El narcocorrido: ¿realidad o ficción?

June 6, 2017 | Autor: F. Mireles Alonso | Categoría: Cultural Theory, Narcocorridos, Antropología
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Descripción

El narcocorrido: ¿realidad o ficción?
por Francisco Javier Mireles Alonso[1]

"A mí me gustan los corridos
por que son hechos reales
de nuestro pueblo."
"Sí, a mi también me gustan
por que cantan la pura verdad"
Los Tigres del Norte. Jefe de Jefes, 1997[2]

Introducción

El corrido es parte importante del discurso popular en la tradición musical
mexicana, circunscrito generalmente en aquélla zona de tanta diversidad
cultural llamada simplemente "frontera norte" de México. El narcocorrido,
un subgénero de éste, ha cobrado auge desde hace poco más de tres décadas,
revitalizando al corrido en general, haciéndolo accesible a nuevas
generaciones (Tiosha, 2005:124 y 125).
El discurso que plantea este subgénero está íntimamente ligado con
las relaciones generadas por el tráfico de sustancias ilegales, comúnmente
conocidas simplemente como "droga" y que abarca un amplio abanico de
posibilidades, aunque principalmente mencionan la cocaína y la mariguana.
También se involucra con otras actividades delictivas, tales como
homicidios, pero haciendo uso de una "temática exaltada del martirio de
grandes hombres y caudillos" (Tiosha, 2005: 124) que en éste caso
específico, se materializa en el narcotraficante. Generalmente, no busca el
moralizar el tema del narcotráfico, sino más bien detallar las vivencias
típicas en las que se hallan envueltos sus personajes. Al igual, existen
narcocorridos que agregan al narcotraficante virtudes esenciales para el
desempeño de sus actividades ilícitas, proyectándolos como hombres de
poder, valientes, justos, astutos, temerarios y resueltos (Wikipedia,
2005). Generalmente "los personajes que nutren el imaginario regional a
través del corrido, pertenecen de alguna manera al conocimiento popular
cotidiano del cual se inspiran para su composición" (Olmos, 2002:7).
Aunque en ocasiones, la denominada "voz del pueblo" ha ligado a
algunos de los exponentes musicales de éste género como "asalariados por y
al servicio de narcotraficantes" (Tiosha, 2005: 126) o como apologistas de
la llamada "narcoeconomía" y la "labor altruista" de conocidos
narcotraficantes (Tiosha, 2005: 126) como eje de articulación de estas
relaciones sociales que inclusive son tomadas como un detonante de la
economía y sustentador de ésta, queda en duda la calidad que éstas formas
de narrativa popular poseen como fuentes etnográficas para el trabajo
antropológico, debido a las circunstancias de su elaboración, así como los
intereses inherentes al tipo de actividad que se desarrollan en éstos
narcocorridos, quizás pueden sesgar una perspectiva, pero por otro lado
podrían enriquecerla. Es la tarea de este pequeño trabajo el ofrecer una
perspectiva al respecto de ésta dicotómica situación.

El narco corrido: ficción y/o realidad

¿Es el narcocorrido ficción y/o realidad? Esta es una interrogante que se
presenta ante nosotros cuando intentamos efectuar un estudio de éste a
través de la disciplina antropológica. No creo que sea posible el
determinar a ciencia cierta el grado de credibilidad que se le podría
otorgar, pero su riqueza etnográfica radica precisamente en que sus raíces
de composición se hunden profundamente en las vivencias populares y en las
relaciones e interrelaciones sociales, en el reflejo de éstas en la
dinámica y constante construcción y reconstrucción de la cultura e incluso
como discurso narrativo de tradición oral, además de que en muchas
ocasiones mencionan nombres, lugares y fechas.
Primero, las raíces de su composición se sustentan en su profundo
acercamiento con la realidad, generalmente en experiencia personal o
relatada por algún individuo relacionado, pero, ¿por qué? El narcotráfico
es una actividad presente y cotidiana de las urbes, existen relaciones
entre sus distintos exponentes, por ejemplo, los conflictos entre los
llamados 'cárteles' u "organización ilícita o un conjunto de organizaciones
delictivas que establecen acuerdos de autoprotección, colaboración y
reparto de territorios (plazas) para llevar a cabo sus actividades
criminales" que se "inclinan a competir entre sí mediante métodos
violentos" (Wikipedia) o las jerarquías existentes en su organización,
tales como los mencionados "gatilleros", "cabecillas", etc… por lo que
estas "materialidades discursivas"[3] nos permiten distinguir diversos
"códigos" presentes y que le dan un cierto sentido de coherencia
estructurada e implícita a los exponentes de éste subgénero; es decir, que
a pesar de la diversidad enorme de grupos y cantantes que elaboran obras
que se ubican dentro de los narcocorridos, todas estas obras se estructuran
en articulación a unas ciertas normas flexibles que rigen la elaboración de
éstos, principalmente por sus objetivos comunes y específicos: la narrativa
de las vivencias típicas en el mundo del narcotráfico, que en no contadas
ocasiones son mitificadas[4]. Aquí podemos obtener uno de las principales
características de la herramienta del trabajo antropológico que es la
etnografía: la relación directa en la aproximación a la realidad, es decir
"descubrir como la colectividad proyectaba sus ilusiones y deseos más
intensos generados en el interior de la cultura a través de la tradición
oral" (Olmos, 2002:2).
Segundo, con respecto al reflejo de las relaciones e interrelaciones
sociales en la construcción y reconstrucción de la cultura, es decir, lo
que podríamos llamar "cultura del narcotráfico", ya que "ha alcanzado un
éxito inusitado tanto en la música comercial como en la cultura nacional
[y] es el mejor ejemplo de un género que se ha nutrido de la cultura de
masas impulsada por la globalización mediática [cultura comercial]" (Olmos,
2002: 1). Aquí encontramos estas dos cuestiones articuladas entre sí por
las relaciones e interrelaciones que existen en torno a cuestiones
culturales. También podríamos incluir algunas otras cuestiones, como el
hecho de que "aún cuando el corrido del narcotráfico se nutre con la
infraestructura mediática, su contenido ideológico se desarrolla gracias a
una visión del mundo que legitima y reproduce la cultura del narcotráfico"
(Olmos, 2002:10) además de que "podemos suponer que éste, junto con la
música grupera forman parte del imaginario que alimenta cierto régimen de
ficción, en el sentido de una realidad independiente inscrita en un
aceleramiento de la historia" (Olmos, 2002:2). Es decir, a pesar de
encontrarse fuertemente influenciada por cuestiones de intereses e
imaginarios, el narcocorrido expresa ciertas cuestiones que reinventan las
acepciones de determinados conceptos, como lo expresa el hecho de que según
la jerarquía en la percepción de los problemas más graves que aquejan al
ciudadano común en Tijuana en 1995, el narcotráfico posee solamente un
7.4%[5].
Tercero, como discurso narrativo de tradición oral, el narcocorrido
va incluso un poco más allá, ya que

Para dar cuenta del corrido del narcotráfico es necesario
circunscribirlo en un contexto musical más amplio que incluye la
llamada música grupera, nombre comercial de los grupos que interpretan
baladas y cumbias norteñas. Ambas manifestaciones forman parte de la
tradición moderna y popularesca, es decir, aquéllas manifestaciones que
han dejado de regirse por la iniciativa de la tradición oral, y que son
generadas de alguna manera por la proliferación imaginaria como parte
íntegra del fenómeno mediático (Olmos, 2005:2).

Históricamente, el discurso se ha visto constantemente transformado, es
decir, las emociones se han transfigurado con los cambios socioculturales

La figura indomable pero benévola del personaje "tradicional", se
transforma en el héroe-narco, altanero y prepotente. Los caballos [que
eran los compañeros fieles de los corridos de héroes revolucionarios]
ahora son desplazados por trocas, un "carro rojo", un "Gran Marquiz
color griz", "una suburban dorada" o un "lincoln negro" […] El corrido
de narcotráfico retoma los antiguos temas como el desafío, la
ilegalidad, y la traición de una mujer hermosa. Las nuevas letras se
adaptan al antiguo corrido, encontrando rápidamente vínculos entre los
traficantes contemporáneos y los héroes revolucionarios (Olmos,
2002:5).

Un valor extra para su calidad como posible fuente etnográfica, se añade la
cualidad de que en no contadas ocasiones, menciona incluso nombres, fechas
y lugares:
En 1911
les voy a explicar muy bien
Mataron a dos hermanos
Y a un primo hermano también

El jueves 30 de abril
Como a las 3 de la tarde
Murió Don Mariano Pérez
En las manos de un cobarde

Carreras tan desgraciadas
Esas carreras del cerro
Perdieron vidas y caballos
Y perdieron su dinero

Fue Don Monico de Luna
El que la mecha prendió
Y a los primeros balazos
Fue el primero que corrió

¡Y arriba mi Comarca Lagunera, primo!

Gabino Pérez decía
Muy macizo en sus razones
Yo también muero en la raya
No soy cría de correlones

Isidro Pérez le dijo
Déjala ya por la paz
Pues así nos convendría
Sea por Dios no digo más

Gabino Pérez decía
Nos pegaron a la mala
Si hubieran hablado derecho
Otro gallo les cantara

Isidro cayó pa'l sur
Pa'l norte cayó Jesús
Mariano para el oriente
Como formando una cruz

Vuela, vuela, palomita
Vuela paloma querida
Dile al padre de los Pérez
Que aquí terminó su vida.[6]
Por todo lo anteriormente argumentado, encontramos que

ciertamente el análisis del corrido del narcotráfico nos otorga muchos
elementos significantes para inferir como la sociedad se piensa a si
misma, y como esta se construye una imagen con la participación de
diversos estereotipos leídos desde el exterior [además] este género
popular es un símbolo de una contracultura no reconocida por la
sociedad política del país que de manera paradójica fomenta y prohíbe
expresiones musicales con una carga ideológica que no puede pasar
inadvertida (Olmos, 2002: 11).

Entonces, queda aún la interrogante, ¿es el narcocorrido ficción y/o
realidad? Tal vez, así como en la literatura existe el denominado "realismo
mágico" con exponentes magistrales como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez
o Miguel Ángel Asturias, los cuáles expresan emociones y plantean una
actitud frente a la realidad; tal vez igualmente debamos de considerar la
realidad ficcional de los narcocorridos como un recurso del cuál
argumentar, no sólo como una fuente única, sino como un medio más para
lograr acercarnos a esa realidad ya que, como señala el antropólogo francés
Marc Augé en su obra Ficciones de fin de siglo "Si la ilusión es el fruto
del deseo, como decía Freud, la paradoja es que vivimos en un mundo de
ilusiones que no hemos deseado, como si algún poder anónimo y planetario se
hubiera encargado de desear por nosotros" (citado en Olmos, 2002: 2).

Bibliografía

Bojórquez Chapela, Tiosha (2005) "De narcos y gangstas: similitudes y
diferencias discursivas en torno a la figura del narcotraficante en el
narcocorrido y el gangsta rap" en Antropología de las Fronteras, Miguel
Ángel Porrúa, El Colegio de la Frontera Norte, México.
Herrera-Sobek, María (1999) "Corridos y canciones de la frontera:
representación del emigrante mexicano a través de corridos y canciones
contemporáneos" en Nuestra Frontera Norte, Archivo General de la Nación,
México.
Olmos Aguilera, Miguel (2002) "El corrido de narcotráfico y la música
popularseca en el Noroeste de Mëxico" [consultado el 26 de Noviembre de
2005 a las 3:47 pm] en
http://www.hist.puc.cl/historia/iaspm/mexico/articulos/Olmos.pdf
Valenzuela Arce, José Manuel, coord. (2003) "Por las fronteras del norte,
una aproximación cultural a la frontera México-Estados Unidos",
Biblioteca Mexicana del Fondo de Cultura Económica, México.
Wikipedia (2005)
"Narcocorrido" en www.wikipedia.org/narcocorrido [consultado el 26 de
Noviembre de 2005]
"Cartel" en www.wikipedia.org/cartel [consultado el 26 de Noviembre de
2005]




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[1] Lic. en Antropología, 3er. Semestre, Coordinación en Ciencias Sociales
y Humanidades, UASLP.
[2] Citado en Herrera-Sobek, 1999: 161.
[3] "[los códigos] son los que hacen inteligibles una obra, los que nos
permiten "leerla". Esta lectura [..] no puede ser infinita, ya que tampoco
son los códigos con los que se estructura el texto original, el cual [..]
surge en el seno de la interacción social y humana de la interacción
material [por lo que] estos diversos códigos se conocen también como
"materialidades discursivas" (Tiosha, 2005: 124)
[4] "Como tantas manifestaciones literarias de carácter popular el corrido
de narcotráfico posee un sistema de símbolos míticos que reproducen formas
de identidad al interior de la población" (Olmos, 2002:5)
[5] Tabla de "Porcentaje del que considera el problema más grave en la
ciudad" en Valenzuela, 2003: 257, elaborado con base en la Encuesta
Cultural Política y Actitudes Electorales de los residentes de Baja
California, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana B.C., julio de 1995)
[6] "El corrido de los Pérez" por Banda Lagunera.
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