El mundo en un instante

June 15, 2017 | Autor: Miguel Gallego | Categoría: Salvador Elizondo, Cine y literatura, Farabeuf
Share Embed


Descripción

El mundo en un instante
Miguel Gallego Roca


Hoy es un día especial, una hora especial, un instante, aunque sólo eso, en que espero ver colmado mi deseo.


1. Elizondo

Salvador Elizondo es un claro ejemplo de escritor para literatos. O mejor, para hommes de lettres, para ese tipo de lector especializado, atormentado a veces, pero siempre irónico, que define la literatura occidental en la segunda mitad del siglo xx. Una "proclividad atávicamente literalizante" que convierte a Elizondo en un constante trabajador de la prosa desde presupuestos poéticos. Esa fotografía suya, con la plumón Montblanc en ristre, es un buen ideograma de sí mismo. Cada frase de una novela, de un libro, es decisiva. Así lo explica en "Teoría mínima del libro" (Cuaderno de escritura), todo un homenaje crítico a las primeras frases o primeras palabras de un escrito: "En esa forma primigenia tienen que caber todos los pormenores tácitos de la frase con que termina y antes de escribirla es necesario analizar su extensión, como si se tratara de un minucioso desbridamiento, una acuciosa determinación de grados de infinito." Ésta es la definición de un libro para Elizondo: "una acuciosa determinación de grados de infinito". Porque Elizondo habla de libros más que de novelas, de escritura más que de prosa o poesía. Intuye un cambio y todo cambio se encuentra en los límites. A pesar de estar en el centro de la literatura mexicana de su tiempo, Elizondo va a moverse en los límites estéticos, allí donde la honestidad artística no es discutible. Pedro Páramo abrió el camino de una nueva forma de contar y Elizondo sigue por esos caminos del desierto.
La primera palabra de Farabeuf o la crónica de un instante es una pregunta: "¿Recuerdas…?" Un personaje invita a otro a recordar, a reconstruir un recuerdo, a inventarlo incluso. Elizondo es un escritor del tiempo, obsesionado por sus crueldades y dádivas. Sus personajes, confusos y múltiples, son las personificaciones de esa obsesión con que podemos evocar un recuerdo, la obsesión por las palabras y también por las imágenes. Todos obsesionados por las novelas que contiene toda fotografía.


2. El peso de las imágenes

"Todo es sólo un instante", dice él, o ella, o los dos, la pareja protagonista de Farabeuf.
Elizondo se ubica entre dos mundos, es decir, con un pie se halla en el mundo de las palabras y con el otro, en el de las imágenes. Obsesionado por la escritura y por la mirada: "me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía" (El grafógrafo). Sus obras son piezas del gran rompecabezas estético y metafísico que, en los años sesenta del pasado siglo, dudaba de toda identidad personal. Es decir, el pensamiento francés postestructuralista. Barthes tendrá mucho que decir sobre la construcción de la memoria novelesca. Por un lado, en Fragmentos de un discurso amoroso (1977) nos recuerda que: "La imagen —como ejemplo para lo obsesivo— es la cosa misma. El enamorado es pues artista, y su mundo es un mundo al revés, puesto que toda imagen es su propio fin (mucho más allá de la imagen)". Por otro, tenemos La cámara lúcida (1980), su libro más intimista, una reflexión sobre la naturaleza estética de la fotografía. Y naturalmente Bataille, sabemos que la fotografía del suplicio chino, contenida en Las lágrimas de Eros (1961), es el desencadenante de Farabeuf y de la obsesión por el recuerdo y los iconos de la memoria cruel y nostálgica que caracteriza la obra de Elizondo.
Farabeuf se abre con una cita del Précis de Décomposition de Cioran, paralelo a ese otro précis sobre técnicas quirúrgicas del doctor Farabeuf, donde el pensador rumano define la obsesión como la imposibilidad del instante, "et cette impossibilité est la nostalgie même".
Tan importante como el pensamiento literario es el cine para Elizondo. Los últimos años de la década de los cincuenta y el primer lustro de la década de los sesenta son el contexto en el que nace el "cine de arte y ensayo", sesiones en cineclub que se programaban en España al margen de los circuitos comerciales. Fue en ese contexto donde muchos leímos por primera vez a Elizondo: en círculos cinéfilos, muy cinéfilos. La construcción de los recuerdos, la falta de fiabilidad en los lenguajes o la incomunicación son algunos de los temas recurrentes de esos años.
Como ya se dijo, Elizondo, es un autor entre dos mundos. Siempre utilizó dos conceptos para explicar Farabeuf: montaje e ideograma. En una de sus colaboraciones del periódico Unomásuno ("Ideograma: teoría y canon de la poesía concreta") explica las ideas de Fenollosa y Eisenstein sobre la poesía ideogramática china. Eisenstein trata de "la condición dinámica que la representación introduce en la narración visual (cine) o en el texto (lectura) mediante el empleo del principio de composición llamada 'montaje'", ése sería el método para expresar contenidos abstractos a través de cosas concretas, "cómo fotografiar o fijar la imagen de las pasiones y los sentimientos en formas visibles o legibles". Lo interesante del asunto es que Eisenstein está convencido, como Fenollosa, que el procedimiento "deriva del principio de síntesis ideográfica que rige en la estructura de los caracteres de la escritura china". El suplicio es una forma de escritura, afirma Elizondo.



3. Todo es un instante

El título de Elizondo me evoca, sin quererlo, una novela española reciente que ha sido una novela, digamos, "necesaria" de mi generación. Me refiero a Anatomía de un instante (2009) de Javier Cercas. "Crónica" sería un sustantivo perfectamente aplicable a la novela de Cercas, y "anatomía" también encajaría, quizá de forma demasiado explícita, en la de Elizondo. Ambas parten también de una imagen, una foto fija. Tanto Elizondo como Cercas hablan del "instante" como algo hipnótico, luminoso, preñado de sentidos y matices. Para ambos, escritores bien distintos, el principio de esa concepción del instante está en Borges, en esos momentos culminantes de Borges que desembocan en una comprensión abismada.
El instante de Cercas es histórico, político, psicológico. Y, naturalmente, recurre a él cada ciertas páginas y acumula capas de significado. Es cierto que Elizondo también parte de la magnificación del instante. Pero el instante de Elizondo no permite ninguna interpretación histórica, ni política, ni psicológica. El instante de Elizondo es arrebatador, en tanto que se construye como una confusa invitación a investigar en los límites del dolor y del placer.

4. Finale

Elizondo sabe que todo parte de una pregunta : "¿Recuerdas…?" La fotografía es un instante eterno y "el olvido es más tenaz que la memoria". Entre los regalos navideños de 1977 que Elizondo recibe y comenta en las páginas del Unomásuno, se encuentra un libro con los dibujos anatómicos del famoso pintor de caballos, George Stubbs. También una fotografía. Viendo los dibujos de Stubbs, Elizondo piensa en la portentosa fuerza, tanto en el arte como en la vida, de esa categoría que tendemos a desdeñar: la verdad. A continuación hace referencia a esa fotografía que estaba entre sus regalos navideños, una fotografía especial, de un "instante especial". Es El ensueño, preciosa fotografía de Manuel Álvarez Bravo, obsequio del autor a Elizondo en aquellas navidades de 1977. Pretexto, además, para que al hilo del comentario aparezca de nuevo la estética de Elizondo con toda su claridad en un mar de oscuridad: "la fotografía es en el tiempo lo que la geometría es en el espacio y la poesía, en cualquiera de sus expresiones, en el lenguaje: lo más cerca que podemos llegar a la verdad". Porque la verdad, y cuesta acostumbrarse, es algo que no se ve en la realidad.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.