El monóculo y el sabueso

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Descripción

El monóculo y el sabueso:
Algunas consideraciones respecto al "flaneúr" y el paradigma moderno.

Enzo Dattoli Palominos

Cada vez que deambulo por el centro de Santiago siento estar asistiendo al lecho agónico de un enfermo de cáncer, hace algunos años un muy querido amigo falleció a raíz de esta patología, al parecer tan común en la actualidad. Cada vez que transito por el sector de Mapocho y la Plaza de Armas huelo la podredumbre de la carne muerta, la misma que percibía en el hálito de mí ser querido, en la calle siento la metástasis urbana de un espacio saturado, atiborrado de vendedores ambulantes, abogados de los tribunales, "juniors" haciendo tramitaciones urgentes, palomas mutiladas y perros tiñosos; a momentos estas células cancerígenas se descontrolan y parecieran conformar una especie de elefantiasis, aquella enfermedad por la cual ciertas partes del cuerpo crecen de manera descomunal por la acumulación de líquidos debido a pequeños gusanos que obstruyen los vasos linfáticos. Ya es parte del panorama, este tejido necrótico conserva una belleza, mantiene cristalizada cierta parte de la ciudad moderna atravesada por el devenir del vértigo contemporáneo. El hedor de las heces humanas, la orina, las sangucherías, el humo de los vehículos, de los cigarros, el vaho tibio que emana de las puertas de los "topless" le da a la ciudad un carácter (des)organizador de los sentidos.
En este esquema (des)organizador "Las relaciones alternantes de los hombres en las grandes ciudades… se distinguen por una preponderancia expresa de la actividad de los ojos por sobre la del oído" e incluso profundizando en esta aseveración de Simmel se podría embotar todas las otras categorías sensibles y reducir el sensorium moderno principalmente a la categoría de la observación; en tanto actividad analítica derivada de la percepción ocular, un intento de vaticinio propiciaba el psicólogo Hugo Munsterberg cuando al ver por primera vez una película muda en 1911 pensó que los medios de masas contemporáneos podrían embotar los sentidos. Por lo tanto pareciera ser que el tacto, el olfato, el gusto y el oído, son dimensiones sensibles secundarias en la actividad del paseante ("flaneúr") de la ciudad moderna, su "botánica en el asfalto" se erige en torno a su rol de observante de las interacciones, en ningún caso participante, ya sea orientado por la muchedumbre o las lámparas a gas el "flaneúr" se desplaza observando, creando bocetos y redactando crónicas.
Esta articulación de la mirada del paseante urbano se vuelve cada día más diletante y divaga entre las dimensiones de lo real y lo ilusorio. Con fines didácticos sustituiré las pantallas del Times Square de Nueva York por la pantalla gigante del Paseo Ahumada y los televisores de plasmas dispuestos en las vitrinas de las vidrieras, donde los paseantes locales se quedaron pasmados con la destrucción de las torres gemelas, la muchedumbre se vuelca al relato del atentado en otra latitud, si fuese un triunfo deportivo también podríamos ver como lo que ocurre en la ciudad en muchos casos ya no está ahí, no solo eso sino que la cándida mirada que en algún momento se maravillaba con el surgimiento de la urbe y la comunión del sujeto en este escenario, hoy busca algo para sí mismo apostando en el Teletrak o buscando empleo en un periódico sentado en la Plaza de Armas el gesto es "el aislamiento sin esperanza de los hombres en sus intereses privados"
Este tránsito entre lo ilusorio y lo real también desplaza la fisonomía de la ciudad hacia un territorio de lo global o incluso de lo universal. "Ya el hormigueo de las calles tiene algo de repugnante, algo en contra de lo que se indigna la naturaleza humana" y este hormigueo se replica en lugares tan distintos como distantes, el poeta y cantautor chileno Mauricio Redolés en su exilio en Londres escribe una canción que sintetiza la absorción del transeúnte por el consumo y las faenas productivas del mercado, en un extracto de "Verde susurro pa´ Georgina" podemos ver a este transeúnte mediado por la masa, desnaturalizado de su subjetividad e instalado en la muchedumbre:
"Estos eternos hombres de terno
van atravesando el puente de Londres y
¡Odian sus propias sombras!
Sin saberlo porqué,
Porque odian sus pisadas
y las monedas que llevan el sus bolsillos
y los bolsillos que llevan en su existencia
y la existencia que llevan en los bolsillos
y el sudor de sus camisas
y el palpito de sus corazones,
¡Es una entelequia de mierda!
Escatológico el sol les llamé a España
El diario The Sun es su alma
y la televisión su existencia negada en blanco y negro…
o en color"

Estos transeúntes casi autómatas que cruzan el puente de Londres son los personajes del escenario urbano de la actualidad, carecen de un deseo de presencia, como versa una canción del grupo chileno Fiskales Ad-Hok el sujeto "hubiese preferido no estar aquí", se encuentra en el espacio público probablemente por miedo, abandono o tedio; "El "flaneúr" es para Poe sobre todo ese que en su propia sociedad no se siente seguro. Por eso busca la multitud." Despojado de su fin comunitario "el espacio urbano se ha convertido así en un medio para el fin del movimiento puro" este movimiento fija su función en la productividad y los rendimientos, donde esa existencia residente en los bolsillos se constituye por el valor del consumo y la cosificación de los sujetos. La masa ya no es la residencia de sujetos en búsqueda de la comunión ilustrada bajo la cual el espacio urbano marcaba un encuentro y en sí un lugar. En la ciudad "se presentan aglomeraciones concretas; pero socialmente siguen siendo abstractas, esto es, que permanecen aisladas en sus intereses privados." Esta abstracción del espacio urbano es fundamental en la articulación de una ciudad posmoderna y surge como uno de los rasgos más particulares y complejos de la actualidad y permite desentrañar el análisis sobre lo contemporáneo y distinguirlo de la nostalgia por la modernidad.
En la actualidad vemos en los medios como se ha instalado la figura del caza noticias, quien al igual que el paseante -aunque con un tinte más cercano a Poe que a Baudelaire- rastrea pistas y sucesos en la fisiología urbana que concitan cierto asombro o interés por parte de la audiencia, al igual que el cronista de principios de siglo veinte el caza noticias registra fenómenos propios de la ciudad. El caza noticias se convierte en tal en tanto registra; por lo demás el resto del tiempo es parte de la muchedumbre, la diferencia entre los cuadernos y apuntes del "flaneúr" parisino o el cronista policial, es que el medio lo convierte en caza noticias, entre su mirada y el hecho, entre sus ojos y la ciudad se instala el dispositivo que permite captar el entorno, el Smartphone o el Tablet blinda el fenómeno del análisis subjetivo del observante y lo traslada directamente hacia la opinión pública. El filme "Nightcrawler" (2014) representa esta mediación mediante la labor de un sujeto desempleado que se convierte en un caza noticias profesional que recorre la ciudad a altas velocidades en búsqueda de cuerpos mutilados y balaceras, su labor se vuelve útil para los medios por la frialdad que tiene al momento de registrar macabros accidentes y enfrentamientos, la distancia de época con el flaneúr se ve en la velocidad con la que el protagonista recorre la ciudad, provisto de un radio con la frecuencia de la policía y un automóvil modelo Mustang, intentando registrar la violencia urbana. Respecto a este carácter veloz de la ciudad contemporánea es posible visualizar que la inmediatez no solo corresponde al desarrollo tecnológico sino que también al crecimiento de la ciudad como lugar de transito o "no lugar". Los medios y soportes de lo contemporáneo no son los que abandonan al sujeto en la ciudad sino que las mismas relaciones propias de la ciudad burguesa son las que marcan esta desvinculación del sujeto con la comunión en la ciudad y con la posibilidad de sentir. Los sentidos generan lazos, vinculan a los sujetos con determinados elementos de su entorno, en la sociedad actual esto pareciera ser también un atentado a la libre movilidad dentro de la ciudad, así "toda conexión visceral profunda con el entorno amenaza con atar al individuo"

En este panorama, la nostalgia que queda por aquella ciudad iluminada, la de los cafés y las lámparas de gas pareciera ser parte de este mismo fenómeno de desvinculación con la interacción en la ciudad, la ilusión de un pasado mejor distrae al sujeto de su presencia misma y sobrepone la remembranza por sobre la contingencia de los sentidos. La ilusión entonces se arrastra como un lastre que degrada los sentidos. Pareciera que esta degradación del cuerpo y los sentidos fuera reciente sin embargo "las realidades sensibles y la actividad corporal han protagonizado una erosión tan acusada que la sociedad contemporánea parece un fenómeno histórico único". La ilusión visual articuladora del lenguaje humano, del arte y las humanidades se vuelve una otredad inexistente, insípida y carente de temperatura, de olor, de textura y jerarquiza el ideal por sobre la presencia. Esta lógica que se ha articulado bajo el sentido de la vista, que ha organizado los sentidos con un encuadre particular del cuerpo y la ciudad, subordina a sus dictámenes a los otros sentidos, son a la vez los dictámenes de la razón que como constructores de realidad se han desviado de la práctica y la experiencia como base de lo real, probablemente esta racionalización ya no se articula en dar sentido al sujeto y la ciudad sino que en volver más "eficientes" los procesos, reemplazando la moneda al mendigo por una donación a una institución de caridad o denunciando con un video una mala práctica de carabineros en vez de intervenir directamente, habitamos una ciudad tercerizada, donde el olfato queda para los sabuesos y el monóculo para los humanos.













Bibliografía

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REDOLES, M. 1987. Verde susurro pa´ Georgina. En: Bello Barrio. Independiente. Radio Casette. 1 min. 56 seg. Sonido.
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BRUNETTI, P.M. 2011. Crónica roja y sensacionalismo: Maneras de hacer, maneras de ver. Revista Oficios Terrestres (26): p. 10.
GILROY, B. 2014. Nigtcrawler (Primicia Mortal). [Largometraje] Bold Films, Sierra. 117 min. Dolby Digital, Color. 35 mm.
Véase: AUGÉ, M. 1993. Los no lugares, espacios del anonimato: Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona. Editorial GEDISA. pp. 126.
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