquista territorial. No debe extrañar que la guerra despertara un gran entusiasmo en la capital malacitana. En el puerto se despidió efusivamente al ejército expedicionario que se dirigía hacia el terreno de combate. El Diario de un testigo de la Guerra de África de Pedro Antonio de Alarcón recogió una imagen del evento, acompañada de la siguiente leyenda: «el día del embarque es un día de fiesta para nuestras tropas; es el día del regocijo y del entusiasmo; es la hora del placer y de la aventura». 63 Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 1828; Santa Agreda, Guipúzcoa, 1896) se sumó a la excitación patriótica con sus Apuntes de una historia de Mamiecos, 64 mientras que El Avisador Malagueño publicaba una Breve excursión por el Imperio de Marruecos, en que se describe su territorio y las costumbres de sus habitantes. 65 Los combates fueron recogidos por los pinceles de algunos pintores malagueños. Fue el caso de César Álvarez Dumont, quien llevó al lienzo un Episodio de la Guerra de África, además de la Odalisca. 66 En este contexto parece que encajaría una de las pocas alusiones a la contienda del prolífico Ricardo León. Se trata de una alusión a un conserje, de la sede en la que se reunían los oponentes del cacique local, calificado como «un veterano de la guerra de África y de la revolución del 68 ... , aquel viejecito, que había derramado su sangre por la libertad». 67 62. E. Mateo Avilés: «Málaga y la Guerra de África de 1859-1860: Las repercusiones materiales de una guerra romántica» .Jábega, 42 (1983 ), pp. 41-52; y «Málaga y la Guerra de África de 1859-1860: Las repercusiones materiales de una guerra romántica. II», Jábega, 43 ( 1983 ), pp. 43-54. 63. Madrid, Imprenta y Librería de Gaspar Roig, 1859, p. 5. 64. Madrid, Imprenta de Madi rolas, 1860. 65. Málaga, Imprenta del Avisador Malague>io, 1860. 66. Vila Real de Santo Antonio, 1866; Marbella, J 945. Instalado en Málaga, E. Caso: Los orientalistas de la escuela espa1iola. 67. R. León Román: Alcalá .. ., p. 99.

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Como se ha señalado con anterioridad, el citado conflicto bélico se vivió en España como una especie de enfrentamiento entre la libertad y la civilización, que se creía que representaba el bando español, y el despotismo y la barbarie, que se presuponía que caracterizaban al bando marroquí. Diez años después del enfrentamiento bélico, la citada creencia seguía firmemente arraigada: Los vecinos de África, yacen en ese deplorable error y no creen ni adoran á Cristo ni a María ... Sus ojos están cegados a la verdadera luz ... Su sistema de gobierno es tiránico, absoluto, [ ... ]. bárbaro ... y ni siquiera traslucen la esperanza de lograr otra cosa mejor. Ergo la religión católica es el verdadero germen de la libertad y por consiguiente de la civilización. 68

El impulso del imperialismo europeo, especialmente tras la Conferencia de Berlín de 1884-1885, reactivó el interés por Marruecos y favoreció la aparición de sectores de la sociedad española que aspiraban a participar en el reparto colonial del continente africano, especialmente en lo que hacía referencia al Imperio marroquí. Las aspiraciones colonialistas hispanas contribuyeron determinantemente a fortalecer la percepción negativa que se tenía del país vecino y de sus moradores. Los estereotipos y clisés de que eran víctimas los norteafricanos (surgidos y reafirmados en los largos siglos de la Reconquista y en las centurias de enfrentamiento corsario) se fortalecieron como consecuencia del clima creado sucesivamente por el Romanticismo, el Orientalismo y el Imperialismo a lo largo del siglo XIX. La afirmación anterior se trasluce en la obra de buena parte de los arabistas, políticos, literatos, diplomáticos, viajeros, etc., cuando se ocupan de Marruecos. Ya vimos que el arabista Francisco Javier Simonet, que desarrolló su especialización en Granada, basó su condena de la «dominación sarracénica» en el hecho de que fue protagonizada por elementos «foráneos» a la esencia hispana. 69 También vimos la actitud de Serafín Estébanez Calderón al respecto. Entre los literatos el mejor ejemplo lo proporciona Juan José Relosillas Mellado (Málaga, 1848-1889), quien pasó 14 meses en el presidio de Ceuta entre 1873 y 1874,

68. El Duende. Periódico Bisemanal. 9-5-1869. 69. F.J. Simonet: Historia ... E, Influencia ...

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en el cual fue funcionario, dejando publicadas sus memorias en las que opinaba que la vecindad de MalTilecos era «poco tranquilizadora» para la plaza ceutí. Argumentaba que en el rostro de los individuos de las «inquietas tribus de Anghera» fue capaz de ver «el odio de raza perenne e implacable, y más que nada el supremo desdén con que nos distinguen». 7º Por su parte, el abogado José Carvajal Hué (Málaga, 1835; Madrid, 1899), que llegaría a ocupar el cargo de ministro, estuvo vivamente interesado en la expansión colonial española en Marruecos y el Sáhara, como lo demuestra su intervención en calidad de conferenciante en el mitin del teatro Alhambra de Madrid en 1884. 71 La moda orientalista en la pintura, que causaba furor en Europa y en la propia España, tuvo su eco en los pintores malagueños. Andrés Parladé Heredia (Málaga,1859; Sevilla,1933) fue autor de El barbero. 72 Antonio María de Reyna Manescau (Caín, 1859; Roma, 1937) de el Viejo de Tánger y Zoco. 73 Por su parte, José Moreno Carbonero (Málaga, 1858; Madrid, 1942), influenciado por Fortuny, fue autor de La odalisca, Un árabe, y Niño moro. 74 Además, otros pintores no malagueños, aunque establecidos en Málaga y que enseñaron en su escuela de Bellas Artes, contribuyeron a la divulgación de la temática orientalista. Fundamentalmente Antonio Muñoz Degrain (Una plaza de Tánger, Costa africana). 75 También hay que tener en cuenta al ya citado Enrique Simonet Lombardo, que fue corresponsal en Marruecos de la Ilustración Espaiiola y Americana entre 1893 y 1894, y viajó por Argelia. Entre sus obras, además de bocetos para la prensa, figuran Orando en la mezquita, Patio moro, Morita, Odalisca, Azoteas de Tánger, La novia hebrea y Cabeza de moro. 76 Acle-

más, Serafín Martínez del Rincón y Trives (Una esclava en el harén)77 y Andrés Cuervo Guerrero. 78 Los poetas, por su parte, tendieron a idealizar a los autóctonos marroquíes hacia los cuales existía cierta inclinación, como fue el caso de Arturo Reyes Aguilar (Málaga, 1863-1913) y su canto al berebere «cruzando los arenales/ sobre el corcel que prefiere». 79 Mientras tanto, los incidentes en las plazas de Ceuta y Melilla, así como los ocasionados por los ataques rifeños a las embarcaciones españolas, que no habían cesado, contribuyeron a elevar la tensión entre los dos países, dando paso a un período de treinta y cuatro años en los que destacaron los enfrentamientos bélicos: la Guerra de Melilla de 1893, los sucesos de Casablanca de 1907 y los enfrentamientos de El Barranco del Lobo en 1909 que dieron paso a una larga guerra que no finalizó completamente hasta 1927. La Guerra de Melilla de 1893 fue descrita (Apuntes sobre Marruecos) por Eduardo Cañizares y Moyana (Málaga, 1855), oficial del ejército que en 1890 fue enviado al sultán de MalTilecos como oficial instructor de tropas y que, posteriormente, participó en la contienda. 80 Poco antes de que estallaran los incidentes, la prensa satírica malagueña señalaba la solución que se debería tomar en este asunto: El general Burgos visitará las plazas españolas de África. Visita inútil. Quien debe visitar las plazas de África es don Arsenio el Pacificador. Y salir al campo. A ver si pacifica las Kábilas. 81

La fuerza como solución frente a un enemigo considerado como salvaje y animalizado fue una idea muy extendida en la ciudad. Véanse los terribles cantares que en boca de unos españoles pone José Carlos Bruna y que fueron editados en Málaga en 1893:

70. Catorce meses en Ceuta, Málaga, Imprenta de El Correo de Andalucú1, 1886, pp. 87-88. 71. Su discurso fue recogido en Intereses de España en Marruecos,,. editado por la Sociedad Española de Africanistas y Colonistas, en el citado año, J.L. González Hidalgo: «José Carvajal Hué y el mitin del Teatro de la Alhambra de Madrid», Isla de Arriarán, X (1997), pp. 199-208. 72. Influenciado por J. Moreno Carbonero, E. Dizy Caso: Los orienta/islas de la escuela española, p. 200. 73. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, pp. 208-209. 74. Su obra en el Museo de Bellas Artes de Málaga, E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espai'iola, p. 278. 75. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espwiola, pp. 188-193. 76. Valencia, 1864; Madrid, 1927. Vivió en Málaga varios años, E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espailo/a, pp. 234-235. F. Palomo Díaz: «Vida y obra de Enrique Simonet y Lombardo» Jábega, 29 (1980), pp. 50-60. Y «Estudio de la obra de Simonet Lombardo»,láhega, 30 ( 1980). pp. 41-56.

77. Palencia, 1840-1892. Pasó por la Escuela de Bellas Artes de Málaga. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, p. 171 . 78. Madrid, 1862-1933. Vivió en Málaga, llegando a ser discípulo de Denis Belgrano, E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, p. 275. 79. «En el desierto», en Béticas, Madrid, R. Velasco, 1910. Referencia en A. Correa Ramón: Poetas ... 80. Oficial del ejército destacado en Filipinas ( 1876-1885). que en 1906 alcanzó el ?rado de coronel. Apuntes sobre Marruecos (223 páginas) fue publicada en Madrid en la imprenta del Memorial de Ingenieros 1895 C García-Romeral Pérez: Biobibliografía de viajeros españoles (Siglo XIX!, Madrid, 0Úe1:0 & Ramos, 1995. pp. 76-77. 81. El Pito (Corazonada Anti-Co11sen,adora r Ruidosa), 27-7-1890.

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¡Fe, Esperanza, Caridad! ¡Fe y Esperanza[ ... ] Muy buenas. Mas, ¿quién, con estos salvajes puede tener la tercera? [ ... ] Deja de mirar la luna si se presenta con cuernos, que la Media Luna es la que adoran estos perros [ ... ] Del Zancarrón de Mahoma yo tan solo sé, que es un hueso; pero un hueso muy difícil de roer. 82

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Arrástrate por el suelo, imitando a los reptiles. Da el picotazo, y escóndete, á fin de que no te pisen [ ... ] Bella Zoráide, esta es la cabeza de un cristiano, que, á no tenerla cortada, yo se la hubiera cortado. 83

En la línea de presentar a la sociedad rifeña como anárquica y violenta, Ricardo León situaba el despotismo extremo en una cábila cercana a Melilla, Frajana. Uno de sus personajes, que critica los métodos de un cacique local de la serranía malagueña, dice: «Quieres gobernar a la gente a palos y a tiros, y eso ni en Frajana es posible». En el epílogo de la misma obra dedica varias páginas a los voluntarios de Alcalá de los Zegríes que salen hacia la guerra y, aunque no aclara a cuál se refiere, todo permite suponer que se trata de uno de los conflictos con Marruecos. 84 Los acontecimientos de 1893, tal como había sucedido tras la Guerra de África de 1860, no sirvieron para rebajar las tensiones hispano-marroquíes, ya que los incidentes continuaron produciéndose en los años siguientes. En 1896 le fue impuesta la Cruz del Mérito Naval a Onofre Basch, capitán del vapor Sevilla, que socorrió a la barca Prosper Conne, atacada en la cercana costa marroquí. 85 También se denunciaron robos de los rifeños en Melilla. 86 Y, especialmente, se presentaba al país vecino en situación insurrecciona! o anárquica. 87 Pero no cabe duda de que Marruecos seguía interesando, y mucho, a los malagueños. Rafael Mitjana Gordón (Málaga, 1869; Estocolmo,1921), que fue secretario de la Legación de España en Tánger a fines del siglo XIX, participó en 1900 en la embajada que el gobierno español envió al sultán Muley Abdelaziz, recogiendo su experiencia en un interesante volumen, en el que las referencias a la decadencia del Imperio marroquí son muy abun-

No son menos terribles los cantares que, paralelamente, pone en boca de los rifeños para demostrar que son cobardes, traidores, crueles y mutiladores: Cristiano: dame una tregua; déjame hacer mi comercio; déjame parapetarme; y después ... que te haga fuego [ ... ] El Corán tener nos manda caridad y compasión; mas, contra perros cristianos no reza la proscripción [ ... ] Dos cosas querer rifeño fundando en ellas su bien; el matar perros cristianos y mutilarlos después [ ... ] Como jefe de la tribu demostraré mi fiereza: amarrad á esos cien moros y cortadles la cabeza [ ... ]

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83. J.C. Bruna: Cantares africanos ... 84. R. León Román: Alcalá ... , la cita, p. 56. Las referencias a la guen-a, pp. 331-338. 85. El Cronista. Diario Conservador Liberal, 6 y 8-11-1896. 86. Sobre robo de varios bueyes v dos fusiles, El Cronista. Diario Conservador Liberal, 8-11-1896. · · 87. Noticias relativas a Tánger, en El Cronista, 13-11-1896.

82. J.C. Bruna: Cantares africanos. Entre los de acá y los de allá, Málaga, Establecimiento Tipográfico de Poch y Creixell, 1893.

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dantes. 88 Más tarde, Enrique López Alarcón (Málaga, 1881; Cuba, 1963) participó en la Campaña de África de 1909 como corresponsal de El Mundo, dejando escrito Melilla 1909; crónica de un testigo, diario de la guerra escrito durante las operaciones en el Rif 89 En este apartado, también hay que tener en cuenta a los periodistas establecidos en Marruecos. Francisco Ruiz López (Málaga, 1870; Tánger, 1934), redactor de La Crónica y director de El Pmvenir. José Carrasco Téllez (Atajate, 1898; Tánger, 1959), con una larga estancia en diversos periódicos de Tánger, Larache, Casablanca y Tetuán. Alberto Paños Jiménez (Alberto España) (Ronda, 1885, Villaviciosa de Odón, 1969) afincado en Tánger donde colaboró con Presente, falangista, y España, además de publicar La pequeña historia de Tánger. 90 Uno de los casos más curiosos fue el del malagueño, aunque afincado en Melilla, Fermín Requena, quien abogaba en su obra por una colonización «fraterna» de Marruecos, en la que Andalucía jugaba un papel fundamental. 91 Una de las paradojas de la historia del colonialismo español en Marruecos la constituye el hecho de que, frente a la reivindicación de Blas Infante y Fermín Requena de Andalucía como hermana mayor y educadora de Marruecos, 92 el barrio europeo más pobre de Tetuán fuera conocido como el barrio Málaga, por el origen de la mayoría de sus habitantes. Atendido todo lo anterior, no debe extrañar que la temática africanista u orientalista entrara a formar parte de los usos y costumbres malagueños en el primer tercio del siglo XX, como lo demuestran las odaliscas que ilustraban los «Polvos de arroz Sulta-

na» (Perfumería Bianchi, Málaga), 93 el «Papel Oriental. Para perfumar y purificar el aire de las habitaciones» (Málaga) y el anís «La Rifeña» (de Felipe Navas Rojas, de Villanueva del Rosario). Los teatros presentaban algunas piezas de corte orientalista, como La Sultana oriental, de José L. Santi. 94 A lo anterior habría que añadir la arquitectura neo-mudéjar que aparece en Málaga a todo lo largo del siglo XIX y durante el primer tercio del XX. Pero sin duda alguna, las guerras de Manuecos entre 1921 y 1927 fueron las que tuvieron mayor impacto en Málaga. El papel de la ciudad como retaguardia y trinchera en la guerra de Marruecos, al menos de su frente oriental, se demuestra con el hecho de haberse instalado en la ciudad un Hospital de Sangre en el que fueron atendidos, y fallecieron, no pocos heridos en el frente oriental. La guerra se hizo presente a través de la aparición de las madrinas malagueñas de los soldados en el frente, 95 en los desfiles de camaval, 96 etc. El ya citado pintor malagueño José Moreno Carbonero llevó al lienzo en 1925 el Desembarco de Alhucemas. 97 El patrimonio arquitectónico (el puente de Tetuán) y escultórico local (grupo escultural dedicado al Comandante Benítez) 98 también se hace eco de la guerra hispano-marroquí. Mientras tanto, la prensa local dedicó una extraordinaria atención a los combates en Marruecos. También hay que destacar la celebración en Pizarra, localidad cercana a la capital de la provincia, de una conferencia internacional determinante para el curso de la contienda. 99 A raíz de la derrota española en Annual y Monte Arruit, con su secuela de miles de muertos, se impuso, por encima de cualquier otra consideración, el deseo de venganza. Sirva de ejemplo el poema «¡Juro por la Cruz», de J. Muñoz Vallejo, que se encontraba a la sazón en el Hospital de la Cruz Roja:

88. En el Magreb-el-Aksa: viaje de la embajada española a la corte del sultán de Mam1ecos en el a11o 1900, Valencia, F. Sempere, 1905; M. Maiin Niño: «El exotismo cercano: Rafael Mitjana y su viaje a Manuecos», en G. Femández Panilla y M. Faria García: Orientalismo, exotismo .v traducción, pp. 109-120. J.L González Hidalgo: «Rafael Mitjana y la Embajada al Sultán de Marruecos en 1900: En El Magreb-El-Aksa», Isla de Arriarán, V (1995), pp. 41-49. 89. Estudió leyes y filosofía, C. García-Pérez: Biobibliografía de viajeros espmloles ( 1900-1936), Madrid, Ollero & Ramos, 1997, pp. 122-123. El libro citado fue publicado en Madrid (s.n.)en 1911, Admón. de El Mundo Militar. 90. La pequerla historia de Tánger, Tánger; Distribuciones Ibéricas, 1954, J.L González Hidalgo: «Tres periodistas malagueños en Tánger», Isla de Arriarán, 4 (1994), pp. 39-47. 91. Del Marruecos andaluz, Melilla, Ediciones de la Agrnpación Liberalista Andaluza, Tip. La Española, 1935. 92. E. Ma11ín Con-ales: «El catalanismo y el andalucismo ante la aventura colonial española en Marruecos», Actas del 3. '" Congreso de Historia Cata/ano-Andaluza. Cataluña v A11dal11cüi, 1898-1939, Barcelona, Carena, 2003, pp. 155-192.

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93. La prensa insertaba un hombre anuncio de perfumes y polvos Sultana, en El Noticiero Malagueño. Revista Gráfica y de Infonnación General, 15-6-1931. 94. Argumento clásico sobre una sultana carente de libertad, aunque rodeada de lujo, Noche .v Día. Revista Semanal Ilustrada, 8-1-1901. 95. Vida Gráfica. Semanario de Infonnación, 7-6-1926. 96. En 1921 participó una can-oza imitando un tanque, como los que utilizaba el ejército en Marruecos, La Unión Ilustrada, 16-2-1921. 97. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española. p. 278. 98. D. Esquinas de Ávila: «El Comandante Benítez», Jábega, 27 (1979), pp. 69-72. 99. V Femández Riera: «La Conferencia de Pizan-a», Jábega, 17 ( 1977), pp. 29-31.

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¡Ante la Cruz de mi Dios, juré vengarme africano, ya sabes que el juramento del español es sagrado! 100

En la actualidad, las guerras de Marruecos continúan teniendo su influencia en algunos de los fenómenos culturales más importantes de Málaga. En efecto, la imagen procesional del Cautivo, que goza de una enorme devoción popular, y que es una especie de representación simbólica de todos los cristianos que sufrieron cautiverio en el norte de África, es custodiada en su desfile de Semana Santa por una unidad de Regulares, fuerza compuesta fundamentalmente por musulmanes de Ceuta y Melilla con nacionalidad española. 101 Paralelamente, desde los años veinte, la Legión es el plato fuerte de la Semana Santa. Para numerosísimos malagueños, la llegada de una bandera legionaria a Melilla inmediatamente después de la derrota de Annual supuso la salvación no solamente de la plaza norteafricana, sino también de la propia Málaga. En definitiva, se puede hablar de un foco orientalista en Málaga a tenor de la relación de escritores, pintores y escultores relacionados y de la extensa obra que produjeron (teniendo en cuenta que la nómina de autores citados es incompleta, como lo es igualmente la producción analizada de cada uno de ellos). Sin embargo, cabe añadir que buena parte de los citados autores abandonaron prontamente su ciudad y/o provincia natal por motivos profesionales, contribuyendo a incrementar el acervo orientalista o africanista de Granada, Madrid y otras localidades. Lo anterior, junto con el hecho de que en el período estudiado Málaga no dispusiera de universidad propia, explica, al menos parcialmente, la escasa, e injusta, atención dispensada al foco malacitano a la hora de abordar el estudio del Orientalismo español. También se pone de relieve que el caso malagueño (fácilmente aplicable a la totalidad de las provincias españolas y a buena parte de sus ciudades) ejemplifica la verdadera potencia de un Orientalismo profundamente implantado en el conjunto de la sociedad española.

100. La Unión Ilustrada, 14-9-1921. 101. La ciudad entregó una bandera a un Tabor de Regulares en 1926, Vida Gráfica. Semanario de Infonnación, 8 y 15 de febrero de 1926.

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ORIENTALISMO MARROQUISTA VS. AFRICANISMO ESPAÑOL (1859-1860 EN ADELANTE) Víctor Morales Lezcano (UNED, Madrid)

I. Orientalismo: un meteoro cultural típico de Occidente

La presencia y penetración en el oriente musulmán de ejércitos expedicionarios, misiones arqueológicas, viajeros de todo pelaje y turistas de élite procedentes de un puñado de países europeos, fue desvelando gradualmente no pocas de las claves del Oriente antiguo, islamizado a partir de los siglos vrr-vrrr. Se alzaba un telón que hasta el momento había permanecido echado. Bonaparte y Champolion en Egipto a partir de 1798; Budgeaud y Delacroix en el norte de África entre 1830-1848; las naves (luego buques) de pabellón británico tanto en la guerra de Crimea ( 1853) como en la inauguración del Canal de Suez ( 1869); el protectorado misional en Tierra Santa y administrativo en la Regencia otomana de Túnez ( 1881 ), no serían sino hitos significativos de la marcha colonial de Europa hacia su supremacía en las tierras ribereñas -y retropaíses respectivos- del Magreb y Oriente próximo y medio. 1 No entraré aquí y ahora en lo que autoridades académicas de fuste han elaborado, analizado y debatido desde hace algún que otro decenio en tomo al tema. 2 Sin embargo, para no dejar de ----

1. La historiografía franco-británica centrada en el fenómeno colonial es muy amplia. Holt, Bemard Lewis, Mantran, Rodinson, Hurewitz, etc. Todavía resiste el paso de los años la síntesis de Albert Hourani, Historia de los pueblos árabes. Barcelona, Ariel, 1992, particularmente «La época de los imperios europeos»; pp. 211-218. 2. Obligado resulta aludir en nota a pie de página a la polémica que suscitó la aparición del ensavo de Edward Said, Orientalismo, trad. al castellano en Libertarias. «Col. Al-quibla». PrÓlogo de Juan Goytisolo.

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