EL MUNDO DE CABEZA POR LA BODA REAL

August 20, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Gran Bretaña
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Descripción

EL MUNDO DE CABEZA POR LA BODA REAL

"La máxima felicidad del matrimonio, cosa que los jóvenes generalmente desconocen, es la de envejecer juntos"
Hermann Keyserling

Fernando Álvarez Simán*

Desde el anuncio del compromiso matrimonial entre el segundo en la línea de sucesión a la Corona Británica William de Gales y su prometida Catherine Middleton, la denominada prensa del corazón y también la seria han generado numerosa información sobre este acontecimiento, pasando por informar sobre la vida privada del Príncipe de Gales y su hoy esposa, la forma como se conocieron, sus actividades, el árbol genealógico, hasta comentar incluso los detalles mínimos de este evento que han considerado los cronistas como la "boda del siglo". Los periódicos más importantes del mundo han abierto sitios en sus páginas de internet donde informaron las actualidades de la boda, las cadenas de televisión transmitieron en vivo el enlace y numerosos programas especiales y no se diga también las redes sociales que siguieron detalle a detalle los pormenores de este evento. De esta manera todo el mundo pudo estar pendiente de quienes fueron los 1,900 invitados, quienes no recibieron la invitación, admiraron las cuatro toneladas de vegetación ornamental que adornaron la mítica abadía de Westminster y el impresionante despliegue de seguridad que implicó la movilización de cinco mil oficiales de policía y perros rastreadores.

A partir de la finalización del enlace matrimonial de William y Catherine y hasta el momento de su probable coronación como Rey de Gran Bretaña serán llamados "sus altezas, el Duque y la Duquesa de Cambridge". Pero mientras llega ese momento las calles de Londres aledañas a la Abadía de Westminster fueron mudas testigos de más de un millón de personas, entre británicos y turistas de diversas partes del mundo que ovacionaron a la pareja real y que se emocionaron después del doble beso con el que sellaron su unión en el balcón del palacio de Buckingham, y sobre todo de su salida en un Aston Martin convertible de color azul que quedará para la historia como la imagen de la primera boda de la monarquía británica con la clase media en 350 años. En algunos casos las pasiones se desbordaron puesto que la policía londinense reportó algunos disturbios que provocaron el arresto de 43 personas por alterar el orden y por robos, pero se reportaron cinco mil fiestas particulares de británicos que de esta manera celebraron el evento.

Indudablemente que los festejos de la boda real significaron una veta de oro para las revistas especializadas en espectáculos, para el turismo de la capital británica y para la televisión mundial, pero sus implicaciones no se detienen con el fervor provocado entre los fanáticos, el turismo, la prensa rosa, los ocho mil periodistas que cubrieron el enlace, los diseñadores de moda que observaron las tendencias en el vestir de los invitados y la dieta especial que siguió la novia para adelgazar y que en cuanto se conozca su contenido muchas jóvenes seguirán su régimen; varios serían los aspectos a considerar.

En primer lugar revitaliza una institución británica que por lo menos desde los años 90´s del siglo pasado se encontraba en el centro del escándalo público por el divorcio del número uno en la línea de sucesión en el trono y padre del actual novio, el Príncipe Carlos y Diana Spencer y la posterior tragedia que significó el fallecimiento de Lady Di, como era conocida. Con este enlace, el Príncipe William asume el protagonismo mediático que los escándalos anteriores le restaron al Príncipe Carlos, incluso no falta quienes considerando la vitalidad de su abuela la Reina Isabel II a pesar de su avanzada edad, proponen que Carlos abdique a favor de su hijo William para que la Corona Británica afronte los inicios de este siglo XXI como una institución que recupera la vitalidad y la confianza de sus súbditos. Por otro lado la boda real se realiza en momentos en que la crisis económica mundial golpea también al Reino Unido por lo que era necesario equilibrar austeridad con impacto mediático ya que existía un debate sobre el financiamiento de la boda; al final los costos fueron asumidos por la Corona con una contribución de la familia Middleton y el gobierno se ocupó de los gastos de la seguridad del evento. El total de estos gastos han sido estimados en 45 millones de euros. Sin embargo los datos más conservadores sobre la derrama potencial que le dejará a la ciudad de Londres este enlace matrimonial rondan los 750 millones de euros, repartidos entre el alojamiento para turistas, la venta de los restaurantes, y los suvenires que se venden al por mayor. Pero además conocida la proverbial afición británica por las apuestas, los negocios que se dedican a este giro comenzaron a correr apuestas sobre el diseño del vestido de la novia, el color del vestido de la reina y un largo etcétera de posibilidades que pudieran ocurrir en la ceremonia.

Fiesta y éxito puede decirse que significó la boda para quienes estuvieron vinculados de alguna manera u otra a ella; porque la monarquía británica superó con éxito una prueba que desde hace casi 30 años no había pasado. Treinta y tres estudios de televisión frente al Palacio de Buckingham, 40 sets de transmisión a lo largo del recorrido del cortejo nupcial, un centenar de medios internacionales de prensa, 350 fotógrafos sólo apostados en posiciones clave y cientos mezclados con la multitud, 300 millas de cables instalados por los transmisores, 400 cámaras de televisión, 8.500 miembros de la prensa acreditados. Y la cifra principal: una audiencia global televisiva que podría llegar a los 2.000 millones. Nada mal para una monarquía que ha sido cuestionada desde diversos frentes los últimos años, primero por los escándalos de sus miembros más connotados, pero también porque numerosas personas en el Reino Unido no ven la utilidad de sostener los gastos de una monarquía y sus miembros dentro de un régimen que se dice democrático.
De esta manera, a la par de los numerosos análisis sobre la boda y la vida privada presente y futura de la monarquía británica, también el debate ha sido acalorado sobre la utilidad de la monarquía. Las encuestas de opinión hablan que el 47% del pueblo británico tuvo nulo o poco interés en este evento, el 18% cree que su país debe convertirse en una república democrática, pero el 75% muestra su apoyo total a la monarquía sobre todo por considerarla parte de la historia y tradición de ese país. Sus detractores comentan que es una institución anacrónica que socava el presupuesto público porque el sostenimiento de sus lujos, gustos, caprichos y escándalos proviene del bolsillo de los contribuyentes, incluso se cita a la revista Forbes que estima la fortuna personal de la Reina Isabel II en 500 millones de dólares, lo cierto es que la Reina recibe anualmente 42 millones de libras (69 millones de dólares o 47 millones de euros como se prefiera) para cubrir los gastos que le generan sus propiedades que incluyen casi 19 mil hectáreas de terrenos, numerosas joyas y obras de arte. Pero quienes apoyan la monarquía sostienen que a pesar de que el accionar político de los monarcas se circunscribe estrictamente a actos ceremoniales, el simbolismo que representa la investidura contrarresta a la perfección la para ellos imperfecta división de poderes en Inglaterra.


Es decir la figura monárquica actúa como árbitro en los procesos democráticos porque personifica el "bien común" y es garantía de sobriedad por la larga tradición cultural de la corona en caso de convulsiones políticas y sociales. Incluso quienes la apoyan sostienen con fervor que la figura del Rey o Reina según sea el caso, al asumir el rol de proteger el bien común protege también a la nación del extremismo y el fundamentalismo y por tanto asegura la continuidad de la democracia al representar un poder permanente que vigila los intereses de las ideologías partidistas que acceden al poder político temporalmente. Seguramente el debate sobre si a la Gran Bretaña le conviene o no continuar siendo una monarquía parlamentaria continuará y dos elementos condicionarán este futuro debate, el primero tiene que ver con los alcances de la crisis económica que marcará la austeridad de la casa real o el despilfarro en los próximos años y el segundo llenará primeramente las páginas de la prensa del corazón pero que será vital para la sobrevivencia de esta institución y se refiere a la vida pública que asumirá el hoy joven matrimonio. Este enlace matrimonial reunió a 25 casas reales del mundo, la mayoría de ellas en activo y otras ya no reinan pero mantienen el título nobiliario, todas mantienen algún grado de aceptación entre sus súbditos, sus propios problemas, escándalos y diferentes intereses, pero con esta boda recibieron el mensaje de renovarse o morir, o cambiar para que todo siga igual. Evidentemente los súbditos y el mundo en general observaron la historia de una plebeya que de manera repentina casi tendrá el resto de su vida al mundo a sus pies, un sueño de millones de personas en el mundo difícil de cumplir pero que hemos visto muchas veces editado en estos últimos tiempos; la norteamericana Wallis Simpson que se casa en 1936 en terceras nupcias con el Rey Eduardo VIII por lo cual el abdica al reinado accediendo al trono británico su hermano Jorge VI muy bien retratado en la premiada película "el discurso del Rey".

Después en 1956 la actriz norteamericana Grace Patricia Kelly reedita la historia de la cenicienta casándose con el Príncipe Rainiero de Mónaco convirtiéndose en Gracia la princesa de Mónaco. Más recientemente el príncipe heredero al trono de Holanda, desposa a la argentina Máxima Zorreguieta en el 2002. Pero en el 2004 en España el heredero al trono se casa con la periodista Letizia Ortiz y esa boda era considerada hasta entonces la boda del siglo.


A pesar de que generalmente una boda es un acto privado que significa una alegría para familiares y los amigos de la pareja, pocas veces puede observarse tanta expectativa mundial por este tipo de acontecimientos, independientemente de lo que suceda con el futuro de la monarquía británica, cuando dos personas deciden compartir su vida juntos, lo mejor que puede deseárseles es que la felicidad reine para siempre en el hogar que han decido construir juntos. "Larga vida a los duques de Cambridge, que la paz, el amor y la caridad, reinen su destino".

* Profesor-Investigador. Universidad Autónoma de Chiapas





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