El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún : aspectos históricos y arqueo-antropológicos

July 10, 2017 | Autor: J. Vidal Encinas | Categoría: Medieval History, Medieval Studies, Medieval Archaeology, Funerary Archaeology
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El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún : aspectos históricos y arqueo-antropológicos CONFERENCE PAPER · JANUARY 2012

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El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún Aspectos históricos y arqueo-antropológicos Julio M. Vidal Encinas Junta de Castilla y León. Servicio de Cultura de León Mª Encina Prada Marcos Dra. en Ciencias Biológicas (Antropología)

I.1. Circunstancias relacionadas con la muerte del rey Alfonso VI. Las fuentes 1 Sobre el significado histórico del reinado de este monarca existen diferentes estudios, entre los cuales creemos que es imprescindible citar: C. ESTEPA DÍEZ, El reinado de Alfonso VI. Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa, León, 1985; B. F. REILLY, The Kingdom of León-Castilla under King Alfonso VI, 1065–1109, 1989. Princeton University Press (trad. en castellano publicada por el Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, Toledo, 1989); J. M. MÍNGUEZ, Alfonso VI. Hondarribia, 2000, Nerea; J. L. MARTÍN, La monarquía leonesa. Fernando I y Alfonso VI (1037-1109). El Reino de León en la Alta Edad Media, III. León, 1995, pp. 415-705 (Colección “Fuentes y Estudios de Historia Leonesa”, núm. 50); A. LINAGE CONDE, Alfonso VI: el rey hispano y europeo de las tres religiones (1065-1109). Ed. Trea, 2006 (2ª ed.) y J. PÉREZ GIL y J. J. SÁNCHEZ BADIOLA, Monarquía y Monacato en la Edad Media Peninsular: Alfonso VI y Sahagún. Universidad de León, 2002. 2 A. GAMBRA GUTIÉRREZ, Alfonso VI. Cancillería, Curia e Imperio, 2 vols. (I, Estudio, 727 págs., y II, Colección diplomática, 583 págs.), Colección ‘Fuentes y Estudios de Historia Leonesa’ 62. León 1997-1998, p. 99, dice que murió en Segovia el 1 de julio de 1109,” “…cuando aún tenía arrestos para proyectar un recorrido de inspección por las defensas de Toledo”. Desconocemos cual es la fuente en la que se basa este autor para situar en tal ciudad la muerte del rey, si es que no se trata, pura y simplemente, de un error involuntario en el texto. 3 Tampoco existe certeza en lo que toca a la fecha de su nacimiento. Para B. Reilly es probable que naciera hacia 1037 (loc. cit., p. 20), fecha que también retiene A. Linage Conde (loc. cit., p. 19). C. Estepa, por su parte, sitúa, como otros muchos autores, el nacimiento hacia 1040 (loc. cit., p. ) En fin, I. Pérez de Tudela lo estima próximo a 1043 (I. PÉREZ DE TUDELA, “Alfonso VI. Su itinerario vital y su herencia”, Apuntes de Arte y Sociedad, Núm. 1, 2009, pp.10-13). Todo lo cual también hace que no exista unanimidad en relación con la edad que alcanzó el rey. Es también B. Reilly, a quien seguimos, quien considera como probable la edad de 72, basándose en un relato contemporáneo, la I Crónica Anónima de Sahagún (loc. cit., p. 20).

Alfonso VI1, que fue el rey de León más longevo de todos los monarcas de la dinastía astur-leonesa que le precedieron (Fig. 1), murió en Toledo2, si bien las fuentes no son unánimes a la hora de fijar el día exacto de su muerte3, lo más probable en la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1109, según puede deducirse del testimonio conjunto de la mayoría de los textos históricos, algunos contemporáneos e, incluso, testigos del acontecimiento, caso de los autores del Códice de Silos, el Anónimo I de Sahagún o el obispo Pelayo de Oviedo4. Las fuentes a las que hacemos referencia son las siguientes: I. Códice de Silos5 (com. s. XII). 1 de julio de 1109. II. Pelayo de Oviedo6 († 1153). 1 de julio de 1109. III. Anónimo I de Sahagún7 (com. s. XII). 1 de julio de 1109. IV. Crónica Najerense8 (fin. s. XII). 1 de julio de 1109. V. Lucas de Tuy9 (segunda mitad del siglo XII-† 1249. ‘septuagesimo vitae suae anno”(…)”obiit Toleto quadragesimo tertio ex quo regnare coepit” VI. Rodrigo de Toledo10 (1170-1247). 1 de julio. VII. Ibn ldari11 (c. 1312, ss. XIII-XIV). Julio de 1109. 4 Para las fuentes seguimos en gran medida el artículo de M. Carriedo Tejedo, “La coronación de Alfonso VI en León (3 de enero de 1066)”,Tierras de León, Vol. 41, Nº 117, 2003, pp. 13-30. 5 Sobre este testimonio contemporáneo y original, que nos transmite la fecha que nosotros asumimos, vid. MILLARES CARLO, Corpus de códices visigóticos, no 106, 81-84: “LONDRES, British Library, Add. Ms. 11695. Beatus, In Apocalypsin. Siglo XI-XII (1091-1109). Silos”, concretamente f. 275v: “Explicitusque est in ipsis kalendis iulii mensis quando obiit gloriosus Adefonsus, totius Yspanie imperator, era Tma CXLVVa”. 6 PELAGII EPISCOPI OVETENSIS, Chronicon regum legionensium: “Obiit kalendas iulii in Tholeto, aera MCXLVII”; ed. MARTÍN, La monarquía leonesa, 509, siguiendo a E. FERNÁNDEZ VALLINA, Pelayo de Oviedo. Su obra y técnica de elaboración literaria. Universidad de Valladolid, 1973. Se trata de un testigo presencial. 7 I Crónica Anónima de Sahagún: “Don Alfonso... en las calendas de julio çerró el postrimero día, seyendo en el anno de la yncarnaçion del sennor de mill e çiento e nuebe”; ed. ID., ibid., 589, según la ed. de PUYOL, Las Crónicas anónimas de Sahagún. El anónimo autor latino de principios del siglo XII, de cuya obra se hizo la traducción que hoy conocemos en el siglo XIV, también nos dice que “yo allí era presente” (ID., ibid., 608). 8 Crónica Najerense: “Obiit itaque prefatus rex Aldefonsus... kalendas iulii, era Ma Ca XLa VIIa”; ed. A. UBIETO ARTETA, Crónica Najerense, Valencia 1966, 119. Este autor sigue sin duda a Pelayo de Oviedo. 9 Chronicon Mundi, ed. de A. SCHOTT, citado por: J. L. MARTÍN, 1995: “La Monarquía Leonesa. Fernando I y Alfonso VI (1037-1109)”. El Reino de León en la Alta Edad Media III. La Monarquía Astur-Leonesa. De Pelayo a Alfonso VI (718-1109). COLECCIÓN FUENTES Y ESTUDIOS DE HISTORIA LEONESA 50, 559. El relato que hace el Tudense es prácticamente idéntico al de Pelayo de Oviedo. 10 RODRIGO DE TOLEDO, Historia de los hechos de España: “La muerte del rey... el jueves 1 de julio”; ed. MARTÍN, La monarquía leonesa, 589, según traducción realizada por J. FERNÁNDEZ VALVERDE, Rodrigo Jiménez de Rada. Historia de los hechos de España, Madrid 1989. También sigue al Ovetense. 11 IBN IDARI, Kitâb al-Bayán al-Mugríb: “Pereció el tirano mayor de los cristianos, Alfonso, hijo de Fernando, en Toledo, en el mes de du-I-hiyya del año 502 (julio de 1109)”; ed. ID., ibid., 682, reproduciendo la ed. de A. HUICI, Al-Bayán al-Mugrib. Nuevos fragmentos almorávides y almohades. Valencia 1963.

El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún: Aspectos históricos y arqueo-antropológicos

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Fig. 1. Longevidad de los reyes de León (ss. X-XI)

12 Anales Toledanos I parecen consignar el 30 de junio: “Murió el rey D. Alfonso... el postrimer dia de junio, era MCXLVII” (ed. ES, XXIII, 386). 13 Memorias del llamado Tumbo Colorado: “Era MCX(L)VII Alfonsus rex Hispaniarum, II° kalendas iulii” (ed. J.M. FERNÁNDEZ CATÓN, El llamado Tumbo Colorado y otros códices de la iglesia compostelana : Ensayo de reconstrucción: AL, 87-88, 1990, 255). El 30 de junio de 1109 viene también en una carta del Becerro Gótico de Sahagún: “Obiit rex Adefonsus aput Toletum, II kalendas iulii, in era I C XLVIIa”; AHN, BGS, ff. 233v-236r; ed. FERNÁNDEZ FLÓREZ, Colección diplomática de/monasterio de Sahagún (857-1230): IV (1110-1199), León 1991, doc. 1180, 16-23. 14 Obituarios Legionenses: “III kalendas iulii... eodem die, sub era MCXLVII obiit famulus Dei Adefonsus rex, qui cepit Toletum” (ed. M. HERRERO JIMÉNEZ, Colección diplomática del archivo de la catedral de León: X. Obituarios medievales, León 1994, 430. 15 Chronicon ex Historiae Compostellanae: “In festivitate beatorum apostolorum Petri et Pauli in era MCXLVII debita nature in Toletana civitate persolvit” (ed. ES. XXIII, 328). 16 Historia Compostellana: “Murió de grave enfermedad el rey Alfonso... en la era 1147, el 29 de junio” (trad. E. FALQUE REY, Historia Compostelana, Madrid 1994, 154). 17 Annales Compostellani: “Era MCXLII. Quinto anno post... obiit Adefonsus rex, qui cepit Toletum... era MCXLVII. Alf. Rex”; ed. ES, XXIII, 320 y 321. 18 ANALES COMPLUTENSES: “Obiit Adefonsus rex Fredenandi et Sancie filius era MCXLVII”; ed. Ibid., XXIII, 314. 19 Chronicon Coninbricense I: “In era MCXLVII transmigratus est rex Ildefonsus Legionensis”; ed. Ibid.. XXIII, 330. 20 GARCÍA LOBO, V. 2002: “Epigrafía palentina del Románico”, en: HUERTA HUERTA, P.L. (Coord.), Palencia en los siglos del Románico. Fundación Santa María la Real, 237-265. 21 Transcripción según: M. A. GARCÍA GUINEA, 1961: El Románico en Palencia. Inscripción de San Salvador de Nogal, citada por Simón y Nieto: Era M CX VII \ pridie k(calendas) iulii \ IIII f(e)r( i) a obiit a(d) \ efonsus rex ys \ panie apud j Toletum. (El miércoles 30 de junio de 1109 murió en Toledo Alfonso, Rey de España) Dimensiones: 45 x 35 cms. 22 Las crónicas se refieren a ‘muerte natural’, “muerte propia” o “fin de la vida propia” (E. MITRE, 1988: “La muerte del rey: la historiografía hispánica (1200-1348) y la muerte entre las élites”. En la España Medieval XI, p. 167-183 (171-172), con la fórmula ‘morbo proprio’, frente a muerte violenta o de cualquier otro origen.

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Fig. 2. Inscripción de San Salvador de Nogal (Palencia)

VIII. Anales Toledanos I12 (s. XIII). 30 de junio de 1109. IX. Tumbo Colorado13 (1158-1174). 30 de junio de 1109. X. Obituarios Legionenses14 (fin. s. XII-s. XIII) 29 de junio de 1109. XI. Cronicón Compostelano15 (c. 1126). 29 de junio de 1109. XII. Historia Compostelana16 (c. 1139). 29 de junio de 1109. XIII. Annales Compostellani17 (s. XIII). 1109. XIV. Anales Complutenses18 (s. XVII). 1109. XV. Chronicon Coninbricense I19 (ss. XII-XIV). 1109. A estos testimonios debe unirse la inscripción conmemorativa existente en el monasterio de San Salvador en Nogal de las Huertas (cerca de Carrión de los Condes, Palencia), que fue posesión de la segunda esposa del rey, Constanza, y donado por Alfonso VI al monasterio de Sahagún después de la muerte de ésta, convirtiéndose en su priorato más importante. La comunidad grabó, hacia finales del s. XII o comienzos de la centuria siguiente20, en un sillar de la iglesia antigua que se encuentra en un contrafuerte del presbiterio (Fig. 2), el siguiente texto, conmemorativo de la muerte del monarca, su benefactor: ERA MCXLVII/PRIDIE Kalendas IVLII/IIII FERIA OBIIT Ad/EFONSUS REXYSPA/NIE APUD TOLetum21 la misma fecha, por lo tanto, que dan los Anales Toledanos y el denominado ‘Tumbo Colorado’, el 30 de junio de 1109. La muerte, en el lecho, es decir, por contraposición a una muerte ‘no natural’22, habría venido precedida, según el Obispo Pelayo, de casi dos años de enfermedad, lo que le habría supuesto dificultades para desplazarse y caminar23: “Cum iam tempus immineret mortis eius decidit in lecto, et permansit in infirmitate annum unum integrum et mensibus VII” (…) Rodrigo de Toledo, que sigue en su relato al prelado ovetense, se refiere al estado del rey previo a su muerte como “…achacoso por las enfermedades y los años” (…)”…viejo y anciano…” (…) “…impedido por la edad”, algo que, sin embargo, contrasta con el hecho de que seguía montando a caballo todos los días por recomendación de los médicos, para mantenerse en forma24. No obstante, B. Reilly señala que en 1108, cuando tenía 71 años, todavía participaba en campañas militares y le califica como “…uno de los más notables reyes-guerreros de Europa”, que, de hecho, habría sido herido cuando tenía 49 años en la batalla de Sagrajas o Zalaca, acaecida en tierras extremeñas en 108625. No parece que deban existir muchas dudas acerca de la causa natural de la muerte de un individuo tan añoso, muerte, por lo demás, adornada en el relato cronístico por la ocurrencia de hechos milagrosos que la vendrían a anunciar o presentir, que en el caso de Alfonso VI se trataría de un verdadero presagio sobre los 23 24 25

Julio M. Vidal Encinas y Mª Encina Prada Marcos

A. GAMBRA GUTIÉRREZ, loc. cit., p. 99. RODRIGO DE TOLEDO, loc. cit., Cap. XXXII, pp. 260 y 263. B.F REILLY, loc. cit., en nota 1, p. 73.

desastres y desolación que acaecerían en el reino26: la Crónica Najerense refiere que comenzó a manar agua de las losas situadas delante de uno de los altares de la iglesia de San Isidoro de León días antes de la muerte del rey27. Esta Crónica, que sigue en el relato a Pelayo, añade, como partícipes en las exequias, a ‘comitibus, militibus’, en el entierro en Sahagún, por lo demás, el cuerpo del rey, “…honorifice est sepultus”28, una fórmula que el cronista utiliza en otras ocasiones29, pero sin proporcionar detalles de las ceremonias ligadas al enterramiento, al menos si traemos a la memoria, por ejemplo, el minucioso relato que hace el abad Suger (1081-1151) del sepelio del capeto Felipe I (1060-1108), un contemporáneo de Alfonso VI30. La I Crónica Anónima de Sahagún señala que estuvieron presentes en el óbito el obispo de Toledo, Bernardo, antiguo abad de Sahagún, así como el obispo de Palencia, Pedro. El cuerpo del rey habría permanecido en la ciudad durante 8 días, y, el día 9 de julio31 (“séptimo ydus de julio”), fue llevado a Sahagún, siendo enterrado más de un mes después, el 12 de agosto, cerca de la reina Constanza, “como él avía mandado”, en una sepultura “labrada de un precioso mármol”32. Rodrigo de Toledo, que, como se indica más arriba, siguiendo a Pelayo de Oviedo, sitúa la muerte del rey el 1 de julio, relata que el obispo de Toledo, Bernardo, celebró honras fúnebres por el rey durante veinte días antes de ser enterrado en el monasterio de Sahagún. En efecto, el rey había ordenado su entierro en Sahagún desde hacía varios años, según se desprende de la orden dada al respecto a sus hermanas Urraca y Elvira (que murieron antes que él, en 1101), según nos informa el “Anónimo de Sahagún”33: “Tanto amor en este tienpo puso el rey don Alfonso en este monasterio, que conjuró a sus hermanas, conbiene a saber, a doña Hurraca e a doña Eluira, e aun a todos los de su parentela e mayores de su casa, que a do quiera que el postrimero día le fallase, el su cuerpo fuese traído e enterrado açerca de San Fagum, e de aquel tienpo en adelante, amó mucho este monasterio así como propio palacio suyo, e engrandesçiólo, e consiguientemente a los monjes de Sant Fagum amó e onrró con todo coraçón”. La orden se cumplió en efecto, según el testimonio de un testigo ocular del sepelio, el obispo Pelayo de Oviedo34, puesto que veinte días después su cuerpo es trasladado a las tierras del Cea para realizar su sepelio en la iglesia de los Santos Facundo y Primitivo [de Sahagún], “…cum laudibus et hymnis”35, acompañado por todos los obispos y arzobispos, eclesiásticos y seglares: “En veinte días lo llevaron a la comarca de Cea; y los arzobispos y obispos, y tanto el estamento clerical como el secular, enterraron a dicho rey entre laudos e himnos en la iglesia de los santos Facundo y Primitivo. Descanse en paz. Amén”. Tal voluntad vendría también expresada en algún diploma –no exento de cierta controversia, pues A. M. Barrero lo considera una falsificación36, o poco creíble, según B. Reilly37–, en concreto, de 3 de diciembre de 1080, “…qui humana erat sub potestate sepultus per me quasi a morte resuscitaretur ecclesiastice libertati donandus. Cumque talia cogitanti miseratio diuina fauisset, piamque mei cordis uoluntatem compleri uidissem, elegi ut post mortem meam ibi tumulatus requiescerem; quatinus quem in uita nimio amore dilexi, etiam defunctus fouerem…”. En cualquier caso, su hija Urraca aparece en un documento de 22 de julio de 1109, un día después de su entierro, según la data del obispo Pelayo, confirmando privilegios de la iglesia de León38. La elección de Sahagún como lugar de enterramiento contrasta, en el caso de Alfonso VI, con el de sus inmediatos predecesores, invariablemente enterrados en la ciudad de León en el marco de los tres diferentes conjuntos palatinos que aquí existieron, lo que parece indicar que nunca existió una auténtica voluntad por crear un panteón o mausoleo dinásticos en la ciudad. Tal destino funerario, además, parece una clara expresión, no sólo del escaso sentido de ‘capitalidad’ existente, sino del importante papel que jugó el monasterio de Sahagún en la práctica político-religiosa de este rey. Ello sin menoscabo del enorme significado simbólico que para él tuvo la ciudad de Toledo, la antigua capital del reino visigodo39, en donde, por ejemplo, por su valor ideológico-simbólico y económico, será aquí donde se sitúe una de las cecas desde la que comenzarán las nuevas acuñaciones monetarias, inmediatamente después de su conquista, algunas, las primeras monedas castellano-leonesas, en detrimento de la ciudad de León40. Incluso, probablemente no sería descartable que hubiera acabado enterrado en la ciudad del Tajo si hubieren sido otras las condiciones, puesto que Rodrigo de Toledo parece darlo a entender, al relatar “Como no confiaban en poder conservar la ciudad tras la muerte del rey, llevaron su cuerpo al monasterio de Sahagún, que él había engrandecido… (…)”41, si bien algún autor ha interpretado tal pasaje como

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C. ESTEPA, loc. cit., en nota 1, pp. 47-48. J. L. MARTÍN, 1995: “La Monarquía Leonesa. Fernando I y Alfonso VI (1037-1109)”. El Reino de León en la Alta Edad Media III. La Monarquía Astur-Leonesa. De Pelayo a Alfonso VI (718-1109). COLECCIÓN FUENTES Y ESTUDIOS DE HISTORIA LEONESA 50, p. 477 y 528-529. 28 A. UBIETO ARTETA, 1966: Crónica Najerense, Valencia, 119. 29 El Chronicon ex Historiae Compostellanae refiere, pero sin aportar detalle alguno, que el rey García de Galicia, hijo de Fernando I, fue sepultado en León honorifice regio more. La Chronica Adefonsi Imperatoris, por su parte, al dar cuenta de la muerte de Doña Urraca (1109-1126), indica que “…mortua est et sepulta Legionis civitate cum patribus suis honorifice in sepulchris regum”. 30 A. ERLANDE-BRANDENBURG, 1975: Le roi est mort. Étude sur les funérailles, les sépultures et les tombeaux des rois de France jusqu’à la fin du XIIIe siècle. Droz. Genève, 13. 31 Posiblemente se trate de una novena de difuntos. 32 Anónimo I de Sahagún ed. PUYOL, Las Crónicas anónimas de Sahagún, 609. “Llebóse el su cuerpo de la çibdad, séptimo ydus de julio [9 de julio], e con mui gran honra fue traido a la villa de Sant Fagum, e en el doçeno día de agosto açerca de la reina doña Costança, como él avía mandado, fue metido en sepultura, labrada de un preçioso mármol” 33 Anónimo I de Sahagún; ed. PUYOL, Las Crónicas anónimas de Sahagún, 604. 34 PELAYO DE OVIEDO, “Cronicón de los reyes leoneses”; Trad. CASARIEGO, Crónicas de los reinos de Asturias y León, 181. 35 CRÓNICA DE PELAYO DE OVIEDO, versión de E. FERNÁNDEZ VALLINA, 1973: Pelayo de Oviedo. Su obra y técnica de elaboración literaria. Tesis Doctoral. Universidad de Salamanca, citado por: J. L. MARTÍN, loc. cit., pp. 509-510. 36 A. M. BARRERO GARCÍA, 1972: “Los fueros de Sahagún” en Anuario de Historia del Derecho Español XLII, p. 385-598 (397 y 399-401). 37 B. F. REILLY, 1976: “The Chancery of Alfonso VII of León-Castilla: The Period 1116-1135 Reconsidered,” Speculum 51, 243-261. 38 B. F. REILLY, The Kingdom of León-Castilla under Queen Urraca,1109-1126, Princeton Univ Press, 1982, p. 56. 39 C. ESTEPA, loc. cit., pp. 48 y 82. 40 M. RUEDA, Primeras acuñaciones de Castilla y León, 1991, Junta de Castilla y León, Asociación Española de Arqueología Medieval, Valladolid, pp. 18, 27, 31 y 50; A. ROMA VALDÉS, “Las acuñaciones compostelanas a nombre de Alfonso VI”, Gallaecia, 2002, 21, pp. 295-309; E. FUENTES GANZO, “Moneda y crédito en el Reino de León (1000-1500)”, Pecvnia, 5, 2007, pp. 53-86; J. M. DE FRANCISCO OLMOS, 2002, “El Nacimiento de la Moneda en Castilla. De la Moneda Prestada a la Moneda Propia”, I Jornadas sobre Documentación jurídico-administrativa, económico financiera y judicial del reino castellano-leonés (siglos X-XIII)”, Universidad Complutense de Madrid, pp. 303-348 (313-314). 41 RODRIGO JIMÉNEZ DE RADA. Historia de los hechos de España, ed. de J. FERNÁNDEZ VALVERDE, 1989, Madrid, pp.263-264. 27

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fruto de la exégesis personal del arzobispo toledano, ante la aparente ‘anomalía’ de no llevarse a cabo el enterramiento en la antigua capital visigoda42.

42 A. ISLA FREZ, Memoria, Culto y Monarquía Hispánica entre los siglos X y XII, Universidad de Jaén, 2006, p. 56. 43 MARTÍN, loc. cit., p. 705. 44 Vid. por ejemplo, B. F. REILLY, The Kingdom of León-Castilla under Queen Urraca The Library of Iberian Resources Online: http://libro.uca. edu/urraca/urraca.htm, en concreto, el mapa titulado: ‘Urracan Government’, en el que se representa el itinerario al que aludimos. 45 Algunos testimonios relacionados con la caminería que aquí nos interesa y el tiempo necesario para cubrir las distancias en: M. CARRIEDO TEJEDO, “Una embajada de san Rosendo ante el califa en el año 974”, Rudesindus. Miscelánea de Arte y Cultura, 2, 2007, pp. 135-172 (166 y 167). 46 I. RUIZ MONTEJO, “El Camino a Santiago: andares y devociones de un peregrino del siglo XII según el Liber Peregrinationis”, Revista de Filología Románica, 2006, anejo IV, pp. 103-110 (104). 47 E. DE SANTIAGO SIMÓN, “Un fragmento de la obra de Ibn Al-Sabbat (siglo XIII) sobre AlAndalus, Cuadernos de Historia del Islam, 5, 1973, pp. 17-71 (57), apud M. CARRIEDO TEJEDO, “Un sol esplendoroso en León: el judío Hasday de Córdoba (941-956), Estudios Humanísticos. Historia, 7, 2008, pp. 21-60 (36). 48 CARRIEDO TEJEDO, loc. cit., p. 36. 49 CH.GIVEN-WILSON, The Royal Household and the King’s Affinity: Service, Politics and Finance in England, 1360-1413, 1986, Yale University Press, pp. 32-33, citado por: F. LAINÉ, «Introduction», e-Spania, 8, diciembre 2009, URL: http://espania.revues.org/index18558.html. Consultado el 10 de enero de 2010, p. 9. 50 E. FERREIRA PRIEGUE, “Saber viajar: arte y técnica del viaje en la Edad Media”, IV Semana de Estudios Medievales (Nájera, 2 al 6 de agosto de 1993), J. I. de la Iglesia (Coord.), 1994, pp. 45-69 (47). 51 P. OUZOULIAS, «Eudes Rigaud et le «vieux chemin» Paris-Rouen», en: J. Cuisenier (Dir.), Matière et figure, Paris, La Documentation française (Collections études et travaux, 3), 1991, pp. 17-45 (31). En el siglo XV, según la época del año, las etapas podían alcanzar entre 40 y 60 Km diarios. Vid.: M. J. FUENTE PÉREZ, “Con pan y vino se anda el camino. Los viajes en la Castilla medieval”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Hª Medieval, t. 8, 1995, pp. 85-109 (90). 52 Vid. supra nota 22. 53 J. VARELA, La muerte del rey. El ceremonial funerario de la monarquía española 1500-1885, Turner. Madrid, 1990, p. 17.

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El decurso que el traslado del cuerpo del rey tuvo entre Toledo y Sahagún, ciudades que están separadas por, según las rutas, entre 350 y 400 km., no lo conocemos. Una crónica musulmana, la Historia de Al-Andalus, de Ibn Al-Kardabus, refiere que el cuerpo del rey “Fue llevado a hombros de [sus] hombres a Castilla…”43. Los itinerarios más directos irían siempre hacia el norte, por Titulcia, Mayrit, Segovia, Cauca, Pallantia y Carrión (unos 420 km.) siguiendo, en alguno de sus tramos, antiguas vías romanas44; o bien por El Tiemblo, Ávila, Olmedo, hasta Sahagún (unos 350 km.)45. Es difícil establecer el tiempo que pudo durar el viaje de la comitiva fúnebre, más cuando las crónicas no son unánimes a la hora de establecer el tiempo transcurrido entre la partida y el entierro en Sahagún –recordemos que la I Crónica Anónima señala que se produjo el 12 de agosto, casi mes y medio después del óbito, mientras que Pelayo de Oviedo indica que se enterró el 21 de julio–, si bien se puede intentar realizar algún intento de reconstrucción. Para el siglo XII la referencia quizá obligada es el Liber Peregrinationis del Codex Calixtinus, que divide en trece jornadas los 700 kilómetros del recorrido hispano del Camino de Santiago, a razón, por lo tanto, de casi 54 km. diarios, mediante la utilización continua de cabalgaduras de alquiler, rápidas y potentes46. El cronista árabe Ibn Al-Sabbat transmite que el tiempo necesario que necesita un ‘jinete diestro’ para recorrer los aproximadamente 320 km. que separan Toledo de Córdoba, es de 7 días, a razón de casi 46 Km diarios47. Los mismos días que son necesarios para ir de Toledo a León, según el geógrafo árabe Al-Idrisi, separadas entre sí por casi 400 Km, lo que establece etapas de casi 56 Km diarios48. C. G. Wilson, al referirse al carácter itinerante de las monarquías medievales, concretamente en la Baja Edad Media, alude a las distancias que recorre un jinete de la siguiente manera: 25 Km por término medio, que se convierten en 40 en caso de necesidad y que pueden llegar a 80 cuando ésta es muy urgente49. El cortejo fúnebre de Leonor de Castilla, esposa del rey Eduardo I de Inglaterra, muerta en 1290 en Harby, a 200 Km de su lugar de enterramiento, la Abadía de Westminster, tardó 12 días en llegar, jalonadas las atapas por las famosas “Cruces de Leonor”, a razón, por lo tanto, de menos de 17 Km diarios50. En fin, entre 20-30 Km es el recorrido de las etapas que realiza Eudes Rigaud, arzobispo de Rouen, en el siglo XIII entre su sede y París51. En nuestra opinión, el relato de Pelayo de Oviedo, que señala que el enterramiento se produjo 20 días después de la muerte del rey, teniendo en cuenta que su hija Urraca confirma privilegios a la iglesia de León el 22 de julio de 110952, es probablemente verosímil. Ello por cuanto el rey habría permanecido 9 días en Toledo, para la celebración de la novena por los difuntos, y necesitado 12 días más para llegar a Sahagún, a razón de unos 30/35 Km diarios para recorrer los 350/400 Km. que las separan. Nada sabemos sobre aspectos tales como el tratamiento que pudo haber sufrido el cadáver del rey después de muerto, habida cuenta del largo tiempo transcurrido entre el óbito en Toledo, donde su cuerpo habría estado expuesto unos 10 días, el largo viaje hasta Sahagún, entre 10 y 15 días, y sus funerales y enterramiento en Sahagún, según algunas fuentes, ocurridos unos 15 días después. Ello por cuanto parece evidente que su cuerpo tuvo que haber sido objeto de algún género de tratamiento para, al menos, impedir, atenuar o retrasar su descomposición durante el viaje. ¿Qué pudo haber pasado? Nada se dice en la documentación histórica por lo que tenemos que imaginarlo o intuirlo, por analogía con lo que sucedía en otros lugares en los mismos, o próximos, tiempos culturales y religiosos. Nos estamos refiriendo a cuestiones tales como el embalsamamiento, la evisceración, el desmembramiento y la cocción, prácticas que se constatan en los preparativos funerarios de personajes reales, en tiempos contemporáneos de los que aquí tratamos. Incluso se conoce desde el siglo X en el ámbito del Sacro Imperio –por lo que es conocido con la denominación de mos teutonicus–, un procedimiento expeditivo para asegurar una cierta conservación, al menos, de todas las partes del esqueleto: se trataba de cocer el cuerpo, una vez troceado, en agua o vino, para separar los huesos de la carne. Esta práctica, sin embargo, aunque de origen germánico, como su propio nombre indica, no fue exclusiva de tal territorio y se generalizó en media Europa en los siglos XII y XIII. Con ello se pretendía facilitar el traslado de los restos desde lugares alejados hasta el sitio elegido para la inhumación definitiva. Para España J. Varela señala que la práctica del embalsamamiento parece ser habitual en los enterramientos de la realeza medieval hispánica, pero sin aportar, en realidad, datos concretos relativos al procedimiento empleado y personajes en los que se habría aplicado53. Este autor, que trata en su libro un período mucho más moderno, da

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como ejemplo de tales prácticas el caso de los cuerpos momificados encontrados en el monasterio-mausoleo real de Las Huelgas, en Burgos54. Sin embargo, también indica que el embalsamamiento sólo se introdujo con carácter general a partir de la muerte de Felipe IV, en 166555. M. González Jiménez también alude al probable embalsamamiento del cadáver de Alfonso VIII para su enterramiento en Las Huelgas, “...como era costumbre en el caso de los reyes”, pero sin precisar detalles documentales o de otro género al respecto56. El uso de estas técnicas de tratamiento del cadáver –especialmente el embalsamamiento interno–, parece que debe ponerse en relación con la progresiva complicación de las exequias funerarias, en concreto, la exposición del cadáver durante mucho tiempo, dentro de su propio sentido como acto simbólico de gran significado político.

I.2. El monasterio de Domnos Sanctos: Morada en la vida y en la muerte La historiografía ha apuntado el origen del solar en el que se enclava el Monasterio de Sahagún, según los datos basados en la documentación histórica, en tiempos visigodos57. La previa existencia en el lugar de un santuario dedicado a los mártires Facundo y Primitivo parece quizá poco acreditable, no en vano existen serias dudas de que tal tradición martirial sea anterior al siglo X58. Más bien, se ha expresado la opinión de asociar tal tradición a la consagración de una iglesia construida en aquella centuria, por lo que cumpliría el papel de ‘memoria’ o ‘mito fundacional’59. En efecto, parece mejor atestiguada la construcción de un edificio en tiempos de Alfonso III, al igual que correspondería al siglo X (904) el documento “… estimado tradicionalmente como un verdadero original…”60, de este soberano que relata la donación de la ‘villa de Zacarías’ al monasterio de Sahagún. En la ciudad de Sahagún y, sobre todo, en el Museo de León, se custodian varios capiteles que, por sus características formales, han sido puestos en relación con dicha iglesia, a la que incluso se ha puesto dimensiones, si bien llaman la atención por su gran tamaño, quizá testimonio de la expresión mire magnitudine con la que, en algún documento, se la califica. J.L. Senra, por ejemplo, considera que la iglesia del siglo X sobrevivió hasta finales del XI y hasta propone unas medidas para la misma, 15 m. de anchura aproximadamente, por 30 de longitud, similar a San Cebrián de Mazote61. Sea como fuere, lo cierto es que, en lo que nosotros conocemos, están ausentes, hasta el momento, objetos arqueológicos de cualquier género, hallados en el ámbito del monasterio, anteriores al siglo X, ya sean romanos o hispano-visigodos. La misma identificación que se ha propuesto de Sahagún con la Camala citada en la vía nº 1 del Itinerario de Antonino (DE ITALIA IN HISPANIAS…AD LEGIO VII GEMINAM) no parece, en el momento actual, tener crédito arqueológico alguno, a pesar de algunas opiniones en tal sentido62. En tiempos de Alfonso VI para muchos historiadores la capital del Reino de León estuvo en el monasterio de Sahagún63, en donde el rey pasaba largas temporadas, en especial, en invierno, de tal manera que la ciudad del Cea era, en cierto sentido, sus ‘cuarteles de invierno’64. Por lo tanto, tuvo que tener unas dependencias palatinas para alojar una corte que, en movimiento, Reilly ha calculado en torno a 226 personas65. El palacio de su padre en León, al parecer, se encontraba adosado al macizo occidental de la iglesia de San Juan, la zona que ocupa actualmente el panteón66. De hecho, sus restos parecen haber sido demolidos en el siglo XVI, pues a partir de 1468 se producen importantes cambios urbanísticos en la zona situada al suroeste de la iglesia isidoriana, fruto de la donación de los espacios reales a la ciudad de León por parte de Fernando el Católico, al abrir la plaza de San Isidoro67. Sabemos también que en Sahagún la reina Constanza tuvo un palacio cerca del monasterio, como lo viene a indicar un diploma de 22 de noviembre de 1093 en el que el rey lo dona al monasterio, junto con la iglesia de Sta. María Magdalena, los baños contiguos y un molino68. Con Alfonso VI el monasterio de Sahagún tendría un nuevo y decisivo impulso. En efecto, un documento de 1099 –cuando el rey tenía unos 62 años, por lo tanto, 10 antes de su muerte– señala que, bajo el abadiato de Diego (1088-1111) se consagró una iglesia69 cuyas vicisitudes, a la hora de reconstruirlas constituye uno de los asuntos más enjundiosos que tiene la Historia de la Arquitectura Románica en nuestro país. B. Reilly llega incluso a aproximar la fecha de la consagración, el 25 de octubre70. En cualquier caso, no es este el lugar de abordarlo, ni, mucho menos, por nosotros, pero si nos parece oportuno aludir a lo que el propio Escalona escribe

54 M. GÓMEZ MORENO, El Panteón Real de Las Huelgas de Burgos. Madrid, 1946. 55 Loc. cit., p. 77. 56 M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, 2006: “La muerte de los reyes de Castilla y León”, Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, vol. 34, pp. 143-159 (p. 145). 57 M. CARRIEDO TEJEDO, “En torno a los orígenes del monasterio de Sahagún”, Tierras de León, Vol. 43, Nº 120-121, 2005, pp. 65-87. La hipótesis de tal origen fue apuntada por YEPES, Crónica de la Orden de San Benito, Irache, 1612-1621, edición de la BAE, 1959, Vol. 1, apud J. PÉREZ GIL y J. J. SÁNCHEZ BADIOLA, loc. cit., pp. 43-44. 58 J. M. FERNÁNDEZ CATÓN, “Datos para la historia del martirio y del culto de las reliquias de los mártires leoneses Facundo y Primitivo”, Bivium: Homenaje a Manuel Cecilio Díaz y Díaz, 1983, pp. 67-80. 59 P. MARTÍNEZ SOPENA, “¡Por los santos mártires! Poder, devoción y sociedad en Sahagún durante la Edad Media”, Alfonso VI y su época. Los precedentes del reinado (966-1065), E. FERNÁNDEZ y J. PÉREZ GIL, Coords., Universidad de León, 2007, pp. 235-258 (241) 60 P. MARTÍNEZ SOPENA, loc. cit., p. 242. 61 J. L. SENRA GABRIEL Y GALÁN, “Los programas constructivos de los monasterios benedictinos en el Camino de Santiago: arquitectura y ornamentación”, Monasterios y peregrinaciones en la España medieval, J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR y R. TEJA CASUSO (Coords.), Fundación Santa María La Real, Centro de Estudios del Románico, 2004, pp. 100-127 (111). 62 J. RODRÍGUEZ, “Vías militares romanas en la actual provincia de León”, Legio VII Gemina, 1970, León, pp. 401-439 (432); I. MORENO GALLO, Vías Romanas. Ingeniería y técnica constructiva, Ministerio de Fomento, CEHOPU, 2004, pp. 73 y 97; 63 LINAGE CONDE, loc. cit., p. 64 REILLY, loc. cit., p. 122, 126, 129, 245 passim. 65 ÍBIDEM, p. 155. 66 M. A. GARCÍA Guinea y J. M. Pérez González, (Dir.), Enciclopedia del Románico de Castilla y León. LEÓN. Fundación Santa María la Real/Centro de Estudios del Románico. Aguilar de Campoo, 2002, p. 544. 67 M. D. CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA y M. L. PEREIRAS FERNÁNDEZ, 2005: Iglesia y ciudad, su papel en la configuración urbana de León: las Plazas de San Isidoro y Regla. Universidad de León, p. 24-25 y 29. 68 GAMBRA, loc. cit., doc. nº 128, p. 328330; Ch. GARCIA, «Itinérance de la cour et attaches sédentaires sous Alphonse VI et Urraque Ire», eSpania, Numéro 8 (décembre 2009), p. 11. 69 E. ZARAGOZA I PASCUAL, “Abadologio del monasterio de San Benito de Sahagún (Siglos XXIX)”, Archivos Leoneses, Nº. 77, 1985, pp. 97-132. Sobre este asunto cf. ESCALONA, loc. cit., Lib. II Cap. VIII, p. 88; ÍBIDEM, Lib. I, Cap. III, p. 21. También: FR. JUAN BENITO GUARDIOLA (h. 1530-1600), Historia del Monasterio de San Benito el Real de Sahagún (Según el Ms. 1519 de la BN.) Introducción, transcripción y notas críticas de H. SALVADOR MARTÍNEZ, Universidad de León, 2007, p. 296-297. 70 B. F. REILLY, loc. cit., p. 321.

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sobre el edificio en el siglo XVIII: “…este D Diego comenzó la obra de la Capilla mayor que hoy tenemos y que tiene manifiestas señales de ser obra distinta de lo demás de la Iglesia pues no corresponde su altura á la de la nave mayor ni á la del crucero por ser mucho mas baxa la Capilla y acaso por esta obra se le puso en el epitafio Ecclesiae fundamenta primus posuit y que acabó la dicha Capilla mayor y con ese motivo dice el Anónimo que en el 34 del Reynado de D Alonso VI que era el undécimo de la Abadía de D Diego se hizo la consagración que no pudo ser de toda la Iglesia que como dexo insinuado tardó en acabarse cerca de doscientos años sino de la nueva Capilla mayor de ella que se acababa de hacer”71. El epitafio, no obstante, se inscribió en el siglo XIV.

I.3. El panteón del Rey El rey, como ya ha sido señalado, fue enterrado en el monasterio de Domnos Sanctos de Sahagún, pero, ¿dónde se situaba el espacio funerario y qué rasgos tenía éste? Existen varios pasajes, en la historiografía anterior al siglo XIX, cuando el monasterio fue casi completamente destruido, que relatan un espacio –a veces, incluso, aludiendo a su uso funerario– indefectiblemente situado a los pies de su iglesia, denominado ‘Capilla de San Mancio’. Por ejemplo, al referirse R. Escalona al abad Alonso, uno de los primeros del monasterio, dice que “…su sepulcro se muestra aun en la capilla llamada de San Mancio, a los pies de la iglesia, debaxo del coro alto de ella”72. O bien: “A los pies de la Iglesia está la puerta de la Capilla llamada de S Mancio no desde sus principios sino después de entrado el siglo XIII Está esta Capilla fuera de la Iglesia aunque contigua á ella…”73. El mismo Escalona en ciertos pasajes lleva a atribuir su construcción al rey Alfonso III, identificándola, por lo tanto, con la iglesia mire magnitudines construida por el rey asturiano “…pues no se hallan vestigios, ni memorias de mas iglesias, que de esta de San Mancio”74. En el denominado manuscrito Ms. 18.659 también se identifica la capilla con el templo de Alfonso III “…sita a los pies del templo principal, y dividida en tres naves que, aunque pequeñas, comparadas con otros templos de aquel siglo, se podía llamar de mirífica grandeza”75. En otro lugar da sus dimensiones: “La Capilla de S Mancio es toda de piedra muy hermosa y proporcionada con tres naves casi iguales que entre todas tienen como cincuenta pies de largo y treinta de ancho”76, es decir, unos catorce por algo más de ocho metros, medidas que, esta última, no coinciden con el ‘panteón’ tal y como hoy lo conocemos. La propia reina Constanza habría sido enterrada en tal capilla: “Su cuerpo fue enterrado en la iglesia antigua deste monasterio, que se llama agora la Capilla de San Mançio…”77. O el primer abad del monasterio, Alonso, “…enterrado (…) en la capilla de San Mancio, entrando en ella, a mano izquierda, y se vee retratado de bulto ençima de su mismo sepulchro de piedra con insignias de mitra y báculo78.

71 Todos los aspectos relacionados con el análisis de este texto, y otros muchos más, se tratan en una completa monografía sobre el monasterio de Sahagún coordinada de M. V. HERRÁEZ ORTEGA, Esplendor y decadencia de un monasterio medieval. El Patrimonio artístico de San Benito de Sahagún, 2000, Ayuntamiento de Sahagún y Universidad de León. También, por su carácter pionero, debe mencionarse: M. P. SÁNCHEZ PÉREZ, El Monasterio de los Santos Facundo y Primitivo de Sahagún (Estudio de los aspectos artísticos), 1993, Ayuntamiento de Sahagún y C.I.T. 72 ESCALONA, loc. cit., Lib. I, Cap. III, p. 19. 73 ÍBIDEM, Lib VIII, Cap I, p. 232. 74 ESCALONA, loc. cit., Lib. I, Cap. III, p. 22. 75 Breve Historia del Monasterio de Sahagún de los siglos IX al XI, Biblioteca Nacional de Madrid, Ms.18659-35 (Cc-126), apud GUARDIOLA, loc. cit., p. 73. 76 ESCALONA, loc. cit., Lib VIII, Cap I, p. 232. 77 GUARDIOLA, loc. cit., p.265. 78 IBÍDEM, p.63. 79 I. BANGO TORVISO, Historia del Arte Románico en Castilla y León, T. II. Arte Románico, Junta de Castilla y León y Ed. Ámbito, Valladolid, 1994, p.70. 80 J. L. SENRA, Enciclopedia del Románico…, p. 698.

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La implantación arquitectónica del convento, a comienzos del siglo XII, no es conocida con seguridad, especialmente en lo que hace referencia a las características de su templo. Incluso puede decirse que, a la luz de la documentación histórica y de la interpretación de los propios restos conservados, existe una gran confusión, sino desconcierto, a la hora de intentar reconstruir su decurso arquitectónico. El origen de esta situación procede, en buena parte, del carácter fragmentario de la mayor parte de los documentos arquitectónicos examinados y de la no siempre coincidente realidad que éstos reflejan con la que puede deducirse de la documentación histórica. Algunos autores han propuesto que dicha iglesia, de menores dimensiones que la actual, podría haber tenido semejanzas con la de Frómista y, a lo largo del siglo XII, se alargaría añadiéndole el transepto y la cabecera79. Dentro de una hipótesis similar se ha propuesto también una iglesia más estrecha que la tardorrománica que conocemos, pero dentro de los parámetros de la primera fase plenorrománica, llegando su cabecera a la altura de los apoyos occidentales del crucero de la actual, con unas dimensiones de entre 40 m. de longitud por 16/18 m. de anchura80. En la monografía aludida en la nota 71 se contiene el estudio más amplio y documentado sobre los restos actualmente existentes de la iglesia, el cual atribuye a finales del siglo XI la cabecera triabsidada y la construcción, excavada por A. Ferrant Vázquez a comienzos de los años 30 y publicada por M. Gómez Moreno, situada a los pies. Más recientemente, un estudio realizado sobre restos de la parte inferior de la cabecera, con motivo de unas obras de limpieza realizadas en el subsuelo de una de las torres de la iglesia, inacabada, del siglo XIX, cuya implantación coincide con el ábside septentrional del templo románico, unido al análisis de las marcas de cantero, ha permitido a sus autores corroborar tal adscripción cronológica, en torno a 1100. Entre los elementos descubiertos que la avalaría se encuentra un zócalo de cantería realizado

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con sillería regular y en forma de banco, que recorre perimetralmente el interior de la capilla, similar al que presentan otras iglesias construidas entre 1080 y 1120 (Carrión, Isidoro de Dueñas, Cardeña, Frómista, Isidoro de León, etc.). Además de ello analizan las marcas de cantero que, junto con las características que tiene la labra de la mampostería, les lleva también a acreditar, por un lado, la fase más antigua de construcción, contemporánea del propio rey, y otra más tardía, de la segunda mitad del siglo XII81. La presencia de tal banco o zócalo, de todas maneras, está también presente, al menos, a los pies de la iglesia, a la altura del último de sus tramos, en dónde en 1991 tuvimos ocasión de comprobarlo gracias a una pequeña cata realizada en el marco del último de los proyectos de restauración de que ha sido objeto el ‘Arco de San Benito” (Fig. 3). Además de dicho banco también pudimos comprobar la existencia de una escalera de caracol que, entonces no lo sabíamos, ya había sido registrada por A. Ferrant en sus excavaciones de los años 1931-193282 (Fig. 4). El primero en apuntar la existencia de un espacio funerario a los pies del templo tardorrománico fue J. de Dios Rada y Delgado en 1876, quien, incluso, llegó a compararlo con el de San Isidoro83. Entonces, el monasterio era ya una completa ruina, en la que esporádicamente la Comisión Provincial de Monumentos intervenía con motivo de algún hallazgo realizado en su solar. A dos de sus más cualificados miembros debemos el único plano publicado de la planta y una sección del templo románico84. También a su iniciativa se deben los únicos planos existentes de diferentes alzados de lo conservado de la iglesia románica, obra de José Redondo85, en buena parte embutida en las reformas arquitectónicas acaecidas en el conjunto monástico, especialmente las que tuvieron lugar en el marco del último intento por renovarlo. Nos referimos al proyecto que la comunidad puso en manos de M. Echano, reforma que M. Gómez Moreno tildó de “desastrosa”86. Tiempo después, va a ser precisamente el sabio granadino quien promueva las primeras –y prácticamente únicas–, excavaciones arqueológicas en el solar, bajo la responsabilidad de Alejandro Ferrant Vázquez (1897-1976), a la sazón arquitecto conservador de monumentos, desde 1929, de la primera zona de las seis en que fue repartido el territorio español, la cual comprendía Asturias, León, Galicia, Cantabria, Palencia y Zamora. Gómez Moreno era entonces un influyente miembro del Patronato para la Conservación y Acrecentamiento del Tesoro Artístico Nacional y a sus gestiones no solo se debe el nombramiento de Ferrant –verdadero ‘ahijado’ suyo por las relaciones de amistad que ambas familias mantenían–, como arquitecto de la Dirección General de Bellas Artes, sino la obtención de los créditos necesarios, para llevar a cabo las excavaciones arqueológicas en el antiguo monasterio de Sahagún. En concreto obtendría 4.000 pts. en septiembre de 1931 y otras 2.000 en noviembre de 1932, esta última cantidad para tapar todos los huecos abiertos por los trabajos arqueológicos87. Probablemente ya entonces se barajaba la idea de levantar un cuartel de la Guardia Civil en el solar monástico, puesto que en 1932 se inauguraría junto con la cárcel distrital88. Los trabajos de Ferrant se llevaron a cabo por el gran interés que

Fig. 3. Sondeo realizado en 1991 a los pies de la iglesia. El jalón horizontal reposa sobre un banco o zócalo corrido, y entre aquel y el vertical se puede ver una de las mochetas, la meridional, de la puerta de acceso a la escalera de caracol (foto: Julio M. Vidal)

81 M. C. COSMEN ALONSO, M. V. HERRÁEZ ORTEGA, MANUEL VALDÉS FERNÁNDEZ, “Alfonso VI y el monasterio de Sahagún: nuevos testimonios sobre la construcción del templo monástico”, De Arte 5, 2006, pp. 29-41. 82 El proyecto de restauración redactado y dirigido por el arquitecto Javier González y promovido por la Junta de Castilla y León en el marco de un Convenio de Colaboración con la Diputación Provincial de León. 83 J. DE D. RADA Y DELGADO, “La Virgen con el Niño. Relieve en mármol procedente del monasterio de Sahagún, en el Museo Arqueológico Nacional”, Museo Español de Antigüedades, Vol. VII, 1876, pp. 278-302 (288), “…panteón que, en nuestro juicio, debió existir a continuación del templo, a la manera que se encuentra el de San Isidoro de León”, apud J. L. SENRA GABRIEL Y GALÁN, “Sahagún”, en: Enciclopedia del Románico en Castilla y León, Vol. ‘León’ (M. A. GARCÍA GUINEA y J. M. PÉREZ GONZÁLEZ (Dirs.), Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, 2002, p. 697. 84 E. GAGO Y J. E. DÍAZ JIMÉNEZ, “Autenticidad de los restos mortales de Alfonso VI y sus cuatro mujeres: Inés, Constanza, Zayda y Berta”, Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 58, 1911, pp. 40-55. 85 Esta documentación se encuentra actualmente depositada en la Biblioteca Pública de León. Agradecemos a la amabilidad de su director, D. Alfredo Díez Escobar, las facilidades para su consulta. A los planos citados Gómez Moreno les dedica el calificativo de “…disparates, que no hacen por si solos más que marear a quien los estudie” (loc. cit., p. 344). 86 M. GÓMEZ MORENO, Catálogo Monumental de la Provincia de León, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, Madrid 1925 (Ed. Facsímil de Ed. Nebrija, León 1979), p. 344; E. ZARAGOZA I PASCUAL, “Plano y reedificación de la iglesia del monasterio de San Benito de Sahagún (1824-1831)”, Archivos Leoneses, 83-84, 1988, pp. 363-386. 87 Los trabajos, sin embargo, no comenzarían hasta septiembre de 1932 y se concluirían a comienzos del año siguiente. 88 J. M. CUENCA COLOMA, Sahagún. Monasterio y Villa 1085-1985, Valladolid, p. 443. Probablemente el autor adelante, por error, en uno o dos años tal inauguración en lo que al cuartel se refiere, puesto que a finales de 1932 Ferrant se encontraba ultimando sus trabajos arqueológicos, sin que se haga referencia alguna a la construcción del mismo en la correspondencia conservada.

Fig. 4. Sondeo realizado en 1991 a los pies de la iglesia. Acceso en ángulo a la escalera de caracol situada en la esquina noroccidental de la iglesia (foto: Julio M. Vidal)

El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún: Aspectos históricos y arqueo-antropológicos

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Fig. 5. Plano publicado por Gómez-Moreno de las excavaciones de A. Ferrant

tenía M. Gómez-Moreno en encontrar los restos de la iglesia prerrománica, es decir, ‘mozárabe’, construida por Alfonso III, pero, al frente de ellos, no iba a permanecer el arquitecto –por lo demás, inexperto en tareas arqueológicas, además de enormemente ocupado–, sino que iban a ser encuadrados por un encargado de su confianza, Ambrosio González, a quien se deben los croquis y dibujos –en general, propios de alguien que no estaba formado ni habituado a realizar tal tarea–, de las diferentes áreas excavadas. Tales bocetos eran posteriormente pasados a limpio por Ferrant a lo largo de sus visitas esporádicas, e, incluso, le eran enviados por González89. Recientemente se han podido conocer, gracias a los trabajos de documentación sobre el Archivo Ferrant depositado en la Biblioteca Valenciana, realizados por el arquitecto Julián Esteban Chapapría, una buena parte de tales dibujos o croquis, así como fotografías, todo ello en buena parte inédito90. Su análisis parece apuntar a que la construcción identificada como ‘panteón’ parece tener un origen, e inscribirse en un contexto arquitectónico, quizá más complejo de lo que se deriva del plano dado a conocer por M. Gómez-Moreno (Figs. 5 y 6).

B A NC O O ZÓC A L O

Las excavaciones se llevaron a cabo principalmente en terrenos de propiedad pública pero, ante el hallazgo de lo que entonces se interpretó como la ‘pequeña iglesia que fue Capilla de San Mancio’, cuyos restos se prolongaban dentro de la propiedad particular de María Font y Florentino Corral, se solicitó la autorización de éstos en octubre de 1932 para continuar los trabajos dentro de ella.

El resultado de los mismos fue dado a conocer por M. Gómez Moreno dos años después, publicando la planta de lo excavado a los pies del edificio tardorrománico, allí donde se esperaba encontrar la iglesia del siglo X91. En realidad, debió ser grande su decepción por las noticias que le llegaban de Sahagún, transmitiNIC HO U HOR NA C INA (¿ ? ) das por Ferrant, puesto que venían a apuntar que los restos que C ONS T R UC C IÓN NO IDE NT IC A DA estaban siendo exhumados en modo alguno podían adscribirse a aquellos tiempos, sino a tiempos medievales más avanzados, plenamente románicos desde el punto de vista estilístico. En una carta dirigida a Ferrant, de 30 de noviembre de 1932, le indica m 5 que excave en la zona oriental de la llamada ‘Capilla de San ManE S C AL E R A cio’, “…bajo los muros de ladrillo que allí aparecieron, destruyéndolos si es preciso, para descubrir los cimientos de las capillas, que serían tres y cuadradas, o en herradura, pues sería precioso Fig. 6. Plano hipotético del ‘Panteón’ y su relación tener esta parte bien investigada y a lo menos cimientos han de con los pies de la iglesia, completado con la nueva lectura de los dibujos y fotografías de las excavaciones quedar”, lo que parece dar a entender que Gómez Moreno aún de A. Ferrant (plano: Julio M. Vidal) pensaba encontrar restos de la iglesia altomedieval debajo de los románicos, en concreto, su cabecera92. Sin embargo, lo hallado “…ha resultado obra románica, como prolongación de aquella otra primitiva…”, lo que parece dar a entender que consideraba que la iglesia antigua debería estar, no a los pies de la tardorrománica –allí dónde se había excavado–, sino debajo de ésta, pues al describir el ámbito excavado por Ferrant señala que, en su lado oriental, es decir, hacia la iglesia tardorrománica, “….parece que comenzaba, muy descentrada, la iglesia vieja, por bajo de la carretera actual” 93. E S C AL E R A DE C A R A C OL

J. L. Senra y Gabriel y Galán, en 1997, fue el primero en atribuir una funcionalidad determinada al espacio excavado por Ferrant y publicado por Gómez-Moreno, y, con ello, conferirle una dimensión histórica y significado determinados, si bien el propio Senra llama la atención, por la falta de confirmación arqueológica, en favor de la necesaria prudencia con la que debe tomarse su propuesta. Tal funcionalidad sería, 89 En una carta que le dirige a Ferrant el 27 de octubre de 1932, A. González le pide disculpas por si alguna cosa falta [cotas, por ejemplo], pues se trata de una tarea que nunca ha hecho. 90 J. ESTEBAN CHAPAPRÍA, Y M. P. GARCÍA CUETOS, Alejandro Ferrant y la Conservación Monumental en España (1929-1939): Castilla y León y la Primera Zona Monumental, 2008, Junta de Castilla y León (2 Vols.). Queremos expresar nuestra más sincera gratitud al Sr. Esteban Chapapría por habernos proporcionado esta documentación inédita, depositada en la Biblioteca Valenciana, de la Generalitat, en concreto el archivo Ferrant (BV.AAFV) y en el Col.legi d’Architectes de Cayalunya (Demarcació de Lleida), el archivo CAC.DLL.CDAF. 91 M. GÓMEZ-MORENO, El arte románico español: esquema de un libro. Centro de Estudios Históricos, 1934, Madrid, pp. 157-158. 92 En esta carta le anuncia a Ferrant una próxima visita a Sahagún en el mes de diciembre de 1932, visita que, creemos, nunca tuvo lugar. 93 M. GÓMEZ-MORENO, loc. cit., p. 158.

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entre otras, de naturaleza funeraria, explicada en un contexto más amplio, el del alcance que tienen los macizos occidentales –también denominados ‘galileas’–, en la arquitectura románica, especialmente en la irradiada desde Cluny94. En este caso, además, tal funcionalidad funeraria vendría acreditada por antecedentes bien notables en lo que hace referencia a los más privilegiados por naturaleza, los pertenecientes a la monarquía. Sería el caso del construido por Alfonso II en Oviedo, el antecedente, si cabe, más notorio en la realeza astur-leonesa, o el de San Juan Bautista de León –más tarde, San Isidoro–, en dónde Alfonso V construiría un recinto a los pies de la iglesia para acoger los restos de sus antepasados y, también, de los obispos, una verdadera tentativa –quizá, la única–, de erigir un mausoleo dinástico astur-leonés en la ciudad de León. El plano de Ferrant lo que pretende, en nuestra opinión, Fig. 7. Croquis de A. González, en el que se dibuja un apoyo en la con intervención o no de M. Gómez-Moreno, es reflejar un ámesquina sudoccidental del ‘Panteón’, así como, probablemente bito coherente, cerrado en sí mismo, que, desde el principio, por error, un triple acodillamiento en la puerta de entrada desde el pues se buscaba un templo, se interpreta como una “iglesia exterior (Biblioteca Valenciana. Archivo Alejandro Ferrant Vázquez) de tres naves”. No deja de resultar curioso que Gómez-Moreno sólo proporcione la anchura del espacio excavado por Ferrant, 13,35 m, obviando su longitud. Existen, sin embargo, omisiones en el dibujo final: por ejemplo no se dibuja, en la esquina sud-occidental de la supuesta ‘iglesia’, una columna adosada al muro en su mismo ángulo, que existe en el croquis levantado por Ambrosio González, así como un triple acodillamiento en la puerta de acceso occidental, este último, quizá un error, pues no se observa en las fotografías tomadas en los trabajos95 (Fig. 7), la cual debemos suponer que tendría otra en la esquina opuesta correspondiente96. Tampoco se dibuja una escalera de acceso que, desde el exterior, permitía el ingreso en el panteón por medio de tres escalones, que, desde la base de las mochetas, parece reflejar un desnivel de unos 0,60 m. (Fig. 8). Por lo demás, no parece deducirse, a partir de la documentación cartográfica existente, que los dos apoyos circulares, alineados con las pilastras adosadas a los muros oriental y occidental, fueran realmente constatados por las excavaciones, algo, por lo demás, lógico, ya que coincidían con la tapia de la casa de los Font/Corral, que fue preservada, limitándose los trabajos de Ferrant a seguir, por medio de trincheras, los muros encontrados a uno y otro lado de la misma y, seguramente, no en toda su extensión lineal. Ello sin menoscabo de que la lógica arquitectónica apunte que tales apoyos centrales deben existir de forma bien probable. En fin, debe anotarse también que, en los croquis y dibujos realizados del interior de la ‘Capilla de San Mancio’ A. González anota, en efecto, el uso funerario del mismo, pues sitúa al menos dos sepulturas en su ámbito. Pero es que, además, las excavaciones de Ferrant no se limitaron a la ‘Capilla de San Mancio’, sino que se extendieron a buena parte de la cabecera de la Fig. 8. Escalera exterior de acceso al ‘Panteón’ situada en su lado occidental, dibujada por iglesia, cuyos ábsides se encuentran parcialmente debajo de la actual calle de Alfonso A. Ferrant. (Biblioteca Valenciana. VI, y a los pilares de su nave central, en total 10 de ellos, situados en su tramo más Archivo Alejandro Ferrant Vázquez) occidental, lo que permitió conocer la anchura de aquella, 11,23 m., y la de la situada en el costado meridional, unos 6 m. En síntesis, gracias a la documentación de los trabajos de A. Ferrant podemos concluir lo siguiente: 1. Las excavaciones se extienden a buena parte del solar ocupado por el templo tardorrománico, en concreto, la cabecera triabsidada (Fig. 9), que le permite registrar sus características, prácticamente todos los pilares que sostenían las naves (Fig. 10) y los pies del templo. 2. Ferrant no permanece a pie de obra, sino que es su encargado, A. González, quien, de hecho, dirige los trabajos y dibuja los croquis de lo excavado, que luego Ferrant pasará a limpio. En la documentación cartográfica analizada no existe un hilo conductor de la misma: la mayor parte de los dibujos son ‘fragmentos de plano’ fruto del avance por zonas de los trabajos, faltando un plano general de referencia que permita acoplar o enlazar cada plano realizado. Se da incluso la circunstancia anecdótica que, por ejemplo, la anchura del ‘panteón’ –13,40 m.– se anotó en un sobre postal, un lugar sin duda casual para hacerlo, probablemente fruto de las prisas, en una conversación telefónica, por ejemplo, entre el encargado y el arquitecto.

94 J. L. SENRA GABRIEL Y GALÁN, “Aproximación a los espacios litúrgico-funerarios en Castilla y León: pórticos y galileas”, Gesta XXXVI/2, 1997, pp. 122-144 (128 y ss.); ÍDEM, “Sahagún”, en: Enciclopedia del Románico en Castilla y León, Vol. ‘León’ (M. A. GARCÍA GUINEA y J. M. PÉREZ GONZÁLEZ (Dirs.), Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, 2002, pp. -703. Sobre este tema, también: A. DIERKENS, «Avantcorps, galilées, massifs occidentaux: quelques remarques méthodologiques en guise de conclusions», dans C. SAPIN (Dir.) Avant-nefs et espaces d’accueil dans l’église entre le IVe et le XIIe siècle (Actes du Colloque International du CNRS, Auxerre, 17-20 juin 1999), 2002, Paris, p. 495-503. 95 Dos de ellas publicadas en el libro coordinado por M. V. Herráez citado, Esplendor y decadencia…, núms. 9 y 10, en la p. 60. 96 Creemos que las basas, actualmente depositadas en el Museo de León, que se presentan en el libro coordinado por M. V. HERRÁEZ, Esplendor y decadencia…, en la p. 115 y fots. 94-98, deben proceder de los pilares del ‘panteón’ que presentan columnas adosadas.

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Fig. 9. Excavaciones de A. Ferrant en la cabecera de la iglesia, a la altura del ábside central y el septentrional (foto: Col.legi d’Architectes de Catalunya, Demarcació de Lleida)

3. Ni Ferrant, ni, mucho menos, A. González, tenían conocimientos de los métodos de la Arqueología, lo que produce lagunas muy importante en la toma de datos, la descripción de los restos hallados –prácticamente inexistente– y la interpretación de los resultados, todo ello agravado por el hecho de que el objetivo de la excavación no era otro que encontrar la iglesia altomedieval, lo que verdaderamente interesaba a M. Gómez-Moreno97. Así, por ejemplo, parece muy probable que no se anotaran todas las diferentes estructuras aparecidas, probablemente no siempre de la misma época, algo que, por ejemplo, parece evidente a la luz de la fotografía de los trabajos (Fig. 11), en donde, además de apreciarse el modus operandi utilizado –la apertura de trincheras que se limitan a seguir los muros–, se puede observar, creemos que fácilmente, que existe un adosamiento entre el muro de los pies de la iglesia románica y el muro más oriental del espacio denominado ‘panteón’. Ambos, por lo tanto, no comparten la misma estructura, a diferencia de lo que se viene publicando. La conclusión de todo esto, apuntada ya por diversos autores, es que, sin una nueva excavación del ámbito de la iglesia y zonas aledañas, nunca podremos conocer a ciencia cierta cuál ha sido la verdadera historia arquitectónica, en el espacio y en el tiempo, de uno de los edificios más importantes de la Arquitectura Medieval española (Fig. 12).

Fig. 12. Fotografía de las excavaciones Ferrant en la iglesia. Además de los pilares excavados, se puede ver, en la parte superior derecha, indicada con una flecha, la ‘construcción no identificada’ que se dibuja en la Fig. 6 (foto: Col.legi d’Architectes de Catalunya, Demarcació de Lleida) Fig. 10. Plano de A. Ferrant de la excavación de los pilares de la iglesia (Biblioteca Valenciana. Archivo Alejandro Ferrant Vázquez)

I.4. ¿Sarcófagos reales en Sahagún? Por lo demás, escasos son los rastros arqueológicos que pueden seguirse del enterramiento real en lo que hace referencia al sarcófago que pudo contener sus restos. El enterramiento inicial del rey, que, como es sabido, la tradición ha situado en un espacio situado a los pies de la iglesia románica, fue trasladado en 1286 al altar mayor de la iglesia románica por iniciativa de Sancho IV de Castilla (1258-1295)98, lo que, al parecer, habría entrañado algunas modificaciones en el monumento funerario, sin que podamos establecer en qué pudieron éstas consistir. En cualquier caso, pocas debieron ser, al menos en lo que se refiere a su expresión formal, puesto que todos los que contemplaron y describieron el túmulo funerario del rey no señalaron ningún detalle atrayente, o digno de mención, en el mismo. Así, por ejemplo, a comienzos del siglo XVI, Antoine de Lalaing (1480-1540), señor de Montigny, un caballero de la corte de Carlos V que viajó a través del Camino de Santiago hasta Compostela, en su parada en el monasterio de Sahagún se limita a describirla como “…una sencilla tumba de piedra” 99. Ambrosio de Morales (1513-1591), un cronista de Felipe II que visitó el monasterio dentro de su conocido periplo por los panteones reales hispanos, describe el enterramiento del rey de la siguiente manera: “En medio de la capilla mayor está

Fig.11. La fotografía de las excavaciones de Ferrant muestra, al fondo, el hueco de la entrada a la escalera de caracol en el muro de cierre de la iglesia (1) al que se adosa otro muro (2) perteneciente al ‘panteón’. La flecha indica la línea del adosamiento que se produce entre ambos (foto: Col.legi d’Architectes de Catalunya, Demarcació de Lleida)

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97 ESTEBAN CHAPAPRÍA, Y M. P. GARCÍA CUETOS, loc. cit., p. 206, señalan “…que es manifiesta la ausencia de método”, en los trabajos de A. Ferrant. 98 F. GUTIÉRREZ BAÑOS, Las empresas artísticas de Sancho IV el Bravo, Valladolid, Consejería de Educación y Cultura, 1997, pp. 157-163. 99 J. GARCÍA MERCADAL, Viajes de extranjeros por España y Portugal: desde los tiempos más remotos hasta comienzos del siglo XX, Valladolid, Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura, 1999, p. 417, apud R. DOMÍNGUEZ CASAS, “El Arco de San Benito de Sahagún: restauración y hallazgos artísticos”, Congreso Internacional “Restaurar la Memoria” (Valladolid, 2000), Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, 2001, pp. 557-574 (560-561); ÍDEM, “La portada de Felipe Berrojo y la fachada de la portería en el Monasterio de San Benito de Sahagún. Estructura e iconografía”, Anales de Arquitectura, Nº. 8, 2000, pp. 45-64 (51).

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enterrado el Rey D. Alonso el VI, con harta magestad de sepultura: sobre leones grandes de alabastro está una arca grande de mármol blanco de ocho pies en largo, quatro en ancho, y alto, y el cobertor es llano y liso de una pizarra negra” (...)100 La Primera Crónica Anónima, por su parte, también alude a la “...sepultura [del rey Alfonso VI] labrada de precioso mármol cerca de la reina Doña Constanza”. Prudencio de Sandoval (1553-1620), a comienzos del siglo XVII, se refiere al enterramiento real de esta manera: “…está sepultado en la capilla mayor en una arca de piedra jaspe liso, levantada del suelo sobre unos leones de piedra y está siempre cubierto con riquísimos paños de oro y seda, con las armas de Castilla y León”. Este mismo cronista, al relatar la iniciativa de Sancho IV, más arriba aludida, señala que la propia historia del monasterio indicaba que [Sancho] “…puso al Rey Don Alonso en la capilla mayor en un monumento verde que hiziera hazer muy bueno (…)”101 R. Escalona no entra tampoco en detalles a la hora de describir el sepulcro del rey. Dice así: “En medio del crucero al subir á la Capilla mayor está el sepulcro del Rey D. Alonso VI. con tanta magnificencia , y ostentación , como puede tener en España el mas glorioso de sus Reyes ; por lo que Don Felipe III. después de haberlo visto, desistió del pensamiento que había tenido de trasladarlo, como trasladó los cuerpos de otros muchos Reyes al Escorial”. También: “…fue metido en sepultura labrada de precioso mármol”102. “El entierro se hizo á doce de Agosto del mismo año. Hoy se ve su sepulcro en la Capilla mayor de nuestra Iglesia con una magnificencia que tiene pocos exemplares en toda España”103. En fin, Antonio Ponz (1725-1792), quien habría visitado el monasterio de Sahagún en 1783, realiza el siguiente breve relato del enterramiento del rey, al parecer basado en el de A. de Morales104: “Efectivamente el sepulcro es magnífico, de mármol, con la estatua del rey encima coronada. La urna, que tiene varias labores y las armas de Castilla y León, sienta sobre leones105. Los restos humanos que se atribuyen al rey Alfonso VI y sus mujeres se encuentran actualmente en sendos sarcófagos situados en la iglesia del Convento de las MM Benedictinas de Sahagún. Ocupan, el del rey, la zona del Evangelio y, el de las reinas, la de la Epístola, flanqueando el altar mayor. Pero, después de su ‘redescubrimiento’, en el marco de los avatares sufridos por el monasterio en el siglo XIX, no siempre estuvieron ahí. En efecto, el 17 de febrero de 1954 fueron trasladados desde los claustros hasta el coro bajo, siendo depositados, para la ocasión, en los sarcófagos que actualmente ocupan106. Finalmente, en 1958 se ubicaron en la iglesia y, su actual emplazamiento, a ambos lados del altar mayor, tuvo lugar en 1984107. El primero de los sarcófagos, el que contiene los restos del rey, está realizado en caliza o, quizá, arenisca, y llama la atención por su descuidada labra, que da lugar a la falta de terminación alguna en sus tres lados visibles, lo que parece dar a entender que no fue concebido para ser visto sino que, probablemente, permanecería enterrado, por debajo del pavimento del recinto funerario en el que inicialmente se emplazó (Figs. 13 y 14). Aparentemente, por lo tanto, sería la tampa o lauda el elemento visible e identificador del enterramiento. Tiene una longitud, irregular, de

Fig. 13. Sarcófago de caliza o arenisca en el que se encuentran depositados los restos de rey Alfonso VI desde 1954 (Iglesia de las MM. Benedictinas) (foto: M. L. González)

100 A. DE MORALES,: Viage de Ambrosio de Morales Por orden del Rey D. Phelipe II A los Reynos de León, y Galicia, y Principado de Asturias, Para conocer las Reliquias de Santos, Sepulcros Reales, y Libros manuscritos de las Cathedrales y Monasterios,1765. Ed. Facsímil. Biblioteca Popular Asturiana, 1977, Oviedo. 101 P. DE SANDOVAL, Primera parte de las fundaciones de los monasterios del glorioso Padre San Benito ... y de los santos ... varones desta sagrada religion, que desde el año DXL ... hasta el año DCCXIIII ... han florecido en estos monasterios,

1601, Madrid.

102 R. ESCALONA, Historia del Real Monasterio de Sahagún, 1782, Madrid, Lib. VIII, Cap. II, p. 235 -236 y 303. 103 ESCALONA, loc. cit., Lib II Cap V, p. 73. 104 R. DOMÍNGUEZ CASAS, “La portada…”, loc. cit., p. 51. 105 R. ESCUDERO y J. GARCÍA-PRIETO, Viajes y viajeros por tierras de León (1496-1966), 1984, León, p. 52. 106 Ello fue consecuencia de la cuarta tentativa que hubo de llevarse los restos al Panteón de San Isidoro de León, jaleada por, entre otros, el periódico ABC (p. 58 de 17 de mayo de 1953; p. 11 de 11 de junio de 1953) y que, su corresponsal local, Máximo Cayón, llega a tildar de ‘leonesada’ la negativa del Ayuntamiento de Sahagún de ceder los restos (p. 36 de 6 de marzo de 1955). 107 CUENCA COLOMA, loc. cit., pp. 464-465.

Fig. 14. Aspecto que presenta la cabecera del sarcófago que contiene los restos del rey Alfonso VI (Iglesia de las MM. Benedictinas) (foto: Julio M. Vidal)

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unos 2,18 m. y una anchura de 0,70 m. en la parte superior de la cabecera y 0,56 en la inferior; en los pies tales dimensiones son de 0,43 y 0,36, lo que quiere decir que el cuerpo del sarcófago es trapezoidal. La tapa que lo cubre no tiene relevancia alguna, pues fue colocada en 1958. Su interior tiene, en la cabecera, forma antropomorfa, debido a que en el proceso de vaciado se reservó un hueco de forma semicircular para albergar la cabeza del difunto. ¿Puede un sarcófago de estas características haber servido para albergar un enterramiento privilegiado? Por su materia prima, que nada tiene que ver con rocas mucho más apreciadas –como las calizas marmóreas o auténticos mármoles–, así como por su forma –alejada de las arcas rectangulares o en forma de ‘bañera’, que no presentan, en ningún caso, disposición antropomorfa en su interior– deberíamos concluir que no. Como referencia comparativa Fig. 15. Sarcófago de mármol en el que se encuentran los restos de las pueden servir los seis sarcófagos de mármol que alberga el esposas del rey Alfonso VI desde 1954. La pieza de la derecha sobre la que apoya es un fragmento de un cimacio prerrománico Panteón de San Isidoro de León, vestigios probablemente de (Iglesia de las MM. Benedictinas) (foto: M. L. González) los enterramientos de la monarquía astur-leonesa que, arrumbados en las dependencias del monasterio, se utilizaron para recoger los restos humanos profanados por la ocupación napoleónica108. No obstante, debe tomarse con precaución tal conclusión, puesto que, si este sarcófago se concibió para permanecer enterrado, pudo haber ocurrido que las diferencias fueran marcadas por la lauda. El segundo de los sarcófagos, que alberga según la tradición los restos de las reinas, presenta unas características totalmente diferentes al anterior (Fig. 15). Se trata de una pieza de auténtico mármol, liso, con un acabado exterior muy cuidado, verdadero pulimento, si bien en algún momento de su existencia fue objeto de un piqueteado en uno de sus lados menores y en uno de los mayores, el que actualmente está contra la pared de la iglesia, así como una retalla a lo largo de toda la altura de una de las aristas visibles, probablemente para acomodarlo a una determinada ubicación, cuyas dimensiones chocaban con las del sarcófago (Fig. 16). Su interior presenta características intermedias entre los de forma rectangular y los de forma de bañera, es, decir, con los lados menores redondeados. Dos zonas del mismo han sido restauradas modernamente con argamasa y presenta, como el anterior, una tapa también moderna, colocada en 1958. Sus dimensiones son 2,05 m. de longitud, 0,58 m. de anchura y 0,53 de altura. Este sepulcro, que descansa sobre dos piezas de piedra, una de ellas un cimacio cortado, de raigambre altomedieval, común en las iglesias prerrománicas, tiene sendas inscripciones, la primera, en el lado mayor visto, cerca de uno de los extremos, dice: AGNES/UXOR REGIS/ADEFONSI VI, la cual se orienta de forma vertical, en tres líneas. En el lado opuesto, apoyado contra la pared, se pudo apreciar una segunda inscripción, más o menos simétrica a la anterior, y asimismo en tres renglones, aunque en este caso la altura de las letras es considerablemente mayor. Su lectura es la siguiente: AGNES / UXOR / REGIS A [...]. El extremo inferior de este costado está recortado, por lo que la S final de la primera línea y la A de la última se encuentran incompletas. Ya en 1876, dos miembros de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de León, Deogracias López Villabrille y Juan López Castrillón –que habían sido enviados a Sahagún para certificar o no la autenticidad de una momia que se encontraba depositada en la iglesia de San Tirso, como atribuible al rey Alfonso VI, y la de este sarcófago, como perteneciente a la esposa del rey, Inés– habían expresado su opinión –por lo demás obvia– de que tal inscripción no pertenecía, por sus caracteres paleográficos, al tiempo del enterramiento, sino que expresaban su opinión de que podría haber sido realizada en el mismo siglo XIX109. Este sepulcro tiene, a diferencia del anterior, sin duda por sus

Fig. 16. Retalla y piqueteado visibles en uno de los lados menores del sarcófago de mármol que contiene los restos de las reinas (Iglesia de las MM. Benedictinas) (foto: Julio M. Vidal)

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108 J. PÉREZ LLAMAZARES, “Panteones Reales Leoneses”, Hidalguía. Revista de Genealogía, Nobleza y Armas, Núm. 2, 1953, pp. 341-356 (353). J. M. VIDAL ENCINAS y Mª. E. PRADA MARCOS, “Arqueoantropología del Panteón Real de San Isidoro de León”. Monarquía y Sociedad en el Reino de León de Alfonso III a Alfonso VII. Colección “Fuentes y Estudios de Historia Leonesa” 118, León, 2007, Tomo II, 599-688; ÍDEM, “La muerte de los reyes de León (siglos X-XI): aspectos históricos, arqueológicos y antropológicos desde el Panteón Real de San Isidoro de León”. En: Morir en el Mediterráneo Medieval (J. LÓPEZ QUIROGA & A. M. MARTÍNEZ TEJERA, Eds.), BAR International Series S2001, 2009, pp. 235-314. 109 El documento manuscrito, de 15 de enero de 1877, lleva por título: Acta de la reunión celebrada por la Comisión de Monumentos de León en la villa de Sahagún, dando informe sobre la falsedad de los restos momificados que se atribuyen al Rey Alfonso VI de Castilla. Asimismo, se comunica que la inscripción del sarcófago de mármol de la Reina Doña Inés ofrece problemas de autenticidad. Está disponible en la siguiente URL: http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=308266&portal=111.

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propias características y, sobre todo, por la inscripción que porta, un antecedente documental dentro de las actividades de los miembros de la Comisión Provincial de Monumentos de León, puesto que, en una carta que dirige Ricardo Velázquez a Fidel Fita el 11 de octubre de 1867, da cuenta de su hallazgo en el Convento de las MM. Benedictinas110. En realidad, R. Velázquez Bosco, que a la sazón, junto al también arquitecto Julián Daura, llevaba a cabo obras de restauración en el Panteón Real de San Isidoro111, lo que fue a buscar a Sahagún era el sarcófago del rey, que no encontró. E. Gago y E. Díaz-Jiménez y Molleda, miembros también de la Comisión Provincial de Monumentos se refirieron a este sarcófago en su conocido artículo sobre los restos humanos de Alfonso VI y sus mujeres y, en particular, a su inscripción, que notan como “…capital cuadrada propia de la epigrafía empleada á fines del siglo XVIII y principios del XIX, manifestando esta misma época los términos y construcción del latín en que se hallan escritas112. Los mismos autores se refieren también a este sarcófago indicando que “Si bien es liso, tiene, no obstante, los caracteres de haber pertenecido á la época en que se depositó el cadáver de la reina”113, concluyendo que la inscripción habría sido grabada con motivo de la última tentativa de restauración de que fue objeto el monasterio, la ocurrida entre 1827 y los tiempos de la última y definitiva exclaustración, en 1835114. Probablemente esta misma data debe atribuirse a la inscripción, BERTA/UXOR REGIS A que se encuentra en el mismo Museo, quizá de un lateral de un sarcófago o de su tapa. Finalmente, dentro de este breve decurso por los objetos que han podido servir como sepulcros en el panteón de Sahagún, nos parece oportuno referirnos a una pieza, también de mármol, pero, en este caso, en forma de bañera, depositada en el Museo de las MM. Benedictinas. Se trata de un objeto ciertamente excepcional, de raigambre romana según la opinión más extendida, para el que vamos a apuntar su posible función como sepulcro privilegiado (Fig. 17). En efecto, ya en 1993 L. A. Grau Lobo se había interrogado por el posible reaprovechamiento de la pieza en el monasterio medieval. R. Domínguez Casas, en 2001, señala que dicha pieza perteneció al Monasterio y que podría proceder de un yacimiento tardorromano situado en la Dehesa de Mahudes115. Finalmente, en 2003, J. Garcia Nistal y J. Pérez Gil apuntaron que probablemente fuera de época tardorromana116. La pieza habría ingresado en el museo a comienzos de los años 80, procedente de la finca de Valdelaguna, uno de los cotos redondos desamortizados propiedad de San Benito, sita a escasos 3 km. al suroeste de Sahagún, por lo tanto, muy próxima al Monasterio, en donde habría sido encontrada arando por el entonces propietario del predio, Higinio Monje Ahijado y Miguel-Ángel Calvo Mayorga117. Valdelaguna, una finca principalmente dedicada al cultivo, estaba asociada a la dehesa o encinar de Mahudes. Ambas, que ya habían sido desamortizadas en tiempos de la ocupación francesa, pero devueltas en 1814, fueron adquiridas en 1837 por los Quiñones, marqueses de Montevirgen118. El paraje en el que se encontró esta ‘bañera’, que tuvimos ocasión de visitar en compañía del Sr. Calvo Mayorga, no depara, en superficie, resto alguno de raigambre

Fig. 17. ‘Bañera’ de Sahagún, posiblemente reutilizada como sarcófago en el Monasterio (Museo de las MM. Benedictinas) (foto: Julio M. Vidal)

110 El documento está disponible en la red en esta dirección: http://www.cervantesvirtual.com/ FichaObra.html?portal=0&Ref=330127. Consultado el 5 de mayo de 2008. 111 J. M. VIDAL ENCINAS y M. E. PRADA MARCOS, “La muerte de los reyes…”, pp. 257-258. 112 E. GAGO Y J. E. DÍAZ JIMÉNEZ, loc. cit., p. 52. 113 ÍBIDEM, pp. 52-53. 114 ÍBIDEM, p. 53. 115 La Dehesa de Mahudes figura como sitio arqueológico en la edición de 1986 de la Carta Arqueológica de la provincia de León, pero como despoblado medieval, en los alrededores del caserío. Es un pago registrado ya en la Alta Edad Media, en la documentación del Monasterio de Sahagún (G.MARTÍNEZ DÍEZ, Libro Becerro de Behetrías, 1981, León, I, p. 357. 116 LUIS A. GRAU, 1993, Sahagún. Museo MM. Benedictinas. Museos y Colecciones de León; R. DOMÍNGUEZ CASAS, 2001, Monasterio de Santa Cruz. Madres Benedictinas de Sahagún (León), Edilesa Museos, p. 19 y J. GARCÍA NISTAL y J. PÉREZ GIL, Sahagún, Edilesa, pp. 17 y 107. La página Web del Ayuntamiento de Sahagún, en el que el Sr. Calvo Mayorga es actualmente concejal, dentro de la información que consagra al Museo de las MM. Benedictinas, dice textualmente de esta pieza: “… bañera manmórea [sic] que procede del monasterio de San Facundo y Primitivo, y que cuando la exclaustración salió de la villa; bien pudiera tratarse de una obra romana”, dirección: http://www.sahagun. org/Museobenedictinas.htm. 117 Los datos se los debemos al Sr. Calvo Mayorga, quien los proporcionó de viva voz en el curso de la sesión del mismo Congreso objeto de esta ponencia y, luego, en conversaciones personales mantenidas al efecto. Queremos expresarle nuestro agradecimiento por ello. 118 J. A. MARTÍN FUERTES, M. A. MORÁN SUÁREZ, M. C. RODRÍGUEZ LÓPEZ, Los Quiñones Marqueses de Montevirgen: linaje y archivo, Diputación de León, 2000;J. M. BARTOLOMÉ BARTOLOMÉ, “Del poder local al nacional: los quiñonesMarqueses de Montevirgen de León (1749-1850)”, Familias y Poderes: Actas del VII Congreso Internacional de la ADEH, Granada, 1-3 abril 2004, (FRANCISCO A. CHACÓN, XAVIER ROIGÉ I VENTURA, ESTEBAN RODRÍGUEZ OCAÑA, Coords.), 2006, pp. 199-215; P. CARASA, (Coord.), Élites Castellanas de la Restauración. Una aproximación al poder político en Castilla, vol. 2,1997, Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura, Valladolid; E. AGUADO CABEZAS, La desamortización de Mendizábal y Espartero en la provincia de León (1836-1851), 2002, Universidad de León, pp. 221-222.

Fig. 18. ‘Bañera’ de Sahagún. Vista lateral (Museo de las MM. Benedictinas) (foto: Julio M. Vidal)

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romana. Los yacimientos arqueológicos más próximos son, por un lado, “Canto Blanco”, a unos 200 m. al norte, que, aunque con vestigios principalmente de la Edad del Bronce, ha deparado muy recientemente hallazgos –si bien poco significativos–, quizá de época hispano-visigoda119. La Carta Arqueológica de la Provincia de León tenía catalogado el sitio como medieval120. Otro sitio situado a relativa proximidad, 1,8 km., se sitúa al sur del lugar de hallazgo de la bañera. Se trata de una villa romana citada con las denominaciones del “Alto del Convento” o “Valdelaguna” –por situarse dentro de la finca del mismo nombre, ya referida–, que se conoce también en la topografía geográfica con el expresivo nombre de “Las Quintanas”. Este yacimiento fue dado a conocer por L. de Castro, Higinio Monje y M. A. Calvo Mayorga en 1976, en el que destacaban sus pavimentos de mosaico121.

119 Los trabajos de excavación arqueológica se realizaron en el año 2009, con motivo de la construcción del sub-tramo Río Cea-Bercianos del Real Camino de la línea de Alta Velocidad Palencia-León. Existe un informe preliminar de los mismos, inédito, depositado en el Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León, en León: M. A. MARTÍN CARBAJO, 2009,Excavaciones en área en el yacimiento “Canto Blanco”, STRATO Gabinete Arqueologico. 120 Carta Arqueológica de la provincia de León, Empresa Española de Arqueología (J. Calle y M. L. Sánchez Capilla, 121 L. DE CASTRO, H. MONJE Y M. A. CALVO MAYORGA, “Un mosaico romano en Valdelaguna (León), Boletín de la Asociación de Amigos de la Arqueología, 6, 1976, pp. 28-30; ÍDEM, “Algunos yacimientos de la zona de Sahagún (León)”, Sautuola II, 1976, pp. 191-207. 122 Las dimensiones que da A. de Morales del sarcófago del rey coinciden con la ‘bañera’ únicamente en su longitud (vid. supra) 123 Existe una amplia monografía sobre el tema, obra de A. Ambrogi, Vasche di età romana in marmi bianchi e colorati, Roma, 1995, “L’Erma” di Bretschneider, pp. 41 y ss.

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La bañera, construida en auténtico mármol, tiene unas dimensiones de 2,32 m de largo; 1 m de ancho y 56 cms. de profundidad en su interior122 (Fig. 18). Presenta un borde exvasado, con un labio netamente destacado, borde que es más amplio que la base propiamente dicha. Dicho labio se interrumpe en la mitad de los lados menores, que son redondeados –lo que da a la artesa una forma oblonga– con sendos topes de forma cuadrada, situados en un plano horizontal. ¿Puede considerarse esta pieza de época romana? El mundo romano, en efecto, conoció objetos muy similares, labrados en mármoles blancos o de colores diversos, conocidos en las fuentes clásicas muy a menudo con la denominación de labra, precisamente por el labio (= labrum) que presentan en todo su borde. En su mayor parte, se trataba de objetos suntuarios de naturaleza decorativa, utilizados para adornar el interior y los jardines de, particularmente, los establecimientos termales, en los que se cree que podían tener, entre otras funciones, la de receptáculos o vasos de las fuentes ornamentales. Pero también en las ciudades se han encontrado alguno de estos labra. También se conocen ejemplos de su uso como sarcófagos ya en época romana pero, sobre todo, además de tal función, en tiempos medievales y más modernos se apreciaban para utilizarlos como urnas para reliquias, en algunos casos sirviendo como soporte a las mismas mesas de altar123. La mayor parte de las conservadas proceden de la península itálica, en donde, muy probablemente, se encontraba el centro principal de distribución. Aunque se conocen ejemplares lisos, son muy característicos aquellos que presentan unas argollas decorativas en uno de sus lados mayores, no funcionales –obviamente–, a ciencia cierta una reliquia de las que presentaban, para su transporte, las bañeras de bronce, más pequeñas y de uso doméstico. También son muy paradigmáticas, en lo que al modelo decorativo se refiere, las que presentan, entre las dos anillas, un prótomos de, generalmente, la cabeza de un león. La ‘bañera’ de Sahagún tiene un rasgo que, aparentemente, no se presenta en las piezas romanas: nos referimos a los topes que muestra en el labio, en la parte media de sus bordes oblongos, lo que quizá debió servir, creemos, para asentar una cubierta. Nosotros hemos intentado recabar información sobre objetos parecidos en España, hallados con certeza en contextos arqueológicos romanos, con resultados infructuosos. Las piezas similares que se conocen en nuestro país son, en la mayor parte de los casos, imitaciones que, desde los siglos XVI-XVII, se destinaban a los balnearios. Pero son, además, más pequeñas –en torno a 1,80 m. de longitud– y con paredes más rectas. Si esta bañera hubiera aparecido en un yacimiento romano rural hispánico, como habitualmente se propone para este objeto, sería un caso excepcional, pero no sólo por el hecho en sí, sino porque, como más arriba se decía, solían estar ligadas a complejos privados o públicos de gran suntuosidad, por ello, más comúnmente en ámbitos urbanos. En España el único labrum de estas características que se conoce es una bañera de pórfido –una roca cuya producción y uso estuvo íntimamente ligada, ya desde tiempos romanos, a la familia imperial–, utilizada como sarcófago por el rey Pedro III de Aragón (1240-1285) en su espléndido mausoleo del monasterio tarraconense de Santes Creus. Sin descartar cualquier posibilidad, creemos que, en mera hipótesis, este singular objeto facundino, probablemente de origen romano, procede de su Monasterio, en donde, ya sea por la comunidad monástica, ya sea por la propia monarquía, se utilizó, incluso en los baños que esta última –lo sabemos por la documentación– poseía, por ejemplo, en el palacio que construyó la reina Constanza cerca del mismo Monasterio. Pero también se puede plantear la hipótesis de que hubiera podido servir como arca funeraria en el importante panteón real y familiar que en aquél existió, por la singularidad de la pieza –quizá spolium– y su antigua raigambre. S. Moralejo alude precisamente al significado, por ejemplo, ideológico, que tiene tal reutilización de piezas antiguas, como parte de un programa plenamente consciente de la monarquía o monarquías medievales hispánicas, que

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tiene el objetivo de encontrar legitimidad política en el uso de objetos provenientes de un pasado remoto –el romano– que se pretende restaurar, frente al que los invasores musulmanes impusieron124. Pero, ¿por qué la bañera apareció en la finca de Valdelaguna? Según la versión de las MM. Benedictinas habría sido adquirida entre los bienes desamortizados del monasterio por los primeros compradores de Valdelaguna, los Quiñones de León, marqueses de Montevirgen, quienes la habrían tenido en la finca como abrevadero para el ganado, hasta su caída en desuso y, enterrada de nuevo por el abandono, sería encontrada por H. Monje y M. A. Calvo Mayorga. El primero, según el relato de las monjas, la habría devuelto a las religiosas para contribuir a la constitución del museo. En fin, sea como fuere, y con las debidas reservas, la hipótesis de que la ‘bañera’ hubiera podido tener uso en el monasterio, incluido el funerario, nos parece que puede, quizá, ser tenida en cuenta. El hecho de que este objeto, a diferencia del segundo de los sarcófagos que hemos descrito, no cuente con ningún antecedente documental, en el seno de la Comisión de Monumentos, puede probablemente estar acreditando su salida del monasterio en la desamortización de 1837.

II. ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LOS RESTOS HUMANOS QUE CONTIENEN LOS DOS SARCÓFAGOS DEL CONVENTO DE LAS MM. BENEDICTINAS El estudio antropológico realizado sobre los restos contenidos en los dos sepulcros en los que, según la tradición, descansan los restos atribuidos al rey Alfonso VI y cuatro de sus mujeres: Inés, Constanza, Berta y Zaida, se llevó a cabo en el mes de junio de 1999, enmarcado en un proyecto de investigación más amplio, centrado en los restos humanos de la monarquía leonesa medieval, en concreto, el estudio incluía también el Panteón Real de San Isidoro de León125, cuyo objetivo ahora era la revisión del conjunto antropológico del panteón real de Sahagún, conocido gracias a un examen llevado a cabo a comienzos de siglo por dos miembros de la Comisión de Monumentos de León, D. Eloy Díaz-Jiménez y Molleda (1885-1944), historiador, y D. Elías Gago Rabanal (1851- 1913), médico y arqueólogo. Dicho estudio, publicado en 1910, tuvo el declarado propósito de probar la autenticidad de tales restos, con la finalidad de llevarlos al Panteón Real de San Isidoro de León, propósito frustrado y que se intentó de nuevo en 1920, 1948 y 1954, también por los mismos promotores, sectores de opinión ligados a cierta erudición local, muy apoyada por la prensa de la ciudad de León. En esta ocasión, los objetivos que se persiguen responden a los siguientes aspectos antropológicos. En primer lugar, la determinación del número mínimo de individuos (NMI) allí representados y la reconstrucción anatómica de sus esqueletos, así como todas aquellas características que la actual práctica antropológica y paleopatológica permite recuperar del examen de los restos óseos. Los resultados provisionales de este apartado permiten avanzar que el número de individuos determinado en los dos sarcófagos estudiados asciende a un máximo de 10 sujetos, 8 adultos y 2 subadultos, duplicándose la presencia de sujetos con respecto a la estimación de partida –Alfonso VI y 4 de sus mujeres–. Además, se han reconocido restos faunísticos mezclados con los restos humanos. La presencia de 4 hombres muy incompletos, complica la identificación del monarca Alfonso VI, mientras que tres de las cuatro mujeres estaban casi completas, denotando un buen estado de conservación. No se han encontrado restos momificados, ni tampoco ningún género de objeto o ajuar asociado a los cuerpos.

II.1. Datos biográficos de los personajes Sabemos por Pelayo de Oviedo que el rey tuvo cinco esposas legítimas: Inés, Constanza, Berta, Isabel y Beatriz, siguiendo este orden cronológico, y dos nobles concubinas: Jimena Muñiz y la mora Zaida. La primera mujer fue Inés de Aquitania, hija del duque Guillermo de Aquitania, princesa francesa con la que se casó en 1072 y que fallecía en 1078, siendo sepultada en San Facundo sin dejar descendencia, lo que no es óbice para poder afirmar que se hubiera podido quedar alguna vez encinta, como luego demostraremos a partir de las cicatrices del parto presentes en la cara dorsal del pubis que atribuimos a esta mujer. Según Gambra el significado de este matrimonio debe interpretarse en el marco

124 S. MORALEJO, “La reutilización e influencia de los sarcófagos antiguos en la España Medieval”, Atti Colloquio sul reimpliego dei sarcofagi romani nel medioevo, Pisa, 1982, 5-12 settembre, Marburg, 1984. Ver también: José Alberto Moráis Morán, “La “construcción” del pasado a través de la memoria de los muertos: los sarcófagos antiguos de Fernán González y Doña Sancha”, XVII CEHA2008 Congreso Nacional de Historia del Arte Art i Memòria -- 22-26 septiembre de 2008. 125 Además de la memoria de los trabajos que fue presentada ante la Junta de Castilla y León: M. E. PRADA MARCOS (Dir.), Estudio Antropológico del Panteón Real de San Isidoro de León. 3 Vols, 2006, Informe inédito depositado en la Junta de Castilla y León (Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de Valladolid y Servicio Territorial de Cultura de León) y en el Ayuntamiento de León, se han publicado los siguientes artículos: M. E. PRADA MARCOS y J. M. VIDAL ENCINAS, “De lo que había a lo que hay: resultados del estudio arqueo-antropológico del Panteón Real de San Isidoro de León”. En: C. Roca de Togores Muñoz y F. Rodes Lloret (Eds.), 2007, Actas de las Jornadas de Antropología Física y Forense (Alicante, 29-30 de junio 2006), Diputación de Alicante, 101-112; ÍDEM, “Arqueo-antropología del Panteón Real de San Isidoro de León”. Monarquía y Sociedad en el Reino de León de Alfonso III a Alfonso VII. Colección “Fuentes y Estudios de Historia Leonesa” 118, León, 2007, Tomo II, 599-688; ÍDEM, “La muerte de los reyes de León (siglos X-XI): aspectos históricos, arqueológicos y antropológicos desde el Panteón Real de San Isidoro de León”. En: Morir en el Mediterráneo Medieval (J. LÓPEZ QUIROGA & A. M. MARTÍNEZ TEJERA, Eds.), BAR International Series S2001, 2009, pp. 235-314....

El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún: Aspectos históricos y arqueo-antropológicos

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de los intensos contactos con Borgoña y la gran abadía de Cluny. Parece ser que el matrimonio se acordó hacía 1069, cuando la princesa tendría unos 10 años, y no se celebró hasta una fecha en torno al 1072126. Reilly apunta un dato sobre la desaparición de la reina Inés de la documentación antes de su muerte, el hecho de que Alfonso VI la hubiese repudiado debido a que era incapaz de concebir127. A este respecto no existe un acuerdo unánime ya que podría considerarse como una ofensa al duque de Aquitania, y no tendría sentido que Alfonso VI se casara inmediatamente con otra princesa de la familia de Inés; Inés y Constanza eran primas en cuarto grado canónico. Desde la muerte de Inés, el monarca mantuvo relaciones con la concubina Jimena Muñiz que le daría dos hijas: Elvira y Teresa. Tras un año de viudez y buscando la descendencia de un varón que aún no tenía, contrae nuevo matrimonio con Constanza de Borgoña, viuda de Hugo, conde de Chalón, la cual reina durante 13 años, muriendo en 1093, después de haberle dado 6 hijos de los que solamente sobrevivió la Infanta Dña. Urraca. Hacia 1091 llega a la corte de Toledo la joven princesa Zaida-Isabel, viuda del rey de Cordoba Fath al–Ma’mun, la que para unos fue considerada esposa legítima y para otros concubina del rey, que por aquel entonces ya contaba con 51 años, casado con Constanza, una mujer enferma que no le había dado un heredero. Las aventuras extramatrimoniales de los monarcas eran habituales y las crónicas no se hubieran hecho eco si no fuera porque en 1093 nacía su único hijo varón Sancho Alfónsez. La princesa Zaida moría de sobreparto hacia 1107?. El malogrado Sancho murió en la famosa batalla de Uclés en 1108, cuando era niño, a la temprana edad de 12-13 años. El matrimonio con su tercera mujer, Berta o Alberta de Lombardia, tuvo lugar hacia el año 1094-95, muriendo la reina poco después, hacia 1099-1100, sin dejar descendencia. Ese mismo año el rey se vuelve a casar con una princesa de Francia, cuyo nombre fue asimismo Isabel. Reilly alude a un probable origen borgoñón de la reina Isabel. De este matrimonio nacieron dos infantas: Sancha y Elvira. La reina falleció en 1107 y fue enterrada en el Panteón Real de San Isidoro de León. Recientemente Reilly vuelve a presentar la idea del repudio del rey a su legítima esposa Isabel para contraer matrimonio con la princesa Zaida-Isabel, con el fin de confirmar los derechos al trono del infante Sancho. Para Gambra no deja de ser una hipótesis carente de fundamento serio, lo mismo que en el caso de su primera esposa. Levi-provençal mantiene el carácter de mero concubinato de aquellas relaciones, apoyándose en el hecho de que su nombe, Zaida o Isabel, no aparece en ningún diploma real, al contrario de lo que ocurre con sus esposas legales. Finalmente en 1108, se casó el rey por sexta vez con Beatriz, también francesa, la cual al morir el anciano monarca en 1109 regresa a su patria. Sabemos por el obispo Pelayo de Oviedo que el rey estuvo enfermo durante 18 meses, pero los médicos le aconsejaron que cabalgase un poco todos los días, en parte como terapia y, por otro lado, para que los musulmanes no se alegrasen de saberlo enfermo. En este mismo orden de cosas, la Primera Crónica General de España (Menéndez Pidal, 1955) recoge que “... andados 42 anos del reinado del rey Alfonso VI, estando en la ciudad de Toledo para descansar y gozar de los placeres de los cortesanos, adoleció; y cuidando los físicos darle consejo de sanidad, la enfermedad crecia cada día más. Y los físicos sabios sabiendo de sus costumbres le hacian cabalgar cada día un poco, para que tomase el sol y el aire para sanar y vivir, y también porque cuando los moros lo viesen cabalgar no osaran levantarse para correrle la tierra ni hacer mal alguno”128.

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GAMBRA, locus cit.p. REILLY, locus cit.p. R. MENÉNDEZ PIDAL, Primera Crónica General de España que mandó componer Alfonso el Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289. Tomo I y II, 1955, Ed. Gredos. 129 A. RUIZ MORENO, “Enfermedades y muertes de los reyes de Asturias, León y Castilla”. Cuadernos de Historia de España 6, 1946. 127

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Era el rey Alfonso VI una persona septuagenaria cuando murió, y según sostiene A. Ruíz Moreno es posible que muriera de cáncer o de tuberculosis crónica dado el tiempo que duró la enfermedad, sobrepasando el año, aun cuando nosotros no hayamos encontrado ninguna entidad nosológica de etiología infecciosa o tumoral entre los restos atribuidos al monarca129. Un hecho reseñable que nos podía haber ayudado a identificar los restos humanos atribuibles al rey Alfonso VI, radica en la secuela física que pudo suponer el recibir un lanzazo en una pierna en la batalla de Sagrajas o Zalaca, suceso que M. Carriedo transcribe así: “... hasta el mismísimo Alfonso logra llegar la guardia negra

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de Yusuf con sus escudos de piel de hipopótamo, uno de cuyos soldados le asesta una terrible puñalada que atravesando la loriga y la pierna se clava en la silla de montar”130. Sin embargo, el examen paleopatológico de la muestra no ha evidenciado ningún estigma de etiología traumática entre los restos óseos analizados, lo que podría responder a la omisión de la parte anatómica comprometida o al hecho de que la lesión solo afectara al paquete muscular sin interesar al periostio.

II.2. Alfonso VI y sus mujeres a través de la Comisión Provincial de Monumentos de León Las Actas de la Comisión Provincial de Monumentos de León131 dejan constancia del interés que suscitó en 1910 el descubrimiento de los restos del monarca Alfonso VI y de sus mujeres en el convento de las MM. Benedictinas de Santa Cruz de Sahagún, donde se encontraban depositados, y de los esfuerzos que con el objeto de trasladar dichos restos al Panteón Real de San Isidoro de León, llevaron a cabo los miembros de esta Comisión a lo largo de la primera mitad de este siglo. Proyecto que pese al empeño y gestiones realizadas, no llegó a materializarse. La historia más reciente de los restos mortales del rey Alfonso VI y sus esposas132 comienza el 23 de enero de 1909, cuando Rodrigo Fernández Núñez, Prof. de Dibujo en el Instituto General y Técnico de Zamora, académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando, dirige una carta a Eduardo Saavedra, de la Real Academia de la Historia (RAH), en la que da cuenta del hallazgo de los restos de Alfonso VI y sus cuatro mujeres en Sahagún133. En ella transcribe un documento pegado a la caja de madera en la que se hallaron los restos que, firmado por M. Echano, decía lo siguiente: RESTOS MORTALES DEL AUGUSTO MONARCA DON ALONSO EL VI. Estos son los restos mortales del piadoso Monarca Dn. Alonso el VI: en la Iglesia estaban colocados en un magnifico sepulcro, situado en medio de la gradería del presbiterio hasta su total ruina, verificado en el año 1810. Con este motivo se recogieron con esmero y se conservaron en la cámara abacial hasta el año de 1821, en el que habiéndonos el Gobierno Constitucional expelido del Monasterio, y no siendo posible trasladarlos a parte segura, el Rmo. P. Dn. fr. Ramón Alegría, abad de este monasterio en dicha época, dispuso depositarlos en una sepultura nueva junto a la pared meridional de la capilla y al altar del divino Crucifixo, metidos en la misma caja, que va inclusa. Más ocurrió en la mañana del 19 de Diciembre de este año de 1834 el abrir dicha sepultura con motivo del fallecimiento del P. fr. Bernardo Mármol, se descubrió el secreto en presencia del mismo P. Alegría, y de un numeroso concurso. Por lo que el actual prelado el mui Ilustre Sr. Dn. Fr. Bernabé Balsinde mandó recogerla con cuidado meterla dentro de esta nueva caxa y reservarla en el archivo de este monasterio (donde se custodian también sus quatro augustas Esposas), para colocarlos juntamente con la maior suntuosidad y decoro en el lugar más distinguido del nuevo Santuario, que se está construiendo; cuio punto está distintamente designado en el plan de dicha Yglesia, y aprobado por la Real Academia de Madrid en su Junta Ordinaria del 16 de octubre del año 1825 = San Benito de Sahagún y Enero 22 de 1835. Fr. Miguel Echano. Arquitecto. El Sr. Rodríguez Núñez enumera los huesos del monarca en un somero inventario y dice: “…con ellos se encuentran otros huesos que no pertenecen a éstos y que indudablemente al ser trasladados tantas veces se han mezclado, perteneciendo quizá a los de las reinas, la cual no ha visto con tanto detenimiento”. Continúa precisando que la caja de las reinas está dividida en cuatro compartimentos con el nombre de cada una de ellas y que tales restos habrían sido cuidadosamente recogidos por Echano, Fr. Bernabé Balsinde, el abad del Convento, P. Alegría y el P. Holguín. Cuando se fueron de Sahagún por la exclaustración, en 1835, habrían entregado los restos a una familiar de Balsinde, Manuela Sargado, monja en la Comunidad Benedictina de Sahagún, quien los conservó en secreto hasta el punto de que una Comisión formada en 1873 por el Gobernador Civil, la Comisión de Monumentos y el Ayuntamiento, inútilmente los buscó en el Convento de las MM. Benedictinas y en la propia localidad. Por lo tanto, sigue indicando Fernández Núñez, los restos habrían permanecido ocultos desde 1835 y “… ahora la suerte ha hecho que él sea el encargado de ponerlos a la luz del día”, por lo que solicita que, en premio a tal labor, la Real Academia de la Historia le nombre miem-

130 M. CARRIEDO TEJEDO, Historia de León. El Reino de león en la Edad Media. Vol. II. Crónica de Treinta Reyes: de Pelayo a Alfonso VI (7181109), La Crónica 16 de León. León, 1997. 131 Las Actas hemos podido consultarlas en su depósito actual, la Biblioteca Pública de León, y agradecemos muy sinceramente a su Director, D. Alfredo Díez Escobar las facilidades que nos dio para tal tarea. Estas son las referencias de interés para este estudio, que incluyen, además de la tentativa de 1911 y 1920 de llevarse los restos a León: Actas de la Comisión de Monumentos, de 1889 a 1921, hoja 64 v. y 65 r.; hoja 68 r; hoja 68 v.; hojas 74, 75 y 76; hoja 107 r., los intentos de 1948 y 1954: Actas de la Comisión de Monumentos, de 1931 a 1955, hoja 37 r.; hoja 38 v.; hoja 40 v.; hoja 78 v.; hoja 80 v.; hoja 92 r.; hoja 92 v. 132 En la página Web de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes existe un enlace (http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra. html?Ref=322596&portal=111), al que remitimos, puesto que permite acceder a los documentos originales y también a los informes publicados en el Boletín de la Real Academia de la Historia relacionados con este asunto. Este expediente, con la signatura CALE/9/7959/43, fue dado a conocer en: J. ÁLVAREZ-SANCHÍS, L. M. CARDITO, Comisión de Antigüedades de la Real Academia de la Historia Castilla y León. Catálogo e índices, 2000. 133 El informe es publicado en el Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH), vol. 55, 1909, pp. 497-502, por el Conde de Cedillo.

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bro correspondiente. La RAH encarga al Conde de Cedillo, miembro de la Comisión de Antigüedades de la Real Academia, la emisión de un informe, en el que, antes de proceder a un análisis osteológico y arqueológico de los restos, estima que el Sr. Fernández Núñez debe aclarar ciertos interrogantes, en concreto qué ha pasado con los restos humanos entre 1835 y el tiempo, 1909, en que se da a conocer su existencia. Entre tanto, Fernández Núñez dirige una carta a la RAH en la que dice que si no indica el lugar en el que se encuentran los restos es porque el propietario de la finca en la que se encuentran exige 14.000 pts. por descubrir el secreto e insiste en que, si la Academia le estima acreedor a ello, que le favorezca con el nombramiento de correspondiente. Además, en enero de 1910, amplía sus informaciones sobre los restos con el fin de contestar a las preguntas del Conde de Cedillo, indicando que fue en 1908 cuando, con ayuda del capellán D. Pedro Pérez lograron descubrir las cajas llenas de polvo y telarañas en una dependencia del Convento de las Benedictinas y que el secreto de las cajas había pasado, antes de morir, de sor Manuela Sargado a sor Benita González y, por lo mismo, de ésta a sor Socorro Moure, a sor Escolástica González y a sor María Escudero, quien fallecería en 1891, sin que se sepa si reveló a alguien el ‘secreto’134. Ante todo ello, la Real Academia de la Historia encarga un informe técnico a la Comisión de Monumentos de León en mayo de 1910, el cual es encomendado a Elías Gago Rabanal y Eloy Díaz Jiménez y Molleda, quienes lo remiten el mes de septiembre siguiente. El 25 de noviembre el Conde de Cedillo da a conocer su informe sobre el estudio realizado por los dos miembros de la Comisión de Monumentos de León, quien somete a aprobación de la Academia las siguientes proposiciones: 1. Los restos hallados son los del rey Alfonso VI y sus esposas. 2. Publicar el informe de Gago y Díaz-Jiménez en el Boletín de la Academia135. 3. Que se depositen los restos en “…lugar digno y seguro, que muy bien podría ser el histórico, artístico y venerado panteón regio de San Isidoro de León”.4. Agradecer a la Comisión de Monumentos de León, y, en particular, a E. Gago y Díaz-Jiménez, “…por el celo con que ha procedido en este asunto136…”. En 1920 hubo otro intento por concretar la fecha del traslado de los despojos reales en el mes de agosto de ese mismo año, a instancias de la Comisión Organizadora del 9º Centenario del Fuero de León de 1020, que lo quería hacer coincidir con dicha conmemoración. Esta propuesta no se materializó, no volviendo a plantearse de nuevo este asunto hasta el año 1948, en que la Real Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro pidió a la Comisión de Monumentos que agilizase la solicitud del traslado de los restos mortales de Alfonso VI y sus esposas al Panteón Real de San Isidoro. De ese mismo año datan sendas comunicaciones remitidas por la Academia de Bellas Artes, una de ellas relativa al apoyo solicitado ante el Ministerio de Educación Nacional, y la otra autorizando el traslado a León de los restos del citado rey y de sus esposas. No hay más noticias sobre el estado de la cuestión hasta 1953, condicionadas en este caso por el nuevo interés mostrado hacia este proyecto por la Academia de la Historia. A lo largo de ese año se redactaron diversos informes sobre la conveniencia de dicho traslado al Panteón de los Reyes, y se llevaron a cabo nuevas gestiones, una de ellas tendente a conseguir la mediación del Abad de Monserrat, bajo cuya jurisdicción se encontraba el monasterio de las MM. Benedictinas de Sahagún. Aunque no lo recogen las Actas, esta gestión no prosperó ya que sabemos que el Abad de Monserrat denegó la autorización por oponerse al traslado el Capítulo de la Comunidad de Monjas de Santa Cruz de Sahagún.

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BRAH, Tomo 56, 1910, pp. 442-444. El informe se publicaría el año siguiente: J.E. DÍAZ-JIMÉNEZ Y E. GAGO, “Autenticidad de los Restos Mortales de Alfonso VI y de sus cuatro mujeres: Inés, Constanza, Zayda y Berta”. Boletín de la Real Academia de la Historia, T. 58, 1911, pp. 40-55. 136 Conde de Cedillo, “Sobre el Informe de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de León acerca de la autenticidad de los restos mortales del Rey Don Alfonso VI de Castilla y León y de los de sus esposas”, BRAH, Tomo 58, 1911, pp. 36-40. 135

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La última noticia registrada al revisar los fondos de la Comisión de Monumentos es una carta enviada por el Presidente de la Comisión a la Delegación de Hacienda de León, solicitando la documentación relativa a los restos de Alfonso VI y sus esposas que se encontraba depositada en ese organismo.

II. 3. Antecedentes: Informe técnico sobre los restos de Alfonso VI y cuatro de sus mujeres El inventario osteológico que hicieron en su día los señores Díaz-Jiménez y Gago, es el siguiente: La caja atribuible al rey Alfonso VI: en ella se han contabilizado un total de 11 apartados anatómicos, que seguidamente reproducimos y hacemos algunas observaciones al respecto:

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1.- Dos porciones de los parietales y el occipital de un cráneo. 2.- Gran parte de la bóveda de otro cráneo formada por el coronal (entiéndase frontal) bien conservado y los parietales. Un húmero. 3.- La rama derecha de un maxilar inferior que por su delicada textura debió pertenecer a persona muy joven; no conserva dientes ni muelas, pero hay señales inequívocas de que unos y otras desaparecieron postmortem. 4.- Cinco huesos iliacos (coxales) de diferentes esqueletos, como lo demuestra su diferente tamaño. 5.- Una vértebra cuyas principales apófisis están destruidas. 6.- Parte de un omóplato de constitución delicada. 7.- Un fémur poco robusto de una longitud de 0,41m y restos de otros dos. 8.- Tres tibias y un fragmento de otra, pertenecientes a distintos esqueletos. 9.- Un peroné que corresponde a una de las tibias de mayor espesor antes descritas. 10.- Un calcáneo. 11.- La extremidad inferior de un cúbito. La caja que guarda los restos de las reinas: se encuentra dividida en cuatro compartimentos aludiendo cada uno respectivamente a su dueña. De ella se extrajeron los siguientes restos: 12.- Dos fémures y dos tibias. La tibia izquierda, en la parte superior de su cara externa, presenta una exóstosis (en realidad es la derecha). Dicha secuela patológica es la que aprovecharon los comisionados para adscribir los restos óseos al rey y probar la autenticidad que iban buscando. Pero en realidad estos huesos largos deben atribuirse, según nuestras propias observaciones, a la reina Constanza, segunda esposa del monarca, la más longeva, pues cuando contrae matrimonio con el rey, ya era viuda y con hijos, circunstancia que acreditaba su capacidad para dejar descendencia, situación que el rey todavía no había resuelto tras la muerte de su primera esposa.

Inés 13.- Un cráneo completo, cuyos maxilares tienen toda la dentadura, pues aun cuando faltan algunos dientes, estos se perdieron postmortem. Dos húmeros, varias vértebras y un hueso de la pelvis. Las etiquetas no se corresponden con los restos que se adscriben, por parte de E. Gago y E. Díaz-Jiménez, a la reina Inés. Esta es una de las conclusiones a las que llegamos ahora, después de revisar nuestro primer trabajo y conocer nuevos datos biográficos de los personajes. Este error viene repitiéndose ya desde el estudio de los comisionados, pues la reina Inés fue la que falleció posiblemente a edad más temprana, casándose así mismo muy joven, y esta circunstancia concuerda con los restos que se venían atribuyendo tradicionalmente a Constanza, por lo que creemos que lo contenido en ambas cajas debería intercambiarse.

Constanza 14.- Un cráneo, que por la sinóstosis de sus huesos (entiéndase suturas), perteneció a persona mayor que la anterior y las subsiguientes, pero que no debió llegar a los cuarenta años. El cráneo tiene un ligero bulto en la parte superior y media del frontal. La dentadura está completa. Consérvanse los huesos de las extremidades con una deformidad en la cavidad cotiloidea del innominado izquierdo, por lo que aquella es poco profunda; la cabeza articular del fémur correspondiente está atrofiada. El sacro y restos de costillas y vértebras. El bulto que hallaron en el frontal es conocido en Paleopatología con el término de osteoma en placa, que no es otra cosa que un tumor benigno. Y asimismo, también se colige, de lo dicho en el párrafo anterior, un problema en la articulación sacro-iliaca, posiblemente de naturaleza congénita y a tenor de las evidencias señaladas por los autores del informe, se puede diagnosticar como un caso de luxación congénita de cadera.

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Dado que la reina Constanza fue la segunda esposa del rey, una mujer que falleció en la madurez de la vida, creemos que existe un error en el etiquetado de los restos óseos, como ya queda dicho, y que éstos asignados a Constanza deben atribuirse a su primera esposa, la reina Inés, que murió joven. Se observan signos de juventud en la ausencia del cierre de las suturas craneales, en el escaso desgaste dental y en el patrón de remodelación de la sínfisis púbica. Es posible que esta confusión se haya podido producir durante los trasiegos a los que fueron sometidos los huesos en la cadena de custodia.

Berta 15.- Un cráneo, al que le falta el temporal derecho, es de persona joven, pues las suturas aparecen bien marcadas. Los maxilares conservan la dentadura. Vértebras y fragmentos de varios huesos. En este caso omiten la presencia de unos surcos o incisiones intencionales en sendos incisivos laterales superiores que, posiblemente, pudieron servir como puntos de anclaje de una prótesis dental.

Isabel (Zaida) 16.- El frontal y los parietales de un cráneo de una persona joven; la mitad del maxilar inferior, habiendo perdido una muela en vida. El sacro y restos casi pulverizados de los demás huesos del esqueleto. En resumen, se podría decir que el estudio osteológico realizado con anterioridad por Díaz-Jiménez y Gago, contabiliza un total de 6 individuos, cuyo número determinan a partir de las evidencias craneales que se registran en el inventario óseo. Con respecto a las notas de interés en el campo de la Paleopatología, reseñan la existencia por un lado, de un posible osteoma en el cráneo atribuido a la reina doña Constanza –la que ahora identificaríamos como Inés -, y, por otro, de una luxación congénita de la cadera, a sugerencia de la descripción anatómica que exponen los peritos al referirse a un bulto o a una cabeza femoral atrofiada con un acetábulo inapropiado para alojar el caput femoris.

II.4. Protocolo de actuación en el estudio antropológico: Intervención in situ El día 29 de junio de 1999, contando con la anuencia de la Comunidad de religiosas MM. Benedictinas de Santa Cruz de Sahagún y con el conocimiento de la Comisión Territorial de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León, procedimos a la apertura de los sepulcros. El del lado del Evangelio, que se adjudica a Alfonso VI contenía en su interior una caja de madera de chopo ensamblada a cola de milano y claveteada con clavos de forja, que mide 0,69 m de largo x 0,25 m de ancho y 0,25 m de alto. Está provista de una cubierta lisa, sujeta con dos bisagras. Esta primera caja albergaba otra de menores dimensiones, también con clavos de forja, de 0,58 m de largo x 0,20 m de ancho y 0,20 m de alto; la cual se encontraba parcialmente rota en el fondo y en uno de sus laterales menores. Situado en el lado de la Epístola está el segundo sepulcro que se atribuye a las esposas del monarca. Es un sarcófago liso de mármol blanco posado sobre dos apoyos también trapezoidales, en este caso con sencillas molduras. La tapa es plana, similar a la del primer sepulcro. Una vez abierto el sarcófago, se halló una caja de madera cuadrangular de 0,79 m de largo x 0,47 m de ancho y 0,18 m de alto, con una cubierta plana constituida por 9 tablillas de madera de pino sin desbastar. En ambos casos, los restos óseos aparecieron envueltos en cendales constituidos por retazos de tela damasquinada de tono burdeos. El protocolo de actuación se llevó a cabo in situ, en una sala acondicionada como laboratorio de Antropología Física en las mismas dependencias de las MM. Benedictinas. En un principio, se procedió a la identificación e inventario de los distintos huesos recogidos en las dos cajas de madera. Tras esta primera labor de identificación procedimos a la agrupación de los restos óseos que pudieran pertenecer a un mismo individuo, ya que los huesos se encontraban mezclados, comportándose la distribución de los mismos como si de un auténtico osario se tratara. Posiblemente,

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esta confusión provenga de las anteriores manipulaciones que, sin duda, ha sufrido el Panteón, especialmente en el siglo XIX. El hecho de que no se lavaran los huesos con agua, tratamiento que suele ser habitual en la preparación del material óseo antes de proceder al estudio antropológico propiamente dicho, nos facilitó la labor de individualización de los restos. Así, además de fijarnos en la longitud de los huesos largos y diámetros de las superficies articulares, nos sirvió de gran ayuda la pátina externa que exhibían. Pudimos constatar que la coloración difería de unos huesos a otros, variando desde el color sepia al marrón oscuro, al mismo tiempo que presentaban una considerable dosis de polvo, aquella que se había ido acumulando con el paso del tiempo, si exceptuamos algunos que, sorprendentemente, aparecieron manchados de barro. En los restos atribuidos por su etiqueta como pertenecientes a la reina Constanza, ahora adjudicados a Inés, la tonalidad más oscura de los huesos favoreció la reconstrucción casi completa del esqueleto. Este color marrón se debe a la presencia del “icor cadavérico”, que no es otra cosa que los restos de materia orgánica –cadaverina– procedente de la descomposición del cuerpo, los cuales imprimen al hueso un tono atezado. Tras la agrupación de los distintos elementos anatómicos pertenecientes a un mismo individuo, procedimos a la reconstrucción del esqueleto colocando los huesos en conexión anatómica.

Fig. 19. Homúnculos con la representación anatómica en la determinación del Número Máximo de Individuos (10)

Como ya hemos dicho, cada uno de los compartimentos del cajón que recoge los restos de las cuatro reinas, llevaba una etiqueta identificativa con el nombre correspondiente, a saber, Inés, Constanza, Berta y Zaida, aunque la realidad se revela bien distinta al descubrir, por un lado, la confusión entre los restos de Inés y los de Constanza, y por otro, la dispersión de los huesos por las distintas casillas, e incluso algunos atribuibles a las reinas, habían ido a parar a la caja perteneciente al monarca. Los restos óseos que albergaban las dos cajas fueron siglados con dos letras, MB, y un dígito. Dichas siglas hacen referencia a las Madres Benedictinas del Convento de la Santa Cruz de Sahagún. En la numeración se utilizaron dígitos correlativos del 1 al 5, el primero para el contenedor perteneciente al monarca (MB-1) y los siguientes para los cuatro compartimentos del cajón de las reinas.

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En otro orden de cosas, también se realizaron los homúnculos para cada uno de los individuos, representando mediante sombreado las distintas partes anatómicas adjudicadas a cada sujeto, información que se recogió en un amplio reportaje fotográfico llevado a cabo en el transcurso de los trabajos. Una vez determinado el número total de individuos, nos ha llamado la atención el hecho de que se duplicaran los personajes con respecto a la información de partida –Alfonso VI y 4 de sus mujeres–, puesto que hemos podido determinar la existencia de 10 individuos estimados como número máximo, entre los que encontramos restos óseos de dos sujetos inmaduros y ocho adultos, 4 mujeres y 4 varones. Hay que decir que la representación anatómica no es en todos la misma, siendo casi completa para Inés, Constanza y Berta, y paradójicamente, bastante parca la muestra adjudicada al monarca, así como casi simbólica en los sujetos inmaduros. Además, los restos humanos aparecieron mezclados con fragmentos de fauna doméstica.

II.5. Caja atribuible al rey Alfonso VI (fig. 20) La caja de madera donde se guardaron los restos identificados, presumiblemente con los despojos mortales del monarca, presentaba dos etiquetas adheridas en la parte exterior de la tapa. El texto de la superior es el siguiente: Los restos mortales de D. Alonso el VI fueron depositados en este sepulcro con gran solemnidad el día 17 de febrero del año 1954, fecha en la que fueron trasladados desde los claustros hasta el coro bajo, siendo depositados, para la ocasión, en sendos sarcófagos137. Igual reseña encontramos al descubrir el cajón con los restos de las reinas. Estos datos constan en un acta notarial que guardan las MM. Benedictinas, existiendo una copia de la misma en el Ayuntamiento de la Villa. En la etiqueta inferior, que parece más antigua, se puede leer: Restos mortales del augusto Monarca Dn alonso el VI. Adelantándonos al apartado donde aparecen desglosados todos y cada uno de los huesos identificados, podemos decir que se trata del cajón más controvertido en cuanto a contenido osteológico se refiere, contando tan solo con unos 21 elementos óseos, entre los que consignamos la presencia de dos calvarias, una joven y otra adulta, y una mandíbula. El resto del material óseo correspondía a distintas partes anatómicas del esqueleto postcraneal de diferentes individuos. Inventario osteológico del contenido de la caja. A continuación pasamos a exponer y describir sucintamente las partes anatómicas identificadas. 1.- Coxal derecho cuya morfología es compatible con el sexo masculino. 2.- Coxal izquierdo adscrito a un individuo adulto masculino que no es el homólogo del anterior. 3.- Cuerpo de una vértebra dorsal con la impronta de un nódulo de Schmorl. 4.- Calcáneo izquierdo que fue atribuido a los restos de Constanza, ahora Inés. 5.- Fragmento del cuerpo mandibular que abarca desde el tercer molar dere137 Vid. nota 105 supra. cho al segundo premolar izquierdo. Conserva solo in situ los tres molares derechos poco desgastados, lo que es indicativo de una persona adulta joven (se adjudica a Berta). 6.- Extremo distal de un húmero izquierdo de aspecto masculino. 7.- Sacro que pertenecía a Inés, ahora Constanza. 8.- Parietal derecho con las suturas permeables. 9.- Escápula izquierda. 10.- Diáfisis del húmero izquierdo de un sujeto infantil. 11.- Radio derecho posiblemente masculino. 12.- Húmero derecho de apariencia masculina a tenor del notable relieve de inserción del músculo deltoides. 13.- Restos de una calota de un joven que conserva el occipital y ambos parietales con las suturas mendosas aún permeables. Fig. 20. Caja con los restos del rey Alfonso VI

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14.- Parte posterior de la bóveda de un hombre donde se aprecia una protuberancia occipital externa bien desarrollada de grado 4 según la clasificación de Broca. 15.- Tibia derecha con una exóstosis en la cara externa que contacta con el extremo proximal del peroné. 16.- Tibia izquierda, homóloga de la anterior, las cuales son compatibles con el sexo femenino, y ambas se asignaron al esqueleto de la que pudiera ser la reina Inés, ahora Constanza. 17.- Fémur derecho femenino con un área porosa en la zona del cuello. 18.- Fémur izquierdo, con síndrome criboso en el cuello, que hace pareja con el anterior y con las tibias que acabamos de describir. En el extremo distal del cóndilo lateral se aprecia una pequeña porosidad en la carilla articular. Todos estos elementos anatómicos pertenecían al esqueleto de la reina Inés, ahora identificada como Constanza. 19.- Pubis izquierdo de un coxal masculino con una morfología de la sínfisis propia de una persona mayor de 50 años. 20.- Pieza dental suelta correspondiente al primer premolar. 21.- Diente aislado, identificado como un segundo premolar.

II.6. Caja con los presuntos restos de las Reinas (fig. 21) La tapa que cerraba el cajón dividido en cuatro compartimentos también mostraba adherida en la superficie externa una etiqueta con la siguiente leyenda: Los restos mortales fueron depositados en este sepulcro de la Reina Inés el día 17 de febrero del año 1954. Además, en un lateral de cada casilla aparecía anotado el nombre de cada reina mediante etiquetas individuales: Restos mortales de la Reyna Dª Ynés muger del Sr Rey Dn Alonso el VI. Restos mortales de Dª Constanza muger del Sr Rey Dn Alonso el VI. Restos mortales de Dª Alberta muger del Sr Rey Dn Alonso el VI. Restos mortales de Dª Zayda o Isabel muger del Sr Rey Dn Alonso el VI. Antes de comenzar con la descripción del material de cada compartimento vamos a mencionar como dato de interés el número de piezas contabilizadas en cada casilla con el fin de ofrecer una idea aproximada del volumen óseo manejado en este estudio. En el apartado con la etiqueta de Inés, que pasa a ser de Constanza, se registraron 47 piezas; en la cuadrícula de Constanza, ahora de Inés, la más prolífica de todas, se contabilizan 70 huesos; en el caso de Berta se reducen a 33 los restos óseos, y por último, en la sección de Zaida se hallaron 45 elementos óseos, siendo este compartimento el que deparó más restos faunísticos.

Compartimento de Inés: Restos mortales de la Reyna Dª Ynés muger del Sr Rey Dn Alonso el VI. 1.- Cráneo en buen estado de conservación que por su aspecto grácil se atribuye a una mujer frisando los cuarenta. El desgaste de las superficies oclusales o de masticación de los dientes se adscribe a una persona entre 35-40 años o más. El segundo molar derecho presenta una caries cervical distal y el segundo incisivo izquierdo aparece fracturado con carácter póstumo. Estos indicios de cierta madurez son los que nos han puesto sobre aviso de que existiera una posible confusiónentre lo que reza la etiqueta y los huesos depositados en este compartimento. Por ello, hemos considerado que dichos huesos podrían pertenecer a la reina Constanza que, aun casándose en segundas nupcias con el rey, todavía vivió durante 13 años. 2.- Fragmento mandibular correspondiente a la rama izquierda y al tercer molar. 3.-Premolar suelto.

Fig. 21. Caja que contenía los restos de las reinas

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4.-Fragmento de costilla. 5.-Escápula derecha. 6.-Fragmento de escápula izquierda. 7.-Clavícula derecha de aspecto femenino. 8.-Segundo metatarsiano. 9.-Parte de la diáfisis de un peroné. 10.-Cúbito derecho. 11.-Coxal derecho femenino con evidentes cicatrices del parto en la cara dorsal del pubis. 12.-Coxal izquierdo que presenta deteriorada la sínfisis púbica y la rama descendente del pubis. 13.-Pubis izquierdo de un individuo joven menor de 18 años. 14.-Fragmento de la diáfisis de una tibia derecha masculina. 15.-Húmero derecho femenino. 16.-Húmero izquierdo homólogo del anterior. 17.-Cúbito derecho femenino. 18.-Radio izquierdo. 19.-Fémur derecho. 20.-Fémur izquierdo que ha perdido el caput fémoris; hace pareja con el anterior. 21.-Extremo distal de un fémur. 22.-Costilla derecha con el extremo esternal degenerado por la edad. 23-25.-Tres costillas del lado derecho. 26-27.-Dos costillas del lado izquierdo. 28.-Costilla infantil derecha. 29.-Fragmento costal derecho. 30-33.-Fragmentos costales. 34.-Calcáneo derecho de aspecto femenino. 35.-Vértebra lumbar con signos de reabsorción ósea en la superficie inferior del borde anterior. 36.-Vértebra lumbar 37.-Vértebra dorsal. 38.-Primera vértebra cervical o atlas. 39.-Vértebra cervical. 40.-Vértebra lumbar deteriorada. 41.-Vértebra lumbar. 42.-Vértebra dorsal. 43.-Vértebra dorsal de un joven 44.-Metatarsiano de porte femenino. 45.-Apófisis espinosa vertebral. 46.-Fragmento diafisario no identificable. 47.-Fragmento costal.

Compartimento de Constanza: Restos mortales de Dª Constanza muger del Sr Rey Dn Alonso el VI 1.-Cráneo femenino en buen estado de conservación con las suturas completamente permeables. Se aprecia un gran osteoma osteoide en el lado derecho del frontal. El grado de atrición es atribuible a una persona entre 18-22 años. Esta relativa juventud, denunciada por el escaso desgaste dental y la falta de obliteración de las suturas de la bóveda craneal, los hacen compatibles con la persona de Inés, primera esposa del rey, y no con los de Constanza como hasta ahora se creía. 2.-Escápula izquierda femenina. 3.-Escápula derecha femenina que hace pareja con la anterior. En ambos omóplatos se comprueba la existencia de acromion bipartito, piezas que se han perdido con carácter póstumo. 4.-Coxal izquierdo femenino que denota una luxación congénita de cadera e incipiente faceta articular secundaria en la cara dorsal del ilion, fruto de la dislocación espontánea de la cabeza femoral, la cual se dirigía hacia la parte posterior de coxal. También se observan tenues marcas de parto en el pubis, pese a que las fuentes documentales señalan que no dejó descendencia. 5.-Coxal derecho femenino, homólogo del anterior, que no manifestaba displasia. 6.-Esternón provisto de tres esternebras que estaban fusionándose cuando ocurrió el óbito. 7.-Posible tercer molar mandibular con una caries cervical.

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8.-Incisivo central mandibular. 9.-Fragmento derecho del cuerpo mandibular que abarca desde el P2 al M3. 10.-Manubrio o mango del esternón atribuible a un hombre de complexión robusta y de edad avanzada, a decir de la degeneración ósea que presentan las carillas que sirven de apoyo a las clavículas. 11.-Fémur derecho grácil, propio de una mujer. 12.-Tibia derecha femenina con una pequeña faceta de acuclillamiento y ligera periostitis. 13.-Radio derecho atribuible a una mujer. 14.-Cúbito derecho de aspecto femenino. 15.-Húmero izquierdo. 16.-Húmero derecho que hace pareja con el anterior. 17.-Clavícula derecha. 18.-Clavícula derecha. 19.-Clavícula derecha con el extremo esternal sin osificar. 20.-Primera vértebra cervical o atlas. 21.-Segunda vértebra cervical o axis. 22-25.-Vertebras cervicales. 26.-34.-Vértebras dorsales. 35-36.-Vértebras lumbares. 37-39.-Vértebras lumbares de una persona de edad a tenor de los grandes osteofitos o labiación ósea que presentan los bordes de los cuerpos vertebrales; estas excrecencias óseas en personas longevas son secuelas de los procesos degenerativos de las articulaciones. El canal medular de las vértebras estaba obstruido con pellas de barro, lo que nos hace suponer que los restos estuvieron enterrados en contacto directo con el suelo. 40.-Vértebra dorsal con ligeros osteofitos. 41.-Sacro con labiación en el promontorio. 42.-Fragmento de apófisis espinosa de una vértebra lumbar. 43.-Astrágalo izquierdo. 44.-Primer metatarsiano izquierdo atribuible a un varón. 45.-Primer metatarsiano derecho masculino. 46.-Catorce metatarsianos (cuatro de ellos son quintos metatarsianos) y una falange proximal. 47.- Siete metacarpianos y tres falanges proximales. 48.-Una rótula derecha con osificación del ligamento rotuliano. 49.-Diáfisis de un peroné manchado de tierra. 50.-Fragmento diafisario derecho de una tibia infantil, correspondiente a los dos tercios del extremo proximal. 51.-Posible fragmento izquierdo de una tibia infantil muy deformada por la osteomielitis, inflamación ósea que ha provocado la esclerosis del canal medular. 52.-Fragmento diáfisis peroné. 53.-Fragmento diáfisis humeral 54.-Peroné izquierdo, falta el extremo proximal. 55.-Mitad proximal de un peroné de aspecto robusto posiblemente masculino. 56.-Mitad proximal de otro peroné atribuible a un sujeto grácil. 57.-Fragmento diafisario correspondiente a restos faunísticos. 58.-Extremo distal de un peroné derecho. 59.-Restos de cresta ilíaca. 60.-Fragmento de la diáfisis de un húmero manchado de tierra. 61.-Fragmento de diáfisis femoral. 62.-Fragmento diafisario no identificable. 63.-Fragmento de cresta ilíaca sin fusionar con el ala del ilion. 64.-Escápula derecha. 65.-Restos de un omóplato. 66.-Porción de la rama descendente del pubis. 67.-Numerosas costillas con los extremos esternales propios de una persona joven. Las costillas muestran una pátina negruzca que las hace compatibles con el resto de los elementos esqueléticos atribuibles a Constanza, ahora Inés. 68.-Costillas manchadas de tierra pertenecientes a un sujeto de avanzada edad y de complexión fuerte. 69.-Costilla de animal. 70.-Restos de materia orgánica de color negruzco.

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Compartimento de Berta: Restos mortales de Dª Alberta muger del Sr Rey Dn Alonso el VI 1.-Cráneo en buen estado de conservación tras la recuperación del temporal derecho, el cual fue hallado en la casilla de Zaida. Tanto la permeabilidad sutural como el escaso desgaste que presenta la superficie de masticación de los dientes nos sugiere que se trata de una mujer adulta joven de unos 20 años. Nos llama la atención la presencia de un surco intencional en sendos incisivos laterales que posiblemente esté relacionado con la sujeción de una prótesis dental en los incisivos centrales los cuales habían desparecido postmortem. 2.-Mandíbula completa que no encajaba en este cráneo. Se atribuye a una persona de 40-45 años a decir del grado de atrición de las superficies oclusales y la inclinación de las ramas mandibulares. 3.-Parte de la rama derecha de una mandíbula. 4.-Primer metatarsiano algo deteriorado y manchado de tierra atribuible a un varón. 5.-Tercer metacarpiano derecho asignable por su gracilidad a una mujer. 6.-Vértebra lumbar. 7.-Clavícula izquierda de una persona joven ya que conserva el extremo esternal sin osificar completamente. 8.-Apófisis espinosas y transversas de un sujeto infantil, sin fusionar al cuerpo vertebral (vértebra dorsal). 9.-Axis de un individuo adulto. 10-12.-Vértebras dorsales de un adulto. 13.-Tercera vértebra cervical. 14.-Radio izquierdo compatible con el sexo femenino. 15.-Radio izquierdo de adscripción femenina. 16.-Radio derecho. 17.-Húmero izquierdo femenino. Ha sido reconstruido a partir de dos fragmentos. 18.-Humero izquierdo al que le falta el extremo distal. 19.-Tercio distal de un húmero derecho. 20.-Extremo distal o inferior de un húmero izquierdo (18). 21.-Tercio proximal de un cúbito derecho. 22.-Parte de un calcáneo derecho. 23.-Tercio distal de un radio derecho. 24.-Fémur derecho masculino de aspecto robusto. 25.-Peroné izquierdo con pátina oscura. 26.-Tibia derecha robusta compatible con el fémur anterior (24). 27.-Mitad proximal de una tibia izquierda. 28.-Coxal derecho de aspecto masculino. 29.-Parte del coxal izquierdo que ha perdido el pubis. Se corresponde con el coxal descrito con el número 28. 30.-Peroné derecho que hace pareja con la tibia que presenta la exóstosis, la cual fue asignada al esqueleto de Dña. Inés, ahora de Constanza. 31.-Sacro. 32.-Fragmento de una escápula. 33.-Carilla articular de una vértebra. 34.-Catorce costillas y pequeños fragmentos costales. 35.-Una costilla infantil. 36.-Parte de una vértebra y apófisis espinosa de procedencia animal. 37.-Resto faunístico atribuible a una porción de cráneo. 38.-Trozo de enlucido.

Compartimento de Zaida: Restos mortales de Dª Zayda o Isabel muger del Sr Rey Dn Alonso el VI 1.-Calota provista del frontal y los parietales, los cuales presentan numerosas improntas de vascularización. 2.-Temporal derecho que no correspondía con los restos craneales. 3.-Fragmento de un parietal derecho. 4.-Rama derecha y parte del cuerpo mandibular con marcados tubérculos mentonianos y prominencia del mentón. Su aspecto cuadrangular se ajusta al de un varón adulto. Aparecía manchada de tierra. 5.-Mandíbula en buen estado de conservación. Su pátina oscura la hace asignable al esqueleto de Constanza, ahora Inés.

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6.-Coxal derecho de un adolescente mayor de 13-14 años. En el joven todavía no se había producido la obliteración de los centros secundarios de osificación de la cresta ilíaca y de la tuberosidad isquiática. 7.-Mesosternon correspondiente a una persona de avanzada edad a decir de la osificación del cartílago Xifoides y degeneración de las carillas de inserción de las costillas. 8.-Clavícula izquierda. 9.-Premolar suelto. 10.-Escápula izquierda femenina llena de marcas de las pupas de los insectos que intervinieron en la descomposición cadavérica. 11.-Fémur izquierdo con la cabeza atrofiada en forma de tope de vagón. Pertenece a la reina Constanza, ahora identificada como Inés, la cual manifestaba una luxación congénita de cadera. 12.-Tibia izquierda con una pequeña faceta de acuclillamiento. 13.-Astrágalo derecho femenino. 14.-Vértebra dorsal de pátina oscura. 15.-Vértebra dorsal. 16.-Vértebra dorsal o torácica con ligeros osteofitos marginales y porosidad con pátina ebúrnea en la carilla articular superior izquierda. 17.-Vértebra lumbar. 18.-Fragmento del cuerpo de una vértebra lumbar con osteofitos. 19.-Fragmento del cuerpo de una vértebra dorsal con osteofitos. 20.-Fragmento del cuerpo de una vértebra dorsal. 21.-Apófisis espinosas. 22.-Diáfisis humeral izquierda. 23.-Diáfisis humeral izquierda 24.-Radio Izquierdo con la tuberosidad bicipital excavada. 25.-Mitad de un radio izquierdo manchado de tierra. 26.-Mitad distal de un peroné. 27.-Cúbito izquierdo cuyo aspecto grácil lo hace compatible con el sexo femenino. 28.-Tercio proximal de un peroné. 29.-Fragmento de la diáfisis de un peroné de apariencia grácil. 30.-Peroné derecho de pátina oscura. 31.-Primer metatarsiano derecho de apariencia femenina. 32.- Metatarsiano. 33.-Metacarpiano de coloración marrón. 34.-Falange proximal. 35.-Tibia derecha con ligera faceta de acuclillamiento. 36.-Diáfisis femoral izquierda robusta a decir del desarrollo que presenta la línea áspera o pilastra. 37.-Tercio proximal de un fémur izquierdo de aspecto robusto, el cual presenta deteriorada la cabeza. 38.-Tercio proximal de un húmero derecho cuya cabeza presenta pérdida de sustancia. 39.-Parte de una cabeza femoral. 40.-Pequeño fragmento de cabeza humeral. 41.-Vértebra lumbar. 42.-Restos faunísticos que computan un total de siete fragmentos diferentes. 43.-Parte de un acetábulo. 44.-Fragmento de acetábulo. 45.-Apófisis espinosa. 46.-Algunas costillas de color oscuro atribuibles a Constanza. 47.-Restos costales de una persona de avanzada edad. 48.-Costilla infantil.

II. 7. Determinación de los restos de fauna

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Los 11 fragmentos de hueso animal se hallaban dispersos por tres de los cuatro compartimentos del cajón que custodiaba los restos atribuibles a las reinas Constanza, Berta y Zaida. Mezclados con los restos humanos de la que pudiera ser Constanza, ahora Inés, apareció una costilla y un fragmento proximal de la diáfisis de una tibia izquier-

138 Las determinaciones faunísticas han sido realizadas por D. Carlos Fernández, del Área de Prehistoria de la Universidad de León, a quien agradecemos muy sinceramente su colaboración.

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da de ovicaprino, sin poder precisar si se trata de oveja o cabra. La tibia presenta una exfoliación parcial de la superficie cortical ósea, producto de procesos tafonómicos postdeposicionales. En el apartado etiquetado como perteneciente a Berta, encontramos un fragmento de vértebra lumbar, el cual conserva parte del cuerpo y una apófisis transversa atribuible a ovicaprino en lato sensu. También se identificó la parte derecha del neurocráneo de un ovicaprino. La mayor abundancia de restos faunísticos, con 7 fragmentos óseos, corresponden a la sección de la reina Zaida: - Fragmento proximal de una costilla atribuible a Bos taurus (toro). - Vértebra torácica de Sus domesticus (cerdo) que conserva parte del cuerpo y el inicio de la apófisis espinosa. Presenta un color blanquecino en superficie y primeros estadios de resquebrajamiento de la superficie cortical (exfoliación) debido a procesos tafonómicos postdeposicionales. - Cuboides y navicular derechos pertenecientes a Sus domesticus. Estos dos huesos son independientes en los suidos, si bien en este caso se encuentran parcialmente fusionados en sus carillas posteriores, lo cual podría estar relacionado con la veteranía del espécimen o ser una alteración de naturaleza patológica. Presenta marcas de carnicería en las superficies anteriores de ambos huesos en forma de finas incisiones longitudinales y paralelas entre sí, posiblemente debidas al proceso de despiece. - Escápula derecha de Ovis aries (oveja), en la que se aprecian marcas de carnicería a modo de profundas y anchas incisiones transversales al eje longitudinal del hueso. - Pelvis izquierda de un ovicaprino, la cual conserva el acetábulo y parte del ilion, isquion y pubis. Denota evidencias de actividad de carnívoros, probablemente cánidos, a tenor de los agujeros de punción y surcos dejados por los dientes al morder. - Fragmento distal de radio derecho de Ovis aries. Se trata de un ejemplar mayor de 3 años, como sugiere la presencia de la epífisis inferior fusionada. - Fragmento de un temporal derecho de un ovicaprino indeterminado.

II. 8. Estimación del número mínimo de individuos a partir de los restos humanos disponibles Tras la individualización de los restos óseos se aprecia una clara conservación diferencial con sujetos cuyo esqueleto está prácticamente completo, el caso de las reinas Inés, Constanza y Berta, mientras que en otros la representación anatómica es muy escasa, como queda reflejado en la (Fig.19). Lo que nos resulta paradójico es que los restos del rey no hayan corrido la misma suerte que los de las reinas, siendo como es la figura más importante a custodiar. Suponemos que los continuos traslados han producido este menoscabo en los que presumiblemente pudieran ser los despojos del monarca, unos restos atribuibles a una persona de edad avanzada. Con el fin de estimar el número mínimo de individuos (NMI) que integraban la muestra objeto de estudio, nos fijamos en la parte del esqueleto que más veces se repetía, esta fue el cráneo, ya sea completo o solo de alguna de las partes que lo integran. Así, disponemos del cráneo atribuible a la reina Inés, Constanza, Berta, una calota de Zaida, la parte posterior del cráneo de un varón, una calota de un sujeto inmaduro y un parietal derecho de un adulto. A partir de estos elementos de juicio se determinan 7 sujetos como mínimo, y como máximo 10, atendiendo a otros huesos que no se repiten pero que se excluyen por sus dimensiones, pátina, y/o aspecto morfológico. Independientemente del estado de conservación de la muestra, y con la firme intención de obtener la máxima información posible, se realizó un estudio pormenorizado de los elementos anatómicos con el fin de inferir el sexo y la edad de fallecimiento, para lo cual seguimos las recomendaciones de Ferembach et al.139.

139 D. FEREMBACH, I. SCHWIDETZKY, M. STLOUKAL, Raccomandazioni per la determinazione dell’età e del sesso sullo scheletro. Rivista di Antropologia. Vol. LX. Istituto Italiano di Antropologia. Roma. pp. 5-45,1978.

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Por otro lado, también hemos registrado las medidas craneométricas y osteométricas, así como los índices morfológicos correspondientes, y calculado un valor aproximado de la estatura en cada individuo. Estos parámetros aparecen recogidos en las Tablas 1, 2, 3, 4, 5, cuyos resultados serán comentados particularmente en cada caso. Individuo 1.- Los restos pertenecen a un varon, cuyo esqueleto se conserva incompleto y en deficiente estado. La representación craneal se reduce al occipital y

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a los dos parietales. Esta parte de la bóveda muestra la sutura sagital y el segmento L1 de la sutura lambdática en vías de obliteración, lo que es indicativo de una persona de unos 50 años, si bien el cierre de las suturas no es el mejor criterio para estimar la edad de fallecimiento por estar sujeto a un amplio margen de error140. En el occipital se aprecia el resalte de la protuberancia occipital externa, de grado 4. La mandíbula había perdido la rama izquierda y parte del cuerpo mandibular de ese mismo lado. En cuanto a la dentición, lamentar la caída postmortem de todos los dientes, habiendo además perdido el sujeto en vida el primer molar del lado derecho cuyo alveolo aparecía reabsorbido. El aspecto cuadrangular del borde inferior de la mandíbula viene marcado por el resalte de los dos tubérculos mentonianos, rasgo que facilita su adscripción al sexo masculino. Los huesos de la cadera denotan unas características morfológicas claramente masculinas, atendiendo a las recomendaciones de Ferembach141. La faceta sinfisiana del pubis presenta un estado degenerativo propio de una persona entre 39-44 años142. De los huesos largos solo conserva intacto el radio izquierdo, por lo que hemos utilizado la longitud máxima de este elemento del antebrazo para estimar la estatura a partir de las fórmulas de Pearson143. La talla resultó ser de 171,27 cm, valor que se incluye en la categoría hipsisoma o alta siguiendo el esquema de Martin-Saller144, coincidiendo este resultado con el promedio de estatura obtenido en la serie masculina del Panteón Real de San Isidoro de León (168 cm)145. Hay huesos, como la cabeza de un fémur y una vértebra dorsal, que aparecen manchados de color negruzco, lo que no parece ser un indicio de haber estado en contacto con una fuente calorífica. Dicha vértebra dorsal muestra, además, dos depresiones en la carilla articular inferior compatibles con los típicos nódulos de Schmorl. Estas hernias discales son frecuentes en personas de edad avanzada y responden a un proceso degenerativo del disco intervertebral146. Estos restos óseos no se atribuyen a ningún personaje en concreto y una de las razones de que no se integraran en el esqueleto del individuo nº 2, atribuible a Alfonso VI, fue su aspecto más grácil, lo que difería bastante con respecto a la robustez que manifestaba el segundo.

Fig. 22. Individuo 2. Restos de un individuo de avanzada edad, posiblemente Alfonso VI

Individuo 2.- Identificamos parte de un esqueleto postcraneal de un hombre de avanzada edad, compatible con la que tendría el monarca cuando murió (Fig. 22). Empero, el hecho de que los huesos aparezcan manchados de barro nos hace sospechar que pudiera tratarse de elementos espurios, introducidos con posterioridad, pues no existe ningún documento donde se recoja que los restos se mantuvieron en algún momento un contacto directo con el suelo, si bien esto tampoco es óbice para afirmar lo contrario. La diferencia entre este individuo y los otros radica en la peculiar osamenta embarrada, mientras el resto del material óseo como mucho conservaba solo el polvo que depara el paso del tiempo. Resulta extraño que precisamente este individuo que muestra su esqueleto con una particular diferencia del resto, sea justamente el sujeto que mejor encaja en la edad septuagenaria a la que falleció el monarca. Son numerosos los estigmas que denuncian una vida longeva, entre ellos destacamos unos grandes osteofitos o labiación ósea en los bordes de los cuerpos vertebrales lumbares, relacionados con problemas degenerativos de la columna a medida que avanza la edad. Asimismo, la osificación del apéndice xifoides y su fusión al cuerpo del esternón, es también indicativo de una persona en la senectud de la vida (Fig. 23). Según Testut y Latarget147 entre los 50 y 70 años el apéndice xifoides se suelda al cuerpo del esternón, y en la extrema vejez, de los 65 a los 75, el mismo mango acaba por perder su independencia, aunque en nuestro caso esto último no llega a producirse. También apreciamos 140 J. COMAS, Manual de Antropología Física. Universidad Nacional de México. Instituto de Investigaciones Históricas. México,1966. 141 FEREMBACH et al, locus cit. 142 T. W. TODD, Age Changes in the Pubic Bone I: The Male White Pubic. En: Human Osteology. Tim D. White. Academic Press. London, 1991. 143 G. OLIVIER, Practical anthropology. Charles C Thomas Publisher. Springfield, Illinois, 1969. 144 R. MARTÍN y K. SALLER, Lehrbuch der Anthropologie. Ed. Gustav Fischer. Stuttgart, 1957. 145 Vid. nota 1, supra. 146 R. MANN y S. MURPHY, Regional Atlas of Bone Disease. A Guide to Pathologic and Normal Variation in the Human Skeleton. Charles C Thomas Publisher. Springfield Illinois, 1990. 147 L. TESTUT y A. LATARJET, Tratado de Anatomía Humana. T. I. Osteología, Artrología y Miología. Salvat. Madrid, 1971.

Fig. 23. Individuo 2. Signos de edad avanzada: fusión del cartílago xifoides al esternón y degeneración de los cartílagos esternales de las costillas

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la degeneración de las carillas articulares donde apoyan los extremos esternales de ambas clavículas, hecho que viene a confirmarnos la veteranía del sujeto. Por otro lado, la degeneración del extremo esternal de los cartílagos costales denota una fase 8, la cual equivale a una persona de 65 años o más148. Resumiendo, se trata de un hombre senil, de complexión fuerte y estatura mediana con 165,71 cm compatible con la persona de Alfonso VI. Aparte de la artropatía detectada en la columna vertebral no se observa otro tipo de entidad nosológica. Tan solo señalar la presencia de lesiones entesopáticas en la zona de inserción del músculo deltoides, en la tuberosidad bicipital del radio y en la rótula, en la cual se ha producido la osificación del ligamento rotuliano149. Individuo 3.- El esqueleto muy incompleto se reduce al fémur, la tibia y el coxal derechos, pertenecientes a un sujeto masculino robusto de estatura mediana tendiendo a baja con 161,21 cm. El fémur derecho presentaba la cortical alterada, mostrando signos de ligera periostitis en la cara anterior del tercio distal de la diáfisis. El coxal derecho, el único que se ha recuperado, muestra numerosas espículas óseas bordeando el foramen obturador, las cuales aunque se asocian a personas de edad, también pueden aparecer en situaciones de obesidad o al realizar determinados movimientos o actividades de forma repetitiva (Mann y Murphy, locus cit.). El estado de la sínfisis púbica se atribuye a una persona entre 30-35 años150. Individuo 4.-En el homúnculo de la (Fig. 19) aparecen sombreados los restos muy escasos de otro varón adulto de unos 35-39 años151. Fig. 24. Individuo 5. El esqueleto casi completo atribuido a Inés

Individuo 5.- La reconstrucción del esqueleto atribuible a la reina Inés casi se hizo de forma completa (Fig. 24), ayudándonos sobremanera en la individualización de los restos la pátina oscura que presentaban, debido a la impregnación con el icor cadavérico producido en la descomposición del cuerpo. Su estado de conservación es excelente. Se trata de una mujer joven de unos 20 años, a decir del escaso desgaste dentario y de la permeabilidad de las suturas de la bóveda. La gracilidad de los elementos anatómicos así como las características morfológicas del coxal adscriben los restos al sexo femenino. El cráneo describe un contorno ovoide al mirarlo desde arriba y en norma lateral describe un perfil alto y medianamente largo. En vista anterior, destaca un gran osteoma osteoide en el lado derecho del frontal, de 25 x 27 mm de largo por ancho respectivamente (Fig. 25). Estos tumores benignos son bastante comunes en especímenes arqueológicos y se identifican como pequeños botones en la tabla externa de la bóveda craneal152. Normalmente, los osteomas no suelen ser mayores de 1 cm de diámetro, por eso el que ahora presentamos se puede considerar grande. Dahlin los considera como una respuesta del tejido óseo a una serie de estímulos como traumatismos, infecciones, etc.153. Posiblemente haya que buscar su causa en un incidente traumático sin más consecuencias.

Fig. 25. Individuo 5. Osteoma de grandes dimensiones situado en la parte derecha del frontal

En la cara destacan unas órbitas altas y de contorno redondeado, y una nariz estrecha y larga. La boca es pequeña y con el paladar cerrado. Conservaba todos los dientes en vida, si bien había perdido algunas piezas con carácter póstumo, probablemente a causa de las manipulaciones de que han sido objeto todos estos restos. El tercer molar o muela del juicio había eclosionado poco antes de ocurrir el óbito. Otro detalle a tener en cuenta es el aspecto cartilaginoso de los extremos esternales de las costillas, las cuales nos permiten inferir una edad entre 20 y 23 años154. Lo que realmente nos llama la atención de esta mujer es la presencia de una luxación congénita de la cadera izquierda como sugiere un acetábulo defectuoso y una cabeza femoral atrofiada (Fig. 26). Esta última adquiere una imagen en forma de

Fig. 26. Individuo 5. Luxación congénita de la cadera izquierda

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148 Y.M. ISÇCAN y S.R. LOTH, Estimation of age and determination of sex from the sternal rib. En: Forensic Osteology. Advances in the Identification of Human Remains. K. Reichs. Charles C Thomas Publisher. Springfield Illinois. pp. 68-89, 1986. 149 O. DUTOUR, Enthesopathies (Lesions of Muscular Insertions) as Indicators of The Activities of Neolithic Saharan Populations. Am. J. Phys. Anthrop. 71: 221-224, 1986. 150 Todd, locus cit. 151 ÍBIDEM. 152 D.J. ORTNER y W. PUTSCHAR, Identification of Pathological Conditions in human skeletal Remains.Smithsonian Institution Press. London, 1985. 153 Citado por: D. CAMPILLO VALERO, Paleopatología del cráneo en Cataluña, Valencia y Baleares. Edit. Montblanc-Martín. Barcelona, 1978. 154 ISÇAN Y LOTH, locus cit.

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“tope de vagón”, término que fue acuñado por Pales155. En la displasia de la cadera la cavidad cotiloidea o acetábulo, oquedad donde se aloja el caput femoris, aparece anormalmente poco profunda de tal forma que la cabeza no permanecería estable y, posiblemente al caminar, se salía espontáneamente hacía la parte posterior del coxal. Aunque las dislocaciones de la cabeza femoral pueden ocurrir en dirección anterior o posterior, estas últimas son las más comunes en la práctica ortopédica moderna156. Por ello, en la cara dorsal del ilion izquierdo hemos encontrado una segunda carilla articular producida por la pseudo-articulación del fémur, por lo que podemos inferir que esta mujer padecía una cojera al andar, si no constante al menos de forma episódica. Sabemos por los estudios realizados en clínica actual157, que la luxación congénita de cadera es una de las malformaciones congénitas más frecuentes, estimándose su frecuencia entre 1-3 casos por cada 1000 nacimientos. Esta anomalía suele afectar más al sexo femenino, en una proporción entre 5-9 mujeres por cada hombre. El caso que describimos se trata de una lesión aislada que bien pudo producirse después del nacimiento, sin olvidar que existe una predisposición familiar en la manifestación de esta anomalía como rasgo heredable, aunque no podamos demostrarlo. Con respecto a los demás huesos del esqueleto, subrayamos la presencia en ambas escápulas de un acromion bipartito, pequeñas piezas óseas –Os acromiale– que al no haberse fusionado se perdieron, ya que faltan en la muestra analizada. Según Capasso et al.158, esta variante anatómica se manifiesta bajo determinados factores de estrés tales como tirones del músculo rotatorio debido a continuas y pesadas cargas en los brazos. En nuestro caso es posible que esta mujer se valiera para caminar de algún apoyo o muletas, ayudándose con los brazos sobre los que recaía gran parte del peso del cuerpo. Por consiguiente, los huesos atribuibles a Doña Inés reflejan caracteres de una persona joven, grácil, de estatura mediana tendiendo a baja (151,02 cm) y con una cierta discapacidad física que las fuentes no quisieron mencionar. Aunque no dejó descendencia, a decir de las fuentes documentales, la presencia de ligeras cicatrices del parto en el pubis pueden considerarse una prueba ineludible de que ésta mujer estuvo en algún momento de su vida encinta.

Fig. 27. Individuo 6. Reconstrucción del esqueleto posiblemente perteneciente a Constanza

Individuo 6.- Corresponde al esqueleto atribuido a la segunda esposa del rey, de nombre Constanza. Tras agrupar los distintos elementos anatómicos que aparecían dispersos por los diferentes compartimentos, logramos recomponer un esqueleto bastante completo si exceptuamos los huesos de las manos y los pies, la columna vertebral y la parrilla costal (Fig. 27). El estado de conservación de los huesos largos y del cráneo es muy bueno. El esqueleto se identifica con el de una persona madura, a diferencia de las otras tres mujeres como luego veremos, por lo que estariamos ante la consorte de mayor edad de cuantas contenía esta caja. Presenta un contorno del cráneo ovoide ancho en norma superior, pudiéndose observar en esta proyección unas suturas de la bóveda en avanzado estado de obliteración. Esta característica se ve avalada por un grado de atrición dental considerable, que le confiere una edad de 40-45 años159. Constatamos que no había perdido ningún diente en vida, y solo mostraba una pequeña caries interproximal entre el segundo y el tercer molar del lado derecho. También registramos un depósito de sarro de tipo mediano, sobre todo en la cara lingual de los dientes anteriores. En norma lateral se puede decir que el cráneo es más bien bajo y largo, cualidades que son corroboradas por los índices correspondientes. La frente es ligeramente inclinada con una glabela poco saliente de tipo 1. En vista anterior o frontal se aprecian unas órbitas de contorno cuadrangular y una nariz piriforme. Los pómulos no sobresalen de la cara ni tampoco resulta prominente la arcada del maxilar. En norma posterior, se percibe un occipucio redondeado con unas líneas nucales e inio muy suaves, así como unas apófisis mastoides pequeñas, caracteres más propios del sexo femenino. En la mandíbula es de señalar un ángulo mandibular abierto (131°) compatible con una persona de cierta edad. Además, se detectan incipientes problemas de artrosis en la articulación temporo-mandibular.

155 D.R. BROTHWELL, Major Congenital Anomalies of the skeleton: Evidence from Earlier Populations. En: Diseases in Antiquity. A Survey of the Diseases, Injuries and Surgey of Early Populations. Brothwell y Sandison. Charles C Thomas Publisher. Springfield Illinois, 1967. 156 ORTNER Y PUTSCHAR, locus cit) 157 R. ESTEVE DE MIGUEL y C. ESTEVE DE MIGUEL, Luxación congénita de cadera. En: Tratado de Cirugía. Tomo III. Balibrea Cantero, J.L. Ed. Toray. Barcelon, 1989. 158 L. CAPASSO, K. KENNEDY, C. WILCZAK, Atlas of Occupational Markers on Human Remains. Edigrafital SpA-S. Atto. Teramo. Italy, 1998. 159 C.O. LOVEJOY, Dental wear in the Libben population: its functional patern and role in the determination of adult skeletal age of death. Am. J. Phys. Anthropol. 68: 47-56, 1985.

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Fig. 28. Individuo 6. Pareja de tibias atribuibles a Constanza. En la inferior se aprecia una exóstosis, probablemente de naturaleza tumoral

En cuanto a los huesos del esqueleto postcraneal lo más llamativo es la exóstosis que presenta en la cara externa de la tibia derecha, saliente óseo que al contactar con el extremo proximal del peroné, lo curva ligeramente (Fig. 28). Esta exóstosis que sirvió en su día a E. Díaz-Jiménez y a E. Gago para probar la autenticidad de los restos de Alfonso VI, pues no en vano la relacionaron con una herida que sufrió el rey en una pierna en la batalla de Zalaca o Sagrajas160, es posible que no obedezca a una etiología traumática sino tumoral. Generalmente, las exóstosis cartilaginosas aparecen como lesiones solitarias, siendo éstas uno de los tumores óseos benignos más comunes161. El tumor aparece con preferencia en una zona próxima a la lámina de crecimiento de la superficie metafisaria de los huesos largos. Suele verse con frecuente implicada la metáfisis distal del fémur y la proximal de la tibia, siendo este último caso el que nos ocupa. Parece ser que estas exóstosis siguen aumentando de tamaño, mientras dura el crecimiento del hueso, a partir de la capa basal de cartílago y, luego, se detiene su desarrollo cuando finaliza el crecimiento. En otro orden de cosas, la longitud del fémur nos ha proporcionado una estatura de tipo hipsisomo o alto con 163,44 cm. Debemos señalar que, de las cuatro mujeres de Alfonso VI enterradas en el Panteón Familiar, Constanza será la más alta. Sabemos por las fuentes documentales que tuvo varios hijos, incluso con su anterior marido, aunque solo sobrevivió Doña Urraca. Este carácter prolífico se ve corroborado por la existencia de las típicas cicatrices del parto en el pubis162. La capacidad gestante en los restos esqueléticos se puede comprobar por la presencia en el cara dorsal de la sínfisis púbica de las conocidas cicatrices del parto, las cuales aparecen en forma de pequeñas cavitaciones. Estos estigmas del alumbramiento o marcas del parto, inicialmente descritas por Stewart163, se explicarían de la siguiente manera según Houghton: “a partir del cuarto mes de embarazo ya se produce una relajación de los ligamentos, proceso en el que intervienen hormonas que preparan al cuerpo para el parto, produciéndose tras el nacimiento la ruptura y subsecuente hemorragia en los lugares de inserción de los ligamentos articulares”. Individuo 7.- Berta fue la tercera esposa legítima del monarca. La reconstrucción parcial del esqueleto que se le atribuye demuestra la pérdida de algunas partes anatómicas como refleja la Fig. 29. Se trata de una mujer adulta joven de unos 24 años a decir de la falta de obliteración de las suturas de la bóveda y del escaso grado de desgaste de la superficie de masticación de los dientes164. Además, el extremo esternal de la clavícula permanecía todavía sin osificar, lo cual es indicativo de juventud, ya que la obliteración suele ocurrir entre los 18 y los 30 años165. El cráneo presenta, tras la restauración, un buen estado de conservación, ya que pudimos recuperar el temporal derecho que se había desprendido, el cual aparecía mezclado con los huesos de los otros individuos. En norma superior el cráneo describe un contorno ovoide, mientras que de perfil se define como medianamente alto y largo. La frente está ligeramente inclinada y limpia de sutura metópica. Las órbitas son cuadradas y la nariz larga y estrecha.

Fig. 29. Individuo 7. Reconstrucción parcial de un esqueleto atribuible a Berta

En norma posterior, observamos un occipucio redondeado con un inio de grado 1 de Broca y unas apófisis mastoides pequeñas y romas, caracteres todos ellos propios del sexo femenino. El arco dentario parabólico delimita un paladar ancho y profundo. Conserva in situ todas las piezas dentarias excepto ambos incisivos centrales y el canino izquierdo. En el caso de los terceros molares, estos acababan de emerger cuando ocurrió el óbito, como lo denuncia el desnivel en la línea de mordida. En los incisivos laterales superiores llama la atención la presencia de dos surcos intencionales que corren paralelos al eje longitudinal del diente (Fig. 30). Tras recabar la opinión de un odontólogo166, llegamos a la conclusión de que estas incisiones podrían ser los lugares de 160

CARRIEDO, locus cit. ORTNER Y PUTSCHAR, locus cit. 162 W.M. KROGMAN y Y.M. ISÇAN, The Human Skeleton in Forensic Medicine. Charles C Thomas Publisher. Springfield Illinois, 1986. 163 M.D. STEWART, Essentials of Forensic anthropology. Charles C Thomas Publisher. Springfield Illinois, 1979. 164 LOVEJOY, locus cit. 165 D. R. BROTHWELL, Desenterrando huesos. La excavación, tratamiento y estudio de restos del esqueleto humano. Fondo de Cultura Económica. México, 1987. 166 Agradecemos mucho la ayuda prestada por Dña. Mª Angustias Voces Gómez. 161

Fig. 30. Individuo 7. Cráneo atribuido a Berta. Detalle de ambos incisivos laterales superiores con los surcos que, posiblemente, sirvieron para sujetar una prótesis dental

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anclaje de una prótesis dental, la cual estaría colocada sobre los incisivos centrales que han desaparecido postmortem. Probablemente, esta manipulación intencional de los dientes tuvo una finalidad estética con el fin de disimular un posible defecto en los incisivos centrales. A tal efecto, se pudo aplicar sobre el diente una banda o lámina de oro u otro metal precioso, hueso o unas placas de marfil, para cuya sujeción se hace necesaria la práctica de esos surcos en la superficie del diente contiguo a la pieza donde se va a colocar la prótesis dental. La mandíbula, en cambio, estaba bastante deteriorada, partida en tres fragmentos, faltando una parte del cuerpo y toda la rama del lado izquierdo, y habiendo perdido también algunos de los dientes, conservando in situ sólo los premolares y molares derechos y el incisivo central izquierdo, todos en perfecto estado de salud. En cuanto al esqueleto postcraneal, se ha estimado la estatura a partir de la longitud del fémur en 152,19 cm, valor que se cataloga como mesosomo o mediano según la clasificación de Martin-Saller. En el fémur izquierdo detectamos a la altura del cuello un área porosa que diagnosticamos como síndrome criboso. Individuo 8.- Por último y para finalizar la serie femenina nos detenemos en los restos que se atribuyen a Zaida, otra de las mujeres del rey. Se han podido recuperar muy pocos restos de este individuo, reduciéndose la muestra a una parte de la bóveda craneal, la clavícula derecha, el húmero izquierdo y la mitad distal del radio de ese mismo lado (Fig. 31).

Fig. 31. Individuo 8. Reconstrucción de parte del esqueleto atribuido a Zaida

Como no conservaba ningún diente, nos vimos obligados a determinar la edad en función del grado de obliteración de las suturas craneales, apareciendo ya cerrado el segmento C3 de la coronal, lo que determina una edad de fallecimiento de unos 30 años. Al examinar macroscópicamente esta bóveda nos ha extrañado la presencia de unos surcos vasculares en ambos parietales. La impronta de esta hipervascularización se manifiesta en forma de pequeños trazos en la superficie del hueso (Fig. 32). Desconocemos a que puede ser debido, aunque no descartamos su relación con alguna mancha o antojo epidérmico como reconoció el Dr. Fernando Pastor, quien tuvo la amabiblidad de visitar los trabajos y realizar oportunas sugerencias. A partir de la longitud del húmero, único hueso largo que se conservaba intacto, pudimos calcular la estatura, cuyo valor de 152,60 cm denuncia que se trata de una mujer de mediana altura. Esta talla se encuentra en la misma tónica de los dos casos anteriores, y también coincide con el promedio obtenido en la serie femenina del panteón Real de San Isidoro (153 cm.), distanciándose la reina Constanza de todas ellas por su mayor estatura. Individuo 9.- También se han recuperado algunos restos, muy escasos, pertenecientes a un joven adolescente, cuya evidencia del esqueleto se reduce a una parte del neurocráneo y el coxal derecho (Fig. 33).

Fig. 32. Individuo 8. Cráneo en norma superior en el que se pueden apreciar los surcos vasculares en forma de trazos en ambos parietales

La calota está representada por el occipital y ambos parietales algo deteriorados, permaneciendo todas las suturas permeables. Se observan dos huesos wormianos, uno astérico y otro en el sector L2 derecho de la sutura lambdática. Así mismo, consignamos la presencia de la sutura mendosa sin obliterar en disposición bilateral. Existen variantes de esta sutura biasteriónica según la posición vertical que ocupe con relación al asterion. Nuestro caso se identifica con el tipo “g”, es decir las suturas se sitúan por encima del asterion167. La expresión de estas suturas se caracteriza por un modelo sencillo, con una longitud de 30 mm en el lado derecho y un poco menos en el izquierdo, 28 mm. Según Davida, estas fisuras generalmente se osifican al final del segundo año de vida y su permanencia como suturas después de esta edad les confiere el término de sutura mendosa, rasgo que se agrupa dentro de los caracteres que reflejan un defecto en el crecimiento. Algunos investigadores informan de una mayor tendencia a presentar la sutura mendosa los hombres que las mujeres, y también hacia un predominio de la expresión simétrica del rasgo. La estimación de la edad la hemos deducido a partir del estado de evolución de los huesos de la cadera, constituido ya por un solo hueso coxal, si bien no había ocurrido todavía la obliteración de la cresta ilíaca y de la tuberosidad isquiática168, 167 G. HAUSER y G. F. DE STEFANO, Epigenetic variants of the human skull. E. Schweizerbart’sche Verlagsbuchhandlung. Stuttgart, 1989. 168 BROTHWELL, locus cit.

Fig. 33. Individuo 9. Restos pertenecientes a un joven adolescente, compatible con la edad de fallecimiento de Sancho Alfónsez

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lo que nos sugiere que tendría unos 13-16 años cuando falleció, edad que podría coincidir con algunos personajes de la corte que murieron a temprana edad. Entre ellos, barajamos la posibilidad de que perteneciera al infante Sancho que murió en la batalla de Uclés a los 13 años aproximadamente, o al hijo del Conde Pedro Ansúrez, de nombre Alfonso, que según las crónicas murió mozo, sin llegar a precisar las fuentes documentales la edad exacta de fallecimiento. Individuo 10.- Asimismo registramos la presencia de restos infantiles entre los huesos examinados (Fig. 34). Los restos óseos infantiles identificados son muy escasos y compatibles con un sujeto infantil de unos 6-7 años de edad, la cual fue deducida a partir de los 173 mm que medía la diáfisis humeral izquierda169. Este dato de la existencia de restos infantiles en el Panteón de Alfonso VI, hasta ahora inédito, podría estar relacionado con alguno de los numerosos hijos que tuvo Constanza, hasta seis computan las crónicas aunque sólo sobreviviría Dña. Urraca. En un fragmento óseo, que identificamos como el extremo proximal de una tibia izquierda, se aprecia un crecimiento anómalo del hueso compatible con un problema de inflamación ósea u osteomielitis que ha provocado la oclusión del canal medular.

II.9. Reconstrucción facial Fig. 34. Individuo 10. Restos óseos de un sujeto infantil, de unos 7 años de edad

Uno de los últimos trabajos realizados tras la intervención en el Panteón ha sido la reconstrucción facial de dos de los cráneos mejor conservados (Fig. 35), aquellos que se atribuyen a la joven reina Inés (Fig. 36) y a la reina Constanza (Fig. 37). Aun a sabiendas de que la técnica presenta ciertas limitaciones, ya que nunca se debe considerar como un verdadero retrato, nos da la oportunidad de aproximarnos al rostro que tendría esa persona cuando estaba viva. Y aunque no disponemos de imágenes de comparación, esta práctica está de sobra acreditada por su utilización en Antropología Forense o Criminalística en la identificación de personas desaparecidas. Para llevarla a cabo contamos con la inestimable colaboración de una especialista en Bellas Artes, Rosa de la Puente, y con la participación del Antropólogo Forense Dr. Francisco Etxeberría y su mujer Lourdes Herrasti, quienes obtuvieron las réplicas de los cráneos en escayola. Sobre dichas reproducciones se colocan unos marcadores de espesor del tejido blando y se reconstruyen los músculos faciales en arcilla, cubriéndose luego con una fina capa como si de la propia piel se tratara. La clave de este tipo de trabajos, en los que Ciencia y Arte van de la mano, está en el hecho de que el rostro no se improvisa sino que va surgiendo, configurándose a partir de la propia estructura ósea del cráneo, siendo este un crecimiento de dentro hacia fuera, lo que pone límites a la subjetividad del artista170. Para dar el toque final se eligió un tocado apropiado a la época, basándonos en los dibujos o grabados que recogen los códices.

Fig. 36. Reconstrucción facial del individuo 5, posiblemente Inés

Fig. 37. Reconstrucción facial del individuo 6, posiblemente Constanza

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Inicialmente la técnica de la reconstrucción facial tridimensional tuvo su origen en la reproducción del aspecto de especímenes prehistóricos, y hoy día se sigue 169 M. STLOUKAL y H. HANAKOVÁ, The length of long bones in ancient slavonic populations with particular consideration to the questions of growth. Homo, 29:53-6, 1978. 170 J. PRAG Y R. NEAVE, Making Faces. Using Forensic and Archaeological Evidence. Publisher for the Trustees of the British Museum. London, 1999.

Fig. 35. Restos craneales atribuidos, de izquierda a derecha, a Inés, Constanza y Berta. La reconstrucción facial se ha llevado a cabo sobre los dos primeros

Julio M. Vidal Encinas y Mª Encina Prada Marcos

aplicando con éxito en el campo de la Paleontología y Arqueología171, aportando algo de luz allí donde las fuentes documentales no llegan.

CONCLUSIONES Los trabajos de Antropología Física sobre personajes históricos, en aras a conseguir su identificación choca, las más de las veces, con la falta de descripciones significativas de los rasgos fisonómicos, somatométricos, así como de índole patológico, o las posibles causas de la muerte, de tales personajes, pues las crónicas y documentación histórica suelen ser muy pobres a la hora de describirlos. Por ello, estamos todavía lejos de conseguir probar de forma rotunda la autenticidad de los restos custodiados por las MM. Benedictinas del convento de Santa Cruz de Sahagún. Lo que sí podemos confirmar, a la vista del análisis antropológico realizado, es la presencia de al menos 7 individuos en la muestra objeto de estudio, cuyo material de partida se encontraba en un estado anárquico e incompleto, fruto posiblemente de las numerosas incursiones en el Panteón y/o a las vicisitudes que pudieron sufrir los huesos en los diferentes traslados hasta su definitiva ubicación, como relata el P. Miguel Echano. La individualización de los restos nos permitió identificar como máximo 10 sujetos, mostrando la mayoría de ellos una parca representación anatómica, si exceptuamos el caso de las reinas Inés, Constanza y Berta cuyo esqueleto se conservaba casi completo. Los datos que nos proporcionan las fuentes documentales nos han permitido inferir la identidad de algunos de los personajes allí enterrados, y resolver la confusión entre el etiquetado y la adjudicación de los restos de Inés y Constanza. Todo parece indicar que se trata de un error secular, que se arrastra desde el primer inventario realizado en el año 1910 por los dos miembros de la Comisión de Monumentos de León, el Sr. Díaz-Jiménez y el Sr. Gago, y que nosotros también reproducimos en el informe preliminar172 basándonos en la tradición oral y escrita, pero que ahora queda solventado al atribuir los restos esqueléticos con indicios de cierta juventud a la reina Inés y los que manifiestan cierto grado de madurez a la reina Constanza. Como por el momento no se puede llegar a probar la veracidad de estas identificaciones, nos limitaremos a exponer aquellos datos novedosos que nos proporcionan las actuales técnicas de la Antropología Física. Al examinar los restos óseos de forma exhaustiva, pudimos confirmar la presencia de 2 sujetos inmaduros muy incompletos, uno de los cuales podría ser compatible con los de Sancho Alfónsez, y de restos faunísticos, así como de una serie de entidades nosológicas desconocidas entre las mujeres de la Corte. Se puede decir que las reinas fallecieron jóvenes si exceptuamos a Constanza que llegó a la madurez de la vida, destacando también la segunda esposa por su mayor estatura. Entre las patologías diagnosticadas, la primera esposa del Rey, Dña. Inés, es probable que padeciera una cojera de la pierna izquierda, cuando menos episódica, a tenor de una displasia congénita de la cadera. En la segunda mujer, Dña. Constanza, se detecta una exóstosis en la pierna derecha, la cual posiblemente responda a un proceso tumoral benigno. Dña. Berta, que hace la tercera, es presumible que tuviera los incisivos centrales superiores cubiertos con una prótesis, a decir de los surcos intencionales que aparecen en sendos incisivos laterales superiores, los cuales servirían para encajar dicha corrección. Y ya para finalizar, en el cráneo atribuido a la reina Zaida se aprecia, a la altura de los parietales, una hipervascularización del periostio cuyas improntas se dejan ver en forma de pequeños trazos rectilíneos en la tabla externa del hueso compatibles con una mancha o antojo. Con respecto a la identidad del soberano, los restos óseos que denunciaban una edad avanzada, con evidentes signos de artropatía, la que tendría el rey al morir, pues sabemos que frisaba los 70 años, aparecieron manchados de barro, hecho que nos resulta extraño cuando menos, ya que es de suponer que dichos restos, en condiciones normales, nunca estarían en contacto con la tierra. En cuanto a la presencia de restos de fauna mezclados con los restos humanos, es una situación que también constatamos en el Panteón Real de San Isidoro de León, sin que existan indicios fiables que confirmen o descarten su posible relación con ofrendas, siendo la hipótesis más plausible la procedencia de algún basurero.

171 M.E. PRADA, R. DE LA PUENTE, M.L. GONZÁLEZ, F. ETXEBERRIA, “Aplicación de la reconstrucción facial a dos individuos de un recinto funerario romano en Astúrica Augusta”, En: Investigaciones Histórico-Médicas sobre salud y enfermedad en el pasado. Eds. Polo M. y Prosper, E. Morella, Castelló, pp.: 795-805, 2009. 172 M.E. PRADA MARCOS, “El Panteón familiar de Alfonso VI en Sahagún: Nuevas aportaciones desde la Antropología Física. Informe preliminar”, En: Fray Bernardino de Sahagún y su tiempo, J. Paniagua y M.I. Viforcos (Eds.), Universidad de León,2000, pp. 27-43.

El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún: Aspectos históricos y arqueo-antropológicos

277

AGRADECIMIENTOS Este trabajo no se habría podido realizar sin la colaboración desinteresada de una serie de personas a las que quiero agradecer muy sinceramente su participación, a los arqueólogos Mª Luz González Fernández y Julio M. Vidal Encinas, al antropólogo forense Dr. Francisco Etxeberría y su esposa Lourdes Herrasti, al paleontólogo Carlos Fernández, a la autora de las reconstrucciones Rosa de la Puente Rico, a la historiadora Therese Martin, a la odontóloga Mª Angustias Voces y al radiólogo Dr. Francisco Pastor (†). Sin olvidar la buena acogida que nos dispensaron las MM. Benedictinas de Santa Cruz de Sahagún.

TABLAS Tabla 1.-Medidas del neurocráneo. Serie femenina (Todas las medidas se expresan en mm., excepto la capacidad craneal en cc.) CRÁNEO

Indiv. 5

Indiv. 6

Indiv. 7

Indiv. 8

Longitud máxima Longitud de la base

168 88

173 90

178 97

Anchura máxima

144

133

136

Anchura frontal mín.

88

86

91

Anchura frontal máx.

122

106

111

98

Anchura biastérica

107

103

112

116

Altura ba-bregma

115

126

118

Altura auricular

102

108

Circunferencia hrztal.

555

489

557

Arco sagital frontal

130

116

127

130

Arco sagital parietal

109

122

116

130

Arco sagital occipital

103

125

114

Cuerda frontal

112

106

111,5

115

Cuerda parietal

98

109

104

114

Cuerda occipital

87

107

91

Capacidad ba-b.

1246,00

1264,26

1257,62

Capacidad alt. auric.

1221,74

1228,26

Tabla 2.-Medidas del esplacnocráneo. Serie femenina. Medidas de la Cara

Indiv. 5

Indiv. 6

Indiv. 7

Longitud cara Anchura cara

88 127

89 114

93 132

Altura cara superior

75

74

67

Altura orbitaria

41

40

42

Anchura orbitaria

35

38

33

Anchura interorbitaria

17

16

18

Anchura biorbitaria

278

94,5

86

94

Altura nasal

53

52

49

Anchura nasal

25

23

24

Long. maxilo-alveolar

53

51,5

41,5 58

Anch. maxilo-alveolar

62

61

Longitud paladar

44

44

Anchura palatina

40

32

Julio M. Vidal Encinas y Mª Encina Prada Marcos

34

Tabla 3.-Indices del neuro y esplacnocráneo. Serie femenina. Indices craneales

Indiv. 5

Indiv. 6

Indiv. 7

I. Cefálico

85,71

76,88

76,40

I. Vértico-longitudinal

68,45

72,83

62,29

I. Vértico-transversal

79,86

94,74

86,76

I. Aurículo-longitudinal

60,71

62,43

I. Aurículo-transversal

70,83

81,20

I. Transverso frontal

72,13

81,13

81,98

I. Transv. fronto-parietal

61,11

64,66

66,91

I. Sagital frontal

86,15

91,38

87,79

88,46

I. Sagital parietal

89,91

89,34

89,65

87,69

I. Sagital occipital

84,47

85,60

79,82

I. Foramen Magnum

82,93

80,55

86,11

I. Facial superior

59,05

64,91

50,76

I. Orbitario

85,37

95,00

78,57

I. Nasal

47,17

44,23

48,98

I. Interorbitario

17,99

18,60

19,15

116,98

118,45

139,76

I. Palatino

90,91

72,73

I. Transv. cráneofacial

88,19

85,71

97,06

I. Fronto-zigomático

69,29

75,44

68,94

I. Gnático de Flower

100,00

98,89

95,87

I. Maxilo-alveolar

Indiv. 8

Tabla 4.-Medidas e índices mandibulares. Mandíbulas

Indiv. 5 Inés

Indiv. 6 Costanza

Indiv. 7 Berta

Indiv. 1

Longitud total

110

98

Anchura bicondílea

113

104

97,34

94,23

Espesor

14

11

15

16

Altura del cuerpo mandibular

33

30

26

30

Indice de Robustez

42,42

36,66

57,69

53,3

Anchura bigoniaca

88

85

77,88

81,73

Altura de la rama

55

59

Anchura de la rama

29

30

Indice de la rama

52,97

50,85

48,51

Angulo mandibular

131º

114º

114º

Indice mandibular

Indice gonio-condileo

103,5

67 29

32,5

El monasterio y panteón de Alfonso VI en Sahagún: Aspectos históricos y arqueo-antropológicos

279

Tabla 5.-Medidas e índices de los huesos largos de la extremidad superior. Serie femenina. HÚMERO Longitud máxima Perímetro Indice de Robustez Diámetro transv. Diámetro ant-post. Indice Diafisario Diámetro vt. cabeza RADIO Longitud máxima Perímetro Indice de Robustez Diámetro transv. Diámetro ant-post. Indice Diafisario CÚBITO Longitud máxima Perímetro Indice de Robustez Diámetro transv. Diámetro ant-post. Indice Platolenia

Indiv. 5d d i 319 317 49 50 15,36 15,77 18 17 15 15 83,33 88,23 43 d i 235 233 34 34 14,47 14,59 12 12 10 9 83,33 75 d i 258 258 31 31 12,01 12,05 18 19 22 23 81,82 82,61

Indiv. 6 d 302 52 17,22 17 15 88,23 40 d 229 33 14,41 13 10 76,92 d 240 32 13,33 16 21 76,19

Indiv. 7

i 301 51 16,94 17 16 94,12 39 i 229 32 13,97 12 10 83,33 i 240 31 12,92 15 21 71,43

d

i 53 19 14,5 76,32 41 i 208 35 16,83 13 10 76,92 i

d

d

15 20 75

Tabla 6.-Medidas e indices de los huesos largos de la extremidad inferior. Serie femenina. FÉMUR Longitud máxima Long. fisiológica Perímetro mitad Indice de Robustez Diámetro ant-post. 1/2 Diámetro transvers.1/2 Indice Pilástrico Diámetro ant-post.* Diámetro transvers.* Indice Platimería Diámetro cabeza TIBIA Longitud máxima Perímetro Indice Robustez Diámetro ant-post.** Diámetro transvers.** Indice Cnémico PERONÉ Longitud máxima Perímetro mínimo I. de Robustez

Indiv. 5d

Indiv. 6 i

d

i

d

457 452 75 16,59 25 24 104,17 25 25 100 42 d 377 65 17,24 29 23 79,31 d 364 27 7,42

467 462 75 16,23 25 24 104,17 24 25,5 94,12 41 i 378 65 17,19 28 21 75 i

403 402 71 17,66 24 22 109,09 21 22 95,45 39 d 345 63 18,26 27 22 81,48 d 350 30 8,57

403 401 69 17,21 23 21 109,52 23 20 115 27 i 344 62 18,02 23,5 20,5 87,23 i 353 33 9,35

409 408 71 17,40 25 21 119,05 21,5 23 93,48 39 d 326 64 19,63 25,5 21,5 84,31

*Tomado bajo el trocanter menor ** Medido a la altura del agujero nutricio

280

Julio M. Vidal Encinas y Mª Encina Prada Marcos

Indiv. 7

d

i

72 24 23 104,35 25 24 87,50 i

24,5 24 97,96

Tabla 7.-Medidas e índices de los huesos de la extremidad superior. Serie masculina. Indiv. 1

HÚMERO

d

Longitud máxima Perímetro Indice de Robustez Diámetro transv. Diámetro ant-post. Indice Diafisario Diámetro vt. cabeza Anch. epífisis distal RADIO Longitud máxima Perímetro Indice de Robustez Diámetro transv. Diámetro ant-post. Indice Diafisario

i

Indiv. 4 i

Indiv. 2 i

59

74

18 20 90

20 27 74,07

65 i

d 261 47 18,01 17 13 76,47

d

d

i 244 41 16,80 16 12 75

Tabla 8.-Medidas e índices de las extremidades inferiores. Serie masculina. FÉMUR

Indiv. 4 i

Indiv. 3 d

Longitud máxima

424

Long. fisiológica

419

Perímetro mitad

84

Indice de Robustez

Indiv. 2

d

i

82 19,57

Diámetro ant-post. 1/2

27

27

Diámetro transvers.1/2

28

26

96,43

103,85

Diámetro ant-post.*

25

26

24

24

Diámetro transvers.*

29

29

34

36

86,21

89,65

70,59

66,67

46

47,5

47

d

d

i

Indice Pilástrico

Indice Platimería Diámetro cabeza TIBIA Longitud máxima Perímetro Indice Robustez

324 74

72

22,84

Diámetro ant-post.**

33

36

Diámetro transvers.**

24

23

72,73

63,88

Indice Cnémico

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