El nombre tupí-guaraní jakarati’a como inspirador del género botánico Jacaratia

May 22, 2017 | Autor: Pastor Arenas | Categoría: Etnobotany, Tupi-Guarani, Hystory of botany, vernacular plant names, Phytonimy , Jacaratia
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Descripción

Estudios en Lingüística y Antropología Homenaje a Ana Gerzenstein

Cristina Messineo Marisa Malvestitti Roberto Bein editores

Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires

Estudios en lingüística y antropología : homenaje a Ana Gerzenstein / compilado por Cristina Messineo ; Marisa Malvestitti ; Roberto Bein.- 1a ed. - Buenos Aires : Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires, 2008. 536 p. ; 230x165 cm. ISBN 978-987-1450-30-5 1. Lingüística Antropológica. I. Messineo, Cristina, comp. II. Malvestitti, Marisa, comp. III. Bein, Roberto, comp. CDD 410

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Diseño de interior: Diego Cabello y Marca de agua, soluciones editoriales Diseño de tapa: Marca de agua, soluciones editoriales Corrección: Paola Cúneo y Temis Tacconi Impresión: Talleres de la Facultad Dirección: Rosa Gómez © Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires- 2008 Puán 480 Ciudad Autónoma de Buenos Aires República Argentina Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los editores.

El nombre tupí-guaraní jakarati’a como inspirador del género botánico Jacaratia Pastor Arenas Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Un importante conjunto de voces guaraníes fueron incorporadas a las lenguas de contacto hegemónicas (el español y el portugués), y también fueron inspiradoras para los botánicos, quienes las aplicaron para dar nombre a diversos taxones, en especial como epítetos específicos o para la nominación de géneros. Estos nombres científicos deben ser latinos o latinizados según las normas de nomenclatura que aplica la taxonomía botánica (Greuter et al. 2002). Las lenguas tupí-guaraní se hablaron y se hablan actualmente en un extenso territorio de Sudamérica Neotropical, una región de extraordinaria diversidad florística. Estas lenguas fueron dominantes en la costa atlántica del subcontinente, ocupando territorios al sur del río Amazonas, desde los Andes hasta la costa Atlántica, y al sur hasta el Río de la Plata. Este inmenso territorio, no obstante, no constituyó un área ocupada de manera continua por las aproximadamente cincuenta lenguas testimoniadas de este grupo lingüístico (Mason 1950: Tovar 1961: 84-87; Suárez 1988: 18). Coincidiendo aproximadamente con esta distribución de la familia lingüística tupí-guaraní, aunque expandiéndose hasta México, habitan las 6 especies que comprende el género Jacaratia (Badillo 1971). Los tupí-guaraní selváticos tuvieron una coexistencia concreta con su entorno vegetal, lo que se manifiesta en las nomenclaturas de las plantas así como en el conocimiento de sus aplicaciones y en el papel que representan en los más variados aspectos de su existencia. Muchos de estos pueblos siguen empleando sus respectivas lenguas en los reducidos espacios naturales tradicionales que aún conservan para sí. Al mismo tiempo, en los extensos territorios que ocuparon alguna vez, se manifiestan aún hoy su presencia o legado en forma de topónimos y nombres de plantas y animales que pasaron a formar parte de expresiones populares generalizadas. Recordemos nombres de plantas muy conocidas por el pueblo, como caraguatá, mburucuyá, pindó, yatái, aguaribáy, entre numerosos otros, que son de raigambre guaraní.

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El tupí y el guaraní fueron idiomas amerindios descriptos y conocidos desde fines del siglo XVI (Meliá 1970). Es así que los nombres de plantas provenientes de este origen, presentes en la sistemática botánica no debe resultar extraño. Viajeros y naturalistas registraron y reseñaron desde el siglo XVI datos y descripciones sobre plantas, en los que abundaban voces nativas diversas (incluyendo las tupí-guaraní), que luego los botánicos emplearon para designar distintos taxones. El género y especies de Jacaratia En este artículo analizamos un caso particular: la voz jakarati’a, que dio lugar al género botánico Jacaratia. La voz jakarati’a es propia de las lenguas tupí-guaraní y se emplea para designar a dos árboles con frutos comestibles: Jacaratia spinosa (Aubl.) A. DC. y Carica quercifolia (St. Hil.) Griseb. Además de sus nombres en las lenguas guaraní y tupí, ambas plantas poseen denominaciones atribuidas por los criollos, ya sea en español o en portugués (Badillo 1971; Corrêa 1984: 440; Fernández Casas 1987; Santos 1970; López et al. 2002: 122-123). El nombre jakarati’a, según señala Cadogan (1972: 17-18), aparece en la literatura escrita bajo diferentes transcripciones fonéticas, y ortográficas, así como también con diversas variaciones dialectales; este autor intenta una interpretación del significado del nombre analizando las partículas que lo constituyen. Existen testimonios muy antiguos sobre estas plantas que sin ninguna duda se refieren al árbol especialmente vinculado con el hábitat de los tupí-guaraní, la J. spinosa. Uno de los padres de la botánica de Sudamérica, Giorgi Marcgravi, describe el árbol Jacaratiá brasilensibus en una obra escrita en latín. El autor proporciona con detalle las características morfológicas más destacadas y una clara e inconfundible ilustración del árbol entero realizada por él mismo. A modo de detalle agrega, además, el dibujo de dos frutos así como también las anotaciones de los nombres vernáculos basadas en sus observaciones personales (Fig. 1) (Marcgravi 1648: 128-129; Marcgrave 1942: 128-129).1 Por otra parte, el padre Antonio Ruiz de Montoya, en el siglo XVIII proporcionó interesantes datos sobre esta planta. Él escribió el nombre de la planta

1. G. Marcgravi sirvió a la orden de João Maurício, conde de Nassau, supremo gobernador del Brasil; junto con él se desempeñó como médico el holandés G. Pisonis. Los escritos de ambos aparecieron en 1648 en edición conjunta. Diez años después, Marcgrave realizó una nueva edición de su obra con otro título: De Indieae utriusque re naturali et medicae. Libri quatuordecim. El autor modificó el plan original de la obra, suprimiendo el de Marcgrave como un todo, e incorporando los capítulos del último, citando apenas su nombre. Esta modalidad engañosa hizo que se atribuyera la pertenencia de estos aportes a Pisonis (véase Taunay 1942).

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y el fruto con una construcción antigua con sus correspondientes traducciones: “yarácatiá, fruta conocida. Yaracatiaî, el arbol de esta fruta” (Ruiz de Montoya 1876: 188). La primera planta de este género que recibió nombre científico válido se basó en un espécimen proveniente de Guayana, al cual el botánico francés Fusée Aublet nombró Carica spinosa (Aublet 1775: 908), e ilustró en la Planche 346 del tomo IV. Casi un siglo más tarde, A. De Candolle crea el género Jacaratia e incluye en él a la especie descrita por Aublet. Para nombrar este género, De Candolle se basó en el antiguo nombre tupí recogido por el naturalista G. Marcgravi en el siglo XVII (De Candolle 1864: 419). A continuación nos referiremos a las dos especies de Jacaratia vinculadas con el mundo guaraní: 1. Jacaratia spinosa:2 de las dos especies que responden a la voz jakarati’a, sin duda es la que tiene su mayor interés en el mundo guaraní; su hábitat es el bosque húmedo subtropical o tropical, dentro del cual medra protegida por la sombra de árboles mayores. Es un árbol latescente, corpulento, que alcanza hasta 20 m de altura, con tronco recto, derecho y algo cónico. Armado con espinas pequeñas y aplanadas, estas están dispuestas sobre las ramitas, ramas y tronco. Herido o cortado expulsa un látex blanco. Sus hojas son digitadas, con 6-12 folíolos, largamente pecioladas. Los frutos son bayas ovoides o cilíndricas de 3-8 cm de largo y 1-3 de ancho: penden del árbol mediante un pedúnculo largo. Cuenta con abundantes semillas de 1-3 mm de diámetro. Los frutos de esta especie tienen una pulpa jugosa y dulce, por lo que son comestibles, ya sea crudos o cocidos (hervidos o asados al rescoldo). Se prefieren preparados de la segunda manera porque el látex suele irritar la boca (Ragonese y Martínez Crovettto 1947: 189; Martínez Crovetto 1968: 11-12). La médula tierna del tronco también se consume cruda, endulzada con azúcar, o cortada en rebanadas y luego tostadas; en ambos casos tiene grato sabor (Spegazini 1917: 327). Esta planta también es reconocida como medicinal, siendo usados el látex y las hojas. Está indicada para afecciones estomacales, parásitos intestinales, geofagia, como purgante, odontalgias, entre otras dolencias (Bertoni 1927: 440442; Gatti 1985: 311; Michalowski 1955: 10; Santos 1970: 19). El jakarati’a brinda un beneficio adicional en el sustento de estos pueblos selváticos. Su tronco blando, fácilmente putrescible es reconocido entre los guaraníes porque en 2. Esta especie es conocida también en la literatura con otro nombre que en la actualidad constituye un sinónimo: Jacaratia dodecaphylla (Vell.) A. DC.

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este sustrato se crían coleópteros (Rhynchophorus sp.), cuyas larvas son un preciado alimento; se les nombra jakarati’a tambu (Gatti 1985: 311). Su área de distribución es curiosa por lo discontinua; se extiende desde Nicaragua al norte, Costa Rica, Panamá, Guyana, hasta el sur de Brasil y Paraguay, pero no se la ha encontrado en Venezuela ni en Colombia (López et al. 2002: 122; Badillo 1971: 56). Carica quercifolia: las informaciones sobre esta planta no resaltan su importancia entre los tupí-guaraní, sin duda porque los frutos no son especialmente apetecibles. Se trata de un árbol de 2 a 15 m de altura con tronco poco ramificado, de corteza lisa y con exfoliaciones amarillas. Los frutos son obovoides de 2-8 cm de largo y se la menciona como comestible. Se comporta como heliófila e higrófita; crece en depresiones junto a cauces y arroyos, así como en bordes y claros del bosque. Su presencia también ha sido registrada en formaciones xerofíticas en altas montañas. Su distribución abarca áreas boscosas y selváticas del sur de Perú, Bolivia, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay (Badillo 1971: 90-96). Si bien su área de dispersión se superpone parcialmente con el territorio de los tupí-guaraní, también lo excede ampliamente, ocupando ámbitos habitados por otros grupos humanos. Es probable que los guaraníes también lo consuman pero su importancia es menor en relación con la especie mencionada anteriormente. Los nombres vernáculos recogidos en su amplia área de dispersión abarcan voces en español, portugués, varias lenguas indígenas, y entre ellas, el guaraní jakarati’a. Esta información junto con aclaraciones sobre su uso como alimento ha sido mencionada en muy variadas fuentes (Badillo 1971: 90-95; Schulz 1963: 74; Martínez Crovetto 1968: 10-11; Ragonese y Martínez Crovetto 1947: 189; Hilgert 1999: 124). 2. El género Jacaratia también cuenta con una especie de suma importancia para los indígenas de las áreas más inhóspitas y áridas de la región del Gran Chaco. Se trata de la especie endémica Jacaratia corumbensis O. Kuntze. En efecto, este arbusto desarrolla una raíz acuífera de gran tamaño que posee un alto contenido en agua y a la que recurren los nativos como fuente de agua cuando en sus andanzas por el monte se quedan sin ella. Esta especie, no recibe, sin embargo, el nombre jakarati’a. No obstante, el autor de este trabajo reunió a lo largo de sus investigaciones de campo diversos nombres en las lenguas de contacto y en varios idiomas nativos. En el español del Chaco occidental se la nombra con la voz de origen quichua yacón; en las zonas de influencia de los chiriguanos y chanés se la conoce como cipoy, mientras que en el Chaco paraguayo, en el guaraní lo-

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cal, como yvy’a. En cuanto a los nombres aborígenes reunidos son como sigue: chi’kõe (ayoreo), i’lisa (choroti), sklece’yuk/ sklcex (nivaklé), anwit (lenguamaskoy), sehem’ki (maká), le’cax/ ile’cax (wichí), egea’Ga (pilagá y toba-pilagá) (Arenas y Giberti 1993). La presencia de nombres indígenas americanos en la nomenclatura científica botánica se pone de manifiesto en los tratamientos sistemáticos y taxonómicos de diferentes grupos de plantas, pero contamos con escasos trabajos que se ocupen específicamente de los aportes nomenclaturales de estas lenguas. Sin embargo, hay ciertas contribuciones como la de Gunckel (1965-66) sobre el idioma mapuche en la nomenclatura botánica chilena o el lexicón referido al guaraní preparado por Bertoni (1940), en donde se puede encontrar similares datos en cuanto a los aportes del guaraní. Este campo del conocimiento constituye un terreno inexplorado tanto en el ámbito de la botánica como en el de la lingüística. No obstante, hay que destacar que tiene especial interés para la sistemática e historia de la botánica ya que permite establecer el origen de una gran cantidad de nombres nativos, como es el caso de las dos especies tratadas en este trabajo. Al mismo tiempo, contribuciones de esta índole permitirán valorar las lenguas amerindias lo mismo que la trascendencia de los conocimientos logrados en materia de historia natural por los nativos de estas tierras.

Fig. 1: Reproducción de la lámina del árbol Jacaratia preparada por G. Marcgravi en el siglo XVII. 319

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