El nacimiento de un nuevo Madrid. El Ensanche Este (1860-1878). El distrito de Salamanca

July 20, 2017 | Autor: B. Carballo Barral | Categoría: Urban History, Historia Urbana, Historia de Madrid, Historia social de la ciudad
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Descripción

El nacimiento de un Nuevo Madrid. El Ensanche Este...

Borja Carballo Barral

El nacimiento de un Nuevo Madrid. El Ensanche Este (1860-1880): el distrito de Salamanca1 VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en archivos “España entre Repúblicas, 1868-1939”. Guadalajara, noviembre 2005. Borja Carballo Barral 1. Objetivo de la investigación Esta comunicación∗, denominada El nacimiento de un Nuevo Madrid. El Ensanche Este (1860-1880): el distrito de Salamanca, trata de sistematizar los principales objetivos temáticos y los fundamentos teórico-metodológicos que el autor está poniendo en práctica en la realización de su tesis doctoral en el departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid bajo la dirección del profesor Luis Enrique Otero Carvajal. Esta investigación se enmarca dentro de un amplio proyecto de investigación sobre la historia del Madrid contemporáneo, centrado en el estudio sistemático de la evolución histórica de las tres zonas del ensanche madrileño y su posterior comparación, desde su creación, en 1860, hasta el final de la Guerra Civil2. El objeto central de estudio se centra en la reconstrucción histórica del conjunto de transformaciones que alumbraron en la ciudad de Madrid a partir de la concreción del Plan de Ensanche ideado por Castro y su posterior puesta en práctica, centrándose de manera específica en el Ensanche Este de Madrid. Estas transformaciones engloban 1

Artículo publicado en: Actas de la VII Jornadas de Castilla La Mancha sobre Investigación en Archivos, Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, Guadalajara 15-18 noviembre de 2005, ANABADAsociación de Amigos del AHPGU, Vol. 1, Toledo, 2007, págs. 193-212. ISBN: 978-84-930901-4-2. ∗ Esta comunicación ha sido posible gracias a la concesión de dos proyectos de investigación: “De la sociedad industrial a la sociedad de servicios. Cambio social y económico en un espacio metropolitano: Alcalá de Henares, 1868-2000” MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA. PLAN NACIONAL DE I+D+I. (BHA2003-02543). UCM. Investigador principal: Luis Enrique Otero Carvajal. “De la sociedad industrial a la sociedad de servicios. Cambio social y económico en un espacio metropolitano: Alcalá de Henares, 1868-2000” COMUNIDAD DE Madrid. PLAN REGIONAL DE I+D+I. Ref: 06/HSE/0373/2004. UCM. Investigador principal: Luis Enrique Otero Carvajal. 2 Este ambicioso proyecto de investigación, dirigido por el profesor Luis Enrique Otero Carvajal, consta en la actualidad de otros dos miembros más, Fernando Vicente Albarrán y Rubén Pallol Trigueros, los cuales se encargan de la investigación de los ensanches sur (Arganzuela) y norte (Chamberí) respectivamente. Para la observación de los primeros resultados sobre Chamberí, investigación más avanzada que las otras dos, se recomienda la consulta de: Pallol Trigueros, Rubén: El distrito de Chamberí: 1860-1880. El nacimiento de una nueva ciudad. Tesina leída en septiembre de 2004 en el Departamento de Hª Contemporánea de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM; “Chamberí, ¿un nuevo Madrid?. El primer desarrollo del Ensanche Norte madrileño, 1860-1880”, en Cuadernos de Historia Contemporánea, 2004, UCM, Vol. 26, Págs. 77-98; “Ciudad e identidad en el siglo XIX. El proceso de urbanización como proceso de fondo en la creación de nuevas identidades: jornaleros e inmigrantes en el Ensanche Norte de Madrid”. Actas del VII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea: Memoria e identidades. Santiago de Compostela, 2004. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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la evolución demográfica del distrito y su relación con los cambios producidos derivados de los procesos migratorios y de la transformación de la estructura socioprofesional a medida que se urbaniza la región del Ensanche, las nuevas formas de relación políticas que acompañan a la creación del Estado liberal y las mutaciones culturales que sufren todos los grupos sociales madrileños. El conjunto de todos estos factores germinó, a finales del siglo XIX, en el advenimiento de la sociedad de masas en la capital. 2. Valoración metodológica La complejidad que alberga el estudio de los múltiples procesos históricos que se desarrollan en Madrid durante el período indicado y que forman parte de nuestro objetivo ha provocado la necesidad de aunar las diversas metodologías y técnicas concretas que la nueva historia social, la historia urbana, la microhistoria, la antropología histórica y la historia de la vida cotidiana han desarrollado durante los últimos años. Debido a la gran diversidad conceptual y al ingente e interminable trabajo que hubiera ocasionado la aplicación práctica y global de cada una de estas disciplinas al estudio de Madrid en el período determinado, se ha optado por acotar este tipo de investigación a una escala micro, la zona II del ensanche madrileño3, para que sea factible su realización. Desde que hace una década Ángel Bahamonde incentivara los estudios de historia urbana y defendiera su importancia, se han realizado numerosos avances y debates en torno a su metodología4. Partiendo de la base de que Madrid es el centro espacial de mi investigación, considero necesario concebir la ciudad no como una mera entidad que soporta los hechos sociales a estudiar sino como el “producto social” de esa sociedad en la que se ha gestado. Por ello, es necesario asumir una serie de presupuestos metodológicos que eviten la minusvaloración de la importancia que la ciudad, como

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El Plan de Ensanche elaborado por Carlos Mª de Castro estableció tres grandes zonas de ensanche independientes siendo la Zona I la correspondiente a Chamberí y la Zona III a Arganzuela. Debido a su posición geográfica, estas zonas también se conocen como Ensanche Norte y Sur, siendo el Ensanche Este el terreno delimitado por el eje Castellana-Recoletos, el Paseo de Atocha y las actuales Doctor Esquerdo y Francisco Silvela. 4 Bahamonde Magro, A.: “La Historia urbana” en Ayer, nº 10, dirigido por J. P. Fusi, Marcial Pons, 1993, Madrid, Págs 47-61. Algunas de las obras más interesantes de Historia urbana realizadas sobre Madrid son: Bahamonde Magro y Otero Carvajal (Eds.): Madrid en la sociedad del siglo XIX. 2 Vols. Comunidad de Madrid, Alfoz, 1986, Madrid; La sociedad madrileña durante la Restauración 1876-1931. 2 Vols. Comunidad de Madrid, Alfoz, 1986, Madrid; los capítulos realizados por Juliá, Santos en: Santos Juliá, David Ringrose y Cristina Segura: Madrid, historia de una capital. Alianza Editorial, 1992, Madrid, Págs. 315-576 y Fernández García, Antonio (dir.): Historia de Madrid, UCM, 1994, Madrid. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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ente físico producido por la sociedad, posee. En este sentido, el estudio del componente espacial debe ser un pilar central del objeto de estudio además de prestar atención a los mecanismos urbanísticos que determinan la concreción física de ésta5. Por último, el conocimiento del plano de la ciudad es vital ya que en él se resuelve la dicotomía o el conflicto entre los intereses públicos y privados, por lo que su concreción física nos mostrará las características principales de la sociedad que la ha engendrado6. Los últimos años han sido testigos del auge de la nueva historia social que ha propiciado una profunda renovación de la creación historiográfica tanto en los aspectos metodológicos, las técnicas utilizadas y los objetos de estudio. El fruto de esta nueva realidad historiográfica ha sido el establecimiento de nuevas disciplinas como la historia de la vida cotidiana, la microhistoria o la historia oral que han establecido un nuevo y amplio abanico temático que algunos han querido englobar bajo el concepto de historia socio-cultural7. Dejando de lado los debates historiográficos que haya podido suscitar esta realidad, aquí quiero dejar constancia de la importancia que la historia de la vida cotidiana y la perspectiva microhistórica poseen para la realización de esta investigación. La historia de la vida cotidiana, entendida ésta como el método más eficaz para adentrase en los comportamientos y relaciones sociales de los individuos y discernir los elementos definitorios que moldean, y a la vez coartan, los vínculos de la sociedad, nos permite adentrarnos en el juego de estrategias que aseguran la continuidad de un determinado sistema social8. De esta forma, esta disciplina nos es vital para visualizar el lento proceso de cambio de mentalidad que la sociedad madrileña y, en concreto, la residente en la zona II del ensanche, sufrió hasta desembocar en la sociedad de masas. La necesidad de comprender esos cambios culturales a nivel individual y colectivo nos abogan a desarrollar los instrumentos metodológicos de la microhistoria y de la antropología cultural en nuestra investigación. El enfoque microhistórico nos sirve para humanizar el proceso investigador, intenta delimitar la excesiva abstracción que del individuo se realiza en las obras de enfoque macrohistórico a la vez que aumentar el 5

Álvarez Mora, Alfonso: “La necesaria componente espacial en la Historia urbana” en Ayer, nº 23, dirigido por Carlos Sambricio, Marcial Pons, 1996, Madrid, Págs. 29-59. 6 Piñón, Juan Luis: “Apreciaciones sobre los márgenes de la historia urbana” en Ayer, nº 23, dirigido por Carlos Sambricio, Marcial Pons, 1996, Madrid, Págs 15-28. 7 Burke, Peter: “La nueva historia socio-cultural” en Historia Social, nº 17, 1993, Valencia, Págs. 105114; “Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro”, en Formas de hacer historia, Alianza Editorial, 1996, Madrid. 8 Castells, L. y Rivero, A.: “Vida cotidiana y nuevos comportamientos sociales (El País Vasco, 18761923)” en Ayer, nº 19, dirigido por Luis Castells, Marcial Pons, 1995, Madrid, Págs 135-163. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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enfoque para observar la evolución particular de una parte de la ciudad, reduciéndose incluso a escala de barrio, calle o número. Sin embargo, no sería global su estudio sino se incorporaran ciertas técnicas propias de la antropología simbólica basadas en la descripción densa y en la preeminencia del conocimiento sobre la explicación (de inspiración claramente geertziana) para alcanzar una mayor comprensión de los procesos culturales que se produjeron. El estudio sistemático de los empadronamientos municipales, hoja por hoja, y su posterior cotejo con otras fuentes da lugar a que ese enfoque microhistórico y antropológico pueda ser útil. No obstante, a pesar de la apuesta del enfoque microhistórico y del estudio del individuo mencionada, esta investigación pretende esquivar cualquier atisbo de historia localista o excesivamente individualizada mediante la interacción de sus resultados con las obras de síntesis fruto de los enfoques macro9. En este mismo sentido, los padrones son una fuente que, a la vez que pueden ser usados para un enfoque micro, su cuantificación y posterior tratamiento informático de la información recogida rompe las barreras del individuo ofreciendo suculentos resultados a una escala mayor, pudiendo tener como sujeto a los diversos grupos sociales que albergó este espacio urbano10.

3. El proyecto de Ensanche de Castro A la altura de 1850, la ciudad de Madrid todavía poseía el título de Villa y Corte de la Monarquía española desde que en 1561 Felipe II así lo decidiera. En estas fechas, la capital era un núcleo urbano en el que se hacinaban un total de 221.707 habitantes en un pequeño espacio geográfico, delimitado y ahogado por las tapias que Felipe IV dispusiera casi 250 años antes11. La capital, residencia de la Corte, se limitó a desempeñar

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Para una exposición teórica acerca de la complementariedad de los enfoques macro y micro: J. Serna y A. Pons: “En su lugar. Una reflexión sobre la historia local y el microanálisis” en C. Frías y M. A. Ruiz Carnicer: Nuevas tendencias historiográficas e historia local en España, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001. 10 En la actualidad ya han aparecido los primeros estudios históricos que han utilizado los padrones estadísticos de forma exhaustiva como importantes fuentes de información. Caben destacar tres estudios en este apartado. El 1º, sobre Salamanca de M. Esteban de Vega, S. González Gómez y M. Redero San Román: Salamanca, 1900-1936. La transformación limitada de una ciudad. Excma. Diputación Provincial, Salamanca, 1992. En segundo lugar, hay que incidir en el proyecto de investigación doctoral ya nombrado de Rubén Pallol Trigueros sobre Chamberí. Por último, pero no por ello menos importante, la obra de Otero Carvajal, L. E., Carmona Pascual, Pablo y Gómez Bravo, Gutmaro: La Ciudad oculta, Alcalá de Henares 1753-1868: el nacimiento de la ciudad burguesa, Fundación Colegio del Rey, Alcalá de Henares, 2003. 11 Fernández García, A. y Bahamonde Magro, A.: “La sociedad madrileña en el siglo XIX” en Fernández García, A. (Dir.) Historia de Madrid... Págs 479-514. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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paradójicamente, la monarquía a la que servía poco la tuvo en cuenta (con alguna excepción como la de Carlos III). Madrid, como capital de la monarquía, se convirtió en el punto centralizador de las rentas que el campo castellano proporcionó a causa de la elección de gran parte de la nobleza de cuna española de residir en la Corte madrileña, circunstancia que fue convirtiendo a Madrid en el eje del capital español12. De esta forma Madrid, desde su nombramiento como capital de la monarquía, sufrió la división dual de su economía en su seno: por un lado, la economía de la ciudad que, independientemente de su capitalidad, tenía un carácter preindustrial (la ciudad de los oficios), mientras que por el otro se expandió la economía de la capital, aquella que surgió a causa de la capitalidad de Madrid (más dinámica y capital del capital español)13. Sin embargo, únicamente el desarrollo del sistema político liberal y su nueva percepción de la capital (pasando ésta de representar a la Corona a ser la capital del Estado Liberal), la incipiente modernización económica madrileña, la necesidad de reducir la fuerte presión demográfica fruto de la ingente inmigración que sufría Madrid y, por último, el deseo de las clases dirigentes de obtener un nuevo espacio urbano segregado (separación inalcanzable en el Madrid de mediados del siglo XIX) provocó que se llevara a la práctica finalmente la idea del ensanchamiento urbano de la capital. A pesar de poseer numerosos elementos antitéticos, ambas economías coincidirían en el nuevo ensanche madrileño. El lento resquebrajamiento de las estructuras políticas y sociales del Antiguo Régimen y su sustitución por el liberalismo político hizo que la ciudad de Madrid fuera considerada por la nueva clase dirigente como el nuevo estandarte del Estado Liberal, capital de la nación. Para que la ciudad cumpliese con su objetivo, ésta debía sufrir una profunda renovación urbanística que dotara a la ciudad de las infraestructuras y los edificios públicos necesarios. En 1858 se concluyó la traída de aguas del Lozoya a la capital, inaugurándose el Canal de Isabel II, y terminando con el centenario e irregular sistema de aprovisionamiento de aguas de la capital mediante numerosos viajes de agua14. A su vez, Madrid se configuró como el eje central de las comunicaciones españolas en el contexto de un naciente estado centralizado. La red de carreteras, de

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Santos Juliá: “Madrid, capital del Estado (1833-1993)” en S. Juliá, D. Ringrose y C. Segura: Madrid, Historia de una capital... Págs. 315-576. 13 Bahamonde Magro, A. y Otero Carvajal, L. E.: “Madrid, de territorio fronterizo a región metropolitana”, en Fusi, J. P.: España. Autonomías. Madrid, Espasa Calpe, Madrid, 1989, Págs. 517-613. 14 Gea Ortigas, Mª Isabel, Los viajes de agua de Madrid, La Librería, Madrid, 1999. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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ferrocarriles y de telégrafos tendrían como núcleo central a la capital15. De esta forma, el crecimiento económico de Madrid fue haciéndose realidad lentamente, con el dualismo económico ciudad-capital ya citado, basado en la centralidad geográfica de Madrid en España, la concreción del sistema radial de transporte y telecomunicaciones y la acumulación de la burocracia nacional debido a su capitalidad16. La causa más acuciante que provocó la aprobación del proyecto de ensanche fue la crítica situación demográfica que vivía Madrid a mediados del siglo XIX. A modo de resumen de los principales trazos de la demografía madrileña, hay que destacar cómo una ciudad establecida en el ciclo demográfico antiguo y con un crecimiento vegetativo endémicamente negativo, duplicó su población desde 1850 a 1900 (de 221.707 a 539.835 habitantes). Como es obvio, este notable crecimiento demográfico fue el producto de intensas oleadas migratorias que tuvieron como núcleo central Madrid, expulsados de un agro español que sufría profundos cambios estructurales a causa de la revolución liberal. El problema radicó en que la capital, encerrada en las cercas que Felipe IV mandara edificar en 1625, carecía de viviendas y espacio suficiente para albergar a tanta población. La excesiva demanda de habitación hizo aumentar considerablemente el alquiler de éstas, reducir su espacio para acoger a más población y el aumento de la urbanización en vertical (mayor número de pisos) debido a la imposibilidad de ejercerlo de manera horizontal a causa de las tapias. El resultado fue que se levantaran chozas y pequeños establecimientos urbanos de forma espontánea fuera de éstas (como en el caso de Chamberí), mientras que en su interior el nivel de hacinamiento era descomunal (28,68 m2 por persona cuando el mínimo exigido por los higienistas estaba en 40 m2). De esta forma, el deseo de la clase dirigente de crear un nuevo Madrid que fuera símbolo de la nación, el interés de una incipiente burguesía especuladora y la acuciante situación demográfica que la capital representaba confluyeron en la idea del ensanche. El nombramiento de una Comisión para el estudio del proyecto de ensanche de Madrid por el R. D. de 8 de abril de 1857 debido a la iniciativa de Claudio Moyano no hizo más que sacar a colación una vieja idea urbanística que había sido desechada 15

Bahamonde Magro (Dir.), Ángel, Otero Carvajal, Luis Enrique y Martínez Lorente, Gaspar: Las comunicaciones en la construcción del Estado contemporáneo en España, 1700-1936: el correo, el telégrafo y el teléfono, Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, Secretaría General de Comunicaciones, Madrid, 1993. 16 García Delgado, J. L.: “Madrid en los decenios interseculares: la economía de una naciente capital moderna” en M. Tuñón de Lara (Dir.) Las ciudades en la modernización de España. Los decenios interseculares. VIII Coloquio de Hª Contemporánea de España, Siglo XXI, Madrid, 1992. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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anteriormente y que había vuelto a la actualidad gracias al anteproyecto de Cerdá para el ensanche de Barcelona de 185517. El encargo recayó en el ingeniero de caminos, a la vez que arquitecto, Carlos Mª de Castro, el cual elaboró un plan de ensanche que, titulado Memoria descriptiva del Ante-proyecto de Ensanche de Madrid18, debía establecer un nuevo plano urbano de los alrededores de la capital para que lograran absorber su notable crecimiento fruto de la inmigración, situar los nuevos edificios del Estado, segregar socialmente la ciudad y, en definitiva, modernizar Madrid. En la elaboración del anteproyecto, Castro tuvo en cuenta dos importantes factores que mediatizaron su resultado final. El primero de ellos fue la clara influencia que el anteproyecto realizado por Ildefonso Cerdá tuvo en él y que marcó varias de las pautas de urbanización que Castro introdujo para la capital. El segundo factor fue, tal vez, más importante, ya que tuvo una clara naturaleza delimitadora respecto a las ideas que Castro pudiera poseer. El cometido que fue encargado a Castro no fue una carta blanca para que formulase su proyecto empezando de cero sino que su trabajo estuvo delimitado desde su nacimiento. El R. D. de Moyano que dio pie al ensanchamiento de Madrid dictaminó una serie de objetivos y elementos que el proyecto entregado debería acuñar, siendo el más importante de todos la obligación de establecer, con carácter defensivo-militar y fiscalizador, una nueva frontera física para la ciudad19. De esta forma, la imposición de esta barrera en forma de foso (decisión de Castro por considerarla más salubre que las antiguas tapias) provocó que la capital se conformara como una ciudad concéntrica y con la imposibilidad de aumentar su extensión. El ensanche ideado por Castro se extendería por la zona norte (Chamberí), este (Salamanca) y el sureste de Madrid (Arganzuela), incluyendo a su vez un pequeño barrio (Argüelles) en el noroeste. La nueva zona urbana se construiría mediante una retícula en forma de damero, uniendo las rondas con el nuevo foso que rodeaba Madrid. Castro estableció en su proyecto una serie de normas arquitectónicas y urbanísticas generales sin llegar a introducirse en la escala del solar. Como profesional liberal imbuido de las ideas higienistas, Castro llevó a cabo un exhaustivo estudio para

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En 1787, Jovellanos expuso su idea de ensanchar Madrid sin que se concretara finalmente su elaboración, situación que se repetiría con las propuestas de Mendizábal y en 1846 con el proyecto de ensanche presentado por Juan Merlo que Mesonero Romanos, desde su puesto de concejal, se encargó de sustituir por su idea de reformar el interior de la ciudad. 18 La publicación íntegra del Plan, antecedido de un análisis de éste en Bonet Correa, Antonio: Plan Castro, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Madrid, 1978. 19 Mas Hernández, R.: El barrio de Salamanca. Planeamiento y propiedad en el Ensanche de Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1982, Págs. 25-26. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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alcanzar un mayor grado de salubridad en la zona del ensanche de la que disfrutaba la capital. En este sentido, Castro estableció una serie de normas urbanísticas y arquitectónicas muy claras relativas a la superficie que se podía edificar en cada parcela (sólo la mitad ya que la otra quedaba reservada para espacios abiertos), los metros cúbicos de aire que debían poseer las habitaciones por persona, la proporción entre la anchura de las calles y la altura de los edificios (la altura máxima permitida era de tres pisos mientras que las calles de primer orden serían de 30 a 40 metros y las de segundo orden de 15 a 20 metros) para su mejor ventilación e higiene, dispuso nuevos y salubres emplazamientos para que se establecieran hospitales, separó espacialmente los equipamientos urbanos que pudieran dañar la salud de sus habitantes, emplazó matemáticamente un gran número de plazas y jardines para mejorar la ventilación de las calles y los edificios y pidió a las autoridades municipales que establecieran algún tipo de control que supervisara el cumplimiento de todas estas normas de cariz higienista20. No obstante, la Memoria descriptiva presentada por Castro no sólo fue un compendio de sensibilidad filantrópica sino que también representó la naturaleza de la sociedad que la engendró. El proyecto dotaba a la capital de nuevos mercados, edificios religiosos, cuarteles, escuelas, nuevos cementerios e importantes edificios públicos (como el proyecto de Museos y Bibliotecas) para que rescatasen a la capital del estancamiento y se convirtiera en el símbolo de la Corona y de moderna Nación española, principal deseo de esa burguesía que fue copando los altos cargos burocráticos del nuevo Estado Liberal. Con el ensanche se pretendía ordenar el crecimiento urbano madrileño y transformar el aspecto pueblerino y destartalado de la capital21. A su vez, Castro dejó constancia en su proyecto del pensamiento burgués dominante en su época: ante el incipiente desarrollo de la sociedad de masas fruto del progresivo incremento de la población y la homogeneización de sus comportamientos cotidianos, los grupos sociales dominantes intentaron afianzar unos nuevos espacios de diferenciación social, es decir, llevar a cabo una segregación espacial de la sociedad22. Castro, empapado de este ideal, consideraba necesaria esa segregación espacial para que 20

Carlos Mª de Castro, Memoria descriptiva del ante-proyecto de ensanche de Madrid, en Bonet Correa, El Plan Castro... 21 Para una mejor comprensión del carácter simbólico de Madrid como capital de la nación consultar: Santos Juliá, David Ringrose y Cristina Segura: Madrid, historia de una capital. Alianza Editorial... Págs. 324-326. 22 Castells, L. y Rivero, A.: “Vida cotidiana y nuevos comportamientos sociales (El País Vasco, 18761923)” en Ayer, nº 19... Págs. 137-139. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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cada clase social pudiera poseer el tipo de vivienda y en la zona adecuada dentro de sus posibilidades económicas. En este sentido, Castro concibió un espacio segregado al máximo, intuyendo diversas barriadas específicas para cada clase social (un barrio fabril en Chamberí, un sector aristocrático en Almagro y a ambos lados del paseo de la Castellana, un barrio de clase media entre este paseo y la Carretera de Aragón, un barrio obrero tras las tapias del Retiro y los sectores agrícolas e industriales en el suroeste de Madrid) y con diseños diferentes en lo relativo a la ordenación de las manzanas y al tamaño de las parcelas23. Sin embargo, Castro no impuso en su proyecto esa separación espacial de forma taxativa sino que se limitó a prever esa futura segregación social de los barrios del ensanche mediante la observación de “los diferentes grupos de edificios que de algunos años a esta parte se han levantado al acaso y sin prescripción ninguna” y de advertir que “en la construcción de cada uno de ellos parece haber dominado una idea diversa (...) que hemos procurado no obstante armonizar (...) con la conveniencia de las diferentes clases que forman la sociedad de Madrid y sobre quien necesariamente ha de influir más inmediatamente el ensanche de la población”24. El paso de la teoría a la realidad provocó una profunda transformación de las normas y preceptos establecidos por Castro, siendo su predicción de la segregación social de los barrios la idea del ensanche que con más fuerza se plasmaría en el plano con el paso del tiempo. La urbanización de las nuevas zonas se acometieron de una forma lenta e irregular debido a la actividad especulativa de los propietarios de los terrenos, la escasez de capital inversor y a la carencia de presupuesto municipal (encargado de la urbanización desde 1864) para hacer frente a los pagos de las expropiaciones que hasta 1892 se efectuaron a un precio muy cercano al de mercado25. Ante la presión financiera y especulativa de los inversores y propietarios, la actividad legislativa terminó por abolir el diseño de ciudad higiénica que había sido creado el ingeniero sevillano: si en 1864 se autorizó la construcción de edificios de hasta cuatro pisos, en 1867 se abolieron todas las normas constructivas del ensanche (se acabó con la norma de tres pisos de altura máxima, el ancho de las calles, el establecimiento de jardines y plazas o con la obligación de salvaguardar la mitad del solar sin edificar) extendiendo al nuevo Madrid las normas imperantes en el casco viejo de la capital. En 23

Mas Hernández, R.: El barrio de Salamanca... Págs. 27-29. Carlos Mª de Castro, Memoria descriptiva del ante-proyecto de ensanche de Madrid, Pág. 103, en Bonet Correa, El Plan Castro... 25 Este año se decretó que la mitad de los terrenos expropiados se cedieran gratuitamente al Ayuntamiento. Díez de Baldeón, Clementina: Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX. Editorial Siglo XXI, Madrid, 1986. 24

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definitiva, los dos únicos resquicios del proyecto de Castro que se llevaron a la práctica fue la segregación espacial de la sociedad y el entramado urbano del ensanche en forma de cuadrícula. La división en tres zonas del ensanche madrileño al que me he referido anteriormente fue la consecuencia de la ley de 1864 y su reglamento de 1867 que posibilitaron la división de los ensanches de las ciudades en zonas con independencia económica entre sí. Madrid adoptó este sistema y dividió el Ensanche en tres zonas. La primera Zona comprendía todo el norte madrileño (Chamberí), la Zona II se correspondía con la parte oriental del Ensanche (donde el Marqués de Salamanca promovió sus construcciones) y la Zona III incumbía a los espacios industriales, agrícolas y obreros situados al sureste de la ciudad (siendo el espacio más representativo el distrito de Arganzuela). En el espacio que se denominó Ensanche Este o Zona II Castro previó tres grandes barriadas que se distinguirían claramente debido a su composición social predominante. En primer lugar, Castro consideró que la aristocracia nacional que se concentraba en Madrid ocuparía los mejores terrenos, y por lo tanto los más caros, del Ensanche. Para él, estos terrenos se concentrarían alrededor del gran eje que conformarían los paseos del Prado, Recoletos y de la Castellana. En segundo lugar, consideró que la emergente burguesía, los altos funcionarios y los profesionales liberales, ávidos de demostrar su creciente influencia y poder, se situarían en el entorno comprendido entre los aledaños de la aristocracia situada en la Castellana y la Carretera de Aragón. Por último, propuso la creación de un barrio que fuera específico para las clases bajas de Madrid (según sus palabras para “empleados de pequeños sueldos, artesanos, obreros, proletarios y clase poco acomodada de la sociedad”) que, a diferencia de los anteriores, fuera autónomo y sin que tuviera necesidad de una buena comunicación con el resto de la ciudad. Este último barrio estaría situado por detrás de las tapias del Retiro, aislado del resto. Aunque esta disposición urbana fuera meramente la elucubración del autor del proyecto de Ensanche, la futura puesta en práctica de éste determinó en gran medida un plano físico concordante con las previsiones de Castro. Esta circunstancia se debió al tipo de financiación que se determinó para el crecimiento de las tres zonas. Tras su división, cada una de éstas obtendría su presupuesto de los propios recursos que pagaran sus inquilinos, recursos que estarían en función de la calidad de los edificios que contuvieran. De esta forma, se creó un círculo vicioso que provocó que las zonas más VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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suntuosas del Ensanche (como era el caso de la parte del Ensanche Este que lindaba con el paseo de la Castellana), que eran además las menos pobladas, al pagar unas sumas mayores de dinero debido a las pomposas residencias de que disponían, dispusieran de mayores recursos para desarrollar las infraestructuras urbanas necesarias (el alcantarillado, el transporte, el Canal de Isabel II o el telégrafo)26. Como consecuencia de lo anterior, estos barrios adquirieron un gran valor evitando desde el principio el asentamiento de otras clases sociales que no se podían permitir alquileres tan altos, alcanzando así la tan ansiada por la clase dominante segregación espacial de la sociedad. Por último, Castro ubicó un conjunto de edificios públicos que atenderían las diversas necesidades que tanto la ciudad en su conjunto como la población que se asentara en el Ensanche Este tuviesen. En este sentido, el ingeniero sevillano estableció en su proyecto dos nuevos hospitales y un manicomio (situados adyacentes al foso siguiendo las ideas higienistas), un gran cuartel, numerosas iglesias, proyectaba dos nuevas plazas de toros (una vez que fuera derruida la situada en la actual Puerta de Alcalá), una cárcel para delincuentes comunes y un correccional para menores (sospechosamente situados ambos en el barrio obrero), un establecimiento con fines teatrales y de baile, un mercado al por mayor y dos caballerizas todo ello aderezado en una retícula ortogonal por plazas y chaflanes que rompieran con la monotonía27.

4. La situación de partida del Ensanche Este en 1860 El terreno comprendido entre las tapias existentes desde 1625 y el futuro foso citado en el proyecto de Castro que conformaba la Zona II del Ensanche tenía una topografía bastante similar y con pocos rasgos significativos. Desde el Camino de Chamartín, final del eje Prado-Recoletos-Castellana (también llamada en estos años Paseo de Isabel II), hasta la Carretera de Aragón, el terreno era ondulado y con suaves pendientes accesibles a su edificación con la excepción de la ribera izquierda del arroyo de Chamartín que corría parejo a la Castellana. Siguiendo hacia el sureste, al otro lado de la Carretera de Aragón y por detrás de las tapias del Real Sitio del Buen Retiro (rodeado del Paseo del Prado, de Atocha, la Ronda de Vallecas, parte de la Carretera de Aragón y, cerrando su perímetro hasta volver al Paseo del Prado, la calle del Pósito) el 26

Para una visualización de las diferencias urbanísticas consultar: Pinto Crespo, Virgilio (Dir.), Madrid, Atlas histórico de la ciudad, 1850-1939. Fundación Caja Madrid y Lunwerg Editores, 2001, Madrid. 27 Esta distribución espacial es visible en la lámina desplegable publicada en la Memoria descriptiva. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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terreno seguía siendo poco accidentado y provechoso para el cultivo hasta llegar al Olivar del Marqués de Perales. Al sur de éste, extendiéndose hasta llegar al arroyo del Alto Abroñigal (por donde años después transcurriría la M-30) por el este y a la Carretera de Valencia por el sur, aparecía una gran planicie salpicada de fértiles huertas28. La edificación existente en esta extensa zona es muy escasa circunscribiéndose a un espacio concreto: el triángulo formado por un lado por la calle del Pósito y la Carretera de Aragón (también denominada Camino de la Venta), el otro establecido en el Paseo de Recoletos y la Fuente Castellana y, uniendo ambos lados, una línea imaginaria en diagonal que partiera desde el norte del campo de tiro de Maroto, situado en la ribera derecha de la Castellana, y terminara en la esquina noroeste de las tapias del Retiro. Esta zona fue la única que había alcanzado un cierto grado de urbanización en 1860, (exceptuando la real posesión del Retiro) debido a que tras el Proyecto de Mejoras de Mesonero Romanos de 1846 se inició la edificación en el lado izquierdo del Paseo de Recoletos. En el margen derecho del Paseo se erigía el Real Pósito, edificio que hacía las veces de almacén de cereal de la capital, albergando en su seno múltiples tahonas y talleres, desde el siglo XVII. Junto a él, la temprana construcción por parte del Marqués de Salamanca de su casa-palacio (obra de Pascual y Colomer construida entre 1846 y 1855), significó un nuevo polo de atracción para la aristocracia y la alta burguesía madrileña que acabó situando su residencia en forma de palacio (tomando como ejemplo a Salamanca) a lo largo de estos paseos29. Siguiendo hacia el norte del Paseo de Recoletos se erguía la facultad de Veterinaria que pronto sería demolida (en 1861) para iniciar las obras del gran edificio de la Biblioteca y Museos Nacionales, mientras que en el solar adyacente, la Casa de la Moneda ya estaba en construcción (1856-1861). Finalmente, ya en el paseo de la Castellana y pasada la Plaza de Colón se situaban las últimas construcciones existentes en 1860 en este lado: las posesiones, los jardines y el campo de tiro perteneciente a Francisco Maroto, uno de los mayores propietarios de suelo del Ensanche Este30. El otro lado de nuestro triángulo imaginario, el comprendido por la calle del Pósito y la Carretera de Aragón estaba recorrido en la acera de los pares por las tapias 28

Carlos Mª de Castro, Memoria descriptiva... Págs. 18-19. Azorín, F. y Gea Ortigas, Mª Isabel, La Castellana, escenario de poder, La Librería, 1990, Madrid, Págs. 70-73. 30 Mas Hernández, R.: El barrio de Salamanca... Págs. 98-106. 29

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del Retiro mientras que a su margen izquierda, una vez dejados atrás el Cuartel del Pósito y la plaza de toros, se entreveían pequeñas calles que albergaban a numerosos jornaleros, aguadores y traperos en maltrechas habitaciones. Este tipo de población poco a poco iría cediendo el terreno a las clases medias y a la burguesía que años después afluirían a los Campos Elíseos que, construidos en 1864 sobre esos terrenos, se convirtieron en el espacio de recreo predilecto durante el último cuarto del siglo XIX para la población de esta zona del Ensanche. Esta zona extramuros de la ciudad se especializó en atender a los cientos de inmigrantes que, a través de la Carretera de Aragón, llegaban cada año procedentes de los pueblos de los alrededores de Madrid, de las provincias limítrofes o de lugares más lejanos como Aragón, Cataluña o incluso Francia. De esta forma, es fácil discernir diversas fondas o paradores que daban cobijo a estos recién llegados (como fueron los Paradores de Núñez o de Muñoz) al igual que caballerizas, tabernas y algunas tiendas para su avituallamiento. A medida que la Carretera de Aragón se alejaba de la capital, el número de edificios descendía rápidamente hasta quedarse reducidos a escasos tejares que recordaban más a las zonas rurales de la profunda Castilla que a la capital de la moderna nación española, situada escasamente a un kilómetro. Por último, quiero hacer mención al Real Sitio del Retiro, el cual se extendía en 1860 desde el Salón del Prado al oeste, la calle del Pósito y la Carretera de Aragón al norte, las rondas de Alcalá y de Vallecas al este y, finalmente, hasta el Paseo de Atocha y la Carretera de Valencia al sur, límite éste que separaba a su vez esta Zona II del Ensanche Sur. La Real Posesión del Retiro significó un obstáculo insalvable para Castro a la hora de desarrollar su proyecto de ensanche de la capital. Su existencia y su disposición geográfica obligó a que el crecimiento urbano de Madrid fuera encauzado bordeando sus límites. A partir del Plan Castro, la urbanización de ambos lados del Retiro al igual que su parte posterior (lugar de establecimiento del barrio obrero ideado por Castro) pasaron a ser un objetivo a corto plazo, abogando el ingeniero incluso por hacer pasar una calle por el Real Sitio, que sólo se abriese por el día para permitir el trasiego de población que viviera en el nuevo barrio obrero que ubicaba detrás de sus tapias. A la altura de la aprobación del Plan Castro, el Retiro aguardaba un gran número de edificios de gran importancia para la capital (muchos de los cuales dejarían de pertenecer a su recinto tras la aprobación en 1865 de la urbanización de una extensión

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considerable del Retiro31) como fueran el Palacio de San Juan, el Cuartel de Artillería, el Museo del Prado, el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico, la Basílica de Nuestra Señora de Atocha o el Cuartel de Minusválidos. Estos dos últimos no eran del agrado del propio Castro, optando en su Memoria por pedir que se reformasen estas sedes para que estuvieran en consonancia con el decoro nacional de ambos edificios32. 5. Un acercamiento histórico al Ensanche Este a través del padrón de 1860. Como ya ha quedado citado anteriormente, en el estudio del Ensanche Este madrileño propuesto, se quieren alcanzar unos objetivos globales de carácter interpretativo mediante la utilización de los postulados técnicos y metodológicos de la nueva historia social, la antropología cultural, la historia urbana, la microhistoria y la historia de la vida cotidiana. Sin embargo, también hay que dejar patente la necesidad de aunar el anterior cuerpo metodológico con los excelentes resultados que nos pueden proporcionar la historia serial y cuantitativa. Siguiendo esta dirección, en este apartado se expone la forma en que la historia cuantitativa se integra en este proyecto de investigación mediante una evaluación inicial de las posibilidades y limitaciones del estudio del padrón de 1860 relativo a la Zona II del Ensanche de Castro anteriormente acotado. Esta pequeña aplicación práctica del tratamiento y su posterior análisis de la información recopilada del citado padrón no pretende alcanzar más que concretar los fundamentos de la investigación planteada y arrojar algo de luz sobre el inmenso caudal de información que el padrón, como fuente única y, sobre todo, como complemento de otras, puede albergar. En este sentido, uno de los datos de mayor trascendencia son los relativos a la demografía de esta zona que permiten su puesta en relación, indicando qué similitudes y diferencias existen, con las demás zonas de ensanche y con la capital en su conjunto. De esta forma, hay que mencionar que los territorios comprendidos en la Zona II del ensanche, situados más allá de las tapias de Felipe IV, albergaban en 1860 una población de 1.992 habitantes, número insignificante si lo comparamos con los cerca de 300.000 habitantes que el censo nacional indicó para la capital en el mismo año, siendo sólo el 0.67% de la población total de la ciudad cuando se aprobó el Plan Castro. El

31

La parcelación aprobada afectó a la zona occidental del Real Sitio, disgregando de éste la extensión de terreno comprendida entre el Paseo del Prado y la actual calle Alfonso XII, nueva e importante vía que pretendía unir la Puerta de Alcalá con Atocha directamente. En Navascues Palacio, P. “Madrid, ciudad y arquitectura (1808-1898)”, en Fernández García, A.: Historia de Madrid... Págs 401-439. 32 Carlos Mª de Castro, Memoria descriptiva... Págs. 128-129. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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número de habitantes de esta zona también era inferior a las de las zonas Norte y Sur del Ensanche que albergaban 4.887 y 2.220 habitantes respectivamente33. Si bien Chamberí ya era un arrabal consistente en las afueras de la ciudad, el caso del Ensanche Este era bien distinto. Esta zona, situada extramuros de las tapias de Felipe IV, sólo poseía pequeñas construcciones urbanas concentradas en el lado derecho del eje RecoletosCastellana, la Carretera de Aragón y el Retiro. El resto del espacio mostraba un horizonte rural, yermo en construcciones, en el que apenas se erigían una decena de tejares. Sin embargo, independientemente de la población total de esta zona, el aspecto más importante del estudio demográfico de ésta recae en saber si su población presenta unas características específicas respecto de la existente en el casco antiguo o en las otras dos zonas de ensanche. PIRÁMIDE DE POBLACIÓN 1860 81 y más 71-75 61-65 51-55 41-45 31-35 21-25 11-15 0-5 150

100

50

0

50

100

soltero varón

casado varón

viudo varón

no lo indica

soltera mujer

casada mujer

viuda mujer

no lo indica

150

34

En un primer vistazo a la pirámide, podemos observar de forma elocuente que su composición (estrechándose entre los 21 y 25 años para engrosar sus filas en las edades posteriores para descender, ya de forma biológica, a medida que la edad avanza), es el claro reflejo de una población que se ve afectada no tanto por factores propios de la evolución biológica sino por elementos derivados de los fuertes movimientos migratorios que sufre todo el conjunto de la capital desde mediados de siglo. El Ensanche Este, al igual que ocurre con los arrabales de Chamberí y Arganzuela (que 33

En este apartado se realizan pequeñas alusiones y comparaciones con los resultados obtenidos por mis compañeros de investigación, los ya citados Rubén Pallol Trigueros y Fernando Vicente Albarrán, en sus estudios referentes al Ensanche Norte y Sur en 1860 respectivamente. 34 Elaboración propia mediante el padrón de 1860 consultado en el Archivo de Villa de Madrid. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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presentan una pirámide de población similar a ésta), fueron focos de población creados por la ingente cantidad de inmigrantes que arribaron a una capital que carecía de capacidad para albergarles en su interior. Esta llegada masiva de inmigrantes en busca de trabajo incide completamente en la composición demográfica de la zona, haciendo aumentar considerablemente el número de habitantes de ambos sexos en las edades comprendidas entre los 26 y 45 años, coincidiendo con su edad de plenitud laboral. Esta situación demográfica fue un elemento estructural tal y como los estudios han demostrado para las otras dos zonas del ensanche madrileño, en el conjunto de la capital e incluso en ciudades industriales como Sabadell35. Sin embargo, parece que esta inmigración, lejos de estar protagonizada por individuos aislados, fue realizada por familias enteras con hijos de corta edad con la esperanza de superar las dificultades de la lucha por la vida36. Esta afirmación, todavía dicha con cierta cautela hasta que la investigación no avance más en este sentido, explicaría el escalón demográfico tan pronunciado existente entre los jóvenes de ambos sexos menores de 20 años (número aumentado por los hijos llegados con sus padres inmigrantes) y los mayores a estos, tal y como se observa en la gráfica anterior. A su vez, concuerda estrechamente con la información extraída del padrón respecto a la inexistencia de una especial desarticulación familiar entre la población del futuro Ensanche. En él, se observa cómo, de un total de 459 unidades de habitación, la familia nuclear, conformada por los padres y los hijos, era visible en 170 de éstas. Si observamos en la pirámide la proporción de habitantes casados según la edad y el sexo, se puede confirmar que de la población mayor de 21 años, la población casada era predominante, englobando casi el 57% de este grupo de edad, además de especificar que las mujeres accedían al matrimonio en el futuro Ensanche Este antes que los hombres37. La importancia que la inmigración tuvo en la configuración demográfica de este espacio urbano en 1860 obliga a prestar una especial atención al fenómeno migratorio que esta zona sufrió al igual que las otras dos zonas del Ensanche y el conjunto de la

35

Respecto a Sabadell consultar: Camps, Enriqueta: La formación del mercado de trabajo industrial en la Cataluña del siglo XIX. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1995, Págs. 98-103. 36 A medida que esta investigación avance se podrá concretar la composición familiar preponderante de la población inmigrante. 37 Para el conjunto de Madrid, Natalia Mora Sitjà ha determinado que, a través de los registros matrimoniales madrileños de 1855, la edad media de acceso al matrimonio para los hombres nacidos en Madrid era de 27,5 años y de 28,9 para los inmigrantes, mientras que en el caso de las mujeres era de 23,3 y 27,6 respectivamente. En Mora Sitjà, Natalia “La inmigración en Madrid a mediados del siglo XIX: una primera aproximación” consultado en la página web del VII Congreso de la Asociación de Demografía Histórica, Granada, 1-3 de abril de 2004. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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capital. En primer lugar, hay que recalcar que la población inmigrante superaba con creces a la población madrileña ya que aquella representa un 69,3% de la población total del futuro Ensanche Este frente al 62% existente en Chamberí y el 61% de Arganzuela. En cifras, queda patente el pleno carácter inmigrante de este arrabal: 1.386 habitantes de los 1.992 aquí residentes no nacieron en la capital. Una vez indicada la cantidad total de población inmigrante, compuesta por 712 hombres y 674 mujeres, es muy significativo estudiar los principales lugares de procedencia de éstos para discernir la causa de su desplazamiento y comprender con mayor profundidad la composición demográfica de esta Zona II. Para una mejor y más rápida comprensión, he agrupado las diversas provincias de origen en cuatro grandes apartados. Dentro del apartado definido como provincias cercanas se han incluido las cinco que son limítrofes a Madrid: Ávila, Guadalajara, Segovia, Toledo y Cuenca. Lugar de procedencia Resto de España Provincias cercanas Provincia de Madrid Extranjeros y Colonias Desconocido Total

Nº de inmigrantes 770 281 257 60 18 1.386

Aquella población inmigrante nacida en cualquiera de las restantes provincias, excluyendo también la provincia de Madrid, se ha unido en un único apartado mientras que, por último, se ha creado un apartado en el que se han cuantificado a los nacidos en el extranjero (con especial mención de Francia) o en las colonias que España aún poseía (Cuba, Filipinas y Puerto Rico). Procedencia de la inmigración existente en el Ensanche Este en 1860 Extranjeros y Colonias Desconocido 1% 4% Provincia de Madrid 19%

Provincias cercanas 20%

Resto de España 56%

En el presente gráfico circular se puede observar cómo Madrid, siendo el nuevo símbolo del Estado Liberal, sede de la Corona, capital política del centralismo VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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administrativo acuñado por el liberalismo, confluencia de capitales nacionales y nudo del nuevo tendido ferroviario, de correos y de telégrafos, se convierte desde mediados del siglo XIX en el principal polo de atracción de población de toda España. En el caso específico del Ensanche Este, es elocuente la ingente aportación de población que las provincias de toda España, no limítrofes a Madrid, realizaron a la hora de incrementar la población de este espacio extramuros. La importancia que Madrid llegó a poseer como foco absorbente de inmigración superó con creces su espacio geográfico. En este sentido, la suma de los contingentes procedentes de la provincia de Madrid y de sus limítrofes sólo supone el 39% del conjunto de los inmigrantes residentes en Ensanche Este frente al 56% procedente del resto de España. El conjunto de estos datos parece intuir la lenta pero irremediable caída de un tipo de migración estacional, procedente de las regiones rurales limítrofes a la capital y que constituía un fenómeno de naturaleza preindustrial con el que las familias agrarias pretendían aliviar su economía en tiempos de escasez38. Como contrapunto, las nuevas corrientes migratorias proceden no sólo de los sectores rurales limítrofes a la capital sino que el radio de atracción de ésta fue mucho más amplio y atrajo a gran parte de la población rural nacional. Las zonas rurales, inmersas en profundos cambios sobre las relaciones de producción a causa del proceso desamortizador liberal, vieron cómo eran reorganizadas siguiendo la organización y propiedad capitalista y engendrando, como consecuencia, una nueva emigración hacia Madrid de un carácter distinto a la preexistente. Procedencia de la inmigración femenina

Extranjeros y Colonias 3%

Extranjeros y Colonias 5%

Sin Datos 1%

Sin Datos 1%

Provincias cercanas 17%

Provincias cercanas 23% Resto de España 48%

Provincia de Madrid 25%

Procedencia de la inmigración masculina

Provincia de Madrid 12%

Resto de España 65%

38

Para un mayor conocimiento de esta estrategia económica y su evolución en el tiempo es imprescindible consultar la obra de David S. Reher: La familia en España. Pasado y presente. Alianza Universidad, Madrid, 1996, Págs. 302-309. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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El estudio pormenorizado de las tablas de procedencia de la población inmigrante del Ensanche Este mediante la diferenciación entre sexos nos muestra una diferencia sustancial entre las gráficas de inmigración femenina y masculina. Si bien el orden de transcendencia de cada lugar de origen no se ve alterado, el porcentaje entre las variables de origen muestra una diferencia importante en cada tabla. El número de mujeres procedentes de la propia provincia madrileña alcanza el 25% del total, porcentaje que si se suma al 23% relativo a la inmigración femenina procedente de las provincias limítrofes con Madrid nos expresa un resultado final del 48% igualando al número de inmigrantes femeninas procedentes del resto de las provincias españolas. Sin embargo, esta misma circunstancia no se repite si observamos la gráfica de inmigración masculina. En este caso, en vez de incrementar la importancia migratoria de la provincia madrileña y de las cinco que la rodean, la tendencia es claramente opuesta, llegando a obtener un 65% de inmigrantes masculinos procedentes del resto de las provincias españolas mientras que el porcentaje unido de las primeras se reduce al 29%. En conclusión, la tendencia migratoria en el Ensanche Este se concentró con mayor fuerza en el caso femenino en torno a la provincia de Madrid y el anillo de provincias que la rodean mientras que la inmigración masculina provino con mayor fuerza del resto de las provincias españolas. Si nos centramos de forma específica en las provincias concretas que mayor contingente de población proporcionaron al crecimiento demográfico del futuro Ensanche Este de Madrid podemos constatar algunas de las diferencias anteriores según el sexo de los inmigrantes. Provincia de procedencia Madrid Oviedo Guadalajara Lugo Toledo Cuenca

Total 257 160 103 85 74 53

Provincia de procedencia Oviedo Madrid Lugo Guadalajara Toledo Valencia

Varones 124 86 65 46 35 27

Provincia de procedencia Madrid Guadalajara Toledo Oviedo Cuenca Lugo

Mujeres 171 57 39 36 33 20

En el caso de los varones, la inmigración tuvo como principal lugar de origen la provincia de Oviedo, seguida de Madrid y Lugo, mientras que en el lado femenino las dos principales aportaciones, excluyendo la significativa preeminencia de Madrid, procedieron de dos provincias limítrofes a la capital: Guadalajara y Toledo. Esa diferenciación entre ambos sexos sobre su lugar de procedencia queda también aquí VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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patente. En relación al ritmo de llegada de los emigrantes a esta zona del Ensanche, hay que dejar constancia que, al igual que sucedió para el conjunto de la capital y de los otros dos ensanches, su mayor afluencia se concentró en gran medida en la década de los cincuenta del siglo XIX, lo que hizo aumentar considerablemente el volumen de población de la capital en pocos años. Este crecimiento, que alcanzará una relevancia todavía mayor a medida que avance el siglo hasta su conclusión, se repartió en el tiempo de la siguiente forma: Ritmo de llegada de inmigrantes 200

Número de inmigrantes

180

Hombres Mujeres

160 140 120 100 80 60 40 20 0 17961800

18011805

18061810

18111815

18161820

18211825

18261830

18311835

18361840

18411845

18461850

18511855

18561860

Año de llegada a Madrid

En esta gráfica se puede tomar en consideración cómo el flujo migratorio hacia esta zona no empieza a ser palpable hasta la instauración de Isabel II como heredera de la Corona de España una vez que la reina María Cristina incorpore a los liberales al poder. Esa nueva concepción del Estado Liberal, centralizado administrativamente en su capital, transformará la naturaleza de Madrid añadiendo nuevos factores atractivos de población como bien demuestra esta gráfica para el caso concreto de los actuales distritos de Salamanca y del Retiro.

Por último, como pincelada final a esta breve aproximación histórica al futuro Ensanche Este de Madrid en 1860, hay que especificar de manera general la estructura profesional de la población aquí residente mediante su división laboral y cuantificación.

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TIPO DE TRABAJO

TOTAL

%

Jornaleros

122

12,08

Construcción

45

Trabajos femeninos

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TIPO DE TRABAJO

TOTAL

%

Oficios y artesanos

126

12,48

4,46

Comerciantes

101

10,00

33

3,27

Empleados

114

11,29

Servicio doméstico

255

25,25

Población institucional

64

6,34

Trabajo periurbano

44

4,36

Profesiones liberales

50

4,95

Trabajadores de fábrica

14

1,39

Clases pasivas

33

3,27

Estructura profesional del Ensanche Este en 1860

5%

3% 1%

13%

6%

4% 3%

11%

10%

26%

13%

Jornaleros Servicio doméstico Oficios y artesanos Población institucional Dudosos

1% 4%

Construcción Trabajo periurbano Comerciantes Profesiones liberales

Trabajos femeninos Trabajadores de fábrica Empleados Clases pasivas

La distribución profesional de esta zona este del Ensanche representada en el gráfico anterior muestra una gran diferencia estructural con la composición económica de los restantes espacios del Ensanche. Como se observa claramente, la situación profesional de partida del Ensanche Este extraída del padrón de 1860 implica que la principal fuente de trabajo de esta zona es el servicio doméstico, que engloba al 26% de su población trabajadora. Esta marcada preponderancia del servicio doméstico, inexistente en los otros dos arrabales del Norte y el Sur (donde ocupan el 8,9% y el 7% respectivamente), puede estar debida a la posible demanda generada por la existencia de los primeros palacetes situados a ambos lados del eje Castellana-Recoletos y a la cercanía de esta zona al centro, principal zona residencial de la aristocracia residente en la capital.

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En contraposición a la importancia concedida al servicio doméstico, hay que incidir en que el parejo porcentaje de población trabajadora que acapara el mundo de los oficios y artesanos por un lado y el de los jornaleros por otro (el 13%) en esta zona es inferior en ambos casos en relación con Chamberí y Arganzuela, distritos donde el papel de los jornaleros es el más importante (25 y 37% en cada caso) seguido del sector artesanal y el de los oficios donde se ubicaba el 13,92% de los trabajadores de Chamberí y el 18% de Arganzuela, sectores que encarnan esa economía de la ciudad frente a la denominada economía de la capital que carece de representación en el Ensanche Este.

En definitiva, según los datos relativos a la estructura profesional de la futura Zona II del Ensanche de Castro, la conjunción del elevado porcentaje de población trabajadora en el servicio doméstico (26%) junto al representado por los oficios y artesanos (13%), el de los empleados (11%) y el que hace alusión a los comerciantes (un 10%) conforma una clara composición profesional inclinada claramente hacia el sector terciario con un 60% del conjunto de trabajadores de esta zona, datos que concuerdan con la naturaleza de la capital de ser una ciudad de servicios39. Esta etiqueta económica se acopla perfectamente a la realidad profesional de esta zona una vez que, además de los datos ya citados, se observe que el porcentaje de trabajadores de fábrica sólo alcance el 1% mientras que la construcción y el trabajo periurbano abarquen únicamente el 4% de la población trabajadora.

39

Bahamonde Magro, A. y Fernández García, A. “La transformación de la economía”, en Fernández García, A.: Historia de Madrid... Págs 515-548. VII Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos (Guadalajara, noviembre 2005) España entre Repúblicas (1868-1936)

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